Todos los personajes de esta historia son inventados, a excepción de Elian, el Capitán Leisma, que ya la conocéis.

Espero que os guste este primer capítulo y que me mandéis muchos reviews en respuesta.

______________________________________________________________________

Capítulo 2. Isla Tortuga.

Me desperté muy temprano, cuando alcé la mirada vi que Elian se había quedado dormida en la misma posición en la que se quedó anoche, no se tumbó para dormir, parecía tener lágrimas en la cara ¿habría llorado? ¿Qué diría en la carta para hacerla llorar? Me picaba la curiosidad pero no está bien leer las cosas de los otros. La desperté.

-Arriba –susurré-

-Ya voy… -susurró mientras se levantaba- ¿Has despertado a los otros?

-No ahora iba. –Dije poniéndome en pie y dándole un beso en la mejilla-

-Acuérdate de arreglarte.

-Ahora.

Solo había que traspasar una puerta para entrar en la otra habitación.

-Buenos días Will…-susurró-

-Buenos días Elizabeth…-susurró también acompañado de un dulce beso-

-¿Encontraremos a Jack?

-Creo que sí, tengo la impresión de que también tiene ganas de encontrarnos.

-En diez minutos nos vamos. –les dije observando que ya estaban despiertos-

-Lían dile a Elizabeth que venga. –dijo Leisma desde el "lavabo".

-¡Ahora voy un momento! –Exclamó desde el otro lado de la puerta- … que.

-¿Quieres que vayamos a comprarte algo de ropa si esa no te parece cómoda?

-No…-dijo con una sonrisa en la cara- no hace falta pero si que me gustaría comprar algo si no te importa.

-¿A mí? No, pero también quiero ir a comprar algo.

-Vale. ^-^

-A ti te pasa algo. –le dije mirándola-

-¿A mí? No ¿por qué? –dijo sonriendo-

-Estás como si te hubieran dado una buena noticia.

-No te puedo ocultar nada… lee la carta que hay encima de la almohada.

-¡Es de Jack!

-Sí. ^-^

-Dice que nos hecha de menos. –dije también sonriendo-

-¿Habéis dicho algo de Jack? –preguntó Will que sacaba la cabeza por la puerta entreabierta-

-¿Se la enseño?

-… que remedio…-pensó- sí.

-Lee. ^-^

-¿Jack y tú estabais juntos? –preguntó-

-Sí. Pero hace ya tiempo de eso. –dijo un poco tristona-

Will leyó la carta, pero no se podía imaginar que la hubiera podido escribir él, era imposible, con el carácter que tiene, ésta carta era demasiado… bueno da igual, la había escrito él y punto.

Salimos de la taberna y nos adentramos calles adentro del pueblo pirata, no había mucho movimiento a esas horas, aún el sol no había acabado de sacar su cabeza cuando nosotros llegamos a la tienda en cuestión.

-¿Aquí tendrán ropa? –Preguntó Elizabeth-

-Sí, es la única tienda del pueblo que tienen ropa pirata de mujer –respondí-

-Pues entramos. –dijo ella-

-¿Tardaréis mucho? –preguntó Lían-

-No sé, Will toma –le di una bolsa llena de monedas de oro- Id a dar un paseo y comprad algo y os apetece, nos encontraremos en la plaza del final de la calle.

-Vale, vamos Lían a desayunar algo más –dijo Will-

-Tened cuidado. –dije-

Se alejaron los dos entre la tenue niebla que quedaba en la calle. Nosotras dos entramos en la tienda, sentíamos el olor a lavanda producido por el incienso, el señor de la tienda salió de la trastienda, aún tenía las arrugas de la sábana marcadas en la piel.

-Buenos días ¿qué desean? –preguntó cortésmente-

-Buenos días Joe –dije-

-¡Leisma! ¡Que sorpresa! ¡Cuánto tiempo!

-Sí.

-¿Y tu amiga? ¿No recuerdo que tuvieras amigas?

