Capítulo Único
Disclaimer: No soy dueña de los personajes de DC cómics, sólo imagino líneas alternativas en las que pueden interactuar a mi gusto. Créditos a sus respectivos creadores. Todo esto es sin fines de lucro.
Era 13 de febrero y exactamente eran las 8 p.m. había llegado agotado a mi hogar de las oficinas Wayne cumpliendo mi labor como Gerente General. A mis 25 años ya estaba totalmente a cargo de las empresas de mi padre. Mi hermano, Tim Drake me había dejado el cargo hace ya más de 3 años. No negaré que al principio fue bastante difícil poder llevar el mando, sin embargo, ahora era manejable.
Al abrir la puerta me encontré con la mayoría de luces apagadas, sólo una lámpara en la sala iluminaba aquel inmenso y lujoso pent-house que compartía con mi bella esposa.
Ella al igual que yo trabaja en Wayne Enterprises en el área de Marketing y Negocios Internacionales. Siempre llegábamos juntos de la oficina, pero había salido unas horas antes por encontrarse mal de salud.
—¿Raven? Beloved, ya estoy en casa.—cerré la puerta, mientras dejaba las llaves en una mesa decorada con un bello florero que se encontraba más cerca de la puerta.
No obstante, no escuché respuesta alguna y me dispuse a recorrer toda la estancia de ser necesario para encontrar a Rae. Recorrí todo el primer piso: sala, cocina, baños, cuarto de huéspedes, oficina, nada. Luego me di un palmazo en la frente por volado, ella se encontraba mal, así que era obvio que se encontraba descansando en nuestro dormitorio. Subí por las escaleras lo más rápido que pude y abrí la puerta, pero no la encontré recostada en la cama. Revisé el baño de nuestra habitación, tampoco. Ni asomarme al enorme clóset.
¿Dónde estaba mi beloved? Empecé a preocuparme y a ponerme paranoico ¿Y si algún enemigo la había capturado aprovechando su estado vulnerable? No. Mi esposa era poderosa, aún enferma podría contrarrestar cualquier amenaza.
Llamé a su celular una y otra vez, no me respondió ninguna. Llamé a Rose Wilson, su amiga más cercana, y ella no tenía idea dónde estaba Raven. Llamé a Jon, su mejor amigo, y pasó lo mismo con el mitad-kriptoniano.
—¡Demonios! ¿Dónde estás Raven?—grité histérico.
Un momento después, la puerta de la única habitación que no había revisado se abrió y de ella salió una desaliñada, ojerosa y llorosa Raven.
—Haces mucho escándalo, Wayne. No me dejas leer en paz ¿Qué sucede?—me lanzó dagas con su mirada.
No pude contenerme y la abracé como si mi vida dependiera de eso. Luego la llené de besos a la par que toda la angustia y paranoia iban desapareciendo.
—Pensé que te había sucedido algo malo, habibti. No respondías el celular, no te encontraba en ningún lugar de la casa y saliste temprano de la oficina, ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?—la apreté más contra mi pecho de forma protectora.
—Debiste revisar mi habitación favorita en toda la casa, Wayne. Sabes que puedo pasar horas metida en la biblioteca, es mi lugar favorito en todo el mundo, admito que fue un muy buen regalo de tu parte el pasado 14 de febrero. Gracias, habibi.—me besó de forma tierna.—Estaba llorando sólo por una parte del libro, nada de qué preocuparse, sabes cómo soy. Me pongo en el lugar del personaje y se desatan mis emociones.
—No hay de qué, sabes que siempre tendrás lo mejor y eso me incluye a mí.—levanté las cejas de forma coqueta y recibí un manotazo a cambio.—¡Hey! Sin golpes, beloved. Eres muy sensible ¿sabes? Aunque quieras ocultar todo bajo esa estoica expresión tuya de siempre. Me siento afortunado de conocerte bajo toda esa coraza.—besé sus nudillos y me quedé contemplando su exótica belleza.
—Me atrevo a decir que también soy afortunada de conocer al verdadero tú, no al mocoso malcriado, altanero y ególatra que alguna vez fuiste. Por suerte, pude ver más allá que los demás a la joya de persona que eres.—besó la punta de mi nariz y me derretí entre sus brazos.
—Fuiste la primera en tenerme un poco de fe, niña bruja. Gracias por eso.—besé su frente y me percaté de que estaba ardiendo.—Tienes fiebre, pensé que estabas mejor, vamos a descansar, pensé que ya te sentías mejor—la miré muy preocupado.
—No es nada, cariño. Pronto estaré mejor, créeme.—sostuvo mi mirada decidida pero aún así no podía bajar la guardia. Una mitad demonio enferma no podían ser buenas noticias.
—No creas que te salvarás del descanso, mañana tú y yo nos quedaremos en casa y seré tu enfermero personal. Déjame hacer una llamada a Tim para que me reemplace.—acto seguido, la dejé recostada en uno de los sillones que tenía nuestra biblioteca para salir hacia el pasillo y marcar el número de mi hermano mayor.
Al segundo timbre contestó una voz femenina que conocía muy bien, era la de mi cuñada Stephanie Brown.
—¿Aló? ¿Damian?—su voz sonó escéptica.
—Hola Steph, ¿Qué tal? ¿Me podrías pasar con Tim, por favor? Es urgente.
—Tim se encuentra ocupado, está hablando con tu padre ¿Deseas que le deje un encargo?—cuestionó.
—Si por favor. Dile si mañana me puede reemplazar en el trabajo. Raven se encuentra muy mal de salud y me quedaré con ella a cuidarla.—exhalé el aire que tenía contenido de forma lenta y pausada.
—Mañana a primera hora estará ahí, no te preocupes ¿Qué le pasa a Rae? ¿Es grave?—preguntó preocupada.
