Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capitulo 4. El dedo en la llaga
Entreri pasó dos días dormido, la mayor parte del tiempo inconsciente mientras Drizzt le aplicaba paños húmedos en la frente. Pero poco a poco iba mejorando.
Al amanecer del tercer día Entreri entreabrió los ojos, solo tuvo que gemir levemente para que Drizzt irrumpiera en el dormitorio con expresión expectante, Entreri le miró sorprendido por semejante reacción.
- ¿Drizzt?
- ¿Estas mejor?.- Drizzt no esperó una respuesta y se apresuró a tocar la frente de Entreri, notando así que todo rastro de la fiebre había desaparecido.
Entreri apartó la mano del drow violentamente, le horrorizaba haberse mostrado debil frente a Drizzt, que su mayor adversario hubiese cuidado de él en ese bochornoso estado. Estaba mas enfadado consigo mismo que con el vigilante.
- Estoy bien. ¿Lo estas tu?
Drizzt comprendió que se refería a su pierna, lo cierto era que practicamente se había olvidado de ella, se había curado hacía dos días y caminaba con toda facilidad.
- Perfectamente, gracias.
- No me las des, puesto que ya estas curado, vete.
Drizzt se quedó de piedra, ciertamente no había esperado ningun agradecimiento pero no una reacción tan hostil. Claro que quizá Entreri recordaba claramente la causa del enfado que había precipitado la mención de su madre.
- ¿No me has oido? Vete.
- ¿Es por lo de tu madre?.- Drizzt dijo aquello antes de pensarlo y después se mordió el labio inferior maldiciendo su veloz lengua cuando estaba con Entreri.
- ¡¡Largo!!.- Entreri estalló, si bien no se levantó de la cama, aun debilitado.- ¡¡ Fuera de mi vista!! ¿Por qué has tenido que remover eso? ¿¡Para fastidiarme?! ¡¡No quiero volver a verte en mi vida!!
Drizzt se hizo sangre en el labio al morder y el sabor ferroso de la sangre le soliviantó, después de haber cuidado de él, Entreri le devolvía mal por bien.
- ¿Acaso cargas con su muerte? ¡Tu no la mataste, ¿o si?!
- ¡¡...!!
El frasco de la pócima curativa ,que había estado sobre la mesilla, se estrelló contra la pared a escasos centímetros de Drizzt, estallando en mil pedazos.
- ¡Tu no sabes nada! ¡¡Nada!! ¡¡Fuera de aquí!!
Drizzt no añadió nada más, porque era cierto, él no sabía nada, no podía rebajarse al mismo nivel que Entreri. Además no tenía derecho a inmiscuirse en su vida, por mucho que Entreri si lo hubiera hecho. El drow salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí, estaba curado y debía irse.
Cuando Entreri, ya vestido, salió del dormitorio, comprobó que Drizzt había cogido todas sus pertenencias y se había marchado. En ese momento la cabaña se le antojó gigantesca, y él, un lobo solitario, se sintió extrañamente desolado. En la lejanía oyó un leve rugido, Uruk solía hacerlo cuando él y Jarlaxle se marchaban, ahora despedía a Drizzt.
Drizzt llegó a la ciudad mas cercana poco después de que se desatara una intensa lluvia. La contempló tras las ventanas de una taberna. Pese a su condición de drow no recibió puya alguna ni le trataron con hostilidad, pues había obtenido cierta buena fama que le permitía viajar cada vez con mas libertad. Apenas comió y permaneció un buen rato arrulado por la lluvia y el sonido de fondo de la constante conversación de la taberna.
- Se te ve triste, Do´urden.
Drizzt se giró y apenas pudo ocultar su sorpresa.
- Hola Jarlaxle.
El pícaro drow sacudió su sombrero con un leve suspiro y miró a Drizzt con aire reprobatorio.
- Te creia mas sutil, fue una torpeza por tu parte.
Drizzt no replicó, le había contado a Jarlaxle todo lo sucedido, a excepción de los detalles que le habían avergonzado tanto, en parte esperando que el habil mercenario pudiese aconsejarle, pero sobre todo porque este hubiera acabado por enterarse de todos modos. Habían subido a la habitación de Jarlaxle para hablar con privacidad.
- Se que no fue lo mas inteligente por mi parte.- Confesó.- Ahora me odia más que antes.
Jarlaxle volvió a llenar su copa y se repantingó en la cama con su indolencia habitual.
- Tus conclusiones eran lógicas pero erroneas, que sepas que Artemis no mató a su madre ni la abandonó, no al menos por su voluntad.
- Tu "Estudio personal de Artemis Entreri: Montando el puzzle" es un poco confuso.
Drizzt rió levemente al ver la expresión de fingida indignación del otro drow.
