Capítulo III: Remembranzas
Snape sintió como si hubiera entrado en el túnel del tiempo. De pronto apareció ante sus ojos la puerta de su despacho, pero en ese entonces aún no lo era, él simplemente era uno más de los estudiantes del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
-Adelante, señor Snape-
Severus se sentó frente al escritorio del entonces maestro de pociones. Recordaba cómo se había quedado mirando ensmismado los frascos con sustancias extrañas (algunos de esos frascos aún continuaban en su despacho). Estaba bastante molesto, era la primera vez en seis años en que él tenía problemas con el maestro de pociones. No soportaba la rabia de haber visto al estúpido de James Potter, burlándose de él, mientras se dirigía a las mazmorras para recibir su castigo. Poco después de que Snape llegara, hizo su aparición una chica que le lanzó una mirada asesina.
-Bien señorita Griffiths-
La chica ocupó el asiento que estaba al lado de Snape, se veía igual o más molesta de lo que él parecía estar. Ambos volvieron a mirarse con bastante desprecio.
-Muy bien, ¿quién de ustedes me va a explicar lo que pasó?-
-Si me permite, profesor, yo le explicaré a detalle todo lo ocurrido- dijo Snape con un tono bajo, pero con un dejo de margura en su voz.
-Explíquese-
Snape explicó a detalle todo lo ocurrido. Snape había tenido que trabajar con Frances Griffiths, una chica de Hufflepuf que también cursaba pociones especiales. Como el grupo de alumnos se había reducido considerablemente, los alumnos de todas las casas tomaban juntos el curso de Pociones. Mientras ambos preparaban un brevaje para combatir los hechizos de ceguera, habían hecho estallar el caldero, haciendo que toda la clase se llenara de un líquido pegajoso, que hizo que Madam Pomfrey se mantuviera ocupada por más de dos horas quitándoles las ronchas. Como ninguno de los dos admitía la culpa, el maestro los había mandado llamar a su oficina a ambos.
-Por supuesto que en parte tengo culpa, profesor, debí de saber que mi compañera era bastante incompetente como para trabajar sin supervisión-
-¡Qué diablos te pasa Snape!- la chica estalló de furia. -Tú sabes que yo no fui quien le puso la dosis incorrecta de helechos.-
-Está bien jovenes- Ambos dejaron de pelear al escuchar al profesor. -Debido a que ninguno de ustedes había tenido que venir a hablar conmigo y son de los mejores alumnos de sus casas, por esta ocasión, no tendrán que tomar algún castigo-
Las palabras del maestro hicieron que se calmaran los ánimos entre Frances y Snape. Ambos salieron minutos después sin mirarse el uno al otro. -Bueno, al menos sólo le tenemos que hacer un trabajo- dijo Frances, rompiendo el hielo.
-A mí no me parece tan bueno, yo no tengo por qué hacer nada-
La chica lo miró con recelo, finalemente decidió dar vuelta en el pasillo que la llevaba al gran comedor.
Esa noche, Snape decidió quedarse en la biblioteca para hacer el trabajo que el maestro le había encargado como castigo. Mientras se encontraba caminando por los pasillos, escuchó unos ruidos extraños en el pasillo contiguo. Se adelantó sigilosamente para ver quién o qué hacía esos ruidos. Estaba casi seguro de que se trataba de alguno de los miembros de la pandilla de Potter, les encantaba rondar por la escuela a altas horas de la noche y a Snape le encantaba la idea de poder atraparlos y quitarle puntos a Gryffindor. Claramente vió como una sombra se detenía en uno de los estantes, volteando hacia ambos lados, como revisando que nadie más estaba ahí. Snape se acercó poco a poco y cuando estaba justo detrás de la sombra, arrojó a quien quiera que fuera al suelo. De pronto sintió un golpe en la cara.
-¡Cómo te atraves!-
Snape abrió sus ojos a más no poder. Aquella extraña sombra era nada más y nada menos que Frances, quien trataba de quitárselo de encima. Severus vió que en su mano llevaba el libro "Pociones complicadas para males complicados".
-¿Qué haces aquí?- Le dijo Snape, quitándose de encima de ella.
-Sabes, me fascina pasarme la noche en vela haciendo trabajos estúpidos, tan solo por que sí- le dijo Frances con ironía.
Snape se quedó mirando sus ojos. Ella tenía unos hermosos ojos grises, que ahora estaban llenos de furia.
