Capitulo 3 Resurrección
Las líneas que se formaban en la piedra se iban haciendo cada vez más intensas, hasta que de pronto, la piedra se volvió roja completamente. Un rayo dorado salio de ella hasta tocar una piedra que se encontraba fuera, en el círculo. En ese instante, la piedra del centro dejo de brillar, pero desde la piedra que recibió el rayo se empezó a extender el brillo en el círculo, hasta que todas las piedras se volvieron doradas. En el momento en que el rayo volvió a la piedra de la cual había comenzado todo, rayos dorados y rojos salieron de cada piedra, todos hacia el cielo. Estos rayos formaron una especie de semicírculo y al cabo de varios segundos se concentraron arriba, en el cielo.
Cuando todos los rayos llegaron, la cúpula desapareció, dejando sólo flotando en el cielo una esfera dorada y roja. Esta esfera brilló durante unos segundos y de repente, un rayo de luz salio de ella dirigiéndose directamente hacia el suelo, hacia la piedra de la cual había comenzado todo, hacia la piedra en forma de fénix, más concretamente, hacia el lugar donde estaba señalado el corazón del fénix. Un resplandor indicó que todo el ritual habia concluido dejando todo como estaba antes. ¿Todo?
Le costaba abrir los ojos, ¿qué habia sucedido? ¿Dónde se encontraba? En el cielo se respondió a sí mismo, recordando de pronto lo que habia sucedido anteriormente. Pero, ¿por qué le dolía todo el cuerpo? ¿Y por qué veía todo oscuro? Según recordaba, hacia unos instantes se encontraba rodeado de una luz blanca, con sus padres y flotando. ¿Por qué ese cambio?
Intento abrir los ojos, no podía, se concentró, tenía que hacerlo. Al final los pudo abrir con dificultad. Lo que observo le dejo sin habla. Ante él veía el cielo azul, con unos tonos anaranjados, como si estuviera amaneciendo ¿Cómo era esto posible? Además, ¿Por qué sentía el cuerpo tan pesado?
Con más dificultad ladeo la cabeza, allí, a su derecha se veía un paisaje desolador, como si hubiese transcurrido allí una batalla. Le recordaba algo, pero no sabia el qué. Intentó mirar hacia el otro lado, no podía. Reuniendo todas sus fuerzas consiguió mover la cabeza hacia ese lado.
Al observar lo que estaba en ese lado le vino a la cabeza todo lo que había sucedido desde la tarde del día anterior: la huida, la batalla, y. ¿¿su muerte??
- Her.mi..o..ne.- dijo con voz entrecortada. Ella parecía desmayada o dormida, si era verdad, habia sufrido mucho esa noche.
Le pasó con esfuerzo una mano sobre su espalda. Ella se encontraba inclinada sobre su cuerpo, su pelo le cubría toda la cara. Cuanto habían sufrido los dos esa noche. Iba a cerrar los ojos, para descansar un poco, cuando notó un movimiento de ella. Pero ya no podía mantener los ojos más rato abiertos, el cansancio habia podido con él.
La chica se despertó, ¿Qué habia sucedido?, creía haber escuchado a alguien decir su nombre muy débilmente, pero no podía ser, no habia nadie más allí que estuviera vivo salvo ella. Sintió un brazo apoyado sobre su espalda. "Imaginaciones mías", pensó "con el cansancio se pueden imaginar todo tipo de cosas, todo lo interpreto de otra forma". Sintió el calor del sol en su cara, alguien habia retirado el pelo que le cubría la cara, ¿pero quien?
Se intentó levantar, pero no podía, tenia un cansancio tremendo. Abrió los ojos y se encontró con la cara de su amado, de Harry. "Él esta muerto" se dijo tristemente, pero de repente, le parecio ver que se formaba una leve sonrisa en la cara de él. Pensó que todo eso eran imaginaciones suyas. No podía estar vivo, ya que ella le habia visto morir. - Ha...rry...- dijo ella y se volvió a desmayar en el pecho de él.
