NIGHTWALKER

Largo rato estuve yo mirando,

Preguntándome, temiendo,

Dudando, soñando sueños que anteriormente jamás mortal se

Atrevió a soñar

Pero el silencio era inmenso, no daba indicios la calma

Sólo el murmullo se oía de la única palabra pronunciada allí

"¿Lenore?"

Yo la murmuré y un eco susurró el nombre, "¡Lenore!"

Sólo esto y nada más

"¡HAY QUE SALVAR A TOMOYO!"

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Un animal rugido volvió a sacudir los oídos de los presentes

-¡MALDICIÓN!

-¿Qué pasa Aëgnor? –preguntó Fénrir completamente calmado ante el fervor de su compañero, mientras leía un libro

-¿Qué me pasa? ¡¡¿QUÉ ME PASA?!! ¡Es la pregunta más ridícula que me han hecho en mi vida!

-No me digas –dijo Fénrir mientras centraba su mirada azul en el majestuoso felino–¿molesto por...?

-¡NO TE HAGAS EL IMBÉCIL!

-No toleraré tus insultos cachorro –dijo el lobo mientras le enseñaba una blanca dentadura

-Tampoco te tengo miedo –masculló tratando de autocontrolarse

En la habitación reinaba una extraña atmósfera. Entre helada y ardiente, cuando en ese momento apareció Shaoran

-No se maten mientras estoy fuera –y se retiró. Aëgnor y Fénrir escucharon la puerta cerrarse y se volvieron a ver con mala cara.

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Shaoran vagaba ahora por las calles de Tomoeda. Caminaba por inercia, su cabeza estaba en otras cosas. Desde aquel fatídico día, todo había sufrido un cambio de 180º. Si antes era frío, ahora su frialdad rayaba en la perversidad. Nada le importaba. Nadie le importaba.

Sin saber cómo, acabó en una cafetería. La misma donde había tenido la primera visión del cetro. Ingresó y había unos cuantos parroquianos comiendo desperdigados en unas mesas, otros jugando algo de billar. Se sentó en la barra y pidió un vaso de agua y un sándwich. Se sentía con el cuerpo extrañamente vacío, especialmente el estómago

-¿Qué demonios es lo que tiene que siempre logra hacerlo? –masculló Shaoran

Miró como danzaba el líquido en el vaso y apretó su mano en torno a él. Había algo en el aire que lo perturbaba sobremanera. Las cartas, Sakura y lo demás pasaba a un segundo plano al ponerse a pensar en eso. Últimamente todo parecía ensombrecido. Los días eran oscuros y las noches eternas, y todo vivía en un silencio que carcomía el alma, y corroía la razón por completo

Entonces en sus ojos proyectaron una vez más la visión. El cetro, y su llamado que lo enervaba. Tomoyo, y su fatal proximidad a él. Tenía que hacer algo con ella, y solamente había una posible solución. Una sonrisa surcó su rostro.

El peligroso brillo ambarino comenzó a dejarse ver en sus ojos. No era un brillo de emoción, ni mucho menos de alegría. El joven que estaba atendiendo la barra vio como el muchacho que vestía de manera casi lúgubre se cubría el rostro, escribía algo en un papel y le hacía un gesto para que se acercara. El muchacho, sorprendido por el extraño actuar de aquel, se acercó

-¿Sí? –preguntó con cortesía

-Necesito que me hagas un favor –respondió. El dependiente no podía ver sus ojos –llama a este número, pregunta por este nombre y léele exactamente lo que dice aquí, ¿entendiste?

El dependiente se quedó clavado. En su vida le habían pedido semejante favor. Ya estaba por decir que no entendía nada, pero Shaoran no había terminado. Lo tomó del delantal con fuerza asombrosa, y lo arrastró casi hasta su rostro.

-Si no haces lo que te digo, te aseguro que me enteraré. Vendré y te desmembraré hueso por hueso, fibra por fibra hasta que no quede nada –en ese momento pudo ver sus ojos, de un color ambarino, y con un brillo tan hipnotizante como la mirada de un lobo. Tartamudeó unas frases sin coherencia y

asintió al pedido. Shaoran lo soltó y se levantó. Dejó algo de dinero y le dio la espalda

-Recuerda...si no haces lo que te digo, te juro que me enteraré y te haré maldecir el día que me viste ¿entendido? –el dependiente tragó plomo en vez de saliva–Porque ese será tu último día...

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-¡Profesora Mizuki! –Sakura decía sorprendida mientras veía acercarse a la sacerdotisa con paso lastimoso, acompañada de Touya y Yukito

-Hola Sakura –dijo la profesora reprimiendo un gesto de dolor

-Monstruo ¿qué pasó aquí? –dijo al ver rastros de escarcha, un puesto congelado y rastros de fuego por doquier

-Nightwalker atacó de nuevo –dijo Eriol–y ahora no está solo

-¿No lo está? –dijo Yukito

-Míralo tu mismo –dijo Mei Ling

Entonces apareció Nakuru junto con Sakura cargando dos peluches con aspecto lastimoso. Kero y Spinel estaban vendados. Solamente sus ojos estaban sin cubrir, y parecía que hubiesen estado jugando con fósforos en donde no debían.