-Elizabeth, señor. –dijo ella-

-Encantado señorita, Leisma tiene pocos amigos pero muy buenos.

-Si no te importa Joe, necesitaríamos algo de ropa. –dije antes de que cambiara de tema-

-Claro, acompañadme. –salió de detrás del mostrador y nos llevó a una sala interior, grande y amplia, los primeros rayos de sol entraban por los ventanales- Aquí tenéis todo lo que necesitéis, si tenéis alguna ayuda no dudéis en llamarme. –Dijo desapareciendo de la sala por la puerta-

-Vaya, ¿cómo puede ser que una tienda aparentemente pequeña pueda tener esta sala con toda esta ropa? –Preguntó mirando ya algunas piezas-

-Escoge lo que más te guste. –dije mirando yo también-

Will y Lían desayunaban en la terraza de la pastelería.

-Will. –Dijo Lían acabando de tragar el mordisco que le había metido al desayuno-

-Que –dijo éste después de tragar-

-Estoy pensando…que después de que consigamos el medallón… ¿Qué haréis tú y Elizabeth?

-Pues… no lo sé, creo que eso se sabrá cuando llegue el momento.

-¿Puedo probar una de esas? –Dijo indicando una tortita del plato de Will-

-Sí claro, las que quieras.

-Espero que se puedan comer lo que les llevamos… -dijo Lían mirando la bolsa que había encima de la mesa-

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Sí.

-¿Qué es lo que tiene ese medallón?

-El mapa de un gran tesoro.

-¿Un mapa?

-El medallón es de oro macizo, tiene forma ovalada, aparentemente es un reloj pero si lo abres verás una foto de Selene, la madre de Elian. ¿Ves esta cruz? –le enseñó la cruz que llevaba en la cadena- por detrás del medallón tiene la marca de una cruz, ésta se incrusta dentro y automáticamente se saca la foto, detrás de ésta está el mapa que busca Barbosa. –Esto último lo dijo susurrando como si no quisiera que se enterara mucha gente-

-Así que no es solamente un simple medallón. ¿Pero Jack para qué quiere algo así?

-Elian no lo sabe pero es para recordarla.

-¿Por eso la llave te la mandó junto con la carta como me has dicho antes?

-Sí.

-Nunca pensé que Jack se pudiera enamorar.

-Las apariencias engañan.

-Por eso Jack te dio la llave por que no quiere que Barbosa encuentre el mapa.

-Sí, eso es lo que he deducido yo esta noche.

-A veces se te escapa el nombre de Elian, ¿Qué es el nombre de Leisma?

-Sí. Elian Leisma, pero la conocen como Leisma y ella lo prefiera así. ¿Has pagado?

-Sí, vamos a comprar algo.

-¿Cómo qué?

-No sé algo de ropa, o algún arma o algún catalejo, nos puede ser útil.

-Vale.

……

-Eso es lo que me llevo. –Elizabeth puso encima del mostrador dos conjuntos de ropa. El primero una camisa blanca sin mangas abrochada solo por el pecho con un bordado pirata en el cuello, la camisa llega hasta el ombligo, un pantalón pirata de color azul marino con unos bordados blancos por la pierna, un cinturón a juego con la ropa, y una cinta para el pelo blanca. El segundo tenía la parte de arriba que parecía un "sujetador" de color crudo con un bordado azul marino, por encima del de éste una camisa con mangas largas y sin botones que se transparentaba dejando ver lo que había debajo, por la parte de abajo un pantalón "shorts" de color azul marino con un bordado en la parte trasera de color crudo, también acompañado por un cinturón a juego. También se compró unas botas altas de color azul marino.

-Bien, -dijo Joe cogiéndolo para ponérselo en una bolsa- ¿Y Leisma?

-No se, ¿te importa si me lo pongo?

-No claro.

-Yo también estoy. –Dije ya vestida con el nuevo traje y con otro en la mano- Esto es lo que me llevo. ¿Te ha gustado la ropa ligera?