—Muchas gracias, Steph. No lo sé, está hirviendo en fiebre, con escalofríos, con ojeras y me parece que hoy en la oficina expulsó todo su almuerzo por el retrete. La mandé en un taxi temprano a casa y ha estado descansando desde entonces pero la veo cada vez peor. Me preocupa.—confesé muy preocupado.
—Si empeora deberías llamar a un experto en magia como Constantine, Zatanna o Dr. Destino para que alguno pueda curarla, no creo que llevándola a un hospital puedan hacer algo por ella. Aunque de todas formas intenta es mitad humana. Espero que se recupere pronto, cuídala mucho, Damian.— culminó de aconsejarme la esposa de mi hermano.
—Eso haré, gracias por todo. Buenas noches, descansa.—escuché sus "buenas noches" y ambos colgamos.
Volví a la habitación y me di con la sorpresa de que Raven ya se había dormido. Estaba muy roja, tiritaba de frío y sus dientes castañeaban ligeramente. Aparté algunos mechones de cabello que se habían pegado a su rostro debido al sudor y besé su frente de forma tierna.
—No dejaré que te pase nada malo, beloved. Estaré siempre a tu lado.—susurré despacio para no despertarla, luego la cargué con cuidado y la llevé a nuestra habitación, la arropé con sábanas frescas y me dirigí a nuestro baño en busca de paños secos y thimolina. Humedecí los paños y se los puse en la frente hasta que se calentaban y debía repetir el proceso.
Me inquietaba mucho que toda su cara hierva en fiebre pero tenía sus manos y pies helados como muerta. Todo esto me daba mala espina, pero me quedaría velando sus sueños hasta que ella despierte y esté mejor. No era la primera vez que me desvelaba, en anteriores ocasiones fueron por trabajo.
Mientras la observaba dormir aproveché en avanzar el trabajo de mañana y aligerar la carga que le había ocasionado a Tim de último momento.
Las horas pasaron sin que me diera cuenta, cada cierto tiempo le aplicaba los paños con thimolina en la frente y me percaté de que fue mejorando porque ya no tiritaba de frío y su fiebre había bajado de forma considerable.
El reloj marcó las 7:30 a.m. y yo seguía despierto cuidando de Raven, la sentí removerse un poco entre las sábanas para luego encontrar esos hermosos e inusuales ojos amatistas mirándome con somnolencia.
—Buenos días, habibi ¿Qué tal dormiste?—me preguntó con inocencia.
—Buenos días, habibti ¿Cómo amaneciste tú? ¿Ya te sientes mejor?—ignoré su pregunta y ella alzó una ceja al percatarse de mi acción.
—Sí, ya me siento mejor, sólo un poco débil por vomitar todo lo que comía, pero fuera de eso, ya estoy mejor, muchas gracias.—sus ojos me analizaron queriendo descubrir algo, sin darme cuenta Raven cogió mi mano y sentí cómo invadió mis recuerdos de ayer para saber si sus sospechas eran ciertas o no, para mi mala suerte reaccioné muy tarde. Ella ya lo había visto todo.
—¡Damian Wayne Al Ghul! Me puedes decir ¿Por qué demonios no dormiste?—me gritó molesta.
—Me quedé cuidándote toda la noche, Raven. Estabas muy mal de salud, me preocupé mucho. Sabes que cuando te enfermas por ser mitad demonio puede ser más severo ¿verdad? ¿estás consciente de eso?—contraataqué fastidiado.
—No me pasa nada malo es sólo que...—hizo una pausa, dudosa si continuar o no.—nada...supongo que algo me cayó mal y ya. Voy a tener más cuidado, lo prometo.—extendió su dedo meñique para hacer una promesa. No pude negarme y entrelace nuestros dedos aunque me pareciera bastante cursi.
Luego de aquel "juramento irrompible" entre nosotros, la atraje hacia mí y la abracé con cuidado y amor. Ella aún estaba débil y temía lastimarla. Llené su frente de pequeños y pausados besos.
—¿Entonces, tu excusa para faltar al trabajo y pasar el 14 de febrero a mi lado fue que debías cuidarme? Por favor, Wayne nadie va a creerte eso.—carcajeó.
—En primer lugar no es excusa, estás mal de salud, en segundo lugar he avanzado gran parte del trabajo de hoy mientras velaba tus sueños y en tercer lugar...Feliz San Valentín, beloved. Me encantaría celebrarlo como se debe pero he decidido que la pasaremos aquí.—Raven me hizo un ligero puchero.—Igual te voy a consentir, pero con precaución.—besé su frente.
—Con pasarla juntos es suficiente para mí, cariño.—me dió una sonrisa sincera.
—Opino lo mismo, habibti. Ahora iré a hacer el desayuno, quédate en cama descansando. Ahora vuelvo no tardo.
Salí de nuestra gran y espaciosa habitación para bajar por las escaleras y dirigirme a la lujosa cocina, debía prepararle algo ligero, no tenía idea de qué podría ser así que hice lo primero que se me cruzó por la mente: sopa de pollo.
Era lo que los enfermos consumían en su dieta ¿no? Raven era un poco quisquillosa, pero la obligaría a tomar.
Al culminar de preparar la sopa con pollo con papa amarilla y fideos, la serví en un pequeño recipiente para luego colocarlo sobre una bandeja para que desayune en la cama. Me parecía un poco simple para ser un desayuno de San Valentín así que cogí una flor de la mesa del recibidor y le escribí en una tarjeta roja unas pequeñas palabras.
Subí con cuidado de no derramar el contenido sobre la bandeja y abrí la puerta de nuestra habitación para darme con la sorpresa de que mi bella esposa no se encontraba en cama. En lugar de eso escuché el grifo de la ducha abierto y no tenía que ser adivino para saber que Raven se estaba duchando.
Dejé la bandeja sobre la cama y la esperé de brazos cruzados, cuando salió envuelta en una toalla me quedó mirando con ojos de culpabilidad.
