De la construcción de la ciudad:
Así entonces luego de varios días de jornada, llego al fin al lindero nor- occidental del bosque negro, donde el río proveniente de las montañas grises se adentraba en él atravesándolo hasta llegar al Celduin ( rió rápido) mucho mas allá hacia el sur este de Rhovanion. Estando ya en las cercanías del pueblo de los elfos que vivían allí con los cuales tenia cierto parentesco, se quedo con ellos por muchos días mientras en secreto convocaba a sus fieles seguidores y amigos para hablarles de la empresa, que le había ganado el corazón y el animo una tarde indeleble, hacia ya algunos meses. Consiguiendo mucha tierra fértil en la voluntad y lealtad de sus compañeros, dirigió palabras hermosas y justas inflamando de emoción y ansiedad las mentes y almas de su gente, como lo hiciera el Feänor en la víspera de la marcha fuera de Aman, sembrando en ellos, semillas de esperanza en una plaza fuerte contra el enemigo que ya comenzaba a sentirse cada vez mas y el anhelo de una alianza única contra todo mal, aun cuando algunos veían algo distante una unión semejante.
Tan grande fue la acogida recibida por los discursos y palabras de Vilendil que logro reunir al fin unos cientos de hombres y mujeres dispuestos para marchar, y puso a orden algunos lideres para los preparativos pertinentes para el éxodo secreto hacia el este que se haría según lo acordado en forma escalonada para no ser advertidos por ojos enemigos o curiosos. Luego llamando a los lideres a consejo hablo con cada uno dándoles ciertas ordenes especificas:
Eladan lleva a tu gente hacia el camino del bosque y luego al lindero este donde el rio celduin fluye cercano, luego de haber preparado todo lo necesario a un 1 mes de mi partida. Allí han de encontrarme y los dirigiré el resto del camino. Aredhel, hermano mío, cuenta luego de la partida de Eladan 5 días, para seguirnos con tu grupo, te dejaremos huellas claras para que no pierdan el rumbo. Caledhel, has lo propio luego de 5 días mas con el resto de los tuyos. Así estaremos andando casi juntos tomando el río como guía hacia el sureste hasta llegar a la unión de las aguas que fluyen del norte, del Carnen y desde allí en línea recta hacia el este. Yo viajare hacia Erebor, Ered Mithrin y luego con un poco de suerte y tiempo recorreré los limites de Lothlorien donde quizás encontremos algunos elfos valientes que deseen unirse a nuestra empresa, aunque de eso se hablara luego. Por el momento parto ya deprisa hacia Erebor, donde viejos amigos nuestros pueden brindarnos gran ayuda en la construcción de Olostion, si logro persuadirlos para ello. Espero no tardarme mas de lo convenido y estar a tiempo para mi encuentro contigo Eladan. De cualquier forma ese día una señal por los cielos os enviare, sabrán entonces que el tiempo esta presto"
Asi fue hecho, y a la mañana siguiente al despertar Anar en el oriente, Vilendil estaba emprendiendo el rumbo hacia Erebor que estaba solo a un par de jornadas de alli. Donde seria recibido con alegría por la gente que lo conocía desde hacia tiempo siendo visto con respeto por los pobladores de esa región; Era uno de los pocos Elfos que aun visitaba la ciudad y que mantenia estrecha relacion con esa raza y que ademas habia sido puente de intercambio comercial entre los elfos del Bosque y ellos, con lo cual grandes beneficios recibieron ambos pueblos.
Luego de varios días de estadía, consulto y pidió ayuda a los nobles señores de los enanos, para la realización de su proyecto, ya que sabia de la calidad artesanal y de albañilería con la que se bendeciría la construcción de la ciudad, si se contara a estos grandes artífices como aliados. Además de presentar ante ellos un tratado de alianza y hermandad contra las fuerzas oscuras que ya estaban moviéndose por el sur, haciendo entonces un solo frente contra él. Pensaron por largo rato la decisión final antes de decidirse por aceptar la oferta. Sin embargo la ayuda vendría de la mano de algunos pocos enanos y cuando, ya estuviese algo comenzada la obra, ya que no muchos estaban dispuestos a dejar sus hogares y no todos tenían tanto afecto por la gente de las afueras de la ciudad; pero no serian de modo alguno, los menos hábiles. Serian esos pocos, algunos de los más grandes creadores de formas conocidos hasta entonces y que alcanzarían renombre por el fruto de sus obras.
