Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capitulo 5. Caminar hacia la luz
En ningún momento cogieron las armas, con una especie de silencioso acuerdo de no comenzar un combate mortal, pero pelearon con todo en encono característico de ellos, tenían varias zonas de la cara amoratadas y les dolían los miembros por el forcejeo, ambos sangraban por los labios y Drizzt notó en su boca la sangre, ese sabor le recordó la última y dura frase que había dirigido a Entreri antes de que este le arrojara el cristal de la poción.
Miró los ojos de Entreri, ya no eran frios, sino tan ardientes como lo permitía su tono gris, llenos de ira hacia él.
- Basta Artemis, no quiero...
Entreri se enfureció aun mas por su tomo calmado, pero su puñetazo fue muy predecible. Drizzt paró el puño y aprovechó el impulso que llevaba Entreri para tirarle del brazo y arrojarle al suelo, antes de que pudiese reaccionar se situó sobre él y le agarró las muñecas con fuerza contra el suelo.
Entreri se resistió con violencia, gruñendo como un lobo atrapado por un cepo, incluso le mostraba los dientes con rabia. Sus profundas pupilas resaltaban el brillante iris.
En ese momento Drizzt sintió un cosquilleo en los labios que nada tenía que ver con el hematoma que tenía en ellos, sino mas parecido al que los había recorrido al besar los párpados cerrados de Entreri y descender hacia su contrapartida.
Rememorando esto su rostro había descendido hasta que los ojos de Entreri se abrieron desmesuradamente al sentir aquellos labios tan cerca de los suyos. Entreri no se movió un milímetro, Drizzt no podía estar pensando en... no se atrevería a...
Los labios hinchados se juntaron superficialmente pero bastó para que Entreri notara con absoluto desconcierto como la sangre de Drizzt entraba en su boca y viceversa. Drizzt se levantó y le soltó lentamente. Entreri tardó unos instantes en recuperar la serenidad y cuando lo hizo se le subió la sangre al rostro.
- ¡¡Aparta, pervertido!!
Drizzt no se resistió cuando Entreri le empujó contra la pared, el hombre tenía el rostro completamente ruborizado. Drizzt comenzó a reirse y cuando empezó no pudo parar, la expresión de Entreri le había sorprendido casi tanto como su propia y casi involuntaria acción. Poco a poco se calmó y vió a Entreri de pie, pero con menos ganas de luchar, sin lugar a dudas confundido.
- ¡Te burlas de mí! Maldito seas... ¡¡Aunque te golpeara mil veces no me quedaría a gusto!! ¡Levanta por que no he terminado contigo!
- Yo... no te molestaré más, no te preocupes.
Entreri gruñó y le dio la espalda nuevamente. Drizzt se levantó y se marchó notando aun el sabor de Entreri en los labios. No estaba seguro de por qué lo había hecho, pero le parecía inutil engañarse con excusas acerca de la confusión del momento o achacarlo a un impulso.
Jarlaxle salió del dormitorio con una provisión de agua, alcohol y telas.
- Cuidate esos morados o tu cara parecerá un cuadro.
Entreri no se molestó en enfadarse con Jarlaxle, después de todo no debía haber traido a Drizzt a la fuerza. Jarlaxle le limpió los rasguños y Entreri no abrió la boca, aunque le dirigió un par de miradas reprobatorias a las que su socio respondió con un encogimiento de hombros, él se lavaba las manos. Uruk lamió la mano de Entreri y este le acarició la cabeza con inusual cariño.
Pasaron un par de días durante los cuales Entreri y Jarlaxle estuvieron preparando la búsqueda de un fugitivo que se suponía se ocultaba en la ciudad cercana, donde Jarlaxle lo había confirmado. Tras hacer los planes de búsqueda abandonaron la cabaña y se alojaron en posadas distintas de la ciudad para cercar a la presa por separado. Uruk iba siempre con Entreri, quien generalmente lo dejaba ir por la ciudad solo.
