CAPITULO SEIS

LOST

~ 'Cry havoc and let slip the dogs of war!'~

Martha ama las flores. Olor y tacto. Denso y diáfano en el aire, rodeándola. Y mientras Chloe sale de la casa, y camina a su auto, en donde Luisa Lane yace con los brazos cruzados y la frente levemente fruncida. Chloe no se despide de ella, no es necesario. Pero antes de subirse, voltea a verla, y sus ojos son la ventana a todo lo que Clark jamás dejara que ella vea. Y duele.

Después de un tiempo, quizás semanas, meses, Chloe llama a Clark y conversan sobre las noticias mas recientes y el estado del tiempo. Martha no oye lo que conversan, no hace falta. Es perdón.

Clark cuelga el teléfono con calma, y Martha le ofrece una taza de chocolate, mientras su hijo limpia las lágrimas de su rostro.

- No le dije...

- Ella lo sabe, Clark.

- Lo sé…

Él toma su taza de chocolate, y luego de besar su frente, sale a arreglar el tractor.  Ambos saben que pueden financiar uno nuevo. Ella puede ver el sol en su máximo esplendor. Recuadros del tiempo colándose en sus pupilas. Y recuerda una época en que quizá: superpoderes y naves espaciales, y destinos y elecciones eran blanco y negro y el terror del descubrimiento era tan exponencial como la fe.

Un tiempo antes de Lex.

Y ella no sabe que sucedió, noticias vagas sobre la muerte misteriosa de Lionel, la perdida de LexCorp en un par de horas, para luego recuperarla. La maquinaria del congreso funcionando ante las denuncias de monopolios y demases y la sonrisa de Lex. Sin alma, y a la vez. Tan triste.

Fotos de un pequeño niño durante el funeral. Tomando de su mano. Clark y la mirada perdida.

- ¿Quién es ese niño?.

- ... Un Luthor.

Y hay recuerdos, sonrisas, silencios confortables, razones obvias para cada cosa. Todo tiene una razón, Clark, a veces es cuestión de saber verlas, o tener el valor. Martha trata de hacerse la idea de que lo que sea que hay roto el alma de Clark, haya  tenido una razón. Pero Martha sonríe, porque no importa, realmente no. Clark es su hijo. Es razón suficiente para que no importe la razón. El odio no distingue.

Clark, que fue luz para todos, Clark sentado en su cocina, bebiendo leche, y viéndolos con esos ojos grandes, y esa sonrisa. A salvo. Con ellos. Y ella no va a pensar, no va a hacerlo, en que quizás las enseñanzas no fueron las adecuadas, o en que quizás ellos no lo fueron. Y mientras se muerde la lengua por milésima vez, para no preguntar (siempre hay tiempo, Martha, es lo mas preciado que podemos darle), no destrozar aun más los puentes, corta las flores que necesita para los arreglos,  y observa a su hijo arreglar una cerca.

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Hay una nueva mesa en la sala. Vidrio. Imperceptiblemente inmaculada, como todo lo que rodea a este lugar, este momento. Lex podría escribir libros acerca de ellos, pero no hay razones. Excepto quizá una, caminando hasta él con ese maldito miedo que todo lo destroza, y él definitivamente necesita una nueva niñera. Tal vez otra vida, pero eso esta fuera de todo cuestionamiento, y ahora, ahora él sabe donde esta. Y son superpoderes, naves espaciales y ojos sin color definido. Y esta solo. Y esta perdido. Y esta cayendo. Y esta vivo.

Roberts nuevamente al mando oficial de su equipo de seguridad, deshilvanando las redes de Savage, un trabajo fácil, aunque no menos tedioso y Lex se pregunta cuando todo eso significo algo mas de lo que es, cuando las lecciones de su padre fueron tomadas en serio, cuando dejo que él lo engañara con cuentos sobre retribución y batallas sin cuartel, mientras afilaba la espada y se la extendía para que él acabara con todo. Esto tiene que parar. Miremos  a tu alrededor, Lex, ¿quieres?,  Mataste a tu propio padre, porque la muerte es el único estado de gracia que perdura.

¿Cómo estuvo esa, hijo?.

