Todos los personajes de esta historia son inventados, a excepción de Elian, el Capitán Leisma, que ya la conocéis.

Espero que os guste este primer capítulo y que me mandéis muchos reviews en respuesta.

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Capítulo 4. Sentimientos

La tortura siguió después del baile, acabé cansada y agotada de tantas manos recorriendo mi cuerpo, me di cuenta de que Barbosa no estaba, no le di mucha importancia.

-Acompáñame preciosa- dijo el tripulante con mirada de compasión.

Bajé de la mesa quitándome las manos de todas partes, yo tampoco me quedé quieta y les di algún que otro golpe o patada. Me llevó al camarote principal, el del capitán. Espera aquí –dijo cerrando la puerta-

Sentía los nervios en el estómago, tenía incluso ganas de vomitar de haber visto tanta comida y tanto hombre asqueroso y baboso, unos pasos se acercaban lentamente a la puerta, ésta se abrió, Barbosa entró con una expresión que no supe definir, parecía deseo y locura a la vez que compasión. Siéntate –dijo- en la cama. No tuve otra opción.

-¿Cómo se abre el medallón? –preguntó ahora más tranquilo-

-…. –no quería mirarle-

Se sentó a mi lado izquierdo, me pasó el brazo derecho por detrás y la mano derecha sujetaba el medallón.

-Te lo vuelvo a preguntar… ¿Cómo se abre?

No abrí boca.

-Quita la tapa, quiero ver la foto.

Abrí el medallón con las manos temblorosas, mientras yo abría el medallón notaba como sus labios, fríos y ásperos, acariciaban mi cuello, puede que él sintiera algo pero yo no sentía nada. Note como sus manos iban recorriendo mi cuerpo a la vez que desabrochaban el vestido, su cuerpo se dejo caer sobre mí, haciendo que obligadamente abriera las piernas. Sus labios empezaron a recorrerme todo el cuerpo al igual que sus manos hacían ya antes, deseaba ansiosa que aquello acabara, por lo menos esa noche.

………

¿Qué ha pasado? –me pregunté a mí misma-. Aún era noche cuando me desperté, y aún seguía en la cama, al lado de Barbosa, con la diferencia de que ahora estaba dormido. ¿Sería ahora la oportunidad de escaparme? Intenté mirar por la ventana, si lograba ver tierra o algún puerto o algo para salir nadando hasta él, pero no vi nada. Y si me escapaba no quería pensar lo que me haría, ya me hizo eso anoche… y no quiero recordarlo. Escuché un susurro "mi niña", solo había una persona que me llamara así y que yo lo consintiera, no quería oír esas palabras en sus labios.

Después de aquel come-coco no logré conciliar el sueño, y no hacía más que darle vueltas a la cabeza, ¿Cómo estaría Lían? ¿Cómo estaría Jack? Y como estoy yo ahora…

¿Y si cogía su arma y la descargaba sobre él? Entonces no viviría. … Los primeros rallos de sol entraban por la ventilla haciendo que Barbosa se despertara, yo me hice la dormida para no levantar sospecha. Se giró e hice que me había despertado con el movimiento, me miró con cara de felicidad y me abrazó. ¿Cuánto tiempo hacía que no echaba un polvo? Me dio la intuición que mucho. Escuché un fino susurro "bésame", no tuve opción, notaba su cuerpo sobre el mío, robusto y áspero, se había puesto encima. Le besé pero para darle el gusto, pero nada más, otra vez noté como sus manos se iban de la espalda, y otra vez estaba entre mis piernas.

……..

Al acabar se vistió y se fue del camarote, yo me quedé llorando sobre la cama, con ganas de pegarme un tiro en la cabeza, o de atravesarme el pecho con la espada, pero yo no era así. La puerta volvió a abrirse, me tapé con la sábana, era otra vez el de la mirada compasiva que me traía el desayuno. No desayuné, pues no tenía hambre ni ganas de hacer nada. Ponte tu ropa y sube –dijo- Órdenes del capitán.

