Todos los personajes de esta historia son inventados, a excepción de Elian, el Capitán Leisma, que ya la conocéis.

Espero que os guste este primer capítulo y que me mandéis muchos reviews en respuesta.

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Capítulo 1. Capitán Leisma.

Llegué a un puerto, parecía francés por sus formas y pos sus guardias, y el olor a mar desaparecía a medida que me adentraba en el puerto. Iba acompañada del hijo de una amiga mía, que bueno es mi hijo desde que ella murió, por lo menos así lo trato, Lían se llama y tiene 7 años.

-No es buena idea ir vestidos de piratas. –le dije al niño.

-No lo es ¿qué traje nos ponemos?

-El que pillemos. El de campesinos. ¡Vamos, vamos!

Nos vestimos como pudimos guardando nuestra ropa en un lugar seguro, es decir, debajo de la ropa que llevamos ahora. Salimos de una casa abandonada de la mano de dios vestidos y aparentando ser una campesina y su hijo. Intenta no mirarles a la cara –le susurré-. Todo está lleno de guardias, y qué gusto para la ropa.

-¿Dónde vamos?

-A buscar un barco en condiciones para poder irnos.

-Sí ya sé que el nuestro se ha hundido no muy lejos de aquí pero digo yo que buscas a alguien.

-Tonto no eres.

-¿No estarás buscando a Will?

-… sí.

-Pero mamá, es un pirata, ¿como lo vas a encontrar?

-No alces la voz, aquí los piratas están muy mal vistos.

Un guardia no saludó a medida que entrábamos en el pueblo.

-Buenos días señorita.

-Buenos días caballero. –Hice una pequeña reverencia-

-¿Es su hijo?

-Sí señor, Lían es su nombre.

-Encantado. Tenga cuidado con los piratas, abundan mucho por aquí.

-Gracias.

-¿Le puedo preguntar su nombre?

-Elian, mi señor.

Se entrebancó con algo que había tirado en el suelo.

-Primera prueba pasada, no ser vistos.

-Eres genial.

-Ya lo sé.

-Si vas así ese Will no te va a hacer el menor caso.

-¿Se puede saber quién te ha enseñado a pensar de esa manera?

-Tú.

-No sé por qué lo pregunto.

¿A que no adivináis por qué el guardia se entrebancó con el carro de madera que había aparcado en la carretera? Pues por que mi madre, así la llamo yo, es una de las piratas más hermosas que ha existido sobre los siete mares. Es la belleza en persona, ojos verdes que te miran con mirada de rabia y de compasión a la vez, unos labios deseables por cualquier chica de a pie, la piel fina y suave, sus dientes blancos como la nieve, su pelo negro y ondulado acabado en pequeños tirabuzones por las puntas y algún que otro rizo por debajo del sombrero, éste típico de pirata y que siempre va vestida con una camisa veis vieja abierta hasta la cintura y debajo de ésta un pequeño top marrón oscuro para protegerle los pechos que va atado en diferentes zonas del cuerpo a conjunto con unos pantalones muy cortos, desfilados por los bordes, y abrochados con un cinturón de color marrón donde se guarda la espada por delante y una daga por detrás, unas botas de tacón de aguja que llegan por la rodilla con una sobre tela por la parte de arriba , una pequeña cinta aguanta una daga en cada pierna por la parte exterior.

Yo en cambio visto como un niño normal y corriente de la época. Soy moreno, ojos claros, le llego por la cintura a Elian. Visto una camisa blanca, encima una chaqueta de la época, unos pantalones a la moda y unos zapatos como cualquier niño, nunca me ha faltado de nada. Ella dice que en mi mirada y en mi expresión radia una luz que le gusta mucho cuando me río, le doy alegría por lo que se ve.

-¡Lían! Qué estás pensando, vamos.

-Disculpe un momento. –Dijo alguien-

-¿Sí?

-Usted no me resulta familiar, nunca la he visto por aquí.

No le podía ver la cara, la tenía tapada con el gorro, eso sí no hay duda de que es un pirata.

-Las mujeres de aquí no van tan descotadas. –con la espada en la mano indicó el tirante del top que sobre salía del vestido- ¿me acompaña?

-¿Quién es? Antes de acompañarle. –no me quedaba atrás.

No hizo falta preguntarle nada más, alzó la mirada y era él, el que andaba buscando desde que oí sus noticias.

-¿Will Thurner?

¿Quién era esta chica tan peculiar? ¿Y de qué me conocía? No es una chica normal y corriente, se le ve que es un pirata, y tiene el mismo balanceo que Jack.

-¿De qué me conoce?

-No de mucho, pero necesito tu ayuda.

-¿Mi ayuda para qué?

-¿Me acompaña usted a mí, ahora? –lo cogí del brazo y me lo llevé a un callejón sin salida-

-¡Tenga un poco de respeto por un pirata! –exclamó-

-Lo mismo te digo.

-¿Eres un pirata?

-¿No lo sabes ya? Deberías reconocer a un pirata a la legua. A no ser que no lo seas.

