05.Sam

Me desperté. Miré a mi alrededor y ella ya no estaba. Las sábanas revueltas… qué había hecho…

La luz del día entraba tímidamente a través de los pequeños agujeros de las persianas cubriendo así la habitación de un suave manto estrellado. Volví a mirar de nuevo a mi lado, allí debería estar ella, ocupando ese lugar siempre vacío que por unas horas había invadido. Me sentí solo. Aquella noche me había amado como a ningún otro… no sólo aquella noche, sin saberlo ella siempre lo había hecho… y jamás imaginé que esa persona, aquella que sentiría… que sentía su vida vacía, sin sentido… sin mí… fuese ella…

Por unos momentos imaginé que tal vez era aquella otra con la que había estado, me avergüenza haberlo hecho cuando seguramente ella sólo estaría pensando en mí; ahora es cuando me doy cuenta de lo mucho que ella ha hecho por mí, por mi vida, ahora me doy cuenta de mi egoísmo, de mi ceguera… Pero basta, los recuerdos son sólo eso, recuerdos.

Me levanté pesadamente. Un escalofrío sacudió mi cuerpo con fuerza. Fui directamente al baño, una ducha fría siempre aclara mis ideas después de levantarme y realmente lo necesitaba: el agua corre, se desliza rápidamente por mi piel y mis músculos reaccionan reacios a ella. Salí de la ducha y me crucé con mi propia mirada al pasar delante del espejo, mis ojos… ese mirar no era el mío, era… una alegría demasiado sincera ¿tanto había hecho por mí esa noche?

Eso parecía…

¿Los demás lo notarían también? ¿ella lo haría?

Al volver a la habitación una pálida claridad la invadía, aun no había subido las persianas, de hecho no lo haría, ese ambiente producía en mi una sensación acogedora, como si esa, la claridad oculta, fuese mi verdadera naturaleza, como si aquel velo que evitaba el afloramiento de ésta no me correspondiese a mí quitarlo, y a la vez tuviese la plena seguridad de que ella lo haría.

Seguí un rato inmóvil, dejándome llevar por ese sentimiento. Más tarde, percatándome de mi tardía, empecé a vestirme a toda prisa y salí corriendo hacia el palacio de fuego.

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Entré en la sala como bestia poseída, sudando y jadeando por el cansancio, pero aún así pude decir alegremente:

-¡Hola!- la princesa me miró con ese aire de serenidad imperturbable. –Perdone princesa pero… yo me desperté pronto pero… no sé que pasó que…- me rendí ante mi inigualable capacidad de expresión. –Lo siento…

-No pasa nada Sam, aún no hemos empezado, Himmel y Hava no han llegado.

Miré hacia sus sillas y estaban vacías, al lado de la de Himmel estaba Faíl, parecía preocupado, aunque quien sabe, tal vez sólo pensaba en sus "importantes" quehaceres… realmente… no sé si algún día conseguiré entender a este chico… lo intento desde pequeños, pero hay algo en él, como una coraza impenetrable, su mirada fría y arrogante… el contraste de ésta con sus acciones… y luego esa devoción hacía Himmel. Incomprensible, de veras incomprensible. Se percató de mi fija mirada en su rostro y levantándolo posando su impasible mirada en mi, dijo:

-¿Sabes por qué no han venido aún?- Eso era lo que menos esperaba que dijese, una frase irónica a cerca de mi embobamiento hubiese sido para mi menos chocante.

-Himmel ya sabes, debe estar arreglándose aún, siempre pasa horas haciéndolo mientras nosotros la esperamos…- creo que no debería haber dicho eso, un rápido reflejo de furia cruzó su mirada, y luego sus ojos volvieron a su estado altivo. –Aunque Hava debería estar ya aquí, siempre es la más puntual.

-¿Pero no estuviste ayer con Hava?- Un rubor invadió mi rostro tintándolo de una no leve, sino marcada tonalidad roja… -Lo siento ¿he dicho algo inoportuno? ¿Acaso no fuiste tú quién la acompañó a su casa?- que alivio… -¿Te dijo algo de que se retrasaría?

-Em… no, bueno, es que… en fin… ella me acompañó… y… bueno, no, no me dijo nada…- si cuando yo digo que mi capacidad de expresión es inigualable, es que es inigualable.

