~ Luthors are not afraid. We don't have that luxury. We're leaders. You have a destiny, Lex. You're never gonna get anywhere with your eyes closed ~
Los primeros viajes. Dinero. Aventura. Poder. Reconocimiento. Nada mas que atributos de la esencia. Definiciones vanas en un aliento. Deseo.
Se coloco la camisa y removió su cuerpo con calma. Casi podía decirse que estaba complacido. Pero en realidad, no era mas que aburrimiento. Una vez que el deseo se convertía en conquista. Una vez que la conquista se convertía en rendición, generalmente el aburrimiento lo invadía. No solía ser como antes. En realidad pocas cosas podían darle un motivo para no levantarse de donde había estado, y servirse un vaso de vino tinto, mientras la persona bajo él no temblaba. Ya no. La muerte es tu arte.
No hay lugar adonde ir.
El deseo mueve, impulsa, crea. Destruye. El deseo hace que te levantes en la noche y veas el cielo, esperando el momento en que puedas alzar tu mano y poseerlo. El deseo, no es mas que la extensión de la mano. Y es la extensión, la que diferencia al hombre de otro ser, a un líder de la masa ávida de guías y caminos.
No hay lugar en donde esconderse.
El deseo creó los cimientos de la sociedad, las estructuras. Y son momentos de claridad, cuando el deseo se cristaliza. Y cuando eso sucede, es solo tomar, todo, el deseo de dirección, de fe de cualquier pueblo, y entregarlo a un hombre que los liberara. El deseo hace que crees la necesidad en otros. El deseo hace que estires la mano y convenzas. El deseo hace que ellos estiren la mano de vuelta y tomes. Y no hay nada, nada más embriagador que es pequeño instante, lucido e iridiscente, en que el otro estira la mano. Y la cortas.
Esto es lo que somos. Lo que hemos sido, lo que seremos. Nunca cambiara.
No lo necesita.
La voluntad. La sumisión de dicha voluntad, no solía ser tan excitante para él. Era el precio a pagar cuando se podía obtener todo. El aburrimiento.
No hay lugar donde descansar.
No hay nada que pueda detener a un hombre con un deseo. Jesús mismo personificó la esencia del deseo. Liberar, guiar, la opción de la elección, de la revocación del poder actual por una versión nueva, acorde con la voluntad de las masas. El deseo guía, mata, controla. El deseo crea, destruye, impulsa. El deseo cambia, y muestra la verdadera naturaleza del hombre. El deseo define.
No hay lugar en donde renunciar.
Diez meses después de haber perdido LuthorCorp. A manos de su hijo. Las consecuencias de su caída habían mermado de tal forma su cuerpo, que los doctores lo daban por perdido. Accidente de auto habían dicho, golpeado la barra de contención en línea directa. Seguramente era una nueva forma de definición, de hecho, él tenía varias definiciones a su haber. El hecho de que le hubiera gritado al chofer que parara, pero solo hubiera recibido un dramático: "El señor Luthor envía sus saludos", solo había encendido el deseo hasta el punto de hacerlo inextinguible. El hecho de que su hijo no hubiera tenido el coraje de desactivar las maquinas que lo sostuvieron con vida, había hecho que el fuego se llenara de una luminiscencia que a veces podía hasta asustarlo. Si no estuviera tan acostumbrado al fuego, si no hubiera estado tan acostumbrado a la debilidad de su hijo, cuya sola existencia, era una afrenta a su estirpe, se hubiera asombrado. "Mala R. P. padre". Un Luthor hubiera sabido aprovechar las potencialidades de dicha noticia. Malas relaciones publicas. Una vergüenza. Tanto como el haberle dejado una casa en medio de la nada. Tanto como el haberle dejado el deseo volver a empezar. Te daré algo que te definirá por siempre, hijo mío.
Tanto por seguir creyéndose Faetón. Tanto por creer en la intensidad de la pasión sin una razón lo suficientemente fuerte. Su error. Su oportunidad. No puedes cambiar lo que eres, quien eres, esta en tus huesos, hijo mío.
El deseo también divide al hombre. Entre aquellos que entregan y aquellos que toman. El deseo, establece la diferencia. Muchos no aceptaban la levedad de la conducta humana a este respecto. Muchos no aceptaban la naturaleza animal del hombre. Él nunca había pertenecido a la mayoría. Una ultima oportunidad.
