De la Búsqueda:

Se habló del enviado de Manwë, que despertó en las montañas altas y coronadas en nieve de Ered Mithrin, a mediados de la tercera edad, cuando los pueblos vivían en paz luego de la aparente derrota de Sauron a manos de Isildur. Nació de Annarien (Don del Fuego), noble dama del pueblo de los elfos del gran bosque verde y de Galdor el Alto, perteneciente a la casa de los Dunedain, los que fueron llamados por muchos los "montaraces" del reino del norte.

Esta unión (poco común desde los tiempos de Luthien y Beren) fue vista con agrado, a pesar de los dolores y sufrimientos que traería la inevitable separación a la que estaban destinados y que era conocido por todos. Dicen que el amor pudo mas y la alegría y la felicidad les sonrió por un tiempo. Tomaron como morada, las montañas grises, y en el hogar años después, entre las altas cascadas azules, nació Vilendil, cuando las grandes aves de Sulimo guardaban el cielo y las flores de la la primavera de Lotessë, perfumaban el aire. La noticia corrió por el cielo, y el rey supremo lo supo. Envió entonces seres divinos como nubes claras y una luz cruzo la mente de Annarien y supo en verdad el destino que tendría su hijo al que llamarían muchos Atanvardo (El caballero la raza de los hombres, el defensor), y que en un futuro que ella no vería, alcanzaría la gloria y la unión de los pueblos.

Vilendil Creció y se formo fuerte, como un hombre mortal; era alto como su padre, de cabellos castaños oscuros, de ojos grises que recordaban a los Sindar del reino de Doriath, de porte digno, y sapiencia en el hablar, hábil en el uso de las armas(la espada principalmente) en el canto y la escritura. Con su padre recorrió muchas tierras, y era infatigable en la búsqueda de cosas nuevas, y insaciable su curiosidad por las gentes de otros pueblos y sus costumbres; Su misma esencia compartida(Elfo-Hombre) le inflamaba deseos de unión y colaboración entre unos y otros, pero el tiempo aun no había llegado y sus logros por ese entonces poco alcance tuvieron. El retorno de Sauron fue inminente, el anillo reapareció y la guerra había sido declarada. Vilendil al igual que su padre estaba en el frente de batalla junto a las tropas de los Dunedain y la liberación de Rohan y Gondor fue un hecho. Se dio el sitiado de Mordor y en esa lucha cayo Galdor y su hijo fuera del campo de batalla lo llevo. Llorado por los suyos, se despidió y se marcho hacia donde ningún hombre o elfo sabe aun. Jurando venganza ataco con furia, y el brillo de su espada, Luiringil, como un hielo azul hizo correr la sangre de muchos enemigos. Luego de darle alcance a un comandante de Sauron que huía hacia Ithilien, y matarlo, la suerte le fue adversa; Una herida en la pierna derecha le propino con la espada el enemigo que parecía muerto. Tomando animo le dio la estocada final, pero una sombra le cubrió el rostro y no supo mas de si mismo. Días mas tardes comenzó a recobrarse y estaba al cuidado de su gente, lo elfos del Bosque Verde, mientras le daban la noticia de la victoria del rey de Gondor, además de la destrucción del anillo.

Su madre era quien cuidaba de el, y ganaba fuerza con los días y se volvió fuerte de nuevo y la sombra no le peso mas. Ella pasado un tiempo le revelo a su hijo que había sido herido de muerte, y que sus días parecían cortos y oscuros. Y que ella con todo el conocimiento que poseía le devolvió la salud y la vida a cambio de la suya.