-¿Ves? Ahora han aparecido dos bestias que se hacen llamar los guardianes del Nightwalker. Por fortuna, parece que no los mataron, pero por un pelo y no quedarían sino cenizas de ellos –dijo Eriol.

-Necesito mostrarles algo –dijo la profesora. Sakura, Eriol y los demás fueron guiados por el santuario hasta un lugar que ellos nunca habían visto. Había un círculo enorme, con inscripciones muy extrañas, y las representaciones del cuervo, vampiro y el lobo a su alrededor –esto es lo que mantiene el sello de la puerta negra y del escudo que rodea al lago. Pero el caminante es poderoso y no se rendirá. Volverá con toda su fuerza, y puede que ni este campo lo resista. Necesito de su magia, para incrementar el poder del sello –miró hacia fuera. El día se transformaba en atardecer, y ya las primeras estrellas convergían en el cielo.

-La oscuridad ya viene –dijo Mei Ling–la noche pronto llegará. ¿Esta vez qué sucederá?

-Esperemos que nada –dijo Eriol–tenemos que salvar a Li del influjo de ese talismán para tratar de evitar la destrucción

-Si es para salvarlo –dijo Sakura–entonces lo haré. No puedo tolerar...que Shaoran sea malo

-Él no es malo. Nightwalker lo controla desde sus más oscuros pensamientos –dijo Eriol–tenemos que hacerlo reaccionar o de lo contrario...tendremos que destruirlo también

-¡NO! –dijo Sakura congelando instantáneamente a Eriol–debe haber una forma de liberarlo...tiene que haberla

-No te preocupes, estoy seguro que la hallaremos, cueste lo que cueste

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-¡Eres un cachorro malcriado! –rugió Fénrir mientras aprisionaba contra el suelo a Aëgnor

-¡Pues al menos no tengo personalidad de refrigerador! –respondió Aëgnor

-¡Al menos no estoy lleno de aire caliente!

-¡A ti se te congeló el cerebro!

-¡Mequetrefe!

-¡Imbécil!

Pero unos golpes en la puerta los detuvieron en seco

-¿Joven Li? ¿Está usted bien? –una voz femenina con algunos años

-¡Un humano! –dijo Aëgnor

-¡Sé lo que es idiota! –respondió Fénrir

-¿Joven Li? –volvió a preguntar la voz

Aëgnor tosió un poco y habló, imitando la voz de Shaoran

-¿Si?

-Oh, solo quería saber como estaba, he estado escuchando unos ruidos extraños

-¿Ruidos extraños? No he escuchado nada –respondió Aëgnor. Fénrir le decía con señas que cortara

-Párala idiota, nos van a descubrir –le dijo en un "secreto a voces"

-¿Joven Li? –volvió a increpar la señora

-¿Si? ¿en qué puedo ayudarla? –era el VERDADERO Shaoran

-Pero...si usted está adentro...¿cómo salió?

-No puedo estar adentro, hace una hora que salí –dijo con cara extrañada. Miró hacia la puerta y pudo percibir las energías de Aëgnor y Fénrir. Cachorros tontos, qué tontería han hecho ahora –no señora, debe ser una equivocación, aquí no hay nadie. Seguramente creyó escucharme

-Seguramente...pero estoy segura que oí algo adentro. ¿No quiere que pida ayuda?

-¡¡NO!! –dijeron Shaoran y Aëgnor al mismo tiempo. El lobo tapó con una de sus extremidades el hocico del tigre, que no podía respirar. La señora una vez más vio con rostro extrañado a Shaoran, y se alejó con cautela de él...como si tuviera una enfermedad rara o algo así. Shaoran entró al departamento estrepitosamente, tropezando con una de las patas de Aëgnor y dándose un golpe tremendo.

-Más tarde los castigaré –dijo con una mirada que partiría una roca–pero ahora necesito que pongamos en acción este plan. Hoy, a las 8:00 de la noche...

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-Muy bien. Deben concentrar el poder de su magia aquí –dijo Kaho–así, el sello permanecerá incólume ante el poder del caminante nocturno

-¿Está bien así? –dijo Sakura

-Perfecto. Eriol debe ir justo frente a ti –dijo la profesora. Nakuru, Yukito y Touya asistían a los preparativos, cuando un ruidito incesante los descolocó. Eriol tomó su móvil y respondió

-¿Diga?

-Disculpe...¿hablo con el señor Eriol Hiragizawa?

-Si, soy yo, ¿pero quién es usted?

