HOLA A TODOS. BIEN, BIEN, YA TENEMOS AQUÍ EL CUARTO. LA IDEA ES IR
PUBLICANDO UN CAPÍTULO CADA 2 O 3 DÍAS, QUE ES MÁS O MENOS LO QUE SE TARDA
EN TENERLOS LISTOS. ESTE CAPÍTULO ES UNO DE MIS FAVORITOS, ESPERO QUE OS
GUSTE¡¡ ^_^ VASLAV
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CAPÍTULO 4: ¡Rumbo al Makai!
Kurama, Yusuke y un aterrado Hiei llegaron a casa de Kuwabara. Hiei temblaba, repitiendo "Ayúdame", una y otra vez.
- ¿Qué pasa? ¿Quién es ese crío? - Kuwabara estaba desconcertado. ¿Por qué tenían sus amigos aquellas caras de susto?
- Por favor Kuwabara, te lo explicaremos camino del Makai. Tú ven con nosotros. - Kurama dijo esto gritando. No estaba enfadado, sino muy nervioso. ¿Qué le estaba pasando a Hiei? Hubiera deseado introducirse en su cerebro y poder ver aquellas imágenes que le atormentaban.
Kuwabara corrió tras los demás. Kurama le explicó lo que había ocurrido, y que el niño era Hiei. Normalmente, cuando se encontraban, Kuwabara solía decirle algo desagradable al jaganshi, pero todo lo que mostró en aquella ocasión fue preocupación por un amigo. Aunque no lo admitiría ni muerto, en realidad no le deseaba nada malo a Hiei.
- Ya veo. - Fue la brillante respuesta de Kuwabara. Se quedó mirando al asustado niño que, de repente, tuvo un ataque de pánico. Temblaba violentamente e intentaba desasirse de Kurama, gritando de miedo. Volvía a tener aquella mirada vacía. Estaba perdido en otra pesadilla.
- ¡Le está pasando otra vez! - La voz de Kurama sonaba llena de preocupación - ¡Debemos llevarle al Makai ahora mismo!
Yusuke asintió. Corrieron hacia el lugar donde se encontraba el portal hacia el otro mundo. Kurama fue el primero en pasar, le siguieron Yusuke y después Kuwabara. Hiei seguía luchando por liberarse de Kurama. Finalmente, el abrazo del zorro se soltó y Hiei cayó al suelo, huyendo a todo correr.
- ¡Hiei! ¡Vuelve! - Fue inútil. Hiei estaba demasiado asustado para oír al kitsune.
- ¡Oh, mierda! ¡No podemos perderle! ¡Vamos! - Dijo Yusuke, antes de darse cuenta de que Kurama ya corría tras el pequeño demonio de fuego.
- ¡Sí! - Respondió Kuwabara. Y arrancó a correr tras los otros tres - ¡Esperadme!
- ¡Vamos Kuwabara! Deja de actuar como una abuelo y corre. - Kuwabara estaba apunto de responderle algo a Yusuke, pero había cosas más importantes de que ocuparse.
Hiei corría con los ojos desorbitados a través del Mundo Infernal. "¿Dónde estoy?" Cayó de rodillas y empezó a sollozar.
- No llores niño. - Dijo una escalofriante voz surgida de la nada - Serénate. ¿Quieres quedarte sólo para siempre? - Continuó aquella voz fría y cruel.
- ¿Q-Qué? - Contestó, temblando.
- Me repugnas. No es extraño que te echaran del lugar donde naciste y que te llamaran `el Niño Maldito´. No sirves para nada. Acabemos con esto de una vez. Alguien hubiera acabado contigo de todas formas.
El hombre que había hablado así salió de detrás de un árbol.
- Eres tan insignificante. No vales nada. Nadie te querrá jamás. Estás maldito para siempre. - Añadió. Se parecía mucho a Hiei, sólo que mucho más alto. Cogió a Hiei por la camiseta y le levantó, sosteniéndole en el aire - Permíteme terminar con tu miserable vida, como hizo la ramera de tu madre.
"Hiei, ¿dónde estás?" Kurama se sentía frustrado. Tenía que encontrar a Hiei, el pequeño estaba sólo. Mientras caminaba, escuchó un sollozo. ¡Era Hiei! Y estaba en apuros. Arrancó a correr tan rápido como le fue posible. Llegó a un claro a tiempo de ver como un hombre lo levantaba y estaba a punto de asestarle un golpe mortal.
- ¡Suéltale! - Gritó, precipitándose hacia ellos. La furia le consumía de tal manera que en un abrir y cerrar de ojos estuvo a la altura del hombre de negro, haciéndole volar por los aires de un puñetazo.
Kurama tomó a Hiei en brazos y le abrazó, apretándole fuertemente contra si. El demonio se puso en pie y rió.
- Un protector, por lo que veo. Bien, será mejor que seas bueno. Volveremos a vernos. - Y desapareció.
- ¡¡Kuramaaaaa!! ¿Dónde estás? - Eran los gritos de Yusuke y Kuwabara.
- Bueno pituso, ¿nos vamos?
Hiei miró al kitsune, se le cerraron los ojos y cayó dormido sobre su hombro, agotado. "Bien, descansa. Tengo el presentimiento de que esto aún no ha terminado."
Kurama fue hasta donde estaban sus otros dos compañeros.