—La sopa se está enfriando. Cámbiate rápido si no quieres volver a enfermarte.—le hablé serio.
—Sabes que no puedo estar ni un solo día sin bañarme, cariño. Así esté un poco débil, confío en mis capacidades.—besó mi mejilla.—Gracias por la sopa, sabes no es de mi agrado pero la tomaré de todos modos.—se dirigío hacia nuestro gran clóset para cambiarse.
Al cabo de 5 minutos ya estaba lista con un vestido color lila de tirantes y unas sandalias bajas. Estaba hermosa, como siempre. Pero algo había cambiado en ella desde hace un tiempo, no sabía qué era, pero se le notaba más brillante, espléndida, pasaba y deslumbraba a todos con su luz.
Raven se situó a mi lado y empezó a degustar su sopa, a la par que leía la carta.
—Por Azar, esto está muy bueno. Eres un excelente chef, habibi. La carta me gustó mucho, gracias.—miró la flor de al lado y alzó una ceja.—¿La sacaste de las flores del recibidor, cierto?—cuestionó.
—Lo sé, Rae.—mi lado egocéntrico salió a flote.—Y la respuesta a tu pregunta es sí ¿cómo lo sabes?
—Yo las compré, cariño. Por cierto¿Qué vas a desayunar tú? o ¿Ya comiste?
—Aún no, tú eres mi prioridad, lo sabes ¿no?
—Damian Wayne Al Ghul, ve a desayunar ahora mismo. Suficiente con que no hayas dormido, te pasas.—me llamó la atención mi mandona esposa.
—He tomado mucho café, eso me ha quitado el apetito.—confesé.
—De todas maneras ve ahora mismo a comer, una fruta al menos, no es posible que...—pausó para luego llevarse ambas manos a la boca, levantarse y salir corriendo hacia nuestro baño. Cerró la puerta de un portazo con sus poderes y pude oír las arcadas. Al parecer su estómago aún se encontraba sensible y no pudo soportar ni la sopa que era ligera.
Me levanté y caminé hacia el baño, abrí la puerta y la encontré de rodillas con toda la cabeza inclinada hacia el retrete. Se percató de mi presencia porque volteó con la cara toda roja y los ojos un poco llorosos.
—No...Damian...vete, no quiero que me veas así...—murmuró.
Yo sólo me arrodillé junto a ella y le mostré mi anillo de matrimonio que portaba todos los días desde que nos habíamos dado el sí.
—En las buenas y en las malas, beloved.
Gracias a mi comentario se le aguaron sus preciosos ojos e hizo un puchero.
—Eres un tonto, jugar con esa carta es muy...—sin culminar esa frase volvió a expulsar vómito. Yo sólo opté por darle suaves masajes en su espalda con una de mis manos mientras que con la otra sostenía su largo cabello.
Pasamos 10 minutos más dentro y finalmente terminó de expulsar todo. Con unos pañitos húmedos le limpié los bordes de su boca y luego la ayudé a pararse, se cepilló los dientes y salimos del baño.
—Te llevaré con Dr. Destino, él sabrá cómo curarte, me preocupas mucho.—confesé mientras la miraba angustiado.—Tu lado demoníaco hace mucho más intenso tu malestar.
—No podrá hacer nada, Damian, créeme. La verdad no es algo tan grave. Con un poco de suero en mis venas estaré como nueva.—contestó mi testaruda esposa.
—Llamaré a un doctor para que venga a ponerte el suero aquí mismo, espera que hago la llamada ¿ok?—la dejé recostada en la cama para luego salir y realizar la llamada.
El Dr. Lawrence no tardó en llegar trajo un gran maletín consigo y me pidió que lo guiara hasta Raven. Entramos a la habitación y ella se encontraba recostada en la cama. El doctor me pidió que les diera espacio para que pueda intervenir a la paciente. Salí de la habitación en contra de mi voluntad.
Al cabo de media hora, este salió y estaba listo para retirarse. Sin embargo antes de eso me dió unas recomendaciones.
—La señora Wayne pronto estará mejor. Cuando el suero en su brazo se acabe le quita con cuidado la aguja y le pone algodón con un poco de alcohol.—me extendió una pequeña hoja.—Esta será su dieta hasta que mejore, y... felicidades, Señor Wayne.—salió del departamento y yo me quedé pensando en eso último que me pareció de lo más extraño.
Subí las escaleras de dos en dos para ver cómo se encontraba mi beloved. Al ingresar a la habitación la encontré recostada en la cama leyendo con uno de sus brazos unidos a un catéter por donde fluía el suero.
—Hola habibi, ¿Qué te dijo el doctor?—se dirigío a mí mientras ponía un separador en el libro y lo cerraba.
—Habibti, me dijo que pronto mejorarías y aquí me dió una dieta especial ¿Por?—señalé el papel, me acerqué a la cama y me recosté a su lado.
—Ah ok. No nada—con su mano libre me acarició el cabello.
—No hagas eso, Rae. Si sigues así me voy a quedar dormido.—bostecé de forma sonora.
—Esa es mi propósito. No has dormido nada y ya son las pasada las 12 p.m.
—Está bien, dormiré sólo un rato. Pero no hagas nada que ponga en riesgo tu salud, te conozco eres capaz.
—Descansa, aquí estaré, siempre a tu lado.—siguió acariciando mi cabello hasta que mis párpados cada vez se hacían más pesados y me entregué a los brazos de Morfeo.
Cuando desperté, el cielo ya estaba oscureciendo, había dormido bastante tiempo y no había rastro de Raven en la habitación. Me paré de un salto y fui a buscarla.
"Esta bruja terca, testaruda e inconsciente, nunca me hace caso"—pensé al borde de la ira.