-Soy medio pirata por así decirlo.

-Ya, medio.

-¿Y ese niño? No he visto ningún pirata con un niño.

-Me extraña que no conozcas ninguno. –pensando que él era uno- Volviendo a lo de antes, necesito que me ayudes.

-¿Para qué?

-A..., ¿a qué? ¡Ah sí! A recuperar algo mío que lo tiene alguien que solo tú sabes donde está. –volvió con su balanceo-

-¿Jack? Ni ieda.

-Muy listo, solo te pido que me consigas un barco.

-No, ya le conseguí un barco a Jack y casi me voy con él al infierno. No.

-...

-No la hagas enfadar –susurró Lían-

-No tengo por que ayudar a nadie que no conozco.

-¿Jack no te ha hablado de mí?

-No, por lo menos dime tu nombre.

-.... no. Tal y como están las cosas en este puerto de mala muerte, no, sería un riesgo.

-¿Y se puede saber qué es lo que tiene él que tu tienes bastante aprecio?

-El Medallón de Selene.

-¡El Medallón de Selene! ¡Eso no existe! –exclamó- ¡solo en los libros!

-Ya en los libros, pues mira los libros mienten –volvió otra vez a balancearse-

-¡Quieres parar de moverte!

-Lo siento.

-Es una manía que tiene –dijo el niño que se escondía detrás de ella-

-Calla. No hables más de la cuenta.

-... No te pienso ayudar, además me meto en un buen lío si te ayudo a ti y no a Jack.

-... que pena... –susurró- yo diría que lo podrías hacer una pequeña visita y ya de paso, me llevas. ¿Qué te parece?

-No.

-Vaya hombre. Bueno gracias por la charla, ya conseguiré el barco yo sola. No te molestes.

Lo dejamos solo en el callejón. Oh no, otra vez el que se ha escoñao con el carro.

-Ho, hola señorita.

-Ni señorita ni mierda –le arreé un puñetazo en la cara-

El soldado se cayó redondo al suelo con los dientes partidos y ensangrentados.

-¿Ya te has enfadado? –Preguntó el niño-

-No, mosqueada, me ha puesto de los nervios.

-Entonces te gusta.

-¿Quién te ha enseñado eso?

-Nadie, bueno los libros.

-... anda vamos antes de que nos encontremos con otro palurdo de la guardia.

Nos adentramos en el pueblo, cada vez más oscuro por el atardecer, miramos de conseguir una habitación pero fue imposible y no sé quien había dado la alarma para atraparme.

-¡Tenemos la guardia detrás! –Exclamó el niño mientras corríamos como desesperados buscando algún lugar elevado- ¡Mira, allí! –Indicó con la mano un gran palo en medio de una plaza con una cuerda que bajaba hasta el puerto-

-¡Sube, vamos!

Subimos el palo esquivando los tiros de los guardias, que mal apuntan, no dan ni una.

-¡No puedo saltar!

-Claro que sí, cógete a mí lo más fuerte que puedas. –Lían se agarró lo más fuerte que pudo a Elian, ella cogió un trozo de cuero que había cogido en la carrera de antes y se lanzó cuerda abajo, los de abajo no sabían hacia a donde disparar-

...

-Les hemos despistados. –dijo el niño agotado-

-No por mucho tiempo. –dijo medio descansando-

-¡Ya vuelven! –exclamó-

Otra vez a correr como locos, que manera que tienen de recibir a los piratas. ¿no saben tratar a las damas, o qué? Ui, ese disparo estuvo cerca. Corriendo llegamos a un taller, parecía el de un herrero.

-Escúchame, quédate aquí, y cuando pase la marea roja de los guardias y sin que te vean, pides ayuda a alguien decente.

-¿Cómo a quién? –miró picarón-

-... ¡A quien se te ocurra!

-Vale, ¿pero y tú?

-Yo intentaré que nos dejen en paz, por lo menos a ti. Toma –le di mi espada- te hará falta.

-¡Pero tú estarás desprevenida e indefensa!

-Una mujer indefensa que bueno.

Se fue corriendo intentando despistar a los otros que los perseguían y de qué manera, poniéndose delante de ellos, robándole la espada a uno y luchando como una desesperada intentando que no entraran en donde el niño se escondía, todo un lujo el ver el espectáculo en primera fila. Lo que pasa es que cuando te superan en número pues...sí, se la llevaron, bueno para encarcelarla y qué se yo.

...........

Llegué tarde a mi trabajo, pues había pasado mi tiempo libre con Elizabeth, suerte que el viejo no estaba y no se dio cuenta. Cuando entré había algo raro, no sé, notaba una presencia ya conocida, cogí una de las espadas que había cerca de mi mano, la agarré con fuerza y avancé sigilosamente, sin hacer el menor ruido.

-No hace falta que imites a los gatos, se te ha oído llegar. –salió una voz desde detrás pero no se sabía bien desde donde-

-¡Donde estás! –exclamé-

-Escondido.