Entreri fingía no darse cuenta, pero estaba seguro de que Drizzt le seguía.
A veces, cuando interrogaba a algún vagabundo o sencillamente paseaba, Entreri acertaba a vislumbrar la capa verde del drow. Podría ser una casualidad de no ser por las frecuentes ocasiones en que le veía. Le enervaba pero fingía no darle importancia.
Aquella noche Entreri fue a los barrios del norte, la zona mas pobre de la ciudad, la presa no estaba allí pero sí estaba un grupo de piratas que había negociado con este por el precio de unas joyas robadas. Estos no le darían la información que buscaba por las buenas y dudaba que cedieran economicamente así que acarició el pomo de su espada, tendría que "persuadir" adecuadamente a aquellos sujetos.
No debería estar allí y lo sabía perfectamente, Drizzt se repitió a si mismo que debía irse, pero sus pies parecían pensar por su cuenta, llevándole tras Entreri, que andaba brioso y elegante por las callejuelas. ¿Por qué le seguía?
Vió que Entreri llamaba a una puerta y antes de que esta se abriese del todo, el humano entró desenvainando sus armas ante una ahogada exclamación de alguien y posteriores maldiciones. El sonido de los sables al ser desenvainados era evidente y Drizzt corrió hacia allí sin pararse a pensar siquiera.
Entreri ya había acabado con dos de los bandidos y ahora se enfrentaba a otros tres, sonrió con supremacía pues la superioridad numérica de tres a uno no le preocupaba en absoluto. Blandió con furia sus dos armas creando una cortina de ceniza frente a él gracias a la Garra de Charon y cuando uno de los piratas se lanzó al ataque halló una rápida y prematura muerte. Entreri se preparó para acabar con el otro pirata mas joven, pues quería dejar con vida al mayor para sonsacarle la información. No obstante el pirata arrojó a su compañero contra el atacante y utilizó el tiempo que tardó Entreri en zafarse del joven para salir corriendo, perdida ya toda esperanza de victoria.
Entreri salió corriendo tras el fugitivo, un lanzamiento diestro de su daga acabaría con su huida si le acertaba en una pierna. No obstante al salir se encontró de bruces con Drizzt.
El vigilante estaba de pie y el pirata estaba inconsciente a sus pies, noqueado. Entreri miró a Drizzt largamente antes de estallar, harto de la insistencia del drow.
- ¿Qué diablos quieres?
- No aceptaste mis disculpas. Lo siento mucho, Artemis.
Entreri se acercó y pateó levemente al pirata, que se quejó debilmente.
- Te dije bien claro que no quería volver a verte.
- Discúlpame, pero deberías saber que estoy preocupado.
- ¿Preocupado? No dices mas que estupideces.
Drizzt intentó cogerle por el hombro pero Entreri rehuyó el contacto.
- ¡¡Aparta!! ¡¡Escuchame bien, tú no sabes nada de mí así que vete a preocuparte de tus amiguitos!!
- ¡¡Entreri...!!
Drizzt se lanzó sobre él, arrojándole al suelo justo a tiempo para evitar una daga distramente lanzada. Cuando ambos alzaron la vista vieron que el atacante desaparecía en las calles.
En ese momento Drizzt notó que estaba sobre Entreri, que le miraba entre enojado y sorprendido un momento antes de apartarle de él con un seco gesto.
Drizzt se levantó sin mirarle y comenzó a alejarse en silencio, no iba a recibir agradecimientos de todos modos. En ese momento notó que la mano de Entreri le agarraba el brazo y el corazón pareció detenersele sin saber exactamente la causa.
- ¿Por qué...? ¿Por qué me empujaste?
Drizzt se giró, serio, pensando en la sorpresa de Entreri, este no debía acostumbrar a que lo salvara nadie, a excepción quizas de Jarlaxle, que lo hacía por un beneficio futuro.
