Coraje, Esperanza, Amistad y Bondad
A Digimon 02 Fanfic
2. Regreso
La tarde yacía en las
paredes de las calles que reflejaban el anaranjado cielo que
comenzaba a caer, una tarde que aparentemente parecía tan
tranquila, era en realidad, un remolino de sentimientos para los
niños elegidos que se habían decidido en ir a la búsqueda de
uno de los suyos. Precisamente fueron dos de la primera
generación que llegaba a un plano de ciudad ya bastante
retirado.
Taichi iba bajando la velocidad del automóvil mientras que
Yamato ardía en ansias de abrir la portezuela y correr a buscar
en aquél sitio, un suave movimiento de tirón dió el aviso para
rectificar que ya era el momento de salir del vehículo y así,
el rubio se fue directamente a bajar un pequeño prado que
terminaba en una vista total de la ciudad. Volteaba a todas
partes, corrió al final de una pendiente, regresó por debajo
del puente que terminaba con aquella división de ciudad-campo.
Agitado, volvió a mirar con cuidado todo a su alrededor, su
rostro enfatizaba una fé insegura, arqueó las cejas en ira
contra el cielo, que se iba apagando para llenar en una
sensación tardía en el ambiente, y se dejó caer de rodillas en
el suave pasto que aún se sentía como recién regado.
Una mano en su hombro le devolvió la seguridad de que no estaba solo, pero no dejó de ver el cielo apagándose en rosado, y sin embargo así pudo sentir como esa figura también se sentaba a su lado y lo acompañó en su silenciosa plegaria a la tela que servía de techo que se dividía entre el rosa y el naranja, peleándose por el espacio que ocuparían con aquellas pequeñas centellas de luz titilantes.
- Lo encontraremos... te
prometo que lo encontraremos. - la suave voz de Taichi había
cortado el susurrar del viento rompiéndose entre la hierba.
- Estaba seguro... que aquí vendría... - Yamato al fin se dejó
caer en la alfombra verde, se acostó con el brazo tapándo sus
ojos, ya estaba cansado, su corazón latía tanto en
desesperación, necesitaba tranquilizarse. Dió un gran respiro.
- No dudo que haya pensado en venir aquí, pero tal vez también
se dió cuenta que al venir, se le encontraría tarde o temprano.
- Ha cambiado tanto ese niño, siento tanta... ¡tanta rabia! -
dió un seco golpe a la tierra con la mano libre, levantó un par
de insectos, Taichi no le quitaba la mirada.
- Tú no tienes la culpa Yamato, Takeru mismo a veces se
espantaba por la forma en que luego reaccionaba. Él mismo está
tratando de luchar contra esas sensaciones, ya no es un niño.
- ¡Lo sé, lo sé! - se sentó apretando los puños en la tierra
- Pero si tan sólo... si estuvieramos juntos... yo podría...
¡maldita la hora en que nuestros padres decidieron nuestro
destino sin preguntarnos! - su voz ya sonaba llena de ira -
¡Ellos no tenían la razón para...!
Un golpe sonó, el cuerpo de
Yamato dió un ligero giro sobre el pasto y que, por reacción,
se quedó inmóvil con los ojos tan abiertos como podía
mantener, se llevó léntamente una mano al rostro, a su mejilla
que acababa de recibir precisamente el puño de Taichi, mientras
que éste seguía mirándolo serénamente y con el puño cerrado
aún en el mismo sitio.
Se dió la vuelta Yamato y miró coléricamente a Taichi, pero no
fue si no hasta que vió como le temblaba la mano a su
compañero, que la cólera se convirtió en sorpresa.
- Yo también estoy preocupado por Takeru, también es alguien importante para mí porque forma parte de tí, pero esa no es razón para que juzgues la situación en la que se vieron tus padres hace ya tanto tiempo. ¿De qué te sirve ahora maldecirlos? Ellos tuvieron en su momento y en sus manos la decisión, y esa no es la razón por la que Takeru se ha perdido en esta ocasión, si comienzas a buscar culpables jamás podrás encontrarlo y sólamente te llenarás de una ira que no vale la pena.
Yamato seguía asombrado por
las palabras de aquél muchacho que acababa de golpearlo. De la
nada, Taichi se dejó caer sobre él para darle el abrazo más
fuerte que podía ofrecérle en ese momento, se hundió en su
hombro y el abrazo se volvió más efusivo cuando sintió como
las lágrimas del chico Ishida comenzaban a salir y caían sobre
él.
Se separaron ligeramente y Taichi le pasó el dedo índice de la
mano por el contorno de los ojos para borrarle la línea de las
lágrimas, se sonrieron ligeramente cuando Yamato cerró el ojo
por sentir un poco de dolor por la mejilla en la que recibió el
golpe y que acababa de tocar el moreno.
- Sigues con esa maldita
derecha tan fuerte. - se volvía a poner de pie.
- Ya te dije que no maldigas. - lo miró
"regañándolo" mientras que Yamato seguía con esa
sonrisita de no haber hecho nada.
En esos instantes, el sonido de un celular llamando los alejó de lo que habían pasado, corrieron al auto y ahí buscó Yamato entre los asientos y encontró el aparato contestándolo inmediatamente, por el otro lado se oía la voz de una chica.
- ¿Yamato-san? Iori, Ken y
yo ya nos encontramos en la entrada del colegio.
- Es Hikari - tapándo la bocina, interrumpió un momento Yamato
para decirle a Taichi quién era, el mismo se acercó más para
tratar de escuchar algo, ahora Yamato regresó a la conversación
con la pequeña Yagami - Dime Hikari, ¿alguna noticia?
- ...no mucho, sólamente un par de personas que les pareció
haberlo visto días atrás por la mañana, pero aún falta Miyako
por venir y tal vez ella pueda tener algo que ayude.
- Escúchame Hikari - ahora era Taichi quien hablaba - escríbe a
Daisuke en su comunicador y pregúntale si sabe algo, ahora
vámos para allá y juntaremos lo que tengamos de información y
tener alguna idea de dónde podríamos encontrar a Takeru.
- ¡Hermano! Claro, en este instante le escribiré, los
esperaremos.
Yamato apagó el celular y Taichi se acomodaba en el asiento buscándo el cinturón de seguridad para ponérselo, miró a un lado y vió como el rubio había salido nuevamente mirando el lugar que habían dejado hace un par de minutos atrás.
- ¿Yamato? Es hora de irnos.
- Lo sé. Sólo que... este sitio me trajo varios recuerdos.
El viento se entrelazó con el cabello dorado del chico que miraba nostálgicamente, descansó los hombros y entró al automóvil. Y así en un momento, ya se encontraban camino de regreso al instituto en Odaiba.
Un pitído.
- ¿Ya te contestó? - Iori
se alzó de puntas sobre sus pies para alcanzar el comunicador de
Hikari.
- Sí, es Daisuke-kun. - unos segundos de silencio - Dice que
está ayudándole a Miyako-chan y que pronto estarán cerca de
aquí, no tardarán en llegar.
- ¿Daisuke-san también está buscando? Creí que lo habían
llevado a su casa.
- Seguramente no lo encontró por allá. - Ken participó en la
conversación con suma tranquilidad.
- Ojalá tengan alguna información que ayude. - Hikari percibió
la actitud de Ken y simuló el no haber entendido sus palabras.
Habían pasado 20 minutos,
Ken se recargaba en la pared cerca de donde estuviera más
obscuro, centrado en sus pensamientos. Iori revisaba su
comunicador en búsqueda de "alguna pista" en los
mensajes, y Hikari estaba mirando una hoja meciéndose y que
estaba a punto de caerse de la rama de un viejo árbol.
Los apresurados pasos de dos personas hicieron eco para avisar
que ya habían llegado al fin Miyako y Daisuke. Al llegar tomaban
aire mientras que sonaba el motor de un automóvil, perteneciente
a Taichi, que ya se acercaba por el otro extremo de la calle.
Y como lo habían hecho en la tarde, esa noche nuevamente estaban todos reunidos, escuchando aténtamente cada cosa que habían hecho, las respuestas que habían recibido, y juntando todo tipo de información concerniente al chico Takaishi.
- Fue la última vez que lo
vieron, según me dijeron. Pero eso fue hace unos días cuando
sabíamos... dónde estaba. - Hikari titubeó un poco en sus
últimas palabras ya que se refería al tiempo en que se dedicó
Takeru a cuidar a Daisuke de sus heridas.
- Al menos Iori averiguó que también lo vieron ayér en la
mañana por el parque. - Taichi se cruzó de brazos escuchando a
todos con detenimiento.
- Lo siento, de haber sabido lo que pasaría, le hubiera hecho
hablar un poco más. - Ken agachó la mirada.
- Descuida Ken, como lo dijiste, no sabías que Takeru
desaparecería así. Aquí no hay que buscar culpables, - Taichi
dió un rápido reojo discreto a Daisuke y a Yamato, pero
enfocándose en el chico Ichijouji para no levantar sospechas - y
por ahora, sólamente nos resta pensar entre todos y usando la
información que tenemos, ¿dónde puede estar Takeru?
Todos daban alguna opinión o rebuscaban en sus memorias algún indicio de algún lugar en el que Takeru hubiera decidido ir, Yamato de vez en cuando marcaba en su celular y esperaba unos segundos y volvía a colgar, era notorio que a dónde hablaba no era más que a la casa de su madre y su hermano, y al encontrar que la contestadora le respondía, era cuando cortaba la llamada.
Se prendieron las luces de la
calle, el cielo ya albergaba a las estrellas y una gruesa nube se
movía para que la pálida luz de la luna iluminara débilmente
la sábana azul que teñía la noche.
Iori, a poca distancia de ahí, hablaba por celular a su casa
para avisar que todavía no llegaría, Miyako anotaba en una
libreta los lugares en los que habían ido mientras que Hikari
repasaba cada palabra y le indicaba lo que habían averiguado en
cada uno. Taichi observaba minusciosamente tratando de hallar
alguna referencia de los lugares mientras que Ken aguardaba aún
en la helada pared, de vez en cuando se acercaba a escuchar los
comentarios y simplemente asentía o negaba con la cabeza.
Daisuke era el que se notaba un poco más inquieto, andaba de
aquí por allá, agarraba piedras del pavimento y las aventaba al
otro lado de la calle, se sentaba a orillas de la acera, daba
opiniones un poco fuera de lugar (producto de su nerviosismo) y a
veces sacaba su comunicador y comenzaba a teclear algunas cosas
que luego borraba o simplemente daba un recorrido por los
mensajes, sonrió con melancolía un poco cuando pasó por el que
había recibido de Taichi aquella tarde después de clases.
Hubo un momento en que todo
se hizo de un repentino silencio, cada uno estaba tan enfrascado
en sus pensamientos y luchando por no perder el entusiasmo y la
fuerza para seguir buscando a su amigo, que ni se percataron de
la insensatez de los pitídos que salían del comunicador de
Daisuke cuando éste volvió a manejarlo dentro de ese lapso.
O tal vez eso se creía, ya que en la mente de Ken, aquellos
pequeños timbrazos penetraban en sus pensamientos poco a poco
para abrir paso a una conexión de ideas, de cierta forma, todo
comenzaba a tener algo de sentido. Ken se quedó inmóvil, como
si tratara de que esa unión no se soltara y pudiera concretarse
en alguna ayuda, el sonido comenzaba a perforar más hábilmente
para ser el único ruido que estuviera en su cabeza, párpadeo y
se concentró en mirar a Daisuke, después giró al grupo que
seguía repasando cada uno de los lugares en los que habían
buscado. El pitído se hizo más fuerte a los oídos del chico de
cabello azulado, otra vez se fijó en el portador de los visores,
aunque hubiera parecido descuido, ya que esta vez no miró a
Daisuke, el comunicador le llamó más la atención, era un
cierto tipo de atracción para su vista para que no se fijara en
nada más. Como un cubetazo de agua fría, Ken recibió lo que
esperaba, al fin había descifrado lo que su mente ya le había
dicho.
Se incorporó alejándose de la barda en la que estaba, y con un movimiento rápido miró a ambos lados de la calle, obviamente, todos lo vieron extrañados, cuando Taichi se iba a acercar para saber que le estaba ocurriendo al chico, Ichijouji se dió la vuelta hacia sus amigos y aún con esa expresión de haber descubierto algo que parecía tan claro, lanzó su mirada a Yamato con determinación, y sin dar espacio a más, bajó la acera, otra vez mirando cada extremo, cruzó la calle y con toda la fuerza que le daban las piernas, corrió para dejar que el gris de la sombra del parque lo cubriera y no se dejara ver su figura alejarse.
Atónitos por la reacción espontánea de su compañero, Taichi y los demás se quedaron inmutados y comenzaron a dejar sus puestos y acercarse a la orilla de la acera.
- ¿Qué habrá pasado para
que se comportara así? - Hikari tímidamente tuvo que preguntar.
- ¿Se habrá desesperado? - comentó Miyako también
cuestionándo a su alrededor.
- Después de todo, ya es bastante tarde y mejor sería que se
fueran a su casa muchachos. - dijo Taichi con un poco de tristeza
por el fracaso de no encontrar al chico - Pronto se cumplirán
las 48 horas para ser considerado como persona extraviada, así
que, sólo nos resta esperar y... - echó una mirada a todos -
rogar por que Takeru se encuentre bien.