Luego de dos semanas, teniendo tal apoyo de parte de los señores de Erebor, partió de nuevo y al fin hacia su morada natal, para buscar consejo e iluminación en las altas montañas antes de marchar al fin hacia el sur. Y prepararse para los largos días por venir.
Sucedió que viajando una tarde por el brezal marchito ya cercano a las montañas grises, decidió acampar en una pequeña arboleda, y pasar la noche allí. Cuando a mitad de la noche, el fuego de la hoguera se extinguió de pronto y por la llanura oscura se levanto un mar negro de sombras donde figuras de ojos brillantes y burlonas danzaban de un lado a otro acechándolo. Echo mano a Luiringil, que le colgaba del ciño. La desenfundo y llevándosela a la altura de los ojos dijo en voz serena:
"Mí lomë mornë nurtielyë, nan helceluin uva autielyë"
(En la oscura noche se esconden, pero el filo azulado del hielo azul no podrán huir)
Así por las artes de su madre, Annariel, encendió un fuego blanco en un circulo entorno a él y preparándose para atacar, allí los vio: una banda pequeña de orcos gruesos montando hienas nauseabundas que reian y mofaban entre colmillos largos, sucios de donde pendia inmundicia de sus bocas, que simulaban saliva; eran seis a lo mucho y no titubearon demasiado para iniciar el ataque.
Pero no había transcurrido ni un minuto y ya dos de ellos estaban mordiendo el suelo mientras dos mas ya se le venían encima, pero con dos giros rápidos y certeros cayeron igual en agonía, al momento que las bestias horrendas huían espantadas.. Temible era la figura de Atanvardo que se veía a la luz de aquel fuego, sosteniendo amenazante la espada azul y causo miedo en ellos, sin embargo motivados por el odio, decidieron atacar por ambos flancos tratando de atraparlo, pero fue inútil ya que este se les adelanto y corriendo hacia uno de ellos esquivando el golpe, lo tomo por los negros brazos y lo hizo girar en si mismo colocándolo a espaldas de su compañero que ya había dejado caer con fuerza la espada sobre su cabeza, dándole muerte entonces. Aprovechando entonces la sorpresa del orco atacante dio una vuelta hacia un lado y en un solo movimiento le atesto el filo por un costado dejándolo con los brazos en alto sosteniendo la daga que matara a su propio linaje.
El fuego se disipo al morir la lucha y Atanvardo decidió no permanecer mas en el sitio; y la mañana ya lo veía caminando de nuevo por las llanuras solitarias.
Pasado diez días de su llegada a Ered Mithrin al fin se acerco la hora de encontrarse con sus hermanos. Amanecía el onceavo día y el sol lo descubrió en las cercanías de un pequeño lago congelado, mientras ya se colgaba el fardo para emprender el viaje, cuando de pronto entre la niebla montuna, surgió como de un espejismo, un corcel blanco como la escarcha, con una mancha negra en la frente y de crines blancas con mechones finos oscuros, el cual pacía a pocos metros de él. Y encontrándose fascinado por la belleza que no conociera en animal semejante lo llamó: ¡Nixelotë! ( Escarcha en flor) y este levanto la cabeza como oyendo. Desde entonces siempre atendió a su llamado y muchas leguas cabalgaron juntos, llegando a lugares recónditos donde lo llevara la aventura o la lucha amarga.
Se dejo montar aun sin rienda ni silla entonces y comenzaron la marcha, era un corcel vigoroso y fuerte y no conocía el cansancio. Parecía ser llevado en las alas del viento y que el aliento de Manwë habitaba en él.
Esa mañana por petición de Vilendil, un águila guardián de las montañas levantó vuelo y sé dirigió hacia el gran bosque allá en el sur. Y Eladan lo vio al igual que su gente. El tiempo había llegado.
Eladan comenzó la marcha la tarde de ese día, mientras Atanvardo a toda prisa recorría la llanura hacia la Carroca, luego los campos glaudios y por ultimo ya entrado el amanecer del día siguiente el valle del arroyo sombrío.