Bajé al primer piso, de dónde podía oír un ligero bullicio que provenía del comedor, al asomarme pude vislumbrar a Raven con aquel vestido lila y la hacía lucir más hermosa de lo que ya era, ella estaba terminando de preparar la mesa con un pequeño festín vegetariano, con dos copas de vino y un par de candelabros, lo que hacía lucir más romántico el ambiente al centro de la mesa se encontraba una pequeña caja de regalo color rosa y celeste acompañada de un lazo.
—¡Oh! Cariño, ya estás aquí. Pensé que tendría que ir a levantarte. Sí que estabas cansado.—comentó una muy risueña Raven, que lucía mejor de lo que había estado estos últimos días.
—Rachel Roth, ¿se puede saber por qué demonios no estás guardando reposo?—reproché en un tono ácido.
—Ya me siento mucho mejor como podrás notar. Estar en cama me quita energías, tengo que hacer algo o sino me siento inútil. Además hoy es un día especial, quiero pasarla bien junto a ti, cariño, no hay que pelear por favor y disfrutemos la noche.—me extendió la mano y yo la acepté sin rechistar y tomamos asiento uno frente al otro.
—No te salvarás de esta, Roth. Pero admito que esto es un lindo gesto de San Valentín. De verdad te luciste, lamento si yo no he tenido el tiempo para comprarte un regalo o realizar un detalle por ti.—ella me puso un dedo en mis labios para que guardara silencio.
—Cariño, sabes que eso es lo de menos, tu compañía es lo más preciado para mí. Está de más decir que lo que hiciste por mí ayer y hoy es mejor que cualquier otra cosa superflua. Gracias por cuidarme.—besó mis nudillos con ternura.—Ahora sí, a comer que sino se va a enfriar, y no te preocupes, me preparé un plato tal como lo dice mi dieta médica.—me mostró el papel que el Dr. Lawrence me había otorgado en la tarde.
Charlamos de todo un poco mientras íbamos ingiriendo nuestros alimentos, a pesar de llevar bastante rato en la sala, me percaté de que Raven no había tocado su copa de vino, sospechaba que era por la receta médica, pero no recordaba haber leído lo del vino. Lo ignoré por el momento. Al culminar me atreví a preguntarle.
—Beloved, ¿Por qué no has tocado tu copa de vino? Si tú lo amas, ¿pasa algo malo?—pregunté en busca de respuestas.
Ella sólo negó, tomó la caja rosa y celeste que había permanecido intacta desde que comenzó la velada y me la extendió.
—Ahí tendrás tu respuesta, cariño. Feliz San Valentín, te amo.—sus ojos se cristalizaron un poco.
Mi lado paranoico empezó a carcomer mi interior, así que tomé entre mis manos aquella bonita caja y con cuidado quité el lazo para luego abrir la tapa y el contenido de esta casi hace que me desmaye:
Frente a mí se encontraban tres distintas pruebas de embarazo y todas eran positivas.
—No puede ser...—murmuré. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. No me salían las palabras para expresar la felicidad que me embargó en aquel momento.
Iba a ser padre no podía creerlo, mi hermosa esposa estaba embarazada. Ahora comprendía lo afectada que se vió su salud debido a los primeros síntomas de embarazo.
No aguanté más y me levanté de mi asiento para ir y darle un profundo y largo beso a Rae que se encontraba llorando al igual que yo. Cogí con delicadeza sus mejillas y le susurré:
—Me haces el hombre más feliz del mundo, te amo, te amo, te amo. Siento que estoy en un sueño y despertaré, por favor dime qué esto es real.—le rogué.
—Esto es real, habibi. Vamos a ser padres, en unos meses tendremos a nuestro pequeño junto a nosotros.—me abrazó con fuerza y besó la comisura de mis labios.
—Lo único que cruza por mi mente en estos momentos es lo mucho que te voy a consentir estos meses, ¿cuándo te enteraste? ¿cuánto tiempo tienes? ¿se lo dijiste al Dr. Lawrence, no?—hice memoria y sí, el Dr. lo sabía por eso me felicitó antes de retirarse y yo había pasado por alto semejante detalle.
—Me enteré hace una semana y media, cuando se presentó el primer síntoma que fueron los vómitos y mi período se había retrasado, así que compré las pruebas de embarazo para salir de dudas y pues...mis sospechas fueron acertadas. Sin embargo para estar cien por ciento segura, fui a la clínica a que me tomaran muestras de sangre y a que me hagan una ecografía. Me enteré de que tenía 4 semanas y media ahora tengo 6 semanas y respondiendo a tu última pregunta sí, le tuve que decir de mi estado al doctor pero le dije que no te dijera que aún iba a ser una sorpresa. Por fortuna fue mi cómplice.—sonrió con orgullo.
Luego de todo lo revelado, mi mente sobreprotectora captó sólo un detalle:
—¿Por qué no me dijiste que los síntomas habían empezado antes?—le reproché con la mirada.
—Porque se habría arruinado la sorpresa, además estuve contrarrestando los síntomas lo más que pude para que no sean notorios, bueno hasta ayer claro, que mi cuerpo reaccionó de la peor manera, al ser un embarazo único por ser mitad demonio se manifestaron otros síntomas como la fiebre, los escalofríos y las intensos dolores de cabeza.—confesó con una cara de falsa inocencia.
—Beloved, pusiste en riesgo tu vida y la de nuestro hijo. Imagina qué hubiera sucedido si los síntomas eran más severos. Para la próxima no vuelvas a ocultarme algo así.—dije muy serio.
—¿Próxima? ¿Cuántos hijos desea tener conmigo, joven Wayne?—se mordió aquellos rosados y apetecibles labios.
—Eso depende.—empecé a seguirle el juego mientras mis manos se situaron en su cintura atrayéndola más hacia mí.
—¿De qué?—se sobresaltó cuando mi juguetona mano subía por uno de sus muslos hacia su feminidad.
—De cuántas veces lo intentemos.—susurré aquello muy cerca de su oído izquierdo. Luego ataqué su cuello de besos mientras mis manos recorrían su curvilínea figura.
