Había pasado cerca de dos meses. Se dice rápido, dos meses. Y la verdad es
que aquella vez también habían pasado rápido para Remus. Todo excepto las
malditas noches, claro.
Dos veces más, había sufrido los horrores de la transformación en la casa abandonada, mientras sus amigos se habían tragado a medias la historia de su madre enferma, Sobre todo, Sirius se había vuelto muy insistente en ese punto, sobre todo la segunda vez, tanto que al final le tuvo que pedir que lo dejara en paz. Por suerte, el chico moreno no insistió, pero lo miraba de vez en cuando con algo parecido a la sospecha.
Parecían quedar tan lejos aquellos días en los que él era uno de los blancos preferidos de los chicos... Ahora era uno de ellos. La gente estaba acostumbrada a verlos juntos, o en parejas, pero casi nunca uno de ellos iba en solitario. Habían incluido a Remus sin preguntas en el grupo, cumpliendo la promesa que le había hecho Sirius.
Y aunque el chico de ojos dorados seguía siendo bastante tímido, se había acostumbrado a llamar la atención de la gente, y sacado a relucir una vena de humor: se le daban especialmente bien los sarcasmos refinados y las frases de doble sentido. Nadie preguntó sobre lo que había pasado entre ellos para unirse tan rápido.
Aquel día de lluvia, al volver al castillo completamente empapados, James y Peter también le habían pedido perdón, y lo habían recibido con los brazos abiertos. A partir de allí, y como cosa natural, fue incluido en todas las bromas y planes que preparaban.
Sirius cambió radicalmente. Remus descubrió que detrás de aquella apariencia de total despreocupación había un chico que podía ponerse serio (aunque no durante mucho tiempo), y que ante todo defendía y protegía a sus amigos. Principalmente, a Remus, por el que desarrolló un gran afecto. Con Remus, Sirius era casi sobreprotector. Quizás era debido al aspecto enfermizo del chico, o a la impresión general de fragilidad que daba en ocasiones.
Al chico lobo aquello al principio llegaba a molestarlo. Estaba poco acostumbrado al contacto físico, y a Sirius le encantaba abrazarlo o pasarle un brazo por los hombros siempre que podía. Pero pronto Remus se acostumbró e incluso llegó a devolverle esas muestras de afecto.
A pesar de lo diferentes que eran, la amistad entre los dos chicos creció muy rápido. Sirius protegía a Remus, y conseguía que se librara de buena parte de su timidez; Remus calmaba a Sirius cuando éste se enfurecía por cualquier cosa, e intentaba que pensara con un poco de sentido común antes de lanzarse a pegar puñetazos.
Con Peter y James se llevaba bien; a James le encantaba leer, y ambos pasaban mucho tiempo discutiendo sobre libros muggles o magos. Y nadie se atrevía a enfrentarse verbalmente contra Peter y Remus juntos: tan solo algunos Slytherins mantenían su nivel de sarcasmo y comentarios hirientes, pero los demás Gryffindors no tenían nada que hacer contra ellos.
Remus estaba inquieto. Otro mes, y de nuevo se acercaba el día. Mirando el calendario, recordó que hacia dos meses justos que había descubierto esos grandes amigos en sus compañeros de cuarto. Era más feliz de lo que nunca lo había sido allá en Hogwarts... pero sabía que tenía un problema.
Ese problema tenía nombre y apellido, y estaba peleándose con James a golpes de almohada mientras Peter se reía con ellos (o más bien de ellos)
La cosa era simple: de nuevo tenía que desaparecer otra noche para volver al día siguiente pálido y maltrecho, lleno de arañazos y quizás ocultando alguna herida seria debajo de la túnica. Y sabía que Sirius le haría muchas preguntas sobre el motivo, a pesar de que la excusa oficial seguía siendo la enfermedad de su madre. Pero si ya le había costado que su amigo se creyera aquello la última vez... no sabía que podía pasar ahora.
Llevaba ya un tiempo pensándolo. Pero no quería decírselo. Eran sus amigos, sí, pero quién sabe como reaccionarían al enterarse de lo que era en realidad. ¿Qué harían al saber que era un monstruo? ¿Qué una vez al mes deseaba sangre humana? Era demasiado arriesgado.
