POKEMOON

Por: Escarlata

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Parte 4

Minako no perdía de vista a aquel Pikachu que había visto entre unos arbustos, también quería tener uno como Makoto y esa era su oportunidad. Los pokemon eléctricos siempre eran necesarios.

Makoto estaba preparando algo de comida, mientras Usagi se encontraba en el río pescando. Quería un pokemon de agua, pero hasta ahora sólo había conseguido una docena de Magikarp que no eran precisamente uno de sus pokemon favoritos.

La rubia del listón rojo vio que el pequeño Pikachu se había quedado comiendo algo en el suelo... Sacó su pokebola y...

- ¡Pokebola, ve!

La veloz esfera naranja, color que distinguía sus pokebolas, golpeó al pokemon, atrapándolo de inmediato.

- ¡Lo tengo, lo tengo, Pikachu es mío! – gritó Mina llena de felicidad, corriendo a tomar su pokebola del suelo.

Fue con sus amigas para mostrarles a su nuevo amiguito.

- ¡Makoto, Usagi, por fin tengo a un pokemon eléctrico!... ¡Miren!

El par abandonó lo que estaba haciendo, poniendo atención a su rubia amiga. La chica presumió su pokebola y después liberó al pokemon... pero...

- ¡TARÁN!

... no era un Pikachu, si no el pokemon gusano Caterpie...

Ante eso, las chicas estallaron de la risa.

- ¡Nunca había visto un Pikachu verde con antenas! – río Makoto, sujetándose el estómago que ya le dolía de tanta carcajada.

- ¡JA, JA, JA, JA, JA!... Minako, te dije que no comieras esos hongos – alcanzó a balbucear Usagi.

- Juro que era un Pikachu – alegó una sonrojada Minako, regresando el pokemon a la pokebola.

- Por favor, no lo metas, quiero ver tu nueva especie de Pikachu – continuó Makoto, bastante divertida.

- Estoy segura que la doctora Mizuno estaría sorprendida de esto... JA, JA, JA, JA...

Una molesta Minako decidió parar con todo eso.

- ¡Pues ya verán lo que es capaz de hacer mi Caterpie! – exclamó – ¡Dales una lección, pequeño!... ¡Caterpie, ve!

Pero, para sorpresa de las tres, ya no era un Caterpie, sino un enorme y malhumorado Gyarados.

- ¡¿Minako, qué se supone que atrapaste?!

- ¡Juro que era un Pikachu!

- ¡WAAAA, nos va a comer!

Las tres ya estaban abrazadas y preparadas para el ataque, cuando dejaron de oír los gruñidos del Gyarados... Y por fin descubrieron de qué se trataba...

... de un pequeño y travieso Ditto, el pokemon metamorfo, capaz de tomar la apariencia de otros pokemon y objetos.

- No puedo creerlo... ¡Tengo un Ditto, qué felicidad! – gritó Minako, abrazando a su nuevo pokemon.

- Felicidades, Minako.

De pronto, una de las cañas de pescar de Usagi comenzó a tensarse... había atrapado algo. Ésta vez se trataba de un fuerte Seaking, pokemon que Usagi pronto atrapó y unió a su grupo. El nombre de su nuevo amigo: Umi.

Con esos nuevos pokemon, sabían que podían seguir su camino a Ciudad Celeste, además, ya no habían escuchado nada del equipo Rocket. Estuvieron entrenado por cuatro días y los niveles de sus pokemon habían crecido bastante.

Pasaron una última noche en las afueras de Ciudad Grisácea y después partieron hacia su nuevo destino y su siguiente medalla.

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Ami y Rei se encontraban en Ciudad Verde, vecina de Ciudad Grisácea, donde se encontraba la cede del famoso y temido Equipo Rocket. La casa era el gimnasio de la ciudad, donde el Jefe del equipo hacía las veces de líder de gimnasio en posesión de la Medalla Tierra.

La Ciudad Verde también era cede del la Liga Pokemon, por lo que el último destino de todo entrenador era su gimnasio.

El par de chicas estaban solas ante Giovanni, el Jefe del Equipo Rocket y padre de Mamoru. Cabe decir que ninguna de las dos creía que ese mal hombre fuera el padre de Mamoru, pues el parecido entre ellos era nulo.