-¿Ella te acompañó a ti?- ahora su rostro emitía una gran emoción con un cierto aire malvado. -¿Y desde cuándo ella te acompaña? ¿Crees que eso es correcto? O tal vez…- ya estaba otra vez… siempre igual… no he conocido persona más… como decirlo… suspicaz… bien, sí, Himmel… son iguales… tal para cual… -Tú ya sabes… ¿por fin os decidisteis?

-Pe… pe… ¿pero de qué hablas?- ahora miré a Kakyuu, me dedicó una sonrisa divertida (la discreción de Faíl a veces puede ser abrumadora).

Súbitamente dos figuras femeninas, muy conocidas ya por todos, irrumpieron en la habitación. Eran Himmel y Hava, me levanté como atizado por una descarga eléctrica e intenté balbucear algo… que al parecer sonó incomprensible a los oídos de mis oyentes.

-¿Qué te pasa? ¿Cómo pretendes que alguien te entienda hablando así?- Después empezó a reír estrepitosamente ante el nuevo subido de color de mi cara. Himmel… esa chica siempre tan brusca, me pregunto como una persona así puede estar con alguien tan parecido a ella.

-Só… sólo intentaba preguntaros por qué venís tan tarde… en ti es algo normal…- ahora debería mirar a Hava… aun no me había atrevido a hacerlo. –¿Pero y tú, Hava? ¿Se te pegaron las sábanas?- siempre igual… cómo puedo llegar a entorpecer las cosas… debería haber sido menos brusco… más amable… pero… ella debía entender que me costaba hablarle después de esa noche… Un momento. ¿Qué le pasan a sus ojos? ¿Es esa hinchazón lo que creo que es? ¿Ha estado llorando? ¿Pero por qué? En ese mismo instante intenté acercarme a ella pero noté como muy sutilmente era rechazado. Volví a sentarme mientras ella rodeaba mi silla para hacer lo propio en la de al lado. La notaba tensa, nerviosa, continuamente se mordía el labio y su pie no paraba de ejecutar pequeños pero rápidos golpecitos contra la pata de la mesa.

Entonces Kakyuu habló:

-Bien, hoy debemos decidir si disolvemos la vigilancia. La muerte de Ymir ya puso en peligro el funcionamiento de ésta- sus ojos se humedecieron casi imperceptiblemente. –Pero ahora con la marcha de Raiden y Akeryll, las torres de Kämpfer y Krystallos están vacías, con lo cual el poder de éstas es insustancial, y todos sabemos que nuestros pequeños guerreros aún no están listos para despertar… por ello he estado pensando en la incomodidad que suponía para vosotros la constante, sino casi total, vigilancia de las torres, además en vista del nuevo poder que ahora posee Akeryll…

La interrumpí:

-¡Pero no podemos depender siempre de ella! No sería justo… no… ¡no lo es! No me miréis así, todos sabéis que tengo razón, ella ya ha sacrificado suficiente, y por favor no intentéis parecer ajenos a lo ocurrido. Princesa, usted nos pidió que no interfiriésemos en su decisión, que no la apoyásemos y menos la desanimáramos, que debería tomarla sola. ¿Pero acaso no sabía ya usted de antemano que con ese comportamiento ella decidiría eso? Y ahora… pretende que viva siempre pendiente de nosotros… ¡No¡¡No…!

-¡Calla!- Hava me miró fríamente, mientras, después de ese mandato, prosiguió. –No hables así a nuestra Princesa, debes tenerle el respeto que se merece… además…- ahora podía percibir como su voz empezaba a vacilar. –Cuando Galaxia vino… yo… guardé todos los datos de nuestra tecnología en mi ordenador… para evitar que en caso de la total destrucción se perdiesen…

-Sí, hermanita, nos lo contaste- Faíl parecía interesado.

