-¡Eres tonto!
-¡Y tú fea!
-¡Y tú horrible!
-¡Te odio!
Legolas puso voz aguda e imitó la voz de su hermana: -¡Te odio...! ¡Lo que te pasa es que eres una niña repipi!
-¡Jo, papá, dile que pare de meterse conmigo!
La carroza tirada por caballos botaba con los guijarros del camino de tierra, entre los árboles de los bosques que rodeaban Rivendel. En el interior el rey del Bosque Negro y sus dos hijos.
Tranduil se encontraba en medio de los dos y la cabeza le dolía enormemente. Sus dos hijos se habían pasado todo el viaje peleando: -Legolas... Deja a tu hermana en paz...- dijo lentamente, desanimado, con los dedos en las sienes y con ojeras en los ojos.
-¡Pero si ha empezado ella!
-Pero ella es pequeña...
-¿Pequeña? ¡Pero si ya tiene ciento veinticuatro* años!
-Pues tú, teniendo ya casi ciento ochenta**, deberías tratarla de mejor manera.
Legolas miró con odio a su hermana, sentada al otro lado de su padre, y cruzó los brazos enfadado, hundiendo su espalda en los asientos blandos y de terciopelo rojo del carruaje.
En el rostro de Lithlis apareció una sonrisa malévola y victoriosa, viendo como su hermano había perdido la batalla.
Habían pasado muchos años desde la última vez que Legolas y Thranduil visitaron Rivendel.
Legolas era ya un adolescente y los rasgos de la juventud y la valentía brillaban en su rostro, marcado por los mechones de su largo pelo dorado. Recordaba vagamente de la última vez algunas estancias de la casa de Elrond y todavía una sonrisa se esbozaba en su cara cuando recordaba todos aquellos con los que allí se sintió como en su casa. Sólo deseaba ya llegar a Rivendel y poder olvidarse de su hermana.
Lithlis no era del todo pequeña, era completamente consciente de todo lo que hacía, y la mayor parte de las veces hacía las cosas para molestar a su hermano mayor. Estaba harta de que él se llevara todas las atenciones de los conocidos. Toda la gente importante se preocupaba del heredero al trono y no de la joven princesa. Por un lado quería llegar a Rivendel, por otro no. Sentía que no la iban a hacer caso.
-Papá, ¿y cómo dices que es Elrond?- preguntó ella a Thranduil, que parecía más calmado.
Legolas resopló desde su asiento.
-Legolas...- le llamó la atención su padre para que no empezaran de nuevo a discutir.
-¡Ha preguntado lo mismo lo menos cien veces en lo que llevamos de viaje!
-Déjala, que es pequeña...
-No es pequeña ¡es tonta!
Lithlis intentó defenderse: -¡Es que tú ya le has visto! ¡Pero yo no!
-¡Pero piensa en los demás, nos aburres, pesada!
El rey del Bosque Negro les separó cada vez más lejos, cuando sentía que empezaban a acercarse demasiado encima suyo: -Legolas, no quiero más discusiones ¡¿entendido?! ¡Una pelea más y mando que os bajen a los dos del carruaje y os quedáis tirados en medio del bosque!
Lithlis le sacó la lengua, defendida por la mano de su padre.
Thranduil miró a su hijo mayor con gesto comprensivo: -Legolas, por favor, compórtate como un príncipe digno al trono.
Legolas desvió su mirada enfadada hacia la ventanilla, para mirar las hojas de los árboles. No podía soportarlo más.
Su hermana volvió a hablar: -¡Papá, que cómo es Elrond!
Legolas apretó los puños fuertemente intentando no pensar en descargar su ira creciente sobre Lithlis y calmándose sintiendo que pronto llegarían.
-Pues Elrond es un Medio Elfo...- dijo Thranduil, intentado no parecer cansado de repetirlo: -Tiene el pelo oscuro los ojos grises y tiene tres hijos.
-¿Y cómo son sus hijos?
-Pues los dos elfos son gemelos y la elfa tendrá sólo unos años más que tú.
-¿Y me haré amiga de ellos?
Legolas no pudo contenerse: -¡No! ¡Porque no les gustan las princesitas malcriadas y repipis!
-Pues no... ¡Seguro que se hacen amigos míos!
-Ya, ya... ¡eso es lo que tu te crees!
-¡Cállate!
-Vas a ver, estarás todo el rato solita y yo me divertiré un montón, y así aprenderás a no ser tan quejica.
Lithlis tenía el pelo largo, igualmente dorado al de su hermano y sus ojos de mar contenían el brillo que contienen los niños, más ya de una luz muy tenue, que reflejaba ahora el vestido verde que portaba. En el fondo no era mala, pero ella también quería atención. Abrió la boca para rechistar la postura de su hermano pero una voz habló desde fuera de la carroza, antes que ella.