Y él recordaba, una familia que solo había traído mediocridad. Una joven que prometía grandeza, y que solo había traído a este mundo insignificancia y limitación… incapaz de crear una estirpe propia. Aunque ahora lo veía. Un apellido extendido con esos genes. Su apellido manchado por esos genes… un error a rectificar. Pero aun tienes mi sangre. Y te daré todo. Todo.
El deseo también podía ser la mayor debilidad del hombre. Ciertamente podía probar ese hecho con su última acción. Pero desde luego, solo él y nada más que él podía reconocer tal hecho… y seguir adelante de igual forma.
No hay hacia donde correr.
Se quedó pegado en el fuego, incesante ruido en su cabeza. Respiro y pudo ver el camino frente a él. Una vez, el deseo lo había traicionado. Llevaba años pagando. Pero así como el deseo destruye, también crea. Y llevaba años regenerándose. Re inventándose. Hasta que por fin lo había hecho, por fin se había levantado. Por fin, el deseo lo había hecho revivir. Aun puedo sentir tu piel.
Y podían ir batallando por todo el planeta. El deseo necesita un objetivo claro, fuerte, una guía. Su deseo era claro, concreto, y a la vez eternamente intangible.
Alguna vez había amado. Alguna vez había deseado amar. El éxito de esa empresa era intrascendente.
No puedes esconder lo que eres. Quien eres.
Alguna vez había deseado creer. Deseado moldear. De su propia sangre, había establecido los cimientos para establecer su dominio. La trascendencia. La grandeza de la existencia ulterior. Ja. No podía tener mucho de eso de vuelta, lo sabía. No después de lo que había pasado. No después que su propia sangre lo había desterrado rechazando su deseo, el deseo de todos los que le habían precedido. El deseo de moldear el mundo, de transformarlo. Crear luz y establecer las directrices. El deseo de los Luthor siempre había sido simple: conquistar, dominar, permanecer, trascender. Dejar una huella impresa en un mundo mediocre que no tenía mas hálito que aquellos momentos en los que una persona, con el deseo adecuado, movía un dedo, apretaba un botón o enviaba a miles a los campos de batallas con solo su voluntad. La democracia era el mejor estado de todos. La voluntad de otro en sus manos, la elección, eso era lo que hacia rotar el mundo, y eso era o que los Luthor habían hecho siempre. Manipular el deseo. Transformar el deseo. Desplazarlo por el suyo. El deseo de la oportunidad. Tu corazón latiendo bajo el mío. Tan rápido.
¿Crees que has ganado?.
"La voluntad es el vínculo entre el alma y el universo", le había dicho alguna vez, mientras le sacaban las maquinas, y lo dejaba ir cual sentimental nostálgico. No podía engañarse. Él deseaba la guerra tanto como su padre. Solo que no tenía el valor de admitirlo. O tal vez solo estaba aburrido, de cualquier manera, había perdido el derecho al malgasto de elaboraciones en su nombre. Ahora lo único que les quedaba era el mundo. Conozco tu corazón.
Había puesto todo su empeño. Creado. Destruido. Revelado. Levantando tributos a su voluntad alrededor del mundo. Y pensó que todo podría traducirse en un deseo, una idea, un legado. Una sucesión.
Un Luthor, es solo un Luthor, hijo mío.
Cuando la conoció, observo el futuro en esos ojos. Azules. Azul fresco. El amarla o no, era complementario. El destino era el importante, la tarea. Y sin embargo… bebió de su copa frente al fuego, mientras la joven salía de la habitación. Unos minutos, el padre de la chica entró… sin embargo, no había hecho más que parir mediocridad. Pero eres mi sangre. Y te respiro.
Un Luthor no necesita creer.
- … Yo…
- No me interesa el trato…
- … Pero… señor Luthor. Usted lo prometió.- volteo con calma y vio como el mayordomo retiraba las sabanas de la cama. Negras. Negras con leves manchas liquidas.
- Prometí estudiar la propuesta… analizarla… si usted considera que puedo hacer tratos con alguien que no tiene voluntad de lucha suficiente para mantener su palabra, entonces se equivoca… y lo que es peor, presume de un conocimiento que no le compete.- algunas veces, era increíble que él pudiera dignarse aun a explicarle a un ser insignificante como las cosas funcionaban en su mundo. - Quiero un legado señor Mcmanus. Si quisiera una prostituta barata…
- … Usted no puede… - el hombre se controlo lo suficiente para no derramar lágrimas, pero su voz no podía rechazar su verdadera naturaleza. Pusilánime.
