Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la historia es de la increíble Drotuno. AlePattz tiene su permiso para la traducción al español, pero debido a su situación de salud, un grupo de personas estamos colaborando para aligerar la carga que esto le pueda causar ;)
[Traducido por FungysCullen13 en apoyo a AlePattz]
Capítulo 32
BELLA
Me desperté sola en nuestra cama, pero podía escuchar a toda la casa volviendo a la vida en la parte principal de la casa de tía Kate. En algún momento durante la madrugada, Edward había sido reemplazado por Sammy. Yo apenas había podido abrir los ojos cuando lo hizo, pero jalé a nuestro niño hacia mí para quedarme dormida otra vez.
Me estiré y noté lo adolorido que sentía todos mis músculos. Sentí una punzada en el tobillo, pero necesitaba levantarme y regresar a trabajar. Me senté en un lado de la cama, apoyando con cuidado el peso en mi pie para ver si podría siquiera llegar sola al baño.
Se escuchó un pequeño alboroto justo afuera de la puerta de la habitación y le sonreí a mis dos niños cuando entraron disparados a la habitación.
—¡Mamá! ¡Mira lo que encontró papá! —dijo Sammy emocionado, y en sus brazos llevaba a la gata mamá.
—Dijo que estaba justo junto a la reja del sendero —añadió Bethy, y mis dos niños se veían como si acabaran de reafirmarles su creencia de que su papá seguía midiendo tres metros y era a prueba de balas – su propio superhéroe.
La pobre mamá gata se veía un poco maltratada, pero contenta, en brazos de mi hijo. Noté que le habían puesto una venda en una de sus patas delanteras, pero aparte de eso era una sobreviviente. Y sospechaba que Edward había salido esta mañana específicamente para encontrarla, contra viento y marea. No había mucho que pudiéramos pedirle que él no pudiera darnos de ser capaz.
—¡Qué maravilla! —dije, hice una mueca al intentar ponerme de pie.
—¿Quieres ayuda? —se ofreció Bethy y asentí, besándole la sien cuando me permitió apoyarme en ella.
—Gracias, bonita —murmuré sobre su cabello—. ¿Dónde está tu papá?
—En la cocina. ¿Quieres que vaya por él? —preguntó Sammy y asentí para él.
Se fue llevándose consigo a la mamá gata, pero Bethy me ayudó el resto del camino hacia el baño. Se fue luego de que pude usar el tocador para cojear hacia la taza. Contemplé la idea de bañarme, pero simplemente no tenía ganas de partirme el culo estando desnuda en la tina, así que opté por lavarme la cara en el lavamanos antes de cepillarme los dientes.
—¿Dulzura? —Escuché que decían al otro lado de la puerta y la abrió un poco—. ¿Estás bien?
—Siento como si hubieras aterrizado el helicóptero sobre mí —gruñí, sonriendo ante su dulce risa.
—Ven aquí —dijo, me cargó en brazos y me dejó sobre la orilla de la cama. Regresó al baño para buscar entre el gabinete de la medicina y luego reapareció para arrodillarse a mis pies—. Ten, amor. Tómate esto. ¿Quieres darte una ducha?
Negué con la cabeza y rechacé la idea con un gesto de mano, me tomé el ibuprofeno con el vaso de agua que me ofrecía.
—No, tengo miedo de resbalarme, caerme desnuda y esas mierdas.
—Nunca sucederá —dijo, apenas podía contener su diversión ante mi malhumor. Estiró la mano hacia el buró y agarró su taza de café—. Ten, nena. Ni siquiera tienes que robarlo.
Me reí suavemente, inclinándome para besarle la frente.
—Esa es la parte divertida, Edward.
—Tal vez —concedió con una hermosa sonrisa.
—Veo que sigues siendo Superman ante los ojos de nuestros hijos; puedes encontrar gatos perdidos en una sola mañana —bromeé, dándole un trago al café mientras él revisaba la venda de mi tobillo.