-Le parecerá una tontería lo que voy a decirle, pero hace un rato un sujeto me pidió que lo llamara y le diera un mensaje

-¿Un mensaje?

-Esto es lo que dice:

No necesito ver nada

En mi la oscuridad es aliada

Puedo ver una flor en la sombra

¿De qué? Ya lo descubrirás

La noche ya llega

Y el tiempo se te acaba

-¿Algo más? –preguntó Eriol

-Si...aquí dice algo más: divide para conquistar. Esa es la consigna

-Se lo agradezco mucho –dijo Eriol

-No, yo soy el que se lo agradece –y cortó la comunicación.

-Un ingenioso acertijo –murmuró Eriol–muy bien...empecemos. No necesito ver...en mi la oscuridad es aliada...

-Un lobo –dijo Touya–un lobo caza en la oscuridad.

-Bien –dijo Eriol–sabemos que la palabra lobo es sinónimo del Nightwalker. Dice que ve una flor en la oscuridad...–Eriol se queda en silencio y luego abre grande los ojos –una víctima. Ha encontrado una víctima. La noche que ya llega y el tiempo se acaba –continuó Eriol, pero se quedó en silencio. Hasta que Sakura se puso espantosamente pálida

-¡Tomoyo! ¡él va por Tomoyo!

-Tenemos que detenerlo –dijo Yukito. Pero eso no será sencillo de ninguna forma, porque en ese preciso momento vieron que ya la noche había llegado. Y las extrañas representaciones brillaron con una luz plateada, sorprendiéndolos a todos. Los ojos del lobo en el suelo brillaron, y pudieron sentir el aura helada de Fénrir. Pudieron sentirlo, al batir sus alas y aullar en forma tan tétrica que cubrieron sus oídos de aquel sonido perturbador.

Pero eso no fue todo, al crecer una columna de fuego rojo rubí hasta la altura del cielo. Aëgnor también estaba allí.

-Él no es ningún tonto –dijo Eriol– ahora lo entiendo: divide para conquistar, una muy inteligente estrategia.

-¿Qué haremos entonces? –dijo Mei Ling–si nos quedamos aquí, él matará a Daidouji, pero si no vamos a su socorro, ellos podrán contra el escudo de la puerta negra.

-Lo único que nos queda es jugar bajo sus reglas –dijo Eriol mientras apretaba su llave–Corre a casa de Daidouji, y sálvala. Yo combatiré con Yue y Ruby Moon contra ese par de bestias. Pero si no sales de inmediato –un fenomenal estruendo, seguido de un rugido animal– será lo último que sabremos de Tomoyo

Sakura asintió, y otro impacto remeció al escudo del lago, seguido de una maldición. Tenía que darse prisa

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Cada paso lo acercaba a su objetivo. La oscuridad ya comenzaba a cubrirlo todo con su negro manto, y su paso seguía impertérrito, sin prisa pero sin pausa. Vestía un gabán negro, y su cabello castaño ondeaba con el viento frío proveniente del norte. En la lejanía divisó la mansión Daidouji, y sus ojos brillaron. Ya casi era hora, y podía recordar con facilidad espantosa el interior de la gran residencia. Se hizo detrás de un gran árbol, al ver a varios guardaespaldas en la verja de entrada. Sería pan comido deshacerse de ellos, pero así no sería divertido.

Vio como uno de ellos salía y dejaba la verja entreabierta, y también pudo ver que el otro guarda estaba descuidado. Como si fuera una sombra, se escabulló, y llegó hasta la gran puerta principal. Palpó la cerradura, pero calculó que le tomaría 5 segundos más el forzarla. Demasiado tiempo, así que optó por la salida fácil: tocar a la puerta, y se ocultó junto a unos arbustos.

Una amable mucama abrió la puerta, se asomó y dejó apenas el espacio para que ingresara. Un movimiento en falso, y sería hombre muerto...aunque eso no pasara de ser un pensamiento retórico.

La mucama con cara afable pero estúpida (juzgó Shaoran a primera vista) dejó el espacio justo, y de un salto se introdujo. La parte fácil, resuelta; ahora, por la chica Daidouji y el cetro. Es hora de trabajar.

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Tomoyo estaba en su habitación leyendo un libro cuando sintió calosfríos. Miró hacia la noche, aún joven, y sintió uno de nuevo recorriéndole la espalda. Se quitó unos mechones de su cabello y regresó la vista a su lectura. Pero había algo en el aire, que no la dejaba en paz. La perturbaba. La molestaba. Era como el molesto ronroneo de las alas de un mosquito cuando duermes. Pero de repente Tomoyo vio algo más. El sonido del silencio crecía, la rodeaba. La oscuridad parecía dar paso a alguien más. Atravesó la estancia de su habitación y entreabrió la puerta. Hacia la izquierda no había nada más que la nada inquietante presencia del pasillo vacío. A la derecha, lo mismo, aunque este no estaba tan iluminado. Suspiró lánguidamente y regresó a su lugar, pero bien no se había dado la vuelta, y se puso tan pálida como el edredón de su espacioso lecho.

