La Gran Catedral

Notas: Sí, le hicimos una especie de segunda parte a esta parodia... perdón, a esta tontería que tal vez podría pasar por burla incomprensible y burda. Esta parte es una recopilación de los hechos como pudieron haberse dado hacia la parte final del juego, con igual cantidad de tonterías y palabrotas, y modismos que no creamos vayan a entender (a menos que hayan visitado Perú). Si acaso no tienen nada mejor que hacer salvo atentar contra la integridad mental de sus personas, vean si se animan a darle un vistazo a esto. "Esto", que es inefable. En verdad. Y este capítulo sí está redactado en tiempo pasado, ya que me resultaba más fácil para narrar los hechos. Disculpen la incongruencia con respecto a la primera parte.

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Ashley se detuvo frente a la gran catedral, después de haber derrotado a la criatura de 6 brazos, 3 cabezas, 2 piernas, 6 espadas, 4 granadas, 1 UZI, 2 machine gun, 5 revólveres, 3 shotgun y, para estar parejos, 1 cerebro (así que no se sabe cómo ganó Ashley).

Y allí estaba él, mirando cómo los rayos solares iluminaban la fachada de la C..., los primeros que había visto después de tanto tiempo de estar encerrado como seis horas en el Iron Maiden con la Iron Maiden (no pregunten). Así pues, Ashley tomó aire, miró en dirección al río que yacía frente a él, y se preguntó:

¿Cómo carajo cruzaron?

Pero, en eso, se percató de la existencia de una piedra flotante para cruzar el río. Menos mal.

Bueno, del otro lado, se dio con la puerta cerrada.

exclamó. ¿Y ahora qué carajo hago?

En eso recordó su... ¡lockpick! Se metió la mano al bolsillo para buscar la cosa ésa, pero no la encontró. Entonces tuvo un súbito recuerdo de la Iron Maiden quitándole el lockpick en el Iron Maiden. Bueeeeno...

Felizmente, a Ashley todavía le quedaba el... ¡brazo de Sydney!, ése que el hombre de las prótesis había dejado atrás después del encuentro con Rosencrantz. Haciendo dote de su gran habilidad como... lo que sea que fuera, Ashley utilizó la uña del dedo índice para forzar el cerrojo.

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Por otro lado...

Estaban Merlose y Hardin hablando de un montón de cosas que no nos interesan y por eso no ponemos. Así que en pleno chat se escuchó un grito desgarrador:

!Ah, carajo!

Sí señores, una flecha teledirigida le había dado a Hardin justo detrás del riñón derecho. Y entonces apareció en escena... ¡Romeo Guildenstern!

Es tu fin, basura, oye dijo Romeo. A los otros tómenlos como rehenes, ay.

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De nuevo por allá...

Por fin tenemos a Ashley Riot en la gran catedral, peleando contra toda clase de enemigos. Dullahan, dragones, camarones gigantes, demonios elementales... pero después de mucho batallar y casi perder la vida en el proceso, el casi heroico y ya-no-ya Ashley llegó, al fin, al piso 2... Esteee....

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Y de nuevo al otro lugar...

Romeo estaba súper aburrido, esperando a que Sydney llegue. Justo allí, sus guardias salieron despedidos por los aires y se despidieron, de paso, de escena al ser expelidos por los ventanales de la gran C..., catedral; se escucharon redobles de tambores y gritos y vivas atronadores, y ¡SI!, sí, Sydney Losstarot había llegado al fin.

Casi acorralado, Romeo se propuso utilizar a Merlose como escudo humano (bueno, ¿a quién le importaba ella?) ante el inminente ataque de Sydney... quien no se había percatado de que Samantha había aparecido detrás de él. Pero Sydney, en un rápido e inesperado movimiento, la mandó a volar gracias a sus poderes, hasta el otro extremo del salón.

