Todos los personajes de esta historia son inventados, a excepción de Elian, el Capitán Leisma, que ya la conocéis.
Espero que os guste este primer capítulo y que me mandéis muchos reviews en respuesta.
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Capítulo 5. Dolor.
Ahora tenía dos problemas, uno, Elian estaba dando placer a Barbosa para que yo me saliera con el plan, y dos, que ahora resulta que una mujer no puede entrar en Bahía blanca y que ni siquiera sé si el mapa que cuenta la leyenda es cierta o no.
Will, Lían, Elizabeth y yo dormíamos en el mismo camarote, justamente el de al lado del capitán, y aquello era un jaleo, se sentía cada cosa… la pobre chica parecía un péndulo, de día con él y de noche conmigo, claro que con los otros tres durmiendo al lado pues era un poco difícil, pero ya teníamos práctica en eso de estar calladitos.
Cuando Barbosa se dormía venía a mí, abría la puerta medio desnuda y entraba en mi cama, yo la esperaba, empezábamos a darnos besos y caricias, recorriendo todo nuestro cuerpo, intentábamos no suspirar y si lo hacíamos era muy despacio y casi eran susurros, pero valía la pena. Después de eso ella se iba a la cama del otro. A veces solo venía para estar conmigo, para hablar con la mirada y algún que otro beso. Yo no sé como aguantaba, parecía un objeto sexual y a mí eso no me gusta.
……
Habíamos puesto rumbo a Bahía Blanca, tardaríamos mucho en llegar, pues estaba en la otra parte del mapa. Los primeros rallos de sol se alzaban sobre la cubierta del barco, todos los tripulantes yacían en el suelo durmiendo. Yo aún estaba en mi camarote, medio dormido. Cuando desperté no vi a Lían en su cama, no pensé que le fuera a pasar nada malo.
…….
Estaba decidido a entrar, quería ver a mi madre como fuera, solo tenía que pasar la puerta del camarote contiguo, me paré delante del pomo. ¿Qué hago? ¿Entro o no entro? No sabía que hacer, mi corazón decía que entrara pero me ha fallado muchas veces ¿me fallará ahora también? No lo sé, pero necesito verla. Mamá…
Decidido toqué el pomo y abrí la puerta, no se sentía nadie, bueno sí unos ronquidos enormes. Vi a Elian vistiéndose de pie al lado de la cama, mamá… -susurré-. Alzó la mirada y me vio, no sabía que hacer si reír o llorar, corriendo aún con la bota medio abrochar vino a mí y me abrazó, no podía contener las lágrimas. ¿Estás bien? –Me preguntaba mirando a ver si tenía algún moratón o rasguño-. Mis ojos se abrieron de golpe, Barbosa se estaba levantando. De repente sentía miedo, ella se había dado cuenta y se giró, se puso delante de mí, él tenía una daga en la mano.
-Apártate Leisma –dijo lleno de rabia-
-No. Antes de matarlo a él tendrás que matarme a mí. –dijo ella desafiante-
-Apártate. No quiero destrozar ese bonito cuerpo.
-Ese bonito cuerpo no es tuyo. –dijo Jack apareciendo por la puerta abierta-
-¿Tú también te vas a meter donde no te llaman? –Preguntó Barbosa apuntándole con la daga-
-Deja al niño que se valla.
-El niño se queda. Ha entrado en un sitio privado.
-Ha entrado a ver a su madre.
-Si pero su madre ahora no está por él.
-¿Y por ti sí?
-¡Calla! ¡¿Qué crees que no te oigo?! ¡Por las noches te vas con él!
-Yo me voy con quién me da la gana.
Esa frase desafiante hizo que Barbosa le zampara otro golpe que la tiró al suelo. Barbosa se acercó a mí, ahora desprevenido. Miraba a Elian que estaba en el suelo inconsciente, pues se había dado un duro golpe en la cabeza con la pared del camarote.
