Terese se había levantado más temprano de lo ordinario aquella mañana; tenía dos motivos poderosos: Primero que nada, su joven esposo regresaría a mediodía y ella quería tener todo preparado a su llegada; la segunda, era que simplemente había vuelto a soñar la silueta de alguien desconocido que la llamaba con desesperación, y aquello, francamente estaba empezando a darle miedo.

Después de bañarse y arreglarse adecuadamente, bajo al jardín para buscar algunas flores con que engalanar el ambiente de la casa. Ahí se encontró con su cuñada, que al parecer, también había madrugado. Terese la saludó con una sincera sonrisa; y es que aunque ella no sonreía casi nunca, la jovencita le inspiraba verdadero cariño.

-Oh! Veo que también estás preocupada por el regreso de Richard..he bajado temprano, para darte una sorpresa y que vieras toda la casa llena de flores, pero parece que también lo pensaste- Exclamó risueña la muchachita, de apenas 16 años, de grandes y hermosos ojos azules y cabello negrísimo que sujetaba recogido sobre la nuca y a la que cualquier tópico social, le venía haciendo cosquillas. Por eso le gustaba pasear, siempre sonriendo y haciendo cualquier tipo de comentarios, a pesar de que eso le sacaba a su madre disgustos continuos.

-Te lo agradezco Karolyne, pero me gustaría mucho ayudarte ¿Me lo permites?-

-Siempre eres tan propia Terese, pareces una muñequita...¡Claro que te lo permito!- Karolyne estalló en cantarinas carcajadas y siguió recolectando todas las flores posibles.

-"No son la flores de mi casa"- Ni siquiera se dio cuenta de lo que había pensado, hasta que el ramo de rosas, cayó de sus manos...

-Hey! ¿Estás bien?- Karolyne corrió hasta su cuñada que la miró lo más tranquilamente que consiguió después de haberse dado cuenta que había pensado algo que no alcanzaba a comprender.

-Estoy bien, gracias; sólo creo que ..me pinché con algo..una espina..-

-Si, creo que si, mira, has manchado de rojo la rosa blanca; ¡Podría hacer un poema de esto!- Exclamó la jovencita casi con fascinación, pero para Terese, no significo más que otro shock, al recordar las imágenes de sus sueños...

Rojo y blanco...

Sangre y rosas..

Sangre y nieve...

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La tarde cayó y con ella la llegada del esposo, que aunque se notaba cansado, parecía bastante animado. El recibimiento fue tal y como Terese había pensado. Karolyne abrazó a su hermano con efusividad, su madre, le ofreció la mano digna y contenta, y ella, su esposa, le ofreció un ramo de rosas, y aceptó el beso sobre la frente sin sonreír, pero sintiéndose reconfortada.

La cena transcurrió de manera agradable, mientras el teniente Richard Bracknell relataba los pormenores del viaje. Terese, que conocía a su marido, pudo notar que escondía algo, pero se abstuvo de preguntárselo, ya que, pensaba que él le contaría el secreto si así le parecía.

Cuando llegó la hora de dormir, la joven supo que su marido querría estar con ella, después de todo ese tiempo sin verla. Mientras se arreglaba el cabello, le llegó de nuevo el aroma a cerezo blanco, y por primera vez desde que se casó, sintió que no era correcto dormir al lado de un hombre al que no amaba.

Por fin, en el momento en que Richard apagaba la vela, y la atraía hacia si, Terese cerró lo ojos, tratando como siempre, de concentrarse en sus deberes maritales, pero esta vez, asaltó a su pensamiento, la figura desconocida de una persona de largo cabello rojo, que le daba la espalda, a través de una ciudad en llamas...

....y su grito fue ahogado por el beso de su esposo.

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-No me quiero ir...- Aquella frase se repetía en su cabeza, una y otra vez y ella no sabía porque no podía dejar de pensar en eso..¿No se quería ir? ¿De donde?

Terese sacudió la cabeza, queriendo deshacerse de sus pensamientos. Esa noche, una semana después de la llegada del teniente; tendría una cena de gala, con motivo del cumpleaños de no sabia que general importante.

Pero su esposo, parecía algo nervioso por aquella velada..donde ella supuso se negociarían asuntos importantes mientras las señoras platicaban de temas como el cambio de estaciones y las fiestas que se celebrarían en Londres, o como el lugar donde pasarían sus vacaciones. Terese suspiró..no tenía más remedio que asistir. No podría poner como pretexto los desvelos causados por las imágenes que acudían a su cabeza, y la preocupación de que mientras estaba despierta, y en cualquier momento del día, formulaba frases sin sentido que la desconcertaban.

Y aún así, lo que más le asustaba, era la sensación constante, envolvente, de que aquello, era apenas el comienzo.

No sabía cuanta razón tenía.

N/A

Otro capítulo algo flojo, pero espero que les guste. Entiendo que no muchos simpatizan con Tomoe, pero es una de mis personajes favoritos. ¿Adivinan quién es su cuñada? ¿Y quien es su marido? Esta última si la he dejado bastante difícil, porque aún no he dado descripción, pero ¿quieren adivinar?

Saludos!!!!