Llevaba puesto un "sujetador" negro que me realzaba el pecho y tenía un fino bordado de color blanco, una fina chaqueta sin botones que dejaba ver el sujetador de color negro también, parecía de lino pues era muy fina al tacto, una cinta negra para la cintura negra, para abajo un pantalón "shorts" negro con un pequeño bordado en la parte izquierda blanco a juego con las botas negras y con el mismo bordado a lo largo de la bota hasta llegar al pie, éstas de tacón fino alto. Y también un cinturón a juego. El otro conjunto que llevaba en la mano era un trozo de tela bien cortada en forma de triángulo para tapar el pecho y que se unía en la espalda con cuatro cintas, dos por el cuello y las otras en la espalda y dando una vuelta por la cintura, de debajo unos pantalones "shorts" también que solo tenían la parte delantera y la trasera y que éstas iban unidas con pequeñas cintas en forma de X dejando la parte lateral del muslo al aire, un cinturón deshilachado por la punta a juego. Las botas que llevaba en la otra mano eran como los pantalones, solo tenían la parte delantera y trasera, por los lados iban con X también a juego y con tacón fino igual que las otras.

-Sí es más cómoda que la que me ponía antes –dijo mirándose-

-Lo que habéis escogido es el último grito en mujeres piratas. –Dijo Joe- Pero tendréis que tener cuidado con los hombres, miran mucho y más si visten así.

-Mientras miren está bien. –dije-

-Sí pero tu amiga no está muy acostumbrada a las miradas.

-No lo creas, también tiene su carácter.

-Sí pero yo no sería capaz de hacer lo que le hiciste al pirata de la taberna cuando te tocó el culo.

-Bueno…, solo le… quité la mano.

-No, sonaron todos los huesos.

Joe escondió la mano por si las moscas.

-Tranquilo Joe, no hago eso con nadie a menos que me provoque. ¿Cobras?

-Claro. Son… 30 monedas de oro y quince de plata.

-… -conté las monedas- Toma, está justo.

Elizabeth ya aguantaba la puerta para irnos.

-Hasta otra Leisma –saludó Joe-

-Hasta otra.

-Adiós –saludó Elizabeth-

…….

-¡¿A dónde vais?! –Dijo descarado un pirata feo, barbudo y grande delante de ellos cuando Will se levantaba- ¡Dadme la bolsa!

-¿Esta? –Dije yo enseñándole la bolsa del desayuno-

-No, la del dinero.

-¿Ésta? No. –dijo sonriendo Will guardándosela dentro de la camisa-

-¿No? Entonces te la quitaré yo, además te quitaré esa sonrisa de tu cara… -desempuñó la espada y se puso en guardia-

Will sacó la suya, adelante –dijo él-. Empezaron a luchar, un juego de espadas entre otras, Will era más ágil así que tenía el as de ganar, el otro le costaba mucho moverse pero se defendía bastante bien, se oía el chirrido de las espadas al chocar, Will tenía un buen movimiento de pies.

Las dos chicas llegaron en un mal momento, el pirata feo fue a por ellas, las cogió a las dos pasándole el brazo por sus cuellos y la espada tocándole su fina piel.

-Déjalas –dijo Will intentando acercarse-

-Como te acerques, las mato. –Dijo acercándoles aún más la espada-

Elizabeth estaba tensa y tenía miedo, en cambio Leisma parecía tan tranquila.

-¡Deja la espada en el suelo! ¡Vamos! –Exclamó el pirata-

Will viendo la cara de Elizabeth la dejó en el suelo. Ahora suéltalas -dijo-. El pirata soltó a Elizabeth viendo que no servía para nada, estaba aterrada, quedándose con Leisma. El pirata ahora la podía coger mejor, y cometió un gran error, la mano le fue bajando hasta tocar el pecho de Leisma, ésta la cara de tranquila que tenía antes le cambió completamente, ardía fuego, con toda la mala leche del mundo le clavó el tacón en el pie del pirata, éste en sentir el dolor se agachó para acariciarlo y calmar el dolor. En ese instante Leisma se giró dando un salto y dándole una patada en el aire en toda la cara e hizo que el pirata enorme, que hacía dos veces su altura y su anchura volara por los aires cayendo en el suelo boca arriba medio inconsciente, ella pegó un salto dando volteretas en el aire y cayendo sentada sobre él y con una daga tocando su cuello.