-Lo sé. Entre esos datos guardé también el proyecto Vahan, un nuevo sistema de protección que estaba diseñando a fin de liberarnos completamente de esa vigilancia tan pesada…- ¿Cómo? ¿Desde cuándo ella había estado haciendo eso? Al parecer Himmel estaba tan sorprendida como yo… aunque no podía decir lo mismo de mi Princesa y Faíl… -Sí… no pongáis esa cara, como sabía que si os lo decía no pararíais de preguntarme día tras día cómo avanzaba mi proyecto… decidí no deciros nada.- Siempre tan comunicativa, ella. –Sage y yo hemos trabajado duro… cosa que no puede decirse de vosotros…- ahora se pone graciosilla… un momento, ¿Sage? ¿Él también? -y finalmente lo hemos terminado…

-¡¿Ya?!- todos saltamos como locos de nuestras sillas, realmente era una noticia estupenda, algo que nadie hasta ahora había conseguido hacer…

-Sí, bien, sin alegrarse tanto… sólo existe un pequeño problemilla…- cosa mala… cuando Hava empezaba con los problemillas… éstos de problemillas no tenían nada… aunque estaba tan linda cuando su rostro adoptaba esa postura de chica prodigio, inteligencia desmesurada y gran profesionalidad… creo que sin quererlo volví a aparentar tomate… -El sistema es bastante complejo, necesitaremos el trabajo de todos para ponerlo finalmente en marcha.

-Nos hacemos cargo.- Kakyuu no se veía muy preocupada, ahora faltaba ver cual era ese problemilla…

-La causa principal por la cual nunca se había pensado en crear un campo de fuerza que protegiese nuestro planeta era básicamente la carencia de energía suficiente para alimentarlo, por eso pensamos que tal vez pudiésemos reconvertir el poder de nuestros cristales en puras ondas capaces de crear el escudo, pero… no encontrábamos modo alguno de hacerlo, finalmente Sage lo consiguió, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que seguía sin ser suficiente… Por eso… ayer… cuando Akeryll recibió el cristal de Ámbar me di cuenta de que esa era la energía que nos faltaba… pero Sam tiene razón, no podemos depender de ella, ahora…

-¿De quién no podéis depender?- era la voz de Akeryll, ¿pero de dónde venía? Miré a todos lados sin verla hasta que de pronto estaba sentada en su silla, como si lo hubiese estado durante toda la reunión. –Veo que estáis sorprendidos- rió con gran alegría, no parecía ser una risa forzada. –No sabéis lo mucho que me está gustando éste poder… ¡hasta proyección astral! Sí sí, no me miréis así, ahora yo estoy con Raiden paseando tranquilamente por nuestros jardines. Y a la vez puedo estar aquí, tan tranquilamente.

-¿Entonces has escuchado toda la conversación?

-En efecto, quería probar mi genial poder (que por cierto vosotros no tenéis) y casualmente os pillo complotando a mis espaldas…- nos guiñó el ojo. -¿Acaso he dejado de formar parte de la guardia de Kakyuu? Decidme Sam y Hava, ¿por qué no podría ayudar a mi Princesa, si de hecho he nacido para ella? Así que… no os preocupéis, ya tenéis la energía que necesitabais… ¡¡¡y ale!!! ¡A correr felices por el campo!- creo que tanto poder ha afectado sus neuronas… -Pero que… ¡espabilad! ¡No os quedéis ahí sin decir nada! Encima de que os brindo la inigualable oportunidad de ser libres…

-Oye… recuerda quién ha hecho el proyecto… y de quien ha sido la idea… ¿no?

-Sí sí, ya lo sé, pero sin mi no te servirían de nada todas las ideas del mundo.- Hizo una pausa, se colocó una mano en la boca y bostezando dijo. –Veo que ya está todo perfectamente aclarado, así que yo me voy ya, aunque no lo parezca esto de la proyección astral cansa mucho y esta noche…- su cuerpo y su voz se desvanecieron.

-En fin… esta chica siempre nos da sorpresas… bien…- hasta Kakyuu se había quedado sin habla.

Estuvimos un rato meditando sobre la "visita" recibida y la solución que al problema aportaba, finalmente Hava dijo:

-Si todos estamos de acuerdo, creo que deberíamos aceptar su ofrecimiento, porque de hecho, a pesar de lo que nosotros pensemos ella sigue siendo una sailor protectora de su Princesa, no podemos dejarla al margen de esto ni eximir sus responsabilidades como tal. Pensad también que eso no supondría para ella ningún esfuerzo, puesto que la energía de nuestros cristales, y aún más, la del suyo, es inagotable y gracias al mecanismo que hemos inventado, no sería necesario estar pendiente el día entero de la fuerza liberada por éstos, sino que automáticamente lo harían en la cantidad necesaria.

-Está bien, aceptamos.- me uní a la aprobación e instintivamente rodeé la mano de Hava con la mía sin, satisfactoriamente, ser rechazado.