No había algo ahí. ALGUIEN estaba ahí, en el rincón más oscuro. Miraba con cierta atención el espacio infinito que había entre sus ojos y el muro de su habitación, y aunque no podía distinguir quien era, si podía saber que alguien estaba allí, hojeando un libro tomado al azar de su biblioteca, y escuchaba retazos de lo que decía:

"Una noche de tormenta, mientras yo vagaba entre la impasible tempestad, escuché un sonido. Bruscamente volví la cabeza, para encontrar un sacro lobo de los días de antaño. Con aire de amo y maestro, aulló ante la flagrante tormenta. Sus ojos eran como el atrayente color del oro, y con la inconfundible frialdad con la que arde una estrella en el firmamento. Le pregunté: ¿quién es usted, señor, que ante mi se presenta? Pero el lobo no me respondió. Sólo me miró, sólo eso y nada más..."

-¿Quién es usted? –preguntó Tomoyo, amedrentada instintivamente ante aquel que se presentaba sin previo aviso.

-¿Quién soy yo? –su voz sonaba como un trueno cuyo volumen disminuido no le quitaba su fuerza–La pregunta es: ¿quién debería ser yo? –La luz salida de un poste le permitió a Tomoyo vislumbrar cabello castaño de tono inconfundible

-¿Li? ¿eres tú?

-Pero yo no sé quién debería ser; lo que sé, es que la hora de la venganza ha llegado. Las ofensas, se lavan con sangre, pero no con cualquiera. Con la sangre ofensora, con esta se lavan las faltas

-¿Con qué derecho tú dices eso? –le dijo Tomoyo

-Lo mismo podría decir yo –dijo mientras tomaba del escritorio una foto donde salían Tomoyo, Eriol, Shaoran y Sakura de hace unos años –¿sabes tú lo que yo pienso de la amistad? –un destello azulado, y una flama azul comenzó a consumir la foto, iluminando con gesto abrumadoramente frío los rasgos de Shaoran Li –Esto es lo que yo pienso –Tomoyo respiró profundo –Los amigos son traidores. Son mentirosos. Son envidiosos. Si tienes lo que ellos quieren, maquinan a tus espaldas para conseguirlo, sin importar a quien esté en medio para lograrlo. ¿Me equivoco?

Tomoyo estaba sin habla.

-Pero eso se acabó. Uno por uno, ojo por ojo, hasta que la cuenta quede saldada –la flama azul se apagó, pero un destello metálico cortó la oscuridad–Tomoyo Daidouji, la hora ha llegado. ¿Algo que decir antes de morir?

-No...no lo hagas –murmuró Tomoyo

Shaoran izó la espada que lanzó un viso metálico de aspecto sumamente tétrico. Tomoyo entonces, en un acto reflejo, trató de asir la hoja con sus manos desnudas. Lo hizo, haciéndose un corte en una de sus manos. Retrocedió tomándose la mano herida, mientras Li realizaba un quiebre de muñeca que dejaba impoluta la hoja de la espada. Pero algo entonces distrajo a Shaoran, y Tomoyo aprovechó, saliendo de la habitación y perdiéndose entre las penumbras de la mansión.

-Es muy valiente o muy, muy tonta –murmuró mientras salía de la habitación, aún con la espada en la mano

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-¡Alto! –dijo Ruby Moon ante las dos bestias que batallaban ante el escudo que rodeaba el lago

Los dos la vieron con gesto frío, para luego ignorarla y seguir en lo suyo. Pero una flecha voló de la nada, impactando en una de las alas de Fénrir, pero sin provocarle daño alguno.

-Oye, Fénrir –le dijo Aëgnor– parece que te buscan a ti

El lobo guardó silencio. Divisó entonces a Yue apuntándole con un arco. Junto a él permanecían Eriol, Ruby Moon y Kaho. Su mirada azul brilló entonces, y se lanzó contra ellos. Ondas heladas emanaban del monstruoso lobo, y mientras Yue se preparaba para contraatacar, Ruby Moon misteriosamente había abandonado a Eriol.

-¡Siente el poder de la luna, guardián! –rugió Fénrir y el viento helado en forma de rayo salió en búsqueda de Yue, pero entonces sintió una presencia a su costado. ¡había caído en la más estúpida de las trampas! Ruby Moon estaba a poco más de un metro, apuntándole con sus rubíes, pero el fuego puso distancia entre él y la guardiana.

