Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, gran parte del argumento pertenece ademas a Minami Ozaki.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes de Drizzt y Artemis, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
ATENCIÓN: Este capítulo en concreto es slash, contiene así pues una extensa descripción de un acto sexual bastante explicito. Así que ojo con quien lo lee, quien avisa no es traidor.
Capítulo12: Rendirse al instinto
Aquel olor...
Entreri miró a la camarera, que reía tontamente junto a la barra contoneando las caderas. Tenía buenas formas y era bastante bonita, pero a Entreri se le encogió el estómago al reconocer el perfume. No habia pretendido mostrarse tan agresivo por que hubiese estado con una mujer, era lo normal, pero no había podido evitarlo. En realidad estaba enfadado por no haber avisado y haber malgastado la cena... pero al final se había desviado.
- Es linda, ¿verdad?
Entreri alzó la vista, ya había visto a Jarlaxle en el local pero había fingido no hacerlo. El humano no le ofreció una silla pero el mercenario se la ofreció a sí mismo con una sonrisa.
- Quisiera portarme bien y no meterme en donde no me llaman...
- Que sabio de tu parte.- Replicó Entreri cinicamente.- ¿No estabas en la infraoscuridad?
- ... Pero me cuesta quedarme callado mientras veo lo que sucede a mi alrededor. El caso es que vuestra relación me hace dudar.
Relación. A Entreri no le gustaba como sonaba aquello, era mas propio para una pareja.
- Dimelo con franqueza, Artemis. ¿A ti te gusta Drizzt?
Entreri se tensó, a punto de saltar sobre el drow impertinente. Jarlaxle sin embargo cruzó las manos con seriedad.
- Solo quiero saberlo porque es la unica manera de ayudaros.
El silencio entre ellos estaba lleno por el ruido de fondo de la taberna.
- La amistad, la compasión y el amor... son tres sentimientos que no se deben confundir. Que podais sentir una mutua atracción sería perfectamente aceptable pero si tú no le amas o deseas, es mejor que le alejes de ti cuanto antes.
Entreri miró a su socio con detenimiento, no le interrumpió pues realmente sabía que Jarlaxle tenía un sobervio conocimiento de los entresijos de los sentimientos y conductas, era parte de su encanto y la fuente de su capacidad para organizar y preveer situaciones.
Quizá arrojara algo de luz al torbellino de su mente y su corazón.
"Los instintos son los sentimientos mas puros e inmaculados. No están afectados por la apariencia de la normalidad que llevan todas las personas. Y por supuesto son los sentimientos mas peligrosos, porque su liberación conlleva la pérdida del control."
Control. Entreri daba vueltas a aquella idea en su cabeza. Para él el control lo era todo, rechazaba las emociones, la pasión... y se había desembarazado de ellas, o al menos eso había creido hacía tiempo.
Lujuria. Cuando Drizzt le había besado el cuerpo aquella noche, Entreri había sentido escalofrios pero no le había desagradado del todo. Nunca se había tenido a si mismo por homosexual pero tampoco había mostrado jamas una auténtica pasión con las rameras de los harenes. Al recordar a Drizzt sobre él... se sentía extraño, como un hormigueo sin nombre.
Entró en la cabaña, estaba todo a oscuras pero Drizzt estaba allí, tumbado de espaldas
sobre las camas, con el cabello esparcido sobre el rostro y el torso desnudo.
- No tienes remedio...
Entreri suspiró sentandose sobre la cama. De pronto Drizzt se percató de su presencia y lo abrazó con fuerza por la espalda, cruzando las manos sobre su pecho. Entreri no se resistió, de pronto el cálido cuerpo de Drizzt contra el suyo le pareció tierno y agradable. ¿Cuándo había sido la última vez que había recibido semejante muestra de afecto? No lo recordaba siquiera, quizá nunca.
- ¡Artemis! Pe... pensaba que ya no ibas a regresar.
- Drizzt... ¿me amas?
El vigilante le soltó y le miró sorprendido por la pregunta.
- ¿Te compadeces de mi, Artemis?
- ¡Idiota! ¡¿Crees que me dejaría abrazar por compasión?!.- Espetó Entreri, ofendido.
Drizzt le abrazó de nuevo, esta vez cara a cara, Entreri aspiró el aroma de Drizzt, limpio ahora, con los cabellos niveos resbalando sobre los hombros.