-¿Ni siquiera me vas a ayudar a levantarme?-
Snape le tendió la mano para que se levantara. La chica se dio la vuelta y se sentó en una de las mesas que estaban cerca.
-¿No me vas a dar las gracias?-Le dijo Snape, mientras se sentaba frente a ella. Por algún motivo Snape se sentía atraído hacia la chica, a pesar de ser alumna de Hufflepuf y haber provocado que fuese castigado.
-Por su puesto Snape, mil gracias por provocar que me castigaran y además atacarme por la espalda- le digo Frances en tono cortante y fijando su vista en el libro que acababa de sacar.
Snape ignoró lo que la chica le acababa de decir, comenzó a trabajar sobre su pergamino sin decir una sola palabra. Ambos se miraban furtivamente, sin hablar. Pasadas las dos de la madrugada, Frances se levantó de su asiento.
-¡Frances!-
La chica volteó a ver a Snape. Definitivamente no le parecía indiferente. De no ser por su horrendo pelo, que siempre lo llevaba cubierto de grasa, no era un muchacho tan mal parecido, además de que era bastante inteligente.
-Sabes, deberíamos calmarnos un poco, es más, creo que deberíamos olvidar lo ocurrido-
Snape se sentía bastante diestro en el arte de conquistar chicas. Ya casi había salido con todas las muchachas de quinto y sexto año en Slytherin. Siempre que se sentía encaprichado con alguna chica, había conseguido salir con ella. Además le parecía un reto mayor conquistar a alguna chica de otra casa.
-¿Ah, sí?-
-Sí, creo que deberíamos hacer algo juntos-
-Como.-
-Como por ejemplo ir juntos al baile de Haloween.-
-Pero con una condición- Frances lo miraba, ahora con una sonrisa.
-¿Cuál condición?-
-Que te laves el cabello- le dijo Frances, con una sonrisa y alejándose de él. Cuando estaba por salir de la biblioteca, le arrojó un beso a Snape.
La noche de Haloween, Snape quedó de verse con Frances en la entrada del Gran Comedor. Frances llegó con una enorme sonrisa, que hizo que el estómago de Snape se revolcara.-Esto se está saliendo de control- pensó para sí mismo. Al principio veía esa cita como un reto, pero conforme avanzaron los días para el baile, Snape sentía una especie de angustia, que jamás había sentido con otra chica. Aquella sonrisa de frances lo había hecho estremecerse ligeramente.
-Hola Snape- Le saludó Frances con otra sonrisa. Estuvo a punto de soltar una carcajada cuando vió que Snape había cumplido; se había lavado el cabello y lo llevaba recogido en una cola de caballo que lo hacía ver bastante bien.
-¿Vamos?-
Ambos entraron al Gran Comedor. Se sentaron enn una de las mesas que estaban alejadas del bullicio de los estudiantes. Ambos pasaron la mayoría del tiempo platicando. Le parecía increíble a Snape el hecho de tener tantas cosas en común con la chica. Después de tener una larga discusión sobre la última temporada del Puddlemere United, se decidieron a baliar un poco.
-Te advierto que no sé bailar muy bien- le dijo Frances
-Descuida, yo te enseño- Le dijo Snape, tomándo una de sus manos y poniéndo su mano libre sobre la cintura de frances.
La orquesta en esos momentos tocaba una melodía suave. Ambos comenzaron a moverse al compás de la música. Snape trataba de evadir la mirada de Frances, sentía que las rodillas le temblaban cada que ambos tenían contacto visual. A la mitad de la melodía, Frances recargó su cabeza en el hombro de Snape, quien siguió llevándola en ese baile lento. Después de unos minutos, Severus acarició el cabello de Frances, quien levantó su cabeza para dirigirle una sonrisa, pero en ese momento, Snape tomó su cara entre sus manos y le dio un suave beso en los labios. Frances se estremeció, pero correspondió a ese beso, que se volvió más profundo. A partir de ese momento surgió un sentimiento, una fuerza entre ambos que nadie podría separar.
