Capítulo II: Malentendidos

Vivian trató de abrazar a Snape, pero éste se retiró de inmediato, parecía que estaba a punto de ser electrocutado. Vivian se alejó, visiblemente molesta; tenía varios días tratando de hacer hablar a Snape, pero él se limitaba a dar vueltas al asunto, a negar que algo le pasaba.

-Si quieres hablar, estaré en mi despacho- le dijo Vivian a Snape, sin siquiera voltear a mirarlo.

Snape se quedó parado donde mismo, no sabía que hacer. De pronto se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Salió de inmediato hacia el despacho de Vivian. Ella no se encontraba ahí, -seguramente estará en su dormitorio- , pensó, por lo que se encaminó hacia el segundo piso. Efectivamente, Vivian se encontraba en el dormitorio, al parecer aún estaba molesta por lo que había hecho Snape; estaba sentada frente a su ventana , mirando hacia la cabaña de Hagrid. Snape pudo ver una de sus túnicas arrojada hacia una esquina de la habitación.

-¿Vienes a disculparte?- Le dijo Vivian en tono cortante. Ella sabía perfectamente que la única manera de razonar con Snape en esas circinstancias, era hablando como él.

-¿Por qué arrojas mis cosas?-Le contestó Snape a modo de evadir la respuesta. El estaba ahí para pedir disculpas, pero su carácter siempre salía a flote y no le permitía mostrar humildad ante nadie.

-Estaba molesta, por eso- le dijo Vivian, que fue a recoger la túnica de Snape.

-¿Eso quiere decir que ya no lo estás?- dijo Snape con un tono más pasivo.

Vivian miró fijamente a Snape. Ella ya no estaba molesta con él, sabía por lo que estaba pasando, sabía que la noticia de su hija lo había trastornado. Además le daba mucho mérito al hecho que que el mismo Snape hubiera ido a pedirle disculpas, aunque él no lo aceptara.

-Severus, a veces no sé como comportarme contigo, siento de pronto como si me rechazaras-.

-¿Estás segura?-

Snape se acercó a Vivian hasta quedar pegado a ella.

-¿Sigues creyendo que te rechazo?-

Snape pasó su mano por la mejilla de Vivian, haciéndola estremecer. Ella se abrazó a su cintura para quedar más pegada al cuerpo de aquel hombre. Ambos se miraron por un instante. Severus le dio un apasionado beso. Sintió el gusto de su boca, el toque de su lengua. Era capaz de sentir cada movimiento y sabía que lo mismo pasaba con ella. Snape llevó a Vivian hacia su cama, la misma cama que había presenciado tantas noches de entrega de uno hacia el otro. Ambos recostados, Snape comenzó a desabrochar la túnica de Vivian, poco a poco, provocando con cada movimiento suyo que Vivian comenzara a jadear. El juego duró varios minutos, ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, ambos se encontraban demasiado ocupados disfrutando del momento como para arruinarlo con algún tipo de comentario. Las caricias y besos comezaban a subir de intensidad. Severus tocaba cada parte del cuerpo de Vivian, sintiéndose cada vez más excitado. Podía continuar con esto siempre, olvidarse de todo, de todos sus problemas. Podría quedarse toda su vida unido a la piel de esa mujer, que le había demostrado todo su amor en más de una forma. Vivian seguía besando el pecho de Severus, le encantaba sentir como su respiración se agitaba cada vez más, como ella lo hacía sentir de aquella forma, le encantaba sentir su cuerpo retorciéndose de placer sobre ella. Severus de pronto vio como todo desaparecía a su alrededor; la habitación, la luna en la vantana, sus problemas. Sentía todos sus músculos tensarse y como la sangre ardía por sus venas. Después de llegar al éxtasis, su cuerpo comenzó a retomar a la calma, sabía que su compañera también había alcanzado el clímax, por lo que se sentía satisfecho. Algo más relajado, abrazó a Vivian, quien le dio un beso en la frente.

-Vivian, tengo que pedirte.-

-¿Disculpas?- Vivian le sonrió pícaramente. Snape la miró algo incómodo. -Descuida, quedas perdonado- y le dio otro beso, esta vez en su oído derecho.

Ambos se quedaron dormidos. Snape se despertó antes que Vivian. Antes de levantarse de la cama, se quedó contemplándola. Sentía demasiado amor por ella como para dejarla que se fuera. Acarició su rostro, su cuello, sus senos. No podía creer que una mujer como ella se hubiera fijado en él. Jamás se cansaba de verla. Decidió darse una ducha antes de irse, pero cuando estaba por salir de la cama, los ojos de Vivian se abrieron.

-A donde vas, pillo- le dijo Vivian con una ligera sonrisa. A ella también le gustaba observarlo, aunque como siempre, sus ojos se detenían en su antebrazo, en aquella marca de la muerte que le recordaba a él(y a Vivian) su terrible pasado.

Snape notó que Vivian se detenía a observar la Marca Tenebrosa tatuada en su brazo, por lo que no pudo postergar mucho esa pregunta inevitable.

-¿Aun no me lo dirás, Severus?-

Snape ya no podía darle más largas. Estaba consciente de que en unas horas llegaría su hija y si quería continuar su vida con Vivian, debía decirle toda la verdad.