El lado positivo de su embarazo fue que su cuerpo empezó a segregar más hormonas de lo normal y pedía ser saciada a gritos. Lo malo es que nunca me imaginé que los cambios de humor en una mitad demonio serían tan radicales, cuando se ponía en ese estado yo tenía que estar en una paz completa porque cualquier desliz o comentario la ponía histérica. Sus antojos fueron lo peor del mundo, me despertaba en plena madrugada pidiéndome las combinaciones de comida más asquerosas que en la vida me pude haber imaginado.
—Damian...quiero pepinillos.—soltó Raven mientras estábamos recostados descansando.
—Si, beloved. Me encargaré enseguida.—le contesté con un poco de pereza.
—Y chocolate. Pepinillos y chocolate.—agregó a su lista de los antojos del día.
—Sí, también chocolate.
—Estoy esperando.
—Hehe. Ya voy.—me levanté, me puse un polo negro manga corta, tomé mis llaves y billetera y salí por la puerta dispuesto a complacer a mi reina.
A pesar de los cambios de humor, los antojos y mi paranoia de que algo malo pueda suceder durante su embarazo no todo fue malo, cada mes íbamos a sus chequeos para saber la salud del bebé. Al quinto mes Raven y yo nos enteramos del sexo de nuestro pequeño.
—¡Felicidades, es una niña!—exclamó el Dr. Lawrence.
—¡Una niña! ¡Es una niña, beloved! ¡Mi niña!—grité de felicidad, mientras besaba sus labios con furor.
—Nuestra pequeñita, cariño. Muy pronto la podremos tener entre nuestros brazos. No veo la hora de sostener su pequeño cuerpo contra el mío.—lloró de emoción mi esposa.
Las siguientes semanas nos preocupamos por la remodelación de su cuarto, yo quería pintar las paredes de color rosa pero Raven se negaba rotundamente, ella las quería color lila. No discutimos porque si se ponía histérica yo tenía todas las de perder. Al final llegamos a un acuerdo mutuo y las pintamos de ambos colores.
Con la cuna no tuvimos problemas, un día nos encontrábamos paseando por las caóticas calles de San Francisco cuando se nos ocurrió entrar a una tienda exclusiva de bebés. Era lo bastante grande para que me ocasionara un inmenso dolor de cabeza pero estaba dispuesto a acompañar a mi deslumbrante y hermosa esposa. Llevábamos recorriendo el lugar más o menos unos diez minutos cuando la vimos exhibida en el centro del primer piso. Era una cuna color blanca con cortinas de color lila, y de esta colgaba un precioso móvil de unas aves de colores. Esta venía con dos cómodas a juego y Raven y yo sólo tuvimos que intercambiar miradas para saber que era la que queríamos.
Por supuesto la llevamos sin importarnos el precio, nuestra pequeña sólo tendría lo mejor.
Para el clóset y el resto de la habitación tuvimos que llamar a los mejores diseñadores de interiores de E.E.U.U. y Europa. Queríamos que vaya acorde a los gustos de ambos y a juego con la cuna y sus cómodas. El trabajo final nos dejó más que satisfechos.
La parte más divertida y tierna de todas sin lugar a duda fue comprar ropita para la bebé. Raven y yo moríamos de ternura por la ropa en miniatura. Entre vestiditos, enterizos, ajuares, blusitas, falditas, pantaloncitos, politos y zapatitos nos llevamos casi toda la tienda, repitiéndose el proceso con las otras cuatro que visitamos.
Cuando llegamos a casa, nos tumbamos en el sofá agotados dejando algunas bolsas en el suelo, las demás se habían quedado en mi carro.
—Parece que nos excedimos con las compras, habibi.—me comentó Raven.—Ahora ¿cómo vamos a traer toda la ropa de la bebé?—cuestionó.
—No te preocupes por eso, habibti, en cada una de las tiendas pedí que nos trajeran los productos por delivery, les pagué para que mañana a más tardar estén llegando con la ropa de Theresa.—le informé sobre mi trato con las tiendas de ropa de bebé más exclusivas de la ciudad.
—¿Theresa? ¿Así quieres que llamemos a nuestra bebé?—preguntó sorprendida.
—Sí, si a ti te gusta, claro. Estuve investigando durante todo este tiempo nombres y ninguno me pareció más perfecto que Theresa, tiene varios significados entre ellos están: "Cosecha" y lo asocié con su sinónimo: "fruto" ya que ella representa eso en nuestro amor. Otro significado es: "Verano", ella será el sol y la calidez de nuestras vidas, con su llegada llenará de alegría a todos los que la conozcan. Significa también "Experta cazadora" su nombre desde ya la caracteriza al ser hija tuya y mía, tendrá el mejor entrenamiento en defensa personal, manejo de armas blancas y será la mejor detective que la familia Wayne haya visto jamás. Y por último significa "Milagrosa", tanto tú como yo sabemos que es posible que nazca con dones mágicos y no habrá mejor persona para enseñarle a controlar sus poderes que tú.—finalicé mi explicación para ver qué opinaba ella sobre mi elección.
—Theresa me parece perfecto, cariño.—me besó dulcemente hasta que se separó de mí, yo me quedé con un gesto indignado porque cortó nuestro beso pero luego dirigío mi mano hacia su abultado vientre de 6 meses.—¿Sentiste eso? Me está pateando, parece que le encantó su nombre.
Sentí un ligero empujoncito por debajo de mi mano, luego fueron más constantes y fueron subiendo de intensidad.
—Para ser una pequeña bebé patea fuerte, me siento orgulloso.—declaré, poco a poco fui acercando mi cara hacia el vientre de Raven—Hola, Theresa, soy tu padre y no sabes lo mucho que ansió conocerte. Te amo demasiado, mi pequeña avecilla.—besé la pancita de mi beloved.