Frances y Snape siguiéron viéndose durante todo el año y durante las vacaciones de verano, Snape arregló la manera de pasar las vacaciones con ella. Fingió que se quedaría con su amigo Arthur Doyle, en su casa de varano, pero en realidad Snape se quedó junto con Frances en la casa de sus abuelos. Durante todo el séptimo año pasaban su tiempo buscando sitios en donde encontrarse sin ser vistos. La relación entre ambos avanzaba hacia planos inimaginables. Ambos decidieron quedarse en el colegio después de las vacaciones donde nadie más podía verlos ni molestarlos. Snape pasaba todo el tiempo junto a Frances, sentía que era la mujer con quien compartiría el resto de su vida, aún sabiendo que era demasiado joven para pensar así. El séptimo año pasó rápidamente, entre los preparativos para el EXTASIS, como el hecho de pensar en el futuro, ya que saliendo deberían escoger una carrera, aunque él aún no sabía que hacer. Los últimos meses que pasó dentro de Hogwarts, Snape no dejaba ni a sol ni a sombra a Frances, sentía que la hora de separarse, o unirse para siempre, había llegado. Un mes antes de la graduación, Snape y Frances tomaron un paseo por las orillas del Bosque Prohibido.
-¿Por qué estás tan serio, Severus?-
-Frances, he estado pensando mucho en nosotros, sabes que quiero seguir viéndote después de Hogwarts-
-Lo sé Severus, ya verás que encontraremos la forma de seguirnos viendo- Le djo Frances tomando sus manos. Ella había decidido convertirse en curandera, por lo que tendría que ocupar casi todo su tiempo en estudios y prácticas en San Mungo.
Snape sacó de su túnica un anillo.
-Frances, prométeme que te casarás conmigo, que de ahora en adelante serás mi prometida-
-Sev..Severus, no sé que decir-
-¿será "sí" acaso?-
-¡Por.por supuesto que sí, severus!-
La chica se abalanzó sobre él y ambos se besaron. Snape sabía del paso que acababa de dar, pero no se arrepentía, sabía que ella lo amaba y él se sentía muy bien con ella. De pronto le surgió una idea bastante descarriada.
-¿Sabías que tras el campo de Quidditch hay un cuarto secreto?-
-no, ¿por qué me lo preguntas?- Dijo Frances, intentando aparentar inocencia, aún sabiendo por qué se lo preguntaba Snape.
-¿Te gustaría pasar la noche conmigo?- Le dijo Severus. A pesar de que habían estado a solas en muchas ocasiones, siempre trataron de evadir la posibilidad de un encuentro más cercano, pero ahora Snape estaba seguro que Frances no se negaría, después de todo ella confiaba en él y sabía que nada malo pasaría.
Ambos se dirigieron al lugar que Snape había dicho.
-¡Calma Severus!- eexclamó ella cuando sintió los apasionados besos de Snape en su cuello.
-¿Temes a tu futuro esposo?- preguntó Severus con aire de indignación. -No seas tonto- le dijo Frances con una sonrisa pícara. -¿Deseas sellar nuestra futura unión?- -¿Cómo es eso, Severus?- Le dijo Frances, como si no conociera la respuesta. -Yo soy tuyo de ahora en adelante, ¿cierto?- -Cierto- -Y tu eres mía de hoy en adelante, ¿no?- -Ehh, creo que sí- -¡cómo que crees!, que acaso dudas de mí- le dijo Snape poniendo sus manos sobre su rostro, como si estuviera llorando. -Vamos Severus, sólo juego, sabes que te amo.- -Entonces, ¿deseas seguir?- Ella titubeo, vio la mirada tan pasional y llena de amor y deseo de Severus; tuvo miedo, su cuerpo se estremeció. -Claro Severus- -No temas, no te haré ningún daño, solo déjate llevar y tu mismo cuerpo te guiará.- Ella cerró los ojos entregando su ser por completo, Severus quedo extasiado con el sueño que pronto se le cumpliría, empezó a besarle con ternura, sus caricias se encontraban solo en su rostro y cuello, iniciando el proceso de manipulación. Luego, poco a poco sus besos fueron volviéndose mas ardientes, mas fogosas sus caricias, ya bajaban sus manos por sus hombros, su vista, de cuando en cuando miraba ese primer destino, el frondoso pecho de Frances. Frances empezaba a respirar con dificultad, pues las caricias del joven Slytherin estaban surtiendo efecto en sus sentidos. Ya no oponía ninguna clase de resistencia, no puso objeción a que los labios de Snape se estamparan en su escote profundo, como disfrutaba ella de esos momentos. La desnudo por completo, y como aun se hallaban en plena entrada del cuarto, subió nuevamente, dirigiéndose a la base de su cuello, tomándole por detrás de la cintura y le dejó caer lentamente en una pequeña cama que se encontraba en la esquina. El entretanto, rápido y presto campeón del desviste, en pocos segundos quedaba totalmente desnudo ante ella. Algo raro le pasaba, pero una especie de pena le enrojecía el rostro, como si se tratase de la primera vez que exhibiera su cuerpo a una joven, le recordaban la primera vez y lo embarazoso que podía llegar a ser eso. Se coloco encima de ella aun sin tocarle, mirando como se retorcía de placer ante el inminente toque o roce de sus labios, retirando los castaños cabellos de la joven de su bello rostro. . Se besaron una vez mas y su cuerpos se juntaban, se deseaban y ya reclamaban la dicha de ser uno solo, el dedico sus labios al pecho de ella que tanto le deleitaba. Hasta que, no pudiendo detener mas sus ansías de poseerle, el joven Snape entró en ella, arrancando un leve grito de dolor mezclado con placer. -¿Te he lastimado?-
-No Severus, tranquilo- dijo Frances, aún jadeando.
