Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.
Título: Con los ojos cerrados
Autor: Vania Hepskins vaniah2000@yahoo.com o Jun para acá la raza.
Pareja(s): Legolas/Aragorn
Clasificación: PG-13 a NC17
Resumen: Una historia corta, basada en el regreso de Aragorn después de caer por el precipicio y su encuentro de esa noche con Legolas. Basado en la película. Inspirado por una canción de Gloria Trevi cuya letra adjunto al final.
Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre/hombre, mas bien hombre/elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.
Con los ojos cerrados…
Ambos, mortal y elfo se encontraban solitarios en el salón del trono a media noche después de que Théoden les había abandonado para descansar.
- Cuando te he visto llegar, cuando te he visto subir por las escaleras, mi corazón latió tan alegremente que creí que saldría de mi pecho. Me habías preocupado. – afirmaba Legolas con una sonrisa de suma alegría
- ¿En serio puedo preocupar a quién tiene el alma de acero forjado cual temible espada?
- Hablas de mí como si no fuera capaz de mostrar afecto. – respondió el elfo cruzando sus brazos encima de su pecho y volviendo su mirada al fuego chispeante de la chimenea.
El salón estaba vació, y ningún testigo podía advertir la tristeza que invadía la mirada del elfo por mas que su vista fuera aguda.
- No he querido ofenderte querido amigo – contestó Aragorn poniendo su mano sobre el hombro derecho de Legolas y oprimiendo ligeramente, el simple contacto con él, le agradaba en demasía.
- He sido un tonto… - confesó el elfo con dulce sonrisa - Debes descansar, la noche ha caído e Isilme invita a dormir.
- ¿Deseas dormir? – preguntó Aragorn penetrándole con su mirada
- No deseo más que tu pronto reestablecimiento, buen amigo. – dijo Legolas con voz dulce y serena, tomó la mano de su amigo y la estrecho solemnemente – ahora es mejor que me retire a mi habitación.
- Aún no he terminado con usted, mi señor elfo. – afirmó Aragorn acarreándole hacia el con su mano.
- No veo en que más…
Legolas calló, sus labios fueron sellados en un fuerte impulso por otros deseosos de su calor, cerró los ojos y dejo que los brazos de Aragorn le rodearan la cintura atrayéndolo. Levanto las manos recorriendo sus antebrazos hasta encerrarle por su cuello. Labios secos y rasposos mordían y recorrían otros suaves y dulces, devorándolos.
Después de unos momentos de placenteros encuentros, en que uno se derretía en los brazos del otro, ambos rompieron su lazo buscando el aire faltante a sus pulmones.
- ¿Me extrañaste, Legolas? – preguntó Aragorn posando su frente con la del elfo, cerrando sus ojos, acarició el cabello de su amado mientras buscaba el aliento. - ¿Pensaste en mi?
- No hubo hora, minuto o segundo del día, en que mi corazón no se partiera ante tu recuerdo. He creído morir cuando una de mis mayores pesadillas se hiciera realidad.
- Extrañe tu calor, tu presencia y sobre todo esto, la miel dulce de tus labios.
Legolas abrió los ojos también, ante él, la muestra del más puro afecto brillaba en el pecho de su amado. ¿Cómo podría él competir ante tanto y ferviente amor? La pena le embargó al momento. Y se alejó del mortal.
- No soy digno de tan hermosos sentimientos, Aragorn, y la felicidad que me ilumina al verte vivo frente a mí, se ve opacada por el brillo de nuestro futuro incierto.
Aragorn comprendió lo que Legolas decía, tomó al Evenstar entre su mano y le observó por un momento para luego acercarse al rubio elfo.
- Si tanto se atormenta tu corazón ¿Por qué has sido tu quién me ha regresado este preciado símbolo?
Las palabras herían al elfo al sentirlas verdaderas.
- Por que sé que es lo único que te mantiene, que te reconforta y que te ayuda a seguir en este tortuoso camino.
Aragorn no podía mentir, bien era cierto que durante su caída y regreso, el recuerdo de Arwen le había brindado su apoyo, como si desde las lejanas tierras de Rivendel, el calor de su delicada mano le ayudara a sobrevivir.
- Arwen ha estado conmigo durante mis sueños y noches de fervor, ella ha sido mi guía y luz para llegar hasta aquí. – proclamó Aragorn deteniéndose a un paso de Legolas.
La espada se clavaba más en el corazón de Legolas y no quería llevar mas allá la conversación, el simple hecho de saberse que no era enteramente correspondido significaba una tortura insoportable y no quería que nadie atestiguase su pena.