Habían transcurrido 6 días casi y ya el tercer grupo estaba partiendo desde el bosque; La mañana de ese día Atanvardo venia de regreso de Lothlorien y estaba ya cerca de la unión de las corrientes de agua.
En Lothlorien residía un amigo suyo, al cual un pasado doloroso lo aquejaba y de alguna forma lo unía a Vilendil; ahora le proponia que se le uniera en la jornada de viaje hacia la tierra distante del Este. Marneus era el nombre con que la mayoría de la gente conocía a este noble elfo, hijo de Fanhir nacido en Lothlorien, un gran arquero que poseía extraordinaria puntería y gran manejo en el uso de las armas. Solo a él le comento acerca de la nueva empresa que estaba por comenzar y de que se le uniera en la lucha contra el enemigo, en las luchas de tiempos futuros. Vilendil quería contarlo entre unos de los suyos debido a la vieja amistad que los unía además de sus excelentes habilidades y su valor de guerrero experimentado.
Vilendil no se atrevió a hablar de esto con nadie mas allí en la ciudad dorada; sentia que el tiempo para dar a conocer la idea de la gran ciudad era muy joven aun.
Hablaron todo ese día y la tarde marco el fin del encuentro. Despididiéndose de Thinedhel (Marneus), Atanvardo marchó al encuentro de los suyos al amanecer del siguiente día. El medio elfo del bosque dorado, como era a veces llamado, había decidido pensar la propuesta y de decidirse lo seguiría cruzando montañas y llanos, días y noches hasta llegar a él y brindarle la ayuda siempre necesaria. De cualquier forma aun no marcharía ya que otros asuntos le ocupaban la mente.
Eladan en la tarde del quito día, envió a un mensajero para que regresando sobre sus pasos se encontrara con el grupo que dirigía Aredhel el noble, y que estaría ya en camino, para notificarles la ruta seguir.
Al fin Vilendil y Eladan se encontraron con prontitud en los afluentes, allí partieron durante muchos días y noches, semanas, hasta llegar por fin al lugar predicho para forjar las bases de la gran ciudad: La cascada madre "herimistë" (la señora de la fina lluvia), que caia desde lo alto bendiciendo la tierra alta y llana, vertiendose en tres cascadas mas abajo, hacia el valle de Sirineldion (de los tres rios.
Las montañas donde se hallaba la meseta de la futura ciudad, tenias picos altos y siempre nevados, pero eran de faldas frondosas donde árboles de flores amarillas y rosa pálido, cubrían en primavera todo el paisaje montuno con alfombras de esos colores; al igual que en otoño se vestía todo de marrón claro y rojizo anunciando la nevada cercana.
Haciéndose de un campamento en los bosques que se erguían a los pies de la meseta donde las tres cascadas bendecían el valle con sus claras aguas, vivieron allí temporalmente. Con la ayuda de Súlimo, densas neblinas se levantaban por todo el valle y lo hacían oculto a los ojos de cualquiera, logrando así que no fueran perturbados de forma alguna mientras edificaban Olostion.
Pasaron casi tres años, cuando por fin llegó la compañía venida de Erebor y ayudo grandemente en las labores de construcción y muchas gracias vinieron de la unión de los conocimientos y artes de ambos pueblos; elfos y enanos trabajaron juntos como jamas sé habia visto despues de la reconstruccion y el embellecimiento de Gondor y como no se supo luego.
Luego de casi 12 años de trabajos y afanes al fin se hizo una gran fiesta por la culminación de la ciudad y gente de muchos sitios fue invitada, y todos quedaban maravillados por lo imponente de sus estructuras, que solo habían imaginado en sueños, aun cuando la ciudad misma provino de uno.
Desde lejos en el camino se podía ver entre los bosquecillos que bordeaban la senda, la ruta que llevaba directamente hasta la puerta de brillo de plata que cerraba el paso a cualquiera que tratara de entrar a la gran ciudad. Estaba en la boca de una garganta angosta que a medida que se avanzaba por ella, comenzaba a subir en nivel hasta llegar a la altura de la parte plana, donde la ciudad tenia sus bases. Esta puerta era resguardada por los flancos con muros altos y lisos que la hacían infranqueable. Era siempre vigilada por un grupo de centinelas que con oído y ojos agudos podían prever la intromisión de cualquier extraño cercano al reino. Grandes escaleras blancas como las perlas, con descansos amplios interniveles llevaban a lo alto, a la plaza que se abría en bienvenida a la ciudad y por donde se encontraba gran parte de la actividad comercial del reino.
