Antes, Ahora; y de por Vida
– No tienes por qué ir a verle.
Le decía Rina a su novia.
– Ya sé, pero tengo que concederle que fue valiente al confesárseme de esa forma creativa.
Rina miró molesta Nagisa.
– Vamos, Rina. Ya sabes que lo voy a rechazar aunque de forma amable.
Ambas estaban ya saliendo y estaban ya frente a gran portón de su escuela. Lo que había sucedido era que Kenishiro Shinta, un estudiante de la misma edad de la pareja que asistía a la escuela vecina de Saint Michael, durante la hasta ahora última competición de diferentes formas de atletismo, se le confesó amorosamente a Nagisa de una forma un poco peculiar: cuando Nagisa hacía unos ejercicios simples pero esforzados a solas en el patio anexo del salón de gimnasia él se puso a su lado haciendo los mismos movimientos que ella. Al principio Nagisa ni había notado su presencia pero cuando se dio cuenta ya ambos estaban en una mini competencia para ver quién resistía más tiempo haciendo distintos ejercicios. Estuvieron así como por una hora hasta que ambos terminaron transpirados y sosteniéndose las rodillas con ambas manos sobre el pasto recién cortado. Pero cuando Nagisa iba a halagar al chico éste le confesó que en la anterior competencia conjunta la había visto y notó algo como un flechazo por nuestra deportista protagonista. Pero que en aquella ocasión ni se atrevió a dirigirle la palabra… aunque ahora el pibe quería que la situación fuera diferente y mucho mejor. Mencionó cortés como el caballero que era los puntos de la belleza externa de Nagisa que más le gustaban (como sus torneadas piernas y sus labios sensuales) y terminó diciéndole que además le parecía una excelente persona. El "Te amo, Nagisa-San" llegó al final de todo. Nagisa abrió grandes los párpados, se sonrojó ligeramente (más de lo que ya estaba por el sudor) y lo rechazó ahí mismo tras una breve "disculpa" informándole que ya tenía pareja. Shinta le preguntó si era una relación "seria" la que tenían. Nagisa le respondió que más que seria era una relación de mutuo amor. Shinta pareció temblar por un momento pero se recompuso enseguida. Al final de todo Shinta le replicó:
– Entonces por favor te pido que mañana me esperes un momento frente al portón de Saint Michael para entregarte un regalo. Claro, sólo si te parece bien cumplir con este capricho mío.
Nagisa le sonrió a Shinta respondiéndole que a la salida de la escuela se verían cerca del gran portón de entrada al campus de la secundaria de Saint Michael.
– Algo de todo esto me da mala espina, Nagisa. No lo esperes… Vayámonos ya a mi casa, ¿sí?
– Te preocupes demasiado, Rina. ¿Pero sobre todo no será que…? ¡Ah, ahí viene!
Nagisa se adelantó dejando a un lado del portón a Rina. Desde esa distancia Rina alcanzaba a presenciar todo. Esa sonrisa que esgrimía Shinta le parecía repleta de soberbia. Maldijo al chico y se dijo que la haría pagar a Nagisa por ponerla celosa… ¡Sí, porque estaba celosa de ese chico! ¡Qué lamentable…!
– Grrr, Nagisa…
Gruñó Rina ligeramente. Sin mucha demora Shinta le entregó un sobre que contenía una carta manuscrita a la antigua usanza y se despidió muy caballerosamente de Nagisa. Ésta también fue cortés e hizo una mini reverencia y al momento volvió con su novia.
– ¿Qué te dijo tu príncipe encantador?
Le preguntó con sorna Rina.
– Casi nada pero me entregó una carta escrita a la lápiz según me contó. Eso fue todo. ¿Nos vamos?
Esa indiferencia que a veces mostraba Nagisa por las actitudes de Rina la hacía a ésta crecer una vena. Sí, por ahora estaba bastante molesta con su novia. Que hubiera pasado una hora congeniando con un "amigo" no le gustaba mucho a decir verdad…
– ¿Vas a tirarla?