- Ahora debo irme, no esta bien que quite tanto tiempo a quien llama con desesperación al descanso profundo.
- ¿Me dejaras ya? –preguntó Aragorn con voz mortificada - ¿No acompañaras tu, mis horas de sueño?
- Cómo no comparto tus recuerdos, no soy el apropiado a compartir tu descanso, así que…
- Legolas… - dijo Aragorn tomándole del brazo impidiéndole el paso – acompañe esta noche… - añadió suplicante
- No puedo, no es correcto… no es lo propio…
- ¿Desde cuando te importa a ti lo correcto y lo propio cuando es tu corazón quien lo manda? – preguntó Aragorn frunciendo el ceño.
- Vuelves nuevamente a ofenderme… comprendo que el cansancio ponga esas palabras en tus labios…
- ¿Y nos las quieres borrar con los tuyos?
Un nuevo beso fue robado al elfo, quien a pesar de su resistencia al principio, no pudo evitar corresponder a la boca de Aragorn. Y poco a poco fue dejándose llevar, entre la oscuridad de aquel refugio, a la pequeña y fría habitación que le habían asignado para su descanso.
- Aragorn… - dijo titubeando el elfo mientras observaba como el mortal se despojaba de su capa y poco a poco de su túnica raída.
Había asegurado la puerta, había sido sigiloso en su camino y ahora tenía al elfo frente a él, cercano a una cama, como tanto le había deseado desde esa noche que se había revelado ante el los sentimientos de Legolas.
- Legolas, tantas noches que hemos compartido, ¿y ahora dudas de una mas a mi lado? – dijo Aragorn acercándose a Legolas bañado por la luz de las candelas.
- ¿Por qué me sigues hiriendo? ¿Por qué no puedo alejar mi mente de ti? – dijo Legolas tratando desesperadamente de buscar una salida a su pesar.
- Dame el descanso que necesito.
- No soy yo a quien corresponde esa tarea.
- ¿Por sigues negándoteme? – pregunto Aragorn al borde la impaciencia - ¿Por qué no me muestras tu amor como otras noches?
- Por que tal vez sea nuestra última noche juntos, por que no sabemos si mañana estaremos juntos.
- Por lo mismo te deseo junto a mí. – dijo Aragorn rodeando con sus brazos la esbelta cintura
- No puedo.
- ¿Pero por que? ¡Dime una razón para que no puedas! – exclamó Aragorn atrayéndole con fuerza hacia él en su desesperación.
- ¡Yo no debo estar aquí! ¡Yo no quiero ser juzgado! ¡Ahora suéltame!
- Legolas ¿Por qué dices eso? ¿Ya no me amas?
Los ojos del milenario elfo se llenaron de profundo dolor, secos y intensos trataban de entender al mortal.
- ¿Cómo puedes dudar de mí? ¿Cómo puedes decir que no te amo? –preguntó Legolas seriamente ofendido.
- Entonces, ¿Por qué te resistes a mi compañía?
- Aragorn… ¿Qué es lo que quieres de mí?
- Tu cuerpo, tu canto, tus besos y caricias, y si es posible, ese encuentro tan preciado que me has negado tantas veces.
Nunca el mortal mencionó su corazón, sus sentimientos y no recordaba alguna ocasión escucharle que le amaba. Siempre se dirigía a él por confort, consejo o cuidado, sus caricias en la noche le ayudan a sobrellevar la carga de su empresa.
- ¡Oh! ¡Y yo que podría darte aun más! ¡Y yo que secaría mi garganta de tanto canto que inundara tus noches! – exclamaba el elfo yendo hacia la puerta - ¡Y yo que daría mi vida en la pelea mas osada…! Y yo que arriesgaría mis manos en el fuego por abrazarte… Y yo que daría mi corazón sin… sin pedir nada a cambio.
Esa era la triste realidad para el elfo, el mortal no le amaba, sólo deseaba su cuerpo, su corazón ya era de alguien más, y él no figuraba en su futuro. Pero para su desgracia, él ya le había entregado su corazón, sin aun haberle entregado su cuerpo.
Aragorn le tomó con fuerza por detrás en los hombros jalándole hacia la cama, Legolas se resistió, pero el cuerpo no respondía cuando su corazón se encontraba encogido.
- ¡Ya Legolas! ¡Tú sabes bien que te deseo!… Tu cuerpo me es irresistible…
- ¡No! Aragorn, no deseo tu calor, no deseo tu compañía… - dijo Legolas irguiéndose con altivez en la cama
- Tu mismo acabas de decirlo…me amas y nada puedes hacer para remediarlo – afirmó triunfante Aragorn empujándole de nuevo lentamente hacia la cama.
