NOTA DEL AUTOR:
Pareja principal: Izana Kurokawa y Senju Akashi.
Personajes secundarios (no tan secundarios): Kisaki Tetta, Haruchiyo Akashi, Takeomi Akashi, Wakasa Imaushi, Benkei, Shuji Hanma, OC Male (que no sabrán su nombre, ni yo lo sé) y la Generación de la Brutalidad.
-Publicación todos los DOMINGOS.
-Contará con 29 capítulos más un epílogo.
El tiempo era cruel y justo.
Era difícil entender en qué se había equivocado.
Qué tan mal hermano había sido para terminar solo en ese lugar.
Al mirarse al espejo, supo que tarde o temprano terminaría por parecerse más a su verdugo de la infancia de lo que alguna vez aspiró a ser. Se preguntaba si era necesario seguir con vida.
Los cigarrillos y las botellas de alcohol era todo lo que se podía ver en el piso que alquilaba, a veces se "divertía" con unas amigas que conocía al frecuentar ciertos bares, pero casi siempre terminaba asqueado por verse desnudo frente a ellas. Tal vez por eso alejó a su hermana menor de su lado, no iba a cometer los mismos errores.
El tiempo era cruel con algunos y justo con otros.
Si la muerte iba a venir por él, esperaba ver a sus hermanos por última vez. Cerró sus ojos, extasiado, por el elixir que invadía todo su cuerpo. Solo así era capaz de recordar los mejores momentos de su vida.
Sentado en una de las bancas del parque se encontraba un joven desaliñado y que a simple vista desprendía cierta aura sombría. Al acercarse un poco más supo de inmediato de quien se trataba. Los cabellos, que alguna vez fueron plateados, ahora solo estaban llenos de residuos oscuros y opacos; su piel, que resalta gracias a su cabellera, estaba llena de surcos que marcaban unas crecientes ojeras que lo hacían ver más triste de lo que realmente era. El joven del que Senju alguna vez se enamoró era solo un recuerdo que vivía en su imaginación.
El silencio fue protagonista de tan fortuito encuentro. Ninguno de los dos pretendía dar el primer paso, llegados a ese punto, no les importaba lo que sucediera fuera de su zona de confort o eso era lo que creía Izana al sentirse observado por ella.
—Largo… —Fue lo primero que logró articular luego de semanas enfrascado en el alcohol y cigarrillos.
Senju se asustó al escucharlo molesto por su presencia. Sus largas pestañas impedían ver por completo el color de sus ojos y a través de ellas una intensa mirada la examinaba con cierto desprecio. El porte que tenía su amor de infancia era ciertamente idéntico al de su padre y hermano mayor. Con poco más que su maletín de escuela tomó todo el valor con el que disponía y se acercó para intentar hablar con él. La cercanía entre ambos era cortada por el largo de la banca, sentados cada uno en un extremo, la muchacha intentó mantener una actitud amigable al recordar los mejores momentos a su lado.
—¿No vas a irte?
La pregunta terminó por hacerla volver a la realidad, esta vez los ojos violáceos del joven la miraban sin darle tregua alguna. El contacto visual siempre había sido de cierta forma incómoda para ambos, pero por alguna razón, en ese preciso instante, fueron como una súplica dirigida específicamente hacia ella.
¿Era posible recordar algo que había olvidado?
"... Tú de entre todas las personas…"
Esa tarde… Si tan solo "esa tarde" ambos hubiesen hablado como solían hacerlo cuando eran niños, no tendrían por qué lamentarse en un futuro cercano…, pero la sinceridad era, por así decirlo, lo último en lo que pensó Izana. En ese momento la única salida que encontró fue la muerte e iba a arrastrar a cualquiera que se cruzara en su camino.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó jugando con la botella de licor vacía entre sus manos—, ¿no tienes con quien divertirte?
Senju se mantuvo callada mirando sus zapatos sin saber qué responder. En el pasado hubiese creído que era una de sus tantas bromas que solía hacerle por seguirlo a todo lados, pero sabía que esta vez sus palabras tenían un sentido diferente.
—Así que en verdad me buscabas solo para "eso".
—¡No es verdad! —dijo alterada y avergonzada por siquiera haberlo pensado—, solo quería… ser de…
—¿Ayuda? —agregó el joven sin ocultar una sonrisa burlesca que se formaba en su rostro—, ¿crees que necesito la ayuda de una niña que no sabe cuidarse a sí misma? ¡Aún no he caído tan bajo!
Senju apretó sus puños y lo tomó de su desgastada camisa.
—¡Eso debería preguntarte a ti! ¡Si fuera verdad lo que dices, no estarías en este estado tan lamentable!
—¡¿Qué mierda acabas de decir?! —gritó acercándose amenazadoramente hacia ella—. ¡No quiero la compasión de nadie! —soltó un bufido y con cierta burla hizo énfasis en lo último que iba a decirle—, y menos de una cualquiera como tú.
La muchacha se abalanzó encima del joven propinándole un golpe certero en su pómulo derecho, no se detuvo aunque la haya estrellado contra el césped del parque, se levantó con una fuerte hemorragia proveniente de su nariz y se lanzó nuevamente a la pelea. Las cosas se pusieron más peligrosas cuando Izana intentó asfixiarla tomando ventaja al estar encima de ella, sus manos presionaban su cuello sin ningún ápice de arrepentimiento, si no hacía algo para invertir las cosas estaba segura de que pasaría a otro mundo.
"¿Sabes cuál es el punto débil de los chicos?, sonará gracioso, pero créeme que en realidad funciona…"
Senju puso sus últimas fuerzas en su pierna derecha y asestó un golpe lo suficientemente fuerte en la entrepierna del joven.
—¡Voy a matarte! —murmuró, retorciéndose en el piso con la cabeza gacha—, en verdad, voy a hacerlo…
—Primero… —exhaló bocanadas de aire limpiando las lágrimas que se asomaban por sus ojos—, tendrás que… ponerte en pie. Aunque… no creo que… puedas lograrlo…
—No tientes tu suerte, maldita… —Izana se quedó perplejo al verla de nuevo, en sus ojos se reflejaba cierta confusión mezclada con ira. Su cuerpo empezó a pesarle de sobremanera y en su rostro sintió una cálida presencia que bajaba de sus ojos. Luego de años llorando la partida de su único hermano sintió desfallecer al verse reflejado en la muchacha parada frente a él—, ¿q-qué es lo que quieres de mí? —preguntó con la voz entrecortada.
La noche del 30 de agosto del 2005 quedó grabado en sus memorias, fue la primera vez que ambos se "mostraron" tal y como eran el uno al otro y la "primera" mentira que se dijeron mutuamente con tal de no seguir recorriendo cada uno su camino en completa soledad. En ese momento no sabían el error que estaban cometiendo, pero era preferible hacerse de la vista gorda, por lo menos, por esa vez, solo esa vez.
—Ni creas que voy a dormir en la misma cama que tú.
—¿Quién dijo que vas a dormir en mi cama? —le respondió la muchacha limpiándose la sangre de la nariz—. Es de una sola plaza y no cabemos los dos. Además te mueves demasiado y…
—¡Tantos años y sigues siendo la misma! —Izana miró a su alrededor con cierta nostalgia—. Solo espero que te hayas deshecho de ese estúpido libro.