-Bien entonces, este punto queda aclarado, ahora prosigamos.- Kakyuu estaba contenta, supongo que el haber visto a Akeryll tan feliz y alocada como siempre la había reconfortado, al fin y al cabo, parte de ella era su hija.

Seguimos debatiendo otros temas sobre la ciudad, como la necesidad de la absoluta reparación de las líneas de comunicación, aprovisionamiento de materiales constructivos, comida… alianzas con otros sistemas…

-Doy por finalizada la reunión.- concluyó Kakyuu.

Al levantarme de la silla me di cuenta de que la mano de Hava y la mía habían permanecido juntas durante toda la asamblea, en ese mismo instante noté también como ella se liberaba finalmente de la mía y al intentar yo hablarle, rehusó mis palabras haciendo caso omiso de éstas y dirigiéndose a Kakyuu:

-Princesa, ¿podría hablar un momento con usted?- Kakyuu asintió, Hava miró a Himmel que le devolvió una mirada aprobadora.

Seguidamente la persona con la que me había mantenido sujeto a su mano se dirigió junto a la Princesa hacia una sala privada. Yo, por el contrario me quedé ahí, de pie, notando la atenta mirada de Faíl puesta en mi:

-Parece que te diste cuenta al fin. Mi hermanita lleva demasiado tiempo esperando a que fijes tu atención en ella, así que ahora no te impacientes y dale tiempo.- Que verdades tan grandes…

Himmel se acercó rápidamente a Faíl y le dio un pisotón:

-¿Qué haces? ¡Me has hecho daño!- realmente no había sido una caricia…

-Eso por bocazas. A ver si aprendes a no meterte en la vida de los demás. Luego pasa lo que pasa y…- empezaron a discutir como niños (y luego se quejan de mi comportamiento infantil…)

-Chicos… por favor… parad… hágase la paz… ¡paz y amor!- su pelea cesó y me miraron diabólicamente para dar paso a unas grandes carcajadas y… unas miraditas… como se quieren… hasta la dura mirada de Faíl se torna cálida y dulce sólo para su Himmel… que envidia…

-Ais Sam, cuando aprenderás a tratar una mujer…- seguidamente se apartó coquetamente el flequillo plateado de su rostro.

-Si, ya, como si Faíl fuese el gran galán…- murmuré.

-Por lo menos yo sé lo que quiero…- ya estamos otra vez… ¿por qué siempre tiene razón? ¿por qué? Me dirigí a Himmel en busca de un poco de ayuda… (que inocencia la mía). Pero en vez de la jovencita impertinente, me encontré frente a una chica pálida de ojos humedecidos.

-Es verdad, no todos sabemos lo que queremos pero no por eso…- no, no, no, la fierecilla no puede llorar, a eso le pone remedio Sam rápidamente. ¡Operación risa al ataque! Mis manos ágiles empezaron a hacer cosquillas a Himmel, que… después de una dura pelea por aguantar la risa… ¡sucumbió a mi poder!

-¡Para Sam!¡Para!- decía entre risas retorciendo su pequeño y delgado cuerpo. -¡Faíl! ¡Ayúdame! ¡Me va a matar a cosquillas!- No.. Faíl no… Faíl me mata…

-Ejem, ejem, Sam… entiendo que ésta sea tu infantil manera de expresar el cariño que sientes hacia Himmel…- sí, sí, escondido, pero haberlo hay. –Pero… ¡quita las manos de encima de mi novia!- Himmel y yo nos quedamos estupefactos.

-Fa… Fa… Faíl… ¿has dicho tu novia?- Himmel esbozó una gran sonrisa e inmediatamente se lanzó a sus brazos dándole un tierno beso. Después de ese arrebato volvió a dirigirse a mí completamente roja. –Esto… bien…- No sabía dónde colocar sus manos con lo cual Faíl solucionó su problema al abrazarla por la espalda sujetando y acariciándolas cuidadosamente.

-Ya está, ya lo he dicho, y como se te ocurra hacer algún comentario al respecto…- ese lobito feroz convertido en corderito por una mujer…

-Sí, ya lo sé, me romperás las piernas y luego me tirarás al río.- Le hice una mueca burlona a lo que él, haciéndose el ofendido me retiró la mirada posando su cabeza en el hombro de Himmel que estaba completamente encantada. –Por lo visto… mejor os dejo solos… parejita.- Así que me fui dejando dos tomates encaramelados…

-¡Sam!- dijo Himmel antes de que saliese por la puerta.

