Era una bella noche de verano y entre los prados de Rohan los caballos pastaban, acompañados por el viento y la luz de la luna.

En la parte más alta de Edoras el Castillo de Oro brillaba a la par con las estrellas y la luna impetuosa vestía las praderas de plata. Los picos de las montañas distantes arañaban el cielo oscuro y entre las caricias de las sombras en el palacio se celebraba una fiesta y su música cincelaba la hierba de los campos.

Las altas cristaleras brillaban ribeteadas de oro junto con el fuego de las velas. Las baldosas doradas vestían el pavimento y sobre las paredes de rayos de sol tapices de caballos y guerreros y los campos que afuera se bañaban de estrellas. Se mostraba en el Castillo de Oro los mejores momentos de Rohan.

En el trono de perlas el rey Théoden vestido de rojo terciopelo y sobre su cabeza una corona de oro. A su lado, en un trono similar, una mujer de caracteres parecidos al rey y una misma corona dorada en su frente. El rey y su hermana presenciando el baile.

Al lado derecho de su padre, un joven de cabellos oscuros y ropajes de una plata casi lunar y en su cabeza el brillo del sol reflejado en su corona, a pesar de todo de menor tamaño, Théodred, heredero al trono de Rohan. Al lado izquierdo de los tronos, una mujer de cabellos dorados y vestido inmaculado y otro joven, de pelo también claro, como los antiguos guerreros provenientes del norte y ojos azules como el mar y el cielo; en sus frentes dos tiaras de oro como el castillo que les rodeaba y de pie junto a su madre esperaban, hijos dignos de la hermana del rey.

El color de los trajes de seda inundaba la habitación, las gentes de Edoras, vestidas con sus mejores galas, habían acudido a la fiesta que se celebraba todos los años, como costumbre del solsticio de verano, cuando la primavera terminaba y los potros nacían. Entre la música de los claros violines, de madera del bosque de Fargorn y cuerdas de las crines de los más bellos caballos del rey, las gentes reían y cantaban y bebían y escuchaban las historias de los bardos y saludaban con halagos a la familia real, acercándose a los tronos entre reverencias.

-Hijos...- dijo pausadamente la hermana del rey, con la corona en su cabeza: - Creo que por hoy ya habéis cumplido las normas reales adecuadamente, podéis ir a divertiros.

Théoden también habló con su aire regio: -Tú también puedes ir Théodred, presenta alguno de nuestros conocidos a tus primos.

-Gracias padre.

En el rostro de Éowyn se dibujó una sonrisa, la más joven de los tres, contenta de que por fin podía ir a bailar. Se agachó y le dio un beso a su madre en la mejilla: -Hasta luego mamá.

La madre rió divertida mientras ella se alejaba persiguiendo a Théodred entre la multitud de gente y sin embargo su hijo mayor, seguía sin moverse a su izquierda, con aire serio y tímido a la vez.

-¿No vas con tu primo y tu hermana Éomer?

-No... es que...- la mirada se le perdió en el suelo dorado de la sala.

-Venga Éomer, tienes que conocer gente y no estar siempre solo.- insistió su madre: -Mira tu hermana que bien se lo pasa.

A lo lejos, con su vestido blanco, Éowyn ya se las había arreglado para bailar con un joven de Edoras y contenta le llevaba al son de la música de los violines con el ánimo de una niña que juega con sus muñecas.

-Sí... bueno... yo no soy como Éowyn...

-Oh, por favor, ya estamos con lo mismo- la madre se levantó del trono y le empujó para que bajara los escalones del atril real hacia la gente de la fiesta: -Vete ahora mismo a bailar con alguna jovencita guapa y luego vienes y me lo cuentas. ¡El sobrino del rey no puede ser tan tímido como tú!

Éomer se dirigió de mala gana hacia la multitud obedeciendo a su madre y entre la gente alguien le cogió por los hombros.

-Ven aquí primito, venga, no seas tímido, que te voy a enseñar a una cuantas chicas... y luego ya me dirás que tal son eh...- una sonrisa pícara se dibujo en los labios de Théodred mientras empujaba a su primo entre los músicos y la gente que bailaba.

