CAPITULO NUEVE

OBSCURE

SMALLVILLE. 9 AÑOS.

- "Esto tiene que terminar. ¡Lex, abre los ojos!.

- No puedo.

- Un Luthor no tiene miedo. No podemos darnos ese lujo. Tienes un destino, Lex. ¡Nunca llegarás a ningún lado con los ojos cerrados!".

Siempre esperando. Siempre.

Que algo llegara, alguna señal. Alguna palabra, que explicara, aclarara. Iluminara. Templar. Confortar.

El deseo mueve, impulsa, crea. Destruye.

Siempre esperando. La señal, la palabra, la revelación. Deslizándose por un paladar, brotando fútil desde adentro, muy adentro. Dándole razones, explicaciones, guiando. Como cuando su madre lo sentaba en su regazo, y le contaba historias sobre Rusia. Como cuando su madre le hablaba sobre el amor, sobre como podía cegar, vaciar, desgarrar, crear.

- "No es el odio la más profunda de las emociones… no es el odio lo que mueve al mundo. Es el amor, Lex. Es el amor lo que hace estirar la mano de aquellos que jamás la estiran, no el odio Lex. Nunca el odio. El odio solo genera ganancias cortas. El amor hijo… el amor hace que den el alma por ti… el amor hace que no importe si te cortan la mano en respuesta… el amor mi pequeño… hace que el mundo exista.

- Mami… ¿es por eso que estas con él?.

- …".

Su cumpleaños numero cinco. Sonrisas. Cinco años. Cabellos rojo fuego, mocoso malcriado escondiéndose en las faldas de la niñera. Una mujer entrando en la alcoba de sus padres. Cinco años. Y su madre encontrándolo, sonriéndole, llevándolo de la mano a tomar un helado de fresas. Contándole historias mientras el pequeño Lex fingía comer su helado y su madre fingía no llorar.

- " ¿Mami?.

- Sí, amor- su voz tan suave. Tan suave. Siempre tan suave. Como el helado.

- Si me amas, ¿significa que tengo poder sobre ti?.

- … Hay un tiempo para cada cosa.

- Pero… yo te amo... y  no...

- Lo sé- beso en la frente.

- ¿Y eso esta bien?- su padre. Saliendo de la habitación. Su madre. Mirada de amor. Alma destruida en un horizonte que nunca fue mas que eso.

- … Si.- se le quebró la voz. Le tomo el rostro entre las manos- Escucha. No importa lo que otros digan… eso… eso siempre estará bien…".

SMALLVILLE. 9 AÑOS.

- No aprenderás a manejar un impero escondido en las faldas de tu madre. Acércate- un joven de dieciséis, colgado en medio de los maizales. Smallville. La noche de la lluvia de meteoros. Ojos azules. Muertos.

- ¿Quién… quien es?- voz asmática. Asustada.

- … Excelente pregunta Lex…levanta la vista- ordeno, y el chico lo hizo. Ojos azules como los suyos, pero llenos de lágrimas. Ojos azules como los suyos, pero llenos de terror, y odio, y suplica… que curioso, pensó el pequeño Lex.. Él solía ver esa mirada en el espejo- no es nadie Lex. Míralo.- lo acerco sujetándolo por el brazo con fuerza. Siempre demasiada fuerza. Siempre- No es nadie. No significa nada, ¿lo entiendes?… ¡Lex!.

- Si, señor- el joven se movió un poco, la "S" marcada en su pecho, le miro con tanto odio que Lex no hizo mas que seguir su reflejo. El de siempre. Cada vez que sucedía. Cada vez que veía esa misma mirada en los ojos de … sí… Lex corrió.

- ¡Lex!- llamo Lionel… maldito cobarde pensó. Tan cobarde. Un golpe súbito envió volando por los aires al pequeño Lex. Vio hacia el cielo y le pareció el fin del mundo. Los meteoritos caían en medio del maizal. El pequeño Lex gritando. No supo a quien. Y entonces, Lex abrió los ojos. Por un segundo. Solo que en ese instante, no lo supo. Demasiado pequeño. Demasiado inocente. Demasiado asustado.

- ¡Papa!, ¡¡Papa!!…- pero su padre nunca respondió. Nunca lo hizo. Nunca. Y Lex se quedo aturdido en el suelo. Su padre, voz lejana. ¿Cuánto habría pasado?, ¿Una hora, dos?. Su padre viéndolo con inusitado horror, con acostumbrada repulsión. Lo usual. Nunca se había acostumbrado a eso. Nunca se acostumbraría. Paso la mano por su cabeza, pero no había nada ahí. - ¿Papá?- pregunto débilmente. Sin asma. Curioso. Su padre volteo con actitud de furiosa decepción. Y Lex se quedo en medio del maizal sin asma. Sin cabello, y sin haber aprendido la lección".