-¿Eres el niño verdad? El que acompañaba a la mujer de antes.

-¿Y qué si lo soy?

-Sal, no te voy a hacer ningún daño –muy despacio bajaba la guardia-

-No hace falta que bajes la guardia, tampoco te voy a hacer ningún daño.

Aquella frase me hizo gracia.

-¿Vas a salir? O tengo que ir a buscarte.

-Ven si tienes lo que tiene un pirata.

Me fui lentamente sin hacer ruido hacia donde salía la voz, había un bulto raro en una de las esquinas, poco a poco metí la espada por debajo sin querer hacerle daño, pero allí no había nada.

-¿No sabes que no te puedes fiar de los niños? –dijo el niño desde la biga de arriba-

-¿Cómo te has subido ahí?

-Como me han enseñado, primero un pie y luego el otro.

-¿Te crees muy listo no?

-No me vas a pillar. –dijo el niño mientras saltaba de biga en biga sin caerse-

-Baja, no quiero luchar.

El niño bajó de un salto y calló al suelo de pie como si no hubiera pasado nada.

-Eres ágil.

-Necesito que me ayudes.

-A qué.

-A salvar a mi madre.

-¿Tu madre?

-Sí, me encontró en un puerto y me adoptó.

-No me lo esperaba de un pirata.

-No me lo esperaba de un pirata –refunfuñó mientras lo imitaba-

-No te burles de los mayores.

El niño lo miró como diciendo ¿y tú?

-¿Qué miras?

-Te gustan los piratas ¿verdad? Te fascina lo que se diga sobre ellos.

-Puede.

-¿Me vas a ayudar o no? Yo solo no puedo entrar en la cárcel.

-¿Qué no? Venga hombre, si te puedes escabullir fácilmente por los escondrijos.

-Bueno, pero no tengo la mente de un adulto para hacerlo, ni la edad.

-No te voy a ayudar.

-Pues ya me buscaré a otro. –se giró e hizo que se iba-

-Espera.

-Que, ¿no me has dicho que no querías ayudarme? Pues me voy.

-Te voy a ayudar, pero a hacer que los dos os vayáis de aquí.

Una sonrisa diabólica se marcó en la expresión del niño.

-Y no me gustan esas sonrisas.

-¿Me vas a ayudar o no?

-Sí, pero... habrá que idear un plan.

-El plan y está ideado, tú solo tienes que ayudarme a sacarla y a buscar un barco bien grande para decirnos donde está Jack Sparrow.

-¿Algo más?

-Sí, trátala como un pirata, no como una mujer. Si no te pateará el trasero como hizo con Jack.

-¿Jack? ¿A ese le han pateado el trasero? Vaya, eso sí que es nuevo.

-Te enterarás si se lo preguntas a ella. Ahora vamos.

-Que mala leche –dije para mí-

Seguí sigiloso a Lían, él no hablaba, solo me comentaba algunas cosas, pero pocas veces abría boca. ¿me habría engañado con lo de Jack? No sé, solo se que este niño me pasa la mano por la cara. ... Después de andar a escondidas llegamos a las cárceles del pueblo, entramos sin que nos viera nadie, bajamos a donde suponíamos que estaba.

-¡No está! –Exclamé- ¡Como diablos se ha escapado!

-Una tiene sus trucos –dijo saliendo desde la oscuridad de donde se escondía-

-¿Estás bien? –Preguntó el niño acercándose a ella para abrazarla con cara de preocupación-

-Sí. –Ella se agachó y lo abrazó como cuando una madre vuelve a ver a su hijo-

-La espada. –dijo dándosela-

-Gracias. Has traído a la persona acertada.

-…Antes de que diga que sí a lo de ayudarte, explícame la historia del medallón y que tienes que ver tú con Jack.

-Vale, pero aquí es un poco incómodo ¿no crees?

De pronto tenía otra expresión en su cara, ahora no era tan dura ni tan fría. Se parece a quien yo sé.

Los llevé a mi casa, allí estarían a salvo de los guardias. Nada más abrir la puerta Elizabeth me recibió con un abrazo y un dulce beso en los labios.

-¿Quiénes son Will? –preguntó-

-Ahora lo sabremos. Pasad y poneos cómodos. No es muy grande ni muy acogedora pero…

-Para un pirata esto es lo mejor que ha visitado. –Dijo la chica-

-¿Pirata? ¿Will has traído un pirata?

-Sí, el chico es su hijo, Lían.

-¿Un pirata con un niño?

Los dos se sentaron en una mesa que había al lado de la ventana de lo que parecía un pequeño comedor, acogedor por eso, ¿algo de beber? –pregunté-

-No gracias. –Dijeron los dos-

-Modales tienen –susurró Elizabeth-

Lían se puso bien cómodo, desparramado en la silla.