Soltó una carcajada, encogiendo un hombro.
—L-La v-verdad n-no cr-creí po-poder e-encontrarla —tartamudeó dulcemente y alcé su cara para verlo a los ojos—. O-o s-si l-la e-encontraba, se-sería e-en m-mal e-estado.
—¿Y cómo es que terminé con nuestro hijo en nuestra cama? —le pregunté, peinándole el cabello con los dedos.
Sonrió y noté que tenía un toque de tristeza.
—Me desperté como a las cuatro. Él se levantó para darle de comer a un gatito y yo lo ayudé. Él estaba… estaba batallando con asimilar los sucesos de ayer. Me necesitó durante un rato, pero lo que en realidad quería era dormir contigo.
—Pues gracias. Nuestro pequeño es súper mimoso… igual que su papá.
Edward se rio entre dientes y asintió.
—¿Quieres que te ayudé a vestirte? Porque ya está el almuerzo y estoy muy seguro de que Alice ya se conectó a un puerto USB.
Me reí diciendo:
—Sí. —Me incliné y apoyé mi frente en la suya—. Te amo. Y este día ya se siente abrumador.
Arrugó la nariz, pero presionó sus labios sobre los míos.
—Te amo, dulzura. Vamos, te ayudaré a ponerte la ropa, lo cual va en contra de mi deseo de quitarte la ropa.
Solté una risita, lo besé de nuevo y luego me enderecé para darle otro trago al café. Me ayudó a vestirme y me cargó al comedor. Luego de almorzar, me cargó otra vez a la sala de cómputo y puso mi tobillo en otra silla para mantenerlo elevado.
Se arrodilló junto a mi silla para decir:
—Iré con ellos cuando interroguen a Kim.
—Lo supuse. Avísanos si él dice algo.
—Diez-cuatro, dulzura. —Dejó un beso en mi frente y salió de la sala de cómputo.
Miré a mi alrededor. Parecía que había algo en cada monitor. Alice se metía huevos a la boca a ciegas mientras miraba enojada sus pantallas. Mack estaba revisando una grabación de seguridad, pero no reconocí de dónde era. La única que faltaba era Rose, pero probablemente seguía durmiendo y, la verdad, nadie la culparía por tomarse un descanso de esta mierda desde su anuncio de anoche.
—Bien, Alice. Ponme al día. ¿Qué tenemos?
—Veamos, veamos, veamos —cantó suavemente—. Sigo analizando la memoria USB de Kim. Solo por el tipo de archivos que veo, parecen ser pistas de documentos y dinero. Si ese es el caso, entonces tal vez podamos seguirlas. —Apuntó a Mack con su tenedor—. Mack está escaneando la grabación de seguridad de la oficina de Cho Seoul justo antes de que Cho llegara a Seattle. Si podemos ubicar a Kim con Cho antes de Seattle, entonces tal vez podamos demostrar que trabajaban juntos.
—Pero crees que lo que se debe seguir es el dinero.
La sonrisa que me lanzó fue ligeramente malvada.
—Oh, sí. El dinero siempre es lo que debes seguir.
Me reí.
—Excepto por tu dinero.
—¿Qué dinero? —replicó, alzándome una ceja.
Eché la cabeza atrás a causa de mi risa, porque después de trabajar con ella durante tanto tiempo, estaba muy segura de que tenía esos dos millones y pico de NYSE escondidos en algún lugar.
—Dios, duende, te amo.
Me pasó un pedazo de papel y dijo:
—Tú empieza con los antecedentes de Kim. Eleazar ya abrió todo para que lo usemos.
—Excelente. —Asentí y empecé con mi propio trabajo.
Empecé a trabajar a la inversa, empezando con su alias Chung Sun-Woo. Parecía que Kim usaba ese nombre para viajar, ya que era buscado en todos los putos lugares. Retrocedí dos años hasta cuando estábamos corriendo por toda Siberia y Rusia en busca de armas nucleares para recuperar a Carlisle. Empaté ese periodo de tiempo y a George Stefan, el traficante clandestino de armas al que se suponía que Kim debía pagarle.
