Al fin
"Robin disfrutaba la tranquilidad con la que pasaban los días compartiendo con sus nakamas, pero hacía más tiempo aún ansiaba más la compañía de cierto carpintero y por primera vez desde siempre el barco estaba solo. Solo para ella y Franky."
Nota autora:
Rating: Lo hubiese puesto MA de ser poder. No creo que sea tan explícito pero por si acaso, mi intención era hacer sexo del romántico.
Ubicado después de Wano y antes de Egghead.
Mínima mención de spoiler del inicio de Wano que realmente no tiene que ver con la trama y mención vaga de los sucesos en Ennies Lobby.
Foto de portada es de cranity en tumblr.
Franky había estado trabajando en una nueva idea cuando una mano delgada detuvo el siguiente golpe del martillo que estaba sosteniendo. El conocía esa mano, las hubiese reconocido hasta en el fin del mundo.
- Hey Robin- saludo Franky, subiéndose los lentes de protección y volteando a ver a la mujer parada en el umbral de la puerta de su taller. La mano que antes había detenido el golpe se desvaneció en un haz de pétalos rosas.
- Franky- dijo ella-, Nami ha mandado a anclar el barco y los todos están por bajarse a buscar provisiones, ¿necesitas ir por algo tú?
Franky quitó la mirada de ella para pasarla por encima de los materiales e instrumentos que tenía ante él.
- Supongo que podría ir a buscar más de…
- No creo que vayas a necesitar nada, ¿verdad?- interrumpió ella cambiando su tono voz, bajando un poco su mirada, el asomo de una sonrisa en la comisura de sus labios.
Su corazón dio un palpito en seco, lo que quedaba de su piel real se erizó y algo entre sus piernas se despertó.
¿Iban finalmente a…?
Fuera lo que fuera, desde hacía rato su vida estaba a disposición de Robin. Era lo suficientemente hombre para ser claro consigo mismo y sus sentimientos hacia ella.
- No necesito nada, puedo quedarme cuidando el barco.
- Perfecto, iré a decirle a todos.
La expectativa empezó a actuar en su cuerpo.
Contrólate- se dijo a si mismo- eres un hombre.
Robin se despidió con la mano desde la proa del Sunny mientras el último de los mugiwara abandonaba el barco y se perdía en la distancia de esta isla transitoria. No hacía mucho habían abandonado Wano y la nueva isla a la que se dirigían no parecía estar cerca, por lo que para variar la tripulación estaba cómoda y sin problemas desde hacía semanas. Robin disfrutaba la tranquilidad con la que pasaban los días compartiendo con sus nakamas, pero hacía más tiempo aún ansiaba más la compañía de cierto carpintero y por primera vez desde siempre el barco estaba solo.
Solo para ella y Franky.
La expectativa empezó a actuar en su cuerpo, no estaba segura de cómo se desarrollaría todo pero sabía que algo tendría que pasar.
Caminó hacia el interior del barco y no había dado un paso adentro cuando un brazo la tomó de la cintura y la empujó hacía un pecho cálido.
- ¡Franky!- dejó escapar impresionada.- ¿Qué te has hecho?
Franky rio, ambos brazos casi humanos alrededor de ella.
- Hay ventajas de poder reconstruirse- respondió sonriendo.
Los masivos brazos metálicos de cyborg habían desaparecido y en lugar de ellos estaban un par de brazos casi idénticos a los que él usaba cuando ella lo conoció.
- ¿Te gustan?
Ella sabía que su sentido del tacto había sido replicado con tanta fineza como los conocimientos de ingeniería Franky habían podido crearlo. Pasó sus manos desde los músculos de sus hombros hasta sus codos y asintió.
- ¿Está bien para ti habérmelos cambiado?
Robin volvió a asentir.- Me gustan, ¿pero sabes que también me gustas con los otros, no?
Franky volvió a reír complacido. – Lo tendré en cuenta para la próxima.
Sus manos enormes se deslizaron de la cintura de Robin hasta el pliegue entre sus piernas y su trasero y la levantó lo suficiente para que sus labios se encontraran.
Robin sintió como se derretía por dentro con el beso, su espalda contra la pared de madera y el enorme de pecho de Franky contra el suyo.
Hacía semanas había deseado este momento.
No era como si no se hubiesen besado antes, era simplemente que encontrar el tiempo para hacerlo parecía imposible, y las tareas y problemas que se acumulaban por donde pasaban los mugiwaras no parecían acabar nunca.