No notó que la piedra en forma de fénix había desaparecido del pecho del chico, ni que el calor regresaba a ese cuerpo.
El cansancio se apodero de las dos personas allí tumbadas, la vida se escapaba por momentos de ambos, aunque una de ellas hubiera regresado de la muerte, si nadie lo impedía, volvería a morir, pero esta vez acompañada de otra persona.
- Harry, ¿Dónde estamos? - preguntó la muchacha a la persona que lo acompañaba
- No lo se, pero me recuerda a algún lugar donde ya he estado.
La pareja ya no se encontraba en el prado, sino en un lugar muy iluminado, lleno de luz y una tranquilidad se apoderaba de ellos. Todo era paz y felicidad, las penas no existían en ese lugar, los dolores habían desaparecido, todo había acabado.
- Ya se donde estamos, he vuelto al cielo.
- ¿Vuelto? - pregunto incrédula la muchacha
- Si, vi a mis padres, y no se como, pero regrese, quería tanto estar contigo.
- Pero eso significa que los dos hemos muerto.
- Si, pero al menos hemos dejado un mundo mejor para vivir, ¿no es cierto?
- Si, al menos nos queda saber que todos los que hemos dejado atrás vivirán felices. Espero que no se pongan muy tristes por nuestra marcha.
- Espero que no. Mira, nos llaman mis padres, vamos a entrar.
Dicho esto, la pareja se cogio de la mano y atravesaron la gran puerta dorada que se abría frente a ellos, ya habían cumplido la misión de ambos y realmente ya podían descansar en paz junto a los seres queridos que allí se encontraban.
En el fondo del corazón de ambos esperaban que viniese otra persona más, el mejor amigo de ambos, a acompañarlos, pero sabían que pasaría mucho tiempo antes de verle, ya que él tenia una gran vida por delante.
Con esos pensamientos la luz los envolvió y ambos desaparecieron al entrar en ese lugar, tras ellos la puerta se cerró.
Las líneas que se formaban en la piedra se iban haciendo cada vez más intensas, hasta que de pronto, la piedra se volvió roja completamente. Un rayo dorado salio de ella hasta tocar una piedra que se encontraba fuera, en el círculo. En ese instante, la piedra del centro dejo de brillar, pero desde la piedra que recibió el rayo se empezó a extender el brillo en el círculo, hasta que todas las piedras se volvieron doradas. En el momento en que el rayo volvió a la piedra de la cual había comenzado todo, rayos dorados y rojos salieron de cada piedra, todos hacia el cielo. Estos rayos formaron una especie de semicírculo y al cabo de varios segundos se concentraron arriba, en el cielo.
Cuando todos los rayos llegaron, la cúpula desapareció, dejando sólo flotando en el cielo una esfera dorada y roja. Esta esfera brilló durante unos segundos y de repente, un rayo de luz salio de ella dirigiéndose directamente hacia el suelo, hacia la piedra de la cual había comenzado todo, hacia la piedra en forma de fénix, más concretamente, hacia el lugar donde estaba señalado el corazón del fénix. Un resplandor indicó que todo el ritual habia concluido dejando todo como estaba antes. ¿Todo?
Le costaba abrir los ojos, ¿qué habia sucedido? ¿Dónde se encontraba? En el cielo se respondió a sí mismo, recordando de pronto lo que habia sucedido anteriormente. Pero, ¿por qué le dolía todo el cuerpo? ¿Y por qué veía todo oscuro? Según recordaba, hacia unos instantes se encontraba rodeado de una luz blanca, con sus padres y flotando. ¿Por qué ese cambio?
Intento abrir los ojos, no podía, se concentró, tenía que hacerlo. Al final los pudo abrir con dificultad. Lo que observo le dejo sin habla. Ante él veía el cielo azul, con unos tonos anaranjados, como si estuviera amaneciendo ¿Cómo era esto posible? Además, ¿Por qué sentía el cuerpo tan pesado?