-No vuelvas a tocarme –dijo mirándolo fijamente y llena de rabia-

-Leisma… me lo temía… -susurró-

-Bien, ahora me conoces… pues huye y como te vea otra vez en mi camino verás el mar desde el otro barrio.

Éste hizo que sí con la cabeza en el suelo aún, aterrado de miedo, se levantó cogió su espada que no estaba muy lejos de él y desapareció entre la multitud que se había formado en un instante.

-Eso ha dolido –dijo Elizabeth-

Toda la multitud aplaudía y gritaba el nombre de Leisma, piratas, marineros, gente del pueblo e incluso niños aclamaban su nombre.

-Aclaman su nombre –dijo Will extrañado-

-Es famosa aquí por ayudarles a quitar tipos así del pueblo. –dijo Lían-

Leisma subió a una de las mesas que había por allí, la multitud de calló, alguno que otro soltó "¡guapa!" o "¡Esa es mi pirata!".

-¡Gracias por el cumplido pirata! ¡Y no soy tu pirata! –Dije al que le había dicho eso- ¡Escuchadme bien! ¡Gracias por la ovación pero no me gusta que me aclamen, tipos como éste que se ha ido buscando a su madre los hay a miles, y los Franceses, con perdón a Elizabeth, quieren matar a los que son los buenos piratas, no a los malos piratas, y veo a algunos como el que ha huido así que no quiero que me molesten en mi corta estancia en esta isla, ni a mí ni a mis compañeros! ¡¿Entendido?!

-¡¡Sí!! –Respondió el pueblo-

Volvió a bajar de la mesa. Vamos –dije desapareciendo entre la multitud- Iremos a lo que hemos venido, a buscar una tripulación y a irnos de Tortuga por un tiempo –volvía a tener el mismo carácter que siempre-.

La multitud no nos dejaba salir de la plaza, suerte que Leisma abría camino a buenas maneras. Logramos salir de la plaza y nos adentramos en un callejón negro, solitario y triste, se decía que allí estaba lo peor de Tortuga, indigentes por las aceras, gente tirándose los trastos a la cabeza de manera brutal, y eso era normal en las otras calles, pero allí tenían un aire fúnebre, sin darme cuenta me agarré a Leisma, ella también me cogía fuerte la mano, al igual que Elizabeth con Will, casi lo estruja. Nos dábamos prisa para salir de allí, ¿por qué no pasamos por la calle principal que da al puerto? –pregunté susurrando-

-Por que está llena de gente, además esto es un atajo para llegar al puerto. –dijo ella acelerando el paso-

-Vaya atajo –pensé- ¿no podrían limpiarlo un poco de escoria?

Acabamos corriendo, pues teníamos detrás toda la gente mirándonos, algunos nos seguían pero Leisma los asustaba, incluso Will se quedó parado sin saber qué decir, intentaba no recordar todo lo que había visto en esa calle. Tenía razón, habíamos tardado menos tiempo que por la otra calle pero a qué precio...

-Quedaos aquí. –dijo mientras se alejaba-

-¿A dónde va? –preguntó Will-

-A hablar con aquel hombre que hay allí sentado en su barco. –respondí indicando con la mirada el barco que había amarrado en el muelle de la parte norte-

El hombre parecía viejo y cansado, yacía sentado en la proa de su barco, sostenía en sus manos una caña de pescar y a su lado una especie de cubo donde se veía salpicar agua, parecía tener peces.

-Buenos días –saludé al pescador-

-Buenos...días... –saludó cansado sin girarse-

Me senté a su lado y hablé. Necesito una tripulación, si puede ser decente –dije-

-...eso será un poco difícil... –dijo agarrando la caña con fuerza- quedan pocos marineros que se quieran meter en aventuras.