!Ay, noooo....! gritó Romeo, desesperado. !El vestido que está usando es mío! ¡Me lo va a malograr! Y con las mismas salió gritando del lugar.

Sydney aprovechó y se acercó al herido y, hasta entonces, ignorado Hardin (que todavía seguía con la flecha).

Hardin, te mandaré a un lugar seguro dijo Sydney.

Al oír esto, Merlose y Joshua también se acercaron al herido (no eran tontos, pues).

Pero no queda mucho tiempo continuó Sydney, extendiendo la prótesis derecha en dirección a los tres. Así que...

¿Qué vas a hacer, Sydney? preguntó Hardin.

En eso, Sydney, después de tremenda concentración y cálculo, y de decir unas cuantas palabras en jerigonza, se acercó corriendo con todas sus fuerzas y pateó a los tres, mandándolos a volar por la ventana que estaba detrás de ellos. Asunto resuelto. Al menos escaparon, y eso era lo importante.

Mientras Sydney miraba complacido por la ventana rota (porque ahora estarían a salvo... si lograban aterrizar bien), se distrajo un instante... y al siguiente notó que tenía un agujero en el estómago. Romeo lo había atravesado (...)

Bien, bien dijo Romeo. Ahora sí que ya te fregaste, inmortal, porque tal vez no podré matarte pero... me llevaré algo que sólo se pierde una vez... (el Rood Inverse).

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En otra parte...

Ashley, después de tanto sufrimiento, tanto heroísmo, tanto batallar, había logrado llegar al piso 3, así ya sólo le faltaba uno para llegar con Sydney.

Luego de agarrarse hasta con los dientes contra un montón de zombies, Dullahan, dragones, undead, etc., Ashley arribó al fin al santo piso 4; allí, se escuchó un sonido hiriente, prolongado, lastimero, y de pronto todo se le oscureció a Ashley, todo parecía dar vueltas, la cabeza estaba a punto de estallarle y...

!Chucha, me está entrando una... una visión! gritó Ashley...

Pero entonces le cayó otro ladrillo en la cabeza y las cosas (después del golpetazo ése) se le aclararon al súper agente: ya le había caído uno la primera vez. Que visión ni que ocho cuartos...

Ashley levantó la vista para cerciorarse que no le va a llover otro ladrillo y...

gritó, entendiendo por fin en dónde andaban los desaparecidos.

Cuando al fin Ashley llegó al último piso (ahora sí)... se dio con un salón y un montón de velas dispuestas en el piso. Y Sydney en medio.

Así que corrió a recogerlo.

le murmuró Sydney. Y le señaló el techo con un dedo.

Ashley miró hacia arriba, obedientemente, pero no vio nada por allá digno de mención.

le preguntó.

Nada pues le contestó Sydney. Pero te hice voltear.

Oye, friégate Y Ashley lo dejó caer.

se quejó Sydney.

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(De nuevo por allá, en la torre más alta de la Gran C..., catedral.)

Romeo, haciendo gala del más bajo de todos sus recursos, había pedido a Samantha un beso para sellar su ascensión, pero al tenerla entre los brazos, la tenía atravesada... Nuestro guerrero con falda favorito le había clavado una very, very, really long bastard sword, que nadie en verdad se explicaba cómo diantre le había entrado a Samantha.

pudo decir débilmente Samantha. ¿Por qué, mi amor...?

Es que... le contestó Romeo. ...Me estás quitando protagonismo con esas piernazas. Lo siento, hermana, que acá no hay espacio para los dos.

Romeo la empujó hacia el vacío, pero he aquí que la tía no caía.

¿Pero qué...? exclamó Romeo, sorprendido, hasta que se da cuenta de que Samantha estaba atorada en el extremo aserrado de la espada.

Le dio unos cuantos sacudones a la espada, pero la tía seguía sin caer.

Qué carajo, ay... dijo Romeo, y al final decidió soltar la espada para que se vaya con todo y tía. Total, me puedo comprar otra, sí, ¿no?

