3 — EL CABALLERO
He muerto... no he conseguido hacer reparar las armaduras y Seiya jamás me perdonará... Veo un resplandor... es la puerta del Reino de los Muertos... me apetece caminar hacia ella, pero no puedo... Seiya me salvó, me salvó la vida y tengo que devolverle el favor aunque sea a costa de mi vida...
"Despierta, es hora de comer"
Shiryû movió la cabeza, tratando de orientarse. Pero la voz provenía de su cabeza, no del exterior.
"Otra vez ese cosmos dulce, ese cosmos lleno de amor que me habla... no soy capaz de abrir los ojos, no soy capaz de incorporarme, no sé ni siquiera dónde estoy pero este cosmos me arropa, me abriga con su calor. Me gustaría tanto agradecerle lo que hace por mí..."
"Deja los agradecimientos para cuando te encuentres en condiciones de luchar, joven amigo, y bebe del cuenco, te hará sentir mejor"
"¿Puedes leer en mis pensamientos?"
"Bebe, muchacho, bebe y luego duerme"
"Me gustaría agradecerte lo que haces por mí"
"¿De qué manera?"
"De la que te hiciera más feliz. Siento tu soledad"
Silencio.
"¿Dónde estás?"
Silencio.
"¿He dicho algo que te haya incomodado?"
Silencio.
Shiryû agarró el cuenco y se bebió todo el contenido. Pero sintió unas enormes ganas de llorar al descubrir que el cosmos que le arropaba, se había ido.