¡Que se las coma si quiere! Sus órdenes. Tarde o temprano le tendría que decir lo del medallón o a saber qué me haría, aunque después de esta noche no creo que me haga otra cosa peor. Me vestí y me sequé las lágrimas, en el bolsillo del pantalón tenía el pañuelo de Jack, cuando lo cogí para secarme las lágrimas me acordé de lo último que me dijo "Dame un puñetazo". Eso hizo reírme, por lo menos aliviar las penas, aún tenía gravado su nombre en el pañuelo, el que yo le bordé en la esquina inferior derecha.

Subí a la cubierta, todas las miradas puestas sobre mí, menos el capitán que hacía como si no me hubiera visto nunca ¡Por lo menos admítelo! ¡Que te has quedado a gusto! Intenté por todos los medios que el mar se llevara mis penas, pero cuando notaba que se iban, volvían para hacerme aún más daño. Yacía sentada en la popa, sin moverme, tenía miedo de girarme y ver a Barbosa otra vez.

…….

-¡Cómo se abre el maldito medallón! –exclamó-

Volví a girar la cara, pero fue el quien me la giró a mí de un golpe.

-Puedo ser muy simpático si lo deseo pero también puedo ser tu peor pesadilla.

-….

Volvió a golpearme pero ésta vez me tiró al suelo. Me dolía mucho en la mejilla derecha, noté como la sangre me regalimaba.

-¡Levántate!

Me levanté.

-¡Dime como se abre el medallón!

-….

Se acercó veloz hacia mí. Tal y como has pasado esta noche conmigo la puedes pasar con toda la tripulación hasta que esta estuviera satisfecha… -dijo furioso-. Lo miré llena de rabia por no poder hacer nada y con malas palabras le dije: Si miras detrás del medallón verás que habrá una marca en forma de cruz, solo si tienes esa cruz podrás abrir el medallón y encontrar lo que buscas.

-Al fin has hablado. ¿Sabes? Ahora tendría que haber cumplido con lo que te he dicho antes, por haber sido mala. Pero no lo voy a hacer por que la cruz no la tengo, ni tu tampoco.

-Jamás tendrás la cruz.

Esa frase bastó para darme otro golpe, éste fue aún más duro que el anterior, e hizo que me diera en la cabeza con el borde del barco haciendo que perdiera el conocimiento.

Solamente pude oír "¡Volvemos a la isla!" antes de que me durmiera.

……

-Jack, Jack –lo llamé pero no respondía, se había quedado dormido después de la borrachera-

Cogí agua del mar y se la tiré en la cara para que despertara, tuve que hacer más de un viaje, en la mano no me cabía mucha agua, pero logré despertarle.

-Estaba despierto… -dijo levantándose-

-No, incluso roncabas. –dije-

-Aún no ha salido el sol…

-Está a punto.

-…. Will y Elizabeth…

-Han ido a coger fruta para comer.

-… pues que bien…

-Jack, tenemos que salvarla.

Eso logró que se despertara de golpe.

-Ya no podemos hacer nada por ella.

-Pero…

-Ni pero ni nada, Lían, es imposible, además las reglas de los piratas son esas, si uno se queda atrás, no volveremos a buscarle.

-No sé como puedes decir eso.

-No es lo que siento pero es la verdad.

-¿Y vas a seguir una simple regla? ¿No te vas a guiar por tus sentimientos?

-Ya me guié una vez por esos y mira donde estoy.

-¡Pero ahora es diferente!

-¿Diferente?

-Volvéis a estar juntos, otra vez unidos, ¿Es que no lo ves?

-Sí que lo veo, pero no puedo hacer nada. Además ahora ya no creo que vuelvas a ser ella misma.

-¿Qué quieres decir?

-….eres muy pequeño para oír esas cosas….

-Qué cosas, ¿Qué ha sido violada? ¿Eso?