—Bueno, quién lo diría… —Murmuré poco después de una hora de empezar a trabajar—. Kim estaba en Moscú al mismo tiempo que nosotros.
—¿En serio? —escuché a Mickey decir detrás de mí.
—Sí. ¿Dónde está Dean? Creo que es hora de que regrese a trabajar —dije, señalando la pantalla—. Me gustaría saber cómo sucedió toda esta mierda desde su punto de vista.
Todos detuvieron lo que estaban haciendo para mirarme.
—Carajo, carajo, carajo —susurró Alice—. Me olvidé por completo de Dean en toda esta mierda. ¿Estás segura de que Edward no le disparó en algún momento?
Solté una carcajada.
—Sí, no le disparó. Nos costó un poco convencer a Edward para que se diera cuenta de que él habría hecho la misma maldita cosa si la situación fuera al revés. —Miré a Mickey—. Ve por él. Veamos si puede ganarse algunos puntos.
Mickey salió de la sala de cómputo, pero no se fue por mucho tiempo. Guio a Dean de regreso a la sala con ella y noté que él se veía igual que el resto de nosotros, derrotado y adolorido y todavía cansado.
—Toma asiento —dije, señalando la silla que estaba junto a la mía—. Debemos platicar un poco. Tengo preguntas.
Se veía un poco asustado, receloso, pero hizo lo que le pedí.
—Antes de que… solo me gustaría disculparme otra vez.
Negué con la cabeza, alcé la mano y todos en la sala de cómputo se detuvieron de golpe.
—Ya que fui yo la que descubrió que tu familia estaba envuelta en todo esto… Dean, sabes que entiendo por qué lo hiciste. Pero luego de vernos, de trabajar con nosotros, de entender qué clase de gente te rodeaba, debiste haber hablado. Debiste haber dicho algo en cuanto el nombre de Kim Min-Jun entró en juego.
Agachó la vista al suelo y asintió.
—He estado peleando contra él por tanto tiempo. Me divorcié de mi esposa para proteger a mi familia. Él simplemente seguía apareciendo. Mató a todos los miembros de mi equipo Raider, y sabía que yo era el siguiente, que mi esposa e hijo seguían.
Suspiré, frotándome la cara.
—Lo sé, y no confiaste en nosotros. Pero siento que nos usaste, Dean. Y al hacerlo, se perdieron muchas vidas. Mi familia e hijos estaban en el edificio y aquí, la gente de Twi Tech fueron asesinados en el auditorio, rescatistas, personal militar… perdí dos hombres a quienes consideraba familia. Boris y Felix… —Me quedé callada, enojándome un poco—. La verdad, Dean, no tengo idea de cuál es la opinión que tiene Edward respecto a ti o lo que pasó o sobre tu futuro. Honestamente ni siquiera hemos discutido este asunto sobre ti.
Volteando hacia la ventana, vi a mis niños jugando con los perros, había movimiento alrededor de ambas tiendas, y Carlisle estaba en una profunda discusión con su hijo. Y al ver a esos dos fue lo que me incitó a decir lo siguiente.
—No hay nadie de nosotros en esta propiedad que no haya hecho algo para provocar mierdas globales. Nadie. Tal vez la tía Kate, pero ella es toda una fuerza por sí misma.
Mack y Alice se rieron, y Mickey sonrió detrás de Dean, que esbozó una sonrisita.
—En serio. Todos somos culpables de causar alguna clase de jodido desastre que regresa a jodernos. Todos lo habríamos entendido. —Se escuchan sonidos en acuerdo y asentimientos en la sala—. Te entrevisté porque Alec tenía una muy buena opinión de ti. Te contraté porque vi que podías poner algo diferente sobre la mesa. Necesito eso hoy, Dean. Sea lo que sea que Edward decida, lo discutiremos, pero por ahora, necesito tu ayuda para descubrir quién está manejando a Kim. Porque te lo prometo, él no está a cargo.