Severus se sentía inmensamente feliz, sentía que pasaría el resto de su vida con esa chica, con Frances, sentía que el mundo era perfecto y que nada malo podría pasar en ese momento.
-Te amo Severus-
-Y yo a tí, Frances-
Las cosas no pudieron ir de mal en peor. Al terminar las clases en Hogwarts, Frances le informó que tendría que partir a España para tomar unos cursos. Se veía bastante demacrada, triste, Snape sabía que algo andaba mal.
-Severus, tenemos que hablar-
-¿qué pasa?-
-Sabes, mis padres quieren que conozca más gente, que salga más, sobre todo ahora que voy a ocupar todo mi tiempo en la escuela de curanderos, además, sabes, yo.yo creo que deberíamos separarnos un tiempo, tú sabes, dranos un respiro.-
Snape no lo podía creer. El pensaba que Frances pasaría todas sus vacaciones junto a él, pero ahora todas sus esperanzas se habían esfumado, sentía que ella lo estaba evadiendo.
-Frances, ¿por qué cambiaste de parecer?-
-Sabes, mis padres dicen que debo pensar en mi futuro, que debo seguir y yo también creo que esta relación no tiene mucho futuro. Severus, sabes que te amo, pero no puedo estar junto a alguien que no tiene metas en la vida, ni siquiera sabes que vas a hacer ahora que salimos de Hogwarts.-
Severus finalmente aceptó la partida de Frances. Pasaron lo días, los meses y Frances jamás se comunicó con el, es más, parecía que se la había tragado la tierra y él se sintió bastante desdichado, se encerró en sí mismo una vez más y se culpó a sí mismo de volver a confiar en las personas.
-Severus.-
Snape sentía que su cara estaba en llamas. El haber recordado todo lo ocurrido años atrás le había hecho un nudo en la garganta, ya no podía continuar. El volteó a ver a Vivian y la encontró con el rostro bañado en lágrimas.
-Severus, ¿aún la amas?-
-Vivian, eso ya pasó, además conoces de sobra el resto de la historia- le dijo Snape con seguridad. A pesar de lo mucho que había amado a Frances, sabía que aquello había pasado, no solo por el hecho de que ella lo habia abandonado, sino por que, según la carta que le había sido enviada hacía unas semanas, Frances había muerto diez años atrás.
-Recuérdame el resto de la historia- le dijo Vivian. después de haber escuchado la historia de Severus, ahora se sentía bastante insegura respecto al amor que él le tenía.
-Vivian, lo sabes de sobra: Después de trabajar en varias cosas, entré al grupo de los Mortífagos, influenciado por mis amigos. Definitivamente fueron mis años más terribles, por que toda mi amargura se acrecentó y todo mi rencor era canalizado de una forma bastante negativa: destrozando casas de magos, de muggles, agrediendo a quien se pusiera en mi camino. Después, mientras estaba con los mortífagos, hubo algo que me hizo salir y darme cuenta de que estaba mal. después conocí a Albus Dumbledore, quien me hizo ver el mundo de otra perspectiva; me dio un trabajo y se ganó todo mi respeto y lealtad hacia él. Cuando estaba resignado a la soledad y a servir a Dumbledore, apareciste tú, con esa sonrisa que me derritió desde el principio, con esa actitud ante todo, me hiciste sentir vivo de nuevo, sentir que vale la pena esperar toda la vida con tal de encontrar a tu Otra Parte-.
Vivian lo miraba con ternura, no podía amar más a ese hombre, íntegro, leal y sumamente amoroso, aunque pocas veces lo dejaba ver; su máscara de recelo lo seguía a donde quiera.