-¿Sí?

-Recuerda, dale tiempo.- La fierecilla a veces puede resultar muy considerada…

Le dirigí una sonrisa:

-Descuida, lo haré.- Y finalmente crucé la puerta dejándolos solitos…

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Pasé lo que quedaba de mañana dando vueltas por la ciudad. Parecía mentira, sólo hacía un par de meses todo estaba casi, sino completamente en ruinas, habíamos trabajado duro para arreglar los desperfectos causados por Galaxia. Aun así, quedaba mucho por hacer. Los jóvenes supervivientes se habían trasladado a nuestra ciudad, así nos manteníamos todos juntos y nos ayudábamos mutuamente. Sí… muchos habíamos perdido a nuestros padres… así que… a veces necesitábamos el cariño de alguien… por eso decidimos que el traslado sería la mejor solución, además de que para muchos hubiese sido muy difícil sobrevivir en las condiciones en las que habían quedado sus aldeas o ciudades. El poder de Kakyuu era inmenso pero aún así, después de purificar sus almas, no tuvo el suficiente más que para reparar la estructura de nuestra ciudad, sobretodo porqué estaba erigida en un lugar naturalmente energético.

Los niños jugaban alegres ajenos a todo cuanto había pasado, ella fue muy buena con ellos, borró todo su pasado dejando una puerta que poco a poco iría dando paso a sus recuerdos sólo cuando estuviesen preparados. Pero otros no tuvimos tanta suerte, nosotros se supone, somos fuertes, podemos superarlo… bien, en el fondo sus creencias son ciertas, somos capaces de sonreír y ser felices, pero los recuerdos de aquellos a quien tantos quisimos y que tan duramente nos habían sido arrebatados también acudían a nuestra mente azotándonos y recordándonos que no todo fue un final feliz…

Mi barriga emitió un gran rugido… que al parecer fue oído por…

-¡Sam!- era Arien, mi prima. Siempre estaba feliz, demostraba una gran fuerza… Además… por haber presenciado la muerte de todos… (sí… ella fue la última superviviente…) Kakyuu pensó que tal vez lo mejor sería brindarle la oportunidad de olvidar el pasado, pero ella no quiso aprovecharla:

Princesa… ¿para qué debería querer borrar mis recuerdos? Entonces… ya no podré volver a ver a mis padres… si los olvido… ellos habrán muerto de verdad para siempre…

Sabía a que se refería al decir eso… pero aún así, si a mí me hubiese sido ofrecida tal oportunidad…

-¿Sam? ¿Estás ahí?- empezó a darme golpecitos en la cabeza insistentemente. –Sam… ¡te estoy hablando!- entonces sentí un agudo dolor en mi estómago… su entrenamiento parecía dar buen resultado… demasiado…

-¡Pero qué bestia eres! ¿Crees que es normal ir dando patadas a la gente por la calle?- ahora su rostro adoptó la postura de niña inocente, pero… ¡a mi no me engaña! Después se pone a reír… parece mentira la edad que tiene…

-Sé lo que estás pensando: "parece mentira la edad que tiene"- dijo imitando mi voz. –Una chica de diecisiete años comportándose como una de cinco… Pero… ¿te has mirado a ti mismo?- ahora me sacó la lengua a modo de burla. –Bueno, sea como sea, andando que estás muerto de hambre, deja que tita Ariencita te prepare algo de comer.

Y así me asió de la camisa arrastrándome hasta su casa.

Una vez allí… y mientras disfrutaba de un sabroso bushca…

-Ay primito… dime qué te pasa… ¡a mi no me engañas!- levanté los ojos del plato y la miré sorprendido. –Sí, sí, no me mires así ¡tita Ariencita lo sabe todo!- desde hacía un mes le había dado por llamarse así ante mi presencia… -Yo pareceré una chica demasiado infantil para su edad, pero me doy cuenta de las cosas, y hay algo en ti que no marcha como es normal.

