Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capitulo 3. Una vida en un cajón.
Entreri oyó a Drizzt hablando con su pantera y un escalofrío le recorrió la espalda, "su mundo le derrotó", la frase lo golpeó con mas fuerza que el agua helada en la que se había sumergido. ¿Eso pensaba Drizzt? Era un ingenuo, el mundo era como era y nada podía cambiarlo, nadie le había derrotado, sencillamente había visto la dura realidad desde el principio, no había luz en la oscuridad en que había nacido, esa era la verdad y una ilusión de vana esperanza no lo cambiaría. Entreri había llegado a aceptar que la vida que había llevado no le conducía a nada, que su existencia estaba vacía, pero eso no cambiaba el mundo. Había abandonado su vida de asesino por la de caza-recompensas, que la verdad, lo hacía sentirse mejor, mas útil, y los sujetos que daba caza eran realmente merecedores de cualquier tortura que quisiese impartir la justicia (en la que no confiaba de todos modos).
Drizzt, un drow nacido en una sociedad drow. Entreri no alcanzaba a comprender que lo había hecho diferente del resto de sus congéneres, aunque Jarlaxle era también una rareza podía resultar concebible, pero Drizzt... era un misterio que Entreri solo vislumbraba de vez en cuando por comentarios de su socio. Al parecer el padre había sido importante en eso.
Curioso. En su caso había sido precisamente su padre quien le había acabado de mostrar la crueldad de la que era capaz el mundo en que había nacido.
"Su mundo le derrotó, pero nunca lo aceptará"Se lavó con rapidez para salir del baño. Su mente no dejaba de dar vueltas a lo que había dicho Drizzt. Salió del barreno y cogió la toalla con la que comenzó a frotarse, se secó el cuerpo y se vistió para después frotar con fuerza el pelo mojado mientras salía del cuarto.
Encontró a Drizzt sentado sobre la cama mirando un papel que había cogido de un cajón entreabierto.
Drizzt miró el dibujo hecho a carboncillo con curiosidad, el dibujante tenía talento, en trazos muy realistas se veían a tres niños, escuálidos y vestidos con harapos, uno de apenas un año jugaba con una peonza mientras una niña de cinco o seis años lo miraba con sonrisa entusiasta, ajenos ambos al retrato que les hacían, tras ellos estaba de pie un chico que debía rondar los diez años, su expresión seria desmentía su edad, parecía mayor. Drizzt tardó apenas un instante en percatarse del parecido del niño con Entreri, el pelo negro, los rasgos marcados y la mirada ya pétrea en tan tierna edad. El artista había captado una madurez prematura en el mayor y la inocencia aun indemne de los menores, que guardaban un ligero parecido entre sí.
- ¿Qué miras...?
Entreri vio entonces el dibujo y lo arrebató de las manos de Drizzt con un tirón tan violento que estuvo a punto de romper el papel ya viejo y gastado. Drizzt se apartó sobresaltado por la inesperada reacción.
- Ah... perdona, lo vi aquí y...
- No... es culpa mía, debí guardarlo.- Replicó Entreri, doblando el papel y guardándolo en el bolsillo de su pantalón.
- ¿Eres tú el mayor? ¿Son tus hermanos?
- Eso es.- Entreri no vio razón para callarlo.- Nos dibujó una chica del mismo orfanato, dibujaba todo lo que veía.
- Vaya...- Drizzt se sintió raro, hablando con Entreri de su pasado, de algo privado.- Es curioso... ¿dónde esta ahora esa chica? El dibujo está muy bien.
- Murió un mes después. Tuberculosis.
Entreri no añadió nada mas y Drizzt no preguntó, era suficiente por el momento. No sabía nada del pasado de Entreri, pero siempre lo había sospechado, nacido en las sucias calles de los barrios bajos, robando para comer y matando después.
Drizzt entró en el baño, aprovechando el agua anterior, al otro lado de la puerta oyó estornudar al hombre y sonrió, él habría pillado una buena pulmonía de no ser por las pociones curativas, Entreri tenía suerte de estar simplemente resfriado con los cambios de temperatura que había de fuera a dentro del la casa.