-Mi señor...- uno de los caballeros de cabellos de oro y armadura de plata asomó su mirar por la ventanilla: -La cascada de Rivendel se ve a lo lejos, llegaremos enseguida.
Thranduil suspiró: -¡Gracias a Eru! Bien...- comenzó: -... quiero que os portéis bien y no me hagáis pasar vergüenza delante de Elrond, ¿de acuerdo? Legolas: no quiero jaleos ¿vale? Y Lithlis: no hagas rabiar a tu hermano. Comportaros los dos como los príncipes que sois o... por lo menos los que deberíais ser...
Los dos hermanos afirmaron lentamente con la cabeza, obedeciendo a su padre.
El rey suspiró de nuevo: -Ojalá salga todo bien, vosotros dos me traéis de cabeza...
Legolas miró a su padre: somnoliento pero conforme, intentando buscar el mejor camino para sus dos hijos, cansado de escucharles, mas aún acompañándoles. Se sintió culpable por todo lo que le había hecho pasar durante el viaje, mientras discutía con Lithlis, se avergonzó a si mismo, y en un arrebato de arrepentimiento habló con la cabeza gacha, casi pidiendo perdón con el tono de su voz: -Haré que estés orgulloso de mí, ada.
Thranduil miró a su hijo con sus ojos claros: arrepentido y avergonzado, una sonrisa asomó a su rostro y posó su mano en el hombro del joven: -Ya lo estoy, Legolas.
Legolas alzó la mirada y sonrió a su padre, cruzando ambos sus miradas, sintiéndose por un segundo la persona más feliz del mundo y el carruaje paró, las dos miradas azules se perdieron y la puerta se abrió.
El soldado apareció a los pies de la escalerilla dorada que bajaba de la carroza: -Altezas, el Señor de Rivendel les espera.
CARMENCHU!!!
* ** He hecho una forma para equivaler más o menos los años de elfos: les pongo un cero detrás, por lo que Legolas tendría aquí unos 18 años y Lithlis unos 12.
P.D. bueno... ¡aquí esta la hermanita de Legolas! Sí... un poco pesada... jejeje!! Si os gusta el fic lo continúo!! Oye... que guapo mi Legolas con casi 18 años humanos no??? mmm... quien lo pillara!!! Jajaja! Besos a todos!!!
-¡Y tú fea!
-¡Y tú horrible!
-¡Te odio!
Legolas puso voz aguda e imitó la voz de su hermana: -¡Te odio...! ¡Lo que te pasa es que eres una niña repipi!
-¡Jo, papá, dile que pare de meterse conmigo!
La carroza tirada por caballos botaba con los guijarros del camino de tierra, entre los árboles de los bosques que rodeaban Rivendel. En el interior el rey del Bosque Negro y sus dos hijos.
Tranduil se encontraba en medio de los dos y la cabeza le dolía enormemente. Sus dos hijos se habían pasado todo el viaje peleando: -Legolas... Deja a tu hermana en paz...- dijo lentamente, desanimado, con los dedos en las sienes y con ojeras en los ojos.
-¡Pero si ha empezado ella!
-Pero ella es pequeña...
-¿Pequeña? ¡Pero si ya tiene ciento veinticuatro* años!
-Pues tú, teniendo ya casi ciento ochenta**, deberías tratarla de mejor manera.
Legolas miró con odio a su hermana, sentada al otro lado de su padre, y cruzó los brazos enfadado, hundiendo su espalda en los asientos blandos y de terciopelo rojo del carruaje.
En el rostro de Lithlis apareció una sonrisa malévola y victoriosa, viendo como su hermano había perdido la batalla.
Habían pasado muchos años desde la última vez que Legolas y Thranduil visitaron Rivendel.
Legolas era ya un adolescente y los rasgos de la juventud y la valentía brillaban en su rostro, marcado por los mechones de su largo pelo dorado. Recordaba vagamente de la última vez algunas estancias de la casa de Elrond y todavía una sonrisa se esbozaba en su cara cuando recordaba todos aquellos con los que allí se sintió como en su casa. Sólo deseaba ya llegar a Rivendel y poder olvidarse de su hermana.
Lithlis no era del todo pequeña, era completamente consciente de todo lo que hacía, y la mayor parte de las veces hacía las cosas para molestar a su hermano mayor. Estaba harta de que él se llevara todas las atenciones de los conocidos. Toda la gente importante se preocupaba del heredero al trono y no de la joven princesa. Por un lado quería llegar a Rivendel, por otro no. Sentía que no la iban a hacer caso.
-Papá, ¿y cómo dices que es Elrond?- preguntó ella a Thranduil, que parecía más calmado.
