Por: Escarlata
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Parte 7El trío acababa de llegar a Arco iris. Tenían pensado ir directo al centro pokemon para que sus pokemon se repusieran totalmente de su batalla contra el Equipo Rocket. También curarían al resto de sus pokemon que, por fortuna, no habían peleado contra ellas, pero habían tenido un intenso entrenamiento en el bosque.
La enfermera del centro les informó que sus pokemon se encontrarían repuestos en 24 horas, que mientras podrían ir a descansar ellas también. El trío obedeció. Se encontraban comiendo en una cafetería de la ciudad, cuando Usagi decidió contarles a sus amigas lo que le tenía tan pensativa desde su encuentro con el Equipo Rocket.
- ¿Alguna de ustedes vio el rostro de la chica de azul cuando Machoke le quitó el antifaz? – preguntó un poco seria.
- Yo la alcancé a ver – respondió Mina primero.
- Yo casi no – dijo Makoto – ¿Porqué preguntas eso?
- Ya he visto a esa chica antes... en algún otro lugar, pero no recuerdo dónde – confesó, confundida.
- Quizá sea de tu ciudad – supuso Minako, sosteniendo su mentón con una mano.
- Eso debe ser, Usagi, no te preocupes por eso.
- Está bien. Me olvidaré del asunto... Pero mejor le aviso a la doctora Mizuno sobre nuestra pelea con esas Rocket. Puede que nos dé un consejo.
Terminaron de comer y regresaron al centro pokemon para comunicarse con la doctora por el video-teléfono. La mujer se encontraba haciendo unos escritos a computadora cuando recibió la llamada de Usagi. En la pantalla apareció el rubio rostro de la chica, tras ellas se asomaban sus amigas, a quienes ya conocía por anteriores llamadas.
- Hola, Usagi, ¿cómo has estado?
- Muy bien, doctora, gracias – respondió – Estamos en Ciudad Arco iris, llegamos anoche.
- Me alegra mucho – pronto notó el gesto un tanto preocupado del trío – ¿Pasa algo, chicas?
Usagi le explicó, con lujo de detalles, aunque sin mencionar que una de esas jóvenes le resultaba familiar; su pelea contra el Equipo Rocket. Makoto y Minako sólo enriquecían la explicación con actuaciones y señas y comentarios.
- ¿No les hicieron daño? – preguntó, preocupada – ¿No les robaron a sus pokemon?
- Por suerte no, doctora – contesto Usagi.
De repente, Usagi alcanzó a notar un portarretratos a espaldas de la doctora, sobre una vitrina llena de artesanías y fotos. Estaba la doctora, algunos años más joven, y una pequeña niña como de cuatro o cinco años. La pequeña en el retrato tenía cabello corto azulado y ojos igualmente azules.
Esa pequeña niña y la joven del Equipo Rocket eran muy parecidas.
- No puede ser – musitó Usagi, sorprendida.
- ¿Hay algo mal Usagi? – le cuestionó una extrañada Makoto – ¿No le vas a comentar a la doctora sobre...
Usagi de inmediato le tapó a boca a Makoto. La doctora pareció confundida con ese comportamiento. Minako entendió lo que Usagi quería y le ayudó a salir del embrollo.
- No es nada importante, doctora, no le haga caso a Makoto – exclamó Mina aparentando total normalidad – Es algo sin importancia... Bueno, le hablamos después.
- Adiós, doctora – se despidió Usagi, apagando el teléfono después de que la doctora se despidiera.
Makoto se destapó la boca y de inmediato le recriminó a la rubia su acción.
- ¿Porqué hiciste eso, Usagi?
- Es que... acabo de recordar que la chica de ayer es la hija de la doctora Mizuno – explicó lentamente.
- ¡¿Qué?!
- Vamos a otro lugar y les cuento todo bien. Vamos al parque.
Abandonaron el centro y fueron al parque que se encontraba justo enfrente del lugar. Un sitio con bancas, juegos para niños y una enorme fuente en el centro. Las chicas se sentaron en el borde de la fuente, donde Usagi les contó la historia del divorcio de la doctora Mizuno. Makoto y Minako supieron que el ex-esposo de la doctora le había ganado la custodia de la niña, para llevarla con él en sus viajes. Hacía diez años que ni madre ni hija se encontraban. Ella tendría como 15 o 16 años actualmente...