Todos se quedaron mirando esperanzados uno al otro, cada uno dentro de sí deseaba que en el transcurso de la noche, apareciera su amigo. Hikari veía discretamente a Daisuke que se encontraba apretando los puños..
- Entonces nosotros nos
vamos, pero por favor, no importa la hora que sea, si aparece
Takeru, llámenme. - Miyako se acercó a Taichi y a Yamato junto
con Iori.
- Claro. - sonrió Taichi.
Iori y Miyako hicieron una ligera reverencia y dieron un par de pasos.
- Esperen... - la voz de Yamato se escuchó de pronto, ambos amigos se dieron la vuelta y todos enfocaron su atención en el hermano mayor del perdido - Es, sólamente, yo... - titubeó y despues, alzó su rostro con una sonrisa melancólica dirigiéndose en general esta ocasión - Gracias.
Los presentes se quedaron un
tanto sorprendidos, era la primera reacción de Yamato desde que
se citaron nuevamente, casi no había hablado, se limitaba a
observar y a mirar a la nada, y ahora, él estaba ahí
agradeciéndoles a todos su participación en la búsqueda de su
pequeño hermano.
Miyako sonrió a sabiendas del trabajo que le costó a Yamato el
pronunciar aquellas palabras, se acercó y dudándo un poco,
tomó una de las manos del rubio y lo miró.
- Takeru es nuestro amigo, forma parte de nosotros, y su pérdida significa un gran dolor también. Y pase lo que pase, nosotros lo protegeremos como él hace con cada uno de los que estamos aquí. Estoy segura, que en el lugar que esté, sabe perfectamente eso... Sólo debemos confiar que así sea.
Una sonrisa de afirmación apareció en los rostros de los demás, y minutos después, ya se estaban despidiendo. Quedaron únicamente Daisuke, Hikari, Taichi y Yamato,
- Será mejor que también
nosotros nos vayamos, ¿Daisuke? - Taichi llamó al chico
Motomiya - Si gustas, puedes venir con nosotros y podremos
llevarte a una estación cercana.
- Ah... eh, no hace falta, en verdad, no quiero causarles más
molestias. - titubeó sonrojado.
- Pero ya es muy tarde, hazle caso a mi hermano. - Hikari estaba
a punto de entrar al auto.
- No se preocupen, llegaré pronto si corro y...
- Cállate y entra.
La voz de Yamato había
interrumpido, Hikari ya se encontraba dentro y Taichi tenía un
pie dentro del vehículo, en cambio, Ishida se encontraba
recargado en la puerta con los ojos cerrados y tratando de sonar
calmado.
Comenzó a soplar la brisa, las miradas de Yamato y Daisuke se
encontraron repentinamente cuando el primero abrió los ojos.
- Anda o te vas a poner peor,
no quiero que el trabajo de mi hermano en cuidarte se eche a
perder por tu necedad.
- Yamato-san... - murmuró Daisuke sorprendido.
- ¿Estás sordo? ¡Entra!
- Eh... ¡sí! - y enseguida, Daisuke ya estaba entrando por el
lado de Yamato al auto.
Y tal como habían llegado, así partieron rumbo a sus hogares los niños elegidos.
En un lugar sombrío, se respiraba el ambiente frío y nebuloso que comenzaba a albergar una entidad, un ser que parecía contar con la capacidad aún de respirar aquél helado aire, estaba en el suelo, sentado, abrazando algo, de vez en cuando se veía a esta figura temblar un poco, pero volvía a la misma posición de no moverse. Un aliento salió en forma de una débil nube por el contacto del aire caliente con el frío.
En ese mismo instante, en otra parte, un niño se encontraba al pie de un gran risco, el viento estaba jugando con la bufanda que tenía en el cuello, su cabello tapaba gran parte de su rostro, mirando hacia un mar que parecía no tener fin, Ken Ichijouji sostenía en sus manos la llave de su descubrimiento: su digivice.
Así era, Ken había
descubierto que el único lugar en el que no habían buscado, era
el propio Digimundo, ¿acaso no era demasiado lógico que Takeru
podría haberse refugiado ahí? Pero todos estaban tan nerviosos
y preocupados, que no habían tomado aquella posibilidad,
además, tenían bastante tiempo sin ir con sus graduaciones, sin
contar todas esas nuevas clases y exámenes que casi les
consumían todo el tiempo libre; claro, de vez en cuando iban a
pasear y a recordar viejos tiempos, pero la mayoría de las
veces, los propios compañeros digimon eran los que más bien
visitaban a sus amigos humanos y así mantenían aquella
camaradería que los unía aún.
Ken pudo descifrar todo aquello y por lo tanto decidió no perder
el tiempo e ir lo más pronto posible a conseguir alguna
computadora y abrir la puerta al Digimundo, la encontró en un
modesto café cerca del parque, y ante los rostros atónitos de
la gente a su alrededor, había partido a ese otro mundo.
Ahora él estaba ahí, solo en ese inmenso sitio, apenas había recibido la sensación de que él era insignificante para buscar a una persona en tan grande lugar. Dudó un par de veces, sintió la necesidad de sacar su comunicador y escribir a sus compañeros que lo ayudaran, que había una posibilidad de encontrar a Takeru ahí, que tal vez con más gente podría ser más fácil.
- No... este es mi deber
ahora. No puedo involucrarlos, - en su cara se marcó la
frustración - además, ¿a quién podría pedírle ayuda?
- A cualquiera de nuestros amigos...
- ¿...Wormmon?
- Ken-chan, si ibas a venir al Digimundo, me hubieras llamado.
Gracias a Tentomon que me avisó que aquí estabas es como te
encontré.
Ken se quedó en silencio, pero una pequeña sonrisa fue suficiente para que la criatura digital entendiera el agradecimiento de su amigo.
- No puedo llamarlos, esto
debo hacerlo solo.
- Ken-chan... - chilló Wormmon. - ¿A dónde irás?
Ambos miraron al frente ante
la majestuosidad de aquél mar que ahora estaba léntamente
meciéndose con ese azul profundo.
Ken sacó su comunicador y su digivice, comenzó a apretar un par
de botónes, una vez que encontró la dirección de Takeru en su
localizador, le mandó un mensaje y esperó unos minutos.
Nada.
Tomó el digivice y también comenzó a usarlo, vió como en la
pantalla se veía un punto, era él mismo que le localizaba su
posición, amplió más el márgen del lugar y sólamente
aparecía él como un diminuto círculo.
Se desesperó un poco, y comenzó a apretar más botónes, movió
pantallas, caminaba con el digivice al frente como si se tratara
de una brújula. Pero sus emociones fueron más fuertes y aventó
todo al suelo al mismo tiempo que él lo hacía cayendose de
rodillas y manos sobre la frívola tierra para comenzar a
golpearla mientras que su compañero digimon veía la escena
también frustrado.
- ¡¿Por qué?! ¡Antes
entendía a la perfección estos aparatos, yo lo sabía todo! Y
ahora... no sé absolutamente nada... - apretó más los dientes
- Cuando era emperador de los digimon, yo podía manipular estos
sistemas a la perfección... - llevó sus manos a la cabeza.
- Ken-chan, no digas esas cosas.
- En estos momentos, necesito... comprender...
Se calló de momento, abrió los ojos de golpe y miró al frente.
- El mar...
Wormmon miró alternativamente al mar y a Ken, mientras que el chico alcanzó su digivice y se levantaba, tenía la mirada aún fija, caminó hasta quedar a la orilla y se sintió como la tierra se estaba desmoronando un poco por su peso, no le prestó atención y siguió fijo a lo que quería hacer.
- Wormmon, será mejor que te
apartes.
- ¿Cómo? ¿Ken-chan, qué piensas hacer? No te arriesgues...
- Descuida. - volteó a mirar a su digimon con una sonrisa - todo
estará bien. Ahora, por favor, hazte a un lado.
El digimon caminó hacia atrás obedeciéndo la petición de Ichijouji, una vez que vió el chico que ya estaba lo bastante retirado, volvió a mirar a la majestuosa masa de líquido y se puso firme y decidido, alzó su digivice con la pantalla al frente y apretó fuertemente el aparato.
- Abriré el mar de las
tinieblas...
- ¡¿Qué?! No lo hagas Ken, no tienes la ayuda de tus amigos
para evitar que la obscuridad te invada... No lo hagas por favor.
En vano fueron los ruegos del
insecto, Ken estaba dispuesto y nadie lo detendría, comenzó a
sentir como una punzada recorría toda su espina y caía en su
cerebro como un trueno, del digivice salieron datos a modo de
luces que comenzaban a dirigirse hacia una estela de luz y
sombras, el sudor caía de su frente por el esfuerzo de evitar
que la obscuridad lo venciera, pero cuando las rodillas le
titubearon, usó su otra mano para mantener el digivice firme.
Gritó de dolor provocado por la energía maligna que quería
absorberlo, lo único que él necesitaba hacer era abrir la
puerta, no que la obscuridad lo atrapara y siguió luchando.
- ¡Ken, abriste el mar de las tinieblas! - el digimon tuvo que acercarse un poco por la impresión.
Ken miró aquello, lo estaba
logrando, sólo restaba un poco más para tener la abertura lo
suficientemente grande para que él pudiera atravesarlo.
Cerró los ojos, concentrándose en aquello y con esto, varias
imágenes le venían a la cabeza, la cara de preocupación de
todos en esa tarde, como estuvieron buscando, pero sobre todo,
recordaba la última vez que vió a Takeru. Un gran resplandor
salió del digivice y la imágen de ese mundo de tinieblas
comenzaba a dibujarse más grande.
Ya no podía soportarlo, simplemente se dejó caer dentro de la
abertura, sin importarle ya si del otro lado se haría daño,
Wormmon corrió para entrar, pero justamente cuando el pie de Ken
ya estaba dentro de aquél obscuro lugar, la rajada se cerró tan
de golpe como se había abierto.
- Ken-chan, mucha suerte. - se resignó el digimon a decir.
Una vez en ese sitio, Ken al
fin estaba internado y su cuerpo cayó por gravedad a lo que
sería el mismo risco pero en sombras, sintió como las piedras
le golpeaban el cuerpo e intentó inútilmente con sus manos el
tratar de detenerse cayendo boca abajo resbalándose en el
trayecto.
Cuando sintió la fría arena de la costa, le tomó varios
segundos el moverse un poco, dió algunos quejidos producto del
dolor que ya comenzaba a atravesar su piel, su cara estaba sucia
al igual que su fino cabello. Ligeramente alzó una cansada vista
para notar que el siniestro mar estaba frente a él con sus
hipnóticas olas que se mecían al compás del sonido que
provocaban. Se recargó con sus brazos para comenzar a levantarse
poco a poco.
Un pitido conocido.
Su digivice estaba en su mano temblorosa, se recargó sobre sus
piernas, se quitó un poco la arena del rostro y del cabello, y
se quedó pasmado.
Habían dos puntos marcando. Se levantó olvidándose del dolor y miró más de cerca, con ambas manos, el artefacto; era verdad, la otra marca era alguien más aparte de él, volteó a su alrededor pero no vió nada.
- ¿Dónde estás? ¿Por qué no me dejas encontrarte? - sollozó estrechando con su pecho el digivice y agachando su mirada - Por favor...
Un sonido distinto. No, más bien, era algo conocido, una voz... una ligera voz hablando a manera de murmullo. Ken levantó su vista a su izquierda, como si aquél sonido lo hubiera invitado a buscarlo, caminó con pasos entrecortados (provocados por el dolor de la caída) entre la densa neblina que se acumulaba. Una sombra distinta se asomaba cerca de la orilla, Ichijouji trataba de darle alguna forma forzando sus ojos para que la encontraran, mientras más se acercaba, se dibujaba más finamente la figura que parecía mecerse como las olas. Definitivamente era alguien, ¿acaso podría ser que...?
- ¿Ta... Takeru-kun? - musitó mientras tomaba aire por la boca.
La figura se quedó en silencio y quieta, el chico de cabello azul corrió quedándose a un lado de la misma, y cuando vió el cabello rubio y algo alborotado, se dejó caer de rodillas con una sonrisa.
- Por fin... eres tú... Te encontré, ¡al fin te encontré!
Silencio.
No reaccionaba, seguía siendo la misma figura sombría que
había visto a lo lejos, lo vió detenidamente, ahora notaba que
todo su cuerpo también estaba en sombras, como si alguien
hubiera apagado sus colores para teñir su cuerpo de gris.
Y como si no hubiera pasado nada, la figura volvió a mecerse y a
murmurar muy suavemente, a manera de arrullo.
- ¿Te, te encuentras bien? - Ken trató de poner su mano sobre el hombro, se detuvo en el acto cuando distinguió una figura más en los brazos de, lo que aún quería creer, Takeru. - ¿Patamon?
Ante la sorpresa, se quedó en silencio y pudo entender aquellos murmullos.
- ...dolor. No podrán
lastimarnos, Patamon. Ya no más.
- Tengo miedo... - había sonado otra voz, claramente era la del
digimon compañero.
- Aquí no hay miedo. Descuida, no hay que temerle a la
obscuridad.
- Takeru... - chilló Patamon.
- Shh... - lo calló mientras lo abrazaba y se encorvaba más.
La declaración estaba hecha. Aquella figura, sí era Takeru.
Ken se preocupó, dirigió su mano al hombro para tratar de levantar a Takeru, sólo que el chico se le había adelantado bruscamente a hacerse a un lado para evitar que lo tocara, alzó un poco su rostro, no se veía más que la sombra y ni sus ojos se marcaban, únicamente su boca.