Remus miró a Sirius, que reía mientras James había cambiado de táctica y ahora lo atacaba a cosquillas. Ese era el gran punto débil de Sirius, que rogaba entre lágrimas de risa intentando coger aire, con el negro pelo revuelto y un ligero rubor en la piel bronceada.
Sonrió un poco, a pesar de sus negros pensamientos. No quería perderlos. No quería perder el afecto de Sirius, ni de los otros dos chicos. No podía decírselo.
Pero ellos le habían contado tanto sobre su vida... conocía casi cualquier detalle, incluidos problemas familiares y cosas por el estilo. Él había hablado vagamente sobre su casa cerca del bosque, sus padres y la enfermedad de su madre, y siempre que podía evitaba ese tema. No le gustaba recordar el bosque donde había recibido la maldición que le acompañaría toda la vida, ni el sótano de la casa donde lo encerraban en aquella jaula cada luna llena, ni las caras de pena y miedo de sus padres...
¡Bum! Una almohada se estrelló contra su cara y lo devolvió bruscamente a la realidad. Las risas llenaron todo el dormitorio.
-¡Black! ¡Pagarás por esto!
Remus olvidó sus preocupaciones y se metió en la pelea, almohada en mano, dispuesto a vengar esa afrenta... para acabar tirándosela a Peter que aún se mantenía al margen mientras se seguía riendo. El chico más bajito no tardó en saltar de su cama y atacar a Remus, mientras que James lo ayudaba con Sirius.
Las almohadas, golpes y cosquillas aún duraron un rato. James y Peter contra Remus y Sirius. Al fin decretaron una tregua los cuatro y se derrumbaron agotados en la cama, que ya no tenía ni sábanas ni mantas, y el dosel había aguantado de pura casualidad.
Remus se derrumbó jadeante, la pálida piel ruborizada y respirando con agitación. Se pasó una mano por la frente y se apartó el pelo, algo húmedo de sudor y pegado a la frente. James y Peter se dejaron caer al suelo, la espalda apoyada en la cama, para tener más espacio... y Sirius, ni corto ni perezoso, se tumbó usando la barriga de Remus de cojín.
-No respires tanto, Rem - ordenó - Esto se mueve.
-Muy gracioso... Auch, ¿cómo puede pesar tanto tu cabeza si no tiene nada dentro?
-¡Eh! ¡No tengo la cabeza vacía!
-Es verdad, Remus -intervino Peter.-No tiene la cabeza vacía.
Ante al cara de triunfo y de satisfacción de Sirius, Peter se apresuró a seguir:
-No ves que se ha duchado esta mañana... y el serrín mojado debe pesar.
Ante las risas de sus compañeros, Sirius puso cara de niño enfurruñado y se giró a mirar a Remus, que también reía. Sirius frunció el ceño... y le lanzó los brazos al cuello, escondiendo la cara en el pecho de su amigo.
-¡Jooo, Remus! ¡Defiéndeme! ¡No tengo serrín en la cabeza! - Sirius parecía un encantador niño pequeño... algo crecido.
Tras un momento sin saber que hacer, Remus reaccionó dándole golpecitos en la cabeza
-No, Sirius, tranquilo... no tienes serrín en la cabeza... También hay telarañas, y seguro que hasta tienes una neurona por ahí...
-¡¡Remus!! - Sirius se sentó en la cama con los brazos cruzados y hizo un puchero, con expresión falsamente ofendida.Todos volvieron a reír.
-Sí, Sirius, ya sabemos que eres muy buen actor... seguro que esos pucheritos te servían para conseguir lo que fuera- bromeó James
-Claro - Sirius les obsequió con una sonrisa radiante, volviéndose a comportar de manera normal... bueno, todo lo normal que podía ser viniendo de Sirius.
Los chicos siguieron bromeando hasta que tuvieron que volver a sus clases, entre las protestas de Peter y Sirius, que opinaban que quedarse discutiendo era mucho más "interesante" y "enriquecedor" que una clase de Historia de la Magia. Remus y James, como de costumbre, los ignoraron. No podían permitirse faltar ahora, el examen estaba cerca.
Los dos días siguientes transcurrieron sin novedad: clase, bromas, alguna que otra bronca por parte de los profesores, encontronazos con ciertos desagradables Sltyherins... como siempre para el grupo de Gryffindor.