Las sendas que desde allí corrían podrían dirigir a cualquier sitio, uno más hermoso que otro; girando hacia la derecha desde la entrada, la torre consagrada a Varda "Altari mindon"; hacia la izquierda, la gran cascada y las cavernas de cristal, de frente el magnifico palacio donde residían los lideres del reino; Y muchos otros mas como los jardines de Faingwaloth (de hermosas flores blancas, con brillo de plata) o las fuentes de mármol en los portales hacia la entrada del palacio, o cualquiera de las calles empedradas en señorial acabado bordeados en jade y ónice; Puertas, umbrales, ventanales, salas y más con detalles en oro y plata maciza, con abundantes diseños esculpidos en las paredes, donde la escritura feänoriana emergía en cada estampa. Orgullosa entre las ciudades de antaño creció y se hizo fuerte, levantándose entonces la niebla que la invistiera por tantos años mostrando la belleza de la gran torre blanca que miraba en lo alto desde el norte hacia el suroeste con ojo avizor escrutando todo lo que se movía. Y detrás al fin como lo viera en un principio Vilendil, el gran palacio con la cúpula dorada, emanando rayos azulados, blancos y dorados saludando a Anar en el poniente.
Además de Olostion, Nenledhost se le llamo a la ciudad en Sindarin(la lengua común) "la ciudad de las tres aguas", también Mithramin, "la de los muros de plata", sin embargo siempre era referida por Vilendil como Meluvenorë (Meluvenor "tierra amada de Erú, Iluvatar") y con ese nombre se bautizó. Mientras reunidos bajo la cascada Herimistë (Quenya), madre del Sirhelë (río de cristal, en sindarin) los enviados elevaban alabanzas de agradecimiento a Iluvatar y los valar bendecían con una noche bañada de estrellas el cielo que los cubría entonces.
Así entonces luego de varios días de jornada, llego al fin al lindero nor- occidental del bosque negro, donde el río proveniente de las montañas grises se adentraba en él atravesándolo hasta llegar al Celduin ( rió rápido) mucho mas allá hacia el sur este de Rhovanion. Estando ya en las cercanías del pueblo de los elfos que vivían allí con los cuales tenia cierto parentesco, se quedo con ellos por muchos días mientras en secreto convocaba a sus fieles seguidores y amigos para hablarles de la empresa, que le había ganado el corazón y el animo una tarde indeleble, hacia ya algunos meses. Consiguiendo mucha tierra fértil en la voluntad y lealtad de sus compañeros, dirigió palabras hermosas y justas inflamando de emoción y ansiedad las mentes y almas de su gente, como lo hiciera el Feänor en la víspera de la marcha fuera de Aman, sembrando en ellos, semillas de esperanza en una plaza fuerte contra el enemigo que ya comenzaba a sentirse cada vez mas y el anhelo de una alianza única contra todo mal, aun cuando algunos veían algo distante una unión semejante.
