Cap 4

Al abrir otro fichero, las hojas cayeron, inútilmente Rouge intentó detenerlas antes de que se desperdigasen por el suelo, dio un resoplido cansada, era de madrugada y en verdad no tenía ganas de estudiarse todos aquellos informes, se puso de rodillas en el suelo, comenzó a recogerlos uno a uno, ojeándolos, intentando colocarlos en orden. Notó una presencia que caminaba hacia su oscuro rincón, alumbrado sólo por una pequeña luz sobre el escritorio, se quedó observando cómo entraba en su visión poco a poco las zapatillas de Knuckles, encaminándose hacia ella, alzó la vista sonriendo un momento antes de seguir recogiendo los papeles.

-¿Qué haces levantada a esta hora? Dijiste que después de "aquello" tendríamos unos días libres...- Knuckles se agachó hasta su altura, cogió algunos papeles y se puso derecho de nuevo. -¿Y esto? ¿ahora haces horas extra?

-Dame, Knuxie.- Rouge los metió en su sitio. -Esto es parte de mi recompensa.

-¿Qué? Luego te quejas de que tienes mucho trabajo... pero tampoco sabes parar...- Knuckles se cruzó de brazos, aún no había sonreído.

Rouge se quedó con la vista fija en él, siempre tan serio, aunque hacía unos días que estaba algo distante, ella admitía que tampoco era la mujer más cariñosa del mundo, aunque podía llegar a ser muy convincente, dejó los papeles sobre la mesa, puso sus manos en los fuertes hombros del equidna e hizo fuerza hasta que éste se sentó en la silla del escritorio, sentándose ella sobre sus rodillas.

-¿Y tú qué? La esmeralda está bien vigilada, ¿por qué te levantas a estas horas? ¿no puedes dormir sin mí?- Rouge le mandó una de sus miradas más seductoras.

Knuckles tenía los brazos apoyados a los laterales de la silla, intentando mantenerse firme, se le notaba tenso, pero estaba decidido, aunque Rouge no se lo ponía nada fácil.

-No podía dormir, tengo que hablar contigo de algo...- Comenzó a decir Knuckles.

Pero Rouge ya no le oía, había rodeado su cuello con sus brazos, besándole en la mejilla, bajando lentamente hasta su cuello.

-Para, sólo he venido a hablar...- Intentó articular Knuckles, notando cómo se volvía su piel de gallina con un lengüetazo de Rouge.

Las alas negras se extendieron y les rodearon, creando una cúpula perfecta, Knuckles apretó fuerte los posa brazos de la silla, cerrando sus ojos, cada vez más tenso, hasta que con las manos temblorosas agarró de los brazos a Rouge y la separó al notar un mordisco en su cuello.

-¡Basta ya!- Le gritó intentando recobrar el aliento. -Sólo quiero hablar...

Rouge le miró extrañada, pero de todas formas se levantó de encima suya, puso morros y se sentó en frente, sobre el escritorio.

-Venga, habla.- Dijo Rouge de mala manera, dándole patadas a la silla donde estaba Knuckles, ahora sin mirarle.

-Estate quieta...- Knuckles paró con la mano una patada de Rouge. -A ver... cómo empiezo... es por lo del otro día...

-¡¿Otra vez?!- Medio gritó Rouge -¡No empieces! Ya me diste suficiente sermón.

-Pues no, no es suficiente, lo he estado pensando y...

-Bla, bla, bla, otra vez con lo mismo,- Rouge cortó a Knuckles y se cruzó de brazos -no voy a ir a pedirle perdón a Sonic, tengo mi orgullo, ¿sabes? Estoy cansada de que tu "amiguito" se dedique a tratarme como una puta, odio este tipo de gente que se piensa que me pongo esta ropa para atraer a los machos...

-Tu ropa está muy bien...- Murmuró Knuckles, dio una sacudida a su cabeza, intentando ordenar sus pensamientos. -Pero no puedo quitarme de la cabeza los ojos de Sonic en aquel momento...

-Él empezó.- Dijo de forma infantil Rouge.

-Lo que hiciste no tiene nombre... Sonic es mi amigo, y Amy, bueno, también, por eso creo que sería mejor que lo dejásemos.

-Pues por mí bien.- Dijo Rouge de forma seca, Knuckles abrió mucho los ojos. -Total, lo que ha pasado ya no se puede arreglar, así que lo mejor es olvidarlo.

-No, no, no es eso, joder, qué difícil lo pones...- Knuckles notó la mirada de Rouge, dulce y triste a la vez, con tal intensidad que tuvo que desviar la trayectoria. -¡Y no me mires así! Estoy intentando romper contigo...