Como fuera, estaban ahí, y ciertamente no se encontraban muy contentas de verlo, empezando por que estaban en el equipo Rocket contra su voluntad, por la fuerza y bajo amenaza. Detalles que Mamoru desconocía y que estaba prohibido que los supiera.

- Su trabajo va cada vez mejor, niñas – dijo el jefe desde las sombras – Estoy muy complacido con ustedes, son los miembros más fuertes de todo mi equipo.

Las adulaciones no lograron quitar el gesto de molestia que tenía el par en sus caras. Giovanni sonrió malévolamente, antes de mirarles con igual molestia.

- Les guste o no, están bajo mi control... – murmuró lentamente – Más vale que empiecen a disfrutar todos los beneficios y lujos que les ofrezco...

Ami tenía la cabeza baja y los ojos llenos de molestia y tristeza, Rei lucía simplemente furiosa, mientras sus puños temblaban incontrolablemente. La chica de largo cabello negro estaba por lanzarse sobre Giovanni, pero Ami le contuvo al retenerle suavemente por la mano.

- Si saben lo que es bueno para ese pintor y ese sacerdote, más vale que me obedezcan – advirtió de forma sombría – sino, ellos dos pueden morir.

Ante la repetida amenaza se quedaron calladas con el coraje aglomerado en sus puños y ojos. Ya no era necesario que les dijera que nada de eso debía ser escuchado por Mamoru.

- Ahora diríjanse a Ciudad Celeste y tráiganme más pokemon – ordenó.

Ninguna respondió, simplemente se retiraron en silencio.

Ya fuera, Rei soltó un fuerte puñetazo contra la pared en señal de coraje y frustración. Ami sólo ahogó unas lágrimas y echó su cabeza hacia atrás. Ambas se sentían atadas de manos.

- Ami... tienes que apresurarte con tu investigación – murmuró Rei – Tenemos que rescatar a tu padre y a mi abuelo de ese maldito.

- Lo sé... hago lo que puedo... pero aún no logro terminar mi investigación... necesito más pruebas para saber que mi teoría es correcta.

- Al menos sabemos que están vivos...

Tanto el padre de Ami, como al abuelo de Rei, estaban en calidad de rehenes por Giovanni, ambos estaban en estado de coma, conectados a un poderoso Drowzee que, ante la primera orden de Giovanni, se comería los sueños de ambos matándolos al instante; puesto que un humano no podría resistir un ataque como el "Comesueños".

Ami, desde antes que fuera obligada a unirse al equipo Rocket, estaba trabajando en una teoría llamada "Empatía Pokemon". Ésta trataba de demostrar y comprobar que los humanos y los pokemon podrían llegar a un alto grado de empatía, a tal extremo que la fuerza del humano sería la del pokemon y viceversa.

Dado que ese caso sólo lo había visto en ella misma y en su amiga Rei, quería investigar si otras personas y otros pokemon podían tener esa misma habilidad de entendimiento mutuo. De ser así, entonces podrían conectarse sentimentalmente con cualquier pokemon y entenderse con él. De esa manera pensaban salvar a sus familiares, conectándose con el Drowzee y convenciéndolo de liberarlos. Hacer eso mismo por la fuerza tendría resultados terribles, así que sólo podían confiar en esa teoría.

Aprovechaban los trabajos que les daba Giovanni para ver si otros entrenadores tenían esa empatía con sus pokemon, pero hasta ahora no habían encontrado a nadie así.

Mas no perdían la esperanza.

- Vámonos, Ami, tenemos que trabajar – murmuró Rei.

- Cierto.

Rei sacó una de sus pokebolas, rojas todas ellas, y llamó a uno de sus pokemon.

- ¡Rapidash, sal!

El pokemon de crin de fuego apareció ante el par. Rei lo montó y le dio la mano a Ami para ayudarla a subir. Ya arriba, Ami se sujetó fuertemente de la cintura de Rei. Ésta dio la orden de salida y el pokemon, conocido como el más veloz de todo el mundo, salió a ligero galope, dejando un haz de fuego tras de sí camino a Ciudad Celeste.

Continuará...

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