Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo10: Heridas en cuerpo y alma.

- Ultimamente no veo a Drizzt.- Comentó Jarlaxle mientras comía.

Entreri cogió su plato, sorprendido por ello.

- Pero... ¿no estás tú siempre con él?

- ¿Qué? Pues yo no le veo.- Contestó Jarlaxle.- ¿Tampoco está aquí a la hora de desayunar o cenar?

- Trabaja mucho, recogiendo información por los bajos fondos, siempre que le veo me dá informes de posibles trabajos y practicamos esgrima.

- Humm.- Jarlaxle puso expresión maliciosa.- Si quiero ver a Drizzt tendré que pegarme a ti, ¿no?.

Entreri no dijo nada pero le pareció muy extraño,  Drizzt le había dicho que iba a estar muy ocupado. No le veía en todo el día excepto breves momentos, entonces le veía extraño, su sonrisa era cálida y espontanea, muy natural... pero algo no cuadraba.

- ¡Oye Jarlaxle!.- El aludido dio un bote por el súbito toque de atención.- Dri... ¿Drizzt siempre ha sido así?

- ¿Así? ¿Cómo?

- ¿Sabes si... cuando se trata de gustar o besar...? ¿Prefiere a los hombre o a las mujeres?

Jarlaxle no pudo contenerse y empezó a reir.

- ¿¡¡Te ha dado un beso!!?

- ¡¡No, no, estás equivocado!!.- Pero estaba rojo como la grana.

- ¡Así que al final te ha besado!.- Jarlaxle no podia parar de reir.

- ¡Contesta a lo que te he preguntado!.- Exigió, ya enojado.

Jarlaxle se calmó, quizá debería tomarse mas en serio la situación, aunque le costara.

- Estas equivocado, Drizzt no es homosexual.

- Pero... ¿Entonces...?

Se le habían roto todos los esquemas, Jarlaxle y Drizzt no tenían nada entre ellos, pero eso le resultaba aun mas extraño.

- Calma, sencillamente tú eres especial para él.

¿Especial? ¿Él? ¿Qué significaba eso? ¡Era incapaz de comprender lo que intentaban decirle! No podía entender las acciones de aquellos dos drows, y sobre todo las de Drizzt.

- Solo te diré algo más... si sigo entrometiéndome tendré problemas.

Entreri miró a Jarlaxle intentando sonsacar algo más pero el mercenario se levantó y marchó a reunirse con una joven camarera de la ciudad, o eso decía él, Entreri miró la puerta cerrada y cerró los ojos, le dolía la cabeza de pensar en aquel enigma.

Jarlaxle encontró a Drizzt sentado en unas escaleras bajo la lluvia, cerca de los vándalos a los que habia apalizado. No era la primera vez que lo encontraba así, parecía descargar su furia y su frustración contra aquellos desgraciados, la mayoría simples matones.

- Mirate Drizzt, te estás volviendo insoportable, ve a mirarte al espejo... tienes el aspecto de un animal.

Drizzt alzó la vista y un gruñido reververó en su garganta. Un animal.

- ¿Drizzt?

Entreri vió al drow con la cabeza enterrada entre los brazos, sobre la mesa.

- Ya era hora de que volvieras... ¿Drizzt?

El brazo de Drizzt tenía una herida de daga que aun sangraba, manchando la camisa.

- Estas herido.- Drizzt alzó entonces la vista para ver el brazo.

 Entreri vió los ojos de Drizzt, brillantes, levemente rojizos a causa de la visión infrarroja, pasaba de medianoche y solo estaba encendida una vela del dormitorio.

- ¿Ha pasado algo?

- Nada importante, una pelea menor, me despisté.

Entreri fue a la cocina y cogió un botiquín de viaje para limpiar el corte. Drizzt se quitó la camisa, dejando el torso desnudo. A             Entreri no le gustaba el brillo que tenía su mirada, no era común en él, excepto cuando entraba en el estado de furia que era el Cazador.

- ¿No estas cansado? Apenas duermes, no deberías practicar conmigo.

- ¿Te molesto?

Entreri frunció el ceño.

- Yo no he dicho eso.