Como si alguien de por allá quisiera que sus suposiciones se hicieran reales, todo se oscureció de pronto a lo Silent Hill, y se vio a Romeo brillando en un color gris más notorio de lo normal. Un rayo impactó en la torre y Romeo, ya completamente poseído por la Rood Inverse, recibió al fin su Excalibur de rigor. El ¿hombre? se puso en pose y mostró la gran musculatura que nadie sabía de dónde había sacado.

¡Ya tengo el poder! gritó, levantando la Excalibur.

En eso, y en respuesta a tremendo grito de guerra, Ashley Riot llegó por fin al techo de la torre. Abrió la trampilla para salir al exterior de un buen golpe, pero nadie había contado con que Romeo iba a estar parado justo encima de esa trampilla. Resultado: Ashley le cuadró tal golpe para abrirla que Romeo salió disparado y aterrizó en la torre más cercana, al este.

¡Ay, nooooo...! gritó Romeo, cual estrella fugaz.

Ashley, ajeno a lo que acaba de hacer, subió y dirigió la mirada hacia el lugar de donde provienen los gritos. Y en la susodicha torre este vio a Romeo clavado de cabeza.

¡Conque allá está! gritó el agente, lleno de júbilo, pero no se supo porqué. ¡Espérame, Romeo, que ahora voy!

Ashley bajó las escaleras como una exhalación, y en el piso en el que acaba notó una marca curiosa grabada en la roca.

se preguntó. ¿Y eso...?

Ashley se acercó a la marquita aquélla y la pisó. De súbito, fue teletransportado a la siguiente torre, la este.

¡Ah, ya! gritó el compadre. ¡Así que para esto servía esa magia que aprendí hace tres días! Ahora sí que entiendo lo que ese Lich me estaba diciendo...

Como sea, el asunto es que Ashley llegó a la otra torre, así que ni corto ni perezoso se dirigió solícitamente al techo de la misma, a vérselas con Romeo.

Lo que nadie contaba esta vez era que la trampilla de esta torre se abría hacia adentro.

Ashley tiró de la curiosita cuerda que pendía de la trampilla pero Romeo, demostrando su timing impecable, había aterrizado justo encima de aquélla. El compadre cayó al verse libre de la superficie uniforme que le estaba sirviendo de suelo, y se fue rodando por las escaleras, hacia quién sabe dónde.

¡Chuchaaaaa, aaaaaay...! gritaba mientras continúa su descenso dando tumbos.

¡Romeo, condenado! gritaba a su vez Ashley, corriendo tras el mentado. ¡No huyas, maldito!

Ashley le dio alcance justo al pie de la torre, pero dio también la casualidad de que para entonces Romeo ya se había repuesto de semejante rodada, y fue él quien salió persiguiendo al mentado agente escaleras arriba, de regreso.

Maldito, me las pagarás, ay gritaba Romeo mientras blandía la Excalibur de un lado a otro, corriendo tras el agente en fuga.

Madre mía, sálvame gritaba, por su parte, Ashley mientras corría como alma condenada.

Bueno, después de tanta maratón, ambos llegaron (regresaron) a la parte más alta de la torre, donde se aprestaron raudamente para el encontronazo dizque final.

¡Al fin, te destruiré! le juró Romeo, y blandió su Excalibur.

Ashley, que no se quería quedar atrás, sacó primero su Fandango, pero con tanta fuerza que se quedó con el mango, ya que la hoja salió despedida por los aires. Y no era de las que regresaban. Así que Ashley echó mano a su Glaive y salió histriónicamente con unos movimientos de hélice sobre su cabeza para demostrar el gran dominio que tenía sobre la lanza – hasta que se le resbaló el arma y voló también por los aires, dispuesta a encontrarse con la Fandango (sin el permiso del dueño). Acto seguido, Ashley cogió su katana y echó hacia atrás la vaina de la espada para desenfundarla, pero se equivocó y tiró la espada, quedándose él con la vaina en la mano.