– No, la leeré esta noche antes de que nos durmamos. Shinta sólo me contó que no insistirá conmigo porque ante todo me respeta. Al fin y al cabo le dije que ya estaba emparejada y enamorada.
Aquello dejó boquiabierta a Rina. Esperaba que el chico fuera debajo de su fachada de caballero un chancho (cerdo) pero esa "osadía" de parte de Shinta la impresionó de un buen modo.
– ¿Entonces esta no es una carta de amor? ¡Dámela!
Nagisa apartó la carta de las manos de Rina.
– La leeré yo primera y si quieres luego léela vos. – Rina se cruzó de brazos mirando hacia el lado opuesto al que estaba Nagisa como la típica dama ricachona que era. – Pero bien, ya que parece que tienes curiosidad la leeré en voz alta ahora mismo, ¿ok?
"Mi muy querida y respetada Nagisa-San, aunque te conocí bastante poco me noté enamorado de vos y aunque yo nunca haya tenido la dicha de ser tu novio te seguiré respetando porque fuera de cursilerías cuando uno es rechazado amorosamente debe respetar la decisión de la otra persona. Eso hago con vos. No te molestes si te digo que ya sabía o mejor dicho suponía o sospechaba que ya tenías pareja pues las vi a ambas (a tu pareja y a vos) dándose besos en el cachete en una zona apartada de las instalaciones de la pista de atletismo tras las anteriores competencias aquella tardecita. Igual quise creer que tendría una oportunidad con vos pero no fue el caso. Al menos logré contarte cómo me notaba hacia tu bella persona. Y ojalá que desde ahora me consideres un amigo más aunque no nos vayamos a ver mucho. Me alegra que seas feliz con tu pareja y ojalá que sigan siendo muy felices juntas para toda la vida. Sí, al final me salió mi lado cursi pero no pude evitarlo (risas). Nos vemos en otra competencia de atletismo, Nagisa-San. Sean felices como la bella pareja que son".
Las novias estaban que casi echaban vapor por la cabeza. Ni Nagisa se esperaba tanta pacífica comprensión y caballerosidad. Finalmente dobló la carta, la guardó en su bolsillo y agarró la mano de Rina, la persona a la que más amaba.
– Creo que ahora sí podemos irnos a tu casa.
Le decía Nagisa con los párpados entrecerrados mirándola con mucho amor a Rina. Rina apretó con ligereza la mano de Nagisa y quiso apurarse para meterse a los baños termales privados de su casona y hacerle el amor ahí mismo a su novia para olvidar lo que estaba escrito en esa cursi aunque bella carta. ¡Porque sólo ella y nadie más que ella debía hacer sonrojar mucho a SU Nagisa! Como toda ricachona típica Rina pensaba en posesivo pero aunque tuviera en efecto a veces comportamientos de señorita cabeza hueca esa parte de Rina a Nagisa también la encantaba. Y aquella noche tras besarse, acariciarse, meterse los dedos por la concha y lamerse por casi todas las partes de sus juveniles cuerpos en los baños… pues… pasaron a hacer lo mismo en el dormitorio de Rina. Rina parecía una fiera sedienta de sexo pero es fácil suponer que esta noche estaba quizás un poco más intensa de lo ordinario porque quería marcar territorio imprimiendo su esencia en el cuerpo de Nagisa. No obstante tuvo que admitir que según palabras de Nagisa cuando le preguntó sobre "esa cuestión" que el tal Shinta nunca la tocó de ningún modo aunque tal vez pudo haberlo hecho.
– Je, ojalá hubiera muchas más personas como Shinta y así nuestra civilización humana sería una mucho mejor.
Susurró adormilada Nagisa que estaba acostada sobre la cama king side. Rina se volvió a molestar aunque los párpados ya se le caían mientras tenía la cabeza de lado sobre las tetas de Nagisa… y pese a la ligera molestia de Rina por sólo mencionar a Shinta tuvo que darle la razón a su novia…
FIN