- ¿Por qué llegaste aquí?
- Te estabamos buscando. - Ken trató de que la voz no se le
quebrara por el sobresalto.
- ¿Buscarme? - rió un poco agitándose el cuerpo - Supongo que
es cierto, pero... ¿por qué tú?
- Takeru... - Patamon volvía a llamar a su amigo con voz
preocupada.
- ¿Yo? Pues, yo vine aquí para... - musitó el chico de la
Bondad.
- ¿Por qué llegaste a éste lugar? ¡Se supone que sólo la
obscuridad está aquí! - tembló nuevamente el rubio.
- ¿Estás bien? - volvió a preguntar Ken al ver esa actitud
extraña.
- ¿Estar bien? Oh si, pronto... pronto lo estaré.
La voz fría de Takeru entró a manera de escalofrío en la mente de Ken, tuvo que hacerse un poco hacia atrás cuando Takeru comenzaba a erguirse la espalda y dejar que la ténue luz del lugar pudiera reflejarle el rostro. Ichijouji sólo pudo asombrarse en un sordo gesto de su boca.
- La obscuridad... se siente
tan bien. - y mientras decía las heladas palabras, sus ojos al
fin se notaron, ásperos, fríos, sin brillo, sin ese azul
profundo que le caracterizaba. Volvió a reír moviéndo los
hombros arriba y abajo - ¿No es así, Patamon? ¿Verdad que la
obscuridad nos mostró que así no nos lastimarían? - acercó a
su digimon al rostro y comenzó a acariciarlo con la mejilla.
- ¡¿De qué estás hablando?! Hay que irnos pronto de aquí, el
mar de las tinieblas es...
- El mejor lugar para una persona como yo...
- ¿A qué te refieres? ¡Tú no perteneces aquí! Ni siquiera
Patamon.
- Cállate.
- ¡Es cierto! ¡Además, la obscuridad jamás estará ligada con
la esperanza que representas! Tú eres...
Sonaron carcajadas provenientes de Takeru interrumpiendo a Ken.
- ¿Todavía crees eso de
mí? Mírame bien, yo ya no represento eso que tú dices. ¿Cómo
alguien como yo puede representar a la esperanza, si ya toda
esencia de ello ha muerto en mí?
- No puede ser, eso no puede suceder.
- Por mucho tiempo, luché contra la fuerza de la obscuridad, el
poder de las tinieblas siempre me siguió desde el primer momento
en que supo de mi existencia, quitándome a todos los que he
amado... - comenzó a acariciar a Patamon mientras que el digimon
seguía sumamente preocupado - Primero fueron mis padres, mi
hermano... Cuando murió Angemon, juré que jamás perdonaría a
la obscuridad, ella me quería desde entonces... y siempre trató
de llamarme. Era un niño que se negó a sus brazos, así que
crecí tratando de ocultar el deseo de refugiarme con ella. Y
entonces... - volvió a mirar a Ken con sus ojos apagados -
Apareciste... Sí, tú eras aquél que quería usar la fuerza de
las tinieblas...
- ¡No era mi intención, fuí manipulado!
- Por supuesto que sí, así es la obscuridad... Una vez que se
enamora de tí, te quiere a su lado como sea. Y así me llamó
otra vez, a través de tí, ¿cómo podría permitir que alguien
más jugara con ella, si no más que yo que era el único que
podía?
- No comprendo.
- No hay nada que comprender, simplemente, la obscuridad te
eligió como la manera de llamar mi atención, en repetidas
ocasiones me llamabas a mí para que te librara de sus brazos.
Cada uno de tus movimientos lo gritaban, ¿o es que acaso no
recuerdas cuando elegiste a Patamon como tu siguiente conejillo
de indias y tu espiral maligna?
- Era el Emperador de los Digimon, yo jamás lo hubiera hecho. -
susurró Ken con pesadumbre.
- Todos quisieron ocultártelo, - rió otra vez - diciendo que
fuíste un error, un accidente, al escogerte a tí para ser el
portador de esa obscuridad.
- La semilla de la obscuridad... - Ken lo comprendió ahora con
ojos un poco desorbitados.
- Sí, tal vez por eso estás aquí... De todos, eras el único
que pudo sentir esa fuerza, tal y como yo la siento ahora mismo.
Entraste aquí sin saber en realidad que este cuerpo ya estaba
entregado a alguien más.
Ken palideció, lo que decía Takeru todavía no lo asimilaba, no entendía porqué de pronto dijo todo aquello. Era justificarse de algo que todavía no comprendía. El jóven rubio lo miró de arriba a abajo con su expresión perdida aún en la nada, sus labios se entornaron en una gélida sonrisa.
- ¿Qué piensas de mí
ahora?
- ¿Ahora? - musitó.
- ¿Tienes miedo?
- ¿Por qué debería?
Takeru lo miró un tanto
molesto, se volvió a encorvar ensimismado en mirar la arena, Ken
se extrañó porque parecía como si no hubiera hablado con
nadie.
No fue si no hasta que la otra figura comenzaba a moverse más
rápidamente lo que le hizo salirse de sus pensamientos y que
Takeru se incorporara para ver lo que tenía en brazos. Era
Patamon que trataba de zafarse del abrazo de su amigo, aleteaba
lo más que podía y cuando sintió la oportunidad, pudo salir
directamente a brazos de Ken con algunas lágrimas en sus ojos.
- ¡Por favor, ayúdalo!
- ¿Cómo? Tú mismo viste cómo intenté hablar con él y me
dijo todas esas palabras extrañas. ¿Qué fué lo que le
sucedió para que estuviera así?
- Todo comenzó esta mañana, llegó de pronto al Digimundo y me
llamó, cuando llegué y lo ví, me asusté mucho. Aúnque su
cuerpo estuviera conmigo, era como si su mente se hubiera
escapado, me acerqué y sólo ví como sus ojos estaban
pérdidos, como ahora lo estan. - ambos miraron como Takeru se
abrazó las piernas - No sabía que hacer así que comencé a
hablarle, preguntarle qué tenía.
- ¿Te comentó algo?
- Sólo me dijo, que era tiempo de entregarse. Que era inútil ya
resistirse.
Ken comenzaba a comprender lo que Takeru acababa de decírle hace unos momentos, se sobresaltó y se acercó más al digimon.
- ¡¿Qué hicieron
después?!
- No se cómo, pero, llegamos hasta el borde del acantilado, y
sacó su digivice, gritó algo, - hizo un esfuerzo para recordar
- "Aquí estoy, ya no hay esperanza dentro de mí, ahora
puedes tenerme".
- Imposible... Eso no puede ser cierto.
- Se abrió algo parecido a una puerta a otra dimensión, y él
me abrazó, me dijo que ya nadie nos iba a lastimar, que ya no
habría motivo para sentir dolor.
- Quieres decir...
- Takeru, él, se entregó a la fuerza de la obscuridad. - lloró
Patamon sobre el pecho de Ken - ¡Ayúdalo!
- Ahora comprendo todo, su última esperanza... - miró a Takeru
- Daisuke...
En ese momento, Takeru se levantaba ante la atónita mirada de los otros dos presentes, sus movimientos se asemejaban como una marioneta por medio de hilos, sus brazos caían balanceándose y aún la sombría expresión yacía en todo su cuerpo.
- Entrégamelo. - dijo Takeru
con voz gruesa mientras que Ken y Patamon lo miraban sin entender
- ¡Te he dicho que me lo entregues! ¡Devuélveme a Patamon!
- ¡No!
- ¡¿Te atreves a quitármelo?!
- ¡Patamon no pertenece a este mundo, al igual que tú!
- Otra vez dices esas estupideces, ¿qué no entiendes que yo ya
no tengo nada por qué seguir en aquél frío lugar? Mi esperanza
ha muerto con todo lo que creía.
Ken se levantó de golpe, abrazó con más fuerza a Patamon para evitar que se lo quitara.
- ¡Te equivocas! ¡La
esperanza siempre vivirá a pesar de todas las cosas!
- ¡Entrégamelo!
Takeru iba a dispuesto a arrebatarle el digimon de los brazos, pero Ken lo hizo a un lado soltándo a Patamon.
- Aléjate lo más que
puedas, trata de buscar a Wormmon.
- Pero, Takeru...
- El no entenderá nada, sólo querrá buscar la forma de que
vuelvas a él. - Patamon volaba dudoso, pero Ken sonrió mientras
detenía a Takeru.
Patamon salió volando lo más rápido que pudo, Takeru al ver esto, comenzó a enfurecerse, cerró sus puños y miró con odio a Ken.
- ¡Tú... otra vez estás
arrebatándome lo que aprecio... Jamás te lo perdonaré!
- ¡Escúchame! Sé que en estos momentos debes de estar creyendo
muchas cosas, pero si me dieras la oportunidad de explicarte
todo... - fue interrumpido por un golpe de Takeru para liberarse
de él.
- No hay nada que explicar aquí, ya no hay tiempo... Sólo tengo
que esperar un poco más y entonces, ya no habrá más dolor.
- ¿Qué?
Takeru caminó un par de pasos hacia atrás, su sonrisa se enmarcaba malévolamente, una sombra comenzaba a agitarse a los pies del mismo y subía cada vez más por su cuerpo.
- ¡Yo ya he dejado de
representar la esperanza. Ya no tengo nada más que hacer aquí
si no entregarme a lo que tanto he luchado! - gritó viendo al
cielo.
- ¡No lo hagas! Sólo te está engañando, todavía tienes mucho
que hacer, y no sólo representas la esperanza, ¡representas
mucho más para todas las personas que te aman!
- Eso de lo que hablas, el amor, sólamente mató lo último que
tenía en mí para seguir creyendo en eso. - apretó los dientes.
- ¡Una vez más te lo digo, la esperanza no puede morir!
- ¡Mírame una vez más! ¡¿Acáso puedes ver todavía eso en
mí?! Ya no tengo más opción...
La sombra comenzaba a abrazar
todo el cuerpo de Takeru, el mismo temblaba y sudaba, era notorio
que estaba pasando por un dolor inmenso. Al ver esto Ken, se
asustó con la idea de que la fuerza de las tinieblas pudiera en
verdad tomar algo más que lo que le quedaba de conciencia a
Takeru, le volvió a gritar que no permitiera que se cubriera de
esa obscuridad, Takaishi seguía sin querer escuchar, se tapaba
los oídos y apretaba sus párpados.
Takeru sintió ahogarse, sus sentidos se combinaron para dejarlo
en una posición indefensa y marearlo, su pecho parecía
oprimírsele, la sangre estaba inmensamente fría para sus venas,
el dolor ya era insoportable, pero quería creer que sería lo
último que le dolería. Todo ya estaba frío, en sus piernas
aumentó la pesadez, no tenía ya control suficiente para
mantenerse de pie. Todo estaba más negro y helado. Faltaba poco
y todo acabaría. Ya no había marcha atrás.
O al menos, eso creyó.
Esperó un momento, parecía
que se había detenido todo tan pronto, pero, ¿por qué?
Aguardó otro poco más, y lo sintió, era aire en su cuello, o
más bien, un aliento. Lo siguiente que reconoció, fueron
ligeros sonidos melodiosos, sí, parecían ser... latidos,
latidos de corazón, pero no de su corazón. ¿Por qué de pronto
sintió calor en su pecho? No sólo eso, una fuerza lo mantenía
aún de pie. ¿Qué era todo aquello?
Una voz... en su mente entraba ahora una voz... ¿Qué decía?
¿Podía entenderla? ...sí.
- La esperanza puede perderse, puede olvidarse por un momento, puedes dudar de que continúa... pero jamás muere.
Takeru abrió los ojos tanto
como pudo, aunque seguían sin su brillo.
Ken Ichijouji lo estaba abrazando fuertemente, manteniéndolo
aún de pie, había murmurado aquellas palabras. El rubio seguía
inmóvil, pero no le importó al chico de cabello azul y en
cambio, siguió abrazándolo y cerró sus ojos y el remolino de
sombras seguía girando alrededor de ellos.
- Siempre habrá esperanza.
Le pasó una mano por
aquellos cabellos dorados y comenzó a salir una luz del pecho de
Ken, sopló una fuerte brisa que los envolvió cortando la
primera manta de sombras que ya se volvía a acercar, Ichijouji
protegió el rostro de Takeru para evitar que la arena pudiera
entrar en sus ojos aún desorbitados.
Aquella luz estaba desplazando a la sombra que ya estaba en el
cuerpo de Takeru, se agitó el mismo, gritaba enmudecido, y,
tomando un suspiro de aire, su cuerpo se dejó caer.
Esto provocó que Ken tuviera que arrodillarse para sostenerlo,
siguió abrazándolo.
Esa era la luz de su propia bondad la que estaba reaccionando contra la obscuridad.
Segundos que parecían eternidad, el sonido del silencio se combinaba con las olas rompiéndose en la orilla, un sollozo hizo compañía, era de Ken, quien al ver el cuerpo inerte de su compañero en brazos y sin moverse, ya no sabía que debía de hacer. Siguió esperando mientras lavaba sus lágrimas en ese cabello rubio.
Una imágen apareció en su mente mientras lloraba, era la de una pluma que caía como una gota en agua con las orbitas a su alrededor, el sonido propio de haber caído igualmente.
El contacto de una mano sobre
la suya lo despertó de la imágen.