- Acaso... ¿no me odias?
Drizzt mostró una momentanea expresión de sorpresa antes de sonreir suavemente para darle la respuesta sin palabras. Entreri le vió marchar, sorprendido por aquello, por alguna razón la sonrisa de Drizzt le había dado una extraña sensación de calidez en el pecho.
- No... ¡¡No te debo nada, ¿me oyes?!!.- Gritó al fin, alterado por la sensación.
- No hice eso para que me dieras las gracias.- Fue la respuesta, sin reproche alguno.
Drizzt caminó por la ciudad con una leve sonrisa que tenía un deje triste, reprochándose su cobardía, tenía que haber hablado con Entreri, y no pudo.
- Tenemos que hablar.
Drizzt miró a Jarlaxle, que sin duda había observado la escena.
- Me has seguido.
- Igual que tu a Entreri.- Replicó Jarlaxle.
Había acompañado a Drizzt hasta el alojamiento de este último, el vigilante había reservado una habitación en una posada de nivel alto, aunque a Drizzt nunca le había importado el lujo lo mas mínimo.
- Desde aquí puedes ver la posada donde se aloja Artemis.
Drizzt no hizo comentario alguno, le molestaba que Jarlaxle se entrometiese en sus asuntos, él no quería que el mercenario se tomase tantas confianzas con él.
- ¿Eres consciente de que Entreri te odia?
- ¿Y a ti que te importa?
No acostumbraba a ser tan cortante pero no podía evitarlo en ese tema que tanto le afectaba.
- ¿Quieres acercate de nuevo a él? ¿Pese a saberlo?.- Jarlaxle no comprendía que queria Drizzt, y eso le desconcertaba.
- No, no pienso volver a ver a Entreri.
- ¿Qué?
- Lo tengo decidido.- Afirmó Drizzt, mirando por la ventana del dormitorio.
Jarlaxle se pasó una mano por la cabeza perfectamente afeitada y suspiró.
- Tus palabras y tus actos no concuerdan, lo que dices no se corresponde con lo que haces, Drizzt.
Dicho esto Jarlaxle se marchó, dejando a Drizzt mirando por la ventana, solo con sus pensamientos. Pasó un buen rato hasta que Entreri pasó por la calle, frente a la ventana. Drizzt le miró entre las cortinas, oyendo los latidos de su corazón con inusitada fuerza. No tenía que haberse quedado allí.
Y el beso... ¿no sería un degenerado?...
Pero su cuerpo había reaccionado antes que su cabeza, como sus piernas, que le habían llevado tras los pasos de Entreri.
Miró de nuevo por la ventana, observando el modo de andar de Entreri, seguro de si mismo, elegante sin resultar llamativo. Su mirada no pudo dejar de seguirle hasta que entró en la posada, vió una tenue luz en la que sabía que era su habitación, vislumbró su silueta al quitarse la armadura de Sombras, una armadura ideal por su ligereza, y después la luz se apagó. Drizzt golpeó la ventana, confuso.
Aquella vez, en la pelea, no solo había reaccionado su cuerpo, sino también su corazón. Nunca se había sentido así, ni siquiera con Catti, nunca había sido igual.
En ese momento, al pensar en Catti-brie, la idea que tanto había temido y esquivado, el corazón le dio un vuelco al aceptar aquella extraña verdad.
Deseaba a Artemis... puede que incluso, seguramente... lo amara.
La idea le perturbó, que el cielo le perdonase pero no podía evitarlo. En unos días se había... enamorado de su peor enemigo, de alguien que le odiaba. ¿Qué había hecho él para merecer algo así? No era homosexual, aunque eso no era raro en la sociedad drow él nunca había sentido tal inclinación, lo sabía bien. No eran los hombres... era solo Entreri.
Que humillación. Drizzt rió sin ganas por la ironia y se acostó con un suspiro entrecortado.