El temido día amaneció despejado y soleado, como si alguien en algún luger quisiera reírse de él. Además, sin nubes, recibiría más de lleno los rayos del astro nocturno... lo cual hacía que el hombre lobo se portara aún más violentamente que de costumbre. Lo había comprobado algunas veces. Y cuando no podía descargar su furia animal contra nada vivo, se hería a él mismo. La magia le había curado de varias heridas que habrían sido mortales para un muggle.
Remus estaba nervioso desde que empezó el día. Incluso había dormido poco. Notaba como su corazón se aceleraba cada vez que pensaba en como decir a sus amigos que se volvía a ir.
El grupo caminaba por uno de los pasillos, Remus perdido en sus pensamientos mientras Sirius bromeaba con James y Peter se metía con el chico moreno. En aquel momento, una desagradable voz que arrastraba las palabras le hizo volver a este mundo.
-Vaya, vaya... El estúpido cuarteto de payasos Gryffindors en busca de su clase... ¿Llegaréis solos o aún os perdéis por los pasillos? No me extrañaría nada.
Un chico con sonrisa prepotente y el rubio pelo platino medio delante de los ojos los miraba con desprecio desde unos ojos grises y fríos. Detrás suya, otro chico los miraba serio, tan solo con odio, mientras se apartaba el largo cabello negro de delante de los profundos ojos del mismo color.
-Vete al diablo, Malfoy.- le soltó James, mientras Remus ponía una mano en el hombro de Sirius, que ya había apretado los puños con rabia.
Peter miró a Remus y ambos intercambiaron un gesto afirmativo. No iban a dejarlo así.
-¿Lo dices por experiencia, Malfoy? A ti si que nunca te he visto caminar solo... ¿Cuantas veces te han tenido que ir a buscar para que llegaras a clase sano y salvo?- inquirió Peter sarcásticamente.
Antes de que reaccionaran, Remus siguió:
-¿O ha tenido que venir tu querido padre para encontrarte lloriqueando en un rincón? Aunque claro, quizás no le importas más que un puñado de galeones...-eran palabras hirientes, pero ya estaban hartos de siempre lo mismo con los Slytherins.
Entonces contestó el muchacho de ojos negros, con voz sinuosa como una serpiente:
-¿Un puñado de galeones, Lupin? Me sorprende que sepas lo que es eso. No creo que hayas visto tanto dinero junto en toda tu vida.
Los Slytherin, la mayoría provenientes de familias ricas y de sangre pura, miraron con desprecio a Remus, su túnica que le quedaba algo grande y un poco raída. El chico sintió como sus mejillas ardían. Sirius dio un paso adelante, enfadado. El chico, Snape, siguió hablando con algo parecido a odio profundo... ¿no había una nota de dolor en su voz? Posiblemente eran imaginaciones suyas, se dijo Remus.
-¿Tienen que salir a defenderte, Lupin? Como no, acabar a puñetazos es típico de un Gryffindor. Todo fuerza bruta... pero nada más.-Sus amigos le rieron la gracia
-Al menos tiene fuerza bruta, Snape-intervino Peter- Porque lo que es tú, ni eso
-¿Y se supone que tú si?-Malfoy de nuevo
Los dos grupos se quedan enfrentados, mirándose con odio o desprecio según la persona, o en el caso de Lucius Malfoy, sonriendo entre burlona y maliciosamente, aunque también con mucho desprecio. Por un lado, los cuatro Gryffindors, con Remus y Peter en el centro, y Sirius y James a los lados, dispuestos a protegerlos siempre que pudieran. En el otro, también cuatro Slytherin: Malfoy y Lestrange en el centro, con Snape al lado de Lucius y Wilkes en el otro lado.
Justo cuando Sirius ya no podía más y parecía estar a punto de tirarse encima de sus enemigos, una voz severa cortó el tenso silencio y les obligó a desviar sus miradas.
-A ver, ¿qué está pasando aquí? ¿Otra vez vosotros?- la joven profesora, que parecía tan severa como había sonado su voz, frunció el ceño.- Black, Malfoy. No se cansan, ¿eh?
Los chicos intentaron protestar, sobretodo lso Gryffindors, pero la profesora los cortó:
-Nada, despejen el pasillo y vayan cada uno a su clase. Y rápido.
Los dos grupos de alumnos hicieron caso y se fueron cada uno por su lado, no sin antes dirigirse miradas de odio y algún que otro roce brusco "sin querer" al pasar. La conversación de los chicos siguió, girando en torno a los Slytherins.