Se habían besado por primera vez en Wano, y habían encontrado el tiempo para verse robándole horas a la noche mientras fingían ser otras personas y los días pasaban esperando a su capitán, pero había un límite en lo que podían hacer en esas horas y hoy, al fin, estaban solos. Robin calculaba por lo mínimo una hora, eso tendría que bastar por ahora.
- Vamos a tu camarote.- Susurró Franky, evento extraño cuando su voz siempre parecía resonar más alto que la de todos los mugiwaras, pero con el efecto perfecto para que la piel de Robin se erizara.
Volvió a asentir y en un solo movimiento fluido Franky pasó un brazo por debajo sus rodillas y la alzó.
Pareció infinito el camino hasta la habitación que Robin compartía con Nami. Al llegar hizo aparecer un brazo para trancar con seguro la puerta tras ellos, no dejó de mirar a Franky mientras la llevaba a la cama y la dejaba sobre ella.
Él dejó caer al suelo la camisa hawaiana que siempre llevaba abierta y se inclinó sobre Robin para seguir besándola, ella colocó sus manos atrás de su cuello e inclinó su rostro para profundizar el beso. Sus lenguas se tocaron ávidas, ella le mordió el labio inferior y él dejó escapar un gemido ahogado.
Una de las manos de Franky le acariciaba la espalda por debajo de la ropa mientras la otra se aventuraba por debajo de su falda. El camino que recorría por las interminables piernas de Robin parecía dejarle rastros de electricidad en la piel, y ella también gimió en la boca de él cuando su mano alcanzó la parte interna de su muslo.
Había deseado esto por tanto tiempo y estaba siendo mejor de lo que su imaginación le había permitido soñar. No era secreto para nadie que su vida no había sido fácil, y hasta ese momento el sexo había sido solo una herramienta más para lograr sus objetivos, pero nunca lo había deseado y las pocas veces que se había sentido atraída por un hombre en sus 30 años de vida habían resultado ser relaciones fútiles en base al interés y a la traición.
Pero con Franky había sido todo lo contrario desde el segundo que lo conoció.
Lo empezó a amar principalmente por ser su nakama, primera impresión grabada en piedra mientras su espalda indestructible recibía disparos destinados para ella, cuando sus palabras le dieron esperanza mientras sus manos y su corazón estaban encadenados, y sus brazos la cargaron cuando al final de la batalla ya era libre. Libre de la culpa de haber sobrevivido, libre de la culpa que injustamente puso el gobierno sobre ella.
- ¿Estás bien? ¿Quieres continuar con esto?
La voz ronca de Franky la sacó de sus pensamientos. Por supuesto que quería continuar con esto, la libertad le había sentado bien y le había sido posible desear esto por primera vez en su vida.
- Sí- aseguró-, estaba sólo pensando en ciertas cosas.
- ¿Puedo saber en qué pensabas?
La mano que le acariciaba la espalda dejó un rastro caliente mientras se dirigía a su frente para acunar uno de sus pechos, un pulgar empezó a hacerle círculos en su pezón mientras la boca húmeda de Franky pasaba a besarle el cuello.
- Estaba pensando- gimió con suavidad- nunca me había sentido tan libre en mi vida, y también que nunca había deseado esto tanto como hoy.
Franky dejó de besar su cuello para mirarla y sonreírle. Su sonrisa, Robin amaba su sonrisa también, cada vez que se la dedicaba a ella sentía como su corazón parecía estremecerse.
- Protegeré tu libertad por todo el tiempo que me quieras tener a tu lado, y si no quieres tenerme a tu lado, la protegeré desde lejos también.
Confiaba en él, pensó ella, confiaba en él lo suficiente para dejarle su vida y su cuerpo en sus manos, y eso la hacía feliz.
Deslizó sus manos del cuello hasta el pecho de Franky y las empezó a bajar con deliberada lentitud.
- Justo ahora no puedo ver un futuro en el que no te desee cerca.
Sus dedos finos tomaron la tela del bañador negro y lo empezaron a deslizar hacia abajo, unos segundos después ya estaba en el piso.
No era la primera vez que Robin veía a Franky desnudo, y no era como si él no anduviera semi desnudo siempre, pero tenerlo desnudo a merced de ella en contacto directo con su piel la tenía excitada más de lo que se había excitado nunca.
- Creo que es injusto que tengas más ropa que yo, miss Nico Robin.- murmuró contra su oído, y cada vello en el cuerpo de Robin se erizó.
