POKEMOON

Por: Escarlata

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Parte 6

Rei logró darse cuenta de que su amiga estaba sin su antifaz. De inmediato la tomó de la mano y la alejó de la zona de niebla. Rápido, le dio otro antifaz que tenía guardado entre sus ropas.

- ¿Ami, estás bien?

- Sí.

- Bien. Acabemos con esto de una vez...

- De acuerdo.

Ambas concentraron una extraña energía alrededor de sus cuerpos, al mismo tiempo, sus pokemon igualmente brillaron con esa misma energía.

- ¡Flareon!

- ¡Vaporeon!

Al llamado, los pokemon tomaron una pose ofensiva, mientras la niebla desaparecía del escenario. El trío permaneció, también, en pose de ataque. Usagi no perdía de vista a la chica de cabello azul, convenciéndose cada vez más de que conocía a esa chica.

- ¡Ataque doble! – exclamó el par.

A la orden, Flareon y Vaporeon atacaron. Un chorro de agua y un haz de fuego se combinaron en un solo disparo, yendo directo contra los tres pokemon; quienes cayeron derrotados al instante.

Al trío no le dio tiempo de reaccionar, pues Ami sacó a su Golduck y le ordenó llevarles a los tres pokemon con una técnica psíquica.

- ¡Devuélvanme a mi Kororo! – gritó una aterrada Usagi.

- ¡Ni siquiera se atrevan a tocar a Machoke!

- ¡Jigglypuff!

Ami tomó al pokemon de Usagi en sus brazos, éste abrió los ojos y, por instantes, Kororo miró directamente a la chica. Permanecieron en silencio algunos segundos, mientras Rei mantenía quietos al Machoke y al Jigglypuff.

De pronto, se escuchó un fuerte aleteo. Se trataba de Mamoru, montado en su enorme y veloz Piggeot.

- ¿Pueden explicarme que pasa aquí, chicas? – preguntó al instante el joven, mirando de reojo al trío.

- No es nada – respondió una sonrojada Rei.

- Estos pokemon no nos sirven, son demasiado débiles – dijo Ami, soltando al Mr. Mime – No valió la pena haber gastado los ataques de nuestros pokemon.

- Entonces no pierdan el tiempo con éstas niñas – intervino Mamoru – Vámonos, hay más trabajo que hacer.

Dejando libres a los tres pokemon, Ami y Rei montaron el Charizard de ésta última; Mamoru regresó al lomo de su ave pokemon y los tres desaparecieron entre los árboles.

Las chicas corrieron a abrazar a sus pokemon, agradeciendo que no se los hubieran llevado ni a ellos ni a los demás. Por otro lado, se encontraban molestas por lo que la chica había dicho, que sus pokemon eran débiles y que fue un desperdicio pelear en su contra.

Usagi seguía confundida... ese rostro ya lo había visto en otro lado... ¿Pero, dónde?... No lograba recordarlo...

Pronto notó que, no sólo su Mr. Mime, sino los otros dos pokemon lucían extraños, serios, pensativos... Una actitud muy rara en ellos. Además de las heridas de la batalla, no parecían estar afectados por otra cosa... así que... ¿Qué era lo que tenían?

- ¿Cómo están sus pokemon, amigas? – preguntó Usagi.

- Machoke es un chico fuerte... estará bien para mañana.

- Jigglypuff está sano y salvo... me alegra tanto. ¿Qué hay de Kororo?

- Él está bien...

Regresaron a su campamento para curar las heridas de sus pokemon, quienes seguían en una actitud muy extraña... quizá se debía a su derrota... tal vez se trataba de eso...

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Mamoru contaba las pokebolas que Ami y Rei le acababan de entregar. Eran bastantes, pues antes de atacar a esos cinco chicos, ya habían asaltado a otros más. Un gran botín, sin duda. Mamoru, pese al gran número de pokemon, parecía un tanto triste.

- Créanme que, de ser posible, dejaríamos al Equipo Rocket – murmuró, quitándose el antifaz y mostrando su galante y fino rostro moreno – Odio este trabajo. No quiero ni pensar en el dolor que sienten los entrenadores cuando les quitamos a sus pokemon.

Ni Ami ni Rei dijeron nada, sólo se miraron entre sí.