-¡No Théodred! ¡No! ¡Todavía me acuerdo de cuando en el último baile me juntaste con una pesada que no me dejó en paz en toda la noche!

-Bueno, bueno Éomer...- decía su primo tirando de él: -Eso fue hace mucho tiempo...

Éomer paró en seco: -¡No me pienso mover de aquí!

Théodred le miró con ironía: -Ya... claro...- y de un fuerte tirón de la mano hizo caer a su primo al suelo y en el suelo cayó sobre el vestido de una mujer y la cola del vestido se rompió.

-¡Mira lo que has hecho Éomer, so torpe!- intentaba disimular Théodred entre la gente aguantando la risa.

Éomer se levantó con dificultad: -¡Te odio!

-Tranquilo primo, enseguida te saco de este embrollo...

La joven miraba la cola de su vestido rota y Éomer se temió que empezara a gritar o peor, a llorar. Dejó a Theodred mientras seguía conteniendo una risa boba e infantil y fue hasta la mujer.

-Lo siento, yo... ha sido sin querer... no quería romperte el vestido... esto... si quieres te lo pago... o le mandaré a nuestro sastre que valla a tu casa y te tome medidas y te haga un vestido igual, o como tu quieras... lo siento...

Para sorpresa de Éomer la mujer se puso a reír junto con su primo y entre la risa de los dos se sintió estúpido.

-No pasa nada...- dijo la mujer todavía riendo y al otro lado de Éomer Theodred, que reía a carcajadas: -Además, no me gustaba mucho este vestido.- volvió a reír: -No hace falta que me lo pagues y que le digas nada a tu sastre.

La mujer tenía el pelo largo, rizado y castaño y no era mucho mayor que Éowyn, sería de la edad de entre Theodred y Éomer. El vestido rojo y de mangas anchas que llevaba estaba rasgado y la tela rota estaba en el suelo. El cuello del vestido era muy bajo y con escote ribeteado de oro, que dejaba ver sus hombros y como todas la mujeres de la fiesta desprendía un bello olor a perfume. A Éomer, por mucho que a ella no le gustase el vestido, él la veía espléndida.

Cuando la mujer paró de reír acercó la mano a Éomer aún con una sonrisa: -Me llamo Lothiriel ¿y tú?

Estrechó tímidamente la mano de ella: -Em... Éomer.

Lothiriel hizo una breve reverencia tras oír su nombre: -Encantada alteza.

Éomer se ruborizó levemente: -Igualmente.

A su lado Theodred seguía riendo como un tonto y los músicos comenzaron con una nueva melodía.

-¿Quieres bailar?- le preguntó sonriente Lothiriel mientras el color rojo de las mejillas de Éomer empezaba a subir de tono cada vez más.

-Bueno...

Nada más decirlo Lothiriel le cogió las manos y después de apoyar una de Éomer en su cintura y poner la suya en su hombro, comenzaron a bailar por la sala, pareciéndose a Éowyn con el joven de Edoras.

-¿Cuantos años tienes?- le preguntó mientras, entre la música, aire fresco entraba por las cristales y les mecía el pelo a los dos.

Éomer se quedó unos segundos en blanco y balbuceó.

Lothiriel rió: -¿No te acuerdas de cuantos años tienes?

-¡Sí, claro! Em... veintitrés.

Lothiriel volvió a reír: -No te preocupes, a mi también se me olvidan los años que tengo a veces. Yo tengo veintidós.

Era raro ver a Lothiriel, elocuente y suspicaz charlatana hablando con Éomer, el sobrino tímido del rey, bailando con el vestido rasgado por la parte de atrás y él con las mejillas coloradas.

El silencio entre los dos se empezó a volver incomodo y Éomer sintió que tenía que preguntarle él también algo a ella: -Esto... ¿tienes caballos...?- fue lo único que se le ocurrió.

Tras decirlo le pareció la pregunta más estúpida del mundo, en Rohan todos tenían caballos.