Empezó a abrir su camisa descubriendo su pecho velludo, una que otra cicatriz se asomaba a su cuerpo y Legolas no recordaba ver sus pectoraleso alguna vez a la luz de las velas tan de cerca. Nunca habían estado juntos más que algunas horas de descanso, en la que las caricias, besos y abrazos era lo único que compartían. Legolas aun no entregaba su cuerpo, aunque su corazón ya no le pertenecía.
- No Aragorn, no quiero esto… no lo deseo así…
- Legolas
Aragorn le beso con pasión, al principio gozando de la calidez de sus labios, de la suavidad de sus mejillas, repasando sus manos por ellas, para luego transmitir un sin fin de sensaciones al tocar la punta de su oreja y terminar entre la sedosidad de su cabello.
- Déjate llevar Legolas…Se mío esta noche… - dijo Aragorn hundiendo su rostro en el delicado cuello.
- Aragorn…
Legolas ya estaba debajo del vigoroso pecho desnudo de Aragorn, sofocado por sus demandantes besos, absorto entre sus candentes caricias. Y el mortal empezó a besarle con brusquedad, como si el hambre le devorara y el fuera el exquisito manjar puesto ante sus ojos. El elfo no pudo luchar mas, cuando sintió los potentes brazos de Aragorn rodeándole impidiéndole el escape, una vez mas su cuerpo le traicionaba pues también anhelaba ese encuentro.
Y obedeciendo a su señor, se dejo llevar, dejó que las manos fuertes y calludas le despojaran de su túnica y ropajes, de sus botas hasta que la desnudez del perfecto cuerpo fue lo único que devoraba la vista del mortal.
- ¡Oh! Legolas… ¡Tu cuerpo es tan... perfecto!
¿Por qué no le podía decir por una sola vez que le amaba? ¿Por qué no podía ver en sus ojos más que lujuria y deseo? ¿Por qué no le podía mentir tan sola una vez haciendo su primera noche inolvidable?
Y más aun le hería cuando el mortal cayó a su lado usando nada más que la Evenstar en su cuerpo. ¿Tanto le quería humillar?
Pero Aragorn no veía su dolor en ese momento, colocado detrás del elfo, sus manos parecían tener vida propia, cuando recorrían las caderas del elfo, cuando se perdían en la suavidad de sus prominencias, cuando descubría poco a poco, la perfecta marcación de los músculos de sus brazos y pecho. Legolas se dejaba acariciar, cerrando los ojos trataba de encontrar algo de amor y ternura en esas manos rasposas.
Aragorn le empezó a besar la base del cuello por detrás, mientras su otro brazo le rodeaba la cintura, había hecho a un lado el sedoso cabello rubio para poder dar besos en esa zona tan erógena. Bajaba lentamente besándole con ferviente adoración, y Legolas no pudo evitar dejar caer su cabeza hacia atrás.
Una mano del mortal le recorría el muslo desde arriba hacia abajo y detrás de él, la excitación del mortal se hacía presente cada vez que le atraía hacia si. No había duda de que esa noche Legolas no saldría de allí, sin haber perdido lo que durante tanto tiempo había guardado.
- ¡Oh, Legolas! ¡Eres absolutamente hermoso! ¡Te deseo tanto! ¡No sabes cuanto he anhelado este momento!… - se escuchó decir a Aragorn con voz ansiosa.
El elfo no respondió, aun seguía con los ojos cerrados, perdido entre su dolor y su deseo, ¿Cómo podía responderle cuando tales palabras le perforaban el alma? ¿Cómo podía dejar de sentir cuando él mismo deseaba experimentar el calor de su cuerpo fundiéndose con el de él?
- Legolas... deseo tu boca… dame tus besos…
Y Legolas volvió su cabeza lentamente, pero la mano demandante del mortal le hizo volverse con algo de dolor. Aragorn observó que el elfo tenía los ojos cerrados, pero en el momento no le importo, el calor al sur de su cuerpo se hacia mas demandante, sin embargo el dulce sabor de la boca élfica, era algo que le gustaba disfrutar a cada momento.
Aragorn le besó desesperado, arrebatando el aire a Legolas, invadiendo sus labios con la lengua, recorriendo cada rincón húmedo del elfo. Y su mano no dejaba de subir y bajar por su cadera, no dejaba el cuerpo de Legolas en paz y deseaba sentir el miembro rígido en sus manos, pero prolongaba el contacto con esa parte por ser la primera vez para ambos.