-Lían siéntate bien. –dijo ella severa-

-Sí. –susurró el niño sentándose correctamente igual que ella, bien sentados-

Nosotros nos sentamos en frente suyo, Elizabeth no hacía más que mirarla, como si viera a alguien extraño, bueno era una persona extraña, pero no para mirarla así, pienso yo. ¿Por qué mencionas tanto el nombre del Medallón? –pregunté-

-Verás el medallón como tu lo llamas era un regalo de mi madre, Selene como su nombre indica.

-¿No deberías haberle preguntado el nombre? –dijo Elizabeth interrumpiéndola-

-Capitán Leisma, señorita. –dijo mosqueada-

-Sigue –dijo Will-

-Ella me lo regaló antes de que muriera a manos de otro pirata. El medallón lo tenía yo hasta que el capitán Jack Sparrow me lo quitó.

-¿Te lo quitó?

-Sí, decía que aquel medallón era muy preciado para su gran tesoro, al igual que la perla negra.

-¿Qué tiene que ver la perla en esto?

-La perla era mi barco, yo se lo quité a Barbosa mucho antes que él, luego Jack me lo quitó a mí y ahora yo quiero recuperarlo.

-¿Así que tu intención es recuperar el barco?

-… sí… -volvió su balanceo-

-¿Y qué pinto yo?

-Pues… que tú eres el único que sabe donde está Jack y mi barco.

-¿Yo?

-Sí tú.

-Otra pregunta si no te importa –dijo Elizabeth- ¿Barbosa está muerto, verdad?

-Sí –respondí con seguridad-

-No –respondió Leisma-

Elizabeth y yo nos quedamos con la misma cara y con la misma pregunta ¿No?

-No, me está buscando, quiere algo que yo no tengo.

-El medallón –asentí-

-Sí. ¿Me conseguirás el barco?

-Hay algo que aún no me ha quedado claro, a parte de que quieres recuperar tu medallón que está en manos de Jack, ¿qué tiene que ver él en esto? Quiero decir, ¿por qué tienes tanto interés en encontrarle?

-… Por que él también quiere recuperar la perla negra, me quiere a mí y al medallón.

-Vale…

-¿Podemos hablar un momento? –Me preguntó Elizabeth- A solas.

-Claro –dije-

Nos levantamos y nos fuimos a la planta superior.

-No me creo nada de lo que ha dicho. He oído hablar de ella y del medallón pero lo otro no me lo creo.

-Yo tampoco ¿pero y si es cierto?

-Pues si es cierto que se apañe, se la ve muy viva, sabe lo que se hace, encontrará el barco de una manera u otra.

-Pero si nos pide ayuda es por algo.

-Por lo menos pregúntale que relación tiene con Jack. ¿Y si nos engaña y le engaña a él? Lo meteremos en un lío. Y tampoco sabemos si dice la verdad sobre Barbosa.

-¿No crees que es mucho ir a la directa con qué relación tiene? No sabemos si solo es de amistad o de algo más.

-¿Tienes ganas de verle, verdad?

-Sí –sonreí-

-Está bien… ¿pero solo el barco o también iras?

-¿Quieres iniciar otra aventura?

-Vale.

….

Cuando bajamos los dos estaban igualmente sentados, no se habían movido, solo que la expresión de Leisma había cambiado completamente, ardía fuego en sus ojos. Te ayudaré a buscar el barco, pero tendrás que aceptar nuestra presencia en él.

-…de acuerdo.

-Además por…

-Por Tortuga pasaremos y preguntaremos donde está Jack Sparrow y conseguiré una tripulación medio decente.

-Eso mismo quería decir yo.

-¿Cómo se llama tu chica?

-Elizabeth, es de la realeza.

-…ya… Bien Lían, vámonos. –dijo mientras se levantaba-

-¿A dónde?

-A buscar un lugar para dormir.

-Podéis quedaros aquí, si queréis.

-No queremos ser molestia –dijo el niño-

-No eres ninguna molestia pequeño –dijo Elizabeth-

El niño miró a Leisma y ésta aceptó sin optar a otra opción.

-Está bien, tú ganas.

-¿Quieres venirte conmigo a la cocina? Si ella quiere.

-¿Puedo? –dijo ilusionado-

-Pero no le armes ningún jaleo.

-Si –dijo contento mientras se iba con Elizabeth hacia adentro-

….

-Estarás más cómoda sentada –le dije mientras yo me sentaba en una silla-

Ella se sentó también en una.

-¿Mentías cuando decías que era el hijo de una amiga tuya? Lo digo por que te ha llamado mamá anteriormente.

-Nunca he mentido, es el hijo de la que fue mi mejor amiga en el barco que llevaba hace años, la perla para ser más claros.

-¿Cómo es que alguien de la tripulación de un pirata tiene un hijo?

-Dóneran se llamaba, se enamoró de uno de los tripulantes del barco, se juntaron y tuvieron el niño. Cuando éste tuvo un año, Barrosa apareció en nuestras vidas, quería quitarme la perla, pero hicimos una guerra justa y vencimos pero pagando un alto precio, los padres del chico y muchos de mi tripulación murieron. Dóneran me pidió en su último suspiro que cuidara de su pequeño, yo se lo prometí, desde entonces él me llama mamá aún sabiendo que no lo soy.

