Capítulo VI: La asistente de pociones

Snape despertó temprano al día siguiente. Al llegar al Gran Comedor, se encontró a Circe charlando con Dumbledore. El resto de los maestros parecían no haber llegado aún. Severus se sentó al lado de ella.

-Buenos días- lo saludó la chica con una sonrisa.

Snape, como siempre, se mostró indiferente. Dumbledore le saludó con alegría, mientras alcanzaba un plato de tostadas del otro extremo de la mesa.

-Sabe profesor Snape, la señorita Griffiths me ha dicho que desea trabajar mientras se encuentra aquí, por lo que le ofrecido amablemente que sea asistente de algún maestro, después de todo, dice tener muchas habilidades para la enseñanza-.

-Me parece bien-, respondió Snape con bastante indiferencia.

-Me gustaría ser asistente de pociones, después de todo, simpre tuve las mejores calificaciones en mi escuela en esa materia, pero claro, que solamente si usted quiere-

-La veo en mi oficina-, le dijo Snape casi con un gruñido, levantándose de la mesa.

Circe se quedó un poco austada por la actitud de Snape.

-Descuida, ya te acostumbrarás-, le dijo Dumbledore con una amable sonrisa, a quien Circe le sonrió con nerviosismo.

Snape se encontraba leyendo El Profeta en su oficina, cuando entró Vivian. Severus le dio la bienvenida con un beso.

-¿Me extrañaste?- le dijo Vivian con una sonrisa.

Ella sabía que Snape estaba bastante asustado por que habría de pasar, aunque él no lo aceptara.

-¿La chica ya se levantó?-

-Está por llegar, le dije que viniera para hablar con ella, puedes quedarte si quieres-

-Gracias, pero tengo clase en diez minutos, nos veremos en el almuerzo- le dijo Vivian, saliendo del despacho de Snape.

Un par de minutos después de que Vivian dejara a Snape, apareció Circe, quien aún se veía asustada por la actitud de su padre.

-¿puedo pasar?-

-Adelante, tome asiento- le dijo Snape.

Circe tomó asiento en uno de los sillones frente al escritorio de Snape. Aún seguía mirándolo fijamente, parecía querer grabarse cada gesto de Snape. Circe le sonrió tímidamente y Snape desvió la mirada.

-Si quieres ser mi asistente de pociones, tienes que apegarte a mis sistema de enseñanza, por ningún motivo permito que se cuestionen mis métodos, así que te advierto que no voy a tolerar algún intento de modificarlo-.

-Está bien señor- le dijo Circe, quien lo seguía mirando fijamente.

-También está de sobra comentarte que nadie en el colegio sabe de nuestro parentesco, a excepción del profesor Dumbledore y la profesora Wornat, por lo que deberás ser discreta- le dijo Severus, tratando de sonar bastante estricto, aunque en el fondo tenía unas ganas enormes de abrazarla, después de todo era su hija, ya no tenía dudas.

-Está bien, pero ¿cuándo voy a comenzar?-

-El día de mañana, mientras tanto hoy puedes revisar lo que hemos visto hasta el momento. Me ayudarás con los grupos de alumnos de sexto y séptimo año, son los que dan mas probelmas- le dijo Snape, quien se levantó de su escritorio al ver que su clase estaba por comenzar.

Mientras salía, sintió que Circe lo tomaba del brazo, por lo que giró su cabeza de forma tan violenta, que la chica lo soltó de inmediato, asustada.

-Sabe, sé que aún no creee que soy su hija, pero debería confiar en lo que su corazón le dice. En estos casos, el raciocinio es muy poco útil, de verdad espero que ambos nos podamos llevar bien dentro de poco y usted me acepte- le dijo Circe mirándolo con lo ojos brillantes. Pero Circe estaba equivocada, Snape había comenzado a creer verdaderamente que ella era su hija, después de todo, cada que la veía, era como ver a Frances otra vez..

Al día siguiente, Circe y Snape se dirigieron a la clase de pociones con los alumnos de sexto año. Para cuando entraron, estaban todos los alumnos sentados en sus respectivas butacas. Sin duda tantos gritos de Snape les había creado una disciplina a base de fuerza. Todos dirigieron sus miradas a Circe. No era común que llegaran extraños a la clase de Snape, a excepción de las molestas interrupciones de la profesora Umbridge el año anterior, además no había sido presentada por Dumbledore, lo cual era bastante extraño para todos ellos.