En fin se dijo Ashley, ese movimiento nunca me salió.

A continuación, Ashley alzó su ballesta, pero las saetas se le atoraron cuando intentó disparar. Se deshizo del arma y esta vez intentó blandir la gigantesca hacha que llevaba a la espalda, pero el peso le ganó y se le fue de las manos, a reunirse con el resto del arsenal del Riskbreaker en el fondo del barranco.

Como último recurso, Ashley sacó su daga, y he aquí que la miserable armita que el compadre usaba para untarle mantequilla a su pan resultó lo único que no se le rompió/cayó/salió volando.

gritó el hombre. ¡Y tú qué tienes, ah! refiriéndose a la daga.

Romeo, que ya se estaba aburriendo pero que igual tenía que esperar a que el otro sacara una arma más o menos decente para empezar el combate, pensó en acabar todo esto con su súper y ya no ya ataque, Last Ascension. Así que el compadre se acomodó, levantó la espada, dio un giro, dio dos, tomó impulso, Ashley comenzó a cagarse del miedo, dio tres giros y... se le atoró la Excalibur en el pararrayos de la bendita torre. Los problemas de andar por allí con una arma tan grande en lugares potencialmente peligrosos.

Oye, ay, que se me atoró la vaina esta comenzó a quejarse Romeo, jalando para un lado y otro, a ver si se desatoraba la espada.

Pero justo entonces le cayó un rayo providencial – total, para eso se supone que servía el pararrayos, ¿no?

Estando en plena electrocutada -era eso o Romeo pretendía inaugurar un nuevo paso de baile de cumbia-, al brillante agente Riot se le ocurrió acercarse sólo para ver qué había con la freída bestial de su archi-recontra-y-ya-no-ya enemigo, pero fiel a su estilo de meter las cuatro donde sólo caben dos, el muy bruto confundió la de con la de , y pinchó con el dedo a Romeo, de modo que ahora ya eran dos los electrocutados.

Entonces, al brillante (porque con tanta electrocutada el compadre estaba que despedía rayos) agente Riot se le oscureció todo, se le iluminó todo, vio lucecitas, le dio la impresión de estar de cabeza, se movió para la derecha, se movió para la izquierda...

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De regreso a la realidad, Ashley se encontró sobre una extrañísima plataforma voladora con letritas que daba vueltas, además. Sorprendido, vio cómo se eleva eso que en su vida anterior fue conocido como Romeo Guilderstern y ahora era... alguna otra cosa rara...

Ahora verás, ay anunció Romeo, con una voz de ultratumba. Te destruiré, porque... ¡YA TENGO EL PODER DE GRAYSKULL!

exclamó Ashley, corriendo hacia el lado contrario de la plataforma mientras intentaba esquivar toda clase de rayos, bolas de fuego, golpes, estocadas y demás.

Claro que el cuerpo humano no daba para tanto, y después de un buen rato, Ashley se cansó.

Ya me llegó, caracho dijo, decidido. Ya no voy a correr más, no. Miró desafiante a la Cosa-Romeo. Ahora voy a huir. Y retomó su maratón de los tres quinientos metros planos en círculos.

Ay, a éste no le doy, que es más rápido que carterista se quejó la Cosa-Romeo, también cansándose. Ahora sí que este es tu fin.

Así que la Cosa-Romeo comenzó a concentrarse. Se llenó de poder, siguió concentrándose...

...Y el agente Riot seguía corriendo en vueltas, gritando como pobre condenado no había dos.

se encomendó a los cielos...

Y se le atoró el pie en la letra L de la plataforma.

gritó Ashley, tirando de su pierna infructuosamente. ¿Por qué siempre me pasa a esto a mí...?