Adam le entrega el libro y él sonríe. Y es injusto, que el vacío ni siquiera pueda ser llenado por alguien que pese a su sangre, muestra más humanidad de lo que él jamás tendrá. Aun es joven, Lex. Pero el tiempo se lleva todo, y él siempre ha sido codicioso. Aun hay miedo en sus ojos. Es honestidad. Y sonríes. Blanco y negro en tus manos. Nueva mano que se siente igual. Y es... curiosidad.

Respiras su memoria impregnada en tu piel. Incandescentes, reconstruyendo esos instantes en los cuales solo sus ojos existían. Los únicos.

Fanning y Benedict y el mundo entero, borrados de la faz de la memoria. Negocios y tratos, algunos anulados, otros no. Y ha cambiado todo, todo. La emoción nubla y Lex lo entiende, lo acepta. Él aprecia los regalos, y ama a su padre. Su sacrificio incrustado, resquebrajando. Y así era, la importancia de ser Clark.

Así que, tienes casi todo, y no es suficiente, que gran sorpresa. Y en un futuro cercano quizás tu propio hijo te saque de quicio y repitas los golpes y las lecciones. Un Luthor es un Luthor, y estas tan cansado.

Incandescentes, reconstruyendo esos instantes en los cuales solo sus ojos existían. Los únicos.

Pero Lex es el hijo de Lilian también, no importa cuan estúpido sea, o cuan insignificante sea, y no debería, no debería ser capaz de tomar ese libro, no debería ser tan fácil, no debería poder hacerlo sin... pero no hay remedio, ni mal que no empiece en la sangre, y que no se extienda demasiado lento para su gusto, demasiado. Lex ya no apuesta por él. No espera que su hijo lo haga, aunque le gustaría. Ser merecedor quizás, quien sabe.

Cada noche junto a tu aliento.

Te preguntas como se siente...

 Así que mientras con calma, dando tiempo a que su hijo tiemble un poco en sus brazos, acostumbrando su propio cuerpo a la oleada de dolor que eso provoca, abre el libro y recuerda que todo tiene una razón y que esas razones son posibles de cambiar y torcer, y discriminar, porque las razones como las verdades, son únicas en su multiplicidad, pero también mutilables aunque vuelvan a crecer y a morderte el rostro. Pero por un momento, antes de cerrar tratos con senadores, y llamar al nuevo alcalde reelecto, puede torcer esas razones y esas verdades, sobre traiciones y accidentes en un puente en el cual vio un nuevo inicio cuando siempre debió saber que era el fin; Escucha a su hijo respirar más normal, y sabe que esta solo. Y eso duele. Pero también es señal de que a diferencia de su padre, él siempre estuvo vivo. Y eso es peligroso. Y todo esta lleno de mentiras.

- Papa, ¿puedes leerme esta historia?.

- ... Claro.

Tantas.

Es quien eres. No puedes correr por siempre.

¿Crees que puedes volar?.

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Él puede sentir el sol, cada día, deslizándose bajo su piel como un manto irrefrenable. Miles de metáforas baratas para un astro que le ha dado algo mas que visión de rayos X o supervelocidad. Definición. De lo que es, de lo que será, de su misión, pero nunca de quien. Y es estúpido que lo hubiera esperado, ingenuo. Pero él se crió en un mundo en el cual sentarse a la mesa y tomar café y sentirse pleno haciéndolo era... normal. Y naves espaciales, superpoderes, meteoritos verdes o rojos y fe, eran cosas por las cuales luchar, no inexpugnables, solo... ¿solo que?. El sol es solamente el sol, como cientos de astros en este hermoso universo, que no es el suyo, ni es su... ¿destino?. No. Simplemente no era él.  Pero él necesita la fe. La elige. Y eso es, Clark naive, pero verdadero. Peligroso.

- Lo necesito...

- Pero... ¿Dónde?, Clark.- tan triste.

- Lo necesito.

- ... Clark.

- Volveré. Lo prometo. Por ti, por mí. Pero necesito ir. Podrás... volveré- la identidad es un estado de gracia.

- No suenas muy seguro- Martha se sentó, porque no había mas que hacer.