-Como le toques un solo pelo, te acordarás del Capitán Sparrow.
-Que miedo.
-¿Quieres pelear? Adelante.
-No, quiero que Leisma y tú sigáis vivos para que veáis como me enriquezco.
-Bien, entonces deja al crío y a Leisma en paz.
-Al crío sí, pero Leisma se merece un castigo enorme por haberme hecho eso.
-Dámelo a mí el castigo.
-No ella recibirá por ella y por ti.
-Dame a mí la paliza, yo he tenido la culpa.
-¿Tú? No, es ella la que se merece la paliza, una estúpida por irse con un pirata de poca monda como tú, es una malcriada, una sanguijuela que hay que explotar hasta que se muera, dejar que sufra es lo que voy a hacer.
Jack lo miraba con ganas de darle un buen puñetazo y que se tragara todas las palabras que ha dicho, pero no podía, sabía que aún no era el momento. ¿Cuándo sería el día en que vería a Barbosa tumbado en el suelo? Me muero de ganas de verlo.
Después de esa discusión nos obligaron a salir del camarote, Jack tenía los puños y los dientes apretados y andaba a paso ligero. Arriba en la cubierta estaban Will y Elizabeth, sentados en una parte elevada del suelo.
-¿Has visitado alguna vez Bahía Blanca? -preguntó él-
-No, pero he leído mucho sobre eso.
-¿Cómo es?
-No lo sé muy bien… por lo que he podido leer, es un pueblo muy pequeño, situado en el valle de la montaña, se le dice Bahía Blanca por que es una bahía y blanca por la arena, es blanca, al igual que sus aguas, azules y cristalinas, muchos piratas van allí a descansar. El pueblo les ofrece alojamiento, comida y juerga. Pero también tiene otra parte mala, se dice que cuando un pirata quiere conseguir el tesoro de la montaña, cuando entra en ésta, no sale. No se sabe por qué.
-¿Entonces a parte de la leyenda del pirata y las mujeres, hay más?
-Sí.
-Nos vamos a meter en la boca del lobo.
-Eso me temo.
-¿Vosotros creéis en esas bobadas? –Interrumpió Sparrow-
-No, pero puede ser cierto.
-….
-¿Por qué seguimos sin hacer nada? –Preguntó Will-
-Por que no puedo hacer nada.
-¿Tanto te cambia el amor de una mujer?
-¿Y me lo preguntas tú?
-Pero no puedes dejar que sufra –dijo ella-
-No puedo hacer otra cosa. ¿Crees que yo no sufro sabiendo que está ahí sin poder hacer nada por ella? Ahora mismo he estado así de cerca –indicó con su dedo índice- de que me rebanara el cuello. ¿Por qué? Por que al chiquillo no se le ocurre otra cosa que ir en busca de su madre.
-Tú lo has dicho es un chiquillo.
-Pero debería saber que su madre no está para que la vean.
-Cálmate.
-No puedo.
Elizabeth se giró para ver a Lían, estaba sentado en una caja de madera, alejado de ellos, tenía los brazos apoyados sobre sus rodillas y su cabeza apoyada en sus brazos, en el suelo se veía la madera mojada, lloraba. Fue a consolarlo.
-La he visto.
-¿Por qué has entrado, Lían?
-Por que necesitaba verla.
Se sentó a su lado y lo abrazó, éste lo agradeció.
-¿Está enfadado?
-Claro que está enfadado. Te dijo que no entraras.
-Yo no quería que se enfadara.
-Pues ves y díselo, antes de que se enfade más.
Sin pensarlo dos veces fue a él, éste no lo esperaba. Jack se agachó para verle la cara, entre lágrimas el niño le dijo "lo siento". Jack no pudo resistirse a abrazarlo, Lían también lo abrazó como si abrazara a un padre.
…..