- No quiero dejar de venir, aunque no pueda dormir, no quiero reducir el tiempo que paso contigo.

La cara de Drizzt era muy seria, no bromeaba en absoluto. Entreri no supo qué quería decir.

Drizzt sintió que subía la temperatura, se estaba ofuscando él solo, ya no era el justo vigilante, ya no era un drow racional, no iba a callarse ni a contenerse, tomaría lo que quería al precio que fuera, nada mas importaba.

- ¿Sabes por qué estoy trabajando tanto?

El silencio se hizo espeso, sin saber exactamente la razón Entreri tuvo una especie de acceso de pánico, como un puño de hierro en el pecho, preveia algo, algo iba terriblemente mal.

- Porque tengo miedo de quedarme a solas contigo... igual que ahora... Porque te amo.

Entreri estaba paralizado, no podía moverse ni hablar, no daba crédito a lo que había oido.

- Te deseo con locura.- Drizzt se acercó a él como un felino acercándose a la presa.-Deseo tu corazón y deseo tu cuerpo... ya no aguanto más.

Entreri no pudo reaccionar, su cuerpo temblaba cuando Drizzt se acercó a su oido y pasó la cálida lengua por el lobulo de su oreja. La consternación dio paso al miedo, el miedo a la ira. Entreri le dio un puñetazo pero el efecto fue nulo, Drizzt le miró con un hilo de sangre saliendo del labio, Entreri vió entonces su cara claramente, era el Cazador, pero esta vez era completo, una bestia depredadora de ojos brillantes.

- ¡¡NO, DÉJAME!!

Drizzt se abalanzó sobre él, antes de que pudiese hacer nada le tenía inmovilizado contra el suelo, Entreri le miró a los ojos, no podía creer que aquello estuviese ocurriendo en realidad, no podía ser cierto, ¿por qué estaba Drizzt en ese estado? ¿qué le había perturbado de ese modo?.

- Son tus ojos.- La voz de Drizzt estaba ronca de deseo, como si hubiese leido su pensamiento.- Me vuelven loco.

Se inclinó y le besó con fuerza hiriente, arañando con los dientes, abriendose paso a la fuerza, le obligó a abrir la boca y la invadió con la lengua, exigiendo. Entreri gritaba contra el beso, tratando en vano tomar aire, pero Drizzt no le soltó hasta que él mismo tuvo que respirar. Entreri intento soltarse pero Drizzt le golpeó la cabeza contra el suelo, dejándole mareado, la camisa de Entreri se rasgó con un desagradable sonido cuando Drizzt tiró de ella arrancándola y exhibiendo el entonado torso.

- Déjame poseerte, no quiero hacerte daño.

- ¡No, suéltame! ¡Drizzt!.- Su voz era exigente y a la vez desesperada, nunca se había sentido tan desprevenido.

- Te amo... te amo con todas mis fuerzas. Te demostraré cuanto te amo...

- ¡No!¡Eso no te da derecho a hacerme esto!

Recuperado del golpe, Entreri intentó buscar algo con que golpear, un arma, tanteó el suelo con desesperación y dio con la caja del botiquín, que debía haberse volcado, la agarró como pudo y la levantó para golpear con ella al drow.

Drizzt advirtió rápidamente el movimiento del brazo de Entreri y lo apartó de un manotazo, el botiquín salió volando hacia atrás y atravesó con un fuerte estruendo el ventanal posterior, arrojando cristales y dejando entrar la lluvia con el estremecedor silbido del viento.

- No te resistas.

El Cazador ardía, no había rastro de Drizzt, incluso Entreri lo notaba. No servía de nada gritar o discutir. El Cazador estaba exhultante, iba a tener aquello que anhelaba, podía saborearlo. Apretó a Artemis contra el suelo, no para hacerle daño, sino para obtener un control absoluto sobre su... ¿pareja? ¿amante?... las palabras no importaban.