Tan grande fue la acogida recibida por los discursos y palabras de Vilendil que logro reunir al fin unos cientos de hombres y mujeres dispuestos para marchar, y puso a orden algunos lideres para los preparativos pertinentes para el éxodo secreto hacia el este que se haría según lo acordado en forma escalonada para no ser advertidos por ojos enemigos o curiosos. Luego llamando a los lideres a consejo hablo con cada uno dándoles ciertas ordenes especificas:
Eladan lleva a tu gente hacia el camino del bosque y luego al lindero este donde el rio celduin fluye cercano, luego de haber preparado todo lo necesario a un 1 mes de mi partida. Allí han de encontrarme y los dirigiré el resto del camino. Aredhel, hermano mío, cuenta luego de la partida de Eladan 5 días, para seguirnos con tu grupo, te dejaremos huellas claras para que no pierdan el rumbo. Caledhel, has lo propio luego de 5 días mas con el resto de los tuyos. Así estaremos andando casi juntos tomando el río como guía hacia el sureste hasta llegar a la unión de las aguas que fluyen del norte, del Carnen y desde allí en línea recta hacia el este. Yo viajare hacia Erebor, Ered Mithrin y luego con un poco de suerte y tiempo recorreré los limites de Lothlorien donde quizás encontremos algunos elfos valientes que deseen unirse a nuestra empresa, aunque de eso se hablara luego. Por el momento parto ya deprisa hacia Erebor, donde viejos amigos nuestros pueden brindarnos gran ayuda en la construcción de Olostion, si logro persuadirlos para ello. Espero no tardarme mas de lo convenido y estar a tiempo para mi encuentro contigo Eladan. De cualquier forma ese día una señal por los cielos os enviare, sabrán entonces que el tiempo esta presto"
Asi fue hecho, y a la mañana siguiente al despertar Anar en el oriente, Vilendil estaba emprendiendo el rumbo hacia Erebor que estaba solo a un par de jornadas de alli. Donde seria recibido con alegría por la gente que lo conocía desde hacia tiempo siendo visto con respeto por los pobladores de esa región; Era uno de los pocos Elfos que aun visitaba la ciudad y que mantenia estrecha relacion con esa raza y que ademas habia sido puente de intercambio comercial entre los elfos del Bosque y ellos, con lo cual grandes beneficios recibieron ambos pueblos.
Luego de varios días de estadía, consulto y pidió ayuda a los nobles señores de los enanos, para la realización de su proyecto, ya que sabia de la calidad artesanal y de albañilería con la que se bendeciría la construcción de la ciudad, si se contara a estos grandes artífices como aliados. Además de presentar ante ellos un tratado de alianza y hermandad contra las fuerzas oscuras que ya estaban moviéndose por el sur, haciendo entonces un solo frente contra él. Pensaron por largo rato la decisión final antes de decidirse por aceptar la oferta. Sin embargo la ayuda vendría de la mano de algunos pocos enanos y cuando, ya estuviese algo comenzada la obra, ya que no muchos estaban dispuestos a dejar sus hogares y no todos tenían tanto afecto por la gente de las afueras de la ciudad; pero no serian de modo alguno, los menos hábiles. Serian esos pocos, algunos de los más grandes creadores de formas conocidos hasta entonces y que alcanzarían renombre por el fruto de sus obras.
Luego de dos semanas, teniendo tal apoyo de parte de los señores de Erebor, partió de nuevo y al fin hacia su morada natal, para buscar consejo e iluminación en las altas montañas antes de marchar al fin hacia el sur. Y prepararse para los largos días por venir.
Sucedió que viajando una tarde por el brezal marchito ya cercano a las montañas grises, decidió acampar en una pequeña arboleda, y pasar la noche allí. Cuando a mitad de la noche, el fuego de la hoguera se extinguió de pronto y por la llanura oscura se levanto un mar negro de sombras donde figuras de ojos brillantes y burlonas danzaban de un lado a otro acechándolo. Echo mano a Luiringil, que le colgaba del ciño. La desenfundo y llevándosela a la altura de los ojos dijo en voz serena:
"Mí lomë mornë nurtielyë, nan helceluin uva autielyë"
(En la oscura noche se esconden, pero el filo azulado del hielo azul no podrán huir)
Así por las artes de su madre, Annariel, encendió un fuego blanco en un circulo entorno a él y preparándose para atacar, allí los vio: una banda pequeña de orcos gruesos montando hienas nauseabundas que reian y mofaban entre colmillos largos, sucios de donde pendia inmundicia de sus bocas, que simulaban saliva; eran seis a lo mucho y no titubearon demasiado para iniciar el ataque.
Pero no había transcurrido ni un minuto y ya dos de ellos estaban mordiendo el suelo mientras dos mas ya se le venían encima, pero con dos giros rápidos y certeros cayeron igual en agonía, al momento que las bestias horrendas huían espantadas.. Temible era la figura de Atanvardo que se veía a la luz de aquel fuego, sosteniendo amenazante la espada azul y causo miedo en ellos, sin embargo motivados por el odio, decidieron atacar por ambos flancos tratando de atraparlo, pero fue inútil ya que este se les adelanto y corriendo hacia uno de ellos esquivando el golpe, lo tomo por los negros brazos y lo hizo girar en si mismo colocándolo a espaldas de su compañero que ya había dejado caer con fuerza la espada sobre su cabeza, dándole muerte entonces. Aprovechando entonces la sorpresa del orco atacante dio una vuelta hacia un lado y en un solo movimiento le atesto el filo por un costado dejándolo con los brazos en alto sosteniendo la daga que matara a su propio linaje.