¡Despierta! –Exclamó Barbosa dándole un golpe en la cara a Elian-. Ella despertó acariciándose la mejilla, le dolía. ¡Arriba! –volvió a exclamar-. Ésta vez la cogió del brazo, la levantó y la lanzó a la cama, se empotró contra la pared. Ahora verás lo que es bueno, te vas a acordar de Barbosa durante toda tu vida –dijo sacándose el cinturón del pantalón para usarlo como látigo. Ella no quería revolverse por que si no la que le caería sería más grande. Empezó a darle latigazos por todo el cuerpo sin parar, ella no hacía más que encogerse y gemir, no quería abrir los ojos. Todo el cuerpo le dolía, cada latigazo se le clavaba en lo más profundo, y no podía huir por que él estaba encima, alternaba los latigazos con los golpes.
Cuando se hartó de golpearle la desnudó de un tirón, ella quería que aquella tortura acabara, la obligó una vez más a darle placer.
……
Los de abajo no se habían dado cuenta, pero desde arriba se sentían los gritos de dolor. Lían se tapaba los oídos como podía, Jack no quería oírlos y Elizabeth se abrazaba fuerte a Will, mientras los tripulantes se reían, algunos murmullaban "ojalá fuese yo el capitán y estuviera abajo".
…….
Después de habérsela tirado tres veces y de haberle dado más golpes, la dejó tirada en la cama, estaba en la misma postura que un niño pequeño, encogida hasta no poder más. Mientras lloraba lo iba maldiciendo. ¡Así vas a estar hasta que lleguemos a puerto! –exclamó mientras se vestía-. Cerró la puerta con la llave y fue arriba.
Detrás de ese maldito día llega la noche, ésta se puso con tormenta, una de las peores que se recuerdan. Todos estaban trabajando en el barco para que las velas no se rompieran con la fuerza del viento, Jack mandó a Elizabeth que se fuera abajo con Lían, para que estuvieran más seguros, Barbosa no lo impidió. Bajaron al primero que encontraron abierto, Barbosa la había vuelto a abrir a posta su camarote. Entraron en él, Elizabeth evitaba por todos los medios que Lían se acercara a su madre, pues ésta estaba tapada totalmente con la sábana, no quería que nadie la viera.
-Mamá… -dijo él casi llorando mientras se acercaba-
-No te acerques.-dijo sin destaparse-
-¿Qué te pasa? -siguió acercándose-
-No sigas. –lloraba-
-Lían siéntate aquí. –Dijo Elizabeth- Y agárrate bien.
-Pero…
-No digas nada, mantente callado. Será mejor para todos.
-.....
Todo el barco se movía de un lado para otro, arriba se sentía el jaleo de los tripulantes. Lían tenía miedo ¿y si entraba Barbosa? Elizabeth y él estaban desprevenidos para cualquier imprevisto. Por suerte no entró. Sentían como el aire chocaba contra el barco, haciendo que éste se balancease, con tal fuerza que parecía quererlo hundir. ¿Cómo se iba a hundir la Perla Negra? Con la guerra que ha dado siempre.
De repente todo se calmó, la tormenta había pasado, el agua ahora parecía más tranquila, dentro de lo que cabe. El aire también perdió fuerza y los pasos y gritos de los tripulantes iba disminuyendo. Sentimos los pasos de alguien que venía, los dos nos abrazamos pensando en lo peor, por suerte era Jack, a decirnos que ya podíamos subir de nuevo a cubierta.
Nos dirigimos a la puerta sin pensárnoslo dos veces, parecía como si en el camarote hubiera un espíritu maligno que nos echaba, aunque solo era nuestra imaginación. Pude comprobar que el cielo estaba limpio de nubes, la noche yacía cubierta de estrellas, incluso podía distinguir formas, como las que hablan en los libros de antiguos marineros. Era fascinante.
Elizabeth fue a ver a Will que estaba descansando, sentado en el suelo, observando también las estrellas en el firmamento sin mutar palabra. Jack se quedó abajo, pensaba solo, remugando alguna palabra.