- Te quiero.- Se lo dijo con tanta ternura que Entreri se rindió al abrazo, relajándose.- No sé que hacer por que no puedo dejar de amarte.
Entreri sintió que se le inundaban los ojos, no iba a llorar, no quería llorar pero... era amado. Realmente le amaba, aquel idiota, estupido vigilante, le amaba. A él, que siempre le había devuelto mal por bien. Aquel cariño, gratuito, casi visceral... era como una droga.
Entreri le besó con un súbito impulso, una necesidad largo tiempo contenida, haciendose daño, mordiendo, y Drizzt respondió intentando que se relajara, acariciandolo. Sus dedos de ebano se enredaron en el cabello negro y sus labios besaron con dulzura la boca de Entreri, mientras éste temblaba y derramaba silenciosas e involuntarias lágrimas. Drizzt empujó el pecho de su compañero para recostarlo en la cama, mientras su otra mano le acariciaba la nuca, asegurándose de que sus labios no se separaran. Entreri dejó de temblar y las lágrimas desaparecieron. Entonces cogió con ambas manos la cara de su antiguo enemigo para levantarla.
- No te amo, Drizzt. - Dijo - Lamento todo el odio y la rivalidad, las peleas, los golpes, pero no te amo... - Drizzt no le dejó continuar.
- Sssh... no importa, no importa nada.
Drizzt abrazó con fuerza a su amado, y lo
volvió a besar, con mucha más pasión que antes. Comenzó a rozar su lengua,
buscando provocarle poco a poco, y Entreri respondió a los roces con titubeos
pero ganando confianza. Sus lenguas se juntaban y se abrazaron con
desesperacion, mientras sus labios se apretaban húmedos, como si tuvieran miedo
de separarse.
Drizzt deslizó la mano bajo la camisa de
su compañero, notando el sudor de su cuerpo. Se incorporó tirando de Entreri, y
le quitó la prenda, cuidando de que sus labios se separaran sólo lo necesario.
Comenzó entonces a acariciar uno de sus pezones, que notó firme y erecto. La
sensación de esa dureza en sus dedos era maravillosa y quiso sentirla en sus
labios. Los separó de los de Entreri, que emitió una ahogada queja, y fue
besando, lamiendo el cuello y mordiendo la carne salada hasta llegar al pecho.
Al principio sólo rozó con sus labios, pero luego comenzó a jugar con la punta
de la lengua, y a mordisquear. Entreri lanzó un gemido, estaba muy excitado y
la atención de Drizzt le hizo excitarse aún más. D´ourden volvió a los labios
de su amor y su mano comenzó a recorrer todo su cuerpo, acariciándolo con
delicadeza, queria sentirlo todo, hasta el último trazo de piel. Después de
recorrer todo el pecho, bajó por el abdomen, dibujando con la punta del dedo
los marcados músculos y las cicatrices, y después recorrió las caderas de una a
otra, parándose para rodear el ombligo. Finalmente, encontró como obstáculo los
pantalones, quiso arrancarlos en ese mismo momento, los empujó hacia abajo
hasta que por fin se vio libre de estos para poder seguir tocando a su antojo.
Notó los fuertes músculos de las piernas de Entreri, y acarició los muslos de
éste, separándolos y levantándolos para poder llegar a todos los lugares, a
aquellos lugares secretos que tanto deseaba, observó la gruesa y enhiesta
verga, el oscuro escroto, las redondeadas nalgas y la secreta abertura entre
ellas, toda la intimidad de Entreri, suya. Y comenzó a rozar su miembro erecto.
Al principio apenas tocaba, tan solo rozaba con la punta de los dedos, aun
dudando, mientras las manos de Entreri sujetaban con fuerza las sabanas,
pidiendo algo más en silencio. Finalmente, la mano de Drizzt se cerró sobre el
tallo y comenzó a hacer presión y a mover el miembro levemente, arrancando
fuertes gemidos de Artemis, que sentía un placer como nunca antes, era algo mas
que el hecho de sentir las caricias, era el que fuese Drizzt quien se las
prodigase con una mezcla de gentileza y rudeza, gentil en el modo, rudo en la
dureza de su cuerpo. Drizzt siguió jugando, moviendo su mano arriba y abajo,
pensando en sus masturbaciones, apretando y aflojando, cada vez más rápido
haciendo a Entreri sentirse frenético.
