Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo11: Cicatrices abiertas

Al despertar en el sofá, Drizzt olió las tortas de pan que hacia Entreri para desayunar. Se sintió profundamente aliviado por aquella cotidiana situación.

- Si no nos dices a que hora vuelves te quedas sin cena.- Le dijo Entreri sin volverse.

Drizzt le miró sorprendido por la doméstica reprimenda.

- Creí... que me echarías o te irías.

- ¿Y por qué iba a irme?.- Replicó Entreri con una claramente falsa calma.

Se giró y habló pausadamente.

- Escuchame bién... voy a olvidar lo que pasó, y tu tambiés deberías hacerlo

- Ol... ¿olvidarlo?

- Doy por zanjado el asunto. No puedo aceptar tus... sentimientos, así que los ignoraré. Por lo que a mí respecta lo dejaré pasar, allá tu.

Drizzt sintió una profunda angustia, a Entreri no le importaba nada su amor. En ese momento supo lo que era el dolor por amor con toda su fuerza, el rechazo de Entreri le hirió profundamente. Pero no podía hacer nada...

Entreri siguió cocinando, aunque le temblaban las manos por el esfuerzo de controlar su voz. Amor. El amor había matado a su madre, Entreri nunca había comprendido que se pudiese amar a alguien hasta el punto de la muerte.

Yo no pienso morir... no puedo hacerlo mientras tú sigas vivo.

Era como si Drizzt hubiese dado en el clavo sin saberlo. Entreri había visto en aquellas palabras un amor que era idéntico al que había sentido su madre, ¿acaso no había intentado forzarle?. Después de tanto tiempo Entreri empezaba a entender por qué había muerto su madre. Por qué su madre sonreía pateticamente colgando de la soga que la había roto el cuello.

"Perdóname Artemis...quiero mucho a tu padre... le amo a muerte...Ven a morir conmigo." Fueron las palabras que le dirigió segundos antes de saltar de la silla y dejar que la soga rompiera su cuello con un seco crujido.

Al pensar en ello se había asustado, ¿le amaba Drizzt hasta ese punto? Se metía con tanta fuerza dentro de él que le asustaba, tenía la sensación de que sus autoprotecciones se derrumbaban al estar cerca de él.

- Entreri... me dices eso por qué no lo entiendes aun... ¿o por que temes amar?

- Cállate Drizzt, solo cállate.

Drizzt asintió y Entreri siguió rumiando sus recuerdos mientras los dos drows desayunaban lanzándole miradas furtivas, las de Jarlaxle llenas de curiosidad y las de Drizzt de tristeza. Deprimido, Entreri no comió nada y se acomodó en el sofá, tumbándose y dando la espalda al salón y a sus dos socios.

Recordo la carta, una hoja sorprendentemente cuerda para haber sido escrita por una suicida. Había quemado la hoja tras haberla leido una y otra vez, incapaz de comprenderla, recordaba cada palabra. De pronto tenia sentido, en ese momento aquel último mensaje llenó su mente con sorprendente claridad.

" Artemis, hace doce años tu padre me confesó que lamentaba haberme elegido a mí en vez de su religión, dijo que estaba totalmente arrepentido y que sufría por ello.

Si en realidad me amaba, ¿por qué haber renunciado a algo por mi le hacía sufrir tanto? Tu padre siempre tenía esa mirada melancólica, su amor por mi se había secado. Tuvimos un hijo, tú, deberiamos haber sido felices, pero él no lo era.

Así que no tuve más remedio que intentar matarle. Lo quería solo para mí. Hubiese hecho cualquier cosa por tenerle, aunque eso hiciese infelices a nuestros amados hijos. Se que he sido una mala madre y peor persona, pero solo se ama una vez en la vida, y por la persona amada uno es capaz de cualquier cosa. Cuando uno está enamorado puede conseguir lo que se proponga, si no eres capaz de ello, entonces es que ese no es el verdadero gran amor de tu vida. Enloquecí al no tener agallas para matarle, te llevé conmigo a las calles para escapar de la justicia si el decidía denunciarme. Maldigo haber sido internada como la loca que soy en vez de haber sido condenada a muerte, ni aquí tuve el valor de suicidarme. Pero cuando te ví por el ventanuco, ayer, mientras discutías con un hombre. Ví en ti el vivo retrato de tu padre. Eso me dio el valor. Adios, hijo mio."

Hasta ese día en que leyó la carta, siempre había odiado a su padre pues este les había abandonado echándoles de la casa y finalmente separándoles de su madre, aunque estubiese enloquecida, para dejarles es aquel horfanato de mala muerte, en realidad aun lo odiaba. Pero no era toda la verdad. Al descubrir la verdad había desesperado, su mentor le había advertido en contra de ir a verla, Entreri pensó que quizá él sabía o sospechaba la verdad. Se había repuesto, y siempre había pensado que la experiencia le habia hecho mas fuerte.

¿Qué extraña locura llevaba a Drizzt a amarle? A amarle a él, que no quería amar ni ser amado por nadie, que no se podía permitir corresponderle.