Era la mano de Takeru quien lo miraba con ojos entrecerrados.
- ¿Ken Ichijouji...?
El dueño del nombre no lo podía creer, asintió la cabeza.
- Quiero, regresar... - le
costaba trabajo hablar, así que lo dijo lentamente y a manera de
susurro - Aquí no pertenecemos.
- Claro. - sonrió con lágrimas en los ojos Ken.
Con mucho cuidado, Ken ayudó a Takeru a ponerse de pie, cuando el rubio se incorporó con su brazo en los hombros de Ken y este con cautela lo levantaba pasándo una mano detrás de su espalda, profirió un quejido alarmando al que lo ayudaba.
- ¿Estás bien?
Takeru agachó la mirada en dirección a Ken y se quedó unos segundos pensativo.
- Sí, ahora estoy bien...
Takeru alzó la vista para mirarlo y abrió al fin completamente los ojos, Ken se quedó pasmado, eran azules, tanto o más como el mar mismo, brillosos y profundos.
- Pues, ahora me has encontrado...
Sonrió y Ken hizo lo mismo, y enseguida, el primero colocó su mano en la cintura de Ken para comenzar a caminar mientras que el otro lo sujetó con más fuerza y comenzaban a caminar léntamente dejando sólo huellas en la arena atrás.
- No mamá, no te preocupes. Takeru estuvo conmigo desde que llegó y por eso no pudo revisar los mensajes en la contestadora. ¿Qué en dónde está? Bueno él... está tomando una ducha, sí, tiene poco de haber entrado y ya sabes que no le gusta que lo saquen si no es algo urgente. Sí, esta bien, yo le digo que te hable luego. También te quiero mamá, saludos allá a todos. ¿Eh? Claro, luego te envío los documentos, ¡adiós! - se oyó un golpe al colgar el teléfono - Rayos, ahora tendré que desvelarme esta semana para entregar toda la documentación.
Yamato Ishida se encontraba
en el departamento de su madre y hermano, había decidido
quedarse por si recibía alguna noticia y sobre todo, si su
hermano aparecería. Acababa de recibir una llamada, y contestó
pensando en que podría ser Takeru o alguno de sus amigos
comunicandole sobre su paradero, cuando se dió cuenta que era de
su madre, tuvo que mentirle para que se calmara ya que por lo que
había dicho, llamó varias veces y nunca contestó su hijo menor
para avisar sobre su llegada y estancia a Japón ya que ella se
encontraba en París.
Se dejó caer en el sofá y se acostó en el mismo, una lámpara
en una esquina era lo único que iluminaba el lugar, ya pasaban
de las once de la noche y aún no había señales de su hermano.
Cerró sus ojos, tal vez tomaría el consejo de Taichi y
dormiría un poco para tranquilizarse, al fin que ya habían
quedado de irse muy temprano al otro día para ir con la policia
y reportar a Takeru como persona extraviada.
Sintió como ya estaba logrando conciliar el sueño, usó su
brazo como almohada y rogaba por que su hermano se encontrara
bien.
- Pero que escándalo, Takeru jamás me dijo que aquí fueran los vecinos tan ruidosos cuando llegan. - se acomodó en otra posición - Con esas voces no me dejan dormir... - sus párpados se cerraban una vez más, pero nuevamente el eco de las voces lo despertaron y se levantó enfurecido y con el cabello alborotado - Ahora mismo les recordaré el reglamento de que...
Abrió de golpe la puerta de la entrada y parándose en seco al instante, no podía creer lo que sus ojos veían. Takeru y Ken estaban caminando lentamente para llegar a la puerta pero se detenían en momentos cuando Takeru comenzaba a sentir dolores en su cuerpo y esas eran las voces que él escuchó. Ambos alzaron la vista al momento en que Yamato abría la puerta.
- Dios mío, ¡Takeru!
Yamato corrió a acercarse a su hermano, lo tomó por los hombros para ayudarle a Ken.
- Hermano... - dijo
alegremente el chico cuando vió el rostro de Yamato.
- Pero, ¿cómo? ¿Dónde estabas? ¿Qué sucedió?
Pero Takeru estaba exhausto,
se dejó caer sobre su hermano quien lo recibió. Yamato miró a
Ken interrogativamente, y éste sólamente se remitió a ayudarle
a llevar al chico Takaishi dentro.
Mucho más rápido, llegaron y se dirigieron a la habitación de
Takeru, con mucho cuidado, lo acostaron y Yamato le quitó los
zapatos y lo arropó mirando con ternura a su hermano, mientras
que el mismo ya pestañeaba lentamente para indicar que quería
dormir. El mayor acarició su frente retirando el cabello y así
se quedó dormido tranquilamente al fin Takeru.
- Yamato-san... yo...
Yamato se llevó un dedo a los labios para indicar que mantuvieran silencio, se levantaron y salieron de la recámara y cerrando ligeramente la puerta, le puso una mano sobre el hombro.
- No sé que pudo haber pasado, me lo contarás más tarde, por ahora sólamente quiero que sepas que te estoy agradecido. Gracias por encontrar a mi hermano, Ken.
Ken en contestación miró al suelo.
- Era lo mínimo que podía
hacer. Discúlpame por no haberles avisado sobre mis
suposiciones, pero en ese momento tenía que actuar.
-Lo que importa ahora es que ya estan ambos aquí. ¿Quiéres
algo de tomar?
- Te lo agradezco.
Ambos fueron a la cocina, ahí, Yamato le sirvió una taza de té a Ken y le pidió que le contara lo que había pasado. Ken contó todo, desde como se le ocurrió que estaba en el Digimundo por haber visto el comunicador de Daisuke, de la forma en que llegó y no encontró nada, de su introducción en el mar de las tinieblas y lo que había dicho Takeru. En ocasiones se podía ver la rabia de Yamato que apretaba los puños cuando Ken comentó sobre la fuerza de las tinieblas. También le contó acerca de cómo pudo lograr que Takeru volviera en sí, Yamato lo miró desconcertado, se preguntó así mismo como era posible que una persona como Ken fuera capaz de devolverle la conciencia a su hermano, después de todo, hacía tiempo que Takeru ya estaba muy desconfiado del jóven Ichijouji por su intromisión en la relación de él y Daisuke. Tal vez habría una explicación más adelante, se sentía sumamente aliviado y felíz de que su pequeño hermano estuviera descansando en la habitación del fondo. Eso se arreglaría después si había el tiempo y el momento.
- Ya es muy tarde Ken, ¿por
qué no llamas a tu casa y dices que te quedarás?
- No te preocupes, no quiero causarles más molestias. -
obviamente, lo dijo no sólamente refiriéndose a quedarse.
- Como tú te sientas, pero sugiero que lo que decidas, llames a
tus padres para avisar.
- Tienes razón.
Ken llamó contestando su padre, ahí le avisó que llegaría un poco tarde explicándole sobre la búsqueda de un amigo que se había perdido, al cabo de unos minutos, el chico colgó y regresó con Yamato.
- Mi padre me dijo que
estaría esperándome en la estación cercana a mi casa para
recogerme.
- ¿En verdad? Menos mal, ¿quiéres que te acompañe?
- Así esta bien, además, será mejor que no lo dejes solo por
si necesita algo.
- Cierto. - ambos caminaron rumbo a la puerta - Una vez más,
gracias.
Ken hizo una reverencia,
Yamato se quedó al pie de la entrada hasta ver como bajaba las
escaleras. Cerró la puerta y se recargó en ella. Todo se le
hizo un poco complicado al tratar de comprender como es que su
hermano había caído en las fuerzas de la obscuridad, siendo que
él mismo no perdonaba a nadie que usara aquél poder. Esperaba
que algún día, su hermano mismo le contestara aquello. Decidió
no hablar de eso al menos que Takeru mismo sacara el tema, para
él, la pesadilla ya había terminado.
Caminó para ir al teléfono, lo miró como cuestionándose, y en
ese momento lo levantó marcando un teléfono conocido.
- ¿Taichi? Ya ha vuelto.
En la tranquilidad de su habitación, Takeru podía percibir los sonidos externos no con mucha claridad, su cabeza se encontraba un tanto mareada, su cuerpo lo sentía aún muy pesado, estaba exhausto. Apenas y podía comprender lo que le había pasado en el día.
- "La esperanza puede perderse, puede olvidarse por un momento, puedes dudar de que continúa... pero jamás muere."
Las palabras de Ken hacían eco en sus pensamientos, las tenía tan memorizadas como si en ese momento el propio Ichijouji estuviera ahí diciéndolas. Takeru abrió un poco los ojos, otra vez venían a su mente las mismas palabras, vió las luces de la calle reflejadas débilmente en las paredes de la recámara.
- ¿Por qué? - se decía así mismo con voz baja.
Y sin decir más, minutos después, se refugió en una profunda somnolencia que lo dejó dormido.
En la mañana.
- ¡Estoy
tan contenta de que Takeru-kun regresó! - la enérgica voz de
Miyako resonó en el pasillo.
- Aún más que se encuentre bien. - dijo Iori también alegre.
- No quise llamarles en la noche ya que era muy tarde, así que
disculpen por haberlos levantado tan temprano.
- No te preocupes por eso, después de todo hoy es domingo,
además nosotros te pedimos que no importaba la hora.
- ¿Y cómo se encuentra ahora? - Iori trató de saber más
acerca de la condición de su compañero.
- Todavía no se levanta, pienso dejar que duerma todo lo que
quiera, así se repondrá más pronto.
- ¿Podemos venir a verlo después? - Miyako preguntó
esperanzada.
- Por supuesto, estoy seguro que eso lo animará.
Se
despidieron y Yamato volvió a entrar al apartamento, desde muy
temprano había llamado a los que le habían ayudado a buscar a
su hermano, y como eran vecinos, Miyako e Iori fueron los
primeros en ir a ver a Takeru. Yamato casi no había dormido,
aprovechó gran parte de la noche en velar el sueño de su
hermano, viéndolo dormir tranquilamente, y cuando a veces lo
veía, lo reconfortaba cuando comenzaba a agitarse un poco, tal
vez producto del cansancio, pensaba.
Le dió algo de hambre así que fue a la cocina, aunque sintió
cómo el corazón se le salía cuando vió la figura de Takeru en
el lugar que cerraba el refrigerador mientras que con la otra
mano sostenía un cartón de jugo de naranja.
- ¡¿Pero
qué estás haciendo fuera de la cama?! - le llamó la atención
dirigiéndose rápidamente enfrente de él.
- Sólo vine a tomar un poco de jugo. Escuché que tenías
visitas y no quise interrumpirte. - sonrió.
Yamato no
sabía que hacer, quería mandarlo directamente a que se
acostara, volverle a llamar la atención y decírle que no lo
volviera a hacer. Por otra parte, él sabía que uno de sus
puntos débiles era verlo sonreír, extrañaba tanto esa
expresión que se le olvidó por completo el regañarlo, y en su
lugar, se sentó a mirarlo tomar directamente del cartón, tal y
como él le había enseñado de pequeño.
Takeru por su parte, sabía que no podría su hermano regañarlo,
se aprovechó de la situación y se sentó a su lado
tambaleándose un poco, se miraron y se sonrieron.
- Gracias
por preocuparte por mí.
- Jamás me cansaré de repetirlo, eres mi hermano menor y
siempre me preocuparé por tí.
- Tal vez te preguntes que fue lo que pasó para que me
comportara de esa manera ayer.
- Si no tienes las fuerzas suficientes para contármelo, será
mejor que lo dejemos para otro día cuando llegue el momento.
¿Qué te parece?
Takeru miró la mesa del desayunador, lo pensó unos instantes y asintió.
- Supongo que debes de tener hambre.
Yamato
abrió la alacena y comenzó a sacar un paquete de harina para
hot-cakes, iba de aquí para allá sacando los ingredientes
necesarios mientras que un Takeru complacido lo veía, de vez en
cuando intercambiaban palabras y eso en cierta manera lo
reconfortaba más al mayor de los hermanos, era un buen indicio
de que ya se estaba reestableciendo.
Sonó el timbre de la puerta y Takeru se iba a levantar, pero lo
detuvo Yamato con un gesto de desaprobación y quitándose la
harina del rostro, se restiró las arrugas de la ropa y se
acomodó el cabello. Takeru sonrió en complicidad al recordar el
motivo de aquellos gestos tan comúnes en su hermano en
situaciones parecidas.
Abriendo la puerta, Taichi Yagami entró apurado sin siquiera
mirar al rubio mayor, atónitos los hermanos, vieron la ráfaga
de aire pasar y la forma en que se plantaba enfrente del propio
Takeru, cortado de aire y sudoroso en la frente, el moreno miró
preocupado al chico con cara sorprendida.
- ¿Estás
bien? ¿No te duele algo? ¿Sólo es cansancio o te heriste? -
preguntó Taichi insistentemente mientras lo revisaba de pies a
cabeza.
- Ta...Taichi-san... - titubeó Takeru con la mano de Taichi en
su frente.
- Si tuvieras el tacto suficiente, jamás dejarás de ser tan
impulsivo. - Yamato se había acercado cruzado de brazos, se
notó el enojo en sus palabras causadas por Taichi que aún no lo
había saludado.
- No puedes culparme por preocuparme. - rió.
- Gracias Taichi-san, me siento mejor hoy.
Taichi miró una vez más a Takeru, le sonrió y le alborotó el cabello provocando más ira de Yamato.