Dean frunció un poco el ceño, pero asintió y se acercó más a la computadora.
—Bien, ¿qué quieres saber?
Abrí unas ventanas en la pantalla y señalé.
—Hace dos años en Moscú. Secuestraron a Carlisle a cambio de que regresáramos unas armas nucleares. No solo tuvimos que ubicar las carcasas de la bomba, sino que básicamente tuvimos que robarnos el uranio. Sin saberlo, nos pusieron en una carrera contra George Stefan, el traficante clandestino de armas. Dime lo que sepas sobre el trato que tiene Kim con Stefan.
Dean analizó la pantalla, asintiendo.
—Mi equipo Raiders estaba intentado localizar a unos cabrones que atacaban negocios y civiles inocentes en Seúl. Nos dijeron que MI-6 tenía una pista sobre el traficante de armas… Stefan. Tenían un operativo encubierto.
Mickey bufó una risa.
—Nicholas. Ese lindo británico del MI-6.
Todos nos reímos y me giré hacia Dean.
—Él llevaba ya tres años de encubierto cuando finalmente matamos a Stefan. De hecho, él acabó con el contacto de Kim para la venta.
—Sí, bueno, nuestro trabajo era monitorear a Kim para ver de dónde obtenía sus armas porque no siempre usaba las armas militares de Corea de Norte. A veces usaba cosas que no se podían rastrear para poder escabullirse en Corea de Sur a bombardear o atacar el objetivo que quisiera. —Dean se frotó la cara y sacudió la cabeza—. Verás, sabíamos que él se volvía cada vez más y más atrevido.
La voz de Alice sonó.
—IGOR, muéstrame todos los ataques terroristas de Corea del Sur desde hace tres años.
Sí, señorita Alice.
En una de las pantallas más grandes apareció un mapa de Corea. Varios puntos rojos marcaban los sitios de los ataques.
Alcé la cabeza hacia el mapa.
—IGOR, ¿cuántos de esos pertenecieron a Twi Tech en algún momento del tiempo?
Ninguno, señorita Bella.
Arrugué la nariz ante eso y pregunté:
—IGOR, ¿cuántas de esas ubicaciones pertenecían a Cho Jin-Sang o a su compañía?
Veintidós de los treinta ataques pertenecían a Cho Jin-Sang o a su compañía, CJ Corporation.
—IGOR, muestra solo esos ataques.
Sí, señorita Bella.
Los puntos rojos que quedaron estaban por todo Seúl. Quería ver un patrón, pero ese no era mi fuerte.
—Alice, ven a ver esto. ¿Qué notas? —le pregunté, moviéndome un poco para que ella pudiera rodar su silla hacia mí.
Su mirada escaneó sobre los ataques marcados en los negocios de Cho.
—Celular, cable, despachos de contabilidad… —murmuró para sí—. En realidad, no fue al azar, pero intenta aparentar que sí. Y al final el edificio de Cho. —Se giró hacia Mack—. Revisa las grabaciones de seguridad de esta fecha, Mack.
—Entendido. —Mack escaneó las grabaciones—. Se ve muy parecido a todo lo demás.
Tenía razón – ataques desde adentro, cobertura aérea desde afuera, soldados disciplinados en formación. Empezó una y otra vez desde diferentes ubicaciones dentro del edificio.
—Qué tenemos aquí… —canturreó Mack, mirándonos a los demás—. Parece que Kim le hizo una visita al viejo Cho el día del ataque. No se ve hostil, no se ve amenazador, y ciertamente no se ve como esa mierda al estilo secuestro del que todos acabamos de salir.
—¿Y cuándo fue esto? —pregunté, inclinándome más cerca.
—Oh… más o menos en la época en que ustedes estaban matando a cada maldito cuerpo que había en el área del Polo Norte, específicamente a George Stefan —declaró Alice, mirándome—. Y este ataque parece ser el primero en Seúl. El resto de los ataques sucedieron después.