El guerrero se sintió a punto de explotar,
su rostro enrojeció y arañó la espalda de su amante. Drizzt resistió su propia
urgencia y dejó de masturbar a Entreri, quería que aquello durase mas, mucho
mas, queria que la primera vez de Entreri entre sus brazos fuese algo
maravilloso, algo que recordase siempre con un hormigueo de placer. Sus labios
resbalaron por el cuello, donde succionaron con fuerza por un momento, para
después dirigirse hacia abajo, recorriendo por completo el moreno pecho de Artemis
de nuevo. Con su lengua, lamió ambos pezones mientras Entreri alborotaba los
blancos mechones de Drizzt, alterado por haber quedado cortado a las puertas
del orgasmo, deseoso de mas. Drizzt siguió recorriendo todo su cuerpo, rozando
la punta de la lengua y propinando algún que otro fuerte mordisco, pero no lo
suficiente para causar dolor, sino placer. Por fin, llegó a las ingles y
comenzó a desesperar a su compañero, igual que había hecho hacía unos momentos.
Empezó a rozar con la lengua, recogiendo
el líquido que brotaba de la erección. Siguió acariciando el miembro, dando
vueltas alrededor de la parte más sensible, el glande descubierto pues Entreri
estaba circuncidado, utilizando tan solo la punta de la lengua, cuidando de que
Entreri no lo notara demasiado, pero sí lo suficiente como para pedir más. El
guerrero agarraba con fuerza los cabellos de su ejecutor, y apretaba su cabeza,
intentando que Drizzt dejara de darle placer sólo a medias, pero éste no se
dejaba convencer, y su fuerte cuello no permitía que la presión de Entreri le
hiciera bajar la cabeza. Para más desesperación, Drizzt rodeó con sus labios
tan solo unos centímetros, haciéndole creer que por fin iba a tener lo que
quería. Sin embargo, aún no era el momento, y volvió a retirar sus labios para
acariciar con la lengua, repitiendo esto varias veces, las suficientes como
para llevar al límite de la paciencia a Entreri, quien rogó con desesperación,
pidiendo más a voz en grito. Finalmente, cuando a Drizzt le pareció que ya
había habido bastante tortura, bajó la cabeza con rapidez, introduciendo en su
boca casi la totalidad del desespero de Entreri, haciendo que éste lanzara un
grito ahogado. Notó en su boca el pálpito de la poderosa hombria de Entreri y
comenzó a devorarla como si su vida dependiera de ello. Entreri no podía
contenerse mas, su excitación y el continuo movimiento de Drizzt sobre él eran
demasiado, y antes de que pudiera darse cuenta, explotó en un violento orgasmo
atragantando a su compañero con el cálido líquido de su excitación. Al
principio, la garganta del drow rechazó la viscosidad con una arcada, pero a su
paladar le pareció exquisito el sabor dulce, y, después de dejar que terminara
de brotar, lamió lentamente hasta dejar completamente limpio el miembro y el
abdomen de Entreri, mientras éste no podía más que jadear.
Drizzt subió de nuevo hasta alcanzar los
labios de su compañero, y lo dejó descansar un momento, mientras lo besaba al
tiempo que dibujaba remolinos en su pecho, pero no estaba dispuesto a dejar que
todo acabara en ese momento. Cuando Entreri hubo recuperado el aliento, Drizzt
volvió al ataque. Comenzó a besarle con fuerza mientras bajaba su mano hacia el
vientre. Entreri lo separó de él, empujándole el pecho en señal de protesta.
- ¡Drizzt! - protestó – No... no puedo mas.
- ¿Ya no tienes ganas?
- Estoy cansado... nunca... nunca habia sido así... – Confesó, confuso aun por la arrolladora experiencia, nunca había sentido la pasión de esa forma, jamás.
- Quédate conmigo.
Ambos se recostaron, Drizzt apoyando la cabeza en el hombro de su compañero, la mano apoyada en su pecho, reposando. Entreri acariciaba el cabello blanco que tenía sobre su hombro, disfrutando de aquella calided y relajo post orgásmico, lo que nunca antes se habia permitido. El drow comenzó a mover la mano lentamente hacia abajo, hasta dejarla sobre el pene suave de Artemis, que comenzó a acariciar con lentitud. Entreri no dijo una palabra de protesta, estaba realmente exhausto pero si se podía sentir mas de aquello, si era posible, entonces quería mas. Nunca habia contado la lujuria entre sus debilidades pero no había sabido nada de ella hasta ahora. Apenas sin que se diera cuenta, Drizzt iba haciendo presión conforme movía su mano, en el punto más sensible, de manera que Entreri comenzó a dejarse llevar y su sexo volvió a erguirse.