-Bueno, hay otras maneras de decirlo…

-No hay otras Jack. Si no vas tú a salvarla, voy yo, aunque sea a nado.

Pero Jack no escuchó eso, miraba al horizonte, pues veía venir un barco conocido, era la Perla.

-Escúchame, si te pide la llave se la das.

-Pero…

-Tú dasela o no sé que te hará.

-¿Pero entonces el mapa?

-No hay otras Jack. Si no vas tú a salvarla, voy yo, aunque sea a nado.

Pero Jack no escuchó eso, miraba al horizonte, pues veía venir un barco conocido, era la Perla.

-Escúchame, si te pide la llave se la das.

-Pero…

-Tú dásela o no sé que te hará.

-¿Pero entonces el mapa?

-Pero eso contando que esté en el barco.

-Sí claro.

-Allí vienen –dijo Jack mirando al barco-

……

Barbosa se acercaba con el bote, acompañado con tres tripulantes más, Leisma no iba.

-Vosotros tres, no hagáis nada y no seréis perjudicados. –dijo él poniendo el pie en la arena- Sé que uno de vosotros tiene la llave para abrir el medallón. El que la tenga que de un paso al frente.

Yo me atreví a dar el paso, Jack intentaba no mirarme, pero no podía evitarlo, eso hizo delatar.

-Seguro que lo tiene el loco de Jack…

-Puede…-dijo balanceándose-

-No… a ti no te van los mapas…te van las mujeres…

-Como tonto…

Barbosa le dio un golpe en la cara haciendo que se cayera sobre la arena. ¿Me haría a mí lo mismo? Venía hacia mí.

-Lían, Lían, Lían… -dijo mirándome-

-Seguro que la tienes tú. ¿Sabes Jack? Tu chica es muy buena en la cama… -dijo sin dejar de mirarme-

Jack tenía ganas de hacerle picadillo, con la mirada lo decía todo.

-Quédate quieto ahí o la mataré.

Tuvo que contenerse a la mirada desafiante de Barbosa y a las miradas de las armas que apuntaban hacia él.

-¡Qué le has hecho a mi madre! –exclamé-

-Tu madre… como la llamas, está bien, de momento. Dame la llave.

-No.

-Dame la llave o sufrirás lo mismo que tu madre.

Jack apretaba los dientes mientras lo maldecía.

-Jack, no querrás ver como le hago lo mismo que a Leisma, ¿verdad?

-… Dale la llave, Lían…

-Pero…

-¡Dásela!

No tuve opción, le di incluso la cadenita. Ahora tenía miedo.

-Buen chico… -murmuró mientras la cogía- Nos volvemos a ver Elizabeth.

Ella lo miraba desafiante.

-Eres un bastardo, miserable, asesino, violador… asqueroso…

-¿Te quieres venir conmigo? ¿A tener el mismo fin que tu amiguita? ¡Pues calla!

-….

-Will, Will, Will, el pequeño Will.

-….

-Ponedles los grilletes y subidlos al bote, tenemos un capitán a bordo, un niño, una dama y un medio pirata para esta noche.

Nos maniataron otra vez y nos subieron al bote, ¿podría verla? ¿O tendría que seguir lo que Jack me dijo? No lo sabía con certeza, pero si me tocaba un solo pelo tendría a Leisma y a Sparrow por delante de mí. Volvimos a pisar la cubierta de la Perla Negra.

-¡Quiero verla! –Exigió Jack nada más poner un pie-

-Abajo, en el camarote.

Corriendo se fue escaleras abajo, yo quería ir con él pero Barbosa no me dejó.

……

Corrí tanto como pude, buscando el camarote del capitán, el que fue mi camarote, me lo pensé dos veces antes de abrir la puerta. ¿Y si no estaba en condiciones? ¿Y si ahora no quería hablarme? … No pienses más y entra. Abrí la puerta con las manos juntas, como podía vaya, allí estaba tumbada en la cama con una sábana rodeando su cuerpo, parecía dormida. Me acerqué y me senté a su lado, ella no se movía.