Con más dificultad ladeo la cabeza, allí, a su derecha se veía un paisaje desolador, como si hubiese transcurrido allí una batalla. Le recordaba algo, pero no sabia el qué. Intentó mirar hacia el otro lado, no podía. Reuniendo todas sus fuerzas consiguió mover la cabeza hacia ese lado.
Al observar lo que estaba en ese lado le vino a la cabeza todo lo que había sucedido desde la tarde del día anterior: la huida, la batalla, y. ¿¿su muerte??
- Her.mi..o..ne.- dijo con voz entrecortada. Ella parecía desmayada o dormida, si era verdad, habia sufrido mucho esa noche.
Le pasó con esfuerzo una mano sobre su espalda. Ella se encontraba inclinada sobre su cuerpo, su pelo le cubría toda la cara. Cuanto habían sufrido los dos esa noche. Iba a cerrar los ojos, para descansar un poco, cuando notó un movimiento de ella. Pero ya no podía mantener los ojos más rato abiertos, el cansancio habia podido con él.
La chica se despertó, ¿Qué habia sucedido?, creía haber escuchado a alguien decir su nombre muy débilmente, pero no podía ser, no habia nadie más allí que estuviera vivo salvo ella. Sintió un brazo apoyado sobre su espalda. "Imaginaciones mías", pensó "con el cansancio se pueden imaginar todo tipo de cosas, todo lo interpreto de otra forma". Sintió el calor del sol en su cara, alguien habia retirado el pelo que le cubría la cara, ¿pero quien?
Se intentó levantar, pero no podía, tenia un cansancio tremendo. Abrió los ojos y se encontró con la cara de su amado, de Harry. "Él esta muerto" se dijo tristemente, pero de repente, le parecio ver que se formaba una leve sonrisa en la cara de él. Pensó que todo eso eran imaginaciones suyas. No podía estar vivo, ya que ella le habia visto morir. - Ha...rry...- dijo ella y se volvió a desmayar en el pecho de él.
No notó que la piedra en forma de fénix había desaparecido del pecho del chico, ni que el calor regresaba a ese cuerpo.
El cansancio se apodero de las dos personas allí tumbadas, la vida se escapaba por momentos de ambos, aunque una de ellas hubiera regresado de la muerte, si nadie lo impedía, volvería a morir, pero esta vez acompañada de otra persona.
- Harry, ¿Dónde estamos? - preguntó la muchacha a la persona que lo acompañaba
- No lo se, pero me recuerda a algún lugar donde ya he estado.
La pareja ya no se encontraba en el prado, sino en un lugar muy iluminado, lleno de luz y una tranquilidad se apoderaba de ellos. Todo era paz y felicidad, las penas no existían en ese lugar, los dolores habían desaparecido, todo había acabado.
- Ya se donde estamos, he vuelto al cielo.
- ¿Vuelto? - pregunto incrédula la muchacha
- Si, vi a mis padres, y no se como, pero regrese, quería tanto estar contigo.
- Pero eso significa que los dos hemos muerto.
- Si, pero al menos hemos dejado un mundo mejor para vivir, ¿no es cierto?
- Si, al menos nos queda saber que todos los que hemos dejado atrás vivirán felices. Espero que no se pongan muy tristes por nuestra marcha.
- Espero que no. Mira, nos llaman mis padres, vamos a entrar.
Dicho esto, la pareja se cogio de la mano y atravesaron la gran puerta dorada que se abría frente a ellos, ya habían cumplido la misión de ambos y realmente ya podían descansar en paz junto a los seres queridos que allí se encontraban.
En el fondo del corazón de ambos esperaban que viniese otra persona más, el mejor amigo de ambos, a acompañarlos, pero sabían que pasaría mucho tiempo antes de verle, ya que él tenia una gran vida por delante.
Con esos pensamientos la luz los envolvió y ambos desaparecieron al entrar en ese lugar, tras ellos la puerta se cerró.
