Capítulo V: La hija de Snape

-¿Es usted Severus Snape?- le dijo la chica.

-Adelante, hablemos dentro del castillo-.

Snape guió a la chica hacia el interior del castillo. -Pase-, le dijo Snape a la muchacha, haciéndola pasar a uno de los salones contiguos al Gran Comedor.

-Yo soy severus Snape-.

-Yo soy Circe Griffiths-.

La chica se acercó y le estrechó la mano a Snape, parecía estar a punto de llorar. Snape observaba detenidamente a la chica. Una extraña sensación estaba apoderándose de él; empezaba a asimilar la idea de que esa chica podría ser su hija. Circe le tendió una sonrisa a Snape y él se estremeció: era la sonrisa de Frances. Aquella chica, era ciertamente parecida a ella: alta, morena, con unos profundos ojos grises, como los de Frances, pero también tenía una espesa cabellera negro azabache y una complexión delgada como la de él. Snape palideció al ver que de su cuello colgaba una pequeña cadena con un anillo en ella; era el mismo anillo que Snape le había dado a Frances hacía dieciocho años.

-De donde sacó ese anillo-.

-Mi madre me lo dio hace muchos años- le contestó Circe que no dejaba de observar a Snape.

-Y dígame, por qué fue que usted se decidió a presentarse conmigo, ¿qué quiere de mí?- le dijo Snape de golpe. No abandonaba ese tono ceremonioso con el que le hablaba.

-Pu.pues, por dos razones: la primera de ellas es que necesitaba conocerlo. Hasta hace más de un año, yo no podía salir de España, donde siempre he vivido, por lo que no podía venir a verlo-.

-¿Y qué hay de sus abuelos?- le preguntó Snape

-Ellos fallecieron, hace muchos años. Después de que mi madre se fue a estudiar a España, mis abuelos sufrieron un terrible accidente en el que perdieron la vida. mi madre optó por quedarse allá y terminar sus estudios. Yo crecí en Madrid-.

-¿Qué pasó después de que Frances murió?-

-Bueno, yo era muy pequeña, por lo que me enviaron a un orfanato. Mi madre me registró con su nombre, así que no había forma de rastrearlo. Pasé los últimos ocho años estudiando. Cuando cumplí la mayoría de edad, decidí buscarlo. Mi madre siempre me había hablado de usted, sabía que había sido su compañero de escuela y que después de la graduación jamás se volvieron a ver. Ella me dijo que lo buscara si necesitaba de su ayuda, o simplemente si me decidía a conocerlo. El último año me dediqué a rastrearlo y, pues, aquí me tiene.-

Snape se encontraba consternado, cada vez se convencía más de que la chica podía ser su hija.

-¿Qué hay con ese anillo que lleva en el cuello?-

-Pues, pues.mi madre me lo regaló cuando era muy niña; me dijo que usted se lo dio y que debería de cuidarlo, pues era el único recuerdo de mi padre-.

-Dígame.cuál es la otra razón por la que vino-.

La chica se ruborizó de pronto y evadió la mirada de Snape.

-Pues, necesito protección, necesito un lugar en donde vivir, al menos temporalmente. En España tuve algunos problemas y ahora necesito esconderme. No le puedo decir de que se trata- agregó en cuanto vio que Snape la iba a cuestionar -pero no puedo regresar allá y aquí no tengo a nadie. Puedo conseguir trabajo en poco tiempo, sólo le pido que me permita quedarme, por favor-

Snape se sentía contrariado, no sabía si dejar la o no, además él tenía que hablar con Dumbledore para pedirle permiso de que Circe se quedara en el colegio.

-Espera aquí, tengo que hablar con el director del colegio- le dijo Snape, saliendo del despacho.

Después de que Snape hablara con Dumbledore(quien obviamente no se negó a que la chica se quedara por algunos días), regresó a la sala donde estaba Circe. En el camino se encontró con Vivian.

-Creí que estarías conmigo- le dijo Snape en tono de reproche.

-Yo quería hacerlo Severus, pero Dumbledore me dijo que lo mejor sería que hablaras a solas con ella. Dime, ¿es tu hija?-.

Snape aún no sabía que contestar, pero muy en el fondo sabía que no podía haber equivocaciones.

-No lo sé aún Vivian, pero quiero que vengas conmigo-.

Snape y Vivian llegaron a la sala. Circe estaba bastanate interesada leyendo los títulos de los libros que ahí se encontraban.

-Circe-.

La chica volteó a ver a Snape y a Vivian.

-El director ha permitido que se quede, creo que por ahora debería ir a descansar- le dijo Snape a la chica. -Por cierto, permítame presentarle a la profesora Vivian Wornat, actual maestra de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras-

Ambas se estrecharon la mano en forma cortés. Snape, acompañado de Vivian, llevaron a Circe a la habitación que se le había asignado. Snape se despidió de ella y en cuanto estaba por darse la vuelta, Circe lo detuvo.

-¿Disculpe?-

Snape se dio la vuelta.

-¿Qué necesita?-

-Ehh, bueno, es sólo que, me gustaría que me llamara por mi nombre, y no me hable de tú- le dijo Circe con cara de asustada.

Snape puso una cara de inconformidad y estaba a punto de decirle algo, cuando Vivian intervino.

-Lo hará, querida, además, a mí me puedes decir Vivian.-

-¡Gracias!- dijo la chica con una sonrisa y cerrando la puerta de su habitación.

-Temía que le dijeras que ella me podría decir papá- le dijo Snape un poco molesto a Vivian, mientras subían las escaleras hacia su habitación.

-Sé que aún no estás preparado, pero ya habrá tiempo para arreglar las cosas- le djo Vivian, dándole un beso y entrando ella también a su habitación.-

Snape siguió caminando sin rumbo por los pasillos, su mente estaba llena de contradicciones, por alguna razón, creía en la historia de la chica, además, el parecido físico, y la historia del anillo lo estaban haciendo creer que aquello podía ser verdad. Como ya era tarde, decidió dirigirse a su habitación, pensando en cuestionar más seriamente a la chica a la mañana siguiente.