◊◊ Harry Potter y el tanque de Voldemort by §everus §nape S.A ◊◊

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Capítulo II: De vuelta a la madriguera

Harry se despertó, se puso las gafas, y se vistió. Pero mientras se ponía los pantalones, un ruido lo distrajo; un ruido procedente de la ventana. Miró hacia la ventana, y allí se encontraba Hedwig, con una carta atada a la pata. Harry la cogió, desplegó la carta, y la leyó.

Querido Harry,

Menos mal que te han dicho que sí. Te pasaremos a buscar hoy, a las cuatro y media de la tarde.

Ron

– Anda que se ha matado a escribir – pensó Harry para sí mismo.

Harry terminó de vestirse, y bajó a desayunar. Al llegar a la cocina, tía Petunia le dijo.

– Vaya horas de levantarse. Prepara el desayuno, venga.

– Sí, tía Petunia – contestó Harry.

Harry preparó el desayuno, y lo sirvió. Mientras desayunaba, comparaba los buenos días de tía Petunia, y los buenos días que recibiría en la madriguera. Cuando Harry terminó de desayunar, subió a la habitación, para prepararse para cuando llegaran los padres de Ron. Cogió toda su ropa, y la metió en su baúl. Mientras esperaba a la hora de comer, estaba planeando su próxima jugada al ajedrez con Ron. También se estuvo imaginando a Hermione de prefecta, y en su próximo partido de Quidditch.

Tenía muchas ganas de subirse a su Saeta de Fuego.

Llegó la hora de comer. Bajó a la cocina. Tío Vernon ya había vuelto de trabajar. Estaba sentado en su silla. Tía Petunia sirvió la comida, y se sentó también a comer. Mientras comían, Harry le dijo a tío Vernon.

– Los padres de mi amigo Ron vendrán hoy a las cuatro y media, a buscarme.

Nadie respondió. Todo el mundo siguió comiendo como si nada. Cuando acabaron de cenar, Harry tuvo que fregar los platos, mientras tía Petunia miraba la tele. Cuando acabó de fregar los platos, subió a su habitación. Eran las cuatro y cuarto. Empezó a sacar las cosas fuera. Una vez había vaciado todas sus cosas dentro del baúl, había cogido la jaula de Hedwig y lo había bajado todo abajo . . . sonó el timbre.

Harry miró el reloj, y después al recibidor. No venía nadie. Eran las cuatro y veinte. Abrió la puerta.

– Hola, Harry. ¿Están tus padres?

Era la señora Figg.

– Sí, pase.

Inmediatamente, tío Vernon apareció en el recibidor.

– Dígame, que desea – dijo tío Vernon de malhumor.

La señora Figg traía algo en la mano.

– Tenga, es para su familia.

Tío Vernon desenvolvió el paquete, era una tarta. Mientras la llevó al salón, la señora Figg, le metió algo en el bolsillo, pero en voz muy baja, le dijo que no lo abriera hasta que no estuviera con los Weasley. La señora Figg se fue. Los Dursley estaban en el salón. Tío Vernon, mientras tanto, tiró la tarta a la basura. Harry esperó.

Mientras, se imaginaba a sí mismo, el dia 1 de septiembre, comiendo en el gran banquete. Pero un sonido lo distrajo. Volvió a sonar el timbre. Harry abrió la puerta.

– Hola Harry.

Era Sirius Black. Harry cerró la puerta inmediatamente, pero . . . volvió a sonar el timbre. Harry volvió a abrir.

– Hola Harry.

Era Remus Lupin. Harry volvió a cerrar la puerta inmediatamente, pero una vez más volvió a sonar el timbre. Harry volvió a abrir.

– Hola Potter – le dijo un hombre, que llevaba gafas de sol, iba en bañador, llevaba una gorra, y tenía un flotador en forma de cocodrilo en la cadera.

Harry cerró la puerta inmediatamente. Había visto a Voldemort al otro lado de la puerta, ¡¡con gafas de sol!!, a Sirius, a Lupin, . . . y ahora quien mas saldría . . . Faltaba un minuto para las cuatro y media. Pero antes, volvió a sonar el timbre. Harry, con mucho cuidado, abrió un poco la puerta. Allí, había un dementor que salía de una . . . ¡¿caja?! Todo lo que le había salido . . . ¿era un boggart? Inmediatamente, abrió el baúl, sacó la varita

y . . .

¡Riddíkulo!

De repente, el boggart desapareció. Harry miró dentro de la caja. No había nada, pero se sentía una risa . . .

– Veo que te ha gustado mi boggart – dijo la señora Figg.

– Oiga, los magos del ministerio me enviarán una carta por hacer magia.

– Eh, eso haberlo pensado antes de matarlo.

La señora Figg cogió la caja y se la llevó. Ahora, Harry recibiría una carta, para ser expulsado de Hogwarts, de eso no cabía la menor duda . . .

Un ruido estrepitante sonó en la calle. Harry miró a un lado y a otro, pero no vio nada, hasta que un coche apareció en la carretera. Era el coche volador de los Dursley, que él y Ron habían perdido en su segundo año.

El señor Weasley salió del coche, mientras que por el otro lado, salieron Ron y Hermione.

– Hola Harry – le dijeron el señor Weasley, Ron y Hermione al unísono.

– Hola – respondió Harry.

– Venga, carguemos tus cosas y marchémonos.

– Vale – dijo Harry mientras él, Ron y el señor Weasley cargaban sus cosas en el maletero del coche. Cuando terminaron de cargar las cosas, cerraron la puerta de la casa de los Dursley y se subieron al coche. Harry iba detrás con Hermione y con . . .

– Hola Crookshanks – dijo Harry,

Crookshanks se subió encima de las piernas de Harry. Harry lo acariciaba.