De pronto sintió la mano cálida de Drizzt sobre su hombro.

- ¿Quieres hablar de algo? ¿Lo que sea?...

Ese odioso tono de voz, entre neutro y paternalista, ¿es que el amor le había vuelto idiota?

- ¡¡Escucha, maldito metomentodo, no te necesito!!

Jarlaxle dio un respingo y se escondió teatralmente tras una silla. Drizzt no retrocedió pero se puso a la defensiva ante el arranque violento.

- Yo ya no necesito a nadie, no confio en nadie, eso solo conduce a la traición. Yo no quiero nada de eso . No pierdas el tiempo.

Drizzt se sentó junto a su cuerpo tendido en el sofá ante la perplejidad de Entreri.

- No me importa que no llegues... a amarme. Si te molesta no te diré más que te quiero, no te volveré a tocar... Pero dejame estar junto a ti, por favor, es lo único que te pido. No quiero separarme de ti.

Entreri se giró contra los cojines, las palabras de Drizzt le enviaban escalofrios por la espalda y a la vez le producían un extraño calor en el pecho.

- No sé como he podido enamorarme así de un hombre... Yo no soy un pervertido.

No obtuvo respuesta pero ahora sabía que realmente Entreri tenía miedo tanto de amar como de ser amado.  Jarlaxle lloriqueó burlonamente y Drizzt le tiró un cuenco de bronce.

Los dias siguientes estuvieron ocupados en la desmantelación de un cartel de contrabandistas de la ciudad. El trabajo les mantuvo en activo y Entreri mantuvo un ambiente estrictamente profesional, evitando cualquier tipo de actitud personal para con Drizzt e incluso Jarlaxle, que empezaba a arrepentirse de haber intercedido por Drizzt.

Cuando terminaron con el trabajo, algo que no les resultó demasiado dificil, recibieron su paga de la recompesa y regresaron a la cabaña para hacer el reparto.

Drizzt parecia tranquilo y amigable, sin hacer muestra alguna de sus intensos sentimientos. Jarlaxle esperó que hubiese aprendido la lección.

Mientras comían decidió decirlo al fín, pues lo había estado posponiendo a propósito.

- Oye... me voy de aquí.

Entreri le miró con perpejidad mientras Drizzt le mostró una burlona sonrisa.

- ¿Lo dices en serio? (que bien).

Jarlaxle oyo el susurró y frunció el ceño aunque sabía que Drizzt solo bromeaba.

- Disimulad vuestra alegria, ¿vale?. Voy a echar un vistazo a mi banda para organizar unas cosas y evaluar un poco la situación. No quiero cortar lazos por completo.

- ¿Así tan de repente?

Drizzt se levantó con una gran sonrisa para salir fuera de la cabaña y llamar a Guenhwyvar, que estaba corriendo entre los árboles.

Entreri miró como Drizzt jugueteaba con la pantera como un niño pequeño y se dirigió a su socio con cierto enfado.

- Entiendo las razones pero es que yo también tenía pensado irme, al sur hay...

- ¿Qué dices? Si haces eso cuando vuelva encontraré un cadaver putrefacto de drow aquí.

Entreri se sonrojó ante la referencia a la obsesión de Drizzt por su persona.

- Se que no entiendes tus propios sentimientos, pero no tienes por qué marcharte. No tienes por qué alarmarte.

Entreri gruñó pero deshechó al instante sus planes, no daría a nadie el placer de pensar que estaba huyendo. Él no iba a huir de allí, no temía a nada ni a nadie.

Si alguien sufría por aquella locura que fuese Drizzt, él no iba a hacerlo por nadie.

Drizzt ahogó sus deseos en alcohol.

Nunca había bebido por beber, lo hacía en ocasiones para refrecarse o para celebrar. Pero ultimamente bebía mas de la cuenta, y lo hacía a propósito.

Ya había pasado un mes desde que estaban solos. Y no le había tocado ni una sola vez. No se atrevía a volver a decirle que le quería, quizá por eso Entreri volvía a estar mas confiado con él, no estaba tan a la defensiva cada vez que se acercaba.

Bebio de nuevo, no estaba borracho, no quería estar tan abotargado, pero si afectado por la bebida. No quería volver a la casa hasta que Entreri estuviese dormido.

Bebió de nuevo y fijó la vista en una de las camareras. Esta le sonrió descaradamente.

Ahogaría sus deseos también, no confiaba en su autocontrol cuando veía a Entreri dormido, cuando pensaba en acariciarle, los pantalones empezaban a torturarle. No quería volver a intenar tomarle por la fuerza, debía calmar su lujuria antes de volver.

Llegó a casa pasada hace rato la medianoche. La cabaña estaba a oscuras y el interior estaba tenuamente iluminado por las estrellas. Sobre la mesa del comedor vió la cena preparada por Entreri, su parte ya estaba fria y abandonada, Drizzt se sintió mal por haber despreciado la comida. Entonces vió a Entreri, al parecer se había quedado dormido sobre el sofá.