-Lo cuidas como tu propio hijo.

-Es lo único que me queda después de todos estos años.

-Mañana por la mañana encontraremos un barco y buscaremos al capitán Jack Sparrow. Por cierto, ¿tienes la misma brújula que él, verdad? Me he fijado que la llevas escondida entre el cinturón.

-Sí, solo existe ésta y la que tiene Jack.

-Tengo la impresión de que estás muy unida a él.

-…

-Lo siento.

-No, no te preocupes.

….

Cenamos lo que nos preparó Elizabeth, una gran cocinera, todo hay que decirlo. Luego me dijeron cuál era la cama libre que había. Métete en la cama –le dije-

-Cabemos los dos de sobras –dijo el niño-

-Yo prefiero dormir en la butaca. –dije-

-Como quieras. ¿Sabes?

-Que –dije mientras le arropaba-

-Hace unos días me acabé el libro que me regaló Jack.

-¿El de sus increíbles aventuras a la deriva del mar?

-Sí, es muy interesante.

-… que novedad…-dije para mí-

-Buenas noches mamá.

-Buenas noches cariño –le di un beso en la frente, me senté en la butaca y me tapé con la manta-

Prefiero que se crea el libro antes que supiera la verdad, que las historias son en parte mentira, solamente estaba harto de brandi. –pensé mientras me dormía-

-Me parece un buen chico –dijo Elizabeth recostada en los brazos de Will-

-Hay que tener mucho cuidado, es muy listo.

-Sí eso ya lo he notado. ¿Es su madre?

-No, pero como si lo fuera.

-Entonces ¿estaba equivocada?

-En parte… no. Y si te digo la verdad, tiene un aire parecido a Jack, no sé…

-Ya te entiendo, tiene su mismo balanceo.

-A parte de eso, por su manera de hablar, de mirar, de conversar…

Lentamente nuestros labios se juntaron dando paso a un suave, lento y dulce beso.

(……..)

A la siguiente mañana nos dirigimos al puerto sin ser vistos por los guardias que lo vigilan, pero había un problema.

-Tienes que vestir como un pirata, no como una mujer de palacio.

-La otra vez fui así.

-Pero la otra vez estaba Sparrow no yo, y si no te importa te vas a tener que poner algo más discreto.

-¿Debo? –Preguntó mirando a Will-

-A mí que me vas a decir, tú veras.

-… está bien, que me pongo. –dijo mosqueada- ……. ¡No! ¡No pienso ir así! ¡Me niego! –exclamó-

Los pantalones no le quedaban nada mal, se había quitado el vestido de galantería como yo lo llamo para ponerse algo más idóneo para la ocasión, no vamos a ningún crucero. Un top parecido al mío de color azul de mar, unos pantalones como los míos pero de color negro, un cinturón negro también y una cinta para la pierna, acompañada por unas bonitas botas negras, ni tacón ni nada, parecía un pirata apaleado, no sabía andar con las botas, y se encontraba incómoda con eso tan descotado, pero…

-Esa es tu otra ropa, ¿verdad? –preguntó Lían.

-Sí, pero no hay otra.

-Es raro que tú le prestes ropa a alguien que no cae demasiado bien.

-Ya pero no lo hago por ella, sino por él.

-¿Ves como te gusta?

-No me gusta.

-Si tú lo dices…

-Yo lo digo, ahora distrae a los guardias que guardan ese bonito barco.

-Vale…

Mientras los otros estaban escondidos detrás de no se donde yo iba a hacer pasar un mal rato a la guardia. Buenos días señores guardias –dije cortésmente como si se tratara de un niño de la corte-

-Buenos días pequeño –dijo uno de ellos- ¿qué haces solo por aquí? Es muy peligroso.

-¿Por qué señor?

-Pues por que hay muchos piratas por esta zona, además deberías estar con tu madre.

-No tengo madre señor, ni tampoco padre.

-¿Qué no tienes padres? –preguntó el otro mientras se agachaba-

-No –dijo haciendo pucheros- No tengo a nadie, deambulo de aquí para allá.

-Dios santo…

-¿Saben que puedo hacer para encontrar a alguien que quiera cuidarme?

-Deberías ir al consejero del pueblo, él te ayudará.

-¿Dónde está eso? Es que no soy de aquí.

-Verás…, si giras… por la esquina y sigues…

No pudo acabar la frase pues lo miraba con cara de niño huérfano, con lágrimas en los ojos. ¿Y si me acompañan ustedes? No sería conveniente dejar a un niño solo por estos barrios…

-No, tienes razón, te acompañaremos.

-Pero nuestro lugar está aquí, no podemos acompañar a un niño y menos a un vagabundo.

Me puse a hacer pucheros pero el soldado rojo no había manera de engañar así que no tuve más remedio que tirarlos al agua. Primero hice que se pelearan entre los dos, aprovechando que uno quería acompañarme y el otro no, luego distraerles para los de atrás subiera al barco y después con la cuerda del muelle atarles las piernas y tirarlos. Un plan sencillo y eficaz.