Mucho sufrió entonces Atanvardo, y en su rostro se marco el dolor por la angustia de saber que ya no estaría mas con ella, no aquí en la tierra media. Juntos recorrieron los caminos hacia el oeste y en barcos de plata, Annarien partió para evitar la muerte dolorosa y conseguir algún descanso en las tierras inmortales. Antes de partir le indico que un gran futuro le esperaba y que mucho de las cosas que estarían por venir dependerían de su fortaleza, de su valor y su amor por la luz. Que al nacer, uno seres de luz le aconsejaron que llegado el momento se le encomendara a buscar en los rincones de la tierra media , un lugar donde edificar una ciudad hermosa, donde mal alguno jamás llegaría, y que en ella los pueblos de Arda conseguirían la unión definitiva contra el mal , que algún día habría de volver y una vez mas vendría con fuerza renovada y quizás mayor de la que se pudiese imaginar. Así en la despedida le colgó al cuello un cristal de hermoso trabajo como nunca antes lo hubiera concebido orfebre alguno, y con estas palabras se despidió:

"Este es el don con el que Manwë Sulimo os envuelve, por los días por venir que son largos y de trabajo afanoso. Para que sea el aliento de Iluvatar el que os sostenga cuando os sientas desfallecer y La luz de Varda la que alumbre los senderos oscuros que alguna vez habrás de recorrer. No en vano te llamas Vilendil! Honra vuestro raza, a las que perteneces por la unión del amor y lleva a cabo el destino que se os ha señalado. desde Aman, sobre las altas torres, estaré velando aun por vos, Namárië yondonya, hon indonya emmeliet "

(Adiós Hijo mío, de mi corazón lo mas amado)

Triste y dura la despedida y largo e incierto era el camino ahora. No conociendo destino alguno se encontró viajando a través de la tierra media, teniendo como techo el cielo estrellado o con alguna suerte algún fuego de hogar junto el cual pasar la noche. Sus pasos así lo llevaron por rutas solitarias envuelto en pensamientos, e ideas: " Una ciudad hermosa en verdad ha de ser!, si todos contra el mal estamos en ella!". Se dijo.

Un día pasado largos años de caminar y andar por tantos senderos , sus pasos lo llevaron mas allá de lo que antes se hubiese atrevido; Hacia el este y mas allá. Un territorio desconocido y que pocos entre los sabios conocen; Un desierto largo e inhóspito que parece de fuego durante el día y por las noches de hielo que enfría hasta los huesos y entumece los dedos. Luego de una larga jornada, desviándose un poco vio unas montañas altas y blancas hacia el noreste. Y allí se dirijió como por instinto. Cuando de pronto como en una visión, como un sueño repentino, surgió una imagen clara y transparente sobre una especie de meseta apoyada en la falda de la montaña de donde provenía un río cristalino y algo profundo.

Era una gran torre sobre el borde mas septentrional de la elevación, brillando orgullosa al sol de la tarde; una gran puerta como de plata se erguía casi a sus pies, y cerraba el camino hacia el tope del promontorio. Detrás de la torre, ,hacia la parte mas austral del terreno, había una ciudad de hermosas edificaciones, de jardines de flores de plata y de árboles dorados que recuerda a Lorien; las calles de un impecable acabado y perfección artesanal, grandes pórticos y plazas, fuentes de mármol, con diseños en caracteres Feänorianos de gran destreza; un palacio grande, de forma circular, un poco mas alto sobre el nivel de la ciudad, en donde se divisan grandes pilares que sostienen el techo de un primer nivel, y posteriormente, mas arriba, una cúpula como de oro pero con tonos ricos en azul, blanco y dorado como en un efecto de espejo del cielo, cuando se cola la tarde ya por el horizonte lejano, hacia el Oeste. Coronando la visión una imponente cascada de fondo, al este de la ciudad, hacia el corazón de las montañas, cayendo con majestuosidad mientras sus aguas van recorriendo la ciudad girando hacia la izquierda , hasta alcanzar el recodo, luego girando hacia la derecha abrazando el palacio en su parte posterior y con paciencia en dirección hacia la gran torre blanca. Antes de llegar a ella se desbordaba en tres cascadas y caían como lluvia ligera sobre el valle a sus pies, juntando sus aguas de nuevo para seguir su curso hasta unir sus aguas con otras que nacen de las faldas cercanas al sur y después en un solo canto llegar a un gran lago hacia el sur, que quien lo ve por primera vez piensa haber encontrado un mar inmenso, sereno a veces, otras desafiante e imponente, repleto de misterios.

Fascinante imagen parecía un visión en la hora de la vigilia, y por un impulso de sus anhelos, le llamo entonces Olostion ( la ciudad del sueño, la que apareció en sueños). Mientras el sol caía y la imagen se desvanecía.