- Legolas… hoy… esta noche, quiero que seas mío.
- Siempre he sido tuyo… - dijo el elfo en casi un suspiro sin que el mortal pudiera escucharle
- En todo la extensión de la palabra, Legolas… quiero sentirte mío… quiero que seas mío…
Legolas no respondió, volvió el rostro apagado para si mismo y aun seguía con los ojos cerrados, tratando de deshacerse de todos los pensamientos de repulsión hacia si mismo que le invadían en ese momento, tratando de entregarse como el mortal deseaba, de olvidarse de las palabras de Gimli, que le rogaban apartara esos sentimientos por el mortal, ya que pertenecía a alguien mas, tratando de no pensar en Arwen, fiel, dulce y amante de este hombre que estaba acariciándole.
- Legolas…
Y él seguía con los ojos cerrados mientras Aragorn recorría su espalda con sus besos y caricias, mientras sentía una pierna fornida invadiéndole entre las dos suyas. Sentía como los vellos de sus piernas le hacían experimentar sensaciones nuevas a su cuerpo, como Aragorn le apretó posesivamente, casi dejándole sin aire para que sintiera la forjada espada que se elevaba orgullosa, en busca de una certera vaina en donde encontrar calor y adoración.
- Legolas… - volvió a repetir el mortal bajando su mano y perdiéndola entre las carnosidades del elfo
Legolas abrió los ojos al sentir la invasión a esa zona tan privada, pero los cerró de inmediato imaginándose lo que se le esperaba. Nunca había sido tocado de esa manera tan especial, le agradaba el tacto y la cercanía de Aragorn, pero no por eso dejo de sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo, su primera vez, y con alguien que no le amaba, no era lo que él había soñado.
El índice del mortal empezó a friccionarse entre sus dos mejillas, haciéndole arquearse un poco hacia delante muy a su pesar.
- Legolas… quiero invadirte todo…
Aun no respondía el elfo, sabía que si le encontraba con la mirada, que si era capaz de sostenerla tan siquiera un segundo, su corazón se vendría hacia abajo, al darse de cuenta de cuanta lujuria podía encontrar en ese hombre.
Y seguí frotándose contra él, y se alternaba entre el miembro rígido del mortal y el dedo que clamaba por su entrada.
- Legolas…
Aragorn absortó en su deseo, no se había dado cuenta hasta ese momento, del ligero temblor de hombros de Legolas, de la rigidez absoluta que regía su cuello, de que en todo el tiempo en que estaba uno junto al otro, apenas había pronunciado palabra.
- ¿Legolas? – preguntó Aragorn preocupado, el elfo no se movía apenas, y se dio cuenta que tenía los ojos cerrados. – ¿Legolas?
Una sombra asomó a su mente, algo le invadió el corazón al ver el rostro inexpresivo del hermoso elfo en sus brazos, detuvo todo movimiento, y acercó su boca a su oído.
- ¿Legolas? ¿Qué te pasa, hermoso mío?
No respondió el elfo, un nudo estaba en su garganta y ya mucho había sufrido ofreciendo su incorrupto cuerpo para que ahora sus lágrimas le traicionaran también. Sólo trato de esconder su cabeza contra su brazo, y esperaba a que el dolor en su pecho disminuyera. ¿Tanto le deseaba Aragorn que se había olvidado de él? No le había tocado más que para invadirle, no le había besado más que por ferviente lujuria, pero nunca, en todo el tiempo que llevaba a su lado, le había tocado, le había hablado con ternura, con algo de amor y no de candente lujuria.
¿Alguna vez trató de brindarle placer? ¿Alguna vez había vertido su semilla en él? No. Y aunque era la primera vez para ambos, era él, quien se encargaba en sus rápidos y furtivos encuentros de acariciarle, de complacerle, de llevarle al éxtasis y contemplar su cúspide, mientras, desde lo mas bajo de su ser, él trataba de esbozar una sonrisa al ver que su señor estaba complacido con su tarea.
- ¿Legolas? – volvió a preguntar el mortal - ¿No deseas mis caricias?
Un leve temblor de hombros le respondió a Aragorn mientras observaba como Legolas cerraba los ojos con mas fuerza tratando de evitar verter sus primeras lágrimas.
- Pero Legolas… ¿Qué te sucede?
Legolas tomó aliento, calmó su corazón tratando de traer sus mas ricos recuerdos, tratando de recordar la imagen de Aragorn cuando le besaba, cuando acariciaba su cabello y sonreía al escuchar sus canciones. Abrió los ojos.