- Quiero... pedirte disculpas, por mis errores, estos años. Necesito...

- ¡Clark!, Hijo, ¿de qué hablas?, Tu sabes que eso no es... fuiste, eres lo más hermoso que ha dado la vida.

- Pero lo deseo. - beso su frente- Mas problemas que cualquier cosa.

- No digas eso.

- No, solo. No.- puso su dedo sobre los labios de su madre y sonrió con esa sonrisa que sabia, siempre funcionaba.

- No me engañas jovencito- acaricio su cabello- … ¿Qué sucedió, Clark?- tan, tan cuidadosa.

- La fe es un lugar solitario. - beso su frente- y desearía... – suspiro. Mas una mueca que una sonrisa. Movió la cabeza.

- Clark, fe es también opción, nuestra, de nadie más. Y aun si deseáramos que todos la compartieran, no lo harán. Es libertad.

- La libertad es peligrosa.

- Pero humana.

- Yo no- esta vez si sonrieron con sinceridad. Recuerdos de mensajes en una nave, conceptos de Dios y pie de manzana.

- Es tu opción, como la mía, o la de tu padre, o la de... todos los que nos rodean. Vivirás con ellas, con sus razones.

- ¿Y eso no te destroza?.

- ¿Y no crees que tal vez tu fe, o tu camino puede hacer lo mismo con quienes te rodean?. Y que, "¿Dios no me ama como a los otros?". No vayas por ese sendero Clark, no esta en ti.

- No sé lo que esta...

- Fe, es tu elección, las razones, los silogismos, las visiones, todo proviene de ti. Implica elección, pero también responsabilidad. Y es tuya. No podemos cambiar el mundo.

- ¿Madre, detecto cierto deje de ironía?.

- Calla idiota.- tomo su mano- Fe, es tu arte, tu creación, tu legado, no se trata de cambiar el mundo, sino de cambiar y mantener lo que hay en ti. Sin eso, somos...

- Impredecibles.

- ... ¿Qué hizo contigo cariño?- murmuro.

- Nada que yo no quisiera...

- Esta en ti, Clark. Es lo que te diferencia del resto, no los poderes, o visiones, o naves espaciales,  es lo que lo diferencia a él. Desde el principio. Tu puedes hacerlo... así como él. Aun recuerdo cuando te hablaba de leyendas y futuros. Sonreías al contármelo, y Jonathan se iba a gruñir  al campo. Pero ambos lo veíamos- poder. Los seres más poderosos del mundo jugando Go Fish en mi cocina. Y podías verlo Martha. En el aire. Inevitable.

- ¿Y eso  que cambió?.

- ... Tu puedes hacerlo hijo mío, saber quien eres, lo que quieres, adonde vas. Eres especial, la normalidad es... - en sus ojos, cada vez que Clark sonreía, cada vez que lo bajaba de esa nube Luthor de destinos y seguridades. Dios, esa sonrisa, cada vez que lo veía. La lucha. Inevitable.

- Deberías escribir tarjetas- lo golpeo con el cucharón.

- Shh, mocoso. No interrumpas a tu madre. TU PUEDES HACERLO.

- ¿Hacer que?.

- Cambiar el mundo. Mejorarlo.

- ¿Cómo era?, ¨ No vayas por ese sendero Clark, no esta en ti.¨

- O cállate, estoy vieja, no estúpida, conoces los limites, pero mejor que eso, crees en ellos. Y él...

- No.

- Al contrario. Me temo que él si cree en ellos. Y pienso que eso le aterra. Cariño, esta en ti, solo debes redescubrirla.

- Tengo miedo.

- Es humano.

- Ja.

- Lo sé, Ellen Degeneres debería tener miedo.

- No sé que me aterra mas, que creas que eres graciosa, o que te compares con Ellen Degeneres.

- ... ¿Y que deseas ahora?- necesidad. A pesar de todo. A pesar de ti.

- Recuperar la voluntad de profesarla.

- Esperare por ti, lo sabes.

- Lo siento, mamá.

- No, cariño. Es quien eres. Nunca podría sentir, ni siquiera pensarlo. Eres mi mundo. Y estoy orgullosa de vivir en él.