- Te invito a cambiar eso entonces, mister Cutty Flam.
Franky dejó soltar una risa ronca y con la mano que previamente le había estado acariciando un pecho empezó a bajar la cremallera de la blusa de Robin, se la terminó de quitar con suavidad y después deshizo el nudo que ataba su falda. La tela se abrió para dejarla expuesta en su ropa interior y Franky se alejó unas pulgadas para apreciar en su totalidad la belleza del cuerpo de Robin. Tragó saliva, él era un hombre, ver a una mujer casi desnuda no debía alterarlo de tal manera, pero hacía rato su entrepierna estaba despierta, y los ojos de Robin sobre ella sólo lo excitaban más.
Las manos de Robin lo empujaron para hacerlo sentar en la cama mientras ella se incorporaba y se sentaba también, después las dirigió a su espalda y soltó el cierre del brassier. Este cayó sobre la cama y dejó expuesta la redondez perfecta de su busto, que caía con abundancia frente a él.
Franky no pudo controlarse más, la tomó de la cintura y la apretó contra sí mismo, sus pezones duros en completo contacto con sus pectorales, sus pechos apretados firmemente contra él. La besó con ferocidad y ella le respondió con la misma intensidad. Una de las manos de ella encontró su miembro y lo empezó a acariciar, pero Franky puso una mano sobre la de ella para detenerla.
- No aún- dijo con voz ronca, y la empujó contra las almohadas.
Tomó sus muñecas para sujetarlas contra la cama y empezó besándole el cuello, bajando con lentitud por la clavícula hasta sus pechos, besó cada uno con adoración bajo el ritmo constante de los suaves gemidos de ella y siguió deslizando su lengua húmeda por su abdomen hasta llegar a lo que quedaba de su ropa interior. La tomó con los dientes y Robin levantó las piernas dobladas para ayudarle a quitársela. Sus manos ahora parecían cubrirle todo el cuerpo, y Robin hundió los dedos en el cabello de Franky mientras este se inclinaba para besarle entre las piernas.
Gimió. No una sino varias veces, y la humedad en aumento de su intimidad hacía todo aún más placentero para ella. Su lengua lamió cada rincón, enfocándose en su centro y succionando con suavidad, sus labios amoldándose a ella con experticia y moviéndose a un ritmo constante, una, dos, tres, mil veces más. Podría morir ahí mismo de placer y hubiese muerto feliz, mientras toda la tensión acumulada se liberaba en placenteras olas hacia todo su cuerpo. Sentía sus piernas temblar, y el rostro de Franky reapareció de entre ella para sonreírle con picardía.
- ¿Te gustó?
Robin ya no estaba para sonrojarse, él sabía exactamente lo que había provocado en ella.
Ella le devolvió la misma sonrisa mientras hacía aparecer más brazos que la ayudaron a echarlo hacia atrás para sujetarlo contra la cama.
- ¡Hey!- empezó a quejarse Franky, pero las manos reales de Robin ya habían entrado en acción y le acariciaban el abdomen mientras sus labios empezaban a besarle la parte interna de los muslos y se dirigía más arriba, y más arriba, y más arriba, hasta que ya no eran los labios sino su lengua, que con círculos arrancaban gemidos de la garganta de Franky.
- Eso es salvaje- escuchó Robin que gruñó Franky- ya suéltame para poder tocarte más, Robin.
Ella rio con malicia y sus brazos desaparecieron entre pétalos. Franky se incorporó de inmediato y la tomó por la cintura, apretándola contra sí y sentándola entre sus piernas con su bulto duro presionándole el muslo.
- ¿Estás lista?
- Lo estoy.
Un dedo se aventuró hacía el interior de Robin para inspeccionar el camino antes, y al comprobar que la humedad seguía siendo más que la ideal se deslizo nuevamente hacia afuera para detenerse en su centro, acariciándolo con delicadeza de arriba a abajo.
- Dale ya, Franky.- gimió ella.
- A eso voy.
Franky se adentró en Robin con lentitud, con cuidado de que todo se deslizara con facilidad y de que el peso de ella estuviera cómodamente sobre la pelvis de él.
Gimió de placer ante el calor acumulado entre los dos, y Robin empezó a acompañar sus gemidos moviéndose con lentitud de arriba abajo. Él lo disfrutó unos momentos antes de volver a acostarla en la cama y Robin instintivamente lo abrazó con las piernas. Enterró su rostro en el cuello de ella y los dedos de ella se aferraron a su espalda.