—Si no lo veo, no lo creo. Es la primera vez que te veo ser tierno con alguien que no sea yo, es muy dulce.—carcajeó mi esposa.
—No negaré eso, ustedes dos serán las únicas chicas que verán ese lado mío, ante los demás soy el imponente e intimidante Damian Wayne.—inflé mi pecho de orgullo.
—Tonto, ven aquí para seguir besando esos labios que tanto me gustan.—me jaló por la camisa y estampó sus apetitosos labios contra los míos.
Teníamos fijado una fecha aproximada del nacimiento de nuestra pequeña Theresa, a finales de Septiembre, sin embargo no todo es como se planea porque Raven tuvo un sangrado inusual una mañana y luego se le rompió la fuente. Ambos nos asustamos, teníamos miedo de que algo le haya pasado a la bebé y fuimos rápido al hospital más cercano.
El Dr. Lawrence hizo las pruebas respectivas y al llegar a la habitación en dónde nos encontrábamos preocupados, nos informó lo que pasaba.
—La bebé ya viene, tenemos que prepararla ahora mismo para trasladarla a la sala de parto. No es inusual que nazcan a los 7 meses, pero de todas formas trae consigo algunos riesgos. Debemos ser rápidos.—hizo una pausa para luego dirigirse a mí.—Señor Wayne, acabo de preparar los documentos respectivos para que autorice la intervención de su esposa, vaya a firmarlos y luego se dirige a los vestidores, se pone la bata, guantes, gorro, y mascarilla que están esterilizados para que acompañe a su esposa en la sala RM18.—apoyó su mano en uno de mis hombros, reconfortándome, mi cara debía de transmitir el miedo que me invadió.—No se preocupe, no les pasará nada a su esposa no a su hija.
Seguí las instrucciones al pie de la letra. Ya una vez vestido me dirigí hacia la sala de parto donde preparaban a mi esposa para que dé a luz. Habían dos enfermeras, el Dr. Lawrence y un doctor más que no conocía. Ella se encontraba recostada, se le notaba nerviosa. Me acerqué a ella y tomé su mano para reconfortarla.
—Aquí estoy, beloved. No te preocupes, no le pasará nada a la bebé, tampoco a ti.—besé sus nudillos.
El Dr. Lawrence le dijo a Raven que ya podía empezar a pujar, se encontraba con 10 cm de dilatación.
Raven empezó a pujar, por su expresión notaba que le estaba doliendo a mares, reconocí que era una mujer muy fuerte porque no soltó ninguna lágrima ni se quejó en el proceso. Siguió y siguió hasta que unos llantos resonaron en aquel blanco cuarto. Era nuestra hijita. Por fin había nacido.
—¡Felicidades, señores Wayne! Es una bebé muy bonita y bastante sana.—exclamó el Dr. Lawrence mientras le limpiaba la sangre de su pequeño cuerpecito y luego la envolvía en unas sábanas para Raven la cargue y la calme.
Raven tomó a aquel pequeño bulto entre sus brazos y por fin pude ver a nuestra hijita, era hermosa tenía el cabello negro violáceo, como su madre y aún no abría sus ojitos. Mi esposa lloró de emoción y felicidad al tenerla por fin entre sus brazos.
—Hola, Theresa, soy Raven, tu madre. Te prometo que siempre estaré a tu lado, mi princesa hermosa. Eres mi mundo entero. Tu papá y yo siempre te vamos a cuidar.—besó su pequeña frentecita. La bebé que se encontraba llorando al escuchar la voz de su mamá, se calmó al instante.
Aquellas palabras siempre quedarían grabadas en mis pensamientos, nada se le comparará a ver a tu esposa dedicándole unas palabras a su hija recién nacida.
Raven me la extendió y la cargué, era la primera vez que sostenía a un bebé, tenía miedo de hacerle daño, pues su cuerpecito se veía bastante frágil. Sin embargo cuando la tuve conmigo no pude evitar derramar algunas lágrimas.
—Bienvenida al mundo, mi pequeña Theresa, no sabes lo mucho que tu mamá y yo te estábamos esperando.—la bebé al oír mi voz abrió sus ojitos por primera vez y me maravillé con su hermosa mirada. Había heredado mis esmeraldas.—Pero qué bonitos ojos tienes, mi princesa eres igual de preciosa qué tu madre, ¿sabes? Jamás permitiré que alguien te lastime, tendrás lo que mereces y juro que seré el mejor padre del mundo.—acaricié su carita con cuidado.
Una enfermera me dijo que tenían que llevarla para una evaluación completa, se la acerqué una vez más a Raven para que le diera un último vistazo y luego se la entregamos a la enfermera.
—Es preciosa, beloved. Gracias...me has hecho el hombre más feliz del mundo al convertirme en padre. Te amo mucho, mi reina—besé sus labios de forma intensa.
—Gracias a ti, por darme la familia que nunca tuve.—me miró con los ojos llorosos.
Todo había salido bastante bien, por fortuna no hubo complicaciones durante el parto. Theresa se nos había adelantado dos meses y era sietemesina. Nació una mañana calurosa, el 25 de Julio a las 10:30 a.m. pesaba 2,14 kg y media 39 cm, era bastante pequeña pero su madre y yo sabíamos que se convertiría en una niña bastante fuerte.
Después de dos días en el hospital Raven, Theresa y yo por fin pudimos irnos a casa. Aunque nuestra estancia en el hospital fue bastante apacible porque nos visitaron muchas personas, entre ellas mi padre y Alfred que se derritieron de amor al ver a mi pequeña; mi hermano mayor Dick Grayson, su esposa Kori y sus dos revoltosos hijos: Mar'i y Jake Grayson; mi hermano Jason Todd y su esposa Rose Wilson con su hijo llamado Jace, tenía el carácter de Wilson y eso no eran buenas noticias; mi último hermano Tim Drake junto a su esposa Stephanie Brown y su pequeña Casey que había sacado la inteligencia de su padre y la cabellera rubia de su madre. También nuestros amigos de la Titan Tower. Todos quedaron maravillados con Theresa, decían que era la combinación perfecta entre Raven y yo.