Snape sintió como si hubiera entrado en el túnel del tiempo. De pronto apareció ante sus ojos la puerta de su despacho, pero en ese entonces aún no lo era, él simplemente era uno más de los estudiantes del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
-Adelante, señor Snape-
Severus se sentó frente al escritorio del entonces maestro de pociones. Recordaba cómo se había quedado mirando ensmismado los frascos con sustancias extrañas (algunos de esos frascos aún continuaban en su despacho). Estaba bastante molesto, era la primera vez en seis años en que él tenía problemas con el maestro de pociones. No soportaba la rabia de haber visto al estúpido de James Potter, burlándose de él, mientras se dirigía a las mazmorras para recibir su castigo. Poco después de que Snape llegara, hizo su aparición una chica que le lanzó una mirada asesina.
-Bien señorita Griffiths-
La chica ocupó el asiento que estaba al lado de Snape, se veía igual o más molesta de lo que él parecía estar. Ambos volvieron a mirarse con bastante desprecio.
-Muy bien, ¿quién de ustedes me va a explicar lo que pasó?-
-Si me permite, profesor, yo le explicaré a detalle todo lo ocurrido- dijo Snape con un tono bajo, pero con un dejo de margura en su voz.
-Explíquese-
Snape explicó a detalle todo lo ocurrido. Snape había tenido que trabajar con Frances Griffiths, una chica de Hufflepuf que también cursaba pociones especiales. Como el grupo de alumnos se había reducido considerablemente, los alumnos de todas las casas tomaban juntos el curso de Pociones. Mientras ambos preparaban un brevaje para combatir los hechizos de ceguera, habían hecho estallar el caldero, haciendo que toda la clase se llenara de un líquido pegajoso, que hizo que Madam Pomfrey se mantuviera ocupada por más de dos horas quitándoles las ronchas. Como ninguno de los dos admitía la culpa, el maestro los había mandado llamar a su oficina a ambos.
-Por supuesto que en parte tengo culpa, profesor, debí de saber que mi compañera era bastante incompetente como para trabajar sin supervisión-
-¡Qué diablos te pasa Snape!- la chica estalló de furia. -Tú sabes que yo no fui quien le puso la dosis incorrecta de helechos.-
-Está bien jovenes- Ambos dejaron de pelear al escuchar al profesor. -Debido a que ninguno de ustedes había tenido que venir a hablar conmigo y son de los mejores alumnos de sus casas, por esta ocasión, no tendrán que tomar algún castigo-
Las palabras del maestro hicieron que se calmaran los ánimos entre Frances y Snape. Ambos salieron minutos después sin mirarse el uno al otro. -Bueno, al menos sólo le tenemos que hacer un trabajo- dijo Frances, rompiendo el hielo.
-A mí no me parece tan bueno, yo no tengo por qué hacer nada-
La chica lo miró con recelo, finalemente decidió dar vuelta en el pasillo que la llevaba al gran comedor.
Esa noche, Snape decidió quedarse en la biblioteca para hacer el trabajo que el maestro le había encargado como castigo. Mientras se encontraba caminando por los pasillos, escuchó unos ruidos extraños en el pasillo contiguo. Se adelantó sigilosamente para ver quién o qué hacía esos ruidos. Estaba casi seguro de que se trataba de alguno de los miembros de la pandilla de Potter, les encantaba rondar por la escuela a altas horas de la noche y a Snape le encantaba la idea de poder atraparlos y quitarle puntos a Gryffindor. Claramente vió como una sombra se detenía en uno de los estantes, volteando hacia ambos lados, como revisando que nadie más estaba ahí. Snape se acercó poco a poco y cuando estaba justo detrás de la sombra, arrojó a quien quiera que fuera al suelo. De pronto sintió un golpe en la cara.
-¡Cómo te atraves!-
Snape abrió sus ojos a más no poder. Aquella extraña sombra era nada más y nada menos que Frances, quien trataba de quitárselo de encima. Severus vió que en su mano llevaba el libro "Pociones complicadas para males complicados".
-¿Qué haces aquí?- Le dijo Snape, quitándose de encima de ella.
-Sabes, me fascina pasarme la noche en vela haciendo trabajos estúpidos, tan solo por que sí- le dijo Frances con ironía.
Snape se quedó mirando sus ojos. Ella tenía unos hermosos ojos grises, que ahora estaban llenos de furia.