- Si que nos hiciste pasar un día agitado, - guiñó para dar a entender que era en broma - en verdad me alegra saber que estás devuelta con nosotros. - dijo con manos en la cintura, se escuchó un tosido, giró para mirar de quién era - Hey, Yamato, ¿a qué hora desayunamos?
La escena era en cierta forma, divertida, a los ojos de Takeru, le alegraba de verdad ya estar tan tranquilo y viviendo lo que siempre pasaba en su habitual mañana de domingo a lado de dos personas que apreciaba demasiado. Una vez preparado el desayuno, todos convivían alrededor de la mesa, de vez en cuando, Takeru sentía punzadas de dolor, pero se contenía el expresarlo ya que prefería estar ese día como si no hubiera pasado nada.
Pasó la
mañana y habían recibido varias llamadas para saludar a Takeru,
él mismo se negó, no tenía todavía la disponibilidad posible
para atenderlos, agachaba la mirada cuando su hermano lo miraba
con el auricular en la mano, Taichi se percató de cómo se
arrugaba la ropa con las manos para contenerse. Respetaron su
decisión inventando pretextos como que estuviera dormido o
bañándose.
Conversando en la sala, Takeru se había quedado dormido en el
hombro de Taichi, éste procuraba que estuviera cómodo y Yamato
sonreía satisfactoriamente al ver la tranquilidad que tenía su
hermano.
- Ya no
puedes faltar a más clases, Yamato.
- Lo sé.
- ¿Qué harás mañana lunes?
- No puedo, no lo dejaré solo.
- Yo tampoco quisiera que se quedara solo, pero ya es final de
semestre y debemos de llevar el corriente de nuestras clases.
Simplemente mañana debemos de entregar los trabajos que nos
dejaron a principio de curso. Yamato, si quieres aprobar debes de
comenzar a tomar en cuenta todo eso.
- No tienes que decírmelo, tú mismo dijiste que no quieres que
se quede solo, mi hermano está primero.
- Pero, Yamato...
- Taichi ya dije que...
- Descuida hermano.
Ambos muchachos miraron dirección a Takeru, estaba con ojos entrecerrados aún hundido en el brazo de Taichi, había escuchado la conversación y había interrumpido.
- Takeru,
tú no digas nada, yo sé lo que hago.
- Precisamente por eso hermano, debes de ir mañana a la
universidad. No hay necesidad de que repruebes el curso de esa
manera.
- No digas tonterías, aún no estás en condición de quedarte
solo.
- ¿Acaso no confías en mí? - abrió un poco más los ojos.
- Yo no dije eso.
Takeru se acomodó recargado aún en Taichi, el chico de cabello castaño miraba al más jóven nostálgicamente, Yamato frunció el ceño incomodado por la pregunta de su hermano.
- Descuida,
estaré bien. Si necesito algo, puedo localizarte por tu celular.
Sólo necesito descansar, así que, no veo por qué no puedes ir
a realizar tus labores, me pondré más tranquilo si lo haces.
- No quiero que sientas que te estoy haciendo a un lado. - cruzó
lo brazos Yamato.
- Ya me has mostrado que no debo de pensar en ello.
- Solucionado entonces, ya no hay pretextos para que no hagas tus
trabajos. Y tú, - volteó nuevamente a ver al que tenía a un
lado - más vale que te cuides o si no, no te quitarás de encima
a tu sobreprotector.
De la nada, un cojín salió disparado a la cara de Taichi, Takeru se hizo a un lado algo sorprendido, miró que su hermano fue el que lo había lanzado con tal fuerza que el chico Yagami se quedó aún con el cojín en la cara. Comenzaron a discutir mientras que Takeru se reía por lo bajo.
Comenzaba a
anochecer, era cuestión de minutos para ver como se pintaba el
cielo a un azul más profundo y obscuro, Yamato estaba saliendo
de la habitación de Takeru que se encontraba en la orilla de la
cama escuchando las recomendaciones de su hermano. Ya comenzaba
incluso a repetir todo, pero ante la insistencia de Taichi y la
confirmación de haber comprendido por parte de Takeru, lo
obligaron a ya despedirse muy en su contra. Se vió empujado por
Taichi buscando la salida y se escucharon a lo lejos los reclamos
de cada uno para perderse la voz en las escaleras y avisar que ya
se habían retirado.
Takeru soltó un entrecortado suspiro, miró a su alrededor, otra
vez estaba solo, apagó varias luces, incluyendo la que estaba
usando en una pequeña lámpara para quedarse nuevamente en la
tranquilidad de la noche. Miró a través de la ventana del
balcón, recordando en los recovecos de su memoria lo que le
había pasado últimamente, ya no quería afligirse, simplemente
tenía ciertas dudas que quería entremezclarlas y hacerlas más
fáciles de disolver, preguntas que aún tenía y que deseaba el
poder contestar, ¿cómo lo lograría? No era eso lo que le
preocupaba, era más bien la simple idea de saber si era posible
él mismo de aceptar las respuestas.
El sonido
repentino de la alarma del relój de la cocina lo sacó de su
ensimismamiento, qué rápido se pasa el tiempo cuando se esta
hablando con uno mismo, pensó, recorrió la sala con la mirada,
muebles inertes que se hallaban en su misma condición inmutada,
no se sintió tan apartado como creía, formaba parte de un
complejo sitio, ya comenzaba a creer que no podría sentirse
diferente.
Pasó los dedos en el frío cristal de la ventana, se percató de
que tenían la misma temperatura aquél objeto y su piel.
Como si el propio tiempo no quisiera que Takeru siguiera con sus
pensamientos, se escuchó en todo el apartamento el timbrazo
sordo de la puerta. El chico se extrañó, ¿quién sería?
¿Acaso su hermano regresó con el afán de dejar todos sus
estudios y cuidarlo? Caminó para llegar a la entrada, cuando iba
a alcanzar el picaporte, se detuvo en un congelado momento, ¿y
si era alguno de sus compañeros que vinieron a verlo? Después
de todo, se había negado en todo el día, agachó la mirada y
guardó silencio, tal vez podría fingir que no había escuchado,
ya diría mañana que había tomado algo para conciliar el sueño
y por eso no escuchó el timbre.
Una vez más, el toquido resonó, se enojó consigo mismo el
rubio, era una tontería la posición que estaba adoptando, ya no
había necesidad de esconderse, se sintió cobarde. Cuando el
tercer timbrazo apareció, Takeru abrió en una ráfaga
instantánea la puerta.
El shock
era impresionante que las pupilas del chico Takaishi se
dilataron, la puerta habló en un chillido de tornillos cuando se
abrió de par en par una vez que la soltó por el producto de la
sorpresa.
Con la cabeza cabizbaja, el matíz de la cabellera del sujeto que
había tocado se enmarcó más con la luz de afuera dejándo ver
un poco los ojos.
Ken Ichijouji estaba haciendo una reverencia mientras que Takeru intentaba explicarse por qué estaba ahí.
- Discúlpame por haberte levantado, pero creo que ha llegado el momento.
Takeru
entendió perfectamente el significado de aquella oración, el
momento había llegado, así es, el momento de que las preguntas
que rondaban en su cabeza ya fueran contestadas, el momento para
aceptar las respuestas, era ahora cuando ya podía hacerle
frente.
Con un movimiento de su cuerpo, se hizo a un lado para darle a
entender a Ken que podía pasar, esto lo agradeció el mismo que
entraba; con pasos torpes, Takeru cerró la puerta mientras
prendía la luz de la sala y se dirigía a la cocina.
- ¿Algo de
tomar? - sécamente preguntó a su invitado.
- Lo que sea esta bien. - tranquilamente trató de sonar Ken.
- Jugo - dijo detrás de la puerta del refrigerador.
- Si. - se acercó léntamente a la barra del desayunador.
Se notaba ampliamente la tensión que enmarcaba la escena, era en cierta forma, extraño. Takeru no sabía como reaccionar aún, parecía que todavía estaba en sus pensamientos mientras que Ken intentaba aparentar su nerviosismo evitando el ver a Takeru. Dos vasos estaban en la barra mientras que eran servidos de líquido anaranjado, no pudo evitarlo, Takeru vió a Ken mientras hacía esto, después de todo, él lo ayudó a regresar y por más que intentara ser indiferente a su presencia, no podía.
- Gracias. - tomó el vaso Ken con ambas manos.
Takeru apartó su mirada de él y fue a guardar lo que sobraba de jugo, hizo lo mejor posible de aparentar que no estaba haciendo tiempo para que hablaran, pero él mismo ya no podía seguir con el juego, fue el primero en hablar.
- Quisiera
agradecerte por lo que hiciste.
- No tienes que mencionarlo.
- Aunque, no entiendo... - cerró la puerta del refrigerador y se
quedó parado - ¿por qué? Después de como te traté la última
vez... yo...
- Tú lo dijiste, de alguna manera estamos conectados por lo
que... la obscuridad nos hizo.
Takeru lo miró sobre su hombro pensativamente, acababan de tomar un tema el cual era muy delicado para ambos por lo que habían vivido antes y precisamente esa última vez en el mar de las tinieblas.
- Pero eso
no es todo por lo que vine.
- Tu dirás... - lo dijo sin darle importancia tomando un trago
de jugo mientras caminaba rumbo a la sala.
- Necesitaba hablar contigo de... algo que tal vez ya sepas.
- No me gustan las adivinanzas Ichijouji.
- Es sobre Daisuke.
Takeru se detuvo cuando estaba a unos pasos de sentarse, no lo quiso admitir pero, aquello comenzaba a agitarle el corazón, apretó el vaso con fuerza y trató de simular el estar tranquilo, se sentó haciendo que Ken se parara para ir a la sala también, se sentó en el sillón de enfrente aún nervioso, no dejaba de sostener el vaso de jugo y sólo miraba para abajo sintiendo la penetrante mirada de Takeru a cada movimiento que hiciera.
- Si
quieres saberlo, entre Daisuke y yo ya no hay nada. No tienes que
decírme sobre él porque sería inútil.
- Precisamente, sé que tengo que ver en ello, ¿o me equivoco? -
miró de reojo a Takeru.
- Para nada, pareces estar bastante informado. - por más que lo
intentara, Takeru no podía evitar el ser sarcástico.
- Así es, todo comenzó cuando ustedes dos nos dijeron que
estaban juntos. Todo estaba bien, de hecho jamás sentí la
necesidad de lastimar a nadie, tal vez eso era lo que yo trataba
de imaginarme cada vez que los veía. Estuve equivocado, no
dejaba de sentir el terrible dolor que era para mí el que los
dos estuvieran disfrutándolo. Por tal motivo, siempre me negaba
a cualquier evento o reunión que hacian para vernos todos, era
mejor así, pero fue inútil, ya que él... él vino a mí.
- No quiero oír más. - Takeru detuvo a Ken con un sonido fuerte
del vaso sobre la mesa. - Lo menos que quiero ahora es escucharte
decír esas cosas, ¡¿crees que me agrada o que me servirá
después de lo que acabo de pasar?!
- ¡Necesitas saberlo!
- ¡¿Para qué?!
- ¡¿Acáso no quieres saber lo que orilló a Daisuke el que te
dejara?!
- ¡No se necesita leer una novela sobre ello para saberlo! ¡Lo
dijiste hace unos momentos, él fue a tí! - Takeru se puso de
pie colérico gritándole a Ken. - ¡El te escogió desde un
principio, Ichijouji!
- Te equivocas. - miró a Takeru todavía tranquilo, esto lo
enojó más al otro que apretaba los dientes.
- ¿Ah sí? ¡¿Entonces qué fue?! Ichijouji, es demasiado claro
lo que me estás diciendo, no sé a que viene todo esto, así que
mejor será que te va...
- ¡El que viniera Daisuke a mí no fue lo que orilló el que te
dejara!
- Sólo quiero saber si esta conversación tiene algún sentido
en especial.
- Créeme, lo tiene.
Takeru miró desconfiado, no sabía que hacer, quería sólamente hacer que se fuera, que lo dejara en paz, irse a tumbar a la cama y olvidar todo aquello, bastante había tenido hace un día como para revivir todo. Aunque no podía hacer eso, en verdad quería escuchar, además, Ken lo había ayudado. Tuvo que tragarse su orgullo y se sentó recargando su brazo sobre su mejilla en actitud de escuchar sin mucho ánimo.
- Todo
comenzó con tus viajes, él venía de vez en cuando a verme,
simplemente eramos los mismos amigos, hasta que él comenzaba a
recordar los viajes al Digimundo, yo pensé que lo hacía
simplemente por nostalgia, pero él estaba organizando sus
sentimientos, al menos eso me dijo una madrugada cuando no podía
ya dormir con todo eso en su mente y vino a verme. Me confesó
que sentía algo por mí, que había la posibilidad de que él
estuviera confundido, ya que tú pertenecías a su vida en esos
momentos.
- Aún no le veo sentido a esto. -miraba hacia otro lado.
- ¿Sabes? No eres el único que pensó que la obscuridad me
usaba para llamarte.
- ¿Ah? - Takeru tuvo que volver su atención a él con esas
palabras.
- Yo también lo pensé durante mucho tiempo, sobre todo cuando
estaban Daisuke y tú juntos.
- ¿A qué te refie...?
Takeru se quedó pasmado al ver la mirada de Ken, era remontarse a verlo cuando lo había conocido, pero sin la mirada de desprecio, tenía algo extraño que no podía evitar el dejar que le llamara la atención.