Por un momento pensé lo peor, le toqué con dos dedos de la mano el pulso del cuello, lo noté, era débil, pero eso sirvió para tranquilizarme. Observé que tenía un gran moratón en la cara, se lo acaricié, también tenía una raja, debía ser de algún golpe mal dado. Pobrecilla, mi pequeña, mi niña… -susurré-.

-…Jack… -susurró despertándose-

Cuando me vio parecía haber visto un ángel, me abrazó fuerte, igual que yo la abracé a ella.

-…Hola pequeña… -susurré-

-Si es un sueño, que no me despierten. –dijo acomodándose sobre la cama pero sin separarse de mí-

-¿Qué te han hecho…? –Pregunté mirando el golpe de la cara-

-No quiero recordarlo –susurró- ¿Tienes los grilletes?

-Sí… verás… nos han cogido.

-¿Entonces no venías a salvarme?

-…era mi intención…

-¿Lían está aquí?

-Está en la cubierta con Will y Elizabeth, está bien.

-Gracias a dios.

-Siento mucho el no haber podido ayudarte.

-No tienes por que disculparte.

-Ahora si te quiere hacer algo tendrá que pasar sobre mí.

-Hueles a licor…

-Bueno… anoche… pues…

-Te volviste a emborrachar.

-Como nosotros cuando estuvimos allí.

-…. No me lo recuerdes, no podía ni levantarme…

-….

-Me alegro de que hayas venido, aunque sea…

-Ssshhh.

Hice silencio por que deseaba besarla como hace dos días, ella no me lo impidió, al revés, también lo deseaba. Ahora no me importaba estar secuestrado allí, por que estaba con ella. Por suerte no nos molestó nadie, así que podíamos hacer lo que nos apetecía.

….

-Espera, antes de que sigas besándome, quítame los grilletes, que me siento un inútil.

-Ahora mismo.

Me quitó los grilletes, debajo de éstos quedaba una marca ensangrentada. Ahora podía abrazarla bien y acariciarla. Ella tampoco no se quedaba quieta, pues ella tomó la iniciativa yo solo la seguía.

-¿Cómo es que estas medio desnuda?

-Por que viene cada dos por tres a hacer sus cosas.

-….yo hago las mías…

-Pero con la diferencia de que quiero que me las hagas.

Nos seguíamos besando, pausadamente pero con pasión, nuestras manos y nuestros labios recorrían nuestros cuerpos.

-Si yo hubiera tenido este cuerpo anoche… -susurró-

Que suerte que tengo, pocos piratas tienen la piel suave y, cuadrado que estoy. Era nuestro segundo encuentro, en el mismo barco y en la misma cama y encima haciendo lo mismo, no se puede desear más. Nos dimos la vuelta para llevar yo el mando de la situación, ahora era yo quien estaba entre sus piernas. Que piernas por cierto y que cuerpo.

……..

-¿Y si viene? –Preguntó entre besos-

-Pues… le decimos la verdad…-respondí aún haciéndolo-

-…Te quiero… -susurró-

-…Yo también… pirata… -susurré-

…..

Acabamos agotados, parecía que veníamos de una guerra, pero los besos no se acabaron aún, esos seguían dando de qué hablar, por un momento nos habíamos olvidado por completo de nuestros problemas.

Justo cuando me quité de encima sentimos unos pasos, éstos se acercaban a la puerta, ésta se abrió. Yo me escondí detrás de Elian, intenta por todos los medios que no me viera, además teníamos las ropas debajo de mí para que no se vieran.

-Jack, se te acabó el tiempo. –Dijo Barbosa entrando por la puerta-

-Sparrow se ha ido –dijo Elian desafiante-

-No lo he visto en cubierta y tampoco por los otros camarotes.

