Capítulo VIII: La marca tenebrosa
-Tenemos que ir a cenar, Severus-
-¿Estás segura?- le dijo Severus con tomo meloso. Definitivamente no tenía ganas de ir al comedor, prefería quedarse con ella el resto de la noche.
-Severus, sería muy obvio si faltamos a la cena- le dijo vivian, quien tampoco sonaba muy convencida.
Ambos salieron del despacho de Vivian cuando aún quedaba luz de día. Ambos se dirigían al Gran Comedor, cuando Circe se encontró con ellos.
-¡Hola!, ¿van al comedor?- les dijo Circe con alegría.
Vivian se limitó a contemplarla con bastante disgusto. Snape se dio cuenta de ello, pero prefería interrogarlas por separado y ver que se traían entre manos ya que de otra forma, jamás podría sacarles la verdad.
Entraron los tres juntos al comedor y tomaron sus respectivos lugares en la mesa principal. El resto de los alumnos se encontraban ya cenando. Dumbledore les dirigió una enorme sonrisa a los tres y volvió a su animada charla con el profesor Flitwick. Durante el resto de la cena Snape no volvió a notar ninguna señal hostil entre Circe y vivian, pero ahora se daba cuenta de que algo malo pasaba entre ellas.además del comentario de Vivian acerca de su hija; se decidió a hablar primero con Circe y ver qué era lo que se traían ambas entre manos.
* *
*
El comedor comenzó a vaciarse poco a poco de estudiantes que regresaban a sus salas comunes. Poco después, Dumbledore y el resto de los maestros comenzaron a despedirse también, entre ellos Circe.
-Nos vemos, porfesor- le dijo Circe con una sonrisa discreta.
-Circe, ¿puedo hablar contigo más tarde?-
-Claro, no hay problema- le dijo mientras se retiraba junto a la profesora McGonagall hacia las habitaciones de los maestros-.
Vivian se acercó a Snape y le dijo un simple adiós, a lo que Snape no pudo responder, él estaba esperando que se despidiera con un beso y no solamente con una adiós por demás banal, definitivamente, tenía que arreglar lo que estuviera pasando cunato antes.
Snape se quedó en el comedor hasta que éste estaba completamente vacío, quería pensar claramente como le iba a preguntar a Circe acerca de su relación con Vivian, ya que al parecer a ella no le agradaba del todo, a pesar de que ella le había dicho lo contrario.
La luna brillaba en lo alto cuando Snape se retiraba del Gran Comedor. Mientras se dirigía a la habitación de Circe, escuchó un sonido extraño, proveniente de la sala de maestros, pero solamente era un elfo que pasaba corriendo con un montón de túnicas. Al llegar a la habitación de Circe, notó que la luz estaba aún encendida.
Snape llamó a la puerta y le sorprendió ver quién estaba en la habitación.
-¿Vivian, qué haces aquí?-
Vivian sonrió ligeramente al ver a Severus. Al parecer ella también se sorprendía de verlo, pero definitivamente su presencia no le disgustaba en lo absoluto.
-Al parecer lo mismo que tú, Severus, pero me temo que Circe tuvo que ir a vigilar a los alumnos de Hufflepuff esta noche, ya que la profesora Sprout está fuera del colegio-
Vivian le entregó a Snape una nota de la profesora Mcgonagall, donde le pedía a Circe que se quedara con los alumnos de Hufflepuff esa noche, cubriendo su guardia.
Snape no quiso desaprovechar la oportunidad de hablar con Vivian acerca de lo que pasaba entre ellos.
-Vivian, ¿Por qué me has estado rechazando todos estos días?-
-Ya no más, Severus.-
Snape se sorprendió de la respuesta de Vivian y mucho más de su actitud; la chica se acercó a él delicadamente, sutilmente y le dio un pequeño beso en loa labios.
-¿Estás molesto conmigo, Severus?- le dijo, dándole otro beso.
Severus se limitó a abrazarla. Había pasado ya muchos días pensando que vivian ya no lo amaba. Se alegraba de saber que no había nada malo entre ellos, que su distanciamiento había sido por alguna cosa sin importancia.
Con la conciencia de que Circe no llegaría en toda la noche, una idea cruzó por la mente de Snape.