- No presuma de saber lo que puedo no o no hacer. Ese tal vez haya sido su primer error.- presiono un botón a su derecha y el mayordomo apareció en la puerta. - Poseo su compañía y… - gesticulo hacia la otra habitación, de la cual no se oían mas que pequeños ruidos que podrían ser o no sollozos. No lo creía. Había dejado bastante en claro su orden. La joven había sido mas cooperativa en cuanto a eso que su propio padre.- algunas cosas más. Pero usted sabe, el conocimiento es poder y yo poseo un conocimiento cabal de su… estilo de vida.
- Otórguenos otra oportunidad…por favor… señor Luthor…
- …- ni siquiera se molesto en responder y señalo al mayordomo que guío a Mcmanus hacia la puerta.
- Señor Luthor.
- Mis saludos a Rosemary, Charles. - cerraron la puerta y bebió en silencio recordando los ojos azules de la chica. Tan parecidos a otros. Ojos azules que denotaban un poder perdido. O que tal vez nunca había estado ahí.
No todo estaba perdido. No todo estaba echado a la suerte. Aun tenía otras cartas que jugar. Tenía tiempo, mas del que sus enemigos quisieran. Mas de lo que él quisieran. Lamentablemente también tenía un propósito, un deseo. Más grande aun que la prolongación de su legado. Un legado en reconstrucción por obra de una debilidad. Por obra de un débil. Maldito el día en que había creído ver poder en esos ojos. Maldito el día en que había sido lo suficientemente descuidado para creer que podría controlar su destino por siempre. Esa era su falla. Era su debilidad.
Un Luthor no espera, no depende, no solicita.
Lionel Luthor no era un tonto. Su propia egocentrismo, amen de afán de control, lo habían cegado. Pero peor que eso, había cerrado los ojos, y había dejado que la debilidad que lo rodeaba tomara cuerpo, forma y apellido. Su apellido. Su legado. Siempre desahuciando la voluntad del poder… si, él podría… ahora…
Un Luthor no necesita.
Lionel Luthor conocía la excitación de la caza. Y conocía la ceguedad provocada por ella. Conozco tu corazón. Aun recuerdo la fuerza de su latido.
Un Luthor no necesita engañarse con falsas promesas y hermosas mentiras.
Nunca nadie aceptará lo que eres.
Excepto yo.
- Señor… la comunicación no pudo establecerse. Aparentemente no hay …
- Déjalo.- sonrío. Arrogante auto suficiente… ha, el orgullo. Obviamente él trabajaría con eso. - Dile a Jones que esta despedido. No perderé el tiempo con trabajadores mediocres.
- Señor…- el mayordomo tosió. Voz vacilante.- era eso lo que…quería..
- Habla de una vez, no tengo todo el tiempo del mundo- ¿No?, Que pena.
- Jones… la razón por la cual no se había reportado… lo encontraron hace treinta minutos en el muelle.- Lionel lo miro con impaciencia- Estaba colgado de un poste de luz… aparentemente llevaba horas ahí. Al menos cuatro costillas rotas. Golpes y cortadas en los brazos y piernas, sin el dedo pulgar- siempre tan dramático.
- Los detalles con intrascendentes.- interrumpió brusco.- ¿Recuperaron algo de su trabajo?.
- No señor… su cámara… le destrozaron las manos con ella… y se la pusieron en…
- No hay resultados. No hay paga.
- Sí señor. Aquí esta el… mensaje… - Julián salió de la sala dejando en la mesa anexa el mensaje adosado a Jones. Seguramente en el recto, conociendo el absurdo sentido del humor del emisario. Abrió el papel y la imagen de un circulo con dos espadas cruzadas se desplegó ante sus ojos. El escudo Luthor. Si, pensó sonriendo. Tan emocional como siempre. No por primera vez, vio la mediocridad en eso. Pero también vio la oportunidad.
- Llama a Von Mühlenbrock.
- Sí señor.
Estoy en tu sangre. Y te daré un regalo, hijo mío. Algo que cambiara todo. Algo que te despertara, algo que te hará ver lo que eres. Humildad. Por siempre.
¿Crees que has ganado?.
CONTINUARA