Mareado y aun confuso, Entreri apenas pudo forcejear mientras Drizzt... no, el Cazador, le llevaba casi a rastras hasta el dormitorio, donde le tumbó y procedió a maniatarle con jirones de su propia camisa. Entreri gruñó, reemplazada toda duda por pura rabia, forcejeó contra su agresor con todas las armas disponibles. Finalmente se derrumbó sobre el colchón exhausto, jadeando al mismo ritmo que el Cazador, que en su ventajosa posición consideraba aquello un entremes de una batalla ganada. La adrenalina del forcejeo solo le estimulaba más.

- Sin duda... esto no será como poseer a una mujer.

Agarró bruscamente el rostro de Entreri y le besó con menos violencia que antes, pero esta vez recibió un fuerte mordisco en el labio. El cazador apartó de un empujón a Entreri y se lamió la herida casi con deleite, saboreando su propia sangre.

- Tsk... no hagas eso, no pretendo hacerte daño, por una vez que no tienes la culpa de nada.

Besó los abdominales con cierta ternura, como si se disculpase por la rudeza de su trato, descendió con la lengua la linea de vello hasta el ombligo, donde se regodeó mientras sus manos retiraban a tirones los pantalones.

- ¡¡¡TE ODIO!!!

El Cazador se quedó paralizado, como si el grito hubiera alcanzado aquella parte que aun era Drizzt Do´Urden. El brillo de sus ojos remitió como una niebla que se dispersara y una enorme angustia se pinto en su cara.

Odio. Artemis. Artemis le odiaba. De nuevo era odiado.

- ¡Te odio, te odio, te odio! ¡Eres un bastardo! ¡Debi matarte cuando te encontré! ¡Te habría matado y Uruk hubiera devorado tu asqueroso cadaver!

- No... no puedo...- Drizzt sintió las lágrimas corriendo por su cara.

Desolado y desesperado, se levantó temblando, con los ojos anegados en lágrimas. Entreri estaba tendido ante él, respirando agitadamente, sudoroso y tan enfurecido como en un combate a muerte.

- Lo siento... no quería que pasara esto... lo siento tanto...

Entreri recuperó el aliento pero su cuerpo temblaba en una mezcla de debilidad y furia.

- No quería hacerte esto... pero yo... yo te quiero... te quiero con locura.

Se marchó corriendo de la habitación y Entreri pudo oir el portazo de la puerta de la entrada. No sabía si era por el shock o la pelea, pero estaba exhausto y cuando intentó incorporarse tras liberar sus muñecas se desmayó.

Abrió los ojos deseando que todo fuera un sueño, que la realidad que había experimentado una noche anterior, solo fuese obra de su subconsciente...

Pero no fue asi.

El techo de la habitación era de color gris oscuro, pero entre el sueño y la realidad, solo percibió una mancha gris un par de metros sobre su cabeza. Aspiró el aire con fuerza, como si no hubiese respirado bien durante la noche, sintió que el oxigeno llenaba sus pulmones satisfactoriamente, relajándolo, haciéndolo sentir vivo... para luego percibir el aroma masculino de quien había sido siempre su enemigo.

Gimió quedamente y las imágenes de lo que había sucedido la noche anterior llegaron todas de golpe a su mente, cerró los ojos recordando a su pesar, sintiendo aun el sabor de Drizzt en su boca.

Se sintió humillado, su orgullo era ahora parte de la nada... si antes se sentía vacio, ahora se sentía lleno del olor de Drizzt.

- Drizzt...– Dijo en voz alta ,  odiaba al drow por haberse aprovechado de él, se sentia horriblemente traicionado, había permitido a Drizzt acercarse a él, y ahora había pagado el precio..

Entreri se recostó de nuevo, miró hacia un lado y vio la camisa hecha jirones con que Drizzt lo había amarrado, la cogió con su mano derecha y la miro fijamente.

Sus ojos se pusieron vidriosos al recordar con dolor la situación.

Qué vergüenza. Había estado... indefenso. Miró la cama y al alzar la vista vió a Jarlaxle.

- Umh... me gustaría preguntar qué ha pasado aquí, pero me temo que ya lo sé.

Nada mas entrar había visto el destrozo de la sala, con indicios de una pelea, al ver a Entreri desmadejado sobre la cama había deducido rápidamente lo ocurrido, en realidad no había previsto que Drizzt pudiese llegar a ser tan violento. Había visto a Drizzt a lo lejos, el vigilante se había internado en el bosque cercano pese a la intensa lluvia que se había desatado sin que pudiese llegar a verle.