-Estás viejo para esto Fénrir –dijo Aëgnor sentenciosamente

-Cierra el pico –dijo mientras sus ojos brillaban. De ellos salió, un rayo azul, no más grueso que 3 alfileres juntos, pero que atravesó un árbol de lado a lado. Eriol frunció el entrecejo, mientras trataba de hallar el punto débil de uno de ellos

-"Son como fortalezas caminantes –vio como Yue evadía por centímetros el frío toque de Fénrir– no hay ataque capaz de derribarlos. Son como la espada y la armadura, el uno protege al otro..." –Ruby Moon que volaba tratando de no ser achicharrada por el furibundo fuego del tigre

-¡Aëgnor, hagámoslo! –dijo Fénrir– ¿acaso no recuerdas nuestra jugada maestra?

El felino asintió y voló junto al Lobo

-Espero que lo recuerdes –dijo Fénrir

Eriol apretó el báculo. Entendió que era hora de actuar. O hacía algo, o los destruirían sin remedio.

-¡FURIA DEPREDADOR! –rugieron las bestias al tiempo. Su poder combinado era letal. Kaho apretó a los durmientes Spinel y Kerberos, todavía recuperándose de la pelea con Aëgnor.

Pero Eriol no era ningún tonto. Hizo lo único que podía hacer, y a un movimiento suyo, el báculo brilló. Las bestias se paralizaron al momento.

-¡Suéltame AHORA! –rugió Aëgnor con furia

-Estas cadenas... –murmuró Fénrir– las cadenas de Geffos. ¿Qué pretendes maldito mago mal nacido?

-Solamente detenerlos –dijo Eriol– ustedes son demasiado poderosos para enfrentarlos de igual a igual

Las cadenas aprisionaron las grandes alas de ambos guardianes, y un extraño cerrojo, con una joya roja y una azul respectivamente completaron el sello.

Yue y Ruby Moon vieron admirados la jugada de Eriol. Digna de todo un ajedrecista. Digna de la reencarnación del gran Clow Reed.

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-Dios mío –suspiraba Tomoyo mientras agarraba con fuerza su mano sangrante–¿qué es lo que pretende?

Recordó con gesto sombrío como la llama azul iluminaba el rostro del muchacho.

-¿Qué hago? –entonces escuchó el rumor de pasos sobre la alfombra persa, agudizado por su propia y agitada respiración. Miró a su alrededor algo para defenderse. Lo único que encontró fue un cetro de aspecto muy costoso. Lo tomó en su mano, y este brilló, pero estaba demasiado concentrada en oír los pasos de Li, que ni lo notó.

De repente los pasos parecieron apagarse. Parecían alejarse. Con el corazón desbocado, Tomoyo avanzó precariamente hacia la puerta. Un paso tras otro, la puerta parecía alejarse cada vez más, hasta que palpó el frío picaporte.

Entreabrió la puerta. Nada, oscuridad de un lado. Del otro, lo mismo. Cerró la puerta y tragó pesado. Parecía que no hubiera usado sus pulmones en años y se reclinó lentamente contra la puerta. Y el silencio se hizo presente, imperturbable.

-Olvidaste mirar para arriba –murmuró una voz en medio de la negrura impenetrable

Tomoyo alzó su rostro y quedó más pálida que el mejor de los mármoles de Carrara. Trató en vano de correr, pero la espada se incrustó a pocos centímetros de su cuello en la fina puerta de madera. Volvió a ver, para encontrarse con la figura de Shaoran a escasa distancia de ella.

-Dicen que los lobos tienen la particular habilidad de oler el miedo. De percibirlo en los demás, y en ti es insoportable ese aroma

Tomoyo abrió los ojos

-Detesto a los cobardes. A los débiles. Pero tú tienes algo que me repudia profundamente...

La linda chica retrocedió en vano, y el cetro brilló vivamente, y murmuró, inclusive Tomoyo pareció escucharlo

"Nightwalker...ven a mi, AQUÍ Y AHORA"

-El cetro de Ottokar. Por milenios lo he buscado –Tomoyo miró con atención el objeto– ¿No sabes acaso lo que es? Muchos están dispuestos a matar o morir por lo que eso representa.

-¿Pero por...?

¡VEN A MI, LOBO NOCTURNO!

El cetro brilló de nuevo. Tomoyo entonces dejó el cetro, que brilló. El rubí brilló, y entonces ella pudo ver a Shaoran. Pero por un instante eterno, pudo percibir la imagen incorpórea de un ángel invencible cuyo nombre hacía temblar hasta a los más valientes. Pero otro destello dorado la distrajo. La espada también fulguraba en su mano

-¡¡Libérate!! –profirió Shaoran, liberando al báculo dorado del dragón y la luna brillante. El cetro pareció reconocer el artefacto, y viceversa. Tomoyo retrocedió instintivamente ante Li y la batalla de los cetros, pero un resplandor blanquecino la cegó por completo.

