Capítulo IV: La llegada

Snape salió de la habitación de Vivian poco antes de que iniciara el bullicio en el colegio. Mientras caminaba por el pasillo que lo llevaba a la mazmorra, recordó lo que le había ocurrido pocos días atrás.

Mientras se encontraba en el Gran Comedor con el resto de los maestros, llegó una carta dirigida a él. En cuanto recibió la carta, supo que serían malas noticias.

-Seguramente es algo sobre la Orden-, pensó.

Pero no era nada relacionado con la Orden del Fénix. Se trataba de una extraña carta.

Severus Snape:

Tal vez usted no me conozca, después de todo, mi madre siempre me dijo que usted no se enteró de mi existencia, pero en las circunstancias en las que me encuentro, me ví en la necesidad de hablar con usted y confesarle que yo soy su hija.

Snape palideció en el instante en que leyó la palabra "hija". ¿Quié tipo de estúpida broma le estaban jugando?. El no sabía de ninguna hija. Le lanzó ua mirada desesperada a Vivian-que se encontraba del otro lado de la mesa- y continuó leyendo.

Obviamente, le ha de parecer que esto es una broma, pero le aseguro que no es así. En este momento no estoy en circunstancias de hablar con usted, ya que, como sabe, es sumamente peligroso brindar información confidencial mediante el correo en estos días, por lo que le pido de la manera más atenta que me permita hablar personalemente con usted y explicarle mi situación. Hace diez años, mi madre desgraciadamente falleció, pero me dijo que en cuanto necesitara ayuda, me dirigiera a usted y le explicara todo lo que había ocurrido.

Espero su respuesta.

Atentamente:

Circe Griffiths

Snape se había levantado de su asiento inconscientemente. Volteó a ver a Vivian, pero ella ya estaba a un costado de él.

-¿Qué pasó Severus, te sientes bien?-

-Vivian, tenemos que hablar-

Después de que Vivian leyó la carta, intentó cuaestionar a Snape.

-¿Por qué nunca me dijiste que tenías una hija?-

-¡Por que es mentira!- le dijo Snape un poco exasperado. Al principio creyó que era una broma, pero después cuando leyó el apellido Griffiths, se dio cuenta de que podía ser verdad.

-¿y qué piensas hacer?- le dijo Vivian un poco más tranquila.

-Hablaré con Dumbledore, él me aconsejará que debo hacer-.

Snape le explicó a Dumbledore la situación. Dumbledore, como siempre, parecía bastante tranquilo, como sopesando la situación. Después de que Snape terminó de contarle. Dumbledore habló.

-Dime Severus, ¿qué posibilidades hay de que esa persona sea tu hija?-

Snape estaba a punto de decir que no había ninguna posibilidad, pero de pronto sintió una punzada en el estómago.

-Pues, creo.creo que habría posobilidades(Dumbledore lo miraba fijamente), después de todo, hace muchos años que no veo a Frances-dijo finalmente Snape, sintiéndose incómodo.

-Bien Severus, entonces creo que debes escucharla, recuerda que no hay que desechar la posibilidad de que en realidad sea tu hija. Te recomiendo que la invites a Hogwarts, puedes hablar con ella aquí, así será más fácil-.

Snape salió de la oficina de Dumbledore e inmediatamente la envió la carta de regreso a la chica.

Snape dejó de lado sus recuerdos y de pronto sintió un enorme peso en el estómago. Miró su reloj y se dio cuenta que faltaba muy poco para que su hija llegara. Sentía una especie de angustia que no podía explicarse. Muy en el fondo, él deseaba que todo se tratara de una mala broma. A pesar de que Vivian lo apoyaba incondicionalmente, pudo ver su recelo cuando se enteró de la historia entre él y Frances. Salió a las afueras del colegio. Todos los estudiantes se encontraban disfrutando del fin de semana, totalmente despreocupados.-Cretinos-, pensó Snape, mientras veía al grupo de Gryffindor apoyando a Ron Weasley, mientras volaba en su escoba. Después de divagar por todo el colegio, se encontró con Vivian, quien lo convenció de ir a comer algo.

-Calma Severus, yo estaré contigo- le dijo un poco más animada. -Y.¿qué edad se supone que tiene?-

-No me lo dice, pero me imagino que tendrá unos deciocho años-, le contestó Snape; hacía deciocho años que él no sabía absolutamente nada de Frances, así que ella debería tener esa edad. eso tranquilizaba a Snape; sabía que si se presentaba una chica menor de esa edad, sabría con seguridad que era una impostora.

El resto de la tarde avanzó como si alguien hubiese manipulado los relojes; las horas transcurrieron endemoniadamnte rápido, según Snape, y , para cuando menos esperó, el reloj de la entrada daba las seis de la tarde.

Severus salió a esperar. pocos minutos después, vio que se acercaba un carruaje desde un extremo de la entrada al castillo. Conforme se acercaba, Snape sentía cada vez más angustia, el momento había llegado.

Vio cómo se acercaba una sombra, aún imperceptible. Snape pudo ver como esa sombra se acercaba más hacia la entrada del castillo. Unos pasos más, apareció una joven, con una maleta en la mano.