- Voy a buscar mas leña.- Oyó decir al rato.- Encontrarás toallas en el armario.
Guen gruñó desde el sofá, sin duda disfrutando de las comodidades del mullido mueble. Cuando Drizzt salió del baño descubrió que el avispado felino había ocupado las dos camas, echándose a sus anchas en los colchones.
- Mejor vuelve al sofá, él se enfadará si le deshaces la cama.
Viendo lo pulcramente perfeccionista que era por la casa resultaba obvio, pero Guenhwyvar se volvió boca arriba como diciendo lo poco que le importaba la opinión que pudiese tener Entreri acerca de encontrarla sobre sus camas. El tigre blanco llegó un rato despues y alzó las orejas, sorprendido al ver a la pantera. Drizzt miró asombrado como los dos felinos se acercaban y súbitamente empezaban a lamerse y a juguetear como gatitos.
Drizzt sonrió y miró el cajón del que antes había sacado el dibujo, Entreri lo había cerrado con llave. Lo miró largamente, como si el cajón fuese una especie de metáfora de la vida de Entreri, encerrando bajo llave los sentimientos, pues solo eso podía hacer importante aquel dibujo, debía ser por sus hermanos, quizá habían muerto y eso era lo único que le quedaba de una familia. Por eso lo guardaba.
Tiró de la manilla y antes de darse cuenta de lo que hacía estaba manipulando la cerradura después de desarmar un par de trampas automáticas que tenía el cajón. Se detuvo un instante y se miró las manos con culpabilidad, él siempre había respetado la intimidad de las personas, él mismo era muy reservado según que cosas. ¿Por qué quería indagar en su pasado? Después de todo imaginaba bastante bien como debía haber sido su vida, con esa mirada considerando a todos como sus enemigos...
Abrió el cajón y miró de nuevo el dibujo, el fondo era un edificio de piedra bastante sobrio, en una esquina tenía esculpido el signo de alguna religión, la mano dibujante no lo había detallado mucho, pues se había centrado en Artemis y sus hermanos, pero se podía identificar con bastante claridad, al parecer se trataba de un orfanato religioso, lo común.
No había nada mas en ese cajón y abrió el cajón de la otra cama.
En él encontró una pequeña cartilla llena de apuntes sucios y desordenados, con numerosos apuntes en los márgenes, las primeras páginas eran casi ilegibles pero Drizzt empezó a ver que eran apuntes de una especie de investigación, lleno de fechas y apuntes con lugares e interrogaciones, quizá era un cuaderno para hacer sus esquemas mentales, una ayuda para su trabajo de caza-recompensas. Pero la letra del principio parecía la de un niño y la cuartilla parecía muy vieja. No alcanzaba a entender que se trataba, en medio encontró una carta escrita por otra persona, pues la letra de Entreri era sobria y poco elaborada, Drizzt la extendió para leerla, se trataba de una carta de recomendación, referencias de trabajo hablando sobre Entreri, para que este las presentara.
Eran referencias para un asesino. El escritor hablaba de su habilidad y de su carácter frío y calculador, Drizzt se estremeció al leer algunas alusiones a la insensibilidad y falta absoluta de compasión, la falta de duda a la hora de matar.
"(...) le he estado entrenando durante seis años, es como un hijo para mí, y ningún hijo mío podría ser menos, puede estar tan seguro de sus habilidades como de las mías (...)"
Un maestro, Drizzt leyó la firma al final pero le resultaba ilegible, el maestro de Entreri no firmaba con su nombre sino con el sello de una daga enjoyada... la daga que Entreri usaba siempre en los combates, su arma distintiva.
Guardó la carta y encontró otra hoja suelta, se trataba de una lista de nombres con las respectivas edades, en la lista Drizzt encontró a Artemis y los demás hermanos Entreri. En las edades tenían respectivamente ocho, seis y cinco años, los hermanos se llamaban Adelia y Apolo. En el encabezado de la hoja se leía: Niños recogido el último año.