Iba conduciendo por la ciudad de San Francisco, tenía a Raven y a Theresa en el asiento de atrás por seguridad, cuando al fin llegamos a casa, instalamos a la bebé en su recámara, que se encontraba al lado de la de nosotros, apagamos la luz de su habitación y encendimos el monitor de vídeo de su habitación para que cualquier percance con nuestra hija, estemos atentos.
Raven y yo regresamos a nuestra habitación y por fin, después de los días más complicados para ambos podíamos estar tranquilos. Nos recostamos, la abracé, encendimos la tele con el volúmen bajo y continuamos con una serie que nos había enganchado.
No podía pedir nada más en esta vida, tenía una hermosa esposa que me había dado el mejor regalo del mundo: nuestra pequeña Theresa. Era afortunado de tenerlas, las protegería con mi vida de ser necesario. No habían personas que amara más que a ellas dos. Sin darme cuenta, me quedé dormido al lado del amor de mi vida.
No tenía idea de lo complicado que serían los años venideros, sobre todo con Theresa.
5 años después
Tal como Raven y yo sospechamos, nuestra pequeña Theresa había heredado los poderes de su madre. A diferencia de ella, Theresa tenía un carácter más difícil de controlar, en eso se parecía bastante a mí. Súmale a la ecuación de que es Leo, por consiguiente un signo de fuego.
El error de todos fue que la consentimos mucho, y la acostumbramos a hacer lo que ella quisiera, por eso cada vez que le negábamos algo Troya ardía. Con el paso del tiempo hemos tratado de mejorar su conducta en ese aspecto y logramos avanzar considerablemente si no hubiera sido por mi padre y sus mimos desde que mi hija gateaba. Cada vez que la veía, no podía decirle que no. Cuando estaba con ella parecía otra persona, no el duro enmascarado vestido de murciélago que nos crío a mí y a mis hermanos.
Ese día en especial, nos encontrábamos en Gotham City; mis hermanos, sus familias y la mía nos habíamos reunido después de meses para pasar tiempo de calidad en familia. Alfred nos había informado que nuestro padre nos daría un anuncio. importante.
Cuando Raven, Theresa y yo llegamos, yo traía a mi hija cargada; todos ya se encontraban presentes con sus familias. Casey, la hija de Tim y Steph, de 9 años de edad vino corriendo a recibir a su prima.
—Papá, bájame, por favor. Iré a jugar con Casey, luego vuelvo. Prometo no ensuciar mi atuendo.—bajé a mi princesa y antes de que se vaya le dije que vaya a saludar a su abuelo y a sus tíos. Ella asintió.
Raven y yo llegamos a la gran mesa que se ubicaba en el centro del patio. Saludamos a todos, menos a los niños que se encontraban corriendo, jugando y saltando en el inmenso jardín que la Mansión Wayne poseía. Todos a excepción de Mar'i Grayson. Ahora era una bonita adolescente de 15 años, estaba chateando en su celular apartada tanto de los adultos como los niños.
Raven se fue a ayudar a Alfred, Kori y Stephanie en la cocina. Para acelerar el proceso.
—¡Vaya! ¿Esa es la pajarita menor?—Jason observó de lejos a Theresa.—Está bastante grande y cada vez se parece más a Raven, por suerte. Porque si sacara tu cara de culo...—Todd empezó a provocarme.
—¡Cariño! No ofendas a tu amargado hermano, él no tiene la culpa de tener esa expresión todo el tiempo. Sin ofender, cuñadito.—Rose Wilson comentó mientras yo sólo rodaba los ojos.
—Jaja, muy graciosos.—me crucé de brazos.—¿No deberías estar ayudando en la cocina, Wilson?
—Alfred me corrió después de que sin querer botara una bandeja con bocaditos.
—Hasta para eso eres incompetente.
—A mi esposa no le hables así, mocoso. Sólo yo puedo hacerlo.—Jason recibió un manotazo de Rose.
—Qué raro que no intentes matar a Todd, Damian ¿Acaso tus instintos asesinos han desaparecido?—preguntó sorprendido mi hermano Tim.
—Ganas de agarrarlo a puñetes como en los viejos tiempos no me faltan, créeme.—confesé sin tapujos.—Pero mi hija se encuentra aquí y no quiero que me vea en aquella lamentable situación.—respondí con sinceridad.
—Así que Theresa es tu debilidad, hermanito. Sé cómo te sientes, sentí lo mismo por Mar'i, aunque mi hija tiene el carácter de su madre, en el caso de Tessa, me parece que tiene el tuyo...—Dick se quedó pensativo.
—¿Qué carajo intentas decir, Grayson?
—Lo que Dick quiere decir, hermanito es que no importa si la nena se parece a Raven, heredó tu carácter de mierda. Pobre de su futuro novio.
Con aquel comentario de Jason, apreté mis puños y mis dientes de forma inconsciente.
—Mataré a cualquier idiota que se le acerque.—me imaginé degollando a todo pretendiente que se atreviera a pasarse con mi princesa.
—Damian, tranquilo, aún está pequeña. Además es algo que va a pasar tarde o temprano, por ejemplo Mar'i tiene novio y el chico es bastante buena onda. Kori y yo lo adoramos. Siempre la acompaña a casa, la deja a la hora acordada, es un caballero. Es mejor que tu hija tenga confianza en presentarte a su novio a que lo haga a escondidas...—Dick me guiñó un ojo.
—TT...—fue lo único que salió de mis labios.