-¿Ni siquiera me vas a ayudar a levantarme?-
Snape le tendió la mano para que se levantara. La chica se dio la vuelta y se sentó en una de las mesas que estaban cerca.
-¿No me vas a dar las gracias?-Le dijo Snape, mientras se sentaba frente a ella. Por algún motivo Snape se sentía atraído hacia la chica, a pesar de ser alumna de Hufflepuf y haber provocado que fuese castigado.
-Por su puesto Snape, mil gracias por provocar que me castigaran y además atacarme por la espalda- le digo Frances en tono cortante y fijando su vista en el libro que acababa de sacar.
Snape ignoró lo que la chica le acababa de decir, comenzó a trabajar sobre su pergamino sin decir una sola palabra. Ambos se miraban furtivamente, sin hablar. Pasadas las dos de la madrugada, Frances se levantó de su asiento.
-¡Frances!-
La chica volteó a ver a Snape. Definitivamente no le parecía indiferente. De no ser por su horrendo pelo, que siempre lo llevaba cubierto de grasa, no era un muchacho tan mal parecido, además de que era bastante inteligente.
-Sabes, deberíamos calmarnos un poco, es más, creo que deberíamos olvidar lo ocurrido-
Snape se sentía bastante diestro en el arte de conquistar chicas. Ya casi había salido con todas las muchachas de quinto y sexto año en Slytherin. Siempre que se sentía encaprichado con alguna chica, había conseguido salir con ella. Además le parecía un reto mayor conquistar a alguna chica de otra casa.
-¿Ah, sí?-
-Sí, creo que deberíamos hacer algo juntos-
-Como.-
-Como por ejemplo ir juntos al baile de Haloween.-
-Pero con una condición- Frances lo miraba, ahora con una sonrisa.
-¿Cuál condición?-
-Que te laves el cabello- le dijo Frances, con una sonrisa y alejándose de él. Cuando estaba por salir de la biblioteca, le arrojó un beso a Snape.
La noche de Haloween, Snape quedó de verse con Frances en la entrada del Gran Comedor. Frances llegó con una enorme sonrisa, que hizo que el estómago de Snape se revolcara.-Esto se está saliendo de control- pensó para sí mismo. Al principio veía esa cita como un reto, pero conforme avanzaron los días para el baile, Snape sentía una especie de angustia, que jamás había sentido con otra chica. Aquella sonrisa de frances lo había hecho estremecerse ligeramente.
-Hola Snape- Le saludó Frances con otra sonrisa. Estuvo a punto de soltar una carcajada cuando vió que Snape había cumplido; se había lavado el cabello y lo llevaba recogido en una cola de caballo que lo hacía ver bastante bien.
-¿Vamos?-
Ambos entraron al Gran Comedor. Se sentaron enn una de las mesas que estaban alejadas del bullicio de los estudiantes. Ambos pasaron la mayoría del tiempo platicando. Le parecía increíble a Snape el hecho de tener tantas cosas en común con la chica. Después de tener una larga discusión sobre la última temporada del Puddlemere United, se decidieron a baliar un poco.
-Te advierto que no sé bailar muy bien- le dijo Frances
-Descuida, yo te enseño- Le dijo Snape, tomándo una de sus manos y poniéndo su mano libre sobre la cintura de frances.
La orquesta en esos momentos tocaba una melodía suave. Ambos comenzaron a moverse al compás de la música. Snape trataba de evadir la mirada de Frances, sentía que las rodillas le temblaban cada que ambos tenían contacto visual. A la mitad de la melodía, Frances recargó su cabeza en el hombro de Snape, quien siguió llevándola en ese baile lento. Después de unos minutos, Severus acarició el cabello de Frances, quien levantó su cabeza para dirigirle una sonrisa, pero en ese momento, Snape tomó su cara entre sus manos y le dio un suave beso en los labios. Frances se estremeció, pero correspondió a ese beso, que se volvió más profundo. A partir de ese momento surgió un sentimiento, una fuerza entre ambos que nadie podría separar.