-Ese Malfoy parece que no tiene otra cosa que hacer...-dijo Sirius de mal humor
-Y desde que Snape se apuntó al grupo, peor que nunca. ¿Cuanto hace que van esos juntos? ¿Unos dos meses, no?-preguntó James a nadie en concreto.
-Sí, desde... -empezó Peter.
-Sí, desde hace unos dos meses.- intervino tajante Sirius, y luego miró de reojo a Remus.
El chico castaño iba ligeramente cabizbajo, y parecía no estar allí ni darse cuenta de qué hablaban. Algo parecido a remordimientos y una sombre de ligera tristeza cubría su rostro.
El motivo era que, a la vez que el empezar a relacionarse con sus ahora amigos le causaba una alegría casi desconocida hasta el momento, había sido también al causa de acabar con algo que podía haber sido el inicio de su primera amistad. Una frecuente burla por parte de Sirius era meterse con su relación con Severus Snape. El mismo que ahora lo miraba con odio y despecio cada vez que lo veía psar con los Gryffindors, como hacia un momento.
No es que tuvieran mucha relación, en realidad. Habían trabajado juntos un par de veces, en cosas para entregar que les había tocado juntos. Los dos eran callados y poco populares hasta entre los de su casa, reservados al máximo y guardaban sus sentimientos detrás de la fachada. Así que dentro de lo que cabe, se podría decir que se habían llevado bien.
Sin que a ninguno de los dos les molestara el silencio, habían acabado por trabajar juntos en la biblioteca, casi sin hablarse. Más que amistad era respeto mutuo y una relación que les ayudaba a esconder un poco su soledad.
Pero Snape y Black se odiaban a muerte desde el primer día, sino desde antes. Y aunque Remus habría intentado seguir llevándose bien con Severus, en el momento en que lo vio con los demás chicos no se volvió a acercar ni dejó que el joven hombre lobo lo intentara. El respeto se convirtió en desprecio, el entendimiento mutuo en odio... y la amistad que había y que podía haber sido era el destello de dolor, de sentirse traicionado, que había visto en los negros ojos del muchacho. Casi podía leerlos a pesar de la máscara inexpresiva que solía cubrir su rostro.
Y Remus había acabado por defenderse también de los hirientes ataques verbales del slytherin, que parecía haber encontrado su lugar junto a sus compañeros de casa. Aún y así, a veces lo lamentaba...
-¿Remus?-alguien lo llamó
-¿Uh?-el chico dejó sus cavilaciones y alzó la vista del suelo. James lo miraba con una ceja levantada.
-Ya hemos llegado a la clase... y la puerta está aquí, aunque te hiciera ilusión seguir recto.
-Estooo... estaba un poco perdido en otro sitio...-Remus sonrió avergonzado.
-¿Un poco? La luna estaba cerca en comparación contigo- intervino Peter.
-Aay, Remsie-Sirius suspiró y meneó la cabeza, falsamente preocupado.-No se que harías sin mí... -dijo dándole golpecitos en la espalda. El resto del grupo se lo quedó mirando fijamente, escépticos - Vaale, sin nosotros... pero sin mí más.
James suspiró y sacudió al cabeza mientras murmuraba algo parecido a "no tiene remedio." Sirius rodeó a Remus con un brazo y lo apretó amistosamente contra él un instante. Sonriendo, el grupo entró en la clase.
**************************************************************************** *
Wolas!! Eem he tardado bastante para hacer un capitulo así ;_; creo que es un poco aburrido...
Bueno, es un capítulo de transición: un poco de esa amistad que ha surgido y algunos problemas, nada interesante me parece.
En el próximo (algun dia...) se suponee que ya tocara lel descubrimiento de la maldición de Rem y todo eso. Espero que haya gustado al menos un poko, y review!!
PD: acabara siendo yaoi, pero no demasiado... ya estaban las indirectas por ahí no? ^^U (seguuro que las visteis... al menos las yaoi-fans ^_~) Avisaré cuando haya algo descrito, aunque solo sea la declaracion o algo así.
PD2: Gracias a los reviews de Moony Girl, Mimi Kinomoto The Wicked, Kanami, Daniela Lupin y Sophie*Aiko (Sophie, ni un yaoi suavito? Casi amor platónico?xD yo pervirtiendo inocentes lectores... ejem... ya, ya me callo...)