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Hay cierto sabor amargo en las decisiones, aun en las que no deberían tenerlo. Es como si  las consecuencias siempre fueran eso. Y es reverencia, reverencia. Besar su mano, oler su cuello. Perderse en sus ojos. Lex, Lex. Tan perdido. Lo has perdido todo.

Marco el número al atardecer. El sol cubriendo los ventanales con un manto que jamás dejaba de recordarle su propia inexactitud.

- Casa de los Kent.

- Martha.

- ... Lex… ha… pasado el tiempo- frialdad en una voz que jamás pareció conocer la caricia de dicho concepto.

- Sí- Martha Kent. Diez años, seis meses y tres semanas y cuatro días.

- No esta aquí- como la madre que es. Hay cierta vergüenza en el hecho de que pueda hablar de este modo con ella. Hermoso Clark con sus labios sellados.

- Y aunque estuviera...

- Es su decisión... - no tienes idea de lo que...

- Aun así no lo llamarías.

- ¿Tendría que hacer eso?.

- No sé...

- Lex.- lo corto- No sé, ni intento saber que es lo que sucedió, ni ahora, ni hace diez años y... ¿qué demonios piensas que haces?.- no lo se- No puedes... no creerás que él siempre estará ahí, para cubrir tus miserias, tus pasos. No es... - para lo que lo criaste- quien es...

Y es. Sorpresiva. La verdad, cuando...  cuando todos tus sentidos se concentran en ese golpe que puede o no ir a tu estomago, pero que siempre está presente, haciendo que exploten hasta los más pequeños rincones. Y duele. Es real. Y es excitante de una manera en que no debería ser correcto. El sexo como estado de preservación,  más efectivo que las guerras o las religiones o los cuadros y visiones. Casi tan glorioso como la muerte. Casi tan maleable como la vida. Casi. Y Lex recuerda, recuerda, el significado.

Es todo.

- Quiero pensar, que lo que quiera que haya pasado, tuvo una razón. Que lo que quiera que haya sucedido, tuvo un porque. Porque de otra forma, nada podrá ser de nuevo, no como antes, sino en absoluto. Él no es. No es algo con lo que puedas jugar.

~  We don't need to play games, son. ~

Siempre tuvo razón. LuthorCorp, LexCorp, Daniel, Clark, Adam y las espadas.  Era solo que nunca fue el mismo juego, y ninguno de ellos tenia una verdadera razón. Hasta ahora. Hasta ese puente. Hasta Lilian. Hasta Lex.

~Dad. Games are all we've got ~

- Lo sé.

- ¿Estas  seguro de eso?. Este no es  solo tu mundo, Lex. Hay dolor, y hay razones, y no todas tienen que ver contigo.

- Martha.

- Quisiera que jamás te acercaras a él de nuevo.  Desearía... pero nunca será así, Lex ¿o me equivoco?.

- No... - susurro.

- ¿Y aceptas el porque?- lecciones de Maquiavello y Tomas de Aquino y Cristo, y la lasitud de la certeza de que nadie, jamás, escribiría su destino. Solo Clark. Elección.

- No se trata de aceptar-  no se trata de eso, maldición.

- Siento que pienses eso, Lex. Siento que lo creas- siento que te engañes. Y ahí sucedió. Lo que ni su padre, o su madre, o cientos de mentiras no pudieron conseguirlo, un día, en un puente, lograron que algo quedara. Algo. A lo que aferrarse cuando has perdido todo y es tu obra. Tu elección. Solo que ya no importa, y hay Dios, hay un momento para cada cosa. Debe haberlo.

- ... Estoy perdido...

- Lo sé... – suavidad. Martha- es parte... - no es mi hijo. Negación de la naturaleza de los hechos humanos. Una madre es una madre- lo que sea que buscas, es tu... eres tu.

- No puedes cambiarlo Martha.

- No. Pero puedo desear- ¿Qué es lo que quieres, Lex?.

- Todo- respondió una voz y entonces supo que toda su vida había sido una mentira. Martha también.

- Abrí las puertas de mi casa,-  de mi corazón-  te defendí ante mi marido...  Deje que te acercaras a mi hijo, que juraras amistad, que él  creyera en ti. Ya no cometeré ese error.

