MÜ X SHIRYÛ
LA INOCENCIA Y LA TEMPLANZA
1— EL NIÑO
Sopla aire fresco, pero no tengo frío. Lo cierto es que me siento extraño. Mi maestro hace un par de días que no quiere entrenar conmigo.
Parece que sólo tenga ojos para él.
Se presentó ante nuestra Torre de Meditación, en Jamiel, con dos cajas de armaduras; consiguió cruzar con vida el sendero encantado, donde la mayor parte de los caballeros que trataron de obligar a mi maestro a reparar sus armaduras murieron en la emboscada de los fantasmas. Pero éste no parece ser como los demás. Es muy alto, con el pelo tan largo como el de mi maestro, pero su color es oscuro como las noches en este lugar. Lleva tatuado un dragón en su espalda, y su rostro demuestra una decisión que a mí me produce escalofríos.
Sé que solo tengo ocho años, pero mis poderes me han hecho madurar mucho para mi edad. Capto percepciones, sentimientos, secretos que las almas pretenden ocultar y sin embargo no lo consiguen.
Mi maestro me encargó que disuadiera al caballero y que le expulsara de nuestro lugar de entrenamiento, pero fallé. El joven, de nombre Shiryû, me agarró por mi vestimenta y trató de obligarme a reparar sus armaduras. Cuando le dije que yo no era Mü, se quedó algo confuso.
Yo me reí mucho cuando Mü apareció, teleportándose, ante sus narices. Aparecía y desaparecía ante su cara perpleja, mientras Shiryû susurraba "debe ser un hombre muy poderoso".
Y sí lo es. Mü de Jamiel es un caballero de los más poderosos de su orden.
Cuando le explicó lo que quería que Mü hiciera por él, mi maestro le contestó que era imposible. Que nadie sería capaz de restaurar las armaduras, ya que estaban muertas. Eso no le impresionó. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. Mü trató de disuadirlo con el ritual de la sangre sobre las armaduras...
Shiryû se abrió las venas ante nosotros.
Mü me ordenó traerle las herramientas celestes...
Las herramientas sagradas. Eso significa que Mü va a utilizar toda su sabiduría en reparar estas armaduras.
Mü sonríe continuamente, desde el momento en que Shiryû se abrió las venas y regó las armaduras del Dragón y de Pegaso con su propia sangre. Mü le avisó que podría morir, pero Shiryû no se inmutó. Le confesó que Seiya, el propietario de la de Pegaso le salvó una vez la vida, y que le debe ese gran favor.
Yo me puse muy nervioso cuando Mü cerró los ojos y Shiryû se acercaba al umbral de la muerte. Mi maestro sonreía, no con su rostro, sino con su corazón, al ver los dos chorros de sangre caer sobre la armadura de Pegaso.
"Si no puedo usar mi armadura porque voy a morir, entonces regaré con mi sangre la de Seiya".
Traté de detenerle, pero Mü me lo impidió.
"Cuanta generosidad" —oí en mi cosmos.
Mi maestro y yo hablamos sin palabras. Nuestros cosmos se comunican.
"Creo que quiere morir"
"No todo es tan sencillo como vivir o morir, Kiki"
Siempre habla con acertijos. Pocas veces soy capaz de entenderle.
Le recogimos del suelo, pálido, agonizante. Yo creí que estaba muriendo pero Mü lo impidió. Me daban ganas de abrazarle de la alegría que sentí, pero no tuve tiempo: Las herramientas celestes brillaban tanto que podían dejarle ciego si no trabajaba en las armaduras antes de que la sangre se secara.
Yo velé la primera noche el sueño de Shiryû.
Mü no descansó. Se ató el pelo para evitar que le molestara, se prendió con un broche su manto, y sus muñecas las vendó con las telas de Endimión, para evitar que ninguna gota de sudor empañara su trabajo.
Y mientras trabajaba, sonreía.
Creo que mi maestro siente algo por Shiryû.