No seguimos conversando pues, Alfred y nuestras esposas salieron con bandejas de comida, tragos para nosotros los adultos y jugo para los niños. Acomodaron la mesa y llamaron a los niños a que se sienten en sus respectivos lugares. Bueno, casi todos, Theresa, al ser la más pequeña se quedó correteando por el césped y Raven tuvo que atraparla entre sus brazos para cargarla mientras reían y la traía a la mesa para sentarla con sus primos.
—Cada vez que vienes a la casa del abuelo eres una bolita de amor, Tessa ¿Por qué será?—Raven preguntó a nuestra pequeña.
—Mamá, siempre soy así.—cogió la servilleta de la mesa para colocarla en su regazo, ya estaba lista para degustar el banquete.
Una de las cosas que más me gustaban de mi hija es que aprendió etiqueta desde que aprendió a sostener bien los cubiertos. Raven se encargó de enseñarle. Tenía a unas damitas en casa.
Al fin, mi padre hizo su entrada al inmenso jardín, iba con ropa cómoda y lo que más nos sorprendió a todos fue que de su brazo iba entrelazado con el de la ex-criminal Selina Kyle.
De pronto sentí cómo un plato se rompió a la mitad, no fui el único, todos volteamos para ver al causante de aquel accidente y no se trataba de nada más y nada menos que de Theresa.
Mi hija aún sentada en la mesa destilaba furia con la mirada, pasó de ser la niña risueña y cariñosa a la versión demoníaca de Raven pero en pequeña.
—¡Theresa, no! ¡Cálmate!—su madre la cogió por los hombros intentando calmarla.
Me paré de mi asiento comprendiendo su estado al instante, la cargué y la llevé conmigo hacia el jardín delantero de la mansión.
—Mi pequeña princesa, mírame.—sostuve sus mejillas con delicadeza.—Entiendo cómo te sientes, créeme. Eso que sientes en el pecho es una de las peores sensaciones para el ser humano. Cuando era joven tu madre era cortejada por un mago llamado Zachary Zatara y durante años fue mi rival amoroso. Ese nuevo sentimiento que estás sintiendo son celos, y sí, ver al abuelo al lado de esa mujer sé que no ha sido de tu agrado pero no está mal que quiera a otra persona que no seas tú.
Mi hija poco a poco se fue calmando con mis palabras y sus hermosos ojos esmeralda se cristalizaron.
—El abuelo me dijo que era la única niña en su vida. Superando el cariño que le tiene a mis primas Mar'i o Casey.—hizo un adorable puchero.
—Mi tesoro, tú lo has dicho eres la única niña en su corazón, la luz de sus ojos, pero el abuelo tiene derecho a amar a una mujer ¿sabes? Así como yo amo a tu madre, así como tu tío Dick ama a Kori, como tu tío Jason ama a Rose y como Tim ama a Stephanie. El ser humano se caracteriza por siempre estar en pareja. Además tu abuelo ha sufrido bastante, aunque no lo creas él perdió a sus padres cuando era muy pequeño. Creció en la soledad de esta mansión, no tenía vínculo con ninguna persona, mi madre intentó m...—me mordí la lengua para no revelarle el oscuro pasado.—...ella lo hirió bastante y desde ahí cerró las puertas de su corazón para siempre. Hasta hoy...¿No crees que el abuelo merece ser feliz? Tal vez deberías darle la oportunidad a Selina, es buena a su manera.
Para eso mi pequeña ya había dejado de llorar y de la pequeña cartera que traía consigo sacó un pañuelo con sus iniciales grabadas para secarse las lágrimas.
—Está bien, papi. Gracias por siempre entenderme.—me abrazó con sus pequeñas manitos.—Le daré una oportunidad a la señora de mirada felina.
—Perfecto, mi princesa. Estoy muy orgulloso de ti ¿sabes? Cada día demuestras que eres muy madura para tu edad.—la cargué y nos quedamos paseando un rato en el jardín.
De pronto mi pequeña señaló a Bat-cow que estaba tranquilamente pastando muy cerca de nosotros.
—¡Mira, papi! Tu vaca. Es bastante grande y bonita. Me gusta mucho.—confesó mi hija.
—Parece que heredaste mi amor por los animales, pequeña.—sonreí orgulloso.
Luego de eso, volvimos a la parte trasera de la mansión para continuar con el banquete. Fuimos de la mano por los largos corredores del invernadero familiar. Al llegar Alfred me habló.
—Joven Wayne, ya reemplacé la vajilla de la pequeña Theresa, ahora ya puede comer sin problemas.—me comentó Alfred.
—Muchas gracias, Alfred.
—Lamento la molestia causada, Alfred, no volverá a pasar.—se disculpó Theresa.
Raven nos miraba con curiosidad y le hice un gesto diciéndole que más tarde le contaba. Antes de poder sentarnos en la mesa fuimos interceptados por mi padre y Selina.
—Vaya, ¿Esta es la señorita tan bonita de la que tanto me hablabas, Bruce?—Selina le preguntó a mi padre.
—Así es, Selina. Déjame presentarte personalmente a mi última nieta: Theresa Wayne Roth, hija de Damian y Raven.
—Hola, pequeña. Soy Selina Kyle, un gusto conocerte al fin. Eres igual de linda que tu madre.
—Hola, Sra. Selina. El placer es mío.—extendió su pequeña manito a modo de saludo.
—Además de bonita eres bastante educada y cortés, me encanta. Puedes llamarme Selina, gatita. No tengo ningún problema.
—Gracias, Selina.
Y sin saberlo desde ahí comenzó la complicidad entre mi hija y la pareja de mi padre, Selina Kyle, si hubiera sabido que en un futuro la mayor le taparía sus travesuras quizá no hubiera permitido que sean tan cercanas.
~Beloved: Amada (me gusta más cómo queda en inglés ).
~Habibi: Mi querido (Adjetivo Árabe por nuestro bombón Damian Wayne).
~Habibti: Mi querida (árabe).