Con un sutil movimiento de su varita, Snape apagó las luces que iluminaban la habitación. Tómó a vivian por la cintura y pudo notar como se agitaba su respiración. Poco a poco comenzó a desabotonar la túnica de su amada Vivian, quien poco tiempo después lo tomó de las manos y le ayudó a terminar con su tarea. La chica se dio la vuelta y ahora comenzó con la túnica de Snape. Entretanto, Severus se deleitaba acariciando cada centímetro del cuerpo de vivian, volver a sentir su piel, oler su cabello. El juego duró por varios munutos. Snape notaba una actitud ciertamente diferente en Vivian, pero no le desagradaba, a pesar de que su actitud era algo extraña. Ambos se entregaron como si fuera la primera vez, como si nada más existiera. Snape besaba a Vivian como si jamás lo hubiera hecho, sus caricias se concentraban en su cuello y fueron bajando poco a poco hasta detenerse en sus senos, él los acariciaba y besaba mientras veía como el pecho de vivian subía y bajaba frenéticamente en respuesta a sus caricias. Vivian entre tanto, acariciaba la espalda de Snape, sus brazos tan fuertes, le decía al oído que le pertenecía, que podía hacer con ella lo que quisiera y eso volvía a Severus loco de placer. Severus bajó hacia la cintura de la chica y con una de sus manos comenzó a acariciar sus piernas. Poco a poco, fue entrando en su entrepierna y comenzó a masajear esa zona erógena que hizo que Vivian soltara un largo suspiro y comenzara a jadear más rápidamente. Él estaba logrando su cometido. No pudiendo contenerse más, se colocó encima de su amada y entró en ella, arrancando de su garganta un gemido de placer. Comenzó a entrar y salir cada vez más rápidamente, seguido de los movimientos de Vivian, quien besaba apasionadamente a Severus y lo tomaba fuertemente de la cintura, como temiendo que fuera a desaparecer. Ambos alcanzaron el clímax, dejando escapar gritos y gemidos de placer, Severus se dejó caer a un lado de vivian, tomándola por la cintura, en un gesto de protección.
Snape de despertó de pronto por un sonido extraño. Recordó que se encontraba en la habitación de Circe y que tal vez había regresado e su guardia, por lo que decidió despertar a Vivian y recomendarle que se fueran de ahí. Aún estaba abrazando a Vivian y podía sentir su cabello haciéndole cosquillas en la mejilla.
-Vivian, querida, es mejor irnos.-
Snape notó que Vivian comenzaba a despertarse a su lado. Para no perder tiempo, tomó su varita y encendió las luces de la habitación. Comenzó a contemplar su silueta y volvió a tomarla de la cintura, pero en ese momento vió algo que lo dejó sin aliento. Al principio pensó que había sido su imaginación y que solamente se había confundido, pero al percatarse de que no era así sintió que su sangre se helaba: claramente, sobre el brazo izquierdo de la chica se encontraba el tatuaje de una calavera con una serpiente saliéndole de la boca.exactamente igual al suyo.la Marca Tenebrosa.
Severus no quería ver que pasaría a continuación, con los ojos desorbitados, vio con terror que no se trataba de Vivian; aquella chica morena, de espesa cabellera negra no era Vivian.
Era Circe.
Severus Ya no escuchaba, ya no prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor, sólo veía como circe movía los labios y agitaba su varita arrojando un chorro de luz hacia él.
-Tenemos que ir a cenar, Severus-
-¿Estás segura?- le dijo Severus con tomo meloso. Definitivamente no tenía ganas de ir al comedor, prefería quedarse con ella el resto de la noche.
-Severus, sería muy obvio si faltamos a la cena- le dijo vivian, quien tampoco sonaba muy convencida.
Ambos salieron del despacho de Vivian cuando aún quedaba luz de día. Ambos se dirigían al Gran Comedor, cuando Circe se encontró con ellos.
-¡Hola!, ¿van al comedor?- les dijo Circe con alegría.
Vivian se limitó a contemplarla con bastante disgusto. Snape se dio cuenta de ello, pero prefería interrogarlas por separado y ver que se traían entre manos ya que de otra forma, jamás podría sacarles la verdad.
Entraron los tres juntos al comedor y tomaron sus respectivos lugares en la mesa principal. El resto de los alumnos se encontraban ya cenando. Dumbledore les dirigió una enorme sonrisa a los tres y volvió a su animada charla con el profesor Flitwick. Durante el resto de la cena Snape no volvió a notar ninguna señal hostil entre Circe y vivian, pero ahora se daba cuenta de que algo malo pasaba entre ellas.además del comentario de Vivian acerca de su hija; se decidió a hablar primero con Circe y ver qué era lo que se traían ambas entre manos.
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El comedor comenzó a vaciarse poco a poco de estudiantes que regresaban a sus salas comunes. Poco después, Dumbledore y el resto de los maestros comenzaron a despedirse también, entre ellos Circe.
-Nos vemos, porfesor- le dijo Circe con una sonrisa discreta.
-Circe, ¿puedo hablar contigo más tarde?-
-Claro, no hay problema- le dijo mientras se retiraba junto a la profesora McGonagall hacia las habitaciones de los maestros-.
Vivian se acercó a Snape y le dijo un simple adiós, a lo que Snape no pudo responder, él estaba esperando que se despidiera con un beso y no solamente con una adiós por demás banal, definitivamente, tenía que arreglar lo que estuviera pasando cunato antes.
Snape se quedó en el comedor hasta que éste estaba completamente vacío, quería pensar claramente como le iba a preguntar a Circe acerca de su relación con Vivian, ya que al parecer a ella no le agradaba del todo, a pesar de que ella le había dicho lo contrario.