Dos veces más, había sufrido los horrores de la transformación en la casa abandonada, mientras sus amigos se habían tragado a medias la historia de su madre enferma, Sobre todo, Sirius se había vuelto muy insistente en ese punto, sobre todo la segunda vez, tanto que al final le tuvo que pedir que lo dejara en paz. Por suerte, el chico moreno no insistió, pero lo miraba de vez en cuando con algo parecido a la sospecha.
Parecían quedar tan lejos aquellos días en los que él era uno de los blancos preferidos de los chicos... Ahora era uno de ellos. La gente estaba acostumbrada a verlos juntos, o en parejas, pero casi nunca uno de ellos iba en solitario. Habían incluido a Remus sin preguntas en el grupo, cumpliendo la promesa que le había hecho Sirius.
Y aunque el chico de ojos dorados seguía siendo bastante tímido, se había acostumbrado a llamar la atención de la gente, y sacado a relucir una vena de humor: se le daban especialmente bien los sarcasmos refinados y las frases de doble sentido. Nadie preguntó sobre lo que había pasado entre ellos para unirse tan rápido.
Aquel día de lluvia, al volver al castillo completamente empapados, James y Peter también le habían pedido perdón, y lo habían recibido con los brazos abiertos. A partir de allí, y como cosa natural, fue incluido en todas las bromas y planes que preparaban.
Sirius cambió radicalmente. Remus descubrió que detrás de aquella apariencia de total despreocupación había un chico que podía ponerse serio (aunque no durante mucho tiempo), y que ante todo defendía y protegía a sus amigos. Principalmente, a Remus, por el que desarrolló un gran afecto. Con Remus, Sirius era casi sobreprotector. Quizás era debido al aspecto enfermizo del chico, o a la impresión general de fragilidad que daba en ocasiones.
Al chico lobo aquello al principio llegaba a molestarlo. Estaba poco acostumbrado al contacto físico, y a Sirius le encantaba abrazarlo o pasarle un brazo por los hombros siempre que podía. Pero pronto Remus se acostumbró e incluso llegó a devolverle esas muestras de afecto.
A pesar de lo diferentes que eran, la amistad entre los dos chicos creció muy rápido. Sirius protegía a Remus, y conseguía que se librara de buena parte de su timidez; Remus calmaba a Sirius cuando éste se enfurecía por cualquier cosa, e intentaba que pensara con un poco de sentido común antes de lanzarse a pegar puñetazos.
Con Peter y James se llevaba bien; a James le encantaba leer, y ambos pasaban mucho tiempo discutiendo sobre libros muggles o magos. Y nadie se atrevía a enfrentarse verbalmente contra Peter y Remus juntos: tan solo algunos Slytherins mantenían su nivel de sarcasmo y comentarios hirientes, pero los demás Gryffindors no tenían nada que hacer contra ellos.
Remus estaba inquieto. Otro mes, y de nuevo se acercaba el día. Mirando el calendario, recordó que hacia dos meses justos que había descubierto esos grandes amigos en sus compañeros de cuarto. Era más feliz de lo que nunca lo había sido allá en Hogwarts... pero sabía que tenía un problema.
Ese problema tenía nombre y apellido, y estaba peleándose con James a golpes de almohada mientras Peter se reía con ellos (o más bien de ellos)
La cosa era simple: de nuevo tenía que desaparecer otra noche para volver al día siguiente pálido y maltrecho, lleno de arañazos y quizás ocultando alguna herida seria debajo de la túnica. Y sabía que Sirius le haría muchas preguntas sobre el motivo, a pesar de que la excusa oficial seguía siendo la enfermedad de su madre. Pero si ya le había costado que su amigo se creyera aquello la última vez... no sabía que podía pasar ahora.
Llevaba ya un tiempo pensándolo. Pero no quería decírselo. Eran sus amigos, sí, pero quién sabe como reaccionarían al enterarse de lo que era en realidad. ¿Qué harían al saber que era un monstruo? ¿Qué una vez al mes deseaba sangre humana? Era demasiado arriesgado.
Remus miró a Sirius, que reía mientras James había cambiado de táctica y ahora lo atacaba a cosquillas. Ese era el gran punto débil de Sirius, que rogaba entre lágrimas de risa intentando coger aire, con el negro pelo revuelto y un ligero rubor en la piel bronceada.
