CAPÍTULO II: ¿Qué puede hacer el zorro?
Kurama se despertó, extrañado de encontrarse en el sofá. Se frotó los ojos, soñoliento, y se levantó.
- Supongo que olvidé meterme en la cama. - Bostezó - ¡¡AH, SÍ¡¡ - Gritó, corriendo hacia su cuarto. Había olvidado que Hiei estaba allí.
- ¿Hiei? - Pero cuando entró en la habitación, ahí ya no había nadie.
"¿Dónde se habrá metido?" Estaba seguro de no haberlo soñado porque la cama estaba deshecha, prueba de que alguien había dormido en ella.
- Me pregunto por qué se habrá ido. - Suspiró.
La otra noche estaba tan cansado que ni siquiera oyó a Hiei marcharse. "Espero que no tuviera otro de esos sueños. Si lo tuvo, no le fui de mucha ayuda." Salió de la habitación. Todavía llevaba la misma ropa que el día anterior. "Me daré una ducha y me iré a clase."
Mientras caminaba calle abajo, Kurama notó el ki de Hiei. Éste había regresado y le observaba desde un árbol.
- ¿Hiei? Hiei, ¿estás ahí?
El jaganshi bajó del árbol de un salto.
- Siempre he pensado que esa. cosa de los humanos que tu llamas 'instituto' era una equivocación.
Kurama no tenía ni idea de qué quería decir con eso.
- ¿Qué?
- Anoche estabas tan hecho polvo que ni siquiera te diste cuenta de que me marché. Eres un youko, hubiera jurado que eras capaz de oírme.
Kurama aún estaba algo perdido, pero dejó a un lado su confusión y sonrió.
- ¿Por qué te fuiste? Podríamos haber tomado un té o cualquier cosa.
Hiei desvió la mirada.
- Hn - Fue todo lo que respondió.
- ¿Qué es lo que te pasa Hiei? - Kurama avanzó hasta él, tomando su cara entre ambas manos, obligándole a mirarle a los ojos - Sé que algo va mal. ¿Es por el sueño? ¿Por qué no me lo cuentas? - Pero Hiei se había quedado en blanco frente a los ojos color esmeralda del kitsune.
Volvió a tomar conciencia de la situación. Se zafó de las manos de Kurama.
- No tiene importancia
Kurama le miró con el ceño fruncido. "Así que he acertado".
- Me pregunto si ha pasado algo más en ese sueño tuyo - Le agarró por el brazo y empezó a llevárselo a estirones de vuelta a su casa - Hiei, quiero que me cuentes ABSOLUTAMENTE TODO lo que ha pasado en tu sueño.
- Hn. ¡Estúpido zorro! ¿Y qué pasa con tus clases? - Protestó Hiei.
- Tú me importas más que todas las clases del mundo. Eres mi mejor amigo y algo te sucede.
Hiei miró al suelo. Se sentía como una criatura y sentía, también, que lo estaban tratando como tal. Pero, por alguna razón, permitió que Kurama le llevara otra vez a su casa.
Estaba sentado en el sillón de Kurama, los pies colgando, sin llegarle al suelo. Kurama entró con el te o, al menos, lo que Hiei pensaba que era te. "Y venga te. A esta gente debe de encantarle." Miró el contenido de la taza. Era más oscuro que el te que Kurama solía preparar. Estaba a punto de decir algo, pero la respuesta llegó antes que la pregunta.
- Esto es chocolate. ¿Recuerdas?
Volvió a mirar la taza. Cuando abrió la boca para intentar hablar de nuevo, Kurama le tendió una caja.
- Galletas. ¿Verdad?
Asintió con la cabeza. A veces tenía la sensación de que Kurama podía leerle el pensamiento. Aunque, conociendo al zorro, eso no debía sorprenderle.
- Coge todas las que quieras. Iré a buscar algo para comer, y después podemos hablar sobre tu sueño.
