Elrond sonrió sintiendo la felicidad de todos, ya casi en el umbral de la puerta, a los pies de las escaleras doradas del porche.

-Venid dentro.- dijo mirando a Thranduil: -Hemos preparado un banquete, seguramente tendréis mucha hambre después del viaje...

Thranduil se tocó la tripa: -Gracias Elrond. Estaba un poco arto de comer tanto conejo que cazaban mis soldados...

Elrond volvió a sonreír y se acercó a sus hijos: -Llevad a nuestros invitados hasta sus habitaciones, para que dejen su equipaje, y luego bajar a comer, ¿de acuerdo?

Los tres afirmaron con la cabeza a la vez: -Sí, ada.

Los gemelos se acercaron entonces a Thranduil y le sonrieron a la vez: -Déjenos, rey Thranduil, llevar su equipaje, ¿sí?- dijo uno de ellos cogiendo dos maletas con cada mano.

Thranduil le miró desconcertado: Gracias... em... ¿Elladan...?

Él rió: -Soy Elrohir.

-Yo soy Elladan.- agregó el otro cogiendo como su hermano otras dos maletas en cada mano, sonriendo, y marcharon los dos juntos hacia el porche.

Legolas se les acercó y caminó con ellos y detrás fueron Arwen de la mano de Lithlis.

-¿Y yo que hago? ¿Subo o me quedo?- preguntó Thranduil a Elrond que miraba con Glorfindel a su lado.

Glorfindel se acercó al rey del Bosque Negro y le pasó un brazo por el hombro, con picardía en los ojos, como la de los niños traviesos: -¡Tú te quedas y me contáis los dos cómo es que se os da tan bien hacer tanta prole! ¡Siempre supe que erais unos pervertidos!

Los tres rieron a la vez y ellos también se alejaron hacia el porche de la casa de Elrond.

.:.:.:.:.:.:.

Legolas iba el primero mientras subían por la escalera. Miraba a todas partes, cada cuadro en la pared, cada vidriera y cada rincón lo inspeccionaba, avivando sus recuerdos.

Habían recorrido pasillos y salas y subido más escaleras e incluso atravesaron un patio blanco a un lado de la casa. Ese patio le recordó a unas flechas y luego a unos bollos de chocolate y a un oso de peluche... Ahora que estaba ahí lo recordaba todo tan bien como si hubiera pasado ayer.

Arwen subía detrás de Legolas, con Lithlis a su lado y al final arduamente subía los gemelos, cargados de equipaje. Arwen se giró al notar que se quedaban atrás.

Elladan y Elrohir iban casi arrastrándose y con la lengua fuera. Arwen rió: -Oye... ¿queréis ayuda...?

-No... no... si da igual...- jadeó Elrohir.

-Vamos... bien...- suspiró Elladan.

-Ya os alcanzaremos...

-No os preocupéis...

Arwen bajó las escaleras hasta su altura y se agachó junto a ellos y sus bolsas.

-Que maja Arwen... no pensaba que nos fueras a ayudar.- miró extrañado Elladan.

Arwen cogió el paquete más pequeño y volvió a subir las escaleras hasta llegar donde Legolas y Lithlis.

-Oh... si, que maja...- protestó Elrohir: -¡No te lleves un paquete más grande! ¡Que se te va a romper una uña!- gritó para que le oyeran escalera arriba.

Arwen les sacó la lengua desde lo lejos, sonriendo divertida.

-Maldita niñata...-refunfuñó Elladan.

-Como la odio...

-¡Es una creída!

-¡Mirala! Va meneando su culo delante de Legolas...

-Sí... y lo peor de todo es que a él se le cae la baba...

-Bueno... ¿sabes que? Que yo tengo el consuelo de saber que somos los más guapos...

-¡Eso es verdad! El rubio de Legolas... que parece que es de bote...

-Oye... Elrohir... no siento la piernas...

-Sí... esto es un infierno...