... Y la joven que se encontraron tendría más o menos esa edad...
No había duda, ella era la hija de la doctora Mizuno.
- ¿Cuál es el nombre de la joven, Usagi?
- Ami... Ami Mizuno. Jugábamos juntas cuando éramos niñas, ella es buena. Y estuve presente cuando su padre se la llevó después del divorcio.
- ¿No tienes idea de cuál sea la identidad de su compañera? – le preguntó Mina.
- No. A ella no la conozco...
- Bueno... no te preocupes por eso, Usagi... Cuando la volvamos a encontrar hablaremos con ella. Quizá puedas convencer a Ami y a su amiga de abandonar al Equipo Rocket.
- Cierto.
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Rei preparaba algo de desayunar mientras Ami se bañaba en el río. Suspiraba cada que recordaba esos minutos que estuvo con Mamoru, minutos en los que casi le confiesa su amor, pero el destino no lo quiso así.
Sin querer, en ese momento también recordó cómo había terminado en las filas del Equipo Rocket junto Ami...
Tendría como catorce años en ese entonces. Vivía en Niban, en un templo dedicado al mítico pokemon de fuego: Moltres. Era nieta del sacerdote, un sabio viejo que conocía todo sobre los pokemon del tipo fuego y que bendecía a todos aquellos entrenadores que sólo trabajaban con ese tipo de pokemon.
Desde pequeña había mostrado una enorme afección con sus pokemon, el primero de ellos, un pequeño Flareon que su abuelo había evolucionado sólo para ella. Era en extremo talentosa y siempre resultó ganadora en los campeonatos pokemon de los templos circundantes.
Un día, llegaron a su templo un hombre junto con su hija, una niña de la misma edad que Rei, pero que lucía un aspecto mucho más tranquilo y pacífico que ésta última. El padre era un artista en todo el sentido de la palabra. Escritor, pintor y músico. Le pidieron al sacerdote que les permitiera quedarse unos días, a lo que el viejo aceptó.
Rei pronto había trabado amistad Ami, la hija del artista. El primer pokemon de Ami, Vaporeon, era el único recuerdo que tenía de su madre. Desde su primera batalla, que terminó en empate, sabían que ambas eran peleadoras muy talentosas. Se volvieron buenas amigas y una imparable pareja en cuanto a batallas pokemon se trataba.
Después de varias semanas, el padre de Ami decidió continuar con su viaje, pero la pequeña no quería irse de ahí... y, mientras su padre y el sacerdote acordaban que Ami se quedara una temporada en el templo, un extraño hombre se encontró con ellos. El hombre era Giovanni, quien les exigió le entregaran a sus hijas; ya que las había estado observando por mucho tiempo y quería tenerlas en su equipo.
Naturalmente que se negaron. Ami y Rei le presentaron batalla y casi lo derrotan, pero Giovanni atacó al sacerdote y al artista, amenazando con matarlos si no se unían a él.
No teniendo más remedio, terminaron portando el uniforme del equipo Rocket.
Giovanni había acordado con ellas que, si le entregaban un determinado número de pokemon, las dejaría libres junto con sus familiares. Pero al ver que el par era una verdadera mina de oro, faltó al trato y ya no les dio oportunidad de irse.
Desde ese entonces estaban con los Rocket.
A las pocas semanas de haberse unido a Giovanni, Rei y Ami conocieron a Mamoru, el primogénito del jefe. Un joven de buen corazón que, por "amor y respeto" a su padre era su segundo al mando. Mamoru era todo lo contrario a su padre: Amable, respetuoso, caballeroso, guapo, atento con sus pokemon... Y Rei quedó prendada de él al instante.
Gracias a él habían podido sobrellevar un poco de esa mala vida de robo que llevaban.
Y, mientras Ami dedicaba todo el tiempo posible a su investigación, Rei cada vez más se enamoraba de Mamoru. Claro que le preocupaba la situación en la que estaban, pero le era imposible no pensar en él. Se prometió a sí misma ayudar a Ami a rescatar a sus familiares y hacer lo posible por conquistar el amor de Mamoru... Por los dioses que iba a lograrlo, sin importar qué o quién se interpusiera.
Continuará...
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