Legolas resopló desde su asiento.
-Legolas...- le llamó la atención su padre para que no empezaran de nuevo a discutir.
-¡Ha preguntado lo mismo lo menos cien veces en lo que llevamos de viaje!
-Déjala, que es pequeña...
-No es pequeña ¡es tonta!
Lithlis intentó defenderse: -¡Es que tú ya le has visto! ¡Pero yo no!
-¡Pero piensa en los demás, nos aburres, pesada!
El rey del Bosque Negro les separó cada vez más lejos, cuando sentía que empezaban a acercarse demasiado encima suyo: -Legolas, no quiero más discusiones ¡¿entendido?! ¡Una pelea más y mando que os bajen a los dos del carruaje y os quedáis tirados en medio del bosque!
Lithlis le sacó la lengua, defendida por la mano de su padre.
Thranduil miró a su hijo mayor con gesto comprensivo: -Legolas, por favor, compórtate como un príncipe digno al trono.
Legolas desvió su mirada enfadada hacia la ventanilla, para mirar las hojas de los árboles. No podía soportarlo más.
Su hermana volvió a hablar: -¡Papá, que cómo es Elrond!
Legolas apretó los puños fuertemente intentando no pensar en descargar su ira creciente sobre Lithlis y calmándose sintiendo que pronto llegarían.
-Pues Elrond es un Medio Elfo...- dijo Thranduil, intentado no parecer cansado de repetirlo: -Tiene el pelo oscuro los ojos grises y tiene tres hijos.
-¿Y cómo son sus hijos?
-Pues los dos elfos son gemelos y la elfa tendrá sólo unos años más que tú.
-¿Y me haré amiga de ellos?
Legolas no pudo contenerse: -¡No! ¡Porque no les gustan las princesitas malcriadas y repipis!
-Pues no... ¡Seguro que se hacen amigos míos!
-Ya, ya... ¡eso es lo que tu te crees!
-¡Cállate!
-Vas a ver, estarás todo el rato solita y yo me divertiré un montón, y así aprenderás a no ser tan quejica.
Lithlis tenía el pelo largo, igualmente dorado al de su hermano y sus ojos de mar contenían el brillo que contienen los niños, más ya de una luz muy tenue, que reflejaba ahora el vestido verde que portaba. En el fondo no era mala, pero ella también quería atención. Abrió la boca para rechistar la postura de su hermano pero una voz habló desde fuera de la carroza, antes que ella.
-Mi señor...- uno de los caballeros de cabellos de oro y armadura de plata asomó su mirar por la ventanilla: -La cascada de Rivendel se ve a lo lejos, llegaremos enseguida.
Thranduil suspiró: -¡Gracias a Eru! Bien...- comenzó: -... quiero que os portéis bien y no me hagáis pasar vergüenza delante de Elrond, ¿de acuerdo? Legolas: no quiero jaleos ¿vale? Y Lithlis: no hagas rabiar a tu hermano. Comportaros los dos como los príncipes que sois o... por lo menos los que deberíais ser...
Los dos hermanos afirmaron lentamente con la cabeza, obedeciendo a su padre.
El rey suspiró de nuevo: -Ojalá salga todo bien, vosotros dos me traéis de cabeza...
Legolas miró a su padre: somnoliento pero conforme, intentando buscar el mejor camino para sus dos hijos, cansado de escucharles, mas aún acompañándoles. Se sintió culpable por todo lo que le había hecho pasar durante el viaje, mientras discutía con Lithlis, se avergonzó a si mismo, y en un arrebato de arrepentimiento habló con la cabeza gacha, casi pidiendo perdón con el tono de su voz: -Haré que estés orgulloso de mí, ada.
Thranduil miró a su hijo con sus ojos claros: arrepentido y avergonzado, una sonrisa asomó a su rostro y posó su mano en el hombro del joven: -Ya lo estoy, Legolas.
Legolas alzó la mirada y sonrió a su padre, cruzando ambos sus miradas, sintiéndose por un segundo la persona más feliz del mundo y el carruaje paró, las dos miradas azules se perdieron y la puerta se abrió.
El soldado apareció a los pies de la escalerilla dorada que bajaba de la carroza: -Altezas, el Señor de Rivendel les espera.
CARMENCHU!!!
* ** He hecho una forma para equivaler más o menos los años de elfos: les pongo un cero detrás, por lo que Legolas tendría aquí unos 18 años y Lithlis unos 12.
P.D. bueno... ¡aquí esta la hermanita de Legolas! Sí... un poco pesada... jejeje!! Si os gusta el fic lo continúo!! Oye... que guapo mi Legolas con casi 18 años humanos no??? mmm... quien lo pillara!!! Jajaja! Besos a todos!!!