........
Elian yacía encima de la cama, tapada entera con la sábana llena de sangre, por la parte de la espalda, no la oía ni respirar. Me acerqué a ella y le destapé la cabeza, pero ella cogió la sábana y se volvió a tapar, no quería ver a nadie. No insistí. Volví a cubierta.
Barbosa no durmió en su camarote, también se quedó mirando las estrellas, aunque no sé para qué, a un bestia como él no le interesa nada de eso. Pero era raro, ninguna noche se habían visto tantas estrellas como esa, incluso todos los tripulantes miraban perplejos el cielo estrellado. Yo la que no vi fue a la luna, no estaba aquella noche, según Lían era luna nueva.
Parecía que durante la tormenta habían pasado días y días, y solo pasó una noche. Nos quedamos casi todos dormidos hasta que nos despertó los primeros rayos de sol que nos ilumina por el este, noté un suave calor en la cara. Alguien, me pareció que era un tripulante que estaba por proa, la otra parte del barco exclamó ¡Tierra Blanca!, el pobre no sabía como se llamaba la isla.
No tardamos mucho en desembarcar de la Perla, pues en diferentes botes llegamos a la playa. Will, Elizabeth, Lían y yo junto a cinco tripulantes más en un bote, otro bote con diez tripulantes y otro con Barbosa y Elian, ésta iba tapada hasta arriba, incluso llevaba una capucha para taparse y no vérsele nada.
Tenía razón la historia que ella contó en su día, pues la playa tenía la arena blanca al igual que sus aguas eran de color azul cristalino. Se podían entrever los peces nadando, en el pequeño puerto no había nadie, algunas casas muy pequeñas de pescadores, y algunas casas más en el valle de la montaña, seguro que en la zona boscosa que había a los dos lados de la bahía vivían gente también, pues se veía el humo de las chimeneas saliendo por encima de los árboles. La montaña era imponente a la cercanía.
Unos niños que jugaban en la playa nos vieron, se pensaban que la persona que iba tapada jugaba a estar tapada, y nos iban siguiendo hasta entrar en el pueblo. Todos los caminos llegaban a una gran plaza, se podría llamar por así decirlo, la plaza del pueblo. Estaba desierta. Entramos en una posada, ésta no parecía pirata, más bien era una taberna de pueblo. Nos atendió un buen hombre.
-¿Qué desean señores piratas? –preguntó desde la barra-
-¡Chicos, pedid lo que se os antoje! –exclamó Barbosa sentándose en una gran mesa, al igual que todos-
Todos pidieron lo que se les antojó.
-¿Tú que quieres pequeña? –preguntó él-
-Agua. –respondió ella desde debajo de la túnica-
-¿Agua? ¿Vienes a una taberna y quieres agua?
-Quiero agua. –dijo ella mirándolo con rabia-
-Bien agua para la señorita.
-Ahora mismo.
-¿Ha pedido agua? –preguntó susurrando Elizabeth- entonces algo le pasa.
-La vamos a cagar –dijo Lían mirando por la ventana-
-¿Por qué? –preguntó Will-
Un chico entró rápido en la taberna, era de pelo castaño, de ojos marrones, bastante alto, y vestía como un chico de la época, tipo Will cuando era herrero real. Se dirigió a la barra y preguntó por los que habían desembarcado de la Perla Negra. El señor de la barra le indicó quien parecía el capitán del barco, a Sparrow. ¿Os imagináis la cara de Barbosa?
-¿Usted es el pirata de ese barco? –me preguntó-
-Eeee....-miré a Barbosa. Éste me miraba lleno de rabia- sí. Pero no me llames de usted, no me gusta.
-Este sí que es Jack –susurró Will- ¡Ay!
Le di una patada.
-¡El capitán del barco soy yo! –exclamó Barbosa-
-¿Pero no me había dicho que era él?
Me levanté. El capitán de ese barco tan grande, lujoso y roío es mío. –dije balanceándome- ¿Qué quieres saber?