- Yusuke, debemos tener mucho cuidado. Nos enfrentamos a un rival difícil de vencer. - Se puso en marcha de nuevo.
- ¿Qué? Kurama, ¿quién es ese youkai del que hablas?
- Os lo explicaré más adelante.
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CAPÍTULO 4: ¡Rumbo al Makai!
Kurama, Yusuke y un aterrado Hiei llegaron a casa de Kuwabara. Hiei temblaba, repitiendo "Ayúdame", una y otra vez.
- ¿Qué pasa? ¿Quién es ese crío? - Kuwabara estaba desconcertado. ¿Por qué tenían sus amigos aquellas caras de susto?
- Por favor Kuwabara, te lo explicaremos camino del Makai. Tú ven con nosotros. - Kurama dijo esto gritando. No estaba enfadado, sino muy nervioso. ¿Qué le estaba pasando a Hiei? Hubiera deseado introducirse en su cerebro y poder ver aquellas imágenes que le atormentaban.
Kuwabara corrió tras los demás. Kurama le explicó lo que había ocurrido, y que el niño era Hiei. Normalmente, cuando se encontraban, Kuwabara solía decirle algo desagradable al jaganshi, pero todo lo que mostró en aquella ocasión fue preocupación por un amigo. Aunque no lo admitiría ni muerto, en realidad no le deseaba nada malo a Hiei.
- Ya veo. - Fue la brillante respuesta de Kuwabara. Se quedó mirando al asustado niño que, de repente, tuvo un ataque de pánico. Temblaba violentamente e intentaba desasirse de Kurama, gritando de miedo. Volvía a tener aquella mirada vacía. Estaba perdido en otra pesadilla.
- ¡Le está pasando otra vez! - La voz de Kurama sonaba llena de preocupación - ¡Debemos llevarle al Makai ahora mismo!
Yusuke asintió. Corrieron hacia el lugar donde se encontraba el portal hacia el otro mundo. Kurama fue el primero en pasar, le siguieron Yusuke y después Kuwabara. Hiei seguía luchando por liberarse de Kurama. Finalmente, el abrazo del zorro se soltó y Hiei cayó al suelo, huyendo a todo correr.
- ¡Hiei! ¡Vuelve! - Fue inútil. Hiei estaba demasiado asustado para oír al kitsune.
- ¡Oh, mierda! ¡No podemos perderle! ¡Vamos! - Dijo Yusuke, antes de darse cuenta de que Kurama ya corría tras el pequeño demonio de fuego.
- ¡Sí! - Respondió Kuwabara. Y arrancó a correr tras los otros tres - ¡Esperadme!
- ¡Vamos Kuwabara! Deja de actuar como una abuelo y corre. - Kuwabara estaba apunto de responderle algo a Yusuke, pero había cosas más importantes de que ocuparse.
Hiei corría con los ojos desorbitados a través del Mundo Infernal. "¿Dónde estoy?" Cayó de rodillas y empezó a sollozar.
- No llores niño. - Dijo una escalofriante voz surgida de la nada - Serénate. ¿Quieres quedarte sólo para siempre? - Continuó aquella voz fría y cruel.
- ¿Q-Qué? - Contestó, temblando.
- Me repugnas. No es extraño que te echaran del lugar donde naciste y que te llamaran `el Niño Maldito´. No sirves para nada. Acabemos con esto de una vez. Alguien hubiera acabado contigo de todas formas.
El hombre que había hablado así salió de detrás de un árbol.
- Eres tan insignificante. No vales nada. Nadie te querrá jamás. Estás maldito para siempre. - Añadió. Se parecía mucho a Hiei, sólo que mucho más alto. Cogió a Hiei por la camiseta y le levantó, sosteniéndole en el aire - Permíteme terminar con tu miserable vida, como hizo la ramera de tu madre.
"Hiei, ¿dónde estás?" Kurama se sentía frustrado. Tenía que encontrar a Hiei, el pequeño estaba sólo. Mientras caminaba, escuchó un sollozo. ¡Era Hiei! Y estaba en apuros. Arrancó a correr tan rápido como le fue posible. Llegó a un claro a tiempo de ver como un hombre lo levantaba y estaba a punto de asestarle un golpe mortal.
- ¡Suéltale! - Gritó, precipitándose hacia ellos. La furia le consumía de tal manera que en un abrir y cerrar de ojos estuvo a la altura del hombre de negro, haciéndole volar por los aires de un puñetazo.
Kurama tomó a Hiei en brazos y le abrazó, apretándole fuertemente contra si. El demonio se puso en pie y rió.
- Un protector, por lo que veo. Bien, será mejor que seas bueno. Volveremos a vernos. - Y desapareció.
- ¡¡Kuramaaaaa!! ¿Dónde estás? - Eran los gritos de Yusuke y Kuwabara.
- Bueno pituso, ¿nos vamos?
Hiei miró al kitsune, se le cerraron los ojos y cayó dormido sobre su hombro, agotado. "Bien, descansa. Tengo el presentimiento de que esto aún no ha terminado."
Kurama fue hasta donde estaban sus otros dos compañeros.
- Yusuke, debemos tener mucho cuidado. Nos enfrentamos a un rival difícil de vencer. - Se puso en marcha de nuevo.
- ¿Qué? Kurama, ¿quién es ese youkai del que hablas?
- Os lo explicaré más adelante.