- Siguen sin decirme porqué trabajan para mi padre – dijo enseguida.

Incómodas con el comentario, no atinaron a responder nada. Sólo suspiraron. Por órdenes de Giovanni, tenían prohibido decirle a Mamoru que estaban en el equipo por la fuerza.

- Su Piggeot parece cansado, joven Mamoru, iré al río por un poco de agua – se ofreció Ami enseguida, después de notar un sonrojado gesto en Rei. No sería mala idea dejarlos solos un momento.

- Te acompaño – dijo Rei, pero Ami le guiñó el ojo, reteniéndole por el hombro.

- No te preocupes, que no voy a perderme – sonrió – No tardaré.

Ami corrió en dirección al río, perdiéndose de vista entre los árboles.

Rei puso un gesto de molestia. Ami lo había hecho a propósito... ya se las pagaría en cuanto estuvieran en privado. Recordando que estaba a solas con el joven del que estaba enamorada, se volvió hacia él, sin saber muy bien qué hacer a continuación.

Mamoru le sonrió celestialmente, sentándose sobre una roca e invitándola a sentarse a su lado con un sencillo gesto. Rei titubeó un poco... Pero pronto respondió a la invitación, contenta. Al parecer sí le interesaba al joven Mamoru. Él no parecía incómodo de estar solo con ella.

- Si no estuvieran en el equipo Rocket, no sé como estaría yo – murmuró el joven – Creo que desde hace mucho ya hubiera huido... Pero no puedo dejarlas.

Rei se sonrojó ante la confesión. Era su oportunidad de mostrarle parte de lo que sentía por él.

- Ami y yo estamos muy contentas de conocerlo, joven Mamoru – comentó Rei, sonriéndole – Usted nos hace sentir un poco mejor.

- Sólo deja de decirme 'joven Mamoru' – reprochó – Me haces sentir viejo.

- Lo siento.

Mamoru rió ligeramente, acariciando el cabello de Rei de forma paternal.

- No hay problema, Rei...

La chica sintió que era el momento. Miró fijamente a Mamoru, quien puso un gesto un tanto serio. Había captado a la perfección lo que quería decir esa mirada.

- Mamoru... yo... bueno – balbuceó al principio, tratando de recoger el coraje que tenía – Quiero decirte que...

Mamoru estaba listo para escuchar lo que iba a decirle cuando...

... sonó su reloj comunicador. Era su padre.

- ¿Mamoru, ya tienes a los pokemon? – preguntó la voz de Giovanni.

- Ya.

- ¿Y qué esperas para traérmelos, eh?... Ven de inmediato.

- A la orden.

Rei lucía molesta y frustrada. El 'jefe' le había echado a perder el momento. Mamoru también parecía un poco enojado por la interrupción. Pero órdenes eran órdenes, tendría que irse en ese momento.

Agarró la mochila con pokebolas y volvió a montar su ave pokemon. Antes de partir, miró a Rei un tanto apenado.

- Lo siento, mucho... – se disculpó – Tendremos que posponer nuestra plática para otro día... ¿De acuerdo?

- De acuerdo.

- Despídeme de Ami, por favor. Tengo que irme – dijo, levantando el vuelo – ¡Adiós!

Rei le despidió con un gesto de mano y una mirada frustrada. Suspiró con fuerza, sintiendo que su corazón latía a gran velocidad. La próxima vez triunfaría.

De pronto escuchó unos ruidos en unos arbustos. Volteó de inmediato, encontrando a Ami en su mejor modalidad de espía. La peliazul sonrió, bastante apenada de haber sido descubierta. La morena le dirigió una gélida mirada de molestia.

- Uh... oh... yo... Rei... – balbuceó, asustada de ver a una encendida Rei.

- Ami... – musitó sombriamente – Tienes tres segundos para correr...

Contrario a su gesto de molestia, Rei estaba muy contenta por que, a fin de cuentas, no todo había salido tan mal. Ami también sabía que su amiga no estaba enojada, sólo buscaba una manera de deshacerse de la pena de contarle los detalles.

A pesar de su vida forzada como parte del Equipo Rocket, se tenían una a la otra y eso les bastaba para sobrellevar la situación. Con esas chicas que se encontraron en la tarde, estaban seguras que podrían rescatar a sus seres queridos de las garras de Giovanni.

Continuará...

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