Debía ser un registro del orfanato, a Drizzt le extrañaba mucho que Entreri guardase esos documentos, no iba con su carácter ser nostálgico.
Pronto descubrió, que si bien todo hacía referencia a Entreri, aquel cajón era de uso de Jarlaxle, encontró un cuaderno de perfecta encuadernación con un una compleja trampa mágica que Drizzt desactivó gracias a un viejo regalo de Alustriel, la archimaga de Luna Plateada. Escrito en drow, aquel cuaderno era sin duda de Jarlaxle, que además había usado un viejo truco drow para disimular el idioma.
"Mi estudio personal de Artemis Entreri: Montando el puzzle."
Muy propio del extravagante oportunista, poner títulos rimbombantes a un ensayo privado.
Un estudio... Entreri montaría en cólera si descubría algo así.
Poco era lo que sabía Jarlaxle, Drizzt se acomodó sobre la cama, apoyándose en Guen, y leyó el estudio en diagonal, pasando las hojas casi por azar. Hasta que un apunte llamó su atención y se sentó a leerlo con mas detenimiento.
" Un manicomio consagrado a Ilmater registró durante seis años a una mujer llamada Adelia, según las fechas no puede ser la hermana de Artemis pero si que podría tratarse de su madre, la mujer se ahorcó en su celda de aislamiento. No hay ningún otro dato acerca de ella, el manicomio se quemó hasta los cimientos dos días después. ¿Fue Artemis vengando a su madre?."
Mientras Riente era entrenado como asesino su madre deliraba en un manicomio, abandonada a la crueldad de esos lugares, por alguna razón Drizzt pudo imaginar claramente al joven asesino con una antorcha en la mano, mirando arder un gran edificio, oyendo los gritos de los sacerdotes que no habían hecho nada por su madre. ¿Y él? ¿Por qué no se había ocupado Artemis en persona de su madre?
No oyó las pisadas en la nieve, pero un estornudo delató a Entreri, Drizzt masculló una maldición por su ensimismamiento y guardó los documentos en el cajón. Cuando Entreri entró encontró a Drizzt acariciando el lustroso pelaje negro de Guenhwyvar, que estaba completamente echada sobre las camas, pues Uruk había decidido salir de la casa de nuevo.
- Baja a tu gato de las camas.
Drizzt miró a Guen con gesto suplicante pero la pantera meneó la cola y se quedó en su sitio.
- No quiere bajarse.
- ¡Pues ordénaselo!.- Exigió Entreri con brusquedad mientras dejaba la madera nueva en la cesta.
Drizzt vio que tenía las mejillas enrojecidas por el viento frío del exterior, la temperatura fuera debía ser muy baja, por fortuna la cabaña estaba perfectamente aislada. Jarlaxle había hecho un buen trabajo con la casa, si decidían venderla Drizzt se pensaría muy seriamente la posibilidad de comprarla, aunque temía que la pusieran un precio desorbitado.
- ¿Qué importa? Después alisaré las mantas.
- Lo llenará todo de pelos, baja al maldito gato de la cama, Uruk está mucho mejor educado.
Estaba enfadado, Drizzt supuso que algo más debía de perturbarle pues Entreri no hubiese dejado que algo tan nimio despertase de ese modo su ira, él siempre tenía controladas sus emociones, solo en sus duelos, cuando estos llegaban a su punto álgido, Entreri se dejaba llegar por una furia gélida al desear destruirle.
No dijo nada a Guen para que bajase, en ese momento no iba a aceptar ninguna orden de Entreri, por muy enfadado que este estuviese. Había intentado ser diplomático en agradecimiento por haberle rescatado y por estar en su cabaña, pero no dejaría pasar mas insultos, menos aún de alguien capaz de abandonar de ese modo a una madre, dejándola sola en manos de la locura para después aliviar su conciencia destruyendo el lugar.