Me miró acusadoramente y dijo… -¡¿Quién es la afortunada?! Porque supongo que ya apartaste de tu cabeza esa estúpida idea de algún día estar junto Akeryll. ¿Verdad? ¿O acaso no te diste cuenta de lo bobos de sus sentimientos? Vivir siempre pensando en alguien que nunca ha pensado ni pensará en ti como amante…- se supone que me estaba animando, eso es lo que se supone… -¡Pon los pies en la tierra! Además si te digo la verdad dudo mucho de que realmente la ames, ¿has pensado que tal vez sólo sea una obsesión? Es muy fácil confundirla con amor… de hecho suele empezar con un discreto cariño… que luego se convierte en un continuo pensar en la otra persona… síntomas muy parecidos al amor… fácilmente confundibles…- parecía como si hubiese dejado de hablar sobre mí… aunque sus palabras… ¿podrían aplicarse a mi caso? ¿Había pasado dieciocho años pensando estar enamorado de alguien sin ser ese amor real? -¡Oye! ¿En que estás pensando? Jo… yo dándote consejos… y tú ni me escuchas…

-Tienes razón- cesaron sus palabras. –Tal vez haya vivido engañado por mi propia persona… Sabes demasiado sobre mi… ¡no es justo!- proseguí brindando a sus oídos una serie de melódicos berreos… mientras ella intentaba consolarme a base de regalos… un osito… unos caramelos… una bolsa llena de dulces…

-Toma- puso en mis manos un extraño colgante… su corazón era de hazals… eran el símbolo del amor eterno: como las flores se marchitaban y morían no teníamos el hábito de regalarlas como prueba de nuestro cariño hacia otra persona… pero las hazals eran diferentes… eran eternas… se alimentaban del amor de las personas y eran extremadamente difíciles de encontrar… puesto que sólo nacían de un cariño verdadero… por eso su belleza era extraordinaria y sus colores indefinibles… -¿No lo recuerdas? Era de tu madre… tu padre se lo regaló el día en que le pidió pasar el resto de sus vidas juntos… bien… es difícil que lo recuerdes… recuerdas pocas cosas de tu madre, ¿verdad?

-Sí… nada…

-Ella quiso dejarte este colgante para que lo usases como es debido, en teoría debería haber sido mi madre quien te lo diese llegado el momento… pero a falta de las dos… ¡aquí estoy yo! Así que haz el favor de acabar de comer ahora mismo e ir a darle este hermoso regalo.

-¿Y a quién se supone que debo dárselo?

-Lo sabes muy bien, así que no te hagas el tonto.- Diciendo esto desapareció de la habitación alegando que ya había perdido bastante tiempo.

Me quedé solo, saboreando de nuevo el bushca, con el colgante en el bolsillo de mi pantalón y pensando en todo lo que Arien acababa de decirme, supongo que tenía razón en todo, también supongo que ese era el momento de recibir las hazals…

Ya había llegado.

Sabía que Hava estaría en el laboratorio dejándolo todo listo para el comienzo de Vahan, así que no pude esperar más y fui a verla, pero…

- Te quiero ¿sabes? y nunca dejaría que nadie te hiciese daño… Está bien, yo me ocuparé de todo.- Esa voz era la de Sage… pero… entonces…

Asomé la cabeza por la rendija de la puerta sin que se me pudiese ver. En efecto era él… y estaba con Hava, la estaba acercando hacía él hasta abrazarla muy tiernamente mientras las lágrimas resbalaban por las mejillas de ésta.

Hundida en su cuello dijo:

-Yo también te quiero mucho, a veces creo que eres demasiado importante para mi…

¡Basta! ¡No quiero escuchar más! ¿Por qué? ¿Ayer te burlaste de mí? ¿O acaso sólo era lástima? Seguro que era eso… Me viste tan abatido que no supiste hacer otra cosa… y yo me he hecho demasiadas ilusiones… caridad… sólo era eso… caridad…

Aturdido y sin palabras el colgante que sostenía entre mis manos resbaló por mis dedos cayendo al suelo, el sonido del metal contra la madera del parquet hizo que volviera en mi y, sin saber como reaccionar me fui corriendo.

Eso que he visto… no… no puede ser, ella no sería capaz… ella…

¿Fue eso lo que de verdad pasó? No lo sé… si hubiese tenido el coraje de entrar en aquella habitación y aclararlo todo por mi mismo… tal vez todo hubiese sido diferente… o quien sabe, tal vez no. De hecho… eso ahora da igual… después de pasarme la tarde perdido por el bosque… llorando como un crío (algo normal en mí…) y liándome a patadas con todos los árboles que se presentaban en mi camino… deseé regresar a la ciudad y hablar con ella… pero…

Continuará