…Que se me escapa la risa… -pensé-

Elian puso la almohada detrás de ella, de manera que el bulto que había debajo de la sábana se viera tapado y oculto por la almohada, haciendo ella el efecto de haber alguien ahí. Después se levantó totalmente desnuda.

-Que tal si… te olvidas de él… y… -dijo seduciéndole-

Nadie se puede resistir al encanto de una mujer así. Le dio la vuelta para que no se diera cuenta de la presencia de Jack, se abrazó fuerte a él, haciendo que él también la abrazara, luego empezó a besarle.

Yo mientras iba vistiéndome a toda prisa, ahí tendría que estar yo, no tú, canalla.-pensé- Luego ella me hizo un gesto con el brazo hacia la puerta.

-¿Estás muy rara? –preguntó Barbosa alucinando-

Casi se gira cuando yo iba a coger el manillar de la puerta, suerte que Elian le cogió la cara y volvió a besarle llevándoselo a la cama. Allí los dejé, yo me fui como si no hubiera pasado nada, al cabo de poco rato entré otra vez en la habitación, haciendo como si él me hubiera llamado.

Los encontré a los dos, ella encima de él, sentados en la cama, aún sin hacer nada.

-Ui, -reí- perdone… jeje. Me han comunicado que venga aquí para hablar. Pero veo que está muy ocupado.

-Pasa, no te preocupes. –se quitó a Elian de encima de un golpe que la dejó en la cama boca arriba. ¿No te importa si tu chica está desnuda, verdad?

-No… que va… ¿a mí? Que me va a importar… -dije balanceándome.

-Pues entonces dime de qué quieres hablar, que tengo trabajo.

-Ya… -dije mirando a Elian que se iba vistiendo- mi idea es… Reglamento.

-¿Reglamento?

-Sí.

-… Que propones…

-Que tú te quedas con el medallón, y el mapa, y yo me quedo con la chica.

-…. No…

-Vamos hombre, un poco de compasión.

-¿Compasión? Es una posadera.

-No, es mi pirata.

-¿Tu pirata? –Dijo riéndose- ¿Has oído nena? –preguntó girándose a la cama

-Su pirata. –Dijo Elian ahora a mi lado cogiéndome de la mano- No tu posadera.

-¿Aceptas el trato?

-No hay trato, la posadera es mía.

-Reglamento.

-¡No hay reglamento que valga!

-Sí que lo hay.

-… solo aceptaré cuando encuentre el tesoro, mientras tu pirata, será mi posadera.

No me gustó como dijo esas palabras, y no pude evitar mirarlo desafiante.

-De acuerdo. –Dijo Elian-

-¿Cómo? –exclamé-

-Estamos de acuerdo.

-Bien… pero tu te vienes conmigo de momento.

-Vale. ¿Nos disculpas un momento? –dijo ella levándome a fuera del camarote-

-Hablad, yo no quiero meterme en problemas de pareja.

-¿Es que te has vuelto loca?

-No, solo quiero manteneros alejados.

-Pero ya le has visto.

-Lo hace ver.

-….

-Aguantaré, además si puedo me escaparé para estar contigo.

-Eso me gusta más.

-Pero no te aseguro nada.

-Eso me gusta menos.

Nada más decir eso volvió a besarme, pero ahora lo hacía de una manera más tranquila y pausada. Le agradecí ese beso pero no me gustaba la idea de que estuviera con él.

-¡Sparrow! –exclamó desde dentro-

-… que… -dije entrando.

-Seguimos el reglamento.

-…sí. ¿Por donde íbamos?

Me quitó a Elian de las manos, para que se sentara encima suyo.

-Voy a abrir el medallón con la llave del niño ese, como no esté el mapa dentro no habrá reglamento.

-Bien… adelante.

-O mejor no, ábrelo tú preciosa. –dijo dándoselo a ella-

Elian incrustó la llave y el medallón se abrió por la parte interior, dentro había el mapa.

Se lo enseñó para que viera que estaba allí.