-Sí que estamos bien...

-Pero conozco a alguien que te puede ayudar, tiene pocos hombres pero son de confianza, quizá ellos te puedan acompañar en tu viaje.

-¿Me dice quién es y donde vive?

-¿Ves aquella caseta que hay en la playa? –dijo girándose y mirando a popa y indicando con la mano-

-¿La que hay escondida entre las palmeras? –pregunté-

-Sí. Se llama Ghost, por ser un fantasma, aparece cuando menos te lo esperas.

-Muchas gracias señor y buena pesca.

-De nada muchacha...

Volvió a lo suyo.

Les indiqué con la mano para que vinieran hacia mí, ellos se acercaron rápidos y nos adentramos en la playa, algunos habían que tomaban el sol y también habían niños jugando entre los restos de náufragos que había clavados en la arena. La caseta no estaba muy lejos. ...

Subimos los dos escalones que tenía el porche, observamos que la puerta estaba entre abierta y dentro permanecía una apacible oscuridad rota por los ronquidos de alguien que roncaba.

-¿Le puedo despertar? –preguntó Lían con cara picarona-

-Quedaos aquí y no arméis jaleo.

-¿Por quién me tomas? No soy un niño.

-Tú el primero.

Entré sigilosamente, las maderas del suelo gruñían al yo pisarlas, me guié por los ronquidos, parecían venir de una cama situada en una esquina de la casa, la más oscura.

-Disculpe... –susurré tocándole el brazo-

No se inmutó.

-Señor... –dije mosqueada dándole un pequeño golpe en el brazo-

Seguía durmiendo y roncando.

-¡Arriba hombre! –exclamé-

Se despertó dando un salto en la cama y poniendo unos ojos como platos.

-¿Quién eres? –preguntó un señor no muy avanzado de edad-

-Leisma, señor fantasma.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Por que lo he preguntado.

-¿Qué quieres? –preguntó levantándose-

Dormía vestido, parecía un pirata jubilado.

-Necesito una tripulación decente, si la tiene.

-La tengo pero la guardo para Leisma.

-Ah. ¿No se acuerda de la pregunta que me ha hecho hace unos instantes, verdad?

-¿Qué te he preguntado?

-.... mi nombre... Leisma soy yo. Y quiero la tripulación que guarda para mí.

-¡Sí que eres Leisma sí!

-...

-Ven conmigo. –dijo saliendo de su "casa"-

En el porche había una pequeña campanilla colgando del techo, alzó la mano y la tocó, aquella cosa hacía un ruido horrible. A los pocos instantes de tocarla aparecieron por el horizonte unas figuras negras que se iban acercando a medida que el tiempo pasaba.

-Esto son -dijo-

Se pusieron todos en fila, los fui mirando uno por uno. El primero era "normal", no tenía pelo, en la cara tenía una expresión oscura que no me gustaba, los ojos negros como el tizne, era bastante fuerzudo, al aparentar por su musculatura. Según Ghost está preparado para todo.

El segundo era mediano, no medía más de un metro cuarenta, tenía mucho pelo, parecía un mono, sus ojos azules como el mar le sobresalían de la cara, ésta con una expresión alegre y dicharachera, llevaba en sus ropas una bolsa que le colgaba, dentro tenía una pipa, una daga corta, hierba para fumar entre otras pertenencias... También decía que era muy ágil para subir al mástil y se movía con rapidez.

El tercero, alto y robusto, hacía por dos de mí, tenía una expresión enfadada pero alegre, de ojos castaño claro y con mirada segura, tenía una barba espesa que le colgaba de la barbilla, llevaba un pañuelo pirata de color negro, su ropa la de un marinero y que sostenía en sus cinturón una espada. Decía que era hábil con las manos para hacer nudos en las cuerdas y también para deshacerlos.

El cuarto, chiquitín y tímido, un momento, es un niño. ¡Cómo que un niño! –exclamé-

-Os será muy útil.