- Nada mi señor…
- Legolas… ¡Tú no quieres mis caricias!
- ¿Cómo dices eso, si tanto te amo? – preguntó Legolas con voz apagada.
- ¡Entonces demuéstramelo!
- Mi corazón anhela tanto pero…
Y Legolas estuvo a punto de estallar, fijo su mirada en la luz de la candela sobre la mesita de al lado tratando de concentrarse en ella.
- Dime la verdad Legolas – dijo Aragorn girándole y encerrándole entre su brazo - ¿Me amas?
El le miró, y su mirada empezaba a enturbiarse al fijar sus puros ojos azules en los grises y acerados del mortal.
- Sí, te amo – respondió Legolas sin vacilar un instante
- ¿Entonces? ¿Qué te sucede?
- Mi cuerpo es tuyo, mi alma es tuya, mi corazón sólo canta tu nombre pero tu…
Aragorn empezaba a comprender, o al menos así lo pensaba.
- ¿Es Arwen, no es así? –preguntó Aragorn frunciendo el ceño y remarcando las finas líneas de su noble rostro.
¿Arwen? Arwen no tenía la culpa de lo que él sentía, Arwen no sabía lo que su amado le hacía, Arwen no era la causa, si no él.
- No… no es ella…eres tú… - dijo Legolas bajando la mirada.
- Legolas…
- Lo siento, esto no debe ser… ¡Fui muy tonto! ¡Un estúpido! – exclamó el evitando su mirada en todo momento
Y Legolas trato de zafarse de los cálidos brazos que le ataban, pero le volvieron a encerrar.
- ¡No puedes dejarme así! – exclamó Aragorn enfadado
- Tú ya me has dejado muchas veces…
- ¡¿Qué?!
Aragorn escudriño entre sus recuerdos, tratando de evocar alguna vez en que él… ¡Por todos los cielos! ¡No encontraba nada!
- Tal vez esto nunca debió ser, tal vez esto es un error, yo no debo de estar aquí... tu no me quieres, tu no me amas y no me merezco que tu…
- Legolas…no digas eso… - dijo Aragorn acariciándole el cabello mientras se lo apartaba del rostro.
- ¡Es la verdad! ¡Sólo me estás utilizando!
- ¡Legolas!
- ¡Déjame ir o termina de una vez lo que has empezado! – exclamó Legolas con la mirada húmeda y la voz apagada - ¡Yo no deseaba que así fuera!… pero si así lo deseas… mi cuerpo es todo tuyo… ¡Tómalo!
Aragorn se quedo petrificado. Toda esa información le caía como un balde de agua fría, él deseaba al elfo, pero no sabía si así, no sabía… No sabía que Legolas aun se conservaba intacto y mas aun que le amaba, no sabía muchas cosas y todo eso de una manera u otra le afectaba. Y Legolas aprovecho esa oportunidad, para escapar de su abrazo, para tomar su túnica, sobreponérsela y salir en la oscuridad de la noche con el corazón destrozado.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Ahora bien, ¿le sigo? ¿O mejor así le dejó? No soy buena con encuentros slasheros de este tipo, pero hago mi primer intento con deditos y demás cosas incluidas… Reviews, si no así se queda…^_^
"Con los ojos cerrados" – Gloria Trevi
Todos quieren que me aleje de él,
Que es de lo pero y no me quiere bien
Dicen que me envuelve el cerebro
Con el fin de enredarse en mi cuerpo
Debo confesar que cuando él me besa
El mundo da vueltas dentro de mi cabeza
Cierro los ojos y siento su aliento
Mi sangre quema cualquier pensamiento
Y le creo, le creo, le creo,
Le creo cuando dice te quiero
Le creo que su amor será eterno
Le creo que es el hombre mas bueno
Le creo que la luna es de queso
Y si el me diera otro beso
Que más da si me miente
Yo...le creo
CORO:
Con los ojos cerrados iré tras de el
Con los ojos cerrados siempre lo amare
Con los ojos cerrados yo confío en el
Con los ojos cerrados yo le quiero creer
(SE REPITE)
¡Le voy a creer!
Ellos dicen que yo no puedo ver
Que el amor me ciega cuando estoy con el...
No me fijo que el no tiene dinero
Dicen que el es malo y que yo soy su juego
Debo confesar que cuando él me besa
El mundo da vueltas dentro de mi cabeza
Cierro los ojos y siento su aliento
Mi sangre quema cualquier pensamiento
y le creo, le creo, le creo…