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Sakura corría a todo lo que le daban sus piernas. Muchas cosas pasaban por su cabeza en ese momento. En su fuero interno, suplicaba por llegar a tiempo de salvar a Tomoyo y de detener a Shaoran, de una locura de la que podía arrepentirse por toda la vida. Pero algo llamó su atención, un rayo de luz blanca que salía de la casa de Tomoyo, al fin a la vista

-¡Tomoyo! –dijo Sakura mientras reiniciaba la carrera

Energías aumentando. Dos energías en confrontación. Pocas veces había sentido semejantes dosis de furia, de poder, en un solo sitio.

-¡Dios mío, Tomoyo! –dijo al ver una silueta vacilante avanzar hacia ella. Tenía una herida en la mano, pero nada fuera de eso. El alivio que sentía Sakura era indescriptible– ¿qué sucede Tomoyo?

-Es Li...y alguien más...están luchando...están matándose...Li...parece enloquecido

Sakura acomodó a Tomoyo como pudo. Avanzaron ambas hasta un sitio prudencialmente lejano de la casa, y pudo percibir como las energías seguían peleando.

Hasta que una luz dorada iluminó la oscuridad nocturna por un momento. Y se desvaneció, para que luego dos cuerpos salieran disparados desde la mansión a escasos dos metros de su ubicación. Thanh y Len, sin duda. Golpeados, sangrantes, pero con el cetro entre sus brazos

-¡Atrás, lobo nocturno! –rugió Len– ¡Nunca vencerás!

Pero otro impacto salido de la nada silenció al portador del vampiro. Y una espada inmisericorde se incrustó en la pierna del desdichado sujeto

-Déjalo, ahora... –murmuró Shaoran, pero se oía la voz del Nightwalker–te maté una vez...no veo porque no hacerlo una segunda

Sakura y Tomoyo palidecieron a un tiempo. Sakura apretó la llave en tanto Shaoran, y la espada martirizaban al sujeto. Len se levantó y se arrojó con un grito salvaje contra Li, pero este le correspondió con una patada que lo regresó inmediatamente al suelo.

-¡Cierra la boca, estúpido! –le dijo Shaoran

-¡Poder! ¡espada! –la voz de Sakura llamó la atención de Shaoran y de los dos sujetos, que ni cortos ni perezosos, salieron a correr.

-Cobardes –dijo con mala cara Li– Pero y con todo, se llevaron el cetro de Ottokar. ¿¡Te das cuenta de la estupidez que cometiste!?

-¡Shaoran! ¡sé muy bien que puedes escucharme, por favor, reacciona! –dijo Sakura mientras sostenía la espada

-¿Crees que le temo a una carta Sakura? ¡lo sé todo de ti! ¡sé como peleas! Sé como vencerte...

-Por favor Shaoran –suplicó Sakura por última vez– por favor...

-Es hora de probar que tan fuertes somos Sakura –dijo Shaoran mientras sostenía la espada– vamos...dame tu mejor golpe

-No...por favor...despierta de ese influjo que te domina...regresa por favor...

Pero la respuesta fue un golpe que casi la manda al suelo. La espada reaccionaba justo a tiempo a la arremetida de Shaoran. Sakura, con la habilidad de la carta espada no debería tener ningún problema...pero luchaba contra Shaoran Li y contra el Nightwalker, que parecían tener la habilidad de 1000 espadas en una sola. Ni siquiera la carta fuerza parecía rivalizar con la propia fuerza del caminante.

-¡Por favor, deténganse! –dice Tomoyo consternada al ver como combaten Sakura y Shaoran

-¡ALTO! –dijo una voz entonces, deteniendo en seco a todos los presentes

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-Yue... –murmuró Shaoran mientras lo miraba

-Li...Nightwalker...deben detenerse ahora –dijo Eriol– no sabes lo que...

-¡No! ¡ustedes, parranda de estúpidos, son los que no lo saben! –dijo mientras sus palabras rezumaban furia– ¿acaso no sabes de donde viene el poder del Nigromante? ¡del maldito cetro! ¡y ella... viene y se mete en mi camino!

-¡Shaoran! ¿eres tú? –la voz de Mei Ling lo distrajo completamente de la vista de Sakura y Eriol. Este, aprovechó el momento y se acercó a Sakura

-Escúchame bien. Jamás podrás vencerlo jugando su juego, así que usarás la carta del candado. Usaré el mismo conjuro que usé para detener a las bestias, pero debes concentrarte es en que el candado no se abra mientras las cadenas no lo retengan por completo ¿de acuerdo?

-Muy bien.–dijo Eriol. La espada volvió a ser el báculo, y Sakura aguardó el momento

-¡Eriol! –dijo Sakura

El mago invocó el hechizo, y Shaoran no pareció percatarse. Estas lo envolvieron con la fuerza de una anaconda, y soltó su inseparable espada, mientras su rostro revelaba el dolor y el esfuerzo por no ser atrapado por completo. Haciendo acopios sobrehumanos, trató de librarse de la cadena, entre tanto, Eriol sostenía con fuerza su báculo. Pero las alas se desplegaron a toda su anchura y las cadenas cayeron a los pies de Shaoran.