-¡¿Qué?!- Rouge se puso en pie de golpe respirando muy deprisa. -No puedes hacer eso...

-Pues lo estoy haciendo... lo he intentado, pero no puedo perdonarte todo el daño que has causado por tu orgullo, no es como cuando discutimos por tonterías, esto es serio.

-Pero...- Rouge se volvió a sentar, ahora de forma diferente, sus rodillas juntas, sus brazos agarrándose el uno al otro, cabizbaja, con sus ojos medio cerrados. -Pero tú me quieres...

-¡Pues claro que te quiero!- Knuckles se puso de pie tan de golpe que tiró la silla, con el puño en alto, si alguien le hubiese llevado la contraria sobre sus sentimientos en ese momento de seguro se habría ganado un puñetazo, pronto rectificó, intentando volver a lo que quería hacer. -Aunque a veces eso no es suficiente, yo ya sabía cómo eras cuando empezamos con todo esto, y sé que no voy a lograr cambiarte, al igual que tú no me vas a cambiar a mí.

Y así quedó todo durante unos minutos, en silencio, inmóviles, sin mirarse, hasta que Rouge reaccionó.

-¿Quieres que me vaya?- Dijo en tono suave la chica-murciélago.

-Bueno, la casa es tuya, soy yo el que se tiene que ir.

-No hace falta que te vayas ahora mismo...- Rouge mantuvo la esperanza de arreglar las cosas.

-Pero debería...

Tras esto, Knuckles levantó la silla, la dejó en su sitio y comenzó a caminar, salió del campo de visión de Rouge, y ésta, tan orgullosa como era, tan llena de soberbia, se sintió débil y furiosa a la vez, le dio una fuerte patada a la silla que había colocado el equidna, ésta se estrelló contra la pared, luego cogió un papel que tenía a su lado, en él se podía leer "El Dr. Dniéster, principal ayudante del Dr. Nagai y el más joven del grupo, desapareció durante el estudio de la perla roja conjunto con el experimento nº2..." Rouge mantuvo ese papel en su mano un momento, luego lo bajó, dejándolo reposar sobre sus rodillas, vio caer una gota sobre el papel, se llevó la mano hasta su cara, no había sentido las lágrimas recorriendo sus mejillas, y pensó para sí misma "El día que Knuckles me dijo que me quería fui tan feliz que lloré, él era un poco platónico porque es más joven que yo, aunque esté hecho todo un hombre ya... y ahora llorando de nuevo, como una imbécil, terminando igual que empecé, y él no ha derramado nunca ni una sola lágrima, nunca delante mía... los guardianes no lloran..." tras esto apoyó su cara en sus manos, llorando sin parar.

Knuckles se quedó fuera, en el portal, en la isla flotante ya estaban vigilando la esmeralda maestra, no tenía que preocuparse por ello, aunque si dejaba el trabajo tendría que volver a su antiguo puesto, de todas formas le parecía tan absurdo lo que había hecho... al fin y al cabo la quería, como bien había dicho ella antes, sólo podía dormir cuando estaba ella, recordaba las frías noches sobre las escaleras de piedra, dando cabezadas sin llegar a dormir realmente, los golpes en su cuerpo hasta quedar inconsciente, y el despertar que entonces tenía, un falso despertar. Knuckles se mordió el labio inferior con los ojos cerrados, una suave brisa le acarició la mejilla como si fuese la propia Rouge, pero todo había acabado, era el fin para ellos, abrió los ojos mirando a todos lados, no tenía muy decidido lo que debía hacer, cogió su móvil y marcó el nº del taller de Tails, sabía que Sonic estaba unos días ahí, pero aunque el teléfono sonó un rato, no lo cogían, siguió insistiendo hasta que descolgaron.

-¿Sí? ¿Diga?- Sonó la voz de Tails.

-Soy Knuckles, ¿está Sonic?- Knuckles esperó un rato.

-No, ha salido, ¿quieres dejarle un recado?

-Oh, nada... quería hablar con él... ¿tú no deberías estar durmiendo?- Knuckles miró la hora, eran sobre las 3 de la madrugada.

-Me ha despertado el teléfono...- Tails notaba la voz de Knuckles diferente. -Ven a mi taller, Sonic debe llegar en cualquier momento.

-...- Knuckles lo pensó un momento. -Vale.

El sonido de las máquinas no cesaba ni de noche, sin detenerse a descansar, con su energía infinita, los robots del Egg Carrier continuaban sus labores, con su pequeña independencia mental charloteaban entre ellos entre tarea y tarea, uno de ellos fijó su visor en una de las puertas por las que reapareció Metal Sonic.