—Oh… bien. —Suspiré, frotándome la sien para pensar—. ¿Qué apuestas a que esos cincuenta millones para las armas nucleares fueron financiados por Cho?
La sala se detuvo de golpe.
Señalé los otros ataques en Seúl diciendo:
—Esto… esta mierda fue una pantalla de humor o una cubierta, o demonios, tal vez incluso fraudes para el seguro. Pero este… este ataque del edifico fue para hacer parecer a Cho como una jodida víctima.
—Bien, bien, bien —cantó Alice, asintiendo un poco—. Tal vez necesitamos ver desde cuándo data esta relación que tiene Cho con Corea del Norte. No indagamos más allá de su relación de negocios con Carlisle.
—Tal vez sí tenemos que seguir el dinero —resumí para mí—. Envíame todo lo que haya en esa USB. Y tengo que ir a decirles a Carlisle y Edward qué preguntas deben hacer.
—Síp, síp, síp —cantó Alice.
Me levanté y cojeé a través de la casa hacia la puerta principal. Mi tobillo seguía debilitado, pero al menos podía caminar. Le hice un gesto a uno de los guardias que estaban fuera de la tienda para que llamara a alguien de adentro porque no pensaba entrar ahí. Podía escuchar los forcejeos, los gemidos de dolor, y las voces bruscas.
Me senté en los escalones del porche a esperar.
~o~H&E~o~
EDWARD
Apoyándome en el poste que tenía detrás, esperé hasta que Eleazar amarró a Kim a la mesa. Hasta ahora el cabrón se había mostrado pasivo, a pesar de las largas noches sin dormir, la épica paliza que le di hace dos días y la atronadora música que había tenido que soportar.
Luego de ver que hasta el último de sus hombres estaba muerto o capturado, dejó de luchar, dejó de resistirse a nosotros. Se sentaba ahí con más paciencia de la que habíamos esperado.
Mi papá estaba preparándose para interrogarlo con choques eléctricos. Siempre hacía un espectáculo cuando pegaba los cables a la piel, ajustaba la batería y se ponía sus gruesos guantes.
Justo cuando estaba a punto de empezar su interrogatorio, uno de los guardias de El entró en la tienda de campaña.
—¿Cullen?
Papá y yo alzamos la vista.
—Bella los necesita a ambos.
Me encontré con la mirada de papá y reaccionamos de inmediato. Papá se quitó los guantes y me siguió afuera para ver que mi chica solo había logrado llegar hasta los escalones del porche.
—¿Dulzura? —pregunté, arrodillándome frente a ella.
—Bien, necesitan enfocarse en una vía especifica de interrogatorio. Encontramos algo que creo que deberían ver antes de que… —Agitó una mano hacia la tienda de campaña—. Antes de que hagan lo que hacen.
Papá resopló ante su rechazo de toda la tienda de campaña.
—Seguro, cariño. ¿Qué encontraste?
—Hace dos años, Kim estuvo en Moscú al mismo tiempo que nosotros. Y luego después, mientras nosotros eliminábamos a George Stefan del Polo Norte, Kim atacó el edificio de Cho… mientras él estaba ahí… sin rehenes. O sea, estaba tomando una puta taza de café en el piso de arriba mientras la recepción ardía en llamas. Esencialmente lo orquestaron todo para hacer parecer a Cho como una víctima. Y luego Kim "atacó" varias de las propiedades de Cho.
Miré a mi papá.
—Hmm, tal vez es hora de ir a hablar con Cho. Con el consentimiento de Eleazar, por supuesto.
Papá sonrió.
—Estoy seguro de que obtendremos el consentimiento. —Miró a Bella—. ¿Algo más, cariño?
Bella negó con la cabeza.
—No, estoy a punto de seguir unas pistas de documentación que hay en la USB de Kim, pero tengo la fea sospecha de que los cincuenta millones que Kim iba a usar para pagarle a George Stefan por las armas nucleares fueron financiados por Cho.