Cuando por fin llegaron al descansillo al final de la larga escalera de oro descubrieron que los otros ya habían desaparecido por alguna esquina y se sentaron en el último escalón, dejando el equipaje a un lado.

-¡¿Como se puede traer tanta ropa para tan poco tiempo...?!- preguntó Elrohir dando un largo suspiro.

-¡No, aquí no llevan ropa! ¡Llevan una colección de piedras!

-Pues dentro de poco tendrán para hacer una exposición...

-Ay... no puedo más... ¡tengo hambre!

-¿Qué habrá mandado hacer ada de comer?

-Acelgas o porquerías así... como siempre... ya sabes como es...

-¡¡No!! ¡¡Acelgas no!!

-¡¡Sí!! ¡¡Acelgas sí!!

-¡¡Noooo!!- Elrohir cogió a su hermano del cuello meneándole en su desesperación de volver a comer acelgas, verdes y gelatinosas... Una maleta se empezó resbalar detrás de Elladan y luego unos paquetes y más equipaje y entonces... Todas las bolsas cayeron un escalón y rodaron escalera abajo con un ruido ensordecedor hasta que llegaron al final. Miles de prendas volaron por los aires cubriendo toda la sala.

Elladan miró a su hermano con ira en los ojos: -¡¡Mira lo que has hecho!!

-Yo... esto... No quería... ¡Yo no fui!

-¡¡Te mato!!

Mientras tanto Legolas, Arwen y Lithlis habían llegado hasta el alto pasillo de las alcobas y a través de sus vidrieras entraba la luz del sol mutada en los colores de los cristales coloreados. En los labios de Legolas se dibujó la más grande de las sonrisas cuando supo reconocer aquella que le habían asignado hacía tantos años, cuando era un niño.

-¡Esta era la mía!- casi gritó girando el pomo de una puerta a la derecha abriéndola con cuidado. Dentro se veía todo oscuro.

Arwen se adelantó y pasó la primera: -Esta vuelve a ser la tuya, Legolas.- y dentro descorrió las cortinas dejando que la luz entrara desde los ventanales. Legolas sonrió en el umbral mientras Arwen salía de nuevo de la alcoba.

Se acercó a otra puerta contigua y giró el pomo: -Y esta es la tuya, Lithlis, está al lado de la de tu hermano y también al lado de la mía, que es esa de allí. Por si quieres algo por la noche.- dijo: -Y aquella del otro lado, un poco al fondo, es donde duerme a veces Glorfindel, y sabe contar unas buenas historias para dormir.- rió.

Dejó dentro de la habitación de Lithlis el paquete que les había cogido a sus hermanos y salieron los tres de nuevo hacia el descansillo para ir al comedor.

-¡Venga, y ahora a comer!

.:.:.:.:.:.:.

-¡Bueno y no veas lo malo que era Legolas de pequeño!

-¡¿Cómo?! Pero si tiene una cara de bueno que no se aguanta, no como Elladan y Elrohir...

-¿Qué hacía?- pregunto Glorfindel sin poder contener la risa, imaginándose las escenas que Thranduil contaría de su hijo.

-Un día le estaba dando de comer...- continuó el rey del Bosque Negro: - y se empezó a poner llorón porque no quería papilla... quería galletas... ¡tú fíjate! Y estaba yo ahí, intentándole meter la cuchara en la boca mientras decía: "¡No! ¡No! ¡Galleta! ¡Nene quiere galleta!" y ¡¡¡Paf!!! ¡Le da al plato de papilla y me lo tira a la cabeza!

Glorfindel empezó a reír retorciéndose en su silla, ya sentados en la mesa del comedor, sin poder parar, seguido por Elrond, que también reía, pero no tan sonoramente.

-A mi no me hace gracias.- dijo Thranduil desde el otro lado de la mesa: -¡Tuve que bañarme por lo menos seis veces para que se me fuera el olor a papilla del pelo!

Glorfindel y Elrond no pararon de reir.

.:.:.:.:.:.:.

Legolas, Arwen y Lithlis recorrieron el camino hecho y llegaron a las escaleras donde vieron por última vez a los gemelos.