-A partir del día de hoy, nos acompañará la profesora Circe Griffiths, quien se encragará de la supervisión de la clase de pociones y será quien los evalúe en las ocasiones en las que yo no me encuentre-, les dijo Snape en tono severo. Probablemente él no podría asistir a todas las clases del resto del curso, debido a sus compromisos con la Orden, por lo que la intervención de Circe le iba a ser muy útil, aunque claramente, no estaba dispuesto a admitirlo.

La clase transcurrió sin muchos contratiempos. Circe se dedicó a pasearse entre los calderos para ver el desempreño de los alumnos y de vez en cuando, sugiriéndoles algunas correcciones, aunque rápidamente se dio cuenta que eso no agradaba mucho a Snape, sobre todo cuando ayudaba a los alumnos de Gryffindor.

Los siguientes días pasaron rápidamente, al final de la semana, Circe parecía haberse adaptado a la vida en el colegio, además los maestros también estaban entablando amistades con ella. Snape se sentía un poco más tranquilo, ya que nadie sospechaba que ella fuese su hija; siempre que se encontraban en alguno de los pasillos, se saludaban de manera bastante cortés, pero sin ninguna sospecha de que fueran padre e hijo, aunque Circe siempre le dedicaba sonrisas cada vez que lo veía.

A Snape aún le quedaban dudas acerca de la chica. Auque comenzaba a convencerse totalmemte de que la chica fuese su hija (cada que la veía, recordaba claramente el carácter de Frances, aunque tenía algunos razgos parecidos a él), aún no había escuchado toda su historia. Después de la noche en que llegó, ellos no volvieron a tocar el tema de su madre. La noche anterior en la que los alumnos harían una visita a Hogsmeade, Snape encontró a Circe, Vivian y demás profesores charlando en la sala de maestros. Después de un rato, los maestros se fueron despidiendo, quedando solamente Snape, con Vivian y su hija. Vivian se despidió de Severus con un beso, quien le respondió un poco intimidado, él aún no le había comentado a Circe de su relación con Vivian.

-¿Es su novia?- le preguntó Circe a Snape después de que Vivian se había ido de la sala de maestros y solamente quedaban ellos dos.

Snape no supo qué contestar. En vez de hacerlo, se decidió a hablar con ella acerca de Frances.

-Circe, ¿Tu madre te dijo alguna vez el porqué no había regresado nunca conmigo?- le preguntó Snape.

Circe se acercó a donde estaba snape, ahora lo veía con bastante ternura. Después de todo, él no había sabido nada de su existencia, era normal ese recelo hacia ella. Se sentó en uno de los sillones que estaban frente a él.

-Bueno, creo que debí de contarle toda la verdad desde el día que llegué aquí. Tal vez usted piense que mi madre se olvidó de usted, pero no es así. Ella se casó con un compañero de la escuela en España, cuando yo era apenas un bebé. A pesar de que crecí con él, mi madre siempre me explicó que no era mi verdadero padre.Ella no era feliz a su lado, siempre los ví pelear, pero al parecer mi madre le temía lo suficiente como para no alejarse de él. Siempre se arrepentía de no haber regresado a Londres, con usted. En muchas ocasiones la encontré llorando en su habitación, mientras leía las cartas que usted le había enviado para convencerla de que no se fuera. Ella siempre llevaba puesto el anillo que le había regalado, hasta que me lo obsequió cuando cumplí cinco años. Siempre me decía que lo cuidara con mi vida, por que era lo más cerca que me encontraría de mi padre.-

A estas alturas de la conversación, la chica tenía lágrimas en los ojos y tomaba con una mano la cadena con el anillo de Snape. Entretanto, Snape ya se habaía levantado de su asiento. Estaba contrariado. El siempre pensó que Frances no había regresado por que no lo quería, pero en realidad era por que estaba amarrada a un hombre que no la apreciaba, además que él nunca supo lo del accidente de sus padres.

-¿Qué fue de ese hombre?- le preguntó Snape, mientras comenzaba a dar vueltas por la habitación, cosa que hacía cada que se sentía atrapado en alguna situación riesgosa.