Chapoteo en el agua por los dos soldados morados que no se ahogaban ni a la de tres. Yo me subí al barco antes de que zarparan sin mí. Adiós señores…

-Maldito niño, ¡te dije que no le hicieras caso! –dijo uno de ellos intentando salir del agua-

-¡Pues si tú no hubieras sido tan idiota de no hacerle caso, no nos hubiera pasado esto!

-… lo has dicho al revés…

-Sí y da igual.

……..

-¿Dónde has aprendido eso? –Preguntó curioso Will-

Miré a Leisma.

-Poneos a trabajar. –Dije borde-

-Lo he hecho como me dijiste.

-Sí pero casi te cogen.

-…

-Coge el timón y sigue la brújula.

-Pero su aún no la entiendo, no marca el norte.

-Es que no marca el norte, marca la situación de la perla negra.

-Ah. Vale. ¿y tú?

-Voy a intentar ver que hay debajo, que podemos tirar y que no.

-Pero eso…

-Para aligerar el barco, estos no corren como los otros.

Desaparecí escaleras abajo.

-¿Se puede saber por qué está de tan mal humor? –Preguntó Elizabeth-

-No lo sé, supongo que por que casi me cogen digo yo,

-Oh, ¿se preocupa por ti?

-¡Pues claro que sí! Por ser un pirata no significa que sea mala persona.

-No, claro. ¿Will? ¿Dónde estará? –Miró arriba- ¡Se puede saber qué haces allí!

-¡Observo el paisaje!

-Oh. ¿Qué ves?

-¡Agua!

-Normal que va a ver…

-… -.-… que poco sabes tú de barcos… -dije-

-¿Tu madre tiene nombre?

-Que raro que la llames madre… pues sí, como todo el mundo ¿no crees?

-¿Seguro que tienes siete años?

-¿Me ves con pinta de más?

-… como se llama…

-Pregúntaselo, no se come a nadie, que yo sepa.

-Oh, bueno el apellido es Leisma, ¿no?

-Sí, ahora a la izquierda. ¡Cuidado que giro!

…...

-¿Es que aquí todo sirve? No hay nada imprescindible… que barco… que ruina… vamos a llegar a Tortuga más lentos que ella misma. Oh no, le he dicho a Lían que se fuera hacia la perla y no vamos a la perla si no a Tortuga, ¡mierda, mierda! Por qué no pensarás en lo que tienes que pensar… -corrí como pude hasta arriba y giramos rumbo a Tortuga-

-¿Pero no íbamos a...?

-Sí pero después. Ahora necesitamos una tripulación medio decente para continuar, si no… malo.

-Como quieras pero después lo quiero llevar yo.

-Está bien…

En ese momento sentimos que algo caía al agua, bueno supimos quien era por que la señorita del barco casi se cae también.

-¡Will ha caído al agua! –Exclamó Elizabeth sin saber muy bien que hacer-

-Se dice hombre al agua, no Will ha caído al agua. –corrigió Lían-

-¡Pero se va a ahogar!

-¿Quién se va a ahogar? –Preguntó Will subiendo por la borda mojado hasta la médula- ¿Habéis cambiado el rumbo?

-Si. –respondió Lían-

…..

Conseguimos llegar a Tortuga sin apenas problemas por parte de los franceses, creo que no se han dado cuenta de que les hemos robado el barco. Lo amarramos en el puerto y nos adentramos, en nuestras caras se reflejaban los últimos rayos de sol del día. Nos encontramos todo tipo de gente por las calles, que seguían igual de abandonadas. Entramos en la única taberna del pueblo, en donde los piratas se reúnen para dar sus mejores golpes.

-Es… Leisma… -susurró uno de los piratas que había sentado a la entrada de la puerta-

A medida que entramo se oían rumores mientras mirábamos las caras llenas de miedo de los piratas que se apartaban a medida que pasábamos. Elizabeth me agarraba fuerte del brazo.

-Vaya, que bueno… -dijo otro tocando el culo de Leisma.

Ella sin dudarlo le cogió la mano y se la giró, gruñeron todos sus huesos. Vuelve a hacerlo y no vives para contarlo –le dijo ella con una mirada de fuego ardiente-.

-¿Q, que, quieren los señores? –Preguntó aterrado el camarero detrás de la barra-

-Dos cervezas –dije yo pidiendo también por Elizabeth-

-Leche –dijo Lían-

-Lo más fuerte que tengas –dijo Leisma-

-B, b, bien… ahora os lo, traigo. Sentaos.

Nos sentamos alejados de la multitud que nos miraba, para ser más exactos en la esquina donde la luz era tenue, Leisma parecía enfadada o por lo menos aparentaba estarlo, en cambio el niño estaba tranquilo, Elizabeth no podía quitarse las miradas de los piratas.

Uno de los que había en la mesa de detrás hablaba con alguien. Has vuelto Leisma –dijo susurrando-. ¿Se dirigía a ella?