La limpia escalera de antes parecía haberse trasformado en la decoración para una fiesta de fin de año. Con telas de colores por las barandillas y abajo por el suelo de mármol miles de ropas y papeles desperdigados como el confeti.

-¡¿Pero que ha pasado aquí?!- gritó Arwen a sus dos hermanos que a los pies de las escaleras intentaban recoger y bajó corriendo.

-Em... las maletas...

-Se cayeron...

-Sí... escalera abajo...

-¡Debería daros vergüenza! ¡Mirad lo que habéis hecho! ¡Cuando lo vea ada nos va a matar!

Los tres se miraron preocupados.

Legolas vio su ropa tirada por todas partes y los vestidos de su hermana y los papeles de su padre y...: -¡Eh! Esos son... ¡mis calzoncillos!- unos calzoncillos azules colgaban de la grande lámpara de araña que pendía del techo.

Lithlis se empezó a morder las uñas: -¿Qué dirá ada cuando se entere?

Legolas miró a su hermana: -Nos van a echar la bronca... a todos...

.:.:.:.:.:.:.

-Sí, pues Arwen parece muy buena chica... ¡pero de pequeña cogía del pelo y me lo arrancaba a trozos!

Ahora el que reía también era Thranduil: -¡Elrond con calvas! ¡Que atractivo tendrías que estar!

Glorfindel cada vez reía más fuerte.

Eran como tres niños hablando de sus juegos, ni se asomaban ya a parecer los serios elfos que intentaban aparentar.

Y entre risas se oyó a alguien llamar a la puerta.

-Señor Elrond...- entró un joven elfo, de modestas ropas.

-¿Sí?- respondió Elrond acallando sus risas y poniendo instintivamente en su rostro el ceño fruncido, como siempre.

-Estábamos recogiendo las manzanas de los árboles del jardín para el postre cuando de una ventana cayeron estas ropas... Me imagino que serán suyas o de sus invitados, mi Señor...- el joven se acercó con sedas de colores entre las manos.

Thranduil se levantó al instante y las revolvió todas con cara asustada que progresivamente cambió a enfado.

-¡Ha sido Legolas! ¡Seguro! ¡Tirar la ropa por la ventana! ¡Sólo se le ocurre a él! ¡Se va a enterar! ¡Le voy a...

Elrond se levantó también asustado: -¿No sabes quién las tiró?- le preguntó al elfo.

-No Señor, no se vio a nadie.

-¡Entonces han sido Elladan y Elrohir! ¡Saben hacerlo todo sin que nadie se entere! ¡¿Cómo se atreven?! ¡La ropa de los invitados!

Glorfindel comenzó de nuevo reír sin para en su asiento.

Elrond le miró serio: -¡Y todo esto es culpa tuya!

-¡¿Mía?! ¡¿Por qué?!- preguntó sin para de reír Glorfindel.

-¡Por que les malcriabas con chucherías!

Glorfindel paró de reír un momento sin poder aguantarse una sonrisa en la cara, intentando ponerse más serio, tras la mirada de Elrond, pero cuando Thranduil salió de la habitación gritando el nombre de su hijo por el pasillo, Glorfindel volvió a troncharse.

Elrond le miró con ironía: -Eres un crío, Glorfindel...- y salió al pasillo corriendo: -¡Elrohir y Elladan! ¡Venir aquí ahora mismo!

Glorfindel quedó solo, con su risa incomparable.

Los chicos no sobrevivirían hasta la hora de comer...

Continuará...

CARMENCHU!!!

P.D. que tal eh??!! Os gusta?? Gracias por los reviews a todos!!! Y... para aquel que no le ha quedado claro lo de la edad diremos que Legolas tiene 18 años y Lithlis 12, por lo k se llevan seis añitos... Y los gemelos tienen 19 y Arwen 17... Y Elrond y Thranduil.... jajajaja eso no se diceee!!! Jejejeje muchos besos a todos!!!!