-No lo sé, después de que murió mi madre, me llevó al orfanato y no supe nada más de él. En ese entonces yo tenía ocho años. Al cumplir once, entré al colegio y ahí me permitían pásar mis vacaciones de verano, por lo que pasé casi todo el tiempo dentro de la escuela. los directivos del colegio nunca supieron de usted, ya que mi madre me registró con su apellido. Fue terrible, me sentía como un animal enjaulado, no tenía a donde ir, ni tenía entonces los medios para buscarlo. Jamás le dije a nadie de su existencia, temía que lo encontraran y resultara ser igual que mi padrastro-.

-¿El era malo contigo?-

-Todo el tiempo. No había día que no me reprochara cualquier cosa. Para él nada que yo hiciera estaba bien, aunque pusiera todo mi esfuerzo. Siempre me regañaba por cosas estúpidas, me inspiraba demasiado miedo como para quejarme con mi madre, además que no le quería buscar problemas con él.siempre que peleaban ella salía perdiendo.-

Snape se veía reflejado en la infancia de Circe. Aunque él vivió con sus padres, Snape siempre se sintió intimidado por sus padre. Ninguna cosa que él hacía estaba bien, para su padre él no era menos que basura, jamás le demostró cariño. Sentía una punzada en el estómago por no comportarse mejor con su hija.estaba siguiendo la escuela de su padre.

-¿Y cuáles fueron los problemas que tuviste en Madrid?, aún no me lo has dicho- le dijo Snape, ahora mirándola fijamente.

Circe volvió a sonrojarse hasta las orejas. Para ella no era muy agradable hablar de ello.

-Bueno, es que, después de salir del colegio, mientras lo estaba buscando, conocí a un muchacho que trabajaba en el Ministerio. Nos hicimos novios y él decía que me iba a ayudar a encontrarlo, pero después de un tiempo me di cuenta de que él sólo me engañaba, ni siquiera trabajaba para el Ministerio y solamente me tenía atada a él diciéndome que él me podía ayudar a encontrarlo. Cuando me dí cuenta de su engaño, quise dejarlo, pero me amenazó, me dijo que tenía que casarme con él, que si me alejaba el iba a mover cielo y tierra para encontrarme. Comenzó a volverse violento y yo ya no podía dejarlo. Poco después encontré por mi cuenta sus datos y sin que él se diera cuenta, planeé mi viaje hasta aquí. Para ese entonces él se comportaba peor, me dijo que tenía que irme a vivir con él . Yo estaba aterrada, me recordaba horriblemente a mi padrastro; siempre violento, tratando de controlar la situación. Después de que lo tuve todo listo, inmediatamente le envié la carta para pedirle que nos viéramos y cuando recibí su carta de regreso, huí inmeditamente de Madrid. Tenía mucho miedo de repetir la historia de mi madre.-

Sanpe se acercó a la chica y le dio un pañuelo para que secara sus lágrimas.

-Estarás aquí el tiempo que necesites, Dumbledore no se opondrá-.

La chica pareció tranquilizarse. Snape, al contrario, estaba preocupado por su hija. Si, estaba convencido de que ella era su hija. Esto sólo lo comprobaba. Tenía el mismo carácter de Frances. Cuando Snape volvió a mirarla, la chica estaba de pie y se acercaba hacia él. Snape sabía lo que la chica estaba por hacer, pero aún así no puso resistencia. La chica lo miró por un momento y luego lo abrazó. Severus tardó en responder al abrazo, pero cuando lo hizo, Circe se echó a llorar.

-Calma, nada te va a apasar-, le dijo Snape, como si compartiera la angustia de la chica. El se sentía bien de abrazarla. A pesar de forzar a su mente a que creyera que Circe no era su hija, su corazón le hacía sentir lo contrario.

-Siempre soñé con abrazar a mi padre- le dijo Circe, aún llorando.

El abrazo duró varios minutos más. Snape quería decirle que la protegería de todo, que no iba a permitir que nada malo le pasara. Se sentía triste por Frances, por no haber podido hacer nada por ella, pero ahora estaba su hija, que le daba la oportunidad de remediar lo que no pudo hacer con su madre. Estaba dispuesto a darle lo mejor de sí, que no viviera con rencor hacia su padre, tal como él había vivido siempre. Sabía que su vida se volvía mejor cada día; ahora no sólo tenía el amor incondicional de vivian, sino también tenía a su hija, que no le guardaba rencor alguno, que esperaba solo un poco de cariño de su parte. Snape quería decírle todo esto a su hija, pero las palabras estaban atoradas en su garganta.