- Martha- mi hijo. En medio de la noche, un solo grito en el viento. Llamándome en medio de la desesperación más grande que haya visto. Mi pequeño niño, medio desnudo en la puerta de  mi casa, la espalda sangrando. Lluvia y viento y mi pequeño sangrando.

- No me interesa si te hundes en culpa por el resto de tu vida, por esas pequeñas cosas que llamas dolor. No me interesa que mierda emocional tengas atravesado en tu insignificante alma. No sé que habrás hecho, no sé si pueda soportar el saberlo. Pero espero, Dios, espero que te ahogues en la culpa de tu sangre. Ya no me importa más. Ni a Clark- y con eso corto.

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Hay flores nuevas en el jardín.  Martha cree que quizás haya esperanzas de que hasta las mas difíciles de brotar, lo hagan este año. Quizás. Talvez. Ojála.

Hay mensajes de Luisa y Chloe en la contestadota, mas para ella que para Clark, teniendo en cuenta de que al menos Chloe, sabe que Clark estará lejos por un tiempo... largo. Y ella no pensara en indefiniciones. Solo... no. Algo sobre una Jessica Stein, y zapatos demasiado grandes. A Martha le agrada Luisa, hace reír a Chloe. Espera que el hombre llamado Max también pueda hacerlo. Solo el tiempo lo dirá. El tiempo revela todo. Aunque no sea verdad.

Hay un diario nuevo en la cocina, dejado en ese lugar por uno de los chicos que ahora trabajan junto a ella, beneficios de... no vayas ahí, Martha. Ten fe. Él volverá. Él es diferente, es mejor.

Hay fotos, algunas de reuniones sociales, muertes, historias de Luisa y Jimmy. Hay una foto de Lex y un niño bajándose de un avión,  tomándolo de la mano y luego... cogiéndolo en brazos. Y es... no es su asunto. Es un niño hermoso.

Hay inviernos y primaveras, y niños jugando, y Nell siendo Nell, y la madre de Pete en su cocina, unidas en una amistad que es síntoma de la espera.

Y hay recuerdos. Su pequeño niño levantando el auto y comiendo una manzana, o escondido debajo de la cama, y Jonathan por horas, intentando sacarlo de ahí, o sentado detrás de la mesa comiéndose los pepinillos antes de la cena, con una sonrisa que era todo lo que importaba en el mundo. Y esta Lana y su sonrisa en las olas del recuerdo. Y esta Lex, y la manera en que solía ver a su hijo. Incontenible en su deseo, y Oh, ingenuidad, sin saber cuan trasparente... Casi la misma manera en que Jonathan... Y esta el dolor, el odio, el perdón, ¿para quien?, No esta segura. Martha extraña a su esposo, se pregunta cada día, si él hubiera sido más inflexible, si hubiera sido más inmune a los pucheros de Clark y su propia estúpida fe, pero... no. Lo extraña tanto que sus huesos duelen, su sangre duele, y las noches son tan vacías que ni el recuerdo de que mañana será otro día podrá cambiar la perdida, cada retazo de su cuerpo, cada latido fuera de orden, cada susurro en su oído, hasta que Clark se tapo los oídos a los diecisiete años, y desde ahí, cada vez que Clark intentaba pasar desapercibido escurriéndose por la cocina, desechando sus planes de escabullirse del trabajo por un:

- ~ ¡¡¡¡Papaaaa, mamaa!!!!, Estoy justo aquí.

- Lo sabemos idiota, y estas castigado. ~

Y otro día es otro día, y significa la espera por Clark. Lex tiene sus razones, pero ya no interesan. Hay viento que mezcla las fragancias. Martha se saca los guantes y observa el cielo. Jonathan en su oído sin dolor, y la lluvia caerá, pero ya nada daña. Él estuvo aquí, Clark volverá, y la lluvia hará las flores crecer.

ESTABA TAN TENTADA A DEJARLO HASTA AQUÍ. PERO, HMM... FINALES FELICES YAY, SE QUE PUEDO, YO PUEDO, PUEDO, PUEDO, :d.

CONTINUARA