-No me detendrás con tan poca cosa, Hiragizawa –dijo Shaoran mientras las alas aún permanecían en su espalda, dándole un aire misterioso– porque yo...

Entonces sintió que era retenido por la espalda, y pudo ver rastros de una tela blanquísima. ¡Yue trataba de detener por siquiera un instante a Nightwalker!

-¡Suéltame, maldición! –rugió Shaoran tratando de zafarse del abrazo de Yue, sin resultados. Entonces un aura fría comenzó a sentirse en todo el lugar. Los ojos ambarinos del asesino brillaron como un trueno quebrando la oscuridad, y un sello mágico se iluminó lentamente bajo ellos, mientras un hechizo brotaba de los labios de Li

"Pon estos pies en un viento fuerte...bríndame las alas de la tempestad para evitar que el mal se acerque..."

-¡Ahora Sakura! –se oyó entonces la voz de Eriol

La carta voló a la orden de su dueña, y se concentró en la cadena. Shaoran parecía por momentos capaz de librarse, y un sello mágico se iluminó a sus pies, pero después de unos instantes de fieros intentos, al fin pudo contenerlo

Pero la espada levitó lentamente y se convirtió en el báculo, que voló frente a su dueño. El cielo entonces pareció quebrarse ante el fragor de los truenos que rugían en el cielo y de los rayos que iluminaban el firmamento momentáneamente. Los verdes ojos del dragón fulguraron frígidamente. El caminante estaba retenido, más no vencido.

-Pagarás por esto, mago Clow –murmuró una voz de ultratumba, que salió de los labios de Shaoran. La cadena parecía un vestido superpuesto, reteniéndolo de los brazos, piernas y cuello.

-No tuve más opción –dijo Eriol visiblemente agotado– pocas veces tuve que emplear tanto poder como ahora

Pero el poder del caminante no disminuía. El báculo volvió a ser una diminuta llave que se ocultó entre los oscuros ropajes de Li. Sus alas se esfumaron de su espalda para luego Li caer al suelo, acompañado del tintineo de los pesados eslabones de la cadena, cuyo sello era el mismísimo talismán. Con Nightwalker sumido en un profundo cansancio, debido a la primera vez que supo como escapar de la cadena, la tormenta se desvanecía en el ya oscuro firmamento

-Eriol –dijo Sakura– ¿qué vamos a hacer con él?

-Matarlo –dijo una voz. Yue miraba impasible al asesino dominado e "indefenso"

-Ni hablar –respondió Eriol– no lo mataremos hasta que sepamos qué quiere

-¡Hiragizawa! ¡está sangrando! ¡Shaoran está sangrando!

Eriol y Sakura volvieron la cabeza. El cuerpo de Shaoran estaba justo bajo un charco nada agradable de sangre. Fría y roja sangre.

-Algo grave está pasándole –aseveró Eriol– pero no es un daño físico. Es un daño espiritual. Alguien está atacándolo de alguna manera

-¿Qué hacemos? –preguntó Mei Ling

-En primer lugar, tendremos que meterlo en la casa de Daidouji. Después, lo miraré con más cuidado, porque es alguien poderoso el que le produjo estas heridas

-¿Será posible que...? –dijo Tomoyo

-¿Qué sucede Tomoyo? –dijo Sakura

-Cuando estaba en casa, Li...o bueno, lo que haya sido trató de matarme. Sin pensar me encontré un cetro, o algo parecido. Este pareció entonces enloquecer en mis manos y de la nada salieron ese par de sujetos de la otra ocasión, pero antes, hirió a Li y este ni siquiera pudo reaccionar.

-Ese cetro...Tarath, el Nigromante. Nightwalker, el talismán del lobo nocturno y el báculo de luna brillante. Oh, no... no puede ser.

-¿Qué pasa Hiragizawa? –dijo Mei Ling desde el suelo revisando a Li

-Será mejor que llamen a Kaho, y que traigan a ese par de bestias aquí. Creo que tenemos un interrogatorio pendiente.

-¿Es algo malo Eriol? –preguntó Sakura mientras ayudaba a Mei Ling

-Malo no es la palabra correcta Sakura...será la peor pesadilla de todas...y me temo que solo él podrá salvarnos ahora.

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-¡Con un demonio! –rugió Len mientras Thanh sentía un ramalazo de dolor acometerle la pierna sangrante, perforada por la espada de Li

-Cierra la boca estúpido –dijo el portador del cuervo– no sabemos si está aquí.

-No lo está...–dijo Len– si así fuera, ya nos habría aniquilado.

-Pero...