Hiei suspiró. "¿Por qué estoy soñando estas cosas? Kurama quiere que se lo explique, hn, pero él no lo entendería." Hiei pensó en ponerse en pie y largarse, hasta que oyó la voz de su amigo desde la cocina.
- Hiei, si te vas, te traeré de vuelta aunque sea a rastras.
Bueno, ahí tenía la respuesta. Supuso que era mejor quedarse. Se sentía desvalido, y esa era una sensación rara en él.
Súbitamente, fragmentos del extraño sueño aparecieron en su cabeza. Rápidamente, una y otra vez, como si no fueran a parar nunca. Continuaba viendo a aquel hombre que se parecía a él, pero que no tenía Jagan. Después veía a Kurama, en su forma de youko, el cabello plateado flotando tras de sí mientras se abalanzaba sobre el demonio de la capa negra. Todo lo que podía distinguir eran flashes, sin detalles. Finalmente, Kurama se acercaba a un niño pequeño. Era Hiei. Se le veía indefenso y asustado. Tenía un corte en el brazo por el que se derramaba la sangre. ¿Estaba malherido?
Estaba sintiendo lo mismo que sentía aquella versión infantil suya. Se sentía como si realmente tuviera tres años. Como un niño desamparado.
- ¡No! ¡¡¡Salid de mi cabeza!!! - gritó, cayendo de rodillas. Dejó una enorme mella en la mesa al golpearla con los puños - Fuera ¡¡¡FUERA!!!
Kurama corrió a socorrer a su amigo al verle retorciéndose de dolor, o tal vez a causa de la desesperación y el miedo.
- ¡Hiei! ¡¡Hiei, escucha!! No pasa nada. Estoy aquí contigo.
Hiei pareció calmarse. Tenía una mirada vacía, inerte.
Cayó sin sentido en los brazos de Kurama.
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Holaa! Aquí tenemos el segundo capítulo. ¿Qué tal? ¿Os ha gustado? Espero que sí ^_^
Como podéis ver son cortitos, así que no tardaremos en poner el tercero.
Hasta pronto!!!
Kurama se despertó, extrañado de encontrarse en el sofá. Se frotó los ojos, soñoliento, y se levantó.
- Supongo que olvidé meterme en la cama. - Bostezó - ¡¡AH, SÍ¡¡ - Gritó, corriendo hacia su cuarto. Había olvidado que Hiei estaba allí.
- ¿Hiei? - Pero cuando entró en la habitación, ahí ya no había nadie.
"¿Dónde se habrá metido?" Estaba seguro de no haberlo soñado porque la cama estaba deshecha, prueba de que alguien había dormido en ella.
- Me pregunto por qué se habrá ido. - Suspiró.
La otra noche estaba tan cansado que ni siquiera oyó a Hiei marcharse. "Espero que no tuviera otro de esos sueños. Si lo tuvo, no le fui de mucha ayuda." Salió de la habitación. Todavía llevaba la misma ropa que el día anterior. "Me daré una ducha y me iré a clase."
Mientras caminaba calle abajo, Kurama notó el ki de Hiei. Éste había regresado y le observaba desde un árbol.
- ¿Hiei? Hiei, ¿estás ahí?
El jaganshi bajó del árbol de un salto.
- Siempre he pensado que esa. cosa de los humanos que tu llamas 'instituto' era una equivocación.
Kurama no tenía ni idea de qué quería decir con eso.
- ¿Qué?
- Anoche estabas tan hecho polvo que ni siquiera te diste cuenta de que me marché. Eres un youko, hubiera jurado que eras capaz de oírme.
Kurama aún estaba algo perdido, pero dejó a un lado su confusión y sonrió.
- ¿Por qué te fuiste? Podríamos haber tomado un té o cualquier cosa.
Hiei desvió la mirada.
- Hn - Fue todo lo que respondió.
- ¿Qué es lo que te pasa Hiei? - Kurama avanzó hasta él, tomando su cara entre ambas manos, obligándole a mirarle a los ojos - Sé que algo va mal. ¿Es por el sueño? ¿Por qué no me lo cuentas? - Pero Hiei se había quedado en blanco frente a los ojos color esmeralda del kitsune.