Frances y Snape siguiéron viéndose durante todo el año y durante las vacaciones de verano, Snape arregló la manera de pasar las vacaciones con ella. Fingió que se quedaría con su amigo Arthur Doyle, en su casa de varano, pero en realidad Snape se quedó junto con Frances en la casa de sus abuelos. Durante todo el séptimo año pasaban su tiempo buscando sitios en donde encontrarse sin ser vistos. La relación entre ambos avanzaba hacia planos inimaginables. Ambos decidieron quedarse en el colegio después de las vacaciones donde nadie más podía verlos ni molestarlos. Snape pasaba todo el tiempo junto a Frances, sentía que era la mujer con quien compartiría el resto de su vida, aún sabiendo que era demasiado joven para pensar así. El séptimo año pasó rápidamente, entre los preparativos para el EXTASIS, como el hecho de pensar en el futuro, ya que saliendo deberían escoger una carrera, aunque él aún no sabía que hacer. Los últimos meses que pasó dentro de Hogwarts, Snape no dejaba ni a sol ni a sombra a Frances, sentía que la hora de separarse, o unirse para siempre, había llegado. Un mes antes de la graduación, Snape y Frances tomaron un paseo por las orillas del Bosque Prohibido.
-¿Por qué estás tan serio, Severus?-
-Frances, he estado pensando mucho en nosotros, sabes que quiero seguir viéndote después de Hogwarts-
-Lo sé Severus, ya verás que encontraremos la forma de seguirnos viendo- Le djo Frances tomando sus manos. Ella había decidido convertirse en curandera, por lo que tendría que ocupar casi todo su tiempo en estudios y prácticas en San Mungo.
Snape sacó de su túnica un anillo.
-Frances, prométeme que te casarás conmigo, que de ahora en adelante serás mi prometida-
-Sev..Severus, no sé que decir-
-¿será "sí" acaso?-
-¡Por.por supuesto que sí, severus!-
La chica se abalanzó sobre él y ambos se besaron. Snape sabía del paso que acababa de dar, pero no se arrepentía, sabía que ella lo amaba y él se sentía muy bien con ella. De pronto le surgió una idea bastante descarriada.
-¿Sabías que tras el campo de Quidditch hay un cuarto secreto?-
-no, ¿por qué me lo preguntas?- Dijo Frances, intentando aparentar inocencia, aún sabiendo por qué se lo preguntaba Snape.
-¿Te gustaría pasar la noche conmigo?- Le dijo Severus. A pesar de que habían estado a solas en muchas ocasiones, siempre trataron de evadir la posibilidad de un encuentro más cercano, pero ahora Snape estaba seguro que Frances no se negaría, después de todo ella confiaba en él y sabía que nada malo pasaría.
Ambos se dirigieron al lugar que Snape había dicho.
-¡Calma Severus!- eexclamó ella cuando sintió los apasionados besos de Snape en su cuello.
-¿Temes a tu futuro esposo?- preguntó Severus con aire de indignación. -No seas tonto- le dijo Frances con una sonrisa pícara. -¿Deseas sellar nuestra futura unión?- -¿Cómo es eso, Severus?- Le dijo Frances, como si no conociera la respuesta. -Yo soy tuyo de ahora en adelante, ¿cierto?- -Cierto- -Y tu eres mía de hoy en adelante, ¿no?- -Ehh, creo que sí- -¡cómo que crees!, que acaso dudas de mí- le dijo Snape poniendo sus manos sobre su rostro, como si estuviera llorando. -Vamos Severus, sólo juego, sabes que te amo.- -Entonces, ¿deseas seguir?- Ella titubeo, vio la mirada tan pasional y llena de amor y deseo de Severus; tuvo miedo, su cuerpo se estremeció. -Claro Severus- -No temas, no te haré ningún daño, solo déjate llevar y tu mismo cuerpo te guiará.- Ella cerró los ojos entregando su ser por completo, Severus quedo extasiado con el sueño que pronto se le cumpliría, empezó a besarle con ternura, sus caricias se encontraban solo en su rostro y cuello, iniciando el proceso de manipulación. Luego, poco a poco sus besos fueron volviéndose mas ardientes, mas fogosas sus caricias, ya bajaban sus manos por sus hombros, su vista, de cuando en cuando miraba ese primer destino, el frondoso pecho de Frances. Frances empezaba a respirar con dificultad, pues las caricias del joven Slytherin estaban surtiendo efecto en sus sentidos. Ya no oponía ninguna clase de resistencia, no puso objeción a que los labios de Snape se estamparan en su escote profundo, como disfrutaba ella de esos momentos. La desnudo por completo, y como aun se hallaban en plena entrada del cuarto, subió nuevamente, dirigiéndose a la base de su cuello, tomándole por detrás de la cintura y le dejó caer lentamente en una pequeña cama que se encontraba en la esquina. El entretanto, rápido y presto campeón del desviste, en pocos segundos quedaba totalmente desnudo ante ella. Algo raro le pasaba, pero una especie de pena le enrojecía el rostro, como si se tratase de la primera vez que exhibiera su cuerpo a una joven, le recordaban la primera vez y lo embarazoso que podía llegar a ser eso. Se coloco encima de ella aun sin tocarle, mirando como se retorcía de placer ante el inminente toque o roce de sus labios, retirando los castaños cabellos de la joven de su bello rostro. . Se besaron una vez mas y su cuerpos se juntaban, se deseaban y ya reclamaban la dicha de ser uno solo, el dedico sus labios al pecho de ella que tanto le deleitaba. Hasta que, no pudiendo detener mas sus ansías de poseerle, el joven Snape entró en ella, arrancando un leve grito de dolor mezclado con placer. -¿Te he lastimado?-
-No Severus, tranquilo- dijo Frances, aún jadeando.