Entonces se callaron. Llegaron a un claro, a lo profundo del bosque,  en las afueras de la ciudad de Tomoeda. La luna estaba en cuarto menguante, pero algo más lejos de ella fulguraba una estrella misteriosa.

-Es la señal. Esa es –dijo Len mientras se recostaba contra un árbol

Thanh avanzó con el cetro en su mano, y lo puso en medio del claro. Entonces el cetro brilló, y algo similar a un féretro salió con un extraño sonido de la tierra. Tenía misteriosas inscripciones por todas partes, y era retenido por un sello de magnitud imposible.

El cetro brilló, y el sello cayó con un sonido metálico. Y una gran luz invadió el suelo, mientras un círculo con millones de inscripciones, runas y demás se iluminaba. Ambos portadores quedaron encandilados un momento, pero al abrir los ojos, sus quijadas habrían caído hasta el suelo. Una voz fría exigió con autoridad

-¿Es la hora?

-Si, mi señor

-Bien. Al fin nos veremos de nuevo, y al fin vamos a ver quien es el más fuerte –dijo al mirar el cuarto menguante de la luna

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La mente de Shaoran Li en este momento es una gran negrura sin fondo. Pero en medio de esta, había alguien. Un muchacho vestido de jade y oro, estaba recostado en el suelo. Abrió los ojos y se encontró con la nada absoluta.

-¿Dónde...?

-Hasta que al fin despiertas –dijo entonces una voz. Levantó la cabeza para encontrarse cara a cara con Nightwalker. Los ornamentos de los trajes de ambos brillaban misteriosamente.

-¿Qué sucedió? –preguntó entonces Shaoran

-Me atraparon. Una cadena mágica que por cada vez que intente romper su sello, me quitará la mitad de mi energía

-¿Y entonces?

-Esperar –entonces pudieron sentir un aura nueva, pero oscura y fría– ya está. El Nigromante regresó.

-¿Y lo dices tan tranquilo? ¡si puede destruir el mundo con tan solo desearlo!

-No hará nada. De todas formas, tu cuerpo aún no se adapta por completo a nuestro poder combinado, de modo que solo nos queda esperar

-¿Y qué haremos con ellos? –dijo Shaoran

-¿Ellos? –dijo seguramente refiriéndose a Sakura, Eriol y a los demás– ¿acaso el concilio no sirve para nada?

-Los del concilio no harán nada, y menos me creerán si digo que tú me advertiste. Tendremos que...esperar.

El dolor se hizo presente en el rostro de Shaoran. Comenzó a sangrar de todo su cuerpo, de heridas que jamás lo tocaron, pero que dolían como 1000 espadas encendidas clavándose a lo largo de su cuerpo. Sentía que el dolor lo podía hacer enloquecer.

-Ven aquí –dijo Nightwalker

-Lo haría...si pudiera –respondió con un nuevo gesto de dolor Shaoran

Nightwalker flotó entonces desde su lugar hasta donde reposaba el "cuerpo" de Shaoran. Lo tomó en sus brazos y escuchó como palpitaba su corazón. Nada anormal. Entonces sus alas crecieron y casi los envuelven a los dos por completo.

-Descansa, muchacho. Esto es tan solo el calentamiento.

Pero Shaoran murmuró algo que se perdió en medio del dolor.

-¿Qué estás diciendo?

-Sa...Sakura está en peligro...

-Ni hablar. Ella puede defenderse sola. Mientras alguno de los dos estemos aquí, en las profundidades de tu mente, tu cuerpo estará como un vegetal. Será como un estado de coma.

-Pero ellos...no saben...no podrán...

-Shhh....silencio. Si tu no te recuperas, entonces si será para que ellos se preocupen bastante.

-¿Fénrir y Aëgnor...también están atrapados? –preguntó Shaoran mientras su voz se apagaba

-Eso me temo. Pero al igual que nosotros, ellos están refugiados en lo profundo de sus mentes. En tanto no sea necesario, ninguno despertará.

Pero Shaoran ya dormía. Parecía sumamente agotado, y entonces Nightwalker levantó la mirada.

-Esto es solo el comienzo niño. ¿Por qué será que entonces...? –entonces la respuesta vino por si sola– tal vez, solo tal vez, si tengamos que aceptar la ayuda de esos entrometidos.

Entonces hizo aparecer su flauta. Respiró profundo y comenzó a tocar una melodía. Una triste melodía. No como la furiosa tormenta, sino como la lluvia. La fría y purificadora lluvia...

Me disculpo sinceramente por haberme tardado tanto en actualizar, pero es que no me ha quedado tiempo de absolutamente nada, y por eso hasta ahora entrego este capítulo. También agradezco a todas las personas que me han pedido que termine el fic (que la intriga los mata), pues les cuento que eso es solo el comienzo, y que intriga habrá mucha más.

NightWalker.