Volvió a tomar conciencia de la situación. Se zafó de las manos de Kurama.
- No tiene importancia
Kurama le miró con el ceño fruncido. "Así que he acertado".
- Me pregunto si ha pasado algo más en ese sueño tuyo - Le agarró por el brazo y empezó a llevárselo a estirones de vuelta a su casa - Hiei, quiero que me cuentes ABSOLUTAMENTE TODO lo que ha pasado en tu sueño.
- Hn. ¡Estúpido zorro! ¿Y qué pasa con tus clases? - Protestó Hiei.
- Tú me importas más que todas las clases del mundo. Eres mi mejor amigo y algo te sucede.
Hiei miró al suelo. Se sentía como una criatura y sentía, también, que lo estaban tratando como tal. Pero, por alguna razón, permitió que Kurama le llevara otra vez a su casa.
Estaba sentado en el sillón de Kurama, los pies colgando, sin llegarle al suelo. Kurama entró con el te o, al menos, lo que Hiei pensaba que era te. "Y venga te. A esta gente debe de encantarle." Miró el contenido de la taza. Era más oscuro que el te que Kurama solía preparar. Estaba a punto de decir algo, pero la respuesta llegó antes que la pregunta.
- Esto es chocolate. ¿Recuerdas?
Volvió a mirar la taza. Cuando abrió la boca para intentar hablar de nuevo, Kurama le tendió una caja.
- Galletas. ¿Verdad?
Asintió con la cabeza. A veces tenía la sensación de que Kurama podía leerle el pensamiento. Aunque, conociendo al zorro, eso no debía sorprenderle.
- Coge todas las que quieras. Iré a buscar algo para comer, y después podemos hablar sobre tu sueño.
Hiei suspiró. "¿Por qué estoy soñando estas cosas? Kurama quiere que se lo explique, hn, pero él no lo entendería." Hiei pensó en ponerse en pie y largarse, hasta que oyó la voz de su amigo desde la cocina.
- Hiei, si te vas, te traeré de vuelta aunque sea a rastras.
Bueno, ahí tenía la respuesta. Supuso que era mejor quedarse. Se sentía desvalido, y esa era una sensación rara en él.
Súbitamente, fragmentos del extraño sueño aparecieron en su cabeza. Rápidamente, una y otra vez, como si no fueran a parar nunca. Continuaba viendo a aquel hombre que se parecía a él, pero que no tenía Jagan. Después veía a Kurama, en su forma de youko, el cabello plateado flotando tras de sí mientras se abalanzaba sobre el demonio de la capa negra. Todo lo que podía distinguir eran flashes, sin detalles. Finalmente, Kurama se acercaba a un niño pequeño. Era Hiei. Se le veía indefenso y asustado. Tenía un corte en el brazo por el que se derramaba la sangre. ¿Estaba malherido?
Estaba sintiendo lo mismo que sentía aquella versión infantil suya. Se sentía como si realmente tuviera tres años. Como un niño desamparado.
- ¡No! ¡¡¡Salid de mi cabeza!!! - gritó, cayendo de rodillas. Dejó una enorme mella en la mesa al golpearla con los puños - Fuera ¡¡¡FUERA!!!
Kurama corrió a socorrer a su amigo al verle retorciéndose de dolor, o tal vez a causa de la desesperación y el miedo.
- ¡Hiei! ¡¡Hiei, escucha!! No pasa nada. Estoy aquí contigo.
Hiei pareció calmarse. Tenía una mirada vacía, inerte.
Cayó sin sentido en los brazos de Kurama.
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Holaa! Aquí tenemos el segundo capítulo. ¿Qué tal? ¿Os ha gustado? Espero que sí ^_^
Como podéis ver son cortitos, así que no tardaremos en poner el tercero.
Hasta pronto!!!