-Mirad, la copia del erizo... ¡Metal Sonic!- Le llamó la atención. -El Dr. Eggman te ha estado buscando, aún está levantado en la sala principal...

Metal le miró de reojo, como a un ser inferior, ahora más que nunca parecía sentir el rechazo de ellos, pensó que quizás era envidia, puesto que él era el robot en el que Eggman había trabajado más tiempo, reconstruyéndolo tras cada batalla con Sonic, ampliando sus capacidades, cosa que no había hecho por ningún otro robot, eso le hizo sentir bien, único, y bueno, ahora le tocaba oír el sermón sobre la prohibición de salir sin permiso. Se dirigió directo a la sala principal, y como le habían informado, sentado en su enorme sillón, con una video consola portátil en la mano, estaba su creador, el cual sabía que tarde o temprano aparecería, levantó la vista de su juego y su mirada fija intimidó a Metal, que se acercó intentando parecer tan inexpresivo como siempre, aunque se le veía algo cabizbajo, como un niño que tras ser pillado en una travesura sabe que ha hecho mal.

-¿Y bien?- Preguntó el doctor apoyando los codos en la mesa ante él.

Metal Sonic quedó en silencio, bajó la mirada, no podía responder, sabía que se enfadaría si se lo decía.

-¿No hay respuesta? Algo has hecho durante estas horas, recuerda que estás programado para ser sincero y directo, quiero saber qué has hecho YA.- La voz de Eggman sonó fuerte y autoritaria.

-Yo...- Comenzó Metal Sonic, tenía razón, no quería responder porque no sabía mentir. -Fui a Mystic Ruins.

Eggman dio un golpe en la mesa con la mano, esto hizo saltar a Metal.

-¿Qué demonios has ido a hacer allí?- Gritó el doctor. -¿Has estado con Sonic otra vez?

-Sí, él estaba allí, pero...

-¡Nada de peros!- Eggman se puso de pie ante él.- ¿cómo tengo que decírtelo? No puedes luchar con Sonic hasta que no te ponga las nuevas armas, así sólo lograrás que te destruya, y un día me cansaré y no te volveré a reconstruir...

Metal Sonic notó sus zarpas metálicas temblar, era la primera vez que se sentía de aquella manera, cerró sus ojos metálicos tan fuerte como pudo, encogido de hombros.

-¡Perdón!- Gritó el robot, llamando la atención de Eggman, que se quedó callado por el asombro.- No quería luchar con él, ni siquiera había ido a ver a Sonic...

-Entonces...- Dijo Eggman, pensando que si Metal fuese un erizo de verdad ahora estaría llorando. -¿Qué has ido a hacer allí?- Su voz sonó ahora más calmada, se cruzó de brazos sentando su enorme trasero sobre la mesa.

-Quería verla a ella...- Metal Sonic se relajó un poco, pero seguía sin mirar hacia arriba. -Amy se puso enferma por mi culpa y sólo quería saber cómo estaba...

-¡Por Dios!- Dijo Eggman llevándose una mano a la cara. -¿Quién me mandaría a mí poner un robot en la misma onda de pensamiento que Sonic? Vaya error...

Metal Sonic de nuevo se puso tenso, un error, eso era él, un experimento de inteligencia artificial que por lo que podía ver había sido un fracaso, todas aquellas emociones, todos aquellos sentimientos eran sólo un error de su creador, apretó sus puños, esperando la típica patada e insultos que había visto en las riñas con otros robots, insultos que hasta él habían llegado en otras ocasiones cuando aún no le importaban, mas ahora de forma misteriosa todo lo que pasaba a su alrededor tenía mayor o menor importancia, las experiencias se grababan en él de forma que ni formateándose podía borrar. Se quedó quieto, esperó, pero no notó ningún golpe, no oyó nada, ni una palabra, la respiración de su creador parecía serena, sólo sintió la gran mano de Eggman sobre su cabeza, sin apenas moverse, simplemente sobre él, le acarició tiernamente un poco y se fue sin añadir comentario alguno, seguramente se iba a su habitación, a dormir y soñar que era el mayor genio del mundo, y ahí se quedó Metal Sonic, inmóvil, sin entender lo que había ocurrido, entre todas sus experiencias no encontraba nada parecido, y deseó algo que nunca antes había querido, volverse un ser vivo, quizás así entendiese lo que pasaba, a la vez ese deseo le hizo sentir mal, siempre aborreció a los seres vivos, a sus debilidades, su mortalidad, sus limitaciones. Metal Sonic se abrazó a sí mismo con sus metálicos brazos, cerró sus ojos, y durante horas se quedó así, sin ser capaz de colocar el cero de la izquierda a la derecha del uno.

Continuará...