PRESENTE

- Señor Luthor… ¿Señor Luthor?.- la azafata tosió levemente y Lex abrió los ojos. Arqueo una ceja con entrenada calma- Llegamos a Metrópolis.- Asintió y solo cuando la joven se alejo, se atrevió a exhalar suavemente. Vio por la ventana abrochándose el cinturón. ¿Es esto lo que deseabas para mí, madre?. ¿Qué tan diferente puedo osar ser de lo que él es?. No soy mas de lo que era ayer… sonrió… no queremos que el pequeño Lex se sienta mal, ¿no es eso lo que decías?. Cerro los ojos mientras recordaba la voz de su madre. Tan lejana, a veces tan difícil de recordar… cada vez más difícil.

- Lindo día- murmuro Daniel. Lex salió del avión casi sin prestarle atención, pero al volverse, mitad secreto deseo, mitad costumbre olvidada, por un segundo, el espejismo lo atraganto. Y ahí estaba el deseo.

El deseo hace que te levantes en la noche y veas el cielo, esperando el momento en que puedas alzar tu mano y poseerlo. El deseo, no es mas que la extensión de la mano. Y es la extensión, la que diferencia...

Por horas, mientras Daniel hacia las llamadas pertinentes y Lex se entregaba a procesar los datos reales y ficticios entregados por el hombre, un Flash back vino a su memoria. Solo. Solo en ese campo de maíz, mientras su padre volteaba susurrando al viento. Susurrando cosas que él jamás podría entender, que ni un ahora, podría entender, y lo había intentado, realmente lo había hecho, hasta que simplemente se había aburrido. Él pequeño Lex llorando asustado. Siempre había sido un niño contenido. Solitario. Pero esta vez, su padre lo había visto. Y susurrado:

~ Una decepción tras otra ~

Se quedó pegado en el fuego, incesante ruido en su cabeza. Respiro y pudo ver el camino frente a él. Una vez, el deseo lo había traicionado. Llevaba años pagando. Pero así como el deseo destruye, también crea. Y llevaba años regenerándose. Re inventándose.

Y podían ir batallando por todo el planeta. El deseo necesita un objetivo claro, fuerte, una guía. Su deseo era claro, concreto, y a la vez eternamente intangible.

Lo malo para el ego de su padre, era el hecho de que él no era el único deseo, el único objetivo para Lex. Aunque su padre lo negara, Lex era su Leit Motiv. Que encantador de su parte.

Daniel entró a la sala y se quedo petrificado por un segundo, notando la similitud del hombre frente a él… su forma de... se aclaro la garganta.

- ¿Estas listo?.

- Claro- dijo Lex y poso el vaso con elegancia en la mesita de al lado. No, no parecidos, se dijo Daniel. Mas reposado, más cautivador, más incitante. Más peligroso.

- Entonces vamos- Lex checo la hora y se puso el abrigo que le tendía el mayordomo.

- Solo tengo que hacer una llamada. - le cedió el paso luego de besarlo con tranquila arrogancia y Daniel sonrió.

- Estamos de buen humor- miro hacia su entre pierna.

- No sabes cuanto.- Mientras comían, Lex siguió cavilando. Metido en sus ideas y completamente al tanto de los intentos de Daniel de hacerle hablar sobre el estado de… que rudo. En su beneficio, había que reconocerle su elegancia. Miro la hora, y luego a Daniel. Sonrío. Sus espías al otro lado del planeta, desvalijando las propiedades del hombre junto a él.- ¿Disfrutando el lugar?.

- Si bueno, tu ciudad tiene sus encantos.

- Tal vez pueda mostrarte algunos mañana.- mala idea Luthor, realmente mala. Daniel lo miro curioso; restos de vainilla en su labio inferior. Lex lo miro con calma. Apetencia- dime Daniel, ya que todo lo que deseas es hablar sobre LexCorp y sus nuevas inversiones, ¿qué te parece una caminata en el parque?.- sonrió ante su incoherencia. Fascinante.

- ¿Hu?.

JARDÍN. MANSIÓN LUTHOR. METRÓPOLIS. CINCO AÑOS.

- ¿Y que sucede si no lo deseo?.

- ¿Qué amor?.

- Eso... el... poder... ni siquiera se que- una risa tan suave.  Momentos de silencio. Mirada perdida.

- ...  Oh, pero un día lo sabrás... esta... - lo abrazo sonriendo triste- en la sangre... desearía... desearía estar ahí... verte... poder no es equivalencia a...

- Es porque soy un Luthor- tomando su rostro entre manos suaves.

- ... Desearía estar ahí... porque tú eres Lex...

- .... No hay diferencia- La voz de Lionel desde atrás. Divertida.  Había frío. Mucho. El pequeño Lex se acurruco aun más en los brazos de su madre. Por un segundo. Esa mirada. Lionel y el acondicionamiento. El pequeño Lex bajo los ojos, y sintió mas que vio la desesperanza. La mano de Lionel en el hombro de su madre... gentil. Que... particular. Su madre relajada bajo el tacto. Y... es difícil entender el amor. Mama beso la oreja y murmuro muy, muy despacio...

- ... Siempre la habrá... - el pequeño Lex murmuro igual de bajo.

- ¿Y eso es... bueno?.

- ...".

CONTINUARA