-Tú tampoco te has quedado quieto. –dijo ella sin mirarle-

Se hablaban por la espalda.

-¿Sigues queriendo recuperar tu medallón?

-Por desgracia no puedo decirte que no. –bebió un trago de lo que había en aquel baso-

-Muy bonita tu amiguita. –miró a Elizabeth descaradamente-

-Procura no acercarte por que entonces verás lo que es bueno.

-Tengo ganas de verlo.

Tenía la intención de levantarse pero Leisma le dio con el brazo para atrás, e hizo que se comiera de golpe lo que tenía el plato.

-Te he dicho que no te movieras.

Elizabeth y yo nos quedamos bloqueados.

-Tengo información sobre quién tú ya sabes. –dijo quitándose la comida pegada de la cara.

-No me fío de tu palabra.

-Yo creo que sí que te fiarías.

-Que tienes.

-… aquí no… Arriba.

-Ahora vuelvo. –se levantó cogió al que le hablaba por la chaqueta y se lo llevó escaleras arriba.

-¿Cómo es que estás tan tranquilo? –Pregunté al niño-

-Pues por que ya sé lo que le va a hacer.

Elizabeth me miraba con cara de pensar si de verdad era pirata.

-Es pirata no posadera –acabó la frase-

-¿Qué le hará? –pregunté curioso-

-Le sacará la información a cambio de algo, ese algo es, ella se le insinúa, el otro se queda boquiabierto, cuando lo tiene en sus redes le da un golpe hasta dejarlo KO.

-De esa manera obtiene la información y el que se ha llevado el golpe se despierta como una rosa pensando que echó un polvo. ¿Verdad?

-Sí. Es inteligente por su parte hacer eso, ninguno se resiste a sus encantos.

-¿Qué sabes Barros? –Pregunté sentándome en la silla y poniendo los pies sobre la mesa-

-Información sobre tu… pirata. –dijo de pie a pocos metros de mí-

-Dime que es lo que sabes. –Dije ya hartándome de aquella situación-

-Tu Jack se encuentra cerca de aquí.

-Sigue.

-Seguiré pero a cambio quiero algo.

-Qué. –sabiendo ya lo que quería-

-Algo tuyo…

Me levanté de la silla y me acerqué lentamente hacia él con una de mis mejores armas, la insinuación y la seducción. Cuando me acerqué lo suficiente lo fui empujando suavemente a una cama que había a un metro de nosotros, él se dejó caer y yo me senté encima, mi pecho casi rozaba su cara. Dame lo que quiero –le exigí-

-Sigue hacia el norte…hasta llegar al cruce de las islas… -miró los pechos- luego sabrás que hacer… -quería besarme pero yo no le dejé- no muy lejos de ahí estará lo que buscas.

-Gracias. –dije fríamente arreándole un puñetazo para dejarlo inconsciente- Todos caen.

Le desabroché el cinturón y los pantalones para que se pensara lo que no era, también le quité algo que me gustó, el anillo que llevaba en el dedo meñique. Es bonito –susurré-. Cerré la habitación y bajé las escaleras como si no hubiera pasado nada.

Abajo todo estaba silencioso, todas las miradas puestas sobre mí, se oían pequeños susurros "otro tonto que ha caído", "a mí no me importaría estar en su lugar", y cosas así. Pasaremos aquí la noche –les dije- es bastante acogedor.

-Leisma se queda a dormir… -dijo uno burlándose-

-Sí.

-Vale.

-¡Que nadie de vosotros moleste a estas tres personas o se las verá conmigo y no vivirá para contarlo! –exclamé-

Todos se callaron. Me acerqué a la barra y pedí dos habitaciones al camarero.

-¿Podemos hablar un momento?

-Que pasa.

-Tengo algo para ti, pero aquí no, pasa para dentro.

Entré curiosa en la trastienda para ver qué era lo que tenía que darme.

-Seguidme por favor –dijo el mozo de las habitaciones-

Era un niño más o menos de la misma edad que Lían, parecía el hijo del hombre de la barra. Subimos las escaleras y nos indicó nuestras habitaciones dándonos a la vez las llaves. Veréis que todo lo que necesitéis está dentro de la habitación y si necesitan algo solo tenéis que llamadme. –Dijo muy educado el chico-

-¿Qué hace mi madre Jein? –preguntó Lían-

Parecían amigos.

-Hablar con mi padre, tiene algo que darle, verás… -se le acercó al oído y le susurró lo que tenía que decirle-

-¿En serio?

-Sí, pero no digas a nadie que te lo he dicho.

-Vale.

-¿Vendrás a vernos otro día?

-Intentaré convencerla para que volvamos.

Se abrazaron como dos buenos amigos.

-Señor, señorita. –saludó cortésmente y desapareció escaleras abajo-

-¿Es tu amigo?

-Sí, su padre es buen amigo de mi madre y él es buen amigo mío.