—Oh, demonios —dije entre un pesado suspiro—. Si tienes razón, y carajo, confío en ese instinto que tienes, entonces, papá, fuiste engañado por tu amigo. —Le lancé una mirada a mi papá, que estaba asintiendo.
—Sí, pues… veamos si Kim puede corroborar esta información. —Papá se agachó y besó la frente de Bella—. Avísame si descubres algo más —dijo antes de regresar dentro de la tienda de campaña.
—Bien —dijo, me miró y acunó mi cara—. Antes de que te vayas, tenemos que hablar sobre Dean, pronto. Justo ahora lo estoy usando, lo estoy poniendo a trabajar, pero tú y yo necesitamos hablar sobre él.
Fruncí el ceño y asentí.
—Lo sé. Hay una parte de mí que lo entiende por completo. Carajo, dulzura, he hecho las mierdas que él hizo solo para reunir a mi familia. L-lo h-haría d-de nu-nuevo. —Respiré profundo y exhalé—. Y, la verdad, eso es lo único que me detiene de atravesarlo con una bala.
—Lo sé —me calmó, quitándome el gorro para poder peinarme el cabello con sus dedos—. Edward, a su manera hizo su mejor esfuerzo para protegernos en todo momento. He visto grabaciones de cuando Kim nos tenía en la oficina de Carlisle y él luchó junto a nosotros hasta que ya no pudo. No lo estoy defendiendo, pero al igual que tú, entiendo de dónde vino todo.
—¿Pero? —pregunté, sonriendo cuando bufó una suave carcajada.
—No. Nada de peros. Esta es una decisión que tú y yo tenemos que tomar juntos.
Inclinándome, la besé solo porque lo necesitaba.
—Bien. Ya veremos cómo se desarrolla todo en los próximos días mientras empezamos a limpiar toda esta jodida mierda. Y me refiero a todo… aquí en casa de tía Kate y en Twi Tech. —Suspiré, sacudí la cabeza y luego la besé una vez más—. No odio al tipo, Bella. Yo… Tiene que vivir con estos sucesos debido a sus decisiones. Y entiendo que hay una parte de él que no lo lamenta para nada, una parte que incendiaría el mundo entero otra vez solo para recuperar a su esposa e hijo. Sería un jodido hipócrita si lo juzgara por esa mierda, amor.
Encogí un hombro porque era la verdad.
—Bien —dijo Bella, sonriendo ante mi risita—. Entonces estará en periodo de prueba.
Riéndome, me puse de pie y le ofrecí la mano para ayudarla.
—Bien, haremos eso por ahora, Bella.
Asintió y se acercó para darme otro beso.
—Bien, ve… a hacer eso que haces.
—¿Necesitas ayuda?
—No, cielo. Lo tengo bajo control —dijo entre un gruñido.
Luego de asegurarme de que ella estaba bien, me giré hacia la tienda de campaña. Mi papá ya estaba haciendo las preguntas que Bella le había dado.
Necesitó diez minutos de choques eléctricos para que Kim admitiera que no estaba trabajando con la milicia de Corea del Norte. Se requirieron varios galones de agua durante el ahogamiento para que admitiera que llevaba dos años trabajando para venir a los Estados Unidos. Quitarle dos uñas nos dio la información de qué parte tenía Cho en todo esto, lo cual fue el apoyo financiero. Pero fue la prueba de que no solo encontramos a su hijo y lo pusimos a salvo lo que llegó a Kim Min-Jun al límite. Había perdido el último punto de apoyo que le quedaba, específicamente sobre Ji-Yun.
Luego de vendarle los ojos a Kim y ponerle los audífonos en los oídos, Eleazar nos miró a papá y a mí.
—Organizaremos el interrogatorio a Cho en los próximos días. Llevaré a Kim a McChord para esperar el transporte. La verdad, a menos de que las chicas puedan encontrar pruebas concretas de una transacción monetaria, Cho podría simplemente regresar a Seúl con su familia.