– Como habéis recuperado el coche volador – preguntó Harry a Ron y al señor Weasley.

– Fue idea de Hermione – dijo Ron.

– Cuando este verano fuimos a Hogsmeade, Hermione tuvo la idea de llamar al coche volador con un hechizo – dijo el señor Weasley. Funcionó, el coche llegó delante de nosotros.

– Pero estaba destrozado, cuando nosotros lo perdimos, Ron – dijo Harry.

– Mi padre lo estuvo arreglando mediante hechizos – respondió Ron.

– No fue fácil, pero al final lo conseguí, y para probarlo te hemos venido a buscar en él.

Cuando llegaron a una carretera, en la que no había casas, el señor Weasley apretó el botón de invisibilidad, movió la palanca de cambios y el coche comenzó a volar. Sería un viaje largo, pero dentro de poco estaría en la madriguera.

Tras un viaje de veinte minutos, llegaron a la madriguera. Harry, Ron y Hermione, se dirigían a la casa, mientras el señor Weasley aparcaba el coche en su garaje. Cuando llegaron a la cocina, la señora Weasley les estaba esperando.

– Hola, Harry – dijo la señora Weasley al ver a Harry.

– Hola, señora Weasley – respondió Harry.

– ¿Qué tal estás? Debes de estar hambriento . . . – dijo la señora Weasley dirigiéndose a Harry.

– Bien, estoy bien.

– Bien, Ron, subid las cosas de Harry a la habitación.

– Vale mamá. Venga vamos Harry, Hermione.

Entre Harry y Ron subieron su baúl, mientras que Hermione llevaba la escoba y la jaula de Hedwig. Subieron por la escalera giratoria y llegaron a la habitación dónde dormía Ron.

– Hola Harry – dijo una voz desde la puerta.

– Hola Ginny – respondió Harry.

Ginny sonrió y se acercó a ellos. Pero en ese momento, un ruido procedente de la ventana los distrajo a los cuatro . . .

– Es una lechuza, seguramente traerá las cartas de Hogwarts – dijo Ron.

Ron se acercó a la ventana, cogió la carta que llevaba la lechuza y volvió con los otros.

– Oh, no . . .

– ¿Qué es? – dijeron Harry, Hermione y Ginny al unísono.

– Una carta del ministerio para Harry – respondió Ron.

– ¿Una carta para mí? ¿Qué querrán? – dijo Harry – ¡Ah! Oh, no . . .

Harry cogió la carta que tenía Ron en las manos y la abrió.

Querido señor Potter,

Le informamos de que ha usado magia fuera del colegio

Hogwarts de magia y hechicería. Hora del accidente: cuatro y

veintinueve de la tarde del día veintinueve de agosto en Privet

Drive 4, Surrey. Por tal accidente ha sido expulsado del colegio

Hogwarts de magia y hechicería, y se le ha convocado un juicio

mañana por la tarde a las cuatro y media en el ministerio de magia,

en Londres. Enseguida mandamos a un mago del ministerio para

retirarle la varita.

Ministerio de Magia

Departamento contra el uso indebido de la magia

Cuando Harry acabó de leer la carta del ministerio se la pasó a Ron, Hermione y Ginny para que la leyeran.

– Estoy en un grave aprieto – dijo Harry.

– Y tanto que sí – dijeron a la vez Ron y Ginny.

Pero Hermione no dijo nada, cuando acabó de leerla, miró al suelo y luego a Harry sonriendo.

– Puedes estar tranquilo, que no te pueden expulsar – dijo Hermione.

– ¿Por qué? – dijo Harry.

– Antes, se las tendrán que ver con el padre de Ron, el señor Weasley y con Albus Dumbledore – dijo Hermione sonriendo aún más.

– Pero Harry, ¿qué hiciste para que te expulsaran? – preguntó Ron.

– Eso está claro, hacer magia – dijo Harry.

– Pero en qué situación estabas, ¿para hacer magia? – preguntó Ginny.

– Estaba esperando en el recibidor de la casa de mis tíos, a las cuatro y veinte, cuando sonó el timbre. Abrí, y estaba allí, Sirius Black. Cerré inmediatamente, pero volvieron a llamar. Esta vez era Remus Lupin. Cerré, para que los Dursley no vieran a nadie. Pero una vez más, volvieron a llamar. Abrí con cuidado y . . . allí se encontraba Voldemort en bañador, con gafas de sol, gorra, y un flotador en forma de cocodrilo en la cadera.

Al oír esto, Ron, Hermione y Ginny, empezaron a reírse como locos.

– Luego salió un dementor. Al final resultó que era un boggart que había dejado la señora Figg, mi vecina, cuando vino un rato antes a traer una tarta a los Dursley, – dijo Harry – y cuando le dije que los magos del ministerio me enviarían una carta para expulsarme, se quedó tan tranquila y se fue hacia su casa.

– Tranquilo, no te expulsarán por esa tontería – dijo Hermione.

– Eso espero – respondió Harry.

En ese momento sonó el timbre de la puerta del piso inferior. Entró alguien, y se sentía subir a dos personas por las escaleras. La puerta de la habitación se abrió. Allí se encontraba Albus Dumbledore, la señora Figg, el señor Weasley y un señor que Harry no conocía de nada, pero supuso que sería el mago del ministerio del que hablaba la carta que vendría a retirarle la varita.

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Notas del autor:

* Ya lo sé . . . es demasiado largo, ¿a que si?

* En el próximo capítulo os reiréis seguro . . .

* ¡¡Dejen review, por favor!!

* Los personajes conocidos de este fic pertenecen a Joanne Kathleen Rowling.

Los no conocidos son míos.