Tenía pesadillas. Se revolvía luchando contra un enemigo onírico. Cuando Drizzt oyó sus quejas entre murmullos entrecortados se quedó helado.

- Ya... basta.... no... Drizzt... suel… tamé...

Drizzt se llevó las manos a la cabeza, dolorido, era culpa suya. Entreri tenía pesadillas que le hacian temblar y revolverse, soñaba con él atacándole, haciendo oidos sordos a sus peticiones de que se detuviese.

- Artemis... no voy a hacerte nada.- Se lo susurró con toda la ternura que pudo, con la voz acongojada, con una continua retahila hasta que Entreri pareció sumirse en un sueño intranquilo pero mas calmado, sin quejas o lucha.

Finalmente le cogió en bazos y lo llevó a la cama.

Entreri abrió los ojos al sentir la suve luz del amanecer sobre su rostro. No recordaba haberse metido en la cama pero allí estaba, notó un peso sobre él y vió a Drizzt acostado sobre las mantas, a sus pies.

- Drizzt... ¡Eh, Drizzt!

El vigilante entreabrió los ojos forzadamente y se apartó los blancos cabellos de la cara, le dolía la cabeza por la resaca de la noche anterior. Se incorporó para mirar a Entreri y este hizo un gesto de desagrado.

- ¡Apestas a alcohol! ¡Y del malo!.- Exclamó malhumorado.

Drizzt sonrió levemente, feliz de ser tratado con aquella familiaridad.

- Siento no haber llegado a cenar... se alargó mas de lo que pensaba...

Subitamente la expresión de Entreri se tornó furiosa y el hombre se levantó con cierta brusquedad, sobresaltando a Drizzt, que se quedó consternado por la violenta reacción.

- Pe... perdona... ¿estas enfadado?

- ¿Qué se alargó, Drizzt?...- Preguntó con un brillo de ira en la mirada.

No solo apestaba a alcohol, su cuerpo estaba impregnado del aroma penetrante de un perfume de mujer. Drizzt lo comprendió con vergüenza.

- ¡Ese olor te delata! Es el olor de una mujer.- Gruñó Entreri.

Drizzt sintió que el corazón se le saldría del pecho, se puso en pie acaloradamente.

- ¿Estas... estás celoso, Artemis?

Entreri se puso rojo como la grana al oir aquello y apenas pudo murmurar que eso era una estupidez. Drizzt se retorció las manos con desesperación.

- Entonces... no me hagas albergar falsas esperanzas.

- ¿Qué? ¿A qué viene eso?

- Pensaba que...- "No Drizzt...".- Tal vez...- "No lo digas".- Tu también estarías enamorado de mi.

Entreri se quedó petrificado, como si le hubiera caido un rayo, creía que Drizzt había renegado de aquella locura.

- ¿Acaso has olvidado... que te quiero?

Entreri apretó los puños, ¿olvidarlo? Lo había intentado pero la verdad era que no podía dejar de pensar en ello, sus sueños eran persistentes. Y ahora aquel olor en la ropa... Drizzt se burlaba de él al decir que lo amaba, ¿cómo se atrevia a reirse con algo tan serio?.

- ¡Pues nadie lo diría, ¿sabes?! ¡¡Apestas a mujer!!

Drizzt golpeó la pared tras él, atrapando a Entreri entre los brazos, apoyados a ambos lados de su cabeza. Entreri se sintió intimidado por el brillo de sus ojos... el Cazador.

- He reprimido mis sentimientos... para no perderte, apaciguo mis animos encendidos con alguna mujer... ¡¡para evitar que mi cuerpo acabe estallando contra ti!!

La furia de sus voz, el brillo de sus ojos, Entreri no podía evitar sus reacciones.

- Estas temblando.- Le confirmó Drizzt.- ¿Tanto te asusto?

Entreri le cruzó la cara de un puñetazo. Le golpeó de nuevo, otra vez, hasta que arrojó a Drizzt contra la pared con la nariz y el labio sangrantes, allí le agarró por los hombros y le levantó lastimándole.

- ¿¡Te burlas de mí?! ¡¿Por qué no me devuelves los golpes?! ¡Responde!

Drizzt le miró con un deje de tristeza.

- ¿Qué otra cosa puedo hacer? ¿Qué soy para ti, un estorbo? ¿¡No soy mas que una carga y por eso me odias!?.- Su voz se cargó de dolor, como si se desgarrara.- ¡¡Qué sepas que ni siquiera siendo una carga... pienso alejarme de tu lado!!

Entreri temblaba, Drizzt también...

- No... no entiendo nada de lo que me dices... ¡¡Ni siquiera me entiendo a mi mismo por soportarte!!

Drizzt solo pudo observar como Entreri se lo quitaba de encima con un empellón y salía de la casa, alterado. El drow se sentó y enterró su rostro entre las manos, aquel amor era miserable que le hacía daño a su ser amado y a él mismo. Lo mas probable era que Entreri no regresara nunca más.