- Entonces
ví la oportunidad, me dejé llevar por lo que quedaba de
obscuridad en mí. Creímos que la semilla se había detenido,
pero jamás contamos con la promesa que hice cuando aún crecía
dentro de mí.
- ¿Promesa? - arqueó la ceja.
- Únicamente le dije a Daisuke que tratara de quitarse esa
confusión en su cabeza sobre sus sentimientos, y fue entonces
como a escondidas tuvimos lo nuestro.
- Ichijouji, únicamente estás dando vueltas a todo. Díme de
una vez qué rayos tiene que ver todo lo que me dices. - Takeru
comenzaba a desesperarse con el juego de palabras de Ken.
- Tú lo supiste, ¿no es así? Comenzaste a notar más distante
y más extraño a Daisuke, su actitud era distinta hacia tí de
pronto.
Takeru comenzó a mirarlo ahora con resentimiento ya que aquello era verdad.
- Y yo,
simplemente seguí con un afán, con una idea en mi cabeza que no
me dejaba pensar claramente, se mezclaron tantas cosas que ya no
sabía que estaba haciendo, hasta un día en el cual te ví antes
de que te fueras nuevamente.
- Te refieres a...
- Sí, ese día en el que unos chicos comenzaban a molestarme y
tú llegaste a alejarlos.
- Iba rumbo al aéreopuerto ese día.
- Así es, y no te importó perder el avión ese día, porque te
quedaste conmigo hasta que me calmara. Ese día me ayudó a ver
otra vez todo con claridad y de nuevo recordé lo que tenía que
hacer, pero jamás imaginé el dolor que estaba produciendo.
- ¿Por qué, Ichijouji, por qué lo hiciste? Si amabas a
Daisuke, simplemente tuviste que decírmelo y yo hubiera
comprendido antes de desentrañar esa verdad por mis medios.
- Tenía que cumplir con la promesa...
- ¡¿Qué promesa?!
- ¿Jamás te has preguntado por qué de todos los niños
elegidos, tú fuíste el único que pudo hacerme frente?
- Cuando eras el Emperador de los Digimon...
- La obscuridad nos llamaba el uno al otro Takeru, y yo me
sentía el único capaz de entenderla, o al menos eso creí
cuando te conocí esa vez.
- En tu fortaleza...
- Así es, tú peleaste conmigo y sin darte cuenta me estabas
demostrando tu conciencia hacia la obscuridad mejor que la mía,
no podía creerlo, pero nos detuvieron en nuestra pelea, y antes
de que te pudieras dar cuenta, yo ya había hecho una promesa.
- Nuestra pelea la dejaríamos para otra ocasión...
- Y tú me las pagarías...
Takeru entonces se dió cuenta de todo, se levantó tan rápido del sofá dejándose llevar por la conmoción de recordar todo aquello.
- La
semilla de la obscuridad dejó eso marcado para el momento
indicado en que pudiera hacerlo, al principio creí que era
inconscientemente, o que tal vez era algo que pronto se
pasaría... A veces, lo que ves no es precisamente lo que crees.
- Daisuke lo sabía, que estabas con él sólo por un capricho...
¿Pero por qué tuvo que dejarme por eso?
- En realidad, no tiene la culpa, cuando pude aclararme la mente
se lo dije para ya no seguir lastimándolo, pero él se dió
cuenta también de lo que en realidad yo estaba haciendo.
- ¡¿Si sentías lo mismo por Daisuke, por qué lo usaste?!
- Aún no entiendes, ¿verdad?
- ¿Cómo?
Ken se levantó dejando el jugo en la mesa con cuidado, caminó hacia Takeru y lo aventó al sillón, el mismo se dejó caer producto aún de su debilitamiento, cuando abrió los ojos pudo ver el rostro de Ken cerca del suyo, estaba inclinado sobre él.
- Todo lo hice por una razón... Todas las veces que los veía juntos, lo felices que eran, lo que provocabas en Daisuke, yo lo quería para mí. No quería que lo compartieras, él no entendería tan bien como tú lo haces, cuando te conocí lo supe...
Ken tomó el rostro de Takeru con su mano libre, el rubio miraba asombrado.
- Que te
amo, Takeru.
- ¡¿Qué dices?! ¡¿Cómo puedes decír esas cosas después de
todo el daño que has provocado?! Es imposible que crea esas
palabras.
Takeru se quitó de encima a Ken con lo poco de fuerzas que le quedaban, lo hizo a un lado para dejar que él se levantara y caminara rumbo a su habitación, pero la mano de Ken lo detuvo una vez más cuando la sintió en su brazo, se trató de zafar pero únicamente eran intentos fallidos, Ken tenía más fuerza obviamente porque no había recibido lo que él el día anterior.
- ¡Es
verdad lo que te digo! Mi promesa no era únicamente para
lastimarte de esa manera, lo de Daisuke vino sin que me lo
propusiera, pero una vez más fuíste tú el que impidió que
continuara.
- ¡¿Y eso crées que me pone más felíz?! En lo que a mí
respecta, todo lo que dices no tiene significado para mí.
- ¡Haré que lo sea!
Y con un movimiento rápido, Ken tiró al suelo a Takeru, el impacto provocó que el rubio ya no tuviera más fuerzas para moverse, miró a un lado la noche que se escabullía por la ventana del balcón, ¿estaba pasando en realidad todo eso? Sus fuerzas ya no recaían en su energía, era su propio corazón que ya no tenía las ganas suficientes de debatir aquello, miró nuevamente a Ken quien estaba sumamente melancólico, ahora dudaba de las palabras que le había dicho, ¿habían sido ciertas? lo que sentía, ¿era cierto?
- Takeru... sé que te provoqué un gran dolor, quiero demostrarte que lo que siento es real.
Suavemente,
Ken acarició con sus dedos el rostro de Takeru, jugó con su
cabello y con lentitud comenzó a besar sus manos. Takeru miraba
todo sin importancia, ya estaba exhausto, era simplemente un
juguete más de un niño caprichoso, así que lo dejó jugar, tal
vez más tarde tendría la fuerza suficiente para retirarse. Por
ahora, dejaba que hiciera lo que quisiera, miraba al techo
recordando todo lo que había pasado antes, estaba sin ninguna
emoción en su rostro, ya estaba cansado.
Aunque el contacto de los labios del chico comenzaron a hacerlo
sentir extraño, eran tan gentiles y tan nerviosos que sabía que
no lo estaba haciendo por venganza o por algún capricho... tal
vez era el efecto del cansancio lo que estaba haciéndole pensar
eso.
Ken por su
parte besaba el cuello de Takeru con cuidado ya que sabía que
aún estaba adolorido, pasó su mano por la línea de la cintura
del rubio hasta llegar a desabrochar la camisa que llevaba puesta
de abajo para arriba, Takeru notó lo rojo del rostro de Ken y
quiso evitar el sonreír, ¿acaso aquello le estaba gustando?
Cerró los ojos evitando ese pensamiento, no aguantó mucho, al
sentír el contacto de la lengua de Ken cerca de su pecho, lo
llenó de sensación electrizante y decidió mirarlo. Por unos
momentos sintió la necesidad de ser buscado de esa manera,
borrar lo que le había pasado en su último encuentro, quizá
por eso no quiso detenerlo ya.
Para el chico Ichijouji, reaccionar así era nuevo para él, pero
quería en verdad demostrarle a Takeru sus sentimientos, así que
continuaba su exploración con sus dedos alrededor de los pezones
de Takeru con lentitud, para él era como si estuviera viviendo
un momento que tal vez después se lo arrebatarían, así que
quería hacer todo lo posible por dejar todo el corazón en lo
que hiciera.
Cuando Ken llegó nuevamente al rostro de Takeru, se detuvo, miraba los labios de Takaishi como algo que todavía no se hacía merecedor, la sensación de querer besarlos era demasiado grande, pero si no recibía respuesta alguna, podía sentir quebrar todas sus ilusiones. Y esto precisamente lo concibió también Takeru cuando lo vió dudoso y pensativo, observó las veces en que el chico de cabello azul se acercaba pero se detenía, fue entonces cuando rió por lo bajo.
- ¿Qué
sucede? ¿El amenazante Ichijouji se ha retractado de lo que
prometió?
- Yo...
- Porque yo no seré así...
Takeru decidió tomar el juego ahora para él, en ese momento logró poner a Ken contra el suelo y él se colocó encima, lo tomó por la barbilla con una mano para abrir bien su boca y así hicieron el primer contacto con los labios. Ken no podía creer lo que estaba pasando, lo estaba besando, jugaba con su lengua dentro de él, sintió como le latía el corazón rápidamente, y decidió contestar aquello, sus manos pasaron al cabello rubio para atraerlo más a él, Takeru sonrió maliciosamente cuando vió la respuesta y rápidamente le quitó la camisa a Ken y bajaban más sus besos de posición en su cuerpo, por su parte, el chico de la Bondad pasaba sus manos por la línea de la espalda que se encorvaba. La sensación electrizante de antes volvía a la mente de Takeru, se retiró un poco para mirarlo, ahí acostado, con el cabello alborotado sobre la frente sudorosa, sus mejillas enrojecidas y sus ojos entornados a él con mirada de estar soñando todo.
- Ken...
- Takeru, en verdad, lo siento...
- Entonces...
- Sólo quiero demostrarte que lo que siento es sincero... que es
verdad.
- No quiero lastimarte.
- No lo harás.
Takeru se
dió cuenta que eran verdad sus palabras, lo sintió igual cuando
lo rescató de la obscuridad, y ahora Ichijouji estaba ahí con
él dispuesto a entregarle su amor creyendo ciegamente en que lo
recibiría, sintió furia porque no quería hacer lo mismo que
Daisuke le había hecho, ya estaba exhausto de jugar así con sus
sentimientos, ¿qué debía de hacer?
Un abrazo de Ken lo respondió todo, cuando lo volteó a ver,
vislumbró su rostro y sintió la necesidad de sentir lo mismo
que estaba experimentando. Y lo decidió, quería sentir la
bondad de Ken en él.
Lo acostó con cuidado completamente en el piso y le quitó el cabello del rostro, acarició una de las mejillas y lo besó con más ternura, hasta que lo hizo más pasionalmente y comenzaron a demostrar el nuevo sentimiento que nacía entre ellos.
Takeru pasó una de sus manos por dentro del pantalón de Ken y comenzar a masajearlo lentamente tomando el miembro con cuidado, Ken soltó un ligero jadeo alcanzando un gemido corto, el rubio sonrió y aumentó un poco más la velocidad. Ichijouji tomó por la nuca a Takeru para evitar el que se detuviera y así casi sentarse para acercarse un poco más a él y besarlo para ahogar los sonidos que aparecían en su garganta. Takaishi continuaba su trabajo, mientras poco a poco iba desponjándo de la ropa que llevaba puesta el otro chico con la mano libre que le quedaba, se separó de la boca del chico azul y lo miró nuevamente cuestionándolo con los ojos, Ken lo miró con absoluta confianza y ternura rodeándolo con sus brazos y sujetarse bien hundiéndose en el hombro de Takeru, el rubio soltó un suspiro al haber recibido la respuesta que buscaba y decidió entonces dejarse sentir dentro de Ken apoyándose de la cintura de él y lograr lentamente entrar, mientras el chico del mismo nombre comenzaba a soltar un par de lágrimas a causa del dolor que le producía esto.
- Sólo un
poco... después no dolerá... - murmuró Takeru en el oído de
Ken mientras seguía abriéndose paso.
- S-sí... - se alcanzó oír Ken en el hombro.
Takeru se acomodó un poco más dejando que su miembro al fin pudiera entrar completamente en Ken mientras que el chico de la Bondad no pudo evitar el gemir un poco más fuerte y aumentar la velocidad de sus respiraciones, sus uñas se encajaban más en Takeru para tratar de controlarse pero los movimientos del chico de la Esperanza comenzaron a ser más placenteros hasta relajarlo y disfrutar aquello al igual que su acompañante quien se percataba de las nuevas sensaciones que Ichijouji producían en él. Y antes de que se diera cuenta, Takeru ya estaba saboreando el momento lamiendo el cuello y hombro de Ken.
Asomaba una
nueva mañana, distinta en todos los aspectos, donde se pensó
que habría soledad, reinaron sentimientos encontrados.
En una cama y con una sábana cubriéndole, Ken estaba
profundamente dormido. A su lado, un chico rubio miraba cada
respirar de su acompañante.
- Buenos
días. - dijo Takeru cuando se percató de los ojos semiabiertos
de Ichijouji.
- ¿Ah? ¿Ya amaneció tan de pronto?
- Creo que no te dejé mucho tiempo para dormir, - se sentó
mientras se ponía algo de ropa que estaba en el suelo - sobre
todo porque hoy tienes clases.
- ¿Tengo que ir a fuerzas? - dijo Ken mientras restiraba los
brazos.
Takeru se sorprendió de aquello, y no pudo evitar el mirar de reojo a Ken.
- Además, yo no me estaba quejando.
Enseguida, Ken abrazó por detrás a Takeru el cual tuvo que sonreír mientras pasaba su mano por aquellos brazos.
- Entonces,
¿por qué no duermes otro poco más? Yo me daré una ducha y
prepararé el desayuno.
- Espera, yo puedo hacerlo, necesitas descansar. - iba a salir de
la cama Ken.
