-Arwen no me tires ya más del pelo...

-¡Es que me gustan tus trenzas papi!

Elrond rió mientras besaba a su hija, en su regazo, mientras él sentaba en aquella silla de oro, en la Sala del Fuego.

-Es un poco tarde, ¿por qué no te vas a la cama?

-¡No tengo sueño!- dijo la niña en sus brazos, negando con la cabeza de un lado a otro.

La noche estaba ya entrada y a través de las grandes cristaleras se podía ver la luna, entre su manto azul de estrellas.

-No te preocupes Elrond, yo la llevaré.

Glorfindel se levantó sonriente de sus asiento, como tantas de aquellas veces y cogió a Arwen en sus brazos: -Dime, mi niña, ¿te cuento un cuento?

Arwen se frotó los ojos cansados y grises: -Vale.

Glorfindel salió de la sala despacio, acariciando el pelo ambarino de la niña, casi meciéndola entre sus brazos.

-Le encantan los niños.

-Sí, poca gente se ocupa de ellos tan bien como él lo hace y con tanto amor.- Celebrían a su lado, en su silla de oro sonrió todavía mirando la puerta por la que acababa de salir su hija menor.

-Le harían falta unos hijos...- comentó el señor de Rivendel levantándose lentamente y observando la luna, al otro lado de la gran ventana.

Nadie quedaba ya en la Sala del Fuego, los invitados y los sirvientes habían abandonado la habitación hace tiempo, solos, dama y señor.

Celebrían se levantó y acercándose a su marido apoyó su cabeza suavemente en su hombro y observó junto a él la luz de la luna.

Elrond la miró mientras comenzaba a abrazarla, acariciando su pelo de plata, como el gris de sus ojos, como los destellos de Isil: -¿Crees que soy un mal padre...?

La mujer rió en sus brazos mientras la luz del fuego y la de las estrellas les confundían al uno del otro: -No, cariño. Eres muy buen padre.

-¿Piensas que Arwen quiere más a Glorfindel que a mi?- su rostro parecía débilmente preocupado.

-Arwen te quiere como padre y a Glorfindel le quiere como amigo, casi como a un hermano mayor.

La mano de Elrond se había deslizado hasta la barbilla de Celebrían e hizo que le mirara:-¿Y eso que quiere decir?

La dama de Rivendel le pasó la mano por su mejilla: -Quiere decir que no se puede comparar el amor que Arwen le da a Glorfindel y el amor que te da a ti porque son distintos.

Elrond besó sus labios de plata, sintiendo amor en cada milímetro de piel que notaba bajo los suyos, sintiéndose ahora más tranquilo. Celebrían siempre le daba la respuesta que sus oídos querían oír. Parecía que su mente y los labios de su esposa estuvieran unidos, eso fue lo primero que le hizo fijarse en ella, lo primero que le inspiró amor.

El señor de Rivendel bajó sus manos rozando la sombra del cuerpo de su mujer, entre aquel color gris de luna, azul de noche, rojo de fuego... y de rodillas ante ella le cogió la mano. Era blanca, suave, como siempre había sido, todavía sentía en su piel la primera vez que aquella mano le había rozado. La deslizó entre sus manos y besó cada dedo, cada centímetro de su palma, los nudillos, la besó con aquellos besos dignos solamente de las princesas, pero ella era más que eso, ella era como una reina, todo su amor se lo otorgaba a ella, a su piel y a su pelo. De rodillas ante Celebrían Elrond creyó morir de amor.

Deslizándose como la brisa entre la hierba la otra mano de Celebrían acarició los cabellos oscuros de Elrond y desde arriba le observaba, como un rey que en un suspiro se convierte en sirviente y a aquel sirviente fiel la reina ofrecía todo su cariño.

Los brazos de Elrond rodearon la cintura de su esposa y mientras ella de pié apoyaba sus manos en los hombros del elfo, él de rodillas besaba su vientre entre sedas de vestido dorado.

De los labios de Elrond salieron pensamientos avivados: -No te vallas nunca de mi lado.

Las manos suaves de Celebrían se perdieron en un abrazo mientras se agachaba junto a su marido: -¿Me amas?- susurró en su oído en un hilo de voz de cristal.

-¿Acaso lo dudas, mi amor?- sonó la voz del señor de Rivendel impregnada de tinta de amor, entre el lienzo de los cabellos de Celebrían.

-No...- rió alegre su mujer: -Nunca lo he dudado.- y besando su frente creyó desfallecer de deseo: -Sólo quería oírlo de tus labios.

Elrond no pudo caer en la tentación repentinamente fuerte de besar cada parte de su cuerpo, de hundirse en su mar de caricias, de perderse en el bosque plateado de su pelo. El cuerpo de Celebrían se extendió en el suelo de mármol como la nieve se extiende por la ladera de la montaña: -Te amo, Celebrían, te amo, nunca dejaré de amarte.

Y la luna fue el único testigo de un amor de fuego y estrellas.

CARMENCHU!!!

P.D. vale!!! A Frodo también le haré una hobbita!!! Pobrecito!! No vamos a discriminarle!! Sabéis... creo que se nos ha olvidado uno esencial!!!! ÉOMER TAMBIÉN QUIERE UNA NOVIA!!! Que os parece??? Jajaja Y me había empezando a olvidar ya de mi querido Elroyënath!!! Y ESO NO PUEDE SER!!! Ya le tendréis aquí, ya, ya..... Pero bueno... poco a poco...

Todos estos se nos van a llenar de hijos por todos lados con tanto amor de por medio!!!! QUE BIEN!!!! VIVA LOS NIÑOS!!! Colaboramos en el crecimiento de la población de la Tierra Media!!! :D!!!

Por cierto, se me ha estropeado mi ordenador patata este que tengo y no va muy bien con el internet... tal vez tardaré un poquito más en subir los capis... joooo.... me estoy deprimiendo!!! CARMENCHU TRISTE!!! XP! Besotes gordos a tos!!!!