Al darse cuenta de la anunciada erección, Drizzt abandonó el
miembro de su amante para abrirse paso entre sus muslos, los cuales iba
acariciando y pellizcando al tiempo que le besaba en la boca y en el cuello.
Poco a poco, fue moviéndose cada vez más adentro entre sus piernas, hasta que
fue a dar con la diminuta abertura, la zona más sensible de su cuerpo. Haciendo
presión con un dedo humedecido con saliva, arrancó un quejido de su compañero,
quien se sonrojó de repente mientras abrazaba con más fuerza que nunca a
Drizzt. Hizo más presión, hasta haber deslizado casi por completo el dedo corazón
en el cuerpo de su amante. Entreri sentía la extraña invasión, la cual le hacía
tensar sus músculos. Su amado le acariciaba y masajeaba desde dentro, sin dejar
de mover la mano, y poco a poco los músculos fueron relajándose. Sólo cuando
hubo notado que la presión que ejercía Entreri se había reducido lo suficiente,
añadió un segundo dedo, para deleite de éste, que había olvidado por completo
cualquier clase de dolor merced de aquel nuevo placer, nunca habia considerado
el ano como un punto erogeno y el descubrimiento le hacia temblar las piernas.
Su fuerte respiración, sus gemidos y jadeos excitaban cada vez más a Drizzt, el
cual ya no podía aguantar más las ganas de hacerlo suyo. Retiró sus dedos con
cuidado y, después de besarle, alzó las caderas de Entreri mientras usaba el
liquido seminal que ambos supuraban para lubricarse el falo. Cuando comenzó a
penetrarle, éste sintió una terrible punzada, y se aferró al cuerpo de Drizzt
intentando mitigar el dolor. A pesar de su excitación, el drow se quedó quieto
dentro de su compañero, para que éste se fuera acostumbrando. Le susurraba
palabras de amor al oído, intentando que relajara sus músculos mientras se
lubricaba con sus fluidos. Al fin, Entreri comenzó a levantar las caderas con
muchísimo cuidado. Aún sentía dolor, pero sus músculos se iban habituando poco
a poco y comenzaba a disfrutarlo. Así, lentamente, ambos iban moviéndose, siguiendo
el ritmo que marcaba Entreri conforme el dolor iba desapareciendo. Poco a poco
la intensidad crecía, y Drizzt, cogiendo las caderas de su compañero, comenzó a
tirar de él para hacer más presión cada vez. La respiración de ambos era fuerte
y sus cuerpos estaban cubiertos de sudor. Entreri había soltado el cuerpo del
drow para agarrar con fuerza la almohada, e incluso propinarle algún que otro
mordisco. Do´urden continuó moviéndose más y más rápido, sintiendo que el calor
y la estrechez eran lo más placentero que había probado en toda su vida, giró
levemente y provocó un grito de placer en Entreri al tocar el punto de la
próstata dentro de él. Cada vez empujaba con más fuerzas, hasta que Entreri
clavó sus uñas en la espalda del drow y la arañó fuertemente. Drizzt no aguantó
mucho tiempo más, y dando un último empujón, explotó dentro de su compañero, el
cual, sintiendo la calidez del líquido dentro de él no pudo evitar terminar
segundos después.
Agotado, Drizzt se dejó caer sobre
Entreri, enterrando su cara junto al cuello de éste. Jamás había tenido una
sensación como ésta, ni imaginaba que el placer causado pudiera llegar a tales
límites. Cuando hubo recuperado un poco el aliento, se retiró del cuerpo de su
compañero y se acurrucó a su lado.
- Ya no me comprendo. - Dijo Entreri
cerrando los ojos.
Drizzt no respondió. Se limitó a sonreír, pues sabía
perfectamente que había disfrutado tanto como él, y tras un suspiro dijo:
- Te amo, Entreri.
Finalmente, el cansancio pudo más que ellos y se quedaron dormidos durante toda
la noche.