- Creo que te diste cuenta que ya estoy mucho mejor, - sonrió
maliciosamente Takeru mientras volvía a acostar a Ken - además
quiero llamar a mi madre para que sepa que estoy bien. Te
avisaré cuando todo esté listo.
Ken se dejó acostar y antes de que se retirara Takeru, tomó una de sus manos y la acarició con su mejilla hasta cerrar los ojos para seguir durmiendo. El rubio tuvo que admitir dentro de sí que aquello le gustó.
Takeru
salió de la habitación y cerró la puerta para evitar
despertarlo cuando hablara por teléfono. Lo primero que hizo fue
tomar un baño, cuando salió de la regadera, se dió cuenta que
estaba realmente mucho mejor, pasó su mano por su pecho a la
altura del corazón y sintió latidos armoniosos, cerró los ojos
en sensación de plenitud.
Ya perfectamente vestido, pasó por el teléfono y notó la
señal de tener mensajes nuevos, así que accionó el botón para
reproducirlos mientras iba a la cocina a revisar que había para
desayunar.
Sonaron varios mensajes, desde uno en el que su madre le pedía
que se comunicara lo más rápidamente posible, hasta la de un
vendedor de larga distancia.
-
«¿Takeru? ¡Habla Miyako! Gracias por prestarme el libro,
llámame para saber cuando estarás en tu casa y así
devolvértelo. ¡¿Me trajiste algo de París?! [¿Miyako-san,
por qué le dices esas cosas?] Cállate Iori, ¡ahh! ¡Bueno,
luego nos vemos!»
- Siempre tan llena de energía - rió Takeru al escuchar el
mensaje.
- «Soy tu hermano, ¿dónde estás? Te fuíste sin avisarnos...
llámame»
- Hermano...
- «Soy mamá, ¿estás con Yamato? Estoy algo preocupada, no me
has regresado la llamada, espero que lo hagas pronto, hay dinero
para comprar algo de comida en el cajón de la entrada. Te
quiero.»
- Será mejor que le hable de una vez. - caminó hacia el
teléfono.
- «¿Hola? Takeru-kun, soy Hikari. Esto, ya van varias veces que
trato de localizarte pero no lo logro, espero que todo esté bien
y que puedas llamarme cuando puedas. Esperaba verte, ahora que
regresaste. Avísame si es que regresarás a París.»
- ¿Hikari? Para qué querrá verme... le llamaré más tarde.
Takeru habló con su madre, obviamente ella le reprochó por no haberle llamado, después de un par de tontas excusas, hablaron con más calma, él le tenía plena confianza y podía contarle sobre muchas cosas que le pasaban. Su madre sabía perfectamente lo que había tenido con Daisuke, y cuando le contó que ya no eran una pareja, se preocupó bastante.
- Descuida,
ya estoy mejor, me tomó algo de trabajo pero... creo que todo se
ha resuelto.
- «¿Estás seguro?»
- Claro, de hecho, también a mi me sirvió para darme cuenta de
lo que pasaba y no seguir engañándome.
- «Puedes venir acá conmigo cuando quieras hijo, tu hermano se
ha encargado de casi todo así que si quieres tratar de alejarte
de...»
- Gracias mamá, pero creo que por ahora estaré bien así. Si
necesitas que vaya, ahí estaré.
El sonido de un timbre interrumpió la llamada.
- Mamá, tocan la puerta, iré a abrir. Me ayudó hablar contigo. Claro, yo le daré tus saludos, también a Taichi... También te quiero, adiós.
Colgó y se dirigió a la entrada aventando al sillón la toalla que llevaba en los hombros. Abrió la puerta y sonrió.
- Hola
Hikari-chan.
- Por fin te veo, Takeru-kun.
- Vámos, pasa. ¿Tienes sed o hambre?
- Yo tomaré algo del refrigerador, siéntate, ¿qué no te
dijeron que tienes que descansar?
- Veo que todos están empeñados en eso. - dijo sonriente
mientras se sentaba.
- Nos preocupaste, no sabíamos qué hacer, yo... no sabía que
haría si no te encontraba. - comentó cabizbaja Hikari, se
sentó con dos latas de refresco.
- Descuida, ya estoy de regreso, jamás me perderás. - la tomó
de las manos.
- Siempre me lo has dicho. Gracias. Toma. - le pasó una de las
latas.
- Hace unos momentos escuché tu mensaje, sonaba casi urgente,
¿algo en especial?
- En realidad, sí. Desde hace mucho debí decírtelo, pero dudé
ya que tú... estabas con Daisuke.
- Bien, ahora creo que puedes decírmelo. - sonrió amargamente.
- Takeru-kun, tú sabes que ambos tenemos un lazo muy especial
desde que eramos niños.
- Por supuesto que sí, eres la chica más especial que he
conocido, formas parte muy importante de mí Hikari-chan. -
entrelazó los dedos con los de ella, Hikari miraba con ternura.
- Por eso creo que me vas a creer cuando te confiese lo que no te
he dicho por mucho tiempo.
- Claro que te creeré.
- Creo que es tiempo que sepas la verdad sobre... el accidente de
Daisuke y Ken.
- ¿Te refieres al del auto?
- Así es, todo comenzó la noche en que Mimi-san nos visitaba
por terminarse el periodo de exámenes (también para nosotros,
sólo que tu los adelantaste para irte a París). Decidimos
celebrar en el departamento de mi hermano y nos reunimos. Desde
antes yo tenía sospechas del porqué Ken no se presentaba
únicamente cuando tú estabas, lo relacioné de igual forma a la
actitud que Daisuke mostraba en esas ocasiones. De hecho, no fuí
la única que se dió cuenta.
- ¿Quién...?
- Tu hermano, Yamato-san también se percató de lo mismo.
- Sí, creo que también me dí cuenta por la forma en que veía
a Daisuke cuando se encontraba conmigo. Por ende, supongo que
Taichi-san también lo sabía. - Takeru tomó un sorbo del
refresco mientras que Hikari asentía.
- Nos habíamos terminado lo que tenía mi hermano para beber,
así que le pidió a Daisuke-kun que fuera a comprar más y de
paso algo de comida. No lo encontrabamos, así que yo fuí a
buscarlos y... los encontré en el pasillo.
- No tienes que detenerte.
- No creas que estaba pasando algo entre ellos, simplemente
escuché que Ken quería terminar con todo lo que había entre
él y Daisuke-kun, ahí fue cuando me enteré que mis sospechas
eran ciertas. Mi hermano me dijo que me estaba tardando y salió
también al pasillo, creo que se sintieron incomodados, así que
ambos fueron a comprar cosas en el auto de Jou-san. Takeru-kun,
por favor, ¡perdóname por no habértelo dicho! Ken me confesó
al otro día que se sentía mal por haber jugado de esa manera
con los sentimientos de ustedes dos, que no era su intención...
Ya que él... te...
La mano de Takeru apretando la de Hikari la interrumpió, él sonreía como si no hubiera pasado nada.
- No tienes
por qué disculparte, supiste ser buena amiga, pensaste la forma
en que reaccionaría si lo sabría, ¿no es así?
- ¿Cómo puedes llamárme amiga cuando algo tan importante no
pude decírtelo?
- Porque sabías que de todas formas no te creiría, además iba
a cuidar a Daisuke de sus heridas.
- ¿Siempre eres así tan apasionado en todo lo que haces?
- Lo supiste bien cuando estuvimos juntos una temporada. -
guiñó mientras le pasaba la mano por el cabello dulcemente.
- ¿Entonces, qué piensas?
- Estuvo bien, las cosas debían de pasar así por alguna razón.
Además, únicamente así me desengañaría de una vez por todas.
También pude encontrar un nuevo sentimiento que creí perdido
para siempre.
Hikari miró a la mesita del comedor y vió dos vasos, uno ya comenzado y otro casi lleno. Sonrió a sabiendas de lo que había dicho.
- Pero
dime, ¿cómo te ha ido con Willis? ¿Has ido a verlo? ¿Cómo
siguen sus dos digimon?
- Vino de visita a Japón, trajo a ambos digimon y bueno, las
cosas entre los dos van bien por lo que parece.
- Recuerdo cómo no te quitaba la vista cuando fuímos a Estados
Unidos, si no hubiera sido porque el hermano de su digimon se
volvió loco, seguramente se te hubiera declarado de una vez.
- Dices tonterías, también a Miyako se le insinuó. - fingió
molestarse - Fue divertido cuando nos volvieron niños por unos
momentos.
- Eran buenos tiempos aquellos...
- Sí...
- Tienes una gran pareja Hikari-chan, espero que todo siga bien
entre ustedes.
- Take...
La alarma del relój de Hikari se activó, checando la hora se asustó un poco.
- Dios
mío, ya es tarde y quedé de verme con Willis antes de ir a
clases. ¿Takeru-kun no te molesta si me voy?
- Descuida, estaré bien, además ya te enteraste de que no estoy
solo.
- Siempre tan perceptible. - le sacó la lengua y ambos se fueron
a la puerta de la entrada - Sólo quiero que sepas... que lo de
Ken, es real... lo que siente.
- Lo sé. - la miró seguro.
Hikari no
perdió oportunidad y lo abrazó, salió corriendo para que no se
le hiciera tarde, desde ahí Takeru la despedía agitando la
mano.
Afuera del conjunto de departamentos, Hikari tuvo que recargarse
sobre una pared, tomó su bolsa para apretarla cerca de su pecho.
- Aunque hayan pasado 4 años, jamás me perdonaré por dejarte ir Takeru-kun... - miró hacia arriba - Tuve una gran pareja, es verdad... y la dejé ir...
Caminó alejándose de ahí para encontrarse con el chico rubio de Estados Unidos con el que había quedado de verse.
Takeru cerró la puerta y recargó la cabeza un poco para suspirar y pensar en aquellas cosas. Aún parecía ser que no se había resuelto todo pero cada vez le era más claro y con ello, el peso de su malestar se iba disminuyendo. Unos pasos lo hicieron mirar hacia atrás.
- ¿Tuviste
visitas?
- Era Hikari-chan.
- Ah... - Ken se puso algo nervioso y miraba a otro lado.
- No tienes que ponerte así, ella sólo me dijo que todo lo que
dijiste era verdad. Ella es mi mejor amiga así que tuve que
escuchar todo.
- Supongo que quieres saber qué hizo que Daisuke tuviera el
accidente con el auto.
Takeru fingió el estar pensando aquello, después puso su distintiva cara sonriente y le dió de palmadas al hombro de Ken mientras regresaba a la cocina.
- Ya habrá tiempo después para eso, me muero de hambre. Veamos, creo que tengo todo lo necesario, sólo creo que...
Y el chico
siguió buscando cosas para el desayuno y hablando como si no
hubiera pasado nada, Ken se quedó satisfecho con esto y se
sentó con una ligera sonrisita en los labios.
Terminando el desayuno, Takeru lavaba los platos y se los pasaba
a Ken que los secaba.
-
Terminando esto, necesito ir a comprar algunas cosas. - Takeru
pasaba la esponja sobre una sartén.
- ¿Quieres que te acompañe? - terminaba de secar un plato.
- No tardaré mucho, prefiero que te quedes. - lo miró a los
ojos cuando le pasó la sartén ya lavada
- Esta bien. - Ken comprendió aquello.
Finalizaron y Takeru fue a la habitación por una chaqueta, en el recibidor se sentó para ponerse los zapatos mientras que Ken miraba ahí parado.
- Si llama
mi hermano, dile que estoy dormido... o que estoy tomando una
ducha. Me mataría si supiera que salí.
- Claro, yo le diré.
- Te lo agradezco. - sonrió mirando hacia arriba.
- Ah... ¿Takeru-kun?
- ¿Sí?
Ken se hincó y abrazó por detrás al chico Takaishi, el cual puso su mano sobre uno de los brazos y suspiró.
- ¿Y eso
por qué fue?
- Simplemente... necesitaba abrazarte.
Se pusieron de pie y ya se iba Takeru cuando se detuvo y dió media vuelta.
- La obscuridad... ya no la necesitas, así que detén nuevamente el crecimiento de la semilla, - Ken abrió los ojos - creo que nos eligió a los dos por una razón, pero ahora estaremos juntos.
Salió por la puerta y Ken miró al suelo, afirmó las palabras de Takeru cerrando los ojos y repetirlas como no queriendo que se escaparan.
Minutos después, vemos al chico rubio caminar con una dirección bastante conocida para él, se detuvo a lado de un gran árbol, sopló el viento y pudo ver un conjunto de edificios.
- Daisuke...
Dentro de un departamento comenzó a oírse el timbre en eco por todas las habitaciones.
- ¡Un momento! - la figura de Daisuke se movió en la cocina, apagó rápidamente uno de los quemadores de la estufa y caminó a la entrada - Rayos, todavía tengo que desayunar, preparar mi mochila... cómo es que ahora vienen a interrumpirme, se me hará tarde otra vez... - refunfulló entre dientes mientras recogía un par de platos y se acomodaba el uniforme.
La abrió sin dar tiempo a reaccionar, ahí de pie como veces anteriores, estaba Takeru. El semblante alegre que le caracterizaba ahora estaba enmarcado en tranquilidad, sus ojos azules lo miraban profundamente. Daisuke se había quedado perplejo por esto, iba a abrir la boca pero otra voz lo interrumpió.
- Buenos
días, Daisuke-kun... - entrecerró un poco más los ojos Takeru.