- ¿No me has oido? Ocúpate de tu gato o me ocuparé yo.
- ¿Igual que te ocupaste de tu madre?
Fue como si el tiempo se hubiese detenido en ese momento, Drizzt sabía que debía haber frenado sus palabras, pero lo que había leído le había enfurecido, había deseado haber matado a Entreri cuando tuvo la oportunidad.
Entreri estaba paralizado, con los ojos grises abiertos de par en par, mirando a Drizzt con una rápida sucesión de emociones de sorpresa, incomprensión, dolor y finalmente rabia.
- ¡¡¿Qué has dicho?!!
Drizzt apenas tuvo tiempo de apartarse cuando Entreri se lanzó sobre él como un animal rabioso, por fortuna Entreri pareció controlarse un poco o quizá el rugido de Guenhwyvar le frenó, pues no llevaba armas, y le agarró del cuello de la camisa hasta que sus caras se rozaron y Drizzt vio llamas de hielo en aquellos ojos grises.
- ¡¿Qué sabes de eso?! ¡¿Por qué lo has dicho?!
Drizzt controló sus propias ansias de luchar, si Entreri lo hacía él no podía ser menos, oía a su amiga gruñendo desde la cama. Asió las muñecas de Entreri y logró que este aflojara el tirón que daba.
- Porque estoy preocupado por ti.
Surgió casi sin pensarlo, pero la respuesta era bastante acertada, pensó Drizzt. Entreri le soltó con fuerza haciéndole trastabilear hacia atrás, lo que envió un pinchazo de dolor del tobillo recién curado que se quejaba del maltrato.
Entreri le dirigió una mirada cargada de un odio profundo.
- Si te metes en mis asuntos... ¡...Lo pagarás muy caro!
Entreri dio media vuelta en dirección a la cocina y se perdió de vista allí. Drizzt se volvió a Guen y la acarició tranquilizándola para no provocar un ataque hacia Entreri. Dudaba que fuese adecuado pero fue tras él, se había precipitado al dejarse llevar por la ira, después de todo solo podía hacer conjeturas acerca de Entreri.
Para su sorpresa encontró al hombre apoyado en la pared, el rojo de las mejillas se había acentuado y estaba sudando, cosa totalmente ilógica.
- ¿Entreri?.- Este no reaccionó, se apoyaba precariamente en la trébede.- ¿Qué te ocurre?
- No... me toques.- Gruñó.
Drizzt se arriesgó y le puso una mano sobre la frente.
Tenía fiebre, a eso se debían los estornudos y el mal humor.
- ¡Necio! ¡Estas enfermo!
- No grites, maldito seas, nunca me había pasado esto...
Drizzt le obligo a apoyarse en él y le llevó hasta el dormitorio. Guenhwyvar se apartó de un salto y Drizzt le insistió en que se tendiera en la cama. Los bruscos cambios de temperatura habían propiciado la enfermedad, Entreri debía haber contraído una gripe o algo parecido.
Quitándose la ropa, Entreri se metió bajo las mantas y Drizzt lo tapó hasta el cuello, arropándole bien.
- Déjame, no soy un inválido.
- Debes dormir para recuperarte ¿tienes pociones contra la enfermedad?
- Media botella... la otra mitad te la dí a ti.
Drizzt no dejó que eso le preocupase, tendrían que servir los métodos tradicionales de descanso y comidas calientes. Drizzt preparó la cena y cuando ya había terminado vio que Guenhwyvar se había acercado, la pantera tiró de sus pantalones reclamando su atención y el drow corrió al dormitorio a comprobar que había alterado a Guen.
Entreri mantenía los ojos fuertemente cerrados, sus mejillas estaban arreboladas, los labios estaban resecos y su respiración era agitada, tenía fiebre alta, muy alta. Pusó su mano en la frente del guerrero. La piel de Entreri ardía cual brasa al fuego.
