Desde que se mudó a Nueva Orleans sentía que algo lo seguía, estaba seguro que nunca estaba solo.
La bruma afuera se elevaba dándole al paisaje un toque tétrico, Halloween estaba cerca y en ese lugar específicamente parecía cobrar un sentido más literal. Un día donde los portales del inframundo se abrían dejando vagar seres del bajo astral.
Iida entro a una tienda de aspecto descuidado, Nueva Orleans es conocida como la ciudad de la magia, un lugar donde encontrar brujas reales no era un disparate, podía jurar que incluso en cualquier rincón de aquel lugar se sentía una energía diferente.
—Curiosa compañía la que te compaña— detrás del mostrador apareció una mujer joven de piel morena y cabello rosa, sus ojos de un dorado hechizante le miraban y luego miraban al lado de Iida.—parece que alguien te cree interesante
Iida miro a su espalda no había nada más que vitrinas llenas de cosas extrañas y una pared con huesos de diversos animales prolijamente limpios. Volvió a ver a la mujer esta vez con pereza, de pronto por el rabillo del ojo miro un movimiento, creyó que era algún gato y resto importancia.
—Mi compañero de vivienda me recomendó aquí, Eijiro dice que podré encontrar más sobre la historia de este lugar, estoy investigando para una novela—le informo a la morena.
—Bueno, está ciudad está llena de cosas misteriosas, la mayoría practicamos algún tipo de magia, algunos más solo disfrutan de los carnavales, y algunos más son charlatanes—le respondió la chica fijando sus ojos detrás de Iida. Su guía un espíritu en forma de ardilla de pelaje rojizo brincaba alrededor de un espíritu, al inicio la imagen de difusa, apenas bordes blancos y pequeños destellos dorados, lentamente vio la imagen más nítida, un peliverde que miraba con una sonrisa a su guía, sintió el tacto del espíritu a través de su animal y esto la hizo temblar, no cualquier ser del bajo astral era tan poderoso como para transmitir su tacto de esa forma. Su jadeo hizo que el fantasma le mirara, le dedico una sonrisa un poco burlesca y desapareció.
—Has hecho cosas extrañas!? Leído pasajes en voz alta? Invocaciones sin conocimiento? Recogido o recibido algún objeto extraño?—pregunto al peliazul.
—no, llegué hace menos de un mes, visite el cementerio local, luego de ello un mausoleo, la puerta estaba abierta, sobre la capilla tenían un ángel con las alas abierta y una espada en su mano como si estuviera a punto de clavarla en algo—relato haciendo que la chica temblará
—la que está a mitad del cementerio?
—si esa
—no debiste entrar ahí, el mausoleo de los Midoriya es uno de los lugares a los que nadie debería entrar, se dice que esa familia tenía un pacto con seres extremadamente poderosos, ofrecieron a su hijo como pago a su petición y este se dice vaga en la tierra aún, se volvió un demonio peligroso—relato la chica.
Iida salió de aquel lugar sin saber que hacer. No creía sobre la magia ni nada de eso. Aún así algo en el le pedía regresar.
Camino en dirección al cementerio, el camino estaba oscuro, había cierto silencio que le causó un poco de miedo, esa noche el cementerio se veía diferente, la bruma comenzó a reptar por el suelo elevándose lentamente hasta llegar a la altura de sus rodillas, a lo lejos el ulular de un búho rompió el silencio y el murmullo de un arbusto cerca lo hizo girar, la temperatura bajaba con cada paso que daba hasta que comenzó a ver el bao que salía de su boca, no tardo mucho en llegar al mausoleo, la puerta seguía abierta, miro a ambos lados lados antes de entrar, el eco de sus pasos resonó por el lugar, el ángel ahora tenía sus alas cerradas y la espada había desaparecido, aquello lo hizo detenerse de golpe.
Un frío se colo en sus huesos, había algo diferente en aquella sensación, un rastro de maldad, se giro para salir de ahí encontrando la puerta cerrada, su respiración se agitó, no habían escuchado cuando se cerró.
El sonido de unos pasos resonó al fondo del lugar, camino rodeando el ángel, una trampilla detrás del altar le llamo la atención, abrió aquello viendo las escaleras de piedra que bajaban, curiosamente habia cierta claridad en el lugar que le permitía ver.
Al fondo un altar con un cuenco lleno de fuego le recibió, las paredes parecían arañadas por algo, sintió una mano helada en su nuca y cuando giro no había nada. Sin aviso algo lo golpeó en las piernas haciendo que quedara de rodillas ante el altar, el fuego se avivó y las llamas amenazaron con alcanzarlo.
Un destello le sego unos momentos y cuando abrió los ojos se encontró con unos hermosos ojos verdes mirándolo, el joven dueño de aquellas gemas era hermoso. Sobre sus rizos verdes llevaba una capa blanca en cuya capucha tenían un sombrero y una cara, se ataba al cuello con un listón grueso de color blanco y verde menta, en su mano había una daga larga y dorada lista para atravesarlo.
El joven se detuvo al ver aquellos ojos oscuros, Izuku lleva muchos años tomando vidas cada tiempo como parte de su labor como demonio, en sus siglos de existencia aquello jamás le suposo un problema hasta ese momento.
Algo en ese hombre le hizo sentir vivo,si su corazón latiera aún sin duda estaría golpeando con fuerza en su pecho.
—Vete—jadeo confuso alejándose del peliazul—largo—grito antes de desaparecer
Iida se levantó de golpe y corrió fuera del mausoleo y del cementerio, llegó a su casa sin saber que pasaba.
Un ruido le atrajo, había comprado una casa en nueva Orleans, había pasado un año desde aquel extraño encuentro, tecleaba en su ordenador, la única luz disponible en su oficina provenía de una pequeña farolilla.
—pareces muy concentrado—la voz juguetona le hizo alzar la vista con una sonrisa juguetona plasmada en su rostro—pasaba por aquí y decidí saludar.
—Es tu casa también Izuku—musito Iida dejando de lado su ordenador. Se levantó y camino hasta el chico de cabellos verdes, tiro del moño que ataba la capa y la sostuvo antes de que cayera.—el carnaval de Halloween está por empezar—señalo extendiendo su mano
Izuku asintió y tomo aquella mano. Caminaron entre los turistas y habitantes que se congregan en las calles principales, a lo lejos Izuku miro a la pelirosa que le veía con susto y sorpresa, llevo su índice a sus labios y le guiño un ojo a la chica, Iida vio en la dirección que Izuku veía y sonrió a la chica, un breve destello rojo en sus ojos hizo que Mina se tensara.
Al parecer en Nueva Orleans habían más criaturas de las que ella misma conocía.