-Sí, tenemos un establo grande cerca de mi casa, tenemos tres caballos y dos yeguas y una yegua dentro de poco parirá un potro. Mi padre me ha dicho que cuando nazca le ponga yo el nombre. Pero no se me ocurre ninguno...

-Yo una vez le puse el nombre a un caballo.- tal vez había sido lo más interesante que había dicho en toda la noche, que vergüenza sentía hablando con Lothiriel...

-¿Cuál le pusiste?

-Tenía manchas oscuras y le gustaba mucho bañarse, cada vez que veía una charca se mojaba las patas y decidí llamarle... te va a sonar muy tonto pero le puse... Rana...- Éomer se vio más colorado que nunca.

Lothiriel comenzó a reír de nuevo: -¿Rana?- soltó una carcajada: -¡Me gusta Rana!- continuó riendo y a pesar de que si hubiera sido una situación normal Éomer hubiera palidecido de timidez, ahora disfrutaba con la risa Lothiriel.

-Está bien, cuando nazca el potro le pondré Rana.- dijo mientras reía.

Éomer se sintió casi halagado, incluso más halagado que con una de las reverencias que como sobrino del rey tantas veces le habían hecho.

La música alegre que habían estado bailando hasta ahora terminó y los violines entonaron una melodía lenta, como el viento suave cuando roza las briznas de hierba por los prados, entre los caballos.

Sin percatarse casi, Éomer se encontró abrazado a Lothiriel y con su cabeza apoyada en su hombro, mientras la mecía al son de la música mas esta vez no se ruborizó.

El olor del perfume que ella llevaba en su cuello era el más bello e intenso del que llevaran todas las mujeres de la fiesta y sus rizos oscuros olían a hierba y paja, olían a los campos de Rohan. Sus ojos de cerca eran incluso más bellos y solo ahora se percataba de que eran tan azules como los suyos, como los tuvo una vez Eorl, el joven. Los brazos de ella le rodeaban el cuello y a cada paso que daban su vestido, aún rasgado, le rozaba suavemente.

Bailaron toda la noche. La gente se iba de la fiesta poco a poco, después de dar sus gratulaciones al rey y a su hermana y por la gran puerta del Castillo de Oro salían para no volver hasta el próximo año.

Los músicos tocaron incansablemente hasta que las primeras luces del alba comenzaron a aparecer en el horizonte de los prados, a través de las cristaleras y Éomer se sentía en un sueño, abrazado a Lothiriel, hasta que la voz solitaria de su madre lo despertó.

-Éomer es ya muy tarde... o mejor debería decir muy temprano... deberías acostarte y dormir un poco, dentro de poco servirán el desayuno.

Lothiriel abandonó el pecho de Éomer, que como una almohada la había abrigado toda la noche y ella también se sintió despertar de un sueño.

-Parece que te llaman...

-Sí... debo irme ya...- Théodred y Éowyn les miraban juntos desde lejos susurrando por lo bajo.

Lothiriel rió: -No me olvidaré de ponerle Rana al potro.

Éomer no tembló, no balbuceó, no dudó, no se ruborizó, directamente en su oído susurró decidido lo que había deseado decirle desde el momento en que la vio reírse de su vestido y mientras tanto un beso se posaba como una mariposa en sus labios: -Te amo...

Éomer se alejó despacio de ella y mirándola por última vez le dio la espalda, dejándola sola y sonriente, sintiendo aún su beso en los labios, en el centro de la sala, para no volverla a ver hasta el año próximo.

Cuando llegó a la altura de Theodred y Éowyn y por una puerta grande y de oro se perdieron por fin de vista un susurro chistoso salió de los labios de su primo: -Buen ligue, Éomer.

Y Éomer sonrió.

CARMENCHU!!!

P.D. que tal??? Ya se que ha quedado un poco raro pero es que lo escribí hace una semana, antes de saber que la novia de Éomer era una princesa... lo hice pensando en una muchachita de Rohan.... pero no me apetecía cambiarlo todo y solo le cambié el nombre con el de su novia oficial. YA SE QUE SOY MUY VAGA! XP!

Besos!!! Y me gustan los reviews laaargos!!! Jejeje que mala soy!!!