—Carajo —dijo papá con un suspiro de disgusto—. Bueno, dales un poco de tiempo para revisarlo.
Eleazar sonrió.
—Claro que se pueden tomar su tiempo. Tengo más fe en ellas que en la mayoría de mi gente.
Me reí entre dientes y asentí.
—¿Qué hay con Ji-Yun?
El hizo una mueca.
—La buscan en varios países, y parece contenta con saber que su bebé está a salvo. Entiendo por qué siguió a este cabrón, pero no sé qué tanto puedo persuadir a las autoridades.
—O ella podría escapar —dijo papá, pero sonaba más como una sugerencia.
—Mm, siempre existe esa posibilidad —aceptó Eleazar con una sonrisa—. ¿Quién sabe?
Me solté a carcajadas porque esos hombres hacían lo que se les venía en gana.
—Repito, estoy dichoso con mi jodida ignorancia en lo que a ustedes se trata, cabrones —murmuré, sonriendo cuando ambos se carcajearon—. En serio. Ni siquiera me gusta contemplar las mierdas que han puesto en marcha a lo largo de los años.
Papá me agarró el hombro mientras que Eleazar solo sonrió.
—Es justo. Ahora, ¿debo asumir que quieres participar en el interrogatorio a Cho?
—Oh, sí. También Bella. Estoy dispuesto a apostar que ella tendrá preguntas propias cuando haya revisado toda la información —dije, avanzando hacia la abertura de la tienda de campaña.
Eleazar asintió, y se frotó la cara.
—Entonces tal vez luego de que terminemos con Cho en McChord, ustedes puedan hacer acto de presencia en Twi Tech.
Papá arrugó la nariz, pero asintió.
—Sí, eso será una puta pesadilla de relaciones públicas. Sin mencionar la limpieza y reconstrucción.
Lo apunté.
—Te prometo que Jacob Black será un problema ahora. Perdió a la madre de su hijo y no solo actuó como una jodida sabandija mientras estaban con Kim en tu oficina, sino que prácticamente todos los de mi equipo amenazaron su vida. Solo… prepárate para sus mierdas.
Papá asintió.
—Oh, estoy muy consciente de cómo actuó estando allá —dijo con una sonrisa malvada—. Pero lidiaré con él. ¿Qué planes tienes con el granero de la tía Kate?
Respiré profundo y exhalé lentamente.
—Puedo reconstruirlo para ella. Demonios, con toda la ayuda que tenemos, probablemente podría limpiar y montar la estructura en uno o dos días si tuviera los materiales y las herramientas, pero la mayoría de esas cosas se quemaron en el granero.
—Hazlo. Te compraré lo que necesites. Es que… le debemos al menos eso —murmuró papá, haciendo una mueca ante todo el caos que habíamos traído a la puerta de Kate.
Asentí y sonreí.
—Bien, iré a Anchorage hoy con Emmett. Compraremos las herramientas, pediremos los materiales de construcción y el contenedor de obra. Aplazaremos la parte de la jardinería hasta que terminemos. —Le hice un gesto a la risa de mi papá—. Putas granadas en el maldito patio de enfrente. Esa mierda estuvo jodidamente cerca… —murmuré y sacudí la cabeza al salir de la tienda de campaña para dirigirme a la casa.
Los únicos sonidos en la sala de cómputo eran los teclados y los clics del ratón. Todos estaba estudiando algo diferente en sus pantallas y nadie decía nada. Bella estaba en la terminal del final con su pie alzado en una silla.
—Hola —dijo, alzando la vista a mí cuando me arrodillé a su lado—. ¿Cómo te fue?
—Pues tenías razón. Estaba trabajando con Cho —le dije y todos detuvieron lo que estaban haciendo para escuchar—. El lo va a transferir a McChord para detenerlo ahí y va a fijar una hora para entrevistar a Cho.
—Quiero ir —dijo y sonreí.