-No te fías ni de tu sombra –le dije-

-….

El mapa parecía pequeño a vista de Barbosa, pero a medida que lo iba abriendo, se iba haciendo más grande, hasta llegar a medir casi medio metro cuadrado. ¿Bahía blanca? –preguntó-

-Como podrás comprobar el tesoro se encuentra allí.

-Marca con el dedo, pequeña.

Eso me sentó como un tiro en la nuca. Elian indicó con el dedo índice el lugar donde yacía el tesoro.

-¿En la montaña?

-Dentro –dijo ella-

-Allí se encuentra uno de los tesoros más grandes conocidos hasta ahora.

-Pensaba que el Secreto de Bahía Blanca era una leyenda.

-Y parte de la leyenda es cierta. –continuó lo que quería decir Jack- Dicen que si una mujer cruza la entrada de la cueva donde está el cofre, quedará embarazada. Por esa razón tienen prohibido dejar entrar mujeres, además aquello esta protegido por los monjes que viven en el templo.

-¿Cómo es que sabes tanto de ese lugar?

-Por que yo soy de allí.

-Entonces tú serás quien primero entre.

-No. –Dijo potente Jack- Ella no entra.

-Es mía hasta que encuentre el tesoro. Pero escúchame bien, si el tesoro resulta ser una farsa, ya te puedes despedir de tu pirata para siempre.

Me agarré fuerte a la silla.

-Jack, si gano… ¿qué harás si no quiero dejar que se vaya? –dijo acariciándole la entrepierna a Elian-

-Pues que entonces te mataré.

-Vete, pero que te vea.

-No te preocupes, no saldré del barco –dije burlándome-

Salí de aquella habitación lleno de rabia, casi lo tenía ganado, ahora habrá que ir a Bahía Blanca por las buenas. ….

Después de continuar hablando solo fui a ver a Lían, que estaba acompañado por Will y Elizabeth en popa.

-Lían, ven. –dije-

-¿Cómo esta?

-Bien, sabe cuidarse.

-¿Puedo verla?

-No.

-Pero tú has podido hablar con ella.

-Sí bueno, hablar…, lo que se dice hablar…

-No habéis hablado.

-…no.

-Vale apartando el tema ese, ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora?

-Le he propuesto reglamento a Barbosa, ahora mismo tiene el medallón, el mapa y a Leisma, pero cuando lleguemos a Bahía Blanca, y encontremos el tesoro, me devolverá a Leisma y el medallón.

-¿Tú no sabes que tienen prohibido que las mujeres entren en la cueva?

-Me acabo de enterar hace bien poco.

-Además nadie sabe con certeza si el tesoro existe, a lo mejor lo escribiría algún chiflado para pasar el rato.

-No me digas eso, que la vida de Leisma depende del tesoro.

-Estás loco.

-Ya lo sé, pero dime una cosa, que sabes de la leyenda.

-Se dice que un pirata, hace ya muchos años fue recolectando tesoros y guardándolos en la gruta de Bahía Blanca, poco a poco y año tras años fue guardando más y más tesoros. Cuando vio que tenía demasiados y que ya no quería más, construyó una serie de grutas y de túneles que traviesan toda la montaña de Bahía. Cuando acabó una mujer se le cruzó en su camino, se enamoró locamente de ella y ella de él, pero ella solo quería el tesoro escondido, así que maldeció la montaña. Ninguna mujer puede entrar en la montaña, si lo hace quedará embarazada, claro que tiendo en cuenta el sentido común de la época…., pues… -dijo Elizabeth-

-Sí, esa es la leyenda.

-Que tontería. –Comentó Will-

-Sí, claro como si una mujer se pudiera quedar embarazada así por las buenas, tiene que pasar… -callé por la mirada de Elizabeth en cuanto a Lían- Vale, me callo.

-Bueno el caso es que las leyendas pueden ser ciertas. –Acabó Elizabeth-

-….