Una vez, otra vez, otra vez, otra vez. Constante, nunca saliendo por completo, pero lo suficiente para que al entrar de nuevo el roce en el interior de ella fuera igual de intenso.
Hacía rato había dejado de ser suave, pero los gemidos de ella lo seguían alentando, mantuvo el ritmo dentro de ella hasta que él mismo no pudo aguantar más y en un palpito electricidad lo recorrió por todo el cuerpo y hasta cada una de sus extremidades.
No podía parar tampoco, faltaba poco para ella, casi lo podía sentir.
Robin sintió el cuerpo de Franky estremecerse y como su propio cuerpo reaccionaba al de él, en la cavidad reducida donde lo recibía parecía que cada espasmo se extendía hacia todo el cuerpo de ella también.
La tensión acumulada por segunda vez en su interior aumentaba con cada roce, y los pálpitos se empezaban a hacer tan constantes que parecían vibraciones.
El olor, el calor entre ellos, todo el cuerpo de Franky sobre el de ella, su boca besándole con intensidad el cuello, sus gemidos y el empuje se su miembro dentro de ella, roce tras roce, rompieron al fin la barrera entre ella y el clímax, que se extendió por todo su ser en relajantes oleadas de placer.
Franky colapso sobre ella, y Robin soltó el abrazo de sus piernas para relajarlas una a cada lado del cuerpo de él.
- Eso estuvo súper- sonó la voz ahogada de Franky por la piel de ella.
Ella soltó una carcajada y le acarició con cariño el cabello.
- Estoy de acuerdo en que fue súper.
Franky se incorporó sobre sus codos sonriendo y giró para acostarse al lado de ella mientras la abrazaba con un brazo. Ella se acostó de medio lado y reposó una pierna sobre él, siendo el turno de ella para hundir su rostro en el cuello de él.
Franky por su lado hundió su nariz en el cabello de ella y suspiró.
Mantuvieron el silencio unos minutos, cada músculo de ambos relajándose cada vez más, el vapor del encuentro disipándose entre los dos, pero manteniendo la calidez del cuerpo de ambos donde estaban en contacto.
- Desearía repetir esto pronto- dijo finalmente Franky.
- Yo también lo deseo- respondió Robin mientras acariciaba con una mano suave el pecho de él.
- Podría construirnos un camarote, decirles a todos que lo compartiremos a partir de ahora.
Robin levantó el rostro y lo besó en la barbilla.- Me gusta esa idea.
- No creo que pueda restringirme mucho cerca de ti a partir de ahora, Robin, me gustas demasiado para hacer como si no.
Ella rio- No me gustaría que te restringieras cuando estás conmigo.
- Súper, y mientras estemos en eso, te haré la mujer más feliz de este planeta, mi honor como hombre dependerá de eso.
Robin no podía no sonreír, por lo que se estiró un poco más y alcanzó de nuevo los labios de Franky. La pierna que tenía sobre él sintió de nuevo un ligero espasmo en su entrepierna.
- Estoy feliz de estar contigo, Franky, ya eso es suficiente.
- Tu igual mereces mucho, mucho más, y mientras pueda te lo daré todo.
Robin quiso darle las gracias, pero Franky la estaba besando de nuevo con tanta delicadeza que era increíble pensar que un hombre como él era capaz de eso. Quería la paz que sentía en ese momento fuera para siempre, quería cumplir su sueño y ver a Franky cumplir el suyo, quería viajar por el mar y asentarse con Franky en una isla para compartir sus horas por siempre. Quería vivir y muchas cosas más que antes no se había atrevido a desear, y Franky la quería a ella.
Era feliz, sin importar lo que siguiera, en ese momento era feliz, y Franky mirándola con adoración mientras le dejaba besos en todo el cuerpo parecía feliz también.
Dejaron los besos y las caricias unos momentos después para vestirse y recomponerse de nuevo, Franky le tomó una mano y caminaron juntos hasta la proa del Sunny con el sol en sus rostros y un viento fresco acariciándoles el rosto.
Cuando vieron la silueta del resto de la tripulación volver por el horizonte, Franky le susurró que se repita, y le besó la mano.
Ella sontió, muchas veces más.
Nota autora:
Si por casualidad leíste esto y te gustó, apreciaría demasiado que me dieras tu opinión en cuanto a escritura y vocabulario.
¡Muchas gracias por leer!