- Ah... sí, hola...
- Lo siento, debí haberte avisado que vendría. Pero creí que
era mejor si te veía lo más pronto posible.
- Claro...
Daisuke no tenía ni la más mínima idea de como reaccionar, la última vez que vió a Takeru fue para decirle palabras hirientes de no darle importancia el último momento que estuvieron juntos. Una ola de culpabilidad lo estaba golpeando directamente en su corazón, comenzaba a pensar que por su culpa aquél chico debió de haber pasado un momento muy amargo, hacer que sus amigos atravesaran el tiempo con el corazón encogido en angustia. Su mirada se lleno de arrepentimiento y amargura mientras la agachaba, no se sentía capaz de verle al rostro ahora al chico... Unas manos en sus hombros lo alejaron de aquella sensación. Takeru lo miraba sin culparlo.
- Lo menos
que quiero, es verte así. - le dijo aún con esa mirada
entrecerrada y tranquila.
- ¡Cómo no quieres que me ponga así! Te hice pasar momentos
horribles, yo y mi grandísima boca... yo no tenía derecho
para... Jamás debí... Yo no soy nadie para... - titubeaba
mirando al otro lado.
- Daisuke-kun es mi amigo. - sonrió.
Y lo sintió... Daisuke pudo sentir esa sensación de paz en su corazón, las palabras de Takeru llevaban más significado, era su manera de haber pedido disculpas y también haberlo perdonado. No necesitaban más palabras, sus miradas se encontraron para darlo más a entender. Era el chico de la Esperanza que había conocido desde hace ya tantos años, no lo pudo evitar, se perdió en los ojos azules del rubio, era como cuando estaban juntos como pareja, ¿de verdad habían pasado por todo eso? Ahora todo se sentía tan distinto, como si jamás hubiera ocurrido algo, las manos de Takeru en su cuerpo eran tibias y su garganta dejó de temblar.
- Aún
tienes que prepararte para ir a clases. - miró su relój - Será
mejor que te apresures, no querrás llegar tarde.
- Sí, ya estaba por... por terminar. - mintió sin dejar de
verlo.
- Los veré después en la salida, será mejor que una llamada
telefónica y podrán verme.
- Er, sí, yo les avisaré. - no se le ocurrió otra cosa más
que decir.
- Bien, debo irme... Cuídate, Daisuke-kun. - le dió una palmada
en el hombro y con una última mirada de reojo antes de darse
completamente la vuelta, se marchó cerrando la puerta.
Daisuke se quedó igual en el recibidor, nada lo inmutaba con su vista al frente y perdida, hubo un movimiento, el de sus puños cerrándose. Corrió a la ventana que daba a la calle y el estacionamiento, miraba a todas partes a través de ella y encontró a Takeru que se marchaba con sus manos en los bolsillos del pantalón, el cabello dorado siendo movido por el viento y la chaqueta agitarse de la misma manera. Golpeó el vidrio y se dió cuenta que ya no quería mirar, no podía hacerlo, algo se agitó en su pecho y su mente se nubló. Volvía a recordar lo que había pasado la noche de su accidente sólo justo momentos antes.
==
- Vaya Ken,
la camisa que traes puesta luce muy bien.
- ...
Daisuke que tenía el control del volante dió un giro para que el auto diera la vuelta en una esquina, a su lado, Ichijouji cruzaba los brazos y miraba hacia afuera con la ventanilla abajo.
- Estas muy
tenso, porque no dejas que...
- No dejes de mirar el camino, podría ser peligroso. - una voz
tensa y fría se escuchó, Ken miró de reojo al frente.
- ¿Puedo preguntar por qué ese tono? - Daisuke frunció el
ceño.
- No intentes fingir, sabes perfectamente porqué estoy hablando
así.
- Vas a venir otra vez con esas tonterías.
- ¡No son tonterías! - Ken tuvo que dirigir su vista ahora al
chico.
- No es mi culpa que de pronto tuvieras esas nuevas
sensaciones... además desde un principio sabías bien que yo
estaba con él.
- Precisamente, lo sabía, pero ahora no quiero seguir con esto.
- No parecía eso apenas ayer en la mañana cuando hice esa
visita rápida a tu casa. - sonrió con picardía.
- Sabes perfectamente que eso ya no significa nada. He tomado mi
decisión.
- ¿Ah sí?
- Daisuke-kun, es inútil, sabes perfectamente mis sentimientos.
- Eso es estúpido. - Daisuke apretó los dientes al mismo tiempo
que sus manos al volante, hizo un movimiento rápido con el coche
que hizo que Ken tuviera que sujetarse del asiento.
- ¡¿Por qué te pones así?! ¡Tú mejor que nadie debería de
comprenderlo! Sobre todo porque ya no sientes nada por Takeru...
- Eso no tiene nada que ver. - dijo enfadado - Además, ¿por
qué él? No voy a dejarlo. ¡Hay muchas otras personas, no
quiero que tú...!
- ¡Estás siendo egoísta! Antes de comenzar con todo este juego
empecé a decirte lo que llegaba a sentir poco a poco por él y
lo que hacíamos a sus espaldas, y a tí nunca te importó.
¿Ahora me das a entender que no vas a dejar que yo...? - Ken
empezó a exasperarse por la actitud de su compañero.
- ¡Creí que si estabas conmigo podría hacerte olvidar eso que
sentías por él! - Daisuke también ya elevaba el tono de su voz
y constantemente volteaba a ver a Ken.
- ¡Escúchame, sabíamos que sólo esto era un juego! Sobre todo
porque tú ya no sabías realmente lo que sentías por Takeru.
Pero conmigo es distinto, Daisuke-kun tu sabes que yo...
- ¡No quiero escucharlo otra vez! - volvió a dar un girón a
las llantas del auto.
- ¡Si no amas a Takeru, mejor sería que lo dejaras!
- ¡No lo haré si planeas ir corriendo para ir con él!
- ¡Sólo estás jugando con él y lo lastimarás más!
- ¡NO QUIERO ESCUCHAR MAS, ENTENDIDO! - Daisuke estaba furioso y
respiraba agitadamente.
- ¡Pero yo lo amo!
- ¡TE DIJE QUE...!
- ¡CUIDADO!
Daisuke se dió cuenta que ya no miraba al frente, un grave error que hizo irse a la mitad del camino con consecuencia de ya estar casi en el carril de circulación contraria, estaba todavía temblando por la furia de haber escuchado las palabras de Ken que no podía maniobrar bien para regresar a su carril, Ken se dió cuenta de la aproximación de una camioneta e intentó ayudar a Daisuke a dar la vuelta completa al volante, fue tanta la urgencia de hacer esto que ambos no prestaron atención a los movimientos que hacían y la consecuencia no fue otra que el auto girar y chocar contra un poste de luz el cual se dobló ligeramente con la presión del auto que impactó fuertemente hasta doblar la lamina que daba a una de las puertas, precisamente del lado del conductor. Donde estaba Daisuke.
Hubiera jurado que habrían sido horas, Daisuke abrió los ojos lentamente mientras se veía atrapado entre el frío metal que lo oprimía cada vez más, escuchaba una voz a lo lejos. Pestañó un par de veces para aclarar su vista y enfocar mejor, movió ligeramente la cabeza pero no sentía dolor, la adrenalina en su cuerpo se lo impedía en esos momentos, miró hacia abajo y vió su brazo con sangre. Se encontró siendo llamado por Ken, lo reconoció y sonrió, se dió cuenta que también él estaba sangrando por cortadas en su rostro.
-
¡Daisuke-kun! ¡Daisuke-kun! ¡Respóndeme!
- Ken...
- Gracias al cielo...
Intentó quitarle el cinturón de seguridad a Daisuke, pero el chico alcanzó a mover la mano para llevarla a la mejilla de Ken, temblaba.
- ¡Mejor
no te muevas! - volteó a todos lados - ¡Alguien ayúdenos!
¡Una ambulancia!
- Tengo miedo...
- No debes, ¡pronto estarás bien! - volvió a mirarlo.
- No... tengo miedo, de perder a Takeru.
- ¿Cómo...?
- El ha sido... - se recostó para atrás con su mirada al techo
del auto - una de las m-mayores experiencias que ha tenido -
comenzó a sentir el dolor de sus heridas al fin - mi corazón...
- Daisuke-kun... - murmuró con indicios de lágrimas en sus
ojos.
- No estoy m-molesto por que sea Takeru del que te h-hayas... -
lo miró de reojo, no quería repetir esas palabras otra vez -
tengo envidia de lo que sientes por él... - aspiró lentamente
mientras sentía el ardor de la sangre correr producto de sus
heridas - Yo quisiera sentirlo también...
- Pero...
- Por eso... intenté estar contigo para saber si... dentro de
este juego que ambos llevabamos... p-podía llegar a definir al
fin mis sentimientos... - cerró los ojos - Soy un grandísimo
idiota... a-al llegar a pensar que de esa manera... lo
lograría.. ugh... - el dolor comenzó a intensificarse apretando
más los ojos.
- ¡No digas esas cosas, ahora no es el momento, por ahora
concéntrate en pensar que todo estará bien! - la voz de Ken era
de preocupación y angustia, a pesar de estar asustado intentaba
darle seguridad a Daisuke, pero no perdió la atención a lo que
le decía llegando a comprender la actitud del chico del Coraje y
la Amistad.
- No lo merezco Ken... Prefiero que conozca a alguien con quien
comparta los mismos sentimientos que él... Dejaré a Takeru.
El dolor nubló nuevamente su mente, se sintió exhausto y no pudo seguir despierto, tuvo que dejarse otra vez ser mitigado por el sueño, ya no escuchaba los gritos de Ken llamarlo por su nombre. Todo dió vueltas, sólo sintió la necesidad de ver a alguien, abrir los ojos y escuchar su voz... En la mente de Daisuke se dibujaron los ojos de Takeru y su figura ensombrecida, sonrió y ya no sintió nuevamente dolor.
==
- Abrí los ojos... y ahí estabas... Tal y como había deseado.
Recargada su frente en el cristal de la ventana, el puño de Daisuke se apretaba tanto que temblaba, los ojos del chico estaban abiertos pero habían quedado líneas de lágrimas que habían recorrido sus mejillas. Se incorporó abriendo la ventana y dejar que el viento empezara a borrar esas marcas en sus ojos. Pestañeó y dejó de apretar su puño, abrió ligeramente la boca.
Fue como si de pronto todo se hubiera aclarado, sólo habían pasado un par de minutos desde que Takeru se había ido, aún podía verlo a lo lejos caminar lentamente entre los árboles del parque. Dió media vuelta y alcanzó el teléfono regresando rápidamente a volver su vista a esa figura alejarse, marcó un teléfono bastante conocido para él, con el auricular en el oído volvió a recargarse en la ventana ahora abierta con la ayuda de su brazo abajo de su mentón para apoyarse.
-
¡Hola-hola!
- ¿Taichi-san?
- Oii, ¡¿Daisuke-kun?! Casi es hora de que empiecen las
clases...
- ¿Lo siento, no te haré llegar tarde?
- Lo digo por tí, yo tengo la primera hora libre. - rió por lo
bajo.
- Sólo necesitaba decirte algo...
- Claro, er... ¿pasa algo malo?
- No... al contrario.
- Vámos, dime qué sucede. - la voz de Taichi sonaba alegre.
- Al fin, puedo sentir lo mismo...
- ¿Lo mismo?
- Puedo definirlo...
- Daisuke, te refieres a...
- Sólo que ya es demasiado tarde. Pero no importa, me siento
bien de saber que ellos son felices juntos. Tuve mi oportunidad,
la perdí, está bien.
- ¿Y... quién...?
Los ojos de Daisuke se prendieron como chispas reflejando felicidad combinada con amargura, a lo lejos veía la figura casi perdida de cierto chico rubio.
- ¿No es
curioso?
- ¿Ah?
- ¿Que éste sentimiento que tenemos por esa persona, sea
precisamente... por nuestros mejores amigos?
- ¿El mejor amigo de Daisuke Motomiya o...?
- Sí, en esta ocasión lo sé... es de Daisuke Motomiya. -
sonrió melancólicamente.
Daisuke
continuó hablando, Taichi remarcaba el gran coraje y sentido de
la amistad que Daisuke tenía al saber que a pesar de que ahora
no podía tener el cariño de antes de Takeru, era ahora distinta
la manera en que veía las cosas. Tal vez era algo duro, pero
pensó que quizá el tiempo podría hacer algo a su favor. Miró
el relój y gritó asustado, despidiéndose de Taichi corrió
rápido por su mochila (metiéndo de golpe todas las cosas de su
escritorio), corriendo a la cocina por una tostada que dejó en
su boca para ir al recibidor y ponerse los zapatos.
En el camino a su colegio pudo darse cuenta de lo bien que se
sentía. Y quién sabe, posiblemente algún día se vería
recompensada su espera, por ahora sólo disfrutaría de la
esperanza y de la bondad que le brindarían sus amigos. Se detuvo
cuando llegó donde antes se quedaba de ver con Takeru bajo un
árbol de cerezo.
- No importa... porque esto que siento ahora, es real...
Con una última sonrisa al cerezo, terminó su tostada, la campana del colegio se escuchó y corrió lo más rápido que podía para llegar a su clase con la emoción de que al final del día, podría ver al que le producía ese sentimiento: el amor.
= FIN =
Li Akari
190903-3.07am