Sonrió un poco, a pesar de sus negros pensamientos. No quería perderlos. No quería perder el afecto de Sirius, ni de los otros dos chicos. No podía decírselo.
Pero ellos le habían contado tanto sobre su vida... conocía casi cualquier detalle, incluidos problemas familiares y cosas por el estilo. Él había hablado vagamente sobre su casa cerca del bosque, sus padres y la enfermedad de su madre, y siempre que podía evitaba ese tema. No le gustaba recordar el bosque donde había recibido la maldición que le acompañaría toda la vida, ni el sótano de la casa donde lo encerraban en aquella jaula cada luna llena, ni las caras de pena y miedo de sus padres...
¡Bum! Una almohada se estrelló contra su cara y lo devolvió bruscamente a la realidad. Las risas llenaron todo el dormitorio.
-¡Black! ¡Pagarás por esto!
Remus olvidó sus preocupaciones y se metió en la pelea, almohada en mano, dispuesto a vengar esa afrenta... para acabar tirándosela a Peter que aún se mantenía al margen mientras se seguía riendo. El chico más bajito no tardó en saltar de su cama y atacar a Remus, mientras que James lo ayudaba con Sirius.
Las almohadas, golpes y cosquillas aún duraron un rato. James y Peter contra Remus y Sirius. Al fin decretaron una tregua los cuatro y se derrumbaron agotados en la cama, que ya no tenía ni sábanas ni mantas, y el dosel había aguantado de pura casualidad.
Remus se derrumbó jadeante, la pálida piel ruborizada y respirando con agitación. Se pasó una mano por la frente y se apartó el pelo, algo húmedo de sudor y pegado a la frente. James y Peter se dejaron caer al suelo, la espalda apoyada en la cama, para tener más espacio... y Sirius, ni corto ni perezoso, se tumbó usando la barriga de Remus de cojín.
-No respires tanto, Rem - ordenó - Esto se mueve.
-Muy gracioso... Auch, ¿cómo puede pesar tanto tu cabeza si no tiene nada dentro?
-¡Eh! ¡No tengo la cabeza vacía!
-Es verdad, Remus -intervino Peter.-No tiene la cabeza vacía.
Ante al cara de triunfo y de satisfacción de Sirius, Peter se apresuró a seguir:
-No ves que se ha duchado esta mañana... y el serrín mojado debe pesar.
Ante las risas de sus compañeros, Sirius puso cara de niño enfurruñado y se giró a mirar a Remus, que también reía. Sirius frunció el ceño... y le lanzó los brazos al cuello, escondiendo la cara en el pecho de su amigo.
-¡Jooo, Remus! ¡Defiéndeme! ¡No tengo serrín en la cabeza! - Sirius parecía un encantador niño pequeño... algo crecido.
Tras un momento sin saber que hacer, Remus reaccionó dándole golpecitos en la cabeza
-No, Sirius, tranquilo... no tienes serrín en la cabeza... También hay telarañas, y seguro que hasta tienes una neurona por ahí...
-¡¡Remus!! - Sirius se sentó en la cama con los brazos cruzados y hizo un puchero, con expresión falsamente ofendida.Todos volvieron a reír.
-Sí, Sirius, ya sabemos que eres muy buen actor... seguro que esos pucheritos te servían para conseguir lo que fuera- bromeó James
-Claro - Sirius les obsequió con una sonrisa radiante, volviéndose a comportar de manera normal... bueno, todo lo normal que podía ser viniendo de Sirius.
Los chicos siguieron bromeando hasta que tuvieron que volver a sus clases, entre las protestas de Peter y Sirius, que opinaban que quedarse discutiendo era mucho más "interesante" y "enriquecedor" que una clase de Historia de la Magia. Remus y James, como de costumbre, los ignoraron. No podían permitirse faltar ahora, el examen estaba cerca.
Los dos días siguientes transcurrieron sin novedad: clase, bromas, alguna que otra bronca por parte de los profesores, encontronazos con ciertos desagradables Sltyherins... como siempre para el grupo de Gryffindor.