La Cosa-Romeo estaba a punto de parir a su más ya-no-ya poder, el Ultimate Destruction Technique, The Blood Sin, cuando en eso... Ashley tiró tan fuerte que arrancó la letra L del dizque suelo de la plataforma. La letrita salió volando por los aires y se le clavó en la frente a la Cosa-Romeo.

¿Pero qué carajo...? se preguntó, estupefacto, la Cosa-Romeo...

Y he aquí que así fue como terminó por darle el golpe final a Romeo. Perdón, es decir, así fue como el agente logró muy a su y muy enemigo.

De pie sobre lo que quedaba de plataforma, Ashley reía a pierna suelta mientras observaba cómo los restos de la Cosa-Romeo caían al vacío, satisfecho con el resultado de ese duelo a muerte. Pero en eso, dejó de reírse un instante para darle una miradita a sus alrededores, y se preguntó:

¿Y ahora cómo carajo me bajo de esto?

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En otra parte...

Hardin, Merlose y el pobre de Joshua habían logrado aterrizar bien, después de todo (agradecían la buena puntería de Sydney). Ahora, se preocupaban por huir de Léa Monde, mientras la fantasmal ciudad se caía a pedazos.

Hardin llevaba a Joshua sobre el hombro derecho, cuando en eso notó con preocupación las rocas que se desprendían del techo del pasillo por el que estaban corriendo. Así que, ni corto ni perezoso, cogió al inconsciente Joshua y se lo puso de paraguas (o algo por el estilo) sobre la cabeza.

Hey, tú le dijo a Merlose. También métete acá abajo, si quieres.

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Mientras que en otra parte...

Ashley Riot había logrado, al fin, bajar de la plataforma (en realidad, se había caído cuando se le acabaron las letras, pero el asunto es que ya no estaba allá arriba sino acá abajo), y no se le había ocurrido otra mejor que ir en busca de Sydney Losstarot.

Raudo como condenado en fuga, Ashley se echó al medio inerte Sydney sobre los hombros y se aprestó a dejar la Gran C... Antes que se dio con la primera puerta que tenían que atravesar. Por más que lo intentaba, Ashley no lograba pasar a través de la puerta, y se preguntó brevemente qué clase de magia maldita era ésa que le impedía salir.

Pero una voz le contestó. La de Sydney.

'No seas cojudo le dijo Sydney. Pasa de lado.

Y allí Ashley computó que había estaba intentando pasar por una puerta de medio metro de frente, con Sydney atravesado sobre sus hombros, y que lo que no lo había dejado salir eran la cabeza y los pies del chico prótesis (que se le atoraban en el marco).

Ah, ya reconoció Ashley. Habla antes, pues.

Y ahora SÍ intentó pasar de lado, pero otra fuerza más material y mundana le volvió a impedir la salida.

¿Y ahora qué pasó se cuestionó el agente.

Sydney logró recuperar el sentido justo para decirle:

Abre la puerta antes, imbécil y volvió a quedar bien privado.

Oh sí, ¡la puerta! gritó Ashley, y tomó el picaporte de la misma, aunque en el proceso tuvo que soltar a Sydney porque le estorbaba.

Y, qué casualidad, al lado de la puerta estaba la ventana que daba al foso. Sydney se le resbaló de los hombros y no le hizo falta puntería para dar con la ventana, hasta el fondo.

Ashley se asomó a mirar por la ventana.

dijo.

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Y en fondo del barranco...

Después de darse con alma en cada saliente de la Gran C..., Sydney tocó al fin suelo más sólido, y se empotró de cabeza en la superficie lisa de la tierra, para luego caer de espaldas. Quedó mirando al cielo oscuro, hasta que se dio cuenta de que no estaba solo. No; a su derecha, Samantha descansaba, también tirada por allí y con una very, very, really long bastard sword saliéndole del estómago.

lo saludó Samantha. Duele, ¿no?

'Pues sí le contestó él.

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(Nota de la Redactora: ¿Acaso algo así puede continuar?)