Por: Escarlata
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Parte 2- ¿Odango? – murmuró con fiereza – ¡Sal de ahí, quien quiera que seas!
De pronto, una chica rubia, que parecía ser su gemela, pero con ojos y cabellos más claros; éste último sujetado con un listón rojo; apareció ante sus ojos.
La otra rubia le regresó su pokebola a Usagi y recogió la suya.
- No soy 'Odango', soy Usagi – dijo un poco más tranquila – Y ese pokemon lo iba a atrapar yo.
- Pues mi nombre es Minako – reparó la otra rubia – y yo venía siguiendo a ese Mareep desde la mañana.
Se encararon seriamente, para después sonreírse a los pocos segundos.
- Lo siento, no debí intentar atraparlo – se disculpó Usagi.
- No, discúlpame tú a mí, debí atraparlo desde hace rato... y menos haberte llamado 'Odango' – dijo Minako, apenada – Lo siento mucho... es que tu cabello me recordó a los odangos y no pude evitar llamarte así.
Usagi rió ligeramente.
- ¿Eres Minako, verdad?... Mucho gusto en conocerte... ella es mi Clefairy, Hikari.
- Clefairy...
- El gusto es mío, Usagi... ¿también eres entrenadora?
- Sí. Inicié mi viaje hace cuatro días. Vivo en Juuban.
- Yo tengo una semana. Soy de Rokkuban... Mmmm... Ya es noche... ¿tienes un lugar para acampar?
- Aún no.
- Ven conmigo, mi tienda está cerca de aquí, puedes quedarte.
- Gracias, Mina... Hikari, mejor regresa a tu pokebola... aquí hace frío, y ahí adentro estarás más tibia.
- Cle... fa...
Usagi guardó a su pokemon y después colgó la pokebola de su cinturón.
- Vámonos, Usa, hace frío – dijo Mina, mostrándole el camino.
Ya en el campamento, cenaron algo de la insípida comida de Minako; aunque Usagi cocinaba igual o peor que ella... como sus pokemon tuvieron oportunidad de comprobarlo alguna vez. Minako le contó que ya tenía un Ledyba, una Jigglypuff, un Spearow y un Togepi. Su primer pokemon fue Jigglypuff y se lo había entregado una tal profesora Sakurada.
En cuanto Usagi le comentó que la doctora Mizuno le había entregado a su Clefairy, Mina se puso como loca.
- ¡Usagi, sí que me das envidia! – exclamó la chica – La doctora Mizuno es muy famosa en todo el mundo por ser una gran experta pokemon.
- Je... sabía que era famosa, pero no tanto.
- Usagi... ¿puedo proponerte algo?
- ¿Qué es?
- ¿Podríamos viajar juntas?
- ¿Uh?
- Bueno... apenas estamos empezando... y la verdad no me gusta mucho viajar sola.
- Lo mismo me pasa... quiero mucho a mis pokemon... pero a veces me siento un poco sola... y me da miedo despertar así en las noches.
- ¿Eso es un 'sí'?
- ¡Claro!
- ¡Bien, de ahora en adelante seremos el 'Dúo Maravilla'!
- ¡Sí!
Comenzaron a reír con la felicidad de quien ha encontrado un tesoro.
- El primer paso es ganar medallas – dijo Mina – Estaba por ir a Ciudad Grisácea para pelear por la Medalla Piedra.
- Igual yo... – comentó Usagi – La Doctora me dijo que en ese gimnasio usan pokemon tipo roca.
- Bueno, no hay problema con eso... ni un terrible Geodude puede resistirse a la ternura de mi Togepi o al canto de mi Jigglypuff.
- ¡Y nada podrá contra mi pequeña Hikari!
Con bastante confianza en sí mismas, ya daban por hecho que iban a ganar. Quedaron de acuerdo en quien pelearía primero, y después de un cerrado duelo de "Piedra, papel o tijeras", la ganadora fue Minako. Después de organizar un par de sesiones de entrenamiento para el día siguiente.
Al amanecer, mientras terminaban de desayunar, escucharon un extraño estruendo no muy lejos de donde se encontraba su campamento. Un tanto alarmada, la pareja de rubias corrió hacia donde creyeron era el origen del extraño sonido.
Lo que vieron las dejó sorprendidas.
Se trataba del Mareep de una alta chica de cabello castaño, ojos verdes y piel morena, que había derribado un viejo árbol con un solo Impactrueno. Usagi y Minako se quedaron más sorprendidas al darse cuenta de que ese Mareep era el mismo que habían tratado de atrapar antes de conocerse. Lo reconocieron por una pequeña cicatriz que tenía el pokemon en una de sus patas traseras.
- Increíble... – murmuró Usagi.
Pero aquella chica logró escucharla...
- ¡¿Quién está ahí?! – gritó y de inmediato volteó hacia los arbustos donde el par de rubias estaban escondidas.
La fiera y chispeante mirada de la chica alta hizo que el par se asustara y saliera de inmediato con la finalidad de no hacerla enojar más.
- Oye, chica, tranquila, no estamos aquí para pelear – dijo de inmediato Minako, haciendo un ademán con sus manos para tranquilizar a la morena.
- Eso es cierto, amiga – continuó Usagi, que estaba fuertemente sujeta del brazo de Minako.
De repente, la morena sonrió y ablandó su gesto, bajando su pose de guardia.
- No hay problema, perdón por haberlas asustado... Soy Makoto Kino, de Shiban, mucho gusto.
Mientras Makoto guardaba a su pokemon, las rubias se acercaron a ella.
- Me llamo Usagi Tsukino, soy de Juuban...
- Y yo soy Minako Aino de Rokkuban.
Después de saludarse y presentarse correctamente, las tres fueron campamento a terminar de desayunar. Como Makoto aún no había comida nada, aceptó la comida que las rubias le ofrecieron y, oh, sorpresa...
Makoto puso un gesto bastante extraño y dejó caer la cuchara con el bocado restante...
Esa comida era veneno...
- Esto... tiene... un... sabor... interesante... – dijo con bastante trabajo.
Pero la pareja se puso a llorar...
- Le dije a Mina que no le pusiera tanta sal...
- Y yo te dije que llevaba más azúcar...
- ¿Sal y azúcar? – preguntó la chica alta bastante aterrada – Bueno, si aún tienen ingredientes, puedo prepararles algo. No cocino tan mal.
Pero Makoto no cocinaba mal... cocinaba maravillosamente delicioso, según palabras de Usagi...
- Comencé mi viaje hace menos de un mes – comentó Makoto, después de que el par le contara el inicio de sus aventuras – También estoy camino a Ciudad Grisácea, pero estaba entrenando a mis pokemon antes de la pelea.
- ¿Cuántos tienes? – preguntó Mina.
- Cinco apenas... Ayer en la noche capturé el Mareep que acaban de ver, también tengo un Machoke, un Bulbasaur, un Pikachu y un Chikorita.
- Wow... increíble... – murmuró Usagi.
- Cierto...
- Mako, ¿te gustaría viajar con nosotras?... Entre más seamos, mejor.
La propuesta de Usagi sonó bastante interesante para Makoto. La chica se sujeto el mentón, tomando una pose reflexiva, y después de unos minutos sonrió al par de chicas.
- ¡De acuerdo!... ¡Tienen una nueva compañera de viaje!
Continuará...
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