-Es majo el chico, y está bien educado. –dijo Elizabeth-

-Sí, se le ve buen chico. –Dijo Will intentando meter la llave por la cerradura de la puerta-

-Me tienes en vilo. –dije-

-Hace ya un tiempo Jack vino y me entró esto para que yo te lo entregara a ti.

Sacó de un armario una caja pequeña de color púrpura.

-Lo he tenido aquí esperando a que llegaras. El sabía que llegarías –dijo dándomela- Tienes una sonrisa pintada en la cara.

-Sí, es que me tiene todo el día pensando… incluso durmiendo pienso en él.

-Es imposible de olvidar. Creo que él tampoco te ha olvidado.

-Ojalá fuera cierto. Gracias por guardar esto Jeimi. –le di un abrazo bien fuerte-

-De nada, anda sube que tu niño te estará esperando.

-Sí. Adiós. –Dije contenta-

-Adiós… no sé por qué aparentará ser tan dura teniendo un corazón tan grande como el suyo, que dios te bendiga… -dije para mí- …Elian… -susurré-

-¿Si que tarda no? –Preguntó Elizabeth mientras se metía en la cama-

-Estará hablando, además no es nuestro problema. –dije mientras intentaba dormirme-

-Lían se ha quedado solo en la otra habitación, dice que no se quiere dormir hasta que ella no venga. –Dijo acomodándose en sus brazos-

-Ya vendrá… -susurré besándola dulcemente-

-Hola –susurré-

-¿Qué te ha dado? –preguntó Lían observando que tenía algo escondido en la mano-

-Nada.

-No, nada no, Jein me lo ha contado todo.

-¿Jein? Que lengua más larga tiene.

-Enséñamelo, anda…

Me senté en la cama donde él estaba sentado y puse la caja encima de la cama, entre los dos la abrimos.

-¡¿Una carta?! –exclamó Lían-

-¿Qué te pensabas que era?

-No sé, el medallón o algo parecido.

-Mira, aquí debajo hay algo.

-Es la cruz que acompaña al medallón.

-Sí. –dije mirándola sonriendo-

-¿Pero por qué te la ha dado? ¿Y por que una cara?

-Es raro, sin la cruz el medallón no puede abrirse.

-Sí, pero a lo mejor habrá encontrado otra forma de abrirlo, ya sabes como es Jack.

-… No me lo recuerdes. Toma –me quité una pequeña cadenita de oro que tenía adornando mi cuello, le pasé la cruz y le puse la cadena a Lían- Ahora la cruz es tuya.

-Pero ésta cadena es de Jack, te la regaló él.

-Ya pero ahora yo te la regalo a ti junto con la cruz.

-Gracias.

-No tienes que agradecerme nada.

-¿Puedo leerla?

-No, la carta no.

-¿Por qué?

-Pues por que las cartas llevan el nombre a quien van dirigidas, además que la carta no es para ti.

-… vale…

-Anda duérmete.

-Aún te gusta.

-Lían…

-Sí a dormir. –Se tumbó en la cama y se durmió a mi lado, yo aún estaba sentada, no sabía si leer la carta o no leerla.

Hola pequeña,

Puede que cuando leas esta carta me eches en cara todo lo que deseas decirme o también puede que vuelvas a mí, pero necesitaba escribirte esta carta para bien o para mal.

Como podrás ver, junto a la carta viene la cruz del medallón, te lo he mandado como una muestra de que ésta carta es válida y que no miento, la pena es que ahora no puedo abrir el medallón y ver el reflejo de tu madre, que aunque no te lo creas os parecéis mucho, además cuando lo miro me acuerdo de ti.

Me han llegado noticias de que me estás buscando, y creo que ya sé por qué. También se que buscas con toda tu alma el medallón que te robé cuando te conocí en Bahía Blanca, allí sin saberlo te robé el corazón al igual que tú me robaste el mío. Te hecho de menos, pero se que si vuelves otra vez conmigo será para acabar peleándonos tal y como acabamos, yo con mi carácter pasota y tú con tu carácter fuerte.

Hecho de menos a Lían, ¿se la leído el libro? Me haría mucha ilusión verle y que me dijera que sí, ya se que en parte es mentira pero me alegra verlo tan feliz a tu lado. También me hace feliz recordarte y recordar los buenos momentos que pasamos. Lastima que si ahora nos volvemos a encontrar será para que tú me quites la perla negra y el medallón.

Pero creo que eso podemos negociarlo con el Reglamento, también me han llegado noticias sobre Barbosa, que sigue vivo después del disparo que le metí, bicho malo nunca muere. Te tengo que advertir de que Barbosa está más atento que nunca, me está vigilando, al igual que te vigila a ti, no sé que haría si te secuestrara o te llevara con él sin tu quererlo.

Dale recuerdos a Lían, a Will y a Elizabeth que van contigo en mi busca, donde el corazón de diga, allí estoy.

Te extraño,

J. Sparrow

¿Y ahora por qué lloro? Me he emocionado por que al leer estas bonitas palabras me he acordado de nuestros mejores momentos juntos y de que aún le quiero, incluso más que antes.