El fuego se disipo al morir la lucha y Atanvardo decidió no permanecer mas en el sitio; y la mañana ya lo veía caminando de nuevo por las llanuras solitarias.
Pasado diez días de su llegada a Ered Mithrin al fin se acerco la hora de encontrarse con sus hermanos. Amanecía el onceavo día y el sol lo descubrió en las cercanías de un pequeño lago congelado, mientras ya se colgaba el fardo para emprender el viaje, cuando de pronto entre la niebla montuna, surgió como de un espejismo, un corcel blanco como la escarcha, con una mancha negra en la frente y de crines blancas con mechones finos oscuros, el cual pacía a pocos metros de él. Y encontrándose fascinado por la belleza que no conociera en animal semejante lo llamó: ¡Nixelotë! ( Escarcha en flor) y este levanto la cabeza como oyendo. Desde entonces siempre atendió a su llamado y muchas leguas cabalgaron juntos, llegando a lugares recónditos donde lo llevara la aventura o la lucha amarga.
Se dejo montar aun sin rienda ni silla entonces y comenzaron la marcha, era un corcel vigoroso y fuerte y no conocía el cansancio. Parecía ser llevado en las alas del viento y que el aliento de Manwë habitaba en él.
Esa mañana por petición de Vilendil, un águila guardián de las montañas levantó vuelo y sé dirigió hacia el gran bosque allá en el sur. Y Eladan lo vio al igual que su gente. El tiempo había llegado.
Eladan comenzó la marcha la tarde de ese día, mientras Atanvardo a toda prisa recorría la llanura hacia la Carroca, luego los campos glaudios y por ultimo ya entrado el amanecer del día siguiente el valle del arroyo sombrío.
Habían transcurrido 6 días casi y ya el tercer grupo estaba partiendo desde el bosque; La mañana de ese día Atanvardo venia de regreso de Lothlorien y estaba ya cerca de la unión de las corrientes de agua.
En Lothlorien residía un amigo suyo, al cual un pasado doloroso lo aquejaba y de alguna forma lo unía a Vilendil; ahora le proponia que se le uniera en la jornada de viaje hacia la tierra distante del Este. Marneus era el nombre con que la mayoría de la gente conocía a este noble elfo, hijo de Fanhir nacido en Lothlorien, un gran arquero que poseía extraordinaria puntería y gran manejo en el uso de las armas. Solo a él le comento acerca de la nueva empresa que estaba por comenzar y de que se le uniera en la lucha contra el enemigo, en las luchas de tiempos futuros. Vilendil quería contarlo entre unos de los suyos debido a la vieja amistad que los unía además de sus excelentes habilidades y su valor de guerrero experimentado.
Vilendil no se atrevió a hablar de esto con nadie mas allí en la ciudad dorada; sentia que el tiempo para dar a conocer la idea de la gran ciudad era muy joven aun.
Hablaron todo ese día y la tarde marco el fin del encuentro. Despididiéndose de Thinedhel (Marneus), Atanvardo marchó al encuentro de los suyos al amanecer del siguiente día. El medio elfo del bosque dorado, como era a veces llamado, había decidido pensar la propuesta y de decidirse lo seguiría cruzando montañas y llanos, días y noches hasta llegar a él y brindarle la ayuda siempre necesaria. De cualquier forma aun no marcharía ya que otros asuntos le ocupaban la mente.
Eladan en la tarde del quito día, envió a un mensajero para que regresando sobre sus pasos se encontrara con el grupo que dirigía Aredhel el noble, y que estaría ya en camino, para notificarles la ruta seguir.
Al fin Vilendil y Eladan se encontraron con prontitud en los afluentes, allí partieron durante muchos días y noches, semanas, hasta llegar por fin al lugar predicho para forjar las bases de la gran ciudad: La cascada madre "herimistë" (la señora de la fina lluvia), que caia desde lo alto bendiciendo la tierra alta y llana, vertiendose en tres cascadas mas abajo, hacia el valle de Sirineldion (de los tres rios.