El temido día amaneció despejado y soleado, como si alguien en algún luger quisiera reírse de él. Además, sin nubes, recibiría más de lleno los rayos del astro nocturno... lo cual hacía que el hombre lobo se portara aún más violentamente que de costumbre. Lo había comprobado algunas veces. Y cuando no podía descargar su furia animal contra nada vivo, se hería a él mismo. La magia le había curado de varias heridas que habrían sido mortales para un muggle.
Remus estaba nervioso desde que empezó el día. Incluso había dormido poco. Notaba como su corazón se aceleraba cada vez que pensaba en como decir a sus amigos que se volvía a ir.
El grupo caminaba por uno de los pasillos, Remus perdido en sus pensamientos mientras Sirius bromeaba con James y Peter se metía con el chico moreno. En aquel momento, una desagradable voz que arrastraba las palabras le hizo volver a este mundo.
-Vaya, vaya... El estúpido cuarteto de payasos Gryffindors en busca de su clase... ¿Llegaréis solos o aún os perdéis por los pasillos? No me extrañaría nada.
Un chico con sonrisa prepotente y el rubio pelo platino medio delante de los ojos los miraba con desprecio desde unos ojos grises y fríos. Detrás suya, otro chico los miraba serio, tan solo con odio, mientras se apartaba el largo cabello negro de delante de los profundos ojos del mismo color.
-Vete al diablo, Malfoy.- le soltó James, mientras Remus ponía una mano en el hombro de Sirius, que ya había apretado los puños con rabia.
Peter miró a Remus y ambos intercambiaron un gesto afirmativo. No iban a dejarlo así.
-¿Lo dices por experiencia, Malfoy? A ti si que nunca te he visto caminar solo... ¿Cuantas veces te han tenido que ir a buscar para que llegaras a clase sano y salvo?- inquirió Peter sarcásticamente.
Antes de que reaccionaran, Remus siguió:
-¿O ha tenido que venir tu querido padre para encontrarte lloriqueando en un rincón? Aunque claro, quizás no le importas más que un puñado de galeones...-eran palabras hirientes, pero ya estaban hartos de siempre lo mismo con los Slytherins.
Entonces contestó el muchacho de ojos negros, con voz sinuosa como una serpiente:
-¿Un puñado de galeones, Lupin? Me sorprende que sepas lo que es eso. No creo que hayas visto tanto dinero junto en toda tu vida.
Los Slytherin, la mayoría provenientes de familias ricas y de sangre pura, miraron con desprecio a Remus, su túnica que le quedaba algo grande y un poco raída. El chico sintió como sus mejillas ardían. Sirius dio un paso adelante, enfadado. El chico, Snape, siguió hablando con algo parecido a odio profundo... ¿no había una nota de dolor en su voz? Posiblemente eran imaginaciones suyas, se dijo Remus.
-¿Tienen que salir a defenderte, Lupin? Como no, acabar a puñetazos es típico de un Gryffindor. Todo fuerza bruta... pero nada más.-Sus amigos le rieron la gracia
-Al menos tiene fuerza bruta, Snape-intervino Peter- Porque lo que es tú, ni eso
-¿Y se supone que tú si?-Malfoy de nuevo
Los dos grupos se quedan enfrentados, mirándose con odio o desprecio según la persona, o en el caso de Lucius Malfoy, sonriendo entre burlona y maliciosamente, aunque también con mucho desprecio. Por un lado, los cuatro Gryffindors, con Remus y Peter en el centro, y Sirius y James a los lados, dispuestos a protegerlos siempre que pudieran. En el otro, también cuatro Slytherin: Malfoy y Lestrange en el centro, con Snape al lado de Lucius y Wilkes en el otro lado.
Justo cuando Sirius ya no podía más y parecía estar a punto de tirarse encima de sus enemigos, una voz severa cortó el tenso silencio y les obligó a desviar sus miradas.
-A ver, ¿qué está pasando aquí? ¿Otra vez vosotros?- la joven profesora, que parecía tan severa como había sonado su voz, frunció el ceño.- Black, Malfoy. No se cansan, ¿eh?
Los chicos intentaron protestar, sobretodo lso Gryffindors, pero la profesora los cortó:
-Nada, despejen el pasillo y vayan cada uno a su clase. Y rápido.
Los dos grupos de alumnos hicieron caso y se fueron cada uno por su lado, no sin antes dirigirse miradas de odio y algún que otro roce brusco "sin querer" al pasar. La conversación de los chicos siguió, girando en torno a los Slytherins.