- La madre de Entreri se volvió loca por alguna razón y su marido la recluyó en un manicomio, no sé la causa de la locura ni quien era el marido, creo que Entreri no supo de su situación hasta que murió y, supuestamente, quemó el edificio con todos los inquilinos dentro. Teniendo en cuenta el lugar no puedo decir que hiciera mal.
Desde luego los manicomios no eran mas que calabozos en los que se cometía todo tipo de atrocidades con la excusa de "curar" a los pobres desgraciados. Un lugar horrible e hipócrita. No podía imaginar el dolor de descubrir una madre amada en un lugar así. Drizzt tenía ganas de darse un puñetazo por su necedad, al desenterrar un recuerdo tan doloroso.
- Me sorprende que Artemis no me atacase en ese momento.
- Seguro que quería hacerlo... maldita sea, Drizzt, has estropeado el magnífico trabajo de reinsección social que estaba haciendo con él.
Pese al buen humor de las palabras de Jarlaxle, Drizzt captó perfectamente el reproche y lo aceptó no sin cierta reticencia.
- Eso no disculpa a Entreri.
- Piensa lo que quieras.- Jarlaxle lanzó su sombrero hasta el perchero.
- Sentía curiosidad... y veo que tu también.- Acusó levemente.
- Me gusta conocer a la gente y aun mas a mi socio, también descubrí que su padre biologico era un clerigo, lo que explica su acérrimo odio a esta clase.
- ¿Cómo has sabido todo eso?
- Mis fuentes son infinitas.- Declaró Jarlaxle con aire teatral.
Drizzt miró por la ventana con gesto cansino, en la cabaña Entreri debía estar gruñendo entre dientes, sin nadie a quien dirigir su ira, aún estaba recuperándose. ¿Y si había recaido? Drizzt sintió una aguda y repentina preocupación.
- ¿Irás ahora a la cabaña?
- Mañana por la mañana, ¿por qué?
- Iré contigo.
Jarlaxle había esperado cualquier cosa menos eso, miró a Drizzt confundido y esperó pacientemene una explicación a semejante locura, pues eso era, Entreri odiaba ahora a Drizzt y había dejado bastante claro que no quería volver a verle.
- ¿Drizzt?
- Debo disculparme, me sabe mal desperdirme así.
- No creo que a él le importe.
- A mi sí.- Replicó Drizzt, y el fulgor lavanda de sus ojos no permitió réplicas.
Jarlaxle abrió la puerta y encontró a Entreri acomodado sobre el sofá, envuelto en una manta y con cara de pocos amigos, si las miradas matasen Jarlaxle hubiese caido fulminado en ese mismo instante. El drow sonrió y agitó el sombrero intentando aliviar simbolicamente la tensión que parecía dominar el lugar.
- Calma, calma, soy tu socio. ¿Ocurre algo?
Entreri vió a Drizzt tras Jarlaxle y tensó la mándibula, sería cínico el muy bastardo de su socio, habia traido de vuelta a aquel vigilante que se creía juez de los asuntos ajenos.
- Canalla...
Entreri saltó del sofa y Jarlaxle se arrojó a un lado con cara de susto.
- ¡Eh, no arrolles a las circunstancias!.- Exclamó mientras se alejaba de los dos enemigos para evitar verse involucrado en la pelea, aunque Drizzt no hubiese ido a luchar.
El vigilante se mantuvo firme y no cogió sus armas, después de todo Entreri tampoco las llevaba, cuando un duro puñetazo le volvió la cara, dejándole la mandíbula entumecida. Drizzt no respondió al golpe y se limpió la sangre que escapó de la comisura de la boca. Entreri le agarró entonces por la capucha, como si temiese que intentara escapar.
- ¡¡¿Qué hace este aquí?!!.- Lo preguntaba mirando al aludido Drizzt.
Jarlaxle se arriesgó a acercarse un poco.
- Nos encontramos en la ciudad, yo venía, él se iba, nos pusimos a hablar y...
La mirada de Entreri era glacial, Jarlaxle no se dejaba intimidar por nada pero sabía cuando parar a tiempo, se encogió de hombros y marchó al piso superior cerrando tras de sí para no entorpecer lo que tuviesen que decirse aquellos dos, encontró a uruk dormitando y aprovechó para enseñar un par de trucos al ya querido felino.
Entreri soltó a Drizzt y le dio la espalda con todos los músculos en tensión para no saltar sobre sus armas, que aun descasaban sobre la mesa.
- Lamento mis palabras.
Drizzt tenía vertigo, se sentía torpe, ante la puerta se había sentido completamente seguro de lo que había venido a hacer, pero súbitamente se sintió estúpido, como un crio disculpándose por una travesura de especial importancia.
- No... no debí decir aquello, vengo a pedirte disculpas.
- ¿Disculpas? ¡¡No quiero saber nada de ti!!