-Pero un niño...

-No me infravaloréis –dijo dándome una patada en la pierna-

-No os he infravalorado pero no estoy acostumbrada a tener un niño como tripulación.

Pues bien, tenía carácter, todo hay que decirlo, rubio como el oro, ojos marrón oscuro y con mirada fuerte pero a la vez insegura, en su cinturón también sujetaba una espada corta, y me hacía gracia como iba vestido, no creo que tuviera más de cinco años. Se esconde fácilmente y puede escabullirse por donde nadie puede, es muy útil para hacer travesuras a los piratas enemigos, su mejor arma, el espionaje.

El último parecía tener la misma edad que Will, su pelo color paja con diferentes tonos de color miel como mechas, sus ojos verde mar con una expresión segura y desenfadada, parecía ser el que daba el humor a la tripulación, siempre estaba riendo y haciendo reír a los otros. El que usa la cabeza, al igual que el niño, parecen... hermanos... da igual.

-¡Nombres! –exclamé cuando acabé de darles un repaso a cada uno-

-¡Mani! –Exclamó el primero-, ¡Leone! –el segundo-, ¡Bigger! –el tercero!, ¡Rein! –exclamó el cuarto- , ¡Roan! –exclamó el último-

-Bien, veo que... puedo confiar en vosotros.

-¿A dónde vamos? –preguntó Rein-

-En busca del ena... –se le escapó Will- ...Jack Sparrow. -Corrigió por que le miraba con mala leche-.

-Vamos el barco no lo tenemos muy lejos de aquí. –dije saludando al viejo fantasma e indicando a los otros que se vinieran conmigo-

Seguimos la playa que se unía con el puerto, nos entraba la tierra por todos los lados, Will se miraba con cara extrañada al peque del barco, iba el primero y parecía un soldado andando. Sin que Leisma se diera cuenta el niño le quitó la daga que llevaba en la espalda, haciendo que ésta corriera detrás de él sin poder cogerlo por que se escabullía por todos los lados.

A pocos metros del puerto veíamos el barco, seguía amarrado por suerte, pues temíamos que otro pirata nos lo robara, pero por suerte no. Cada uno a sus puestos y a navegar.

.....

-Está muy rara... –susurró Elizabeth a Will sentados en la parte de popa-

-¿Por qué lo dices? –pregunté-

-Pues que no es ella, está muy tranquila.

-Que quieres que te diga.

-...

-A mi lo que me parece que el niño tiene un pequeño problema, no puede guardar un secreto.

-¿Te ha contado algo?

-Mucho.

-Cuenta, cuenta.

-No.

-...

-Es secreto.

-... piratas tenías que ser...

-medio.

-¿De qué habláis? –preguntó Lían mientras se unía a la charla-

-De nada importante. –dijo Will mirando hacia el horizonte que se alejaba-

-Siéntate ahí y no te muevas. –dijo Leisma intentando que Rein se estuviera quieto-

-...

-Ahí y quieto.

Se sentó en frente de ella para que lo pudiera ver.

-¿Cómo te llamas?

-Leisma.

-Vaya nombre.

-¿Cómo que vaya nombre?

-Pues podrías buscarte otro más...

-...

-¿Por qué eres tan malcarada?

-¡Oye!

-¿Lo ves?

-... vete a dar la tabarra a otro.

-Yo quiero estar contigo.

-...

-¿Puedo coger el timón?

-Sí.

-¿Hacia donde voy?

-Hacia donde yo te diga. –cogió el timón por la parte de abajo por que no llegaba a más- Mantenlo así.

-A la orden.

Sin que se diera cuenta le agarraba el timón por arriba vaya a ser que la liáramos y nos llevara a yo que sé donde.

....

-¿En serio? –Preguntó Elizabeth-

-Sí, aunque no te lo creas sí.

-No me lo creo –comentó ella-

-Pues no te lo creas.

Así estuvimos todo el viaje hacia el cruce de las islas, pero ahora ¿qué hago?