La luna brillaba en lo alto cuando Snape se retiraba del Gran Comedor. Mientras se dirigía a la habitación de Circe, escuchó un sonido extraño, proveniente de la sala de maestros, pero solamente era un elfo que pasaba corriendo con un montón de túnicas. Al llegar a la habitación de Circe, notó que la luz estaba aún encendida.
Snape llamó a la puerta y le sorprendió ver quién estaba en la habitación.
-¿Vivian, qué haces aquí?-
Vivian sonrió ligeramente al ver a Severus. Al parecer ella también se sorprendía de verlo, pero definitivamente su presencia no le disgustaba en lo absoluto.
-Al parecer lo mismo que tú, Severus, pero me temo que Circe tuvo que ir a vigilar a los alumnos de Hufflepuff esta noche, ya que la profesora Sprout está fuera del colegio-
Vivian le entregó a Snape una nota de la profesora Mcgonagall, donde le pedía a Circe que se quedara con los alumnos de Hufflepuff esa noche, cubriendo su guardia.
Snape no quiso desaprovechar la oportunidad de hablar con Vivian acerca de lo que pasaba entre ellos.
-Vivian, ¿Por qué me has estado rechazando todos estos días?-
-Ya no más, Severus.-
Snape se sorprendió de la respuesta de Vivian y mucho más de su actitud; la chica se acercó a él delicadamente, sutilmente y le dio un pequeño beso en loa labios.
-¿Estás molesto conmigo, Severus?- le dijo, dándole otro beso.
Severus se limitó a abrazarla. Había pasado ya muchos días pensando que vivian ya no lo amaba. Se alegraba de saber que no había nada malo entre ellos, que su distanciamiento había sido por alguna cosa sin importancia.
Con la conciencia de que Circe no llegaría en toda la noche, una idea cruzó por la mente de Snape.
Con un sutil movimiento de su varita, Snape apagó las luces que iluminaban la habitación. Tómó a vivian por la cintura y pudo notar como se agitaba su respiración. Poco a poco comenzó a desabotonar la túnica de su amada Vivian, quien poco tiempo después lo tomó de las manos y le ayudó a terminar con su tarea. La chica se dio la vuelta y ahora comenzó con la túnica de Snape. Entretanto, Severus se deleitaba acariciando cada centímetro del cuerpo de vivian, volver a sentir su piel, oler su cabello. El juego duró por varios munutos. Snape notaba una actitud ciertamente diferente en Vivian, pero no le desagradaba, a pesar de que su actitud era algo extraña. Ambos se entregaron como si fuera la primera vez, como si nada más existiera. Snape besaba a Vivian como si jamás lo hubiera hecho, sus caricias se concentraban en su cuello y fueron bajando poco a poco hasta detenerse en sus senos, él los acariciaba y besaba mientras veía como el pecho de vivian subía y bajaba frenéticamente en respuesta a sus caricias. Vivian entre tanto, acariciaba la espalda de Snape, sus brazos tan fuertes, le decía al oído que le pertenecía, que podía hacer con ella lo que quisiera y eso volvía a Severus loco de placer. Severus bajó hacia la cintura de la chica y con una de sus manos comenzó a acariciar sus piernas. Poco a poco, fue entrando en su entrepierna y comenzó a masajear esa zona erógena que hizo que Vivian soltara un largo suspiro y comenzara a jadear más rápidamente. Él estaba logrando su cometido. No pudiendo contenerse más, se colocó encima de su amada y entró en ella, arrancando de su garganta un gemido de placer. Comenzó a entrar y salir cada vez más rápidamente, seguido de los movimientos de Vivian, quien besaba apasionadamente a Severus y lo tomaba fuertemente de la cintura, como temiendo que fuera a desaparecer. Ambos alcanzaron el clímax, dejando escapar gritos y gemidos de placer, Severus se dejó caer a un lado de vivian, tomándola por la cintura, en un gesto de protección.
Snape de despertó de pronto por un sonido extraño. Recordó que se encontraba en la habitación de Circe y que tal vez había regresado e su guardia, por lo que decidió despertar a Vivian y recomendarle que se fueran de ahí. Aún estaba abrazando a Vivian y podía sentir su cabello haciéndole cosquillas en la mejilla.
-Vivian, querida, es mejor irnos.-
Snape notó que Vivian comenzaba a despertarse a su lado. Para no perder tiempo, tomó su varita y encendió las luces de la habitación. Comenzó a contemplar su silueta y volvió a tomarla de la cintura, pero en ese momento vió algo que lo dejó sin aliento. Al principio pensó que había sido su imaginación y que solamente se había confundido, pero al percatarse de que no era así sintió que su sangre se helaba: claramente, sobre el brazo izquierdo de la chica se encontraba el tatuaje de una calavera con una serpiente saliéndole de la boca.exactamente igual al suyo.la Marca Tenebrosa.
Severus no quería ver que pasaría a continuación, con los ojos desorbitados, vio con terror que no se trataba de Vivian; aquella chica morena, de espesa cabellera negra no era Vivian.
Era Circe.
Severus Ya no escuchaba, ya no prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor, sólo veía como circe movía los labios y agitaba su varita arrojando un chorro de luz hacia él.