-Ese Malfoy parece que no tiene otra cosa que hacer...-dijo Sirius de mal humor
-Y desde que Snape se apuntó al grupo, peor que nunca. ¿Cuanto hace que van esos juntos? ¿Unos dos meses, no?-preguntó James a nadie en concreto.
-Sí, desde... -empezó Peter.
-Sí, desde hace unos dos meses.- intervino tajante Sirius, y luego miró de reojo a Remus.
El chico castaño iba ligeramente cabizbajo, y parecía no estar allí ni darse cuenta de qué hablaban. Algo parecido a remordimientos y una sombre de ligera tristeza cubría su rostro.
El motivo era que, a la vez que el empezar a relacionarse con sus ahora amigos le causaba una alegría casi desconocida hasta el momento, había sido también al causa de acabar con algo que podía haber sido el inicio de su primera amistad. Una frecuente burla por parte de Sirius era meterse con su relación con Severus Snape. El mismo que ahora lo miraba con odio y despecio cada vez que lo veía psar con los Gryffindors, como hacia un momento.
No es que tuvieran mucha relación, en realidad. Habían trabajado juntos un par de veces, en cosas para entregar que les había tocado juntos. Los dos eran callados y poco populares hasta entre los de su casa, reservados al máximo y guardaban sus sentimientos detrás de la fachada. Así que dentro de lo que cabe, se podría decir que se habían llevado bien.
Sin que a ninguno de los dos les molestara el silencio, habían acabado por trabajar juntos en la biblioteca, casi sin hablarse. Más que amistad era respeto mutuo y una relación que les ayudaba a esconder un poco su soledad.
Pero Snape y Black se odiaban a muerte desde el primer día, sino desde antes. Y aunque Remus habría intentado seguir llevándose bien con Severus, en el momento en que lo vio con los demás chicos no se volvió a acercar ni dejó que el joven hombre lobo lo intentara. El respeto se convirtió en desprecio, el entendimiento mutuo en odio... y la amistad que había y que podía haber sido era el destello de dolor, de sentirse traicionado, que había visto en los negros ojos del muchacho. Casi podía leerlos a pesar de la máscara inexpresiva que solía cubrir su rostro.
Y Remus había acabado por defenderse también de los hirientes ataques verbales del slytherin, que parecía haber encontrado su lugar junto a sus compañeros de casa. Aún y así, a veces lo lamentaba...
-¿Remus?-alguien lo llamó
-¿Uh?-el chico dejó sus cavilaciones y alzó la vista del suelo. James lo miraba con una ceja levantada.
-Ya hemos llegado a la clase... y la puerta está aquí, aunque te hiciera ilusión seguir recto.
-Estooo... estaba un poco perdido en otro sitio...-Remus sonrió avergonzado.
-¿Un poco? La luna estaba cerca en comparación contigo- intervino Peter.
-Aay, Remsie-Sirius suspiró y meneó la cabeza, falsamente preocupado.-No se que harías sin mí... -dijo dándole golpecitos en la espalda. El resto del grupo se lo quedó mirando fijamente, escépticos - Vaale, sin nosotros... pero sin mí más.
James suspiró y sacudió al cabeza mientras murmuraba algo parecido a "no tiene remedio." Sirius rodeó a Remus con un brazo y lo apretó amistosamente contra él un instante. Sonriendo, el grupo entró en la clase.
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Wolas!! Eem he tardado bastante para hacer un capitulo así ;_; creo que es un poco aburrido...
Bueno, es un capítulo de transición: un poco de esa amistad que ha surgido y algunos problemas, nada interesante me parece.
En el próximo (algun dia...) se suponee que ya tocara lel descubrimiento de la maldición de Rem y todo eso. Espero que haya gustado al menos un poko, y review!!
PD: acabara siendo yaoi, pero no demasiado... ya estaban las indirectas por ahí no? ^^U (seguuro que las visteis... al menos las yaoi-fans ^_~) Avisaré cuando haya algo descrito, aunque solo sea la declaracion o algo así.
PD2: Gracias a los reviews de Moony Girl, Mimi Kinomoto The Wicked, Kanami, Daniela Lupin y Sophie*Aiko (Sophie, ni un yaoi suavito? Casi amor platónico?xD yo pervirtiendo inocentes lectores... ejem... ya, ya me callo...)