Las montañas donde se hallaba la meseta de la futura ciudad, tenias picos altos y siempre nevados, pero eran de faldas frondosas donde árboles de flores amarillas y rosa pálido, cubrían en primavera todo el paisaje montuno con alfombras de esos colores; al igual que en otoño se vestía todo de marrón claro y rojizo anunciando la nevada cercana.
Haciéndose de un campamento en los bosques que se erguían a los pies de la meseta donde las tres cascadas bendecían el valle con sus claras aguas, vivieron allí temporalmente. Con la ayuda de Súlimo, densas neblinas se levantaban por todo el valle y lo hacían oculto a los ojos de cualquiera, logrando así que no fueran perturbados de forma alguna mientras edificaban Olostion.
Pasaron casi tres años, cuando por fin llegó la compañía venida de Erebor y ayudo grandemente en las labores de construcción y muchas gracias vinieron de la unión de los conocimientos y artes de ambos pueblos; elfos y enanos trabajaron juntos como jamas sé habia visto despues de la reconstruccion y el embellecimiento de Gondor y como no se supo luego.
Luego de casi 12 años de trabajos y afanes al fin se hizo una gran fiesta por la culminación de la ciudad y gente de muchos sitios fue invitada, y todos quedaban maravillados por lo imponente de sus estructuras, que solo habían imaginado en sueños, aun cuando la ciudad misma provino de uno.
Desde lejos en el camino se podía ver entre los bosquecillos que bordeaban la senda, la ruta que llevaba directamente hasta la puerta de brillo de plata que cerraba el paso a cualquiera que tratara de entrar a la gran ciudad. Estaba en la boca de una garganta angosta que a medida que se avanzaba por ella, comenzaba a subir en nivel hasta llegar a la altura de la parte plana, donde la ciudad tenia sus bases. Esta puerta era resguardada por los flancos con muros altos y lisos que la hacían infranqueable. Era siempre vigilada por un grupo de centinelas que con oído y ojos agudos podían prever la intromisión de cualquier extraño cercano al reino. Grandes escaleras blancas como las perlas, con descansos amplios interniveles llevaban a lo alto, a la plaza que se abría en bienvenida a la ciudad y por donde se encontraba gran parte de la actividad comercial del reino.
Las sendas que desde allí corrían podrían dirigir a cualquier sitio, uno más hermoso que otro; girando hacia la derecha desde la entrada, la torre consagrada a Varda "Altari mindon"; hacia la izquierda, la gran cascada y las cavernas de cristal, de frente el magnifico palacio donde residían los lideres del reino; Y muchos otros mas como los jardines de Faingwaloth (de hermosas flores blancas, con brillo de plata) o las fuentes de mármol en los portales hacia la entrada del palacio, o cualquiera de las calles empedradas en señorial acabado bordeados en jade y ónice; Puertas, umbrales, ventanales, salas y más con detalles en oro y plata maciza, con abundantes diseños esculpidos en las paredes, donde la escritura feänoriana emergía en cada estampa. Orgullosa entre las ciudades de antaño creció y se hizo fuerte, levantándose entonces la niebla que la invistiera por tantos años mostrando la belleza de la gran torre blanca que miraba en lo alto desde el norte hacia el suroeste con ojo avizor escrutando todo lo que se movía. Y detrás al fin como lo viera en un principio Vilendil, el gran palacio con la cúpula dorada, emanando rayos azulados, blancos y dorados saludando a Anar en el poniente.
Además de Olostion, Nenledhost se le llamo a la ciudad en Sindarin(la lengua común) "la ciudad de las tres aguas", también Mithramin, "la de los muros de plata", sin embargo siempre era referida por Vilendil como Meluvenorë (Meluvenor "tierra amada de Erú, Iluvatar") y con ese nombre se bautizó. Mientras reunidos bajo la cascada Herimistë (Quenya), madre del Sirhelë (río de cristal, en sindarin) los enviados elevaban alabanzas de agradecimiento a Iluvatar y los valar bendecían con una noche bañada de estrellas el cielo que los cubría entonces.