-¡He dicho que el barco es mío! –se levantó dando un golpe en la mesa-
-A ver si se aclaran. –dijo el joven-
-El barco es mío, y si se trata de hacer tratos.... has ido a la persona que buscas... –dije-
-Usted me parece más un tripulante que ansia con ganas ser el capitán. –dijo-
-¡¿Un tripulante dices?! –se fue hacia él-
-¡Ya basta! –exclamó Elian-
Se fue hacia el chico y se lo llevó a fuera. ¿Se puede saber qué haces aquí? –preguntó-
-Vivo aquí.
-¿Quién será ese chico? –pregunté-
-Estás celoso. –dijo Will-
-No.
-¿Entonces por qué tienes ganas de salir por la ventana?
-¿Por qué vas tapada?
-Por nada.
-¿Y qué hacías bebiendo agua?
-¿A ti que te importa?
-Nada. Solo pregunto.
-¿Qué has venido a hacer aquí?
-Quería verte.
-Pues vienes en un mal momento.
-Además ¿cuánto tiempo hace que no nos vemos? ¡Años!
-Ahora no es un buen momento para recordar cosas.
-¿A dónde os dirigís? Aquí no hay nada que ver, a no ser que sea...
-Sí y necesito que me ayudes.
-A lo que sea.
-Llévame al centro de Bahía.
-¿Qué te lleve a donde? ¡Estás loca!
-No estoy loca.
-Sí que lo estás, y mucho.
-¿Me ayudarás o no?
-Sí, ¿pero que quieres el tesoro para ti sola?
-No quiero el dichoso tesoro, solo quiero que alguien de ahí dentro reciba su merecido.
-¿Por quién lo dices?
-Ya te lo diré. Tú solo tienes que hacernos llegar hasta allí. ¿Te acuerdas no?
-Supongo que sí. Hace mucho que no voy allí. Además ahora, estás prohibida la entrada, a no ser que tengas un permiso especial.
-Consigue el permiso.
-No lo tengo.
-Pues tanteas al guardia y punto.
-.....no es mi estilo.
-Pues haz lo que se te ocurra pero llévame allí.
-¿Por lo menos dime por qué?
-Ya te lo he dicho.
-Bueno ¿Dónde te encuentro?
-En la casa.
-Vale.
-¡Le ha dado un beso en la mejilla! –exclamé-
-Lánzate, a por él... –dijo Lían-
-Por la ventana que si no...
Volvió a entrar, ahora parecía más contenta, en cambio yo me moría de curiosidad por saber quien es el chico. Barbosa no quiso saber nada más del asunto, se volvió a sentar y no dijo palabra. Mientras los tripulantes iban cantando canciones de piratas, algunas me las sabía, otras no sabía ni que existían.
No sé quien pagó la cuenta, a mi que no me miraran, que no tenía ni un chelín. Tampoco no les iba a pagar la factura a nadie y menos a Barbosa. Después nos dirigimos al camino que subía la montaña, mientras Leisma se acercó a mí.
-Dirígete a la casa que hay al principio del bosque, en la zona este. –dijo sin mirarme-
-¿Qué hay allí? –susurré-
-Tú ves y verás al chico de antes.
-¿Ese?
-Sí.
-¿Y qué le digo?
-Lo que se te antoje.
-¿Puedo pegarle?
-Ni se te ocurra.
-Vale. ¿Pero por donde se va?
-¿Ves ese camino? –me indicó con la mirada-
-¿El que se pierde entre el bosque?
-Ese. La primera casa que veas, de color tierra, esa es.
Después de volvió al lado de Barbosa, sin que este se hubiera dado cuenta de nada. Yo no tuve más remedio que hacer lo que me dijo.
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Puede que este capítulo haya sido uno de los más duro junto a los otros anteriores, pero no se preocupen, lo arreglarán.
Dejen reviews.