A raíz de esta revelación, comenzó a plasmar en papel las ideas concebidas en esas imágenes y fue hermosa su proyección. Sin embargo era un trabajo que solo no podría hacer y que levarlo a cabo llevaría muchísimo tiempo y esfuerzo. Así contemplaba terminada su obra , dentro de su mente, hasta que se dio cuenta que el amanecer ya había llegado y que embelesado lo sorprendió la mañana.

Recorrió entonces el camino de regreso, luego de abastecerse con alimento, frutas en su mayoría y con el resto de las lembas que había guardado además de agua fresca de los manantiales. Se dirijía hacia las tierras de Fornost donde algunos parientes paternos vivían aun, descansaría un poco allí mientras le contaría acerca de las maravillas que había conocido en lugares remotos. Después de varias semanas y de una escala de algunos días en Esgaroth sus pies lo llevaron a Imladris, aun habitada por los elfos que se negaron a partir, a pesar de que el mundo había cambiado y ya no era tan hermoso como en otrora.

Allí se encontró por primera vez con la mas hermosa mujer vista por sus ojos, una elfa. Hermosa era en verdad y su andar radiaba luz, dejando una estela de curiosidad y asombro por conocer de quien se trataba. Quiso el destino que él se encontrara allí para verle, y entonces una ansiedad como ninguna conocida antes, ardió dentro de su ser y su mirada entonces no pudo apartar de la presencia de tan radiante inspiración. Ella se disponía a partir pronto, pues larga había sido entonces su estadía en ese lugar y una causa poderosa le impulsaba desde adentro, cuando sentada una tarde en los eternos jardines de flores de oro y nieve, mientras meditaba sobre sus acciones, notó la mirada cautiva de un extraño a sus ojos, que le puso en el corazón un anhelo y una emoción que no sabia explicar. Fue entonces que se encontraron al fin viéndose las caras y el silencio entre ambos fue acompañado solo por canto del agua que corría en suaves cascadas y hablaba de fatigas y penas, de lagrimas secas y nostalgia por lo lejano, de un encuentro, de la unión, de luchas, pero sobre todo de una alegría por haber sido encontrados por lo que tanto tiempo no hallaron.

Allí ella supo que se había cumplido lo predicho y que encontraba al fin a "El que lleva la luz azul entre sus alas, y el brillo de las estrellas en su frente, caminante de la senda dorada, que no conoce fin ", clara referencia a la joya que colgaba del cuello de Vilendil; El zafiro engarzado en dos alas de plata, unidos en la parte mas central y alta con una estrella de diamante y la hebra fina de Oro del cual pendía.

Sabiendo la verdad entonces, tomo su mano y en su mirada se perdió. la búsqueda había cesado al fin. Y así le hablo:

"Largas edades han pasado, y al fin veo vuestro rostro.

Mi corazón se regocija al saber que fueron ciertos mis pasos en todos los caminos recorridos hasta llegar aquí.

Incierto es el futuro cercano , ya que ha sido velado para mi, pero algo sé , y es que mi lugar es a vuestro lado, pues me susurran tus pensamientos que una empresa esta por comenzar , en la cual ciertamente tomaremos parte, para el bien de muchos, que aun siquiera han sido concebidos"

Vilendil, sereno y cálido respondió:

"Ciertamente fuero largas y oscuras para mi, al ver al fin la luz de Aman en vuestros ojos, que me regalan hoy en cada parpadeo fuerza, valor y calma.

Alegre se siente mi alma al saberte cerca, y que nuestros caminos se encauzan en uno solo.

Claro se me muestran tus sentimientos y me dejan ver que grandes aliados están a la vera del camino, que unidos ellos y nosotros forjaremos el destino que esta escrito en las estrellas. Que sea entonces así, tu mano sobre la mía , como juntos logremos ver realizado la cristalización de nuestros sueños"

La tarde paso callada e Isil les sonrió desde lo alto, derramando sobre ellos la luz de la ultima flor de plata, en Arda, bendiciendo así el encuentro.

Así sucedió la primera unión del clan, la primera forja del Reino Unificado. El comienzo de toda una lucha por la hermandad de los pueblos. Grandes cosas aun estarían por venir