Drizzt retiró las mantas dejando solo una fina sábana y corrió a por agua fría, que aplicó sobre la frente ardiente con un paño. Entreri se removió con un quejido y comenzó a musitar palabras ininteligibles, delirando a causa de la terrible fiebre.
No sabía que hacer, le tomó por los hombros intentando hacer volver la consciencia de Entreri, que murmuraba en sueños, Drizzt se inclinó sobre él para que sus finos oidos pudiesen entender las palabras del enfermo. Apenas oyó unos débiles ruegos, Entreri gemía y le pedía alguien que no se fuera, que no le dejase solo.
Por un instante Drizzt estuvo a punto de creer que esas palabras estaban dirigidas a él, pero no, eso era imposible. No logró que Entreri se recuperara y se puso a cavilar acerca de lo que podía hacer para ayudarle.
Un baño. Drizzt recordó un remedio a su alcance y, tras indicar a Guenhwyvar que se quedase junto a Entreri, corrió al lavabo a calentar agua y llenar el barreno. Si mal no recordaba debía calentar el agua hasta que la temperatura igualara la de la fiebre, eso haría que esta remitiese y el poco líquido medicinal que quedaba fuese mas efectivo.
Cuando el baño estuvo listo, Drizzt fue al dormitorio, levantó a Entreri en brazos y lo sumergió en la tina. Le pasó una esponja por el pecho, mirando con cierta tristeza que algunas de las cicatrices de latigazos eran muy viejas, testimonio de una dura infancia. Le humedeció la cara y el pelo con cuidado mientras Entreri gemía debilmente.
Un rato después lo sacó del agua y le envolvió con una toalla, secándolo rapidamente, cuando volvió a ponerle la mano en la frente notó una leve mejoría y suspiró aliviado mientras le tendía de nuevo en la cama. Cogió la poción sanadora y procuró hacersela beber sin atragantarle, cuando hubo vaciado todo el contenido metió a Entreri entre las sábanas y le acomodó lo mejor que pudo.
- Entreri...
Súbitamente la mano de Entreri le agarró la muñeca, pero el hombre no abrió los ojos ni hizo presión con los dedos. Drizzt permaneció atento para entender los quejidos.
- No... no te vayas, no me... dejes... quedate conmigo...
- No me iré.- Drizzt dudaba que esas palabras fuesen para él pero intentó que Entreri se relajase y durmiera.
Entreri gimió quedamente y Drizzt le acarició los negros mechones de la frente, al acercarse advirtió la humedad entre los párpados cerrados de Entreri. Debía estar rememorando algo realmente triste si ese recuerdo conseguía sacar algo tan íntimo como una lágrima o un indicio de la existencia de estas.
Acercó su rostro al de Entreri hasta notar la respiración febril de este y con sumo cuidado besó los húmendos párpados, retirando las apenas perceptibles lágrimas como si se tratara de rocio sobre una flor delicada. Descendió con los labios...
Súbitamente se percató de lo que estaba haciendo.
Drizzt se incorporó de un salto y se llevó una mano a los labios, incapaz de comprender por qué había hecho eso. Se ruborizó tanto que sintió que las mejillas y las orejas le ardían. Avergonzado por lo que acababa de hacer salió del dormitorio y en el baño se abofeteó con agua helada. En su mente intentaba calmarse, sin duda aquello se debía a la confusión del momento, no esperaba que se pusiera a llorar... solo un instante de debilidad...
Al salir del baño miró el perfil del durmiente y se ruborizó de nuevo sin saber exactamente la razón, quizá era por que, dormido, Entreri parecía otra persona, sin rastro de ira.
Se sentía agobiado por lo que había estado a punto de hacer... besar a Entreri... besar a otro hombre. Era algo que no comprendía.
Comprobó que Guenhwyvar estaba tirada en el sofá del salón, aparentemente indiferente, lo que alivió a Drizzt, pese a que no debería preocuparle que la pantera hubiese visto nada.
Respiró lentamente y se dejó caer en un sillón, cerca del dormitorio para oir a Entreri si este despertaba o le subía la fiebre.
