Por: Escarlata
***************************************
Parte 8A pesar de que esas chicas del equipo Rocket les habían derrotado de forma francamente humillante, el trío no se dejó vencer en espíritu y fue directo al gimnasio de la ciudad para retar al líder.
Igual que en ocasiones anteriores, ganaron la Medalla Trueno sin tanto problema.
Sus pokemon también habían superado ese difícil momento, pues parecían ser los mismos de siempre. Sólo les quedaba entrenar aún más duro para poder hacerles frente a esas chicas y convencer a Ami de dejar al Equipo Rocket, argumentando lo triste que se pondría su madre al enterarse de esto. Quizá eso serviría para ayudarla a abrir los ojos.
El trío se encontraba en las afueras de la ciudad, en su campamento, para descansar después de la batalla y preparar sus siguientes sesiones de entrenamiento.
- Es probable que nos las encontremos camino al siguiente gimnasio, es como si nos estuvieran siguiendo – dijo Makoto.
- Podemos decir que eso es bastante conveniente – comentó Minako – Pero... Usagi...
- ¿Uh?
- Creo que ella no te recuerda...
- Eso me temo...
- En todo caso – le interrumpió Makoto – Si ellas son las que van a seguirnos, será mejor concentrarnos en nuestras siguientes batallas, quizá los líderes de gimnasio de las demás ciudades sean más rudos. Antes que nada, debemos recordar nuestro sueño de ser Maestras Pokemon.
Las alentadoras palabras de Makoto bastaron para terminar de levantarles el ánimo a sus amigas. La alta chica tenía razón, su deber era conquistar el título máximo al que aspiraban miles de personas como ellas, y no podían distraerse con algo como el Equipo Rocket.
Un par de horas después, una vez terminada su sesión de entrenamiento, Usagi se ofreció a ir a la ciudad por algunos víveres... aunque su verdadera intención era comprar dulces y algunas historietas con el cambio que sobrara... Minako y Makoto se quedaron a preparar algo de comer con los ingredientes que aún les quedaban, confiando en que la rubia de las coletas regresaría pronto con algo de carne.
Usagi, tal cual los planes, compró toda la lista hecha por Makoto, y sus golosinas y revistas, y se decidió a regresar al campamento.
***** ***** ***** ***** *****
Mamoru acababa de llevar otra carga de pokemon a su padre. Sabía que Ami y Rei estaban en el bosque acampando, pero a esa hora solían bañarse en algún río (o creaban un lago de agua termal usando los poderes de sus pokemon) Prefirió darles esa privacidad y esperar al menos otra hora para poder ir a verlas.
Aún vagaba por su mente su pequeña plática con Rei.
Presintió que la chica deseaba decirle algo... algo importante obviamente. Le urgía volver a hablar con ella a solas y saber qué era aquello que quería decirle. El anterior sonrojo de la chica más o menos le daba una idea sobre el tema, pero era mejor que Rei se lo dijera directamente.
Paseaba por la ciudad en busca de un buen libro, que era una de sus actividades favoritas.
De pronto, al doblar una esquina, y perdido en sus pensamientos sobre Rei, chocó con alguien sin querer y sintió que la otra persona cayó al suelo.
- Por favor, disculpa, no me fije, estaba distraído – se disculpó Mamoru al instante con aquella chica rubia que parecía querer llorar por el golpe.
- No hay problema, las bolsas no me dejaban ver – dijo la rubia de inmediato, tratando de ocultar sus lagrimillas de dolor.
Mamoru le ayudó a levantar sus bolsas y se las entregó.
- De verdad lo siento, fue un accidente – se disculpó de nuevo el joven.
- Ya te dije que no hay problema – repitió la chica – Ya lo has dicho, fue un simple accidente.
- Pero la caída debió dolerte.
- Bueno – rió – en eso sí tienes razón... me dolió...
Ambos compartieron una risa que terminó de romper el hielo. Mamoru se dio cuenta que era la primera vez que experimentaba una risa así de genuina después de mucho tiempo. Fue raro, y también lo hizo sentir bien.
Su risa paró primero y contempló a aquella graciosa niña de coletas rubias que reía de forma limpia y divertida. Sintió que su rostro apenas bronceado le era familiar, pero quizá sólo era su imaginación, la chica era linda y eso nadie podía negarlo.
Usagi, al aplacar su risa unos segundos después, se percató de la intensa mirada que aquel chico le mandaba, lo que le obligó a bajar su rostro sonrojado. Mamoru igualmente se percató de aquello y desvió su mirada y un súbito rubor en sus mejillas.
- Disculpa – murmuró el joven – no era mi...
Pero Usagi le interrumpió con una radiante sonrisa.
- Soy Usagi Tsukino, entrenadora pokemon – se presentó alegremente – Mucho gusto en conocerte.
- Soy Mamoru... – de pronto dudó en dar el apellido de su padre, por lo que rápidamente usó el de su difunta madre – Mamoru Chiba, y también soy un entrenador pokemon... el gusto es mío.
Enseguida se dieron la mano, y Mamoru pudo sentir la enorme calidez que emanaba de Usagi... la misma calidez que ésta percibía en Mamoru. De nuevo se quedaron perdidos en sus pensamientos, hasta darse cuenta que sus manos llevaban ya demasiado tiempo sujetadas.
Se soltaron al instante, sin lograr reprimir un nuevo rubor en sus rostros.
- Será mejor que me vaya, Mamoru, me están esperando – dijo Usagi en tono de despedida – De verdad me ha encantado conocerte... y si eres entrenador, seguramente nos volveremos a ver.
- Estoy de acuerdo – contestó, sin poder borrar una súbita sonrisa que apareció en su rostro – Y de verdad deseo que nos volvamos a encontrar.
- Entonces – agregó, comenzando a alejarse – esto no será un adiós... ¡Hasta luego, Mamoru!
- ¡Hasta luego!
La vio correr hasta perderse de vista por entre las calles, obviamente en dirección al bosque.
Seguía sin explicarse qué era lo que acababa de pasar, que de repente se sentía extrañamente feliz. Quizá fue por ver esa sonrisa limpia y esa risa sincera. Quizá fue por que hacía tiempo que no se topaba con alguien así. Quién sabe, el punto era que de pronto se encontraba muy feliz y no dejaba de pensar en ella.
Una súbita idea le llegó a la mente...
¿Amor a primera vista?
Sacudió su cabeza de semejante pensamiento y siguió su paseo por la ciudad en busca de su libro.
Por otro lado, Usagi corría con prisa, pero con la misma felicidad inundándola en su corazón. Nunca había pensado siquiera en la posibilidad de tener un amigo, refiriéndose claramente a uno del sexo masculino. Entre su sueño de ser maestra pokemon y sus dos grandes amigas, jamás se le habría ocurrido fijarse en algún muchacho...
Tuvo que confesárselo a sí misma: ese joven le inmediato le gustó... y no sabía porqué...
Apretó el paso para llegar con sus amigas, que seguramente esperaban la carne que le habían encargado para el guisado. Tenía hambre y su plan de comer sus dulces en el camino no pudo llevarse a cabo, pero... ¿cómo quejarse después de tan lindo encuentro?
No sabía si contar su experiencia a sus amigas... pero no dudaba en que ellas la notarían más contenta de lo normal y no dudarían en someterla a su particular interrogatorio.
Viéndolo de ese modo, era preferible contarles todo... además, eso la libraría de una reprenda por parte de Makoto debido al retardo.
Y, lo primero que hizo al llegar, fue contarles todo a sus amigas...
Continuará...
***** ***** ***** ***** *****