Severus se sentía inmensamente feliz, sentía que pasaría el resto de su vida con esa chica, con Frances, sentía que el mundo era perfecto y que nada malo podría pasar en ese momento.
-Te amo Severus-
-Y yo a tí, Frances-
Las cosas no pudieron ir de mal en peor. Al terminar las clases en Hogwarts, Frances le informó que tendría que partir a España para tomar unos cursos. Se veía bastante demacrada, triste, Snape sabía que algo andaba mal.
-Severus, tenemos que hablar-
-¿qué pasa?-
-Sabes, mis padres quieren que conozca más gente, que salga más, sobre todo ahora que voy a ocupar todo mi tiempo en la escuela de curanderos, además, sabes, yo.yo creo que deberíamos separarnos un tiempo, tú sabes, dranos un respiro.-
Snape no lo podía creer. El pensaba que Frances pasaría todas sus vacaciones junto a él, pero ahora todas sus esperanzas se habían esfumado, sentía que ella lo estaba evadiendo.
-Frances, ¿por qué cambiaste de parecer?-
-Sabes, mis padres dicen que debo pensar en mi futuro, que debo seguir y yo también creo que esta relación no tiene mucho futuro. Severus, sabes que te amo, pero no puedo estar junto a alguien que no tiene metas en la vida, ni siquiera sabes que vas a hacer ahora que salimos de Hogwarts.-
Severus finalmente aceptó la partida de Frances. Pasaron lo días, los meses y Frances jamás se comunicó con el, es más, parecía que se la había tragado la tierra y él se sintió bastante desdichado, se encerró en sí mismo una vez más y se culpó a sí mismo de volver a confiar en las personas.
-Severus.-
Snape sentía que su cara estaba en llamas. El haber recordado todo lo ocurrido años atrás le había hecho un nudo en la garganta, ya no podía continuar. El volteó a ver a Vivian y la encontró con el rostro bañado en lágrimas.
-Severus, ¿aún la amas?-
-Vivian, eso ya pasó, además conoces de sobra el resto de la historia- le dijo Snape con seguridad. A pesar de lo mucho que había amado a Frances, sabía que aquello había pasado, no solo por el hecho de que ella lo habia abandonado, sino por que, según la carta que le había sido enviada hacía unas semanas, Frances había muerto diez años atrás.
-Recuérdame el resto de la historia- le dijo Vivian. después de haber escuchado la historia de Severus, ahora se sentía bastante insegura respecto al amor que él le tenía.
-Vivian, lo sabes de sobra: Después de trabajar en varias cosas, entré al grupo de los Mortífagos, influenciado por mis amigos. Definitivamente fueron mis años más terribles, por que toda mi amargura se acrecentó y todo mi rencor era canalizado de una forma bastante negativa: destrozando casas de magos, de muggles, agrediendo a quien se pusiera en mi camino. Después, mientras estaba con los mortífagos, hubo algo que me hizo salir y darme cuenta de que estaba mal. después conocí a Albus Dumbledore, quien me hizo ver el mundo de otra perspectiva; me dio un trabajo y se ganó todo mi respeto y lealtad hacia él. Cuando estaba resignado a la soledad y a servir a Dumbledore, apareciste tú, con esa sonrisa que me derritió desde el principio, con esa actitud ante todo, me hiciste sentir vivo de nuevo, sentir que vale la pena esperar toda la vida con tal de encontrar a tu Otra Parte-.
Vivian lo miraba con ternura, no podía amar más a ese hombre, íntegro, leal y sumamente amoroso, aunque pocas veces lo dejaba ver; su máscara de recelo lo seguía a donde quiera.