—Lo supuse, pero este es el problema, dulzura —comencé a decir, mirando a mi alrededor—. Si no podemos determinar la conexión financiera de Cho con Kim, entonces él simplemente… se irá a casa.
—Pues mierda, mierda, mierda —cantó Alice, frunciendo el ceño—. Ese podría ser un problema, Edward, porque todo lo que estoy siguiendo es anónimo. Cada transferencia, cada cuenta en el extranjero, ningún maldito centavo tiene rastro.
Había una pequeña parte de mí que quería molestarla con eso del dinero que no se podía rastrear, pero esta mierda era demasiado seria. El asociado laboral de mi padre nos había engañado a todos, intentó matarnos a todos, y tuvo éxito con la muerte de varios empleados de Twi Tech y dos buenos amigos, sin mencionar el personal militar, los rescatistas y algunos hombres del FBI de Benny.
—Tengo la leve sospecha de que a tu papá no le importará si podemos conectar a Cho con todo esto —declaró Bella, encogiendo un hombro.
—Mm, puede que tengas razón. En lo que a mí concierne, estaría dispuesto a terminarlo por él, si es que Cho se escapa del agarre de El de forma legal. Pero yo no necesito la jodida legalidad.
El resoplido de Mickey se escuchó fuerte y sin humor.
—Tienes razón con eso.
Hubo murmullos de aceptación en la habitación, incluyendo el asentimiento enojado de mi esposa.
Le alcé una ceja a Bella.
—Dulzura, esa sería una operación encubierta de las proporciones más profundas y oscuras.
—¿Y? —Prácticamente gruñó entre dientes—. ¿La cantidad de muerte y destrucción que él vertió sobre nosotros? ¿Estás jugando? No, Edward… quiero ser parte si es que esa es la única opción que tenemos.
—Es justo. —Me incliné para besar su frente y luego sus labios—. Iré a Anchorage para pedir materiales para reconstruir el granero. También tengo que reemplazar todas mis herramientas. Damas, tienen toda la confianza de Eleazar de que podrán encontrar algo. Él supone que, si ustedes no pueden hacerlo, entonces nadie podrá.
Me reí entre dientes de Mack y Alice, que se chocaron los cinco. Inclinándome, le di otro beso a Bella.
—Me llevaré a Emmett conmigo y regresaremos en unas horas. Quiero que tú, Alec y Jasper se lo tomen con calma. Nada más que esta mierda que estás haciendo, dulzura. No estoy jugando. —Señalé su tobillo, el cual seguía alzado.
Se escucharon risitas en toda la sala.
—Hubo una especie de preocupación dulce en algún lugar por ahí —dijo Bella con una suave risa, me agarró la cara y me besó otra vez—. Te escuché, cielo. Seguiremos revisando estas cosas. Tú ten cuidado.
Al salir de la sala de cómputo para llamar a Emmett, escuché la voz de Bella.
—Bien, empecemos desde el inicio. Rastrearemos cada centavo, cada llamada, cada mensaje y correo electrónico.
Había una parte de mí que quería quedarse y ayudarla, porque ya habíamos pasado por demasiados percances, pero todavía no terminábamos de pelear. Solo que esta vez la pelea era por información y las chicas eran jodidamente buenas en revisar cada detalle de la información. Necesitábamos conectar a Cho con Kim Min-Jun. Si no podíamos conectarlos en el papel, tenía la sensación de que tendríamos que seguir a ese bastardo de regreso a Seúl.
Al salir al porche de enfrente, mi mirada se desvío hacia mis hijos que estaban jugando con Lock y Load. No solo habían estado en la Torre de Twi cuando empezó esta mierda, sino que habían estado aquí, en el granero que ahora era cenizas. Y mientras miraba la destrucción en casa de tía Kate, no estaba seguro de si preferiría dejar que el cabrón pensara que se salió con la suya. Iríamos por él cuando menos lo esperara – en silencio, en la oscuridad y con precisión.
No habría arrepentimientos.