- ¿Dónde... dónde está... él?

- Eeh... no le he visto, no está en casa.

Entreri se llevó una mano a los morados que tenía en el brazo y sin duda también en la cara.

Jarlaxle decidió no decir nada respecto a lo ocurrido, mas le valía cerrar la boca y no meterse en un tema tan espinoso.

A lo largo del día Entreri se dedicó a entrenar, machacandose con ejercicios de calentamiento exagerados, Jarlaxle supuso que de algún modo lo hacía a conciencia para agotarse y calmar la turbulencia de su mente. Drizzt no apareció en todo el día, el mercenario temía que hubiese cometido alguna imprudencia.

Al finalizar el día Entreri y Jarlaxle cenaban en un silencio absoluto y algo incómodo. La puerta se abrió y Drizzt entró con expresión absolutamente calmada, como si hubiese meditado el momento de regresar durante horas enteras.

Jarlaxle se encogió ligeramente al ver un ramalazo de vibrante furia en los ojos de Entreri, el humano se puso en pie y sin mediar palabra propinó a Drizzt un puñetazo que le amorató el pómulo y mas tarde se hincharía hasta distorsionar su visión.

- No voy a disculparme por lo de anoche.- Dijo súbitamente Drizzt.- Aunque lamento haber usado la violencia.

- ¿Eso es todo lo que vas a decirme?.- Espetó Entreri furioso.

Había pensado en matar al vigilante, pero matarlo no habría sanado su orgullo, la verdad era que no sabía exactamente que hacer.

- Muerete maldito desgraciado.- Gruñó.

- Yo no pienso morir... no puedo hacerlo mientras tú sigas vivo.

- ¡! ¿Qué... dices...?

- ¡¡Esperad un momento!!

Jarlaxle se acercó a una distancia prudencial pero con severidad.

- Ni se os ocurra reñir en MI casa, ayer la dejasteis horrible, si vais a pelearos salid fuera.

Como si regañara a unos crios, no obstante le hicieron caso, Entreri abrió la puerta e instó a Drizzt a salir por ella, él le siguió y cerró la puerta con un fuerte golpe de dañó el marco. Jarlaxle suspiró y se sentó en el sofá prestando oidos al exterior, después de todo lo peor que podía pasar era que Entreri matara a Drizzt pues este no desenvainaría contra él.

Entre los restos de la nieve cuajada, el aire helado cortaba la piel, Entreri cruzó los brazos y se clavó los dedos con fuerza para retener la furia asesina que impulsaba a sus músculos.

- Estoy esperando una explicación.- Espetó con voz glacial.

- Nadie te ama mas que yo.

La declaración fue tan efectiva como un puñetazo en el vientre y Entreri no pudo evitar su expresion confundida e indignada a la vez. Drizzt continuó.

- No sé que debo hacer… lo unico que sé es que te quiero, solo eso. Te amo.

- Soy un hombre.- Remarcó cada palabra con furia.- Es antinatural.

- Si yo fuese una mujer, ¿me amarías?

Entreri se sorprendió por semejante razonamiento.

- Si tu fueses una mujer, ¿estaría bien que te amara?

- Pero... eso no...- Estaba notablemente confundido por la vehemencia del drow.

- Si las cosas fuesen así... ¿Me permitirias amarte?

La mirada de Drizzt se volvió tierna, adelantó las manos para tocarle la cara pero Entreri se apartó tratabilleando hacia atrás.

- ¡¡No te acerques a mí!!

El vigilante pareció mortalmente herido por la exigencia y Entreri notó una opresión en el pecho. No podía respirar con Drizzt tan cerca.

- ¡No me mires con esos ojos! ¡¡No te entiendo!!

Entreri entró en la casa, huyendo de aquellos cálidos ojos lavanda. Drizzt se quedó allí de pie y no entró en la casa hasta que Jarlaxle y Entreri se acostaron a